Manual de trabajo para la persona áltamente sensible - ELAINE ARON - E-Book

Manual de trabajo para la persona áltamente sensible E-Book

ELAINE ARON

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Beschreibung

¿Te abrumas fácilmente con el ruido y el alboroto? ¿Tienes una vida interior rica y unos sueños intensos? ¿Decían tus progenitores o tus profesoras de ti que eras 'demasiado tímido' o 'demasiado sensible'? Si has respondido que sí a alguna de estas preguntas, es muy posible que seas una persona altamente sensible (PAS). La alta sensibilidad es un rasgo que comparte en torno al 20 por 100 de la población, según la doctora Elaine N. Aron, psicóloga clínica, instructora y autora del best seller El don de la sensibilidad. El enorme éxito de su libro llevó a la doctora Aron a escribir Manual de trabajo para la persona altamente sensible, diseñado para honrar a esa parte de ti tanto tiempo ignorada y reprimida: tu sensibilidad. Con un buen paquete de ejercicios y actividades tanto individuales como colectivas, este manual de trabajo te ayudará a identificar el rasgo PAS en ti mismo, a cultivar la imagen positiva que mereces y a desarrollar una vida más plena y rica. Con este manual podrás: ' Identificar tus sensibilidades concretas mediante autoevaluaciones. Reinterpretar experiencias del pasado bajo una luz distinta, más positiva. Interpretar sueños y relacionarlos con tu sensibilidad. Enfrentarte al exceso de estimulación mediante técnicas de relajación, respiración y visualización. Describir tu rasgo durante una entrevista de trabajo o ante familiares, amigos, médicos o terapeutas que quizás no comprendan tu idiosincrasia.

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Dra. Elaine N. Aron

Manual de trabajo para la persona altamente sensible

Una guía práctica para personas altamente sensibles y grupos de discusión de PAS, por la autora del best seller

Si este libro le ha interesado y desea que le mantengamos informado de nuestras publicaciones, escríbanos indicándonos qué temas son de su interés (Astrología, Autoayuda, Ciencias Ocultas, Artes Marciales, Naturismo, Espiritualidad, Tradición...) y gustosamente le complaceremos.

Puede consultar nuestro catálogo en www.edicionesobelisco.com

Colección Psicología

MANUAL DE TRABAJO PARA LA PERSONA ALTAMENTE SENSIBLE

Dra. Elaine N. Aron

1.ª edición en versión digital: octubre de 2019

Título original: The Highly Sensitive Person's Workbook

Traducción: Antonio Cutanda

Maquetación: Marga Benavides

Corrección: Sara Moreno

Diseño de cubierta: Enrique Iborra

© 1999, Elaine N. Aron

Publicado por acuerdo con Lennart Sane Agency AB

(Reservados todos los derechos)

© 2018, Ediciones Obelisco, S.L.

(Reservados los derechos para la presente edición)

Edita: Ediciones Obelisco S.L.

Collita, 23-25. Pol. Ind. Molí de la Bastida

08191 Rubí - Barcelona - España

Tel. 93 309 85 25 - Fax 93 309 85 23

E-mail: [email protected]

ISBN EPUB: 978-84-9111-539-7

Maquetación ebook: leerendigital.com

Reservados todos los derechos. Ninguna parte de esta publicación, incluido el diseño de la cubierta, puede ser reproducida, almacenada, trasmitida o utilizada en manera alguna por ningún medio, ya sea electrónico, químico, mecánico, óptico, de grabación o electrográfico, sin el previo consentimiento por escrito del editor.

Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.

Índice

 

Portada

Manual de trabajo para la persona altamente sensible

Créditos

Nota del traductor y el editor

Agradecimientos

Introducción

CAPÍTULO 1. Conocer tu sensibilidad

CAPÍTULO 2. Profundiza en lo que eres

CAPÍTULO 3. El cuidado de tu yo sensible

CAPÍTULO 4. Tu infancia y tu sensibilidad

CAPÍTULO 5. Las PAS en el mundo social

CAPÍTULO 6. Vocación, trabajo y sensibilidad

CAPÍTULO 7. El desarrollo de las relaciones cercanas

CAPÍTULO 8. Cómo trabajar las heridas profundas

CAPÍTULO 9. Cómo estar al tanto de las atenciones médicas y los medicamentos

CAPÍTULO 10. El trabajo con el espíritu

CAPÍTULO 11. Directrices para grupos de discusión de PAS

Recursos

Apéndice: Síntomas del estrés postraumático, de la depresión y de la distimia

A mi marido, Art.

A mi hijo, Elija.

A todas aquellas personas llenas de amor que pueblan las vidas de mis lectores.

Nota del traductor y el editor

Los tiempos y la justicia social exigen que nos enfrentemos a nuevos retos que, hace ya mucho tiempo, deberían haberse asumido. Uno de ellos es el del lenguaje de género y, sin duda, el castellano no es un lenguaje fácil para conciliar la igualdad de género.

A lo largo de este texto, se ha intentado equiparar géneros en el lenguaje. Considérese ésta una advertencia para que nadie se asombre ante el uso indistinto del masculino o el femenino en el uso de sustantivos o adjetivos.

Agradecimientos

Estoy profundamente agradecida a los suscriptores de Comfort Zone (Zona de confort)del área de la bahía de San Francisco que se ofrecieron voluntarios para poner a prueba este libro, a título individual o en grupo. Estas personas hicieron un trabajo muy minucioso, a pesar de decirles que necesitaba que me respondieran con rapidez, y sus comentarios mejoraron este manual en gran medida.

Betsy Amster, mi agente literaria, y Tracy Behar, mi editora, han sido extraordinariamente sensatas, sensibles y cariñosas con su autora PAS. Ha sido un enorme placer trabajar con ellas.

Me gustaría reconocer explícitamente aquí que la doctora Irene Pattit fue la primera persona en pronunciar las palabras «altamente sensible» en mi presencia. Sin ella, en fin, las cosas no nos irían tan bien a muchas de nosotras.

Por último, espero no dejar de sorprenderme con el inmenso apoyo que me prestó mi marido, Art Aron. Su energía, su entusiasmo y su calma constituyen un complemento esencial en mi vida. Por otra parte, su ingenio me ha permitido refinar en gran medida las evidencias de este rasgo. Art es un buen hombre.

Introducción

«Eres demasiado sensible». «Eres excesivamente sensible». «Eres hipersensible».

Otras variaciones sobre el mismo tema:

«¿Ya estás cansada?».

«No estarás asustada, ¿no?».

«¿Qué pasa contigo? ¿Eres tímido?». «¿Es que no sabes divertirte?». «¿Te falta confianza en ti mismo?».

Y el tema que se halla detrás de todo esto: «¿Qué es lo que pasa contigo?».

¿Te resulta familiar? Si eres como yo, habrás escuchado cosas como éstas tantas veces por parte de progenitores, profesores y amigas bienintencionadas que terminaste aceptándolas como ciertas: «Me pasa algo». Y como tú sabías que no podías cambiar, terminaste con la sensación de que tenías un fatídico defecto oculto. Comenzaste a ver tu vida como un compromiso constante con ese defecto, como una lucha contra el fracaso.

Este manual de trabajo tiene un mensaje esencial: Que la sensibilidad no tiene nada de malo, que no te pasa nada por el hecho de ser sensible. Si respondes «Verdadero» a doce o más de los elementos del test de la página 22, eso significará que tienes un sistema nervioso altamente sensible; es decir, un sistema nervioso diseñado para percatarse de sutilezas en el entorno, lo cual constituye una gran ventaja en muchas situaciones.

