Mañanas de luz para cristales rotos - Miguel Ibañez de la Cuesta - E-Book

Mañanas de luz para cristales rotos E-Book

Miguel Ibañez de la Cuesta

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Beschreibung

Premio Alegría 2014 del Ayuntamiento de Santander. Poemario con un sentido del ritmo muy marcado, emotivo e intenso, que se desarrolla en dos polos: uno, luminoso, caracterizado por la captación de los recuerdos; otro, de oscuridades, donde el paso del tiempo hace sus estragos y establece un tono elegíaco y reflexivo. Así, gozo del pasado y luz mortecina confluyen en una lírica serena, evocadora, centrada en una época del año, un atardecer, un bosque, un día de lluvia o un paseo…, vivos en la cotidianidad del autor, su lugar de creación propia.

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Veröffentlichungsjahr: 2014

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Un jurado compuesto por

Julio Martínez Mesanza, Carmelo Guillén Acosta, Luis Alberto Salcines, Menchu Gutiérrez y Juan Antonio González Fuentes

concedió a este libro

el PREMIO ALEGRÍA 2014

MIGUEL IBÁÑEZ

MAÑANAS DE LUZ

PARA CRISTALES ROTOS

ADONÁIS

643

EDICIONES RIALP, S. A.

Madrid

© 2014 by Miguel Ibáñez

© 2014 de la presente edición, by

EDICIONES RIALP, S.A. - Alcalá 290 - 28027 Madrid

ISBN: 978-84-321-4465-3

Depósito Legal: M-22040-2014

Printed in Spain - Impreso en España

A mis padres, por el fondo del paisaje.

A mi mujer y a mi hija, por haberlo completado.

APUNTES DE GEOGRAFÍA ESPIRITUAL

TAMBIÉN la lejanía puede ser un lugar.

Es sabido que existen

carreteras y mapas del espíritu,

fronteras, travesías

y viajeros perdidos.

Puede ser un lugar,

aunque localizar la lejanía

es tarea enervante, por incierta.

No pertenece al cielo ni al infierno,

pero la tierra apenas sabe de ella:

es un vuelo de pájaros,

un reflejo que hiere la calma de los charcos

antes de evaporarse.

No pertenece al tiempo ni al espacio,

y sin embargo hay días y lugares

orientados con pérfida insistencia

hacia la lejanía.

Vemos a los demás y no los vemos.

Sentimos sin sentir.

Quisiéramos estar en otra parte

y nadie nos informa oficialmente

de que ya estamos lejos

de cualquier universo conocido.

CALABOBOS

ESTA lluvia delgada apacigua los ojos.

Esta música gris y estas calles vacías

acallan otras voces:

las que dentro de ti

confusamente agitan sus agrias disonancias.

Te gusta pasear por la ciudad dormida

como por la cubierta de un barco abandonado.

Derivas tú también bajo la luna ciega

sin saber en qué puerto fondeará tu mirada,

y te sientes perdido

y libre como un náufrago.

Las luces de los bares y las conversaciones

irrumpen levemente en tu derrota y mecen

los recuerdos, los nombres, las palabras fugaces.

Llevas en los pulmones y en la memoria el frío

de las noches de lluvia.

Te adormece y lo dejas sedarte, pues no aspiras

a otra cosa que a un lento y plácido naufragio

en el tiempo, en el gris,

en el calmado océano de tus ensoñaciones.

ESTATUA DE SAL

Y de pronto ella vuelve la mirada,

porque añora las luces de Sodoma,

las noches delicadas de Gomorra,

la dulce negligencia del pecado,

cuando el amanecer

iluminaba bocas aún sedientas

y cuerpos ya rendidos pero ávidos.

No acierta a despedirse de aquel joven fulgor,

aquella levedad ardiente y pasajera

que nadie debería querer perpetuar.

Ningún pasado debe durar eternamente,

ningún tiempo ser más que puro tiempo.

Pero ella se detiene y mira atrás.

Ya el fuego está arrasando los lugares

y las fotografías, los jardines oscuros

y plazas bulliciosas bajo el sol.

La dicha del pasado ya sucumbe,

incinerada por una luz mortífera

de la que recomiendan huir con cierta urgencia

los más acreditados manuales.

Pero ella aún se deja lastrar por la memoria,

y ya en la piel un brillo de cristales salinos

anuncia la belleza estéril del recuerdo.