Más allá del Velo - Ronald Bagliere - E-Book

Más allá del Velo E-Book

Ronald Bagliere

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Beschreibung

La antropóloga Claire El-Badawy ha pasado los últimos diez años de su vida solicitando infructuosamente subvenciones para una expedición hacia las oscuras selvas del Amazonas. Su objetivo es demostrar su teoría de la conexión transatlántica entre África y América del Sur, la cual se presume existió hace cinco mil años. Entonces, de repente, las cosas cambian dramáticamente de la noche a la mañana con el descubrimiento de un Hombre de la Selva perdido en lo profundo del bosque. Revitalizada y armada con este sorprendente hallazgo, convence al brazo de financiamiento de la fundación y el apoyo de la facultad de la universidad.


La vida de Owen Macleod ha sido una larga travesía después de ser guía turístico y ayudante de indígenas contra las compañías mineras en el Amazonas desde que su hijo murió innecesariamente de malaria hace diez años. Con su esposa que lo dejó y sus padres fallecidos, su única familia ahora es la vibrante gente a lo largo del río junto con su compañero de excursión, Manny. Cuando Owen se entera de una oportunidad en el norte de los Estados Unidos para liberarse del negocio turístico, se entusiasma de inmediato sobre ello.


En una cadena de eventos, la testaruda antropóloga y el guía de viajes turísticos se juntan para perseguir sus propios sueños, pero ninguno de ellos está preparado para lo que encontrarán escondido más allá de las profundidades veladas de la selva o incluso de ver el peligro inminente que se acerca por medio de un devastador teniente de un despiadado cartel que está expandiendo su imperio en el vibrante y asombroso mundo del Amazonas.

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Veröffentlichungsjahr: 2023

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Más allá del Velo

Ronald Bagliere

Traducido porRaymundo Boniel

Derechos de autor (C) 2018 Ronald Bagliere

Diseño de Presentación y Derechos de autor (C) 2023 por Next Chapter

Publicado en 2023 por Next Chapter

Arte de la portada por CoverMint

Este libro es un trabajo de ficción. Los nombres, personajes, lugares e incidentes son producto de la imaginación del autor o se usan de manera ficticia. Cualquier parecido con eventos reales, locales o personas, vivas o muertas, es pura coincidencia.

Todos los derechos reservados. No se puede reproducir ni transmitir ninguna parte de este libro de ninguna forma ni por ningún medio, electrónico o mecánico, incluidas fotocopias, grabaciones o cualquier sistema de almacenamiento y recuperación de información, sin el permiso del autor.

Índice

Prólogo

Capítulo 1

Capítulo 2

Capítulo 3

Capítulo 4

Capítulo 5

Capítulo 6

Capítulo 7

Capítulo 8

Capítulo 9

Capítulo 10

Capítulo 11

Capítulo 12

Capítulo 13

Capítulo 14

Capítulo 15

En la Selva

Capítulo 16

Capítulo 17

Capítulo 18

Capítulo 19

Capítulo 20

Capítulo 21

Capítulo 22

Capítulo 23

Capítulo 24

Capítulo 25

Capítulo 26

Capítulo 27

Más allá del Velo

Capítulo 28

Capítulo 29

Capítulo 30

Capítulo 31

Capítulo 32

Capítulo 33

Capítulo 34

Capítulo 35

Capítulo 36

Capítulo 37

Capítulo 38

Querido lector

Acerca del Autor

Notas

A las tribus indígenas ancestrales del Amazonas.

Que viven mucho y prosperan, inalterados y puros.

Prólogo

6 de Junio, 2012 – 3°59’57’’ Latitud sur, 67° 11’ 33’’ Longitud oeste, 100 Kilómetros al sureste de Santo Antônio do Içá, Amazonas, Brasil

La luz solar de la mañana se filtraba a través de la cubierta forestal, rociando haces dorados sobre gruesas marañas salpicadas por helechos plateados. Detenidamente, Mahl llegó a un punto muerto y respiró profundamente el mojado y húmedo aire. Él estaría pronto en casa. Ya, podía oler la estela de agua. Monos capuchinos parloteaban en las entramadas ramas de arriba. Estirando la mano, partió una esbelta rama y arrancó la corteza exterior lejos con sus dientes. Mientras masticaba el dulce interior cámbium en medio del incesante chillido de los insectos, estudiaba la densa selva.