Sí, un sistema nervioso sensible significa también que, inevitablemente, te ves abrumada con más facilidad ante elevados niveles de estimulación. Eso también forma parte del paquete. Pero ser altamente sensible no es un «síndrome» ni un defecto básico de la personalidad.

Entre un 15 y un 20 % de los seres humanos hereda un sistema nervioso altamente receptivo, altamente sensible, y esa proporción se da también en otras especies de animales. Hombres y mujeres heredan este rasgo por igual (si bien es cierto que los hombres sensibles pasan por momentos especialmente difíciles en nuestra cultura). Por otra parte, no existen evidencias de que haya diferencias entre las distintas razas en lo relativo a este rasgo.

El hecho de que haya tantos sistemas nerviosos sensibles no puede ser un error, un defecto o un fallo genético. Tiene que haber un propósito para todo esto; por ejemplo, que, en cualquier grupo, siempre es bueno que haya algunos individuos capaces de percatarse de cosas de las que no se percata la mayoría. Sin embargo, para cumplir con tal propósito, tienes un trabajo importante y complejo por delante. Tienes que enmendar, poco a poco, los daños sutiles y no tan sutiles que se te han infligido sobre el concepto que tienes de ti mismo con todas esas críticas, bienintencionadas pero equivocadas, de lo que en realidad es tu idiosincrasia natural, innata. Este manual de trabajo, fruto de muchos años de experiencia con cientos de personas altamente sensibles o «PAS» (y puesto a prueba personalmente por cincuenta de estas personas), pretende ser una ayuda para que te liberes de esos daños y desarrolles tu potencial sensible.

Evidentemente, puede suceder que seas altamente sensible, pero que pienses que nunca te criticaron por ello. O quizás creas que has captado la idea general que planteo en mis libros, que es un rasgo positivo y que no te vas a olvidar de eso. O también puede suceder que no seas una persona tímida ni falta de confianza, de manera que creas que todo esto no tiene nada que ver contigo. Pero te ruego que continúes conmigo un poco más. La alta sensibilidad no es lo mismo que la ti­midez o la introversión; de hecho, el 30 % de las PAS son extra­vertidas. Y quizás no te sientas defectuoso conscientemente, pero es improbable que, en nuestra cultura, no hayas llegado a suponer inconscientemente en tus adentros que tenías que ocultar tu verdadera personalidad, que eras de algún modo extraño, si no anormal. La mayoría de las PAS dicen que les llevó meses o años de trabajo interior reconocer las muchas ideas negativas o equivocadas que tenían de sí mismas para, después, eliminarlas lentamente de sus reacciones emocionales inconscientes, así como de su intelecto consciente. Pues bien, el propósito de este manual de trabajo consiste, precisamente, en ayudarte en este proceso.

¿Qué quiero decir exactamente con sensibilidad?

Las PAS han nacido con un rasgo que las hace conscientes de todo tipo de mensajes sutiles, tanto externos como internos. No es que nuestra vista u oído sean más agudos; es que procesamos de un modo más profundo la información que recibimos. Nos gusta reflexionar. Tal sensibilidad nos proporciona ventajas en muchas situaciones. Según las investigaciones, las PAS son más intuitivas, conscientes y meticulosas (toman siempre en consideración las consecuencias de las cosas, como «¿y qué pasará si no lo consigues?» o «¿y qué pasará si todo el mundo rompe esta regla?»). Se nos dan bien los niños, los animales y las plantas, así como toda situación en la cual sea importante percatarse de detalles sutiles. Somos ciertamente buenas con los detalles y detectando errores, aunque también somos personas visionarias, capaces de imaginar «grandes cuadros», inusualmente conscientes de cómo influye el pasado y de los probables resultados futuros. Tenemos una vida interior rica y compleja, sueños poco habituales, nos preocupa la justicia social y disponemos de cierto talento espiritual o filosófico.

Sin embargo, el hecho de que seamos capaces de captar mejor las sutilezas hace que también nos sintamos abrumadas con más facilidad ante una estimulación poco sutil o intensa, como el ruido, el barullo visual, los tejidos toscos, los olores «raros» y los alimentos que están ligeramente «pasados». Las temperaturas extremas y todo tipo de cambios súbitos nos afectan, así como las situaciones que evocan emociones. Las multitudes, los extraños… Y si procesamos la información con una mayor profundidad, nos vamos a recrear también más en el significado de las críticas, los rechazos, las traiciones, las pérdidas y los fallecimientos. Otros detalles acerca de nosotras las PAS: que nos afectan más las alergias y somos más sensibles al dolor, a los medicamentos, a la cafeína y al alcohol. Normalmente, nos afecta más el hambre y necesitamos comer de forma regular. Pero nada de todo esto nos hace débiles, sino sólo diferentes.

En resumen, la sensibilidad es una ventaja en muchas situaciones y con muchos propósitos, pero no lo es en otros casos. Al igual que el que tiene los ojos de determinado color, es un rasgo neutral, normal, que hereda una gran proporción de la población, aunque no la mayoría.

Lo que conviene que sepas de tu rasgo, o el motivo de este libro

Cuando comencé con mis investigaciones sobre la alta sensibilidad, nunca me planteé que escribiría libros al respecto. Yo era una psicóloga investigadora que estaba trabajando sobre algo que me resultaba personalmente relevante: mis propias razones para sentirme tan diferente de los demás. Pero otras personas altamente sensibles no tardarían en convencerme de que ellas también necesitaban disponer de aquellos conocimientos básicos acerca de sí mismas. Estas personas iniciaron lo que podríamos llamar una campaña para que yo publicara algo sobre las PAS cuando un periódico local reveló algunos de mis hallazgos. Varios cientos de PAS me localizaron e insistieron en que diera una charla, luego un curso y a continuación que escribiera un libro, cosa que hice con la publicación de El don de la sensibilidad.[01] No resultó fácil encontrar una editorial, pero de este libro se han vendido ya más de 100.000 ejemplares, con 13 ediciones hasta la fecha, casi sin cobertura mediática a nivel nacional, vendiéndose por el boca a boca entre las PAS. Estas personas me decían una y otra vez, y siguen diciéndome, que toda esta información les cambió la vida. Éste es el tipo de llamada a la acción ética a la que ninguna científica se puede negar.

Con todo, yo creía que con el primer libro terminaría esta aventura. Pero no fue así. La gente lo leía y quería más, más cursos, más consultas, más grupos de apoyo y algunas herramientas más para asimilar tales ideas; unas ideas que, parafraseando a una PAS, «reordenaban por completo el mobiliario interior».

La necesidad de más información tiene sentido para mí ahora. Una no cambia por completo la visión que tiene de sí misma con sólo leer un libro. Pero dado que soy sólo una persona, y una PAS, no puedo estar constantemente de gira, dando charlas y cursos a todas horas. Por eso estoy intentando clonarme a mí misma a través de este manual de trabajo, para ofrecerle a cualquier PAS, en cualquier lugar, todo aquello que habría podido ofrecerle en un curso, en una consulta personal o en un grupo de apoyo.

