Manifiesto Comunista - Carlos Marx - E-Book

Manifiesto Comunista E-Book

Carlos Marx

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Beschreibung

Documento histórico encargado por la Liga de los Comunistas a C. Marx y F. Engels, publicado por primera vez en Londres, en 1848. Está dirigido a un público general y exhorta a los proletarios de todo el mundo a unirse en pro de la liberación de toda la sociedad de la explotación y la opresión. La idea esencial de esta obra es que "La historia de toda la sociedad existente hasta ahora es la historia de las luchas de clases", y solo a través de la lucha unida de todos los proletarios del mundo, será posible la superación del capitalismo como sistema. En este documento están sentadas las bases del comunismo.

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Tercera edición, Editorial de Ciencias Sociales, 2021.

Tomado de la 2.a edición de la Editorial de Ciencias Sociales, 2009.

Revisión técnica: Ricardo Luis Hernández Otero

Diseño interior y de cubierta: Seidel González Vázquez (6del)

Composición digitalizada: Idalmis Valdés Herrera

© Sobre la presente edición:

 Editorial de Ciencias Sociales, 2021

ISBN: 9789590623394

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) o entre la web www.conlicencia.com EDHASA C/ Diputació, 262, 2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

Estimado lector, le estaremos muy agradecidos si nos hace llegar su opinión, por escrito, acerca de este libro y de nuestras ediciones.

INSTITUTO CUBANO DEL LIBRO

Editorial de Ciencias Sociales

Calle 14 no. 4104, entre 41 y 43, Playa, La Habana, Cuba

[email protected]

www.nuevomilenio.cult.cu

Índice de contenido
Prefacio [a la edición italiana de 1893]
Manifiesto del Partido Comunista
I Burgueses y proletarios
II Proletarios y comunistas
III Literatura socialista y comunista
1. El socialismo reaccionario
2. El socialismo conservador o burgués
3. El socialismo y el comunismo crítico-utópicos
IV Actitud de los comunistas ante los diferentes partidos de oposición
Única página original conservada del borrador del Manifiesto del Partido Comunista1
Notas aclaratorias

Prefacio [a la edición italiana de 1893]

A los lectores italianos

La publicación del Manifiesto del Partido Comunista coincidió, por decirlo así, con la jornada del 18 de marzo de 1848, con las revoluciones de Milán y de Berlín que fueron las insurrecciones armadas de dos naciones que ocupan zonas centrales: la una en el continente europeo, la otra en el Mediterráneo; dos naciones que hasta entonces estaban debilitadas por el fraccionamiento de su territorio y por discordias intestinas que las hicieron caer bajo la dominación extranjera. Mientras Italia se hallaba subyugada por el emperador austríaco, el yugo que pesaba sobre Alemania —el del zar de todas las Rusias— no era menos real, si bien más indirecto. Las consecuencias del 18 de marzo de 1848 liberaron a Italia y a Alemania de este oprobio. Entre 1848 y 1871 las dos grandes naciones quedaron restablecidas y, de uno u otro modo, recobraron su independencia, y este hecho, como decía Carlos Marx, se debió a que los mismos personajes que aplastaron la revolución de 1848 fueron, a pesar suyo, sus albaceas testamentarios.

La revolución de 1848 había sido, en todas partes, obra de la clase obrera: ella había levantado las barricadas y ella había expuesto su vida. Pero fueron solo los obreros de París quienes, al derribar al gobierno, tenían la intención bien precisa de acabar a la vez con todo el régimen burgués. Y aunque tenían ya conciencia del irreductible antagonismo que existe entre su propia clase y la burguesía, ni el progreso económico del país ni el desarrollo intelectual de las masas obreras francesas habían alcanzado aún el nivel que hubiese permitido llevar a cabo una reconstrucción social. He aquí por qué los frutos de la revolución fueron, al fin y a la postre, a parar a manos de la clase capitalista. En otros países, en Italia, en Alemania, en Austria, los obreros, desde el primer momento, no hicieron más que ayudar a la burguesía a conquistar el poder. Pero en ningún país la dominación de la burguesía es posible sin la independencia nacional. Por eso, la revolución de 1848 debía conducir a la unidad y a la independencia de las naciones que hasta entonces no las habían conquistado: Italia, Alemania, Hungría. Polonia les seguirá.