Un minuto después, arrojó la rama a un lado, estiró su codo sobre su hombro oscuro y golpeó el mar agitado de hierbas con el rabo oscuro del vendaje, empujado por el viento, de la cabeza de su talismán. A partir de este momento, el sendero corría bajo la espesa vegetación verde y él necesitaría confiar en su memoria sobre dónde poner cada paso. Un lugar equivocado podría significar una pierna fracturada, o incluso peor, la muerte, en uno de los muchos hoyos enormes esparcidos sobre el accidentado paisaje.

Después de varios centenares de metros, el paisaje se nivelaba y en la distancia un arroyo podía ser escuchado seduciendo en los alrededores de levantamientos rocosos. Una vez, se lo encontró, el sendero viraba caída abajo hacia su aldea. Se apresuró hacia el arroyo, y justo cuando estaba a punto de dar un paso en el, escuchó voces extrañas. Su corazón latía retumbante, y silenciosamente, se deslizó en el denso matorral de heliconias con el arco listo y tensado. Quienquiera que fueran, no eran Manaqüi, quienes de su pueblo se habían escondidos sin ser vistos desde los tiempos de los antiguos.

Ansiosamente esperaba, mirando a través del velo de una espada con forma de hojas anchas en la selva por delante. Mientras más fuertes las voces crecían, consideraba su siguiente movimiento. El sendero llevando a su pueblo tenía que ser protegido a toda costa, pero apenas era un hombre contra ¿cuántos?

Él no sabía. El sonido de pisadas fuertes sobre el suave suelo arcilloso se acercaban más cerca hasta que, por fin, vió tres hombres vestidos de extrañas pieles blancas. ¿Quiénes eran y por qué estaban aquí? él no sabía, lo único que sabía era que ellos estaban amenazando su hogar. Ensartó una flecha sobre su contraído codo. Lentamente, levantó el arma, le apuntó al hombre líder y dejó la flecha volar.

Un instante después un gruñido fue seguido por llantos. Rápidamente equipó otra flecha a su arco y la apuntó, luego se detuvo cuando vió un hombre retirar una larga y amenazante espada de atrás de su espalda. Pero se quedó donde estaba, y después de mucha charla entre los otros hombres, arrastró a su caído líder.

Una vez Mahl estaba satisfecho de que ellos estaban regresando, deslizó su arco de vuelta sobre su hombro y huyó por el pasaje inclinado y escarpado hacia casa. Pero muy adentro, estaba aterrado. El mundo estaba cambiando más allá de las fronteras ocultas por las tribus.

6 de Junio, 2012 – Universidad de California, Berkley, Kroeber Hall

Claire El-Badawy recorría el calendario de su computadora. Ella tenía una ponencia de filosofía griega a las 1:00 PM, la clase A330 a las 3:00 PM, y una entrevista por conducir en veinte minutos, sin mencionar la cena con Jason. Dando vueltas alrededor de la silla giratoria de su oficina, miraba detenidamente la ventana de su oficina del segundo piso, pensando en la subvención para la expedición hacia Brasil. Después del enorme desastre en Guatemala, estaba asumiendo un enorme riesgo en la carrera buscando un perdido hombre del monte del Amazonas. La facultad solamente se permitiría un error antes de mostrarte la puerta de salida. Pero sí este hombre perdido resultaba ser lo que ella esperaba que fuera, su prestigio llegaría hasta las nubes. Mientras ella consideraba su futuro, un golpecito sobre su puerta abierta la sorprendió. Se dió la vuelta y se encontró mirando los ojos más azules que hubiera visto alguna vez.