A partir de mi experiencia con tantas PAS, he aquí lo que considero que necesitas:

• Conocimientos básicos acerca de tu rasgo. En mi libro El don de la sensibilidad se ofrecen tales conocimientos en profundidad, y este manual de trabajo también lo hace, si bien en un formato diferente, aunque igualmente útil, con un mayor énfasis en la autoexploración del significado que tiene este rasgo para ti, especialmente en los capítulos 1 y 2.

• Ayuda para que cuides de ti mismo. Las PAS tienen un sistema nervioso diferente al del resto de los mortales. Si intentamos vivir según las mismas instrucciones operativas que utilizan los demás, vamos a padecer todo tipo de enfermedades crónicas, como muchas de vosotras habréis descubierto ya de mala manera. Sin embargo, si nos sobreprotegemos, nuestros dones no se llegarán a expresar, y eso también nos puede llevar a estresarnos y a enfermar. El capítulo 3, en concreto, se ocupa de las atenciones que debe procurarse una PAS.

• Ayuda para reconsiderar tu vida. Reconsiderar tu vida, especialmente los «fracasos», a la luz de tu sensibilidad es algo que va a ocurrir de manera espontánea hasta cierto punto. Pero debido a su importancia, las PAS consideran que esto hay que hacerlo de forma sistemática y consciente. Obviamente, el propósito de este manual de trabajo es reconsiderar tu vida en los términos de tu rasgo. Pero esto se hace paso a paso en cada una de las áreas de tu vida, en los capítulos 1, 2, 4, 5, 6, 7 y 9.

• Ayuda para sanar traumas del pasado. Las investigaciones sugieren que las PAS que viven en entornos normales, no demasiado estresantes, pueden estar tan sanas o más que los demás. Pero si tuvimos una mala infancia o si padecimos un trauma en algún momento de nuestra vida, vamos a ser más proclives a la ansiedad y a la depresión que los demás. Muchos de estos problemas se pueden sanar y conviene hacerlo por el bien de nuestro cuerpo y nuestra felicidad, pero precisa de un esfuerzo consciente. El capítulo 8 te ayudará en ese proceso.

• Ayuda para integrar el rasgo con aspectos concretos de la vida. El hecho de tener un sistema nervioso diferente afecta a todo lo que haces. Por tanto, este manual te va a ayudar a trabajar con tu rasgo en cada una de las áreas de tu vida: en tu vida social en general (capítulo 5), en tus relaciones íntimas (capítulo 7), en tus relaciones con los profesionales de la atención sanitaria (capítulo 9) y, cómo no, en tu vida interior o espiritual (capítulo 10).

Esto es un manual de trabajo profundo: cómo utilizarlo

Puedes utilizar este libro de cualquier manera que se te ocurra, cómo no. Puedes utilizarlo sin siquiera haberte leído El don de la sensibilidad, o puedes hacerlo mientras te lees ese libro (los temas de los capítulos encajan entre sí), o bien puedes leerte este libro en cualquier momento, después de haberte leído el otro.

También puedes leerte este manual sin hacer ninguna de las tareas que aquí se sugieren. Sí, te doy permiso. O puedes hacerlas todas, una detrás de otra, o de manera salteada. O bien haz aquellas que te atraigan, sea cual sea su orden.

Sin embargo, te sugiero que, hagas lo que hagas, intentes hacerlo con plena consciencia. Intenta ser consciente de esa voz interior que quizás te diga, «Necesitas este libro», y sé consciente también de esa otra voz que puede que declare más tarde, «No quiero hacer eso». Pero averigua por qué, sobre todo cuando tengas la tentación de saltarte algo. Es decir, lo importante no es si haces o no esa tarea en concreto, sino si eres consciente de por qué lo haces o no.

Éste es un manual de trabajo profundo. Está escrito por una psicóloga profunda. Para mí, la psicología profunda supone que mi objetivo es ayudarte a que honres aquellas partes de ti misma que ignoras, descuidas o, incluso, desprecias. Tu propia historia personal y tu cultura te han enseñado que determinados aspectos de ti misma es mejor ignorarlos, olvidarlos. Sin embargo, el enfoque profundo intenta reclamar esos aspectos, al menos en parte, ya que todo sería imposible. Los invitamos a que vuelvan, intentamos acogerlos y escucharlos. De ese modo, se libera la energía utilizada para reprimirlos y, lo que es más importante, se libera todo lo que había de valioso en lo que se perdió. Con frecuencia, aquello que más necesita una persona en su vida se encuentra entre las cualidades que se rechazaron en la infancia; quizás la asertividad, «excesivamente masculina» en una mujer, o quizás el sentido de lo sutil, «excesivamente femenino» para un hombre, por poner dos ejemplos muy trabajados.

Hasta no hace mucho tiempo, la sensibilidad era para muchas personas una parte de nosotras mismas que había sido ignorada y reprimida. Para algunas de ellas, esa sensibilidad sigue siendo vergonzosa o desagradable en mayor o menor medida. (De hecho, sigo recibiendo peticiones para que envíe el boletín para PAS, Comfort Zone, dentro de un sobre de color para que no se pueda discernir su contenido). Así pues, para mí, devolver el rasgo de la sensibilidad al lugar de honor que merece en tu vida precisa de un profundo trabajo.

El trabajo profundo es gratificante, pero no siempre es fácil. Ésta es la razón por la que en este libro hay una serie de lo que yo llamo «tareas», y no «actividades», ni siquiera «ejercicios». Puede que también haga falta algo de heroísmo a nivel privado. Una de las PAS voluntarias que sometió a prueba este manual antes de su publicación escribió en su evaluación: «Leí tu libro [El don de la sensibilidad] hace año y medio, y me afectó profundamente. De algún modo, yo seguía desconectada emocionalmente de aquello». Después de seis meses de terapia, explorando su infancia en profundidad, esta mujer me dijo que cuando se presentó voluntaria para poner a prueba el manual, creía que este trabajo sería algo así como «una brisa, incluso divertido, pero estoy muy sorprendida con el efecto que ha tenido en mi interior». Comentó que algunas tareas le habían supuesto un considerable esfuerzo, y que había tenido que recurrir a una gran fuerza de voluntad para volver sobre ellas y terminarlas. «Hace un año, ni se me habría ocurrido que esto fuera posible».No todas las personas que pusieron a prueba este manual dieron cuenta de experiencias tan intensas. Pero aun cuando este libro te resulte como un juego, sus contenidos estarán jugando con tu yo más profundo. Tienes permiso, y te animo a ello, para saltarte aquellas secciones del libro que te resulten demasiado duras. Simplemente, sé consciente de por qué te saltas esa sección. «Esto me hace daño», «Me da miedo» o lo que sea que sientas.

Gran parte de este manual de trabajo supone escribir. De hecho, un voluntario PAS que puso a prueba el libro creía que todos tenían que llevar un diario de sus reacciones ante las distintas tareas. A lo mejor te apetece llevar un diario, pero si no estás acostumbrado a hacerlo o a escribir según dicta la corriente de la consciencia, tendrás que saber que lo que escribas aquí no se va a juzgar ni se va a editar o rectificar. Simplemente, deja que fluya, que salga. Nadie lo va a ver ni lo va a valorar. Y si tu propio crítico interno no te permite hacerlo, no tardaremos mucho en enfrentarnos a él a partir de la página 31.