Así, pues, aunque la revolución de 1848 no fue una revolución socialista, desbrozó el camino y preparó el terreno para esta última. El régimen burgués, en virtud del vigoroso impulso que dio en todos los países al desenvolvimiento de la gran industria, ha creado en el curso de los últimos 45 años un proletariado numeroso, fuerte y unido y ha producido así —para emplear la expresión del Manifiesto— a sus propios sepultureros. Sin restituir la independencia y la unidad de cada nación, no es posible realizar la unión internacional del proletariado ni la cooperación pacífica e inteligente de esas naciones para el logro de objetivos comunes. ¿Acaso es posible concebir la acción mancomunada e internacional de los obreros italianos, húngaros, alemanes, polacos y rusos en las condiciones políticas que existieron hasta 1848?

Esto quiere decir que los combates de 1848 no han pasado en vano; tampoco han pasado en vano los 45 años que nos separan de esa época revolucionaria. Sus frutos comienzan a madurar y todo lo que yo deseo es que la publicación de esta traducción italiana sea un buen augurio para la victoria del proletariado italiano, como la publicación del original lo fue para la revolución internacional.

El Manifiesto rinde plena justicia a los servicios revolucionarios prestados por el capitalismo en el pasado. La primera nación capitalista fue Italia. Marca el fin del medioevo feudal y la aurora de la era capitalista contemporánea la figura gigantesca de un italiano, el Dante, que es a la vez el último poeta de la Edad Media y el primero de los tiempos modernos. Ahora, como en 1300, comienza a despuntar una nueva era histórica. ¿Nos dará Italia al nuevo Dante que marque la hora del nacimiento de esta nueva era proletaria?

Federico Engels

Londres, 1 de febrero de 1893

Publicado en el libro: Carlo Marx e Federico Engels, Il Manifesto del Partito Comunista, Milano, 1893. Se publica de acuerdo con el texto del libro, cotejado con el borrador en francés. Traducido del italiano.

Manifiesto del Partido Comunista

Un fantasma recorre Europa: el fantasma del comunismo. Todas las fuerzas de la vieja Europa se han unido en santa cruzada para acosar a ese fantasma: el Papa y el zar, Metternich y Guizot, los radicales franceses y los polizontes alemanes.

¿Qué partido de oposición no ha sido motejado de comunista por sus adversarios en el poder? ¿Qué partido de oposición, a su vez, no ha lanzado, tanto a los representantes de la oposición, más avanzados, como a sus enemigos reaccionarios, el epíteto zahiriente de comunista?

De este hecho resulta una doble enseñanza:

Que el comunismo está ya reconocido como una fuerza por todas las potencias de Europa.

Que ya es hora de que los comunistas expongan a la faz del mundo entero sus conceptos, sus fines y sus tendencias, que opongan a la leyenda del fantasma del comunismo un manifiesto del propio partido.

Con este fin, comunistas de las más diversas nacionalidades se han reunido en Londres y han redactado el siguiente Manifiesto, que será publicado en inglés, francés, alemán, italiano, flamenco y danés.

IBurgueses y proletarios

La historia de todas las sociedades hasta nuestros días es la historia de las luchas de clases.

Hombres libres y esclavos, patricios y plebeyos, señores y siervos, maestros y oficiales, en una palabra: opresores y oprimidos se enfrentaron siempre, mantuvieron una lucha constante, velada unas veces y otras franca y abierta; lucha que terminó siempre con la transformación revolucionaria de toda la sociedad o el hundimiento de las clases en pugna.

En las anteriores épocas históricas encontramos casi por todas partes una completa diferenciación de la sociedad en diversos estamentos, una múltiple escala gradual de condiciones sociales. En la antigua Roma hallamos patricios, caballeros, plebeyos y esclavos; en la Edad Media, señores feudales, vasallos, maestros, oficiales y siervos, y, además, en casi todas estas clases todavía encontramos gradaciones especiales.

La moderna sociedad burguesa, que ha salido de entre las ruinas de la sociedad feudal, no ha abolido las contradicciones de clase. Únicamente ha sustituido las viejas clases, las viejas condiciones de opresión, las viejas formas de lucha por otras nuevas.