"Hola, soy Owen," dijo el hombre, pasando. Extendió su mano, y mientras ellos temblaban, continuó, "Hablamos hace un par de semanas sobre la posibilidad de mostrarte los alrededores de la selva. ¿Soy demasiado anticipado?"

Claire se percató del Aucklander de botas de pierna larga, jeans descolorados, una fresca, abotonada camisa blanca; y dos de sus botones superiores que estaban desabotonados.

"No, tome asiento," dijo Claire, guardando sus pensamientos. "¿Puedo ofrecerle algo de tomar?"

Él abarrotaba su largo y delgado cuerpo en la silla delante de su escritorio. "Nah, estoy bien como el oro. Vámonos del campus de una vez. Ya casi me vuelvo loco."

Claire lleva su asiento atrás de su escritorio e intenta relajarse: "¿Debería estar preocupada?" dijo.

"¿Acerca de qué?"

"Se encuentra perdido," dijo Claire, observando la tenue cicatriz encima de la ceja de Owen.

"Nah, la selva me hace bien. Son los “grandes humos” que me hacen dar vueltas. Demasiadas carreteras."

"Sí, yo también" dijo Claire, sin entender mucho el tema de, "grandes humos". Ella supuso, que él quería decir “ciudades".

"Entonces, ¿cómo terminaría un Aucklander en Perú?"

"Westhaven, en realidad, del norte de la gran aldea, fuera de los Rufianes." Owen le agarró un sobre y se sentó hacia atrás examinándola. "Mi papá estudiaba los peces de los ríos cuando era un cachorro, desde entonces crecí en eso, por así decirlo, si"

"¿Los Rufianes?" dijo Claire, abriendo el sobre y contemplando sus credenciales.

"Si, usted sabe los barrios abandonados" dijo él. "Entonces, supongo que ya encuentra todo en orden aquí."

Mientras Claire asentía con la cabeza, leyó la lista de excursiones pasadas que él encabezó. El currículo no era exactamente como ella esperaba, pero desde luego, ella no estaba buscando un resplandor. "Debe haber sido interesante crecer en ese río."

Owen encogía los brazos, "Estuvo bien, a pesar de no ser todo lo que se esperaba por tener. Muchos bichos desagradables hay allá- y ni hablemos entonces de la fiebre amarilla."

"Y malaria," agregó Claire. No soy una turista, Mr Macleod. "¿Supongo que estuvo enfermo?"

La expresión de Owen se tensó ante la mención de la malaria. "Nah, es solo un recorrido con aranhas armadeiras."

Oh, entonces tratamos de impresionarnos. Le proporcionaré el beneficio de la duda. "¿Una araña bananera? Estaría muerto."

"Sí, sí. Por un rato, desearía estarlo. Entonces, ¿por qué quiere encontrar a este Hombre Perdido?"

"Aprender sobre su pueblo antes, es demasiado tarde," ella decía doblando su currículo y plegándolo de nuevo dentro del sobre.

"¿Qué sí no quiere ser encontrado? es una extensa selva eso allá."

"¿Estás diciendo que no puedes encontrarlo?"

"No, en absoluto," Owen contestó. Cruzó sus piernas y cambió su expresión de una manera extraña en su silla. "Podría tomar tiempo. No es fácil encontrar a alguien que no quiere ser encontrado; a donde vamos no va a hacer un paseo por el parque. Los Manaqüi no aceptan amablemente a las personas que andan por su patio trasero."

"Bueno, tenemos cuatro meses, Mr. Macleod, de modo que puede o no puede hacerlo," decía Claire, devolviéndole el sobre.

"Ah ahora, no necesita ser tan formal. Llámeme Owen, ninguna preocupación. Lo encontraremos."

Claire sonría. Usted es tranquilo. Demasiado tranquilo quizás. Le apuesto que usted me diría que puede encontrar al monstruo del lago Ness si creyera que le consiguería el empleo. Salvo que usted, viene altamente recomendado. "¿Dónde se está quedando?"

"Ciudad Cruzada"

Claire miraba su reloj. Era casi medio día. "¿Tiene hambre?"