El secreto para llevar un buen diario estriba en tomarse tiempo para sentir antes de escribir. He aquí la experiencia de una de las personas que puso a prueba este manual:

Me he dado cuenta de que tengo el persistente hábito de buscar una respuesta «correcta», «interesante» o «adecuada» ante los ejercicios. Tengo que dejar atrás esta tendencia para poder sentirme bien respecto a lo que estoy haciendo realmente. Con frecuencia, se trata de sentimientos desagradables: actitudes defensivas, vergüenza, ira, rabia. Me lleva mucho tiempo calmarme y recuperar la compostura para que se me ocurran respuestas útiles para mí.

Esta voluntaria sugirió también que, en ocasiones, podía hacer falta un enfoque «no-lineal» o incluso proverbial:

En el caso de algunos ejercicios descubrí que era mejor leer la descripción entera una o dos veces, dejando que las cosas «se cuezan a fuego lento» hasta «hervir», para volver luego a los ejercicios cuando se me ocurriera algo. Me resultó difícil, si no imposible, acercarme a estos ejercicios de una manera lineal. Por otra parte, había veces en que sólo emergían sentimientos intensos, sin palabras, ni siquiera imágenes que pudiera describir.

Abrirse al pensamiento preverbal o no-verbal es exactamente lo que pretende el trabajo profundo. De modo que considera la sugerencia de esta mujer de que te tomes tu tiempo y te des permiso para simplemente observar lo que sea que ocurra.

Al final de cada tarea encontrarás una sección de «En conclusión», en la cual dispondrás de la oportunidad de resumir y reflexionar sobre el efecto que tuvo en ti esa tarea o sobre cómo la aplicaste. Esto puede que te parezca un esfuerzo extra, pero estas secciones se convertirán en magníficos resúmenes de tu trabajo cuando revises el libro meses o años más tarde. Así pues, date la oportunidad de reflexionar, algo que puede parecer una extrañeza en estos tiempos tan acelerados, pero que es una especialidad de las PAS.

Por cierto, si te pasa como a mí y te cuesta escribir a mano, no te sientas obligada a escribir en los espacios que se te ofrecen para ello en este libro. Utiliza un procesador de textos informático.

Por último, es de suma importancia que si te angustias mucho mientras haces estas actividades, las dejes a un lado y te pongas en manos de una buena profesional. En el capítulo 8 se explica cómo hacerlo.

Una característica especial: el trabajo con otras PAS

Las PAS necesitan conocerse entre sí. Muchos de vosotros lo habéis intuido así y habéis pedido grupos de apoyo, cursos o simplemente la oportunidad de reuniros con otras PAS. En el capítulo 11 de este manual hago un esfuerzo concreto por satisfacer esta necesidad. Ahí se indican los pasos a seguir para organizar y llevar a cabo discusiones grupales durante un período de seis semanas, sin líderes, sólo para PAS. Una vez puesto en marcha, el grupo puede continuar sus reuniones indefinidamente, con su propia agenda de discusiones o trabajando sobre la guía de las tareas de este manual, pero en grupo. En el capí­tulo 11 se ofrece una estructura cuidadosa, detallada y contrastada para esas cruciales seis semanas de puesta en marcha.

Claro está que también puedes organizar un grupo, utilizar este manual como guía y no seguir el plan estructurado de seis semanas. Pero personalmente te sugiero que si optáis por esta vía, os aseguréis de contratar a un facilitador grupal profesional, al menos para la puesta en marcha.

También te animo a que encuentres a otra PAS y a que trabajes este libro con esa persona, que puede ser tu mejor amiga o tu pareja, si también es una PAS. También puedes encontrar a tal persona organizando un grupo para PAS, o poniendo una nota en la sección de contactos del boletín Comfort Zone, del que se dan referencias al final de este libro, o buscando por tu cuenta entre tus amistades.

El único problema de trabajar con este libro en compañía de otras PAS es que hay tareas que pueden ser demasiado íntimas y personales como para discutirlas con personas a las que no conoces bien. Por tanto, en cada una de las tareas indico si es apropiada para el trabajo en pareja o grupo de personas que no se conocen demasiado, personas A; que se están conociendo, personas B; o que se conocen bien, personas C. Hay tareas que son sólo para personas C, las hay que están bien para las B y las C, pero no para las A, y hay algunas que están bien para los tres tipos de personas. Así pues:

• Las tareas para las A son ideales para parejas o grupos que se hallan en una fase temprana de conocimiento mutuo.

• Las tareas para las B son ideales para relaciones bien establecidas, pero en las que quizás no te sientas del todo segura y te cueste abrirte por completo en algún tema. Hay multitud de tareas que pueden hacerse en tal entorno.

• Las tareas para las C son ideales para los estadios avanzados de una relación, donde la pareja o el grupo han trabajado sus problemas hasta el punto de que pueden realmente «trabajar» (es decir, escucharse y ayudarse mutuamente) sin que la desconfianza, las incomprensiones debidas a suposiciones, la competitividad, la envidia y otros obstáculos similares interfieran.

Para los no tan sensibles

Sean bienvenidas también aquí aquellas personas que han elegido este libro por el hecho de que su pareja, un amigo o algún miembro de su familia puedan ser altamente sensibles. Quizás lo hayan comprado para leerlo o para regalarlo. De acuerdo con las cartas que recibo de PAS, este libro será exactamente eso: un regalo para la otra persona, pues le permitirá desarrollar la confianza en sí misma y el orgullo respecto a algo que la lleva a dudar de sí misma. Al regalarlo, o al leerlo, tú y esa persona que es más sensible que tú (no en el sentido de empatía o de bondad, sino en un sentido físico) obtendréis una comprensión mejor de vuestra relación, y eso va a ser también un regalo para ti.

La dedicatoria de este libro

Los autores siempre dedican sus libros. Pero, dado que vas a ser tú quien ocupe con sus escritos la mayor parte de este manual, deberías ser tú quien lo dedique (quizás a una PAS a la que admires). Alguien como tú.

Dedico este libro a:

¿Eres altamente sensible?

Autoexamen

Responde a cada pregunta en función de lo que sientas. Responde verdadero si es al menos en parte verdadero en tu caso. Responde falso si no es verdadero en tu caso.

PUNTÚATE TÚ MISMO

Si has respondido verdadero a doce o más de las preguntas, es probable que seas una persona altamente sensible.

Pero, francamente, no hay ningún test psicológico tan preciso como para que tengas que basar tu vida en él. Sólo con que una o dos preguntas sean verdaderas en tu caso, pero sean extremadamente verdaderas, quizás también esté justificado decir que eres una persona altamente sensible.

[01]. Libro publicado por Ediciones Obelisco, Barcelona, 2006.

CAPÍTULO 1

Conocer tu sensibilidad

Son las tareas de este capítulo te vas a familiarizar con tu yo sensible y con algunas de las habilidades básicas que necesitan las PAS, como la de aprender a expresarte en defensa de tu sensibilidad y la de comprender tu papel en el mundo. Pero para ello, necesitas un poco más de información acerca de tu rasgo, de manera que tu primera tarea va a consistir en leer y absorber.

Si esto es tan normal, ¿por qué a veces me siento tan diferente?

Es muy importante que toda PAS comprenda y recuerde los cinco puntos siguientes:

1. Un exceso de estimulación supone sobreexcitación. En toda persona, sea sensible o no, un exceso de estimulación lleva siempre a una sobreexcitación fisiológica. Tú sabes que estás sobreexcitado cuando te sientes abrumado o exhausto, de tal manera que eres incapaz de funcionar, de coordinar tus acciones, de relajarte, cuando tu cerebro está completamente exhausto. Quizás sientas también palpitaciones o el estómago revuelto, quizás te tiemblen las manos y tengas una respiración superficial, o sientas la piel caliente, enrojecida, húmeda o fría.