Owen encogía los hombros. "No me importaría una rebanada de tiburón y patatas."

"Bien... No sé, sí tengamos tiburón."

Owen se reía. "No tiburón, pescado."

"Oh, ¿cómo pescado y papitas fritas?"

"Sí, sí."

Claire intentaba pensar si la cafetería ofrecía pescado. Era viernes. "Vamos a ver sí tenemos tiburón y papitas fritas entonces. Desafortunadamente, tengo una clase a las una, pero sí quiere, puedo hacer que mi asistente de investigación le dé un recorrido especial."

Owen sonreía. "Seguro, ¿por qué no? No tengo lugar para pasar el rato."

Uno

Amazonas - 10 de Diciembre, 2012, Lima, Perú.

Owen abrió la puerta del apartamento de la compañía y dejó caer su bolso al lado del sofá. Agotado del vuelo transpacífico, acariciaba su cuello y arrastraba sus pies hasta la puerta corrediza de vidrio. Echando para atrás el panel de vidrio de una ventana, permitió que el sonido de la hora pico del tráfico desde los seis pisos de abajo se filtrara en el cuarto. Después de un minuto de examinar la borrosa línea costera, asomó la cabeza hacia el baño y salpicó agua sobre su cara.

El espejo por encima de la vanidad reflejaba ojos con urgencia de sueño. Pero tendría que esperar hasta que revisara el correo electrónico: el cual, retirando una gran araña bananera de la jabonera del baño. El peludo bicho se había escapado de su territorio otra vez y estableció una residencia allí. Retiene el arácnido entre los dedos y el pulgar, provocándole a sus largas partas un retorcido frenesí.

"Cálmate, Shelob," murmuraba. "Estaremos en casa antes de que te des cuenta, “Luego, caminó hacia la cocina y la devolvió en el vaso de morada."

"Ahora, ojalá," le dijo a Shelob, "Que Robbie me haya dejado algo de té de coca." Él se daba cuenta de latas de vegetales y cajas de artículos vencidos hasta que encontró un frasco. Batiéndolo cerca de su oreja, sonrió cuando la araña pateó el cristal de su territorio. "Buen chico, Rob," dijo, y puso una tetera de agua para hervir. Cincuenta minutos después, se sentó en el escritorio vigilando las calles de abajo absorbiendo el té con la laptop abierta sobre su regazo.

Arrancando el sistema, vió una docena de correos. Haciendo clic en el que lleva por nombre, Claire El-Badawy Itinerario, recorrió la página.

Mientras leía la información del vuelo, el recuerdo de su conversación con la culta antropóloga explotó en su mente. Se sonrojaba, pensando en la alta, morena de cabello sedoso y ojos azules brillantes. Ella tenía una sonrisa matadora y un par de piernas por las que no renunciaría. Su cuerpo se estremeció cuando el recuerdo de ella brilló ante él. Pero, lo que realmente le arrebató, fue su penetrante, desafiante y combatiente mentalidad. A él le gustaba la inteligencia en una mujer.

Abajo un taxi sonaba la bocina, y el recuerdo se desvaneció. Sonando sus nodillos, sacaba un caramelo del bolsillo de su camisa retiró el envoltorio. Mientras lo mordía, abría un archivo que había descargado un momento antes. La pantalla de la página iniciaba con una foto de una escalonada pirámide. "Esa es una teoría extravagante, el museo Louvre," murmuraba, inclinando su cabeza. Se estiraba y recorría la página hasta su foto. "Seguro que es un paquete en conjunto, te concederé eso. Solamente, no te entrometas en mis asuntos y nos llevaremos bien."

10 de diciembre, 2012, San Francisco, California

Las duchas calientes siempre reenfocaban a Claire cuando una porquería pasaba. Aumentaba el agua caliente, otra muesca y rechinaban sus dientes. Desde que su prometido, Jason, decidió que su carrera era más importante que la de ella hace tres semanas, ella había estado intentando olvidarse de él. Pero, no era fácil. Frotaba su cabello mientras su ultimátum se reproducía en su cabeza. De todos los momentos para poner límites en la relación, tuvo que elegir los últimos veinte días anteriores que el proyecto empezara. Ella sentía un nodo en la garganta. ¡Al diablo! Pueden tenerlo la CBS y New York. Yo necesito hacer una llamada a Thad.

Ella da un paso afuera de la ducha, aún vestida con toallas, y se dirige hacia el closet. En la esquina, vió un bolso de lona morena. Junto a el, estaban de pie sus botas marca Zamper y una docena de pares de medias de 150 hilos ultra ligeras para excursionismo. Ella las ojeaba mientras jalaba un par de náilones, preguntándose sí el bolso de lona era lo suficientemente grande para todo el equipo que necesitaría para la expedición. Veinte minutos después, sacó su vehículo marca Volvo sobre la vía, y después de detenerse en la tienda Double D's para conseguir su rosquilla habitual de la mañana, encendió la radio para escuchar las noticias. Cuando se sintió cómoda para el viaje de una hora de duración, su BlackBerry zumbaba. Colocando su rosquilla de desayuno sobre el asiento del pasajero, buscaba en la cartera y extrajo su computadora de bolsillo. El número de Thad aparecía sobre la pantalla.

Thaddeus Popalothis, o Poppy como era conocido en el Campus, era su ayudante de investigación.

"Hey, ¿qué más?" dijo ella.

"¿Tú en la vía 880?"

"Apenas entrando."

"Bueno, tal vez quieras bajarte en Artesia y conectarte con la 680. Hay un tractor atravesado en la salida 120. Es un lío."

"Joder, Okay," Ella golpeaba el volante mientras cinco carriles de tráfico comenzaban a demorarse.

"¿y supiste algo más de este chico, Owen?"

"Si, me respondió por correo. Estamos todos listos. Nos encontrará en el aeropuerto," dijo Thad que carrasqueaba su garganta y bajaba la voz. “Hay algo más."

"¿Qué?" dijo Claire, abrazándose ella misma cuando la voz de Thad caía, el problema acechaba.

"Noah está repensando mi ida a Brasil contigo."

Claire miraba desconcertada. "¿Qué coño le está pasando a Noah? Simplemente él no se puede ir a la mierda. Controlada su angustia y con un nivel de tono de voz dominado, dijo, "No te preocupes, Poppy. Me ocuparé de Noah."

"Pero él es el Decano de la Facultad."

"Sí, lose. No te preocupes por ello, ¿okay?"

Una larga pausa sobrevino desde el otro extremo. Al final, Thad dijo, "Okay. Y sí él ¿no cambia de parecer?"

"Él la cambiará," dijo Claire saliendo por la 680. Oh, mierda, un policía. Echó un vistazo a la aguja, la cual estaba tocando los 80 km/h. Maravilloso. "Me tengo que ir. Adiós."

Claire lanzó la puerta abierta de su oficina y puso la cartera sobre la credenza1 del escritorio. Su escritorio estaba desordenado. Los archivos apilados de cuatro hasta cinco niveles de profundidad. Tacos de notas con números de teléfonos y listas de “Cosas por hacer” estaban adheridos sobre su computadora. Del lado de la pantalla, se mantenía firme una foto enmarcada de sus padres. Plegada en la esquina de ella, estaba una pequeña foto de cartera descolorida de su abuela. Ella despejó una pila de cartas de su silla, se sentó, y revisó el correo electrónico. Como es de esperar, una larga lista se visualizaba. Ella seleccionaba algunas, aislaba respuestas, luego rápidamente revisaba el cronograma de su día mientras debatía sí debería llamar a Noah. No. Mejor tratar con él cara a cara. El problema es, que tengo clase en treinta minutos. Tocando sus uñas sobre el escritorio, escuchó un golpecito sobre su puerta abierta.

Al levantar la vista, vió a Thad apoyado contra el marco con los brazos cruzados sobre el pecho. Alto, con un cabello color negro azabache con tez color oliva mediterránea, Poppy era bastante popular con las jóvenes señoritas del campus.