2. Es importante mantener un nivel de excitación óptimo. Absolutamente todo el mundo, sea sensible o no, baja en su rendimiento y se siente mal cuando está sobreexcitado. Uno no puede darle a la pelota, hacer observaciones ingeniosas ni disfrutar de lo que ocurre a su alrededor. Por otra parte, también resulta desagradable la subexcitación, es decir, hallarse por debajo del nivel de excitación óptimo. Eso ocurre cuando nos aburrimos. Una vez más, te sentirás demasiado torpe como para darle a la bola, hacer una observación ingeniosa o disfrutar del espectáculo. Desde el mismo momento en que nace, todo organismo busca un nivel de excitación óptimo, ni mucha ni poca excitación, y lo busca de forma incesante, normalmente de manera inconsciente, como busca el aire, la comida y el agua, regulando en todo momento la cantidad de estimulación que recibe.

3. Las PAS se sobreexcitan con más facilidad. En la introducción definí este rasgo como el ser consciente de las sutilezas mediante un procesamiento más profundo de los estímulos que nos llegan. Si las PAS somos conscientes de estímulos que rara vez captan otras personas, en una situación de alta estimulación nos vamos a ver abrumadas y nos vamos a sentir sobreexcitadas con más facilidad. Y una vez sobreexcitadas, vamos a ser como cualquier otra persona sobreexcitada, en el sentido de que va a bajar nuestro rendimiento y nos vamos a sentir peor. Se podría decir que las PAS saltamos por los aires cuando el supervisor nos está observando, o decimos alguna tontería cuando nos presentamos ante alguien en una primera cita. Este tipo de situaciones puede sacar del letargo a las no-PAS y llevarlas a su nivel óptimo de excitación y rendimiento, pero una PAS es probable que se vea empujada hasta más allá de su nivel óptimo, hasta la sobreexcitación.

Dado que nos sobreexcitamos con mayor facilidad, tenemos más experiencias de «fracaso» bajo presión y de no disfrutar de lo que «se supone» que tendríamos que disfrutar. De ahí que no resulte extraño que demos la impresión de carecer de confianza en nosotras mismas, de no ser demasiado «divertidas», de ser excesivamente sensibles a las críticas o de ser tímidas (en concreto, véase el capítulo 5 acerca de los orígenes de la timidez en las PAS).

La línea base aquí se halla en que, aunque tanto nosotras como la gente que nos rodea disfrutamos de las ventajas que conlleva la sensibilidad (esa consciencia extra, la empatía, la creatividad, la espiritualidad, etc.), tanto nosotras como los demás tenemos que aceptar también las inevitables desventajas que la sensibilidad tiene, aquellas que devienen por nuestra tendencia a sobreexcitarnos con más facilidad. Va todo en el mismo lote.

4. La sensibilidad no es un ideal de nuestra cultura. La mayoría de las personas que estáis leyendo estas páginas vivís en una cultura altamente competitiva, tecnológica, condicionada por los medios de comunicación y el consumismo, una cultura que está inculcando sus valores por todo el mundo y que valora más el ser capaz de gestionar altos niveles de estimulación que la capacidad de detectar sutilezas.

En algunas culturas se valora mucho la sensibilidad. Por ejemplo, en una investigación se descubrió que los niños de enseñanza elemental en China que son «sensibles y callados» se encuentran entre los más respetados y valorados por sus compañeros, en tanto que en Canadá se hallan entre los menos respetados y valorados. La sensibilidad se valora en la China, Japón y la Europa tradicionales, así como en la mayoría de las culturas que viven en estrecho contacto con la tierra, que necesitan de rastreadores, herboristas y chamanes. Pero las culturas que son agresivas, expansivas, estresantes o que tienen muchos inmigrantes, valoran las personalidades insensibles, duras, que asumen riesgos, que trabajan durante muchas horas, que van a la guerra, etc.

5. Las PAS se ven más afectadas que los demás por las malas experiencias en la infancia. En mis investigaciones he demostrado que las PAS que han padecido traumas o que han vivido en un hogar desestructurado en su infancia son más depresivas, ansiosas y tensas que las PAS con historias personales más fáciles, y se muestran también más angustiadas que las no-PAS con historias similares. Éste es otro motivo por el cual las PAS se sienten diferentes, porque se sienten aún alteradas por acontecimientos o circunstancias que otras personas quizás hayan superado para entonces. Y debido precisamente a que las PAS con una mala infancia se muestran especialmente angustiadas en la edad adulta, el rasgo de la sensibilidad se ha llegado a asociar con la ansiedad y la depresión. Sin embargo, las PAS que no han tenido una infancia difícil no se muestran psicológicamente más angustiadas que el resto de las personas; de hecho, muchas veces, están menos angustiadas y conviene recordarlo. La depresión o la ansiedad no son rasgos básicos de las PAS y se pueden superar. Y aunque ese tipo de trabajo curativo no es el principal objetivo de este manual, en el capítulo 8 ofreceremos algunas sugerencias al respecto.

La sensibilidad en el contexto cultural

Nuestra propia cultura nos necesita más de lo que cree, de ahí que existan importantes motivos sociales y personales para que te sientas más valorado; y lo voy a explicar a través de una pequeña historia. Las culturas agresivas y expansivas (esas que no valoran la sensibilidad) aparecieron hace alrededor de cinco mil años en Europa y Asia, cuando distintas tribus de pastores nómadas emergieron de las estepas de Eurasia e invadieron los pueblos, más pacíficos, que vivían en Europa, en Oriente Próximo y en la India. Aquellos invasores hablaban una lengua, la indoeuropea, que sería la precursora del griego, el latín, el inglés, el alemán, el francés, el castellano, el hindi y otros muchos idiomas. También llevaron consigo una cultura que, al igual que el lenguaje, terminaría difundiéndose por América del Norte y del Sur y, con el tiempo, dominaría la mayor parte del planeta. Además hubo incursiones de nómadas en dirección este, hacia China (ése fue el motivo de la construcción de la Gran Muralla) y Japón. Los antepasados de griegos y romanos pertenecían a la misma clase de nómadas advenedizos. Posteriormente, nuevas oleadas de «bárbaros», como los hunos y los mongoles, destruirían los imperios de aquellos que habían llegado previamente.

La filosofía de los nómadas se basaba en tener más rebaños, lo cual exigía más tierras, que a su vez requería del ataque sobre otras tribus, lo cual daba como resultado la captura de más mujeres (a los hombres y a los niños los mataban) para tener más hijos con el fin de incrementar los rebaños, las tierras, las mujeres y los hijos, más rebaños y así sucesivamente. Cuando los nómadas se apoderaron de las prósperas pero indefensas ciudades de los pueblos agrarios y comerciantes por los que se habían sentido atraídos y que les habían sacado de sus áridas llanuras, transformaron a sus gentes en esclavos y soldados, convirtieron las ciudades en fortalezas y las sociedades en imperios. Lo que estaba a la orden del día: la mejor defensa es un buen ataque y la supervivencia precisa de una economía en expansión. ¿Te resulta familiar?

La lengua y la cultura indoeuropeas se han difundido por la mayor parte del mundo. Las culturas más pacíficas, como las nativas americanas y las aborígenes australianas, sucumbieron ante su empuje. Y no todas estas culturas «prehistóricas» eran en modo alguno primitivas. En Europa, Oriente Próximo, la India y partes de América del Norte y del Sur, estas sociedades habían llegado a construir grandes ciudades, en ocasiones con agua corriente, metalurgia y los inicios de un lenguaje escrito. Pero al menos en Europa, Oriente Próximo y la India, en la mayoría de esas ciudades no había reyes ni esclavos, ni tampoco castillos ni fortificaciones. No había guerras y apenas si había signos de diferencias de clases entre las personas. El gobierno era algo muy simple. En tiempos de abundancia, se llevaba comida a los templos y, en tiempos difíciles, se distribuía la comida. Salvo en la supervisión de las actividades comerciales, las autoridades centrales no parecían hacer muchas más cosas.

En cambio, tomemos en consideración los gobiernos indoeuropeos, el gobierno de tu cultura, con un toque étnico u otro, sea cual sea la raza, si creciste en una cultura de habla indoeuropea. Las culturas agresivas siempre tienen dos clases dirigentes: los reyes guerreros y los asesores sacerdotales (lo que yo llamo los «consejeros reales» en El don de la sensibilidad).

¿Quiénes son los reyes guerreros? Son aquellos que quieren conquistarlo todo. Parten hacia la guerra de inmediato. En el mundo corporativo y financiero de hoy en día, quieren expandir sus mercados, reducir costes, esparcir insecticidas y talar árboles. Los asesores sacerdotales están ahí para hacer que echen el freno y para señalar los efectos a largo plazo, que también se han de tener en cuenta. Realizan su papel de contención como asesores, maestros, consejeros, jueces, artistas, historiadores y científicos, así como a través de su poder social y personal como sanadores y autoridades religiosas.

Aunque siempre se ha encontrado a las PAS en todos los ámbitos de la vida y en todas las clases sociales, parece obvio que toda vez que se han necesitado «asesores sacerdotales», las PAS han cubierto tradicionalmente tal nicho. Nuestro cerebro está diseñado para disfrutar con la reflexión. En el pasado constituíamos el ideal de la institutriz y del maestro, del médico de familia, la enfermera, el juez, el abogado, el presidente (piénsese en Abraham Lincoln), el artista, el científico, el predicador, el sacerdote y el viejo y concienzudo ciudadano.

Sin embargo, hoy en día, las PAS no lo pasamos demasiado bien en casi ninguno de esos roles tradicionales. A medida que se incrementan los desarrollos tecnológicos y se reducen los costes con el fin de competir en la economía global, se valora más a aquellas personas que pueden trabajar largas horas bajo estrés que a aquellas que no pueden hacerlo. Pero una sociedad agresiva sin unos consejeros sensibles que atemperen su agresividad no va a hacer otra cosa que meterse en problemas. Las PAS tienen otras muchas cualidades necesarias para los negocios y el gobierno, pero va a hacer falta tiempo hasta que los reyes guerreros lo comprendan.

¿Deberíamos adoptar acaso una actitud de «nosotros frente a ellos»? Quizás no de una forma permanente, pero sí te va a hacer falta esta actitud durante algún tiempo. Deberías sentirte un tanto orgullosa de tu rasgo, al menos temporalmente, como antídoto a los sentimientos de inferioridad del pasado. De momento, está bien que pienses cosas como «Yo estoy siendo quien soy, y van a tener que ser los demás los que se adapten». El mundo necesita que volvamos a nuestra influyente posición central en la sociedad y, para ello, tenemos que valorarnos, lo cual hará que los demás nos valoren también.

En resumen, a medida que avances en la lectura de este libro, no olvides que no te estás ayudando a ti misma exclusivamente. Poco a poco, PAS a PAS, estamos restaurando el equilibrio en la cultura que domina, en todos los sentidos, el mundo.

Ahora ya estás preparado para tu primera tarea.

Cómo pronunciarse en defensa de la alta sensibilidad

El objetivo de esta tarea consiste en desarrollar una serie de respuestas ante las críticas que hayas escuchado a lo largo de tu vida a tu sensibilidad natural e innata. El hecho de disponer de una respuesta ante esas críticas es muy importante, tanto para ti como para el resto de las PAS, en la medida en que estas respuestas ayudarán también a silenciar al crítico interior que terminamos desarrollando después de años de críticas externas.

• Escribe en el espacio de abajo destinado para ello, en las líneas en las que pone «Etiquetas erróneas», entre tres y cinco cosas que la gente haya dicho o sugerido acerca de tu sensibilidad y que tú ahora sabes por experiencia que eran completamente erróneas. Si te resulta útil, piensa en situaciones concretas.

Algunas frases o situaciones típicas podrían ser, «No seas tan sensible», quizás dicho por tu jefa cuando reaccionabas ante sus críticas; «¿Qué está pasando?», dicho por el médico cuando te lamentabas por un procedimiento «rutinario»; «No seas tan tímida», que te dijeron unas amigas cuando te negaste a conocer a un extraño; «¿Por qué no te lo pasas bien?», cuando los demás querían que te unieras a ellos para ver una película excesivamente violenta para ti; «¿De qué tienes tanto miedo?», «¡Eso no te puede hacer daño!», etc.

También pueden ser toques sutiles señalando que eres un poco neurótico, tonto, miedica, hipersensible o que reaccionas de manera anormal. Esos juicios equivocados que hayas escuchado acerca de ti deben ir en la línea de «Etiquetas erróneas».

• En la línea de «Mi respuesta», escribe lo que te gustaría responder a cada una de esas cosas a partir de ahora. Ten en cuenta hechos como el del número de PAS que hay en el mundo (entre el 15 y el 20 % de la población), nuestras virtudes o ventajas (percibir las cosas sutiles, procesar las cosas en profundidad, la meticulosidad, etc.), la importancia de las PAS (para equilibrar a los reyes guerreros) y que nuestra estrategia es diferente (reflexionar a fondo antes de actuar, véase la página 59). Escribe frases completas que puedas utilizar.

Por ejemplo, ante «Eres demasiado sensible», se podría responder de distintas maneras; pero si un médico o una dentista me lo dijera con un tono crítico, yo diría, «Comprendo que mi sensibilidad sea un problema para usted, pero no lo es para mí. Me siento orgullosa de formar parte de ese veinte por ciento que nace con un sistema nervioso más sensible». A continuación, yo le sugeriría que el examen o procedimiento daría mejores resultados si yo pudiera sentirme más calmada, en un entorno de apoyo; y que, de otro modo, tendría que buscar otro profesional a quien se le diesen mejor los pacientes sensibles.

Si me dijeran «Eres demasiado sensible» en el trabajo debido a mi reacción ante las críticas, yo diría, «¿Por qué te molesta mi reacción?», e intentaría averiguar cuál es el verdadero problema que esa persona pudiera tener conmigo. Pero, en algún punto, yo creo que diría algo así como, «Sé que tengo la tendencia a procesar la información en profundidad, lo cual significa que me tomo las críticas muy en serio, probablemente más en serio que la mayoría de las personas. Pero eso es algo que viene con mi sensibilidad, lo cual también…» y luego pondría un ejemplo para demostrar que mi sensibilidad es una ventaja en mi trabajo.

También puede estar bien que te inventes unas cuantas respuestas ágiles y breves, como «Quizás yo sea demasiado sensible para ti, pero a mí me parece que mi sensibilidad está bien». O, «“Demasiado”, ¿según qué normativa?». O bien, «Qué raro. A la mayoría de las personas que conozco les encanta mi sensibilidad».

• Bajo el encabezado «¿Me digo a mí mismo cosas como ésta?» observa con cuánta frecuencia y en qué circunstancias te críticas por tu sensibilidad; y, por favor, prométete que a partir de ahora vas a utilizar la misma respuesta ante esa voz interior que la que vas a ensayar para contestar a los demás.

Etiquetas erróneas 1:

Mi respuesta:

¿Me digo a mí mismo cosas como ésta?

Etiquetas erróneas 2:

Mi respuesta:

¿Me digo a mí misma cosas como ésta?

Etiquetas erróneas 3:

Mi respuesta:

¿Me digo a mí mismo cosas como ésta?

Etiquetas erróneas 4:

Mi respuesta:

¿Me digo a mí misma cosas como ésta?

Etiquetas erróneas 5:

Mi respuesta:

¿Me digo a mí mismo cosas como ésta?

Parejas y grupos: A, B y C. Ésta es una excelente tarea obligatoria. Conviene que hagáis una lluvia de ideas, que seáis creativas y que os divirtáis con esta tarea. En grupos de apoyo, las etiquetas erróneas se pueden establecer entre todos para luego trabajar sobre ellas colectivamente, o bien hacer una ronda en la que, entre todas, se aborde aquel comentario que más le molesta a cada una de las participantes. ¡Tomad notas!

EN CONCLUSIÓN: Reflexiona sobre lo que has aprendido con esta tarea. Quizás quieras regresar a este espacio dentro de una o dos semanas para observar en qué medida respetas y valoras más tu rasgo. Dado que es tu primera sección de «En conclusión», he aquí un ejemplo de lo que podrías escribir:

Me doy cuenta de que he tenido la tendencia a aceptar como ciertas algunas de estas «etiquetas erróneas», y que me he esforzado mucho por liberarme de mi sensibilidad. Resulta extraño ponerme a refutar unas críticas que me parecían válidas y útiles (aunque siempre angustiosas). Pero me gusta la idea.

Tu yo sensible

Lo que se busca en esta tarea es que tomes consciencia de ti misma como de un cuerpo sensible. Se basa en los trabajos de personas como Eugene Gendlin y Betty Winkler Keane (véase «Recursos», página 345). La conciencia sensorial era, evidentemente, una parte importante de la psicología humanista de los años sesenta, y sigue siendo importante para muchas terapeutas, tan importante como conversar. La analista junguiana Marion Woodman, por ejemplo, dice que ningún conocimiento se integra realmente en nuestra vida en tanto no lo experimentemos de algún modo en el cuerpo.

No te puedo enseñar ningún método de conciencia sensorial ni de trabajo corporal en una sesión. De hecho, es esta especie de trivialización lo que hace que no dejemos de «perderlos», de tal modo que hay que «redescubrirlos» en otra generación. Es un trabajo lento, como la psicoterapia. Pero es un trabajo muy importante para las PAS.

Las PAS portamos, probablemente más que otras personas, los efectos de multitud de momentos de estimulación excesiva, estrés, miedo y traumas. Pero ¿dónde los portamos? En nosotras mismas, claro está, en nuestro organismo, nuestro cuerpo y nuestro cerebro. Y ha habido veces en las que hemos estado tan sensibles que hemos tenido que distanciarnos de nuestras sensaciones en momentos de excesiva estimulación con el fin de no abrumarnos. Si otras personas eran la causa de esa sensación de agobio, quizás hayamos utilizado nuestra sensibilidad para sintonizar con lo que esas personas querían, con la esperanza de apaciguarlas, en vez de prestar atención a nuestras propias necesidades. De hecho, en ocasiones, nuestra misma supervivencia en la infancia dependía de nuestro talento para sintonizar con lo que los demás querían. Más tarde, ese esfuerzo por complacer y apaciguar a los demás quizás nos impulsara en nuestro trabajo o en otros logros.

La cuestión estriba en que en todas esas situaciones tuvimos que aprender a ignorar los mensajes de nuestro cuerpo, que decía «no». Lo que hicimos fue apagar nuestra exquisita sensibilidad y dejarla para nosotras mismas. ¿Que cuál fue el resultado de tantos mensajes ignorados? Dolores de cabeza, dolores de espalda, dolores de estómago y dolores de pecho.

Los organismos humanos se corrigen y se sanan a sí mismos de forma extraordinaria. Sólo tenemos que establecer las condiciones idóneas, volver la atención sobre nosotras mismas durante un tiempo (en vez de ponerla siempre en los demás), tomando nota de lo que pasa y prestar atención a ese dolor de cabeza, espalda o lo que sea, mientras descansamos cómodamente.

Quizás hayas hecho algún trabajo antes de conciencia centrada o sensible, o quizás no. Pero, justo ahora, me gustaría que lo intentaras. Si estás haciendo las tareas tú solo, tendrás que leerte las instrucciones a ti mismo. Si es posible, grábalas en audio y escúchalas luego mientras te dejas llevar. En cualquier caso, no son unas instrucciones complicadas.

1. Busca un lugar donde nadie te vaya a molestar durante al menos una hora (aunque no vas a necesitar tanto tiempo con esta tarea). Apaga los teléfonos. Ponte una ropa cómoda, quítate los zapatos y échate en el suelo. No utilices ninguna música ni sonido para acompañar esta tarea.

2. Pon tu atención en las sensaciones. Quizás te apetezca cerrar los ojos, pero no tienes por qué hacerlo. Presta atención a cualquier información que te llegue del cuerpo, quizás de los oídos, de la nariz, de la piel, los músculos, el estómago, o bien las sensaciones que te llegan del cerebro, de la garganta, del corazón, de cualquier parte. Si esas sensaciones son sonidos, olores, gustos o son sensaciones cutáneas, de la piel (es decir, de cosas externas a ti), magnífico. Son operaciones de tu organismo a las que estás prestando atención. No hay una forma correcta o errónea de hacerlo. No juzgues lo que estás experimentando ni intentes corregirlo.

3. Deja que tu atención se dirija hacia cualquier sensación que se imponga sobre las demás en cada momento. Si tu atención no deja de pasar de un lado a otro, está bien. Es muy importante que no dejes de hacer la tarea porque tu mente se ponga a «deambular» de un pensamiento a otro. Si se pone a vagar de aquí para allí también puede ser interesante observar el fenómeno. Pero si dejas de observar y te pierdes en el pensamiento, convendrá que, en cuanto te percates de ello, lleves suavemente tu atención de nuevo a la experiencia sensorial presente. No pasa nada porque te pases el 90 % del tiempo perdida en tus pensamientos; lo importante es que termines volviendo de nuevo al cuerpo. Observa también eso cuando seas consciente de ello. Simplemente quédate en la sensación y sé lo más consciente que puedas de lo que pasa en tu cuerpo. Si te quedas dormido, no pasa nada. Eso sólo significa que estás cansado, de modo que duerme. Y disfruta.

4. Deja que, sea lo que sea a lo que estés prestando atención, cambie si así lo desea. Si una sensación se hace más intensa, deja que haga lo que quiera, aunque resulte incómoda. Simplemente, deja que ocurra. Sé una observadora alerta, cuidadosa y no juzgues nada.

Si las sensaciones se transforman en emociones, está bien. Después de todo, las emociones son acontecimientos del organismo, igual que la respiración forzada, los músculos tensos, las náuseas, las lágrimas, la ligereza, la risa, los sentimientos sexuales placenteros y la sensación de un brillante resplandor por todo el cuerpo.

Si las sensaciones se transforman en imágenes, está bien. Las imágenes son un producto de la psique que llena el vacío del cerebro cuando no piensas con palabras. Si te apetece, intenta recordar las imágenes más impactantes que te lleguen. Incluso, si quieres, detente y toma nota de ellas, si en última instancia eso te distrae menos que el intento de recordarlas. Aquí no hay reglas estrictas. Hay personas que tienen una grabadora en marcha y dan cuenta en voz alta de todo lo que experimentan. Más tarde podrás reflexionar sobre esas imágenes, como lo harías con las imágenes de un sueño (véase el capítulo 10).

5. Dedica a esto tanto tiempo como quieras. Date el tiempo suficiente como para experimentar todo tipo de sentimientos. En concreto, no te detengas a las primeras de cambio si te sientes inquieto, pues esto puede ser el preludio de algo importante. Con el tiempo, quizás descubras que puedes disfrutar con este ejercicio durante toda una hora. Al igual que la meditación o el yoga, es una excelente actividad para los momentos de descanso, y como PAS que eres vas a necesitar momentos así para conservar la salud. Los vas a necesitar tanto como necesitas comer, beber líquidos y dormir.

6. Cuando acabes, agradece el poder autocurativo que se te ha dado. No necesitas a nadie ni nada más, ni siquiera este libro. Lo único que necesitas es estar contigo misma en esta atención plena para sanarte. Todo lo demás son aderezos.

7. Toma nota a continuación de todo aquello que te haya llamado la atención, por ejemplo, las emociones que hayas sentido, qué parte de tu cuerpo/mente parecía estar herida o sanando y cualquier cosa que hayas descubierto y que te esté indicando un ajuste en tu estilo de vida (más ejercicio, un cambio en la dieta, la necesidad de un masaje, etc.).

Parejas y grupos: B y C. Aunque pueda dar la sensación de que ésta es una tarea completamente individual, puede ser de gran ayuda tener a alguien que te inste a percibir sensaciones mientras estás echado, sentado, etc., para, cuando termine el ejercicio, preguntarte lo que has sentido. Claro está que también se puede hacer esto con una grabación en audio. (Betty Winkler Keane tiene una a la venta; véase «Recursos», página 345).

EN CONCLUSIÓN: Reflexiona sobre cómo te sientes en relación con tu cuerpo y qué has aprendido de él y plasma a continuación lo que piensas.

Reconsiderar tu pasado

Vamos a comenzar ahora con la tarea decisiva de reconsiderar tu pasado a la luz de lo que sabes ahora: que eres una persona altamente sensible. Como dije en la introducción, aquí se halla la esencia de este manual de trabajo.

No es ésta una tarea fácil. Reconsiderar, reformular, puede ser doloroso y puede ser más difícil que otras tareas. Pero los resultados merecen la pena.

Para comenzar, vas a reconsiderar tu reacción ante un cambio o transición importante de tu vida. Puedes hacerlo con más de un cambio o transición si lo deseas, pero tómatelo con calma; no hagas más de uno al día. En posteriores capítulos se te pedirá que regreses a estas instrucciones para reconsiderar tu infancia, tu adolescencia, tus experiencias sociales de «timidez», tus elecciones profesionales, tus problemas en las relaciones y experiencias médicas. ¿Por qué comenzar con un cambio en tu vida? Porque cada situación, transición o cambio novedoso implica multitud de estímulos nuevos. Y dado que captamos más estímulos debido a que percibimos todo tipo de sutilezas, cualquier cambio en una PAS es más grande que en una no-PAS. Necesitamos más tiempo para planificar el cambio, para aceptarlo y procesarlo con posterioridad. Si no lo haces así, el cambio se te puede hacer muy duro. Pero, si lo haces, los demás quizás te critiquen por ser «excesivamente ansiosa», «indecisa» o «inflexible». Sea como sea, a posteriori y con frecuencia, tenemos la sensación de que no manejamos el asunto demasiado bien.

No te olvides de las «reacciones excesivas» ante un cambio positivo. Una sobreexcitación intensa ante un buen cambio o una sorpresa puede ser de lo más perturbador. Muchas personas adultas me han ha­blado de sentimientos negativos persistentes respecto a sí mismas debido a una reacción «equivocada» ante una fiesta sorpresa de cumpleaños en la infancia. Cuando se publicó mi primera y única novela, en Inglaterra, tuve que ir allí y disfrutar de mis quince minutos de fama en celebraciones y presentaciones. Estaba haciendo realidad una fantasía que había estado acariciando durante años, pero me puse enferma y casi no disfruté de todo aquello, lo cual me hizo pensar, una vez más, que había algo mal en mí, quizás un temor inconsciente al éxito. Ahora sé que era una sobrecarga de excitación.

Comienza por plasmar por escrito un cambio o transición importante en tu vida que tengas la sensación de no haber manejado de la forma adecuada, quizás porque te estresaste demasiado, porque tomaste una decisión equivocada o porque reaccionaste de forma «anormal». Ese cambio podría ser la entrada en la escuela, en el instituto, en la universidad, el hecho de casarte, un nuevo empleo, tener un hijo, el momento en que una hija abandonó el hogar familiar, un fallecimiento, la menopausia o cualquier cambio en la salud, un divorcio, un despido en el trabajo, una mudanza (una mudanza grande que quizás subestimamos), un desastre natural o un cambio en la vida de alguien muy cercano a ti. También podría ser un ascenso o un premio. Podría ser un cambio que tú pusiste en marcha o bien algo que, simplemente, te sucedió.

El acontecimiento en la vida:

Ahora, vamos a reconsiderarlo.

1. Recuerda cómo respondiste a ese acontecimiento. Escribe aquí cualquier cosa que recuerdes acerca de tu respuesta en aquel momento: tu estado de ánimo, tu salud, tu actitud, etc., y qué probabilidades habría de que fueran señales de estrés, fatiga, enfermedad o irritabilidad. Un ejemplo:

Cuando me fui a la universidad. Mucha soledad. No me gustaron la mayoría de los estudiantes con los que me encontré. No me gustaba mi compañero de habitación. Bebía mucho. Yo no podía dormir. No podía concentrarme. Pillé una colitis y me mandaron a la enfermería. Eso me retrasó aún más en las clases. Fracasos. Me fui a casa por Navidad. No me hacía a la idea de volver a la universidad. Fui a una escuela universitaria, muy por debajo de mis capacidades. Estuve muy deprimido durante el resto de aquel curso.

2. Describe aquí los sentimientos que aún te evoca la respuesta que diste al acontecimiento que estás intentando reconsiderar. Continuando con el ejemplo anterior:

Siempre he visto aquello como uno de mis grandes fracasos, una señal de que había algo mal en mí. Y lo mismo mi madre y mi padre. Me enviaron a una terapeuta, aunque no me fue de mucha ayuda; estuvimos hablando de mi infancia, lo cual me hacía sentirme mal, porque mis padres son básicamente gente estupenda. Aquello hacía que todavía ahondara más en la idea de que había algo raro en mí.