"Oh, allí estás. Necesito ver a Noah, pero tengo clase en"– ella miraba hacia su reloj – "veinte minutos". Ella sacaba la carpeta de la ponencia sobre su bolso. "¿Te importaría cubrirme?"

Él dió un paso hacia el escritorio y le quitó la carpeta. "Bien, no estoy realmente preparado, pero está bien."

"Gracias."

Thad asintió. Luego, carraspeaba su garganta. "Hey, solamente para que lo sepas, no te vuelvas loca intentando cambiar su parecer. Tendré todo bien. En realidad, no me malinterpretes, me gustaría ir– ¿quién no? pero no quiero ser obligado. Él realmente puede joderse conmigo, Claire."

Claire examinaba la larga, angular cara de Thad sintiendo su preocupación cautelosa. Ella sabía que él estaba en lo correcto. Noah podría realmente salir lastimado para cuando Thad acabe la jornada de discernimiento. "No te preocupes. Yo conozco cómo manejar a Noah."

La caminata desde su oficina in Kroeber Hall hasta el otro extremo donde el Decano de la Facultad manejaba las cosas le dió a Claire algo de tiempo para planificar como podría enrollar al escoces de cabello platinado alrededor de sus dedos. Ella ojeó a Noah no muy diferente del resto de hombres que miraba en la facultad. Él era egocéntrico, arrogante, y obstinado. A diferencia del resto de los hombres en la facultad. Noah era su ex-marido, y de allí yacen sus ventajas o desventajas. Ella respiró mientras llegaba a la suite de su oficina y abría la puerta.

"Hola, Claire. ¿En qué te puedo ayudar?" dijo la asistente de administración, levantando la vista del teclado.

"¿Ocupado Noah, Maggie? Necesito verle."

"Él está en el teléfono. ¿Puedo hacer algo por usted?"

"No lo creo,” dijo Claire, echándole un ojo a Noah a través de la puerta abierta. "Esperaré."

"¿Café?"

Claire negaba con la cabeza.

Maggie se levantó y se unió a Claire. "¿Escuchaste sobre ese horrible accidente en la 880 esta mañana?"

"Sí, ¿un tractor tipo tráiler y un autobús? Oh, él está afuera," dijo Claire. "Lo siento, necesito atraparlo antes que patine."

Mientras Claire ponía un paso en la oficina de Noah, él giraba alrededor en su silla.

"Bueno, hola, Claire," dijo él, empujando sus gafas con montura de alambre sobre su frente. "Me preguntaba ¿cuánto tiempo tomaría antes de que notara tu rostro por aquí?"

Claire cruzó sus brazos y le miró. "¿Qué estás haciendo?"

"¿Haciendo?"

"Sí. ¿Mi proyecto? Lo estás arruinando. ¿Por qué?"

Noah se inclinó hacia adelante. "¿Ninguna clase hoy?"

Claire sonreía. "Eso está cubierto."

"Ya veo. Bueno, para responder a tu pregunta, estoy velando por los intereses de la universidad. Thad es un excelente estudiante de grado, pero necesitas de alguien que sepa moverse allá, ¿no lo crees?"

"Thad puede defenderse solo" dijo Claire.

"Estoy seguro que puede," contestaba Noah mientras se encontraba con su mirada desafiante con una de las suyas.

"¿Entonces, supongo que tienes a alguien en mente?" dijo Claire.

"De hecho, lo tengo."

"¿Y ese sería?" dijo Claire mientras la mirada de Noah se deslizaba sobre su blusa y bajo su falda.

"El nombre es, Jorge, el chico de Michael."

"¿Jorge? ¿Estás bromeando? ¡Él no sabe nada sobre mi proyecto!"

"Él es, no obstante, un brasileño nativo que conoce cómo funcionan las cosas allá. Necesito recordarte, que la única razón que conseguiste financiamiento para este disparate tuyo es porque yo arriesgué mi pellejo por eso."

"Soy consciente de eso," gruñía Claire.

"Y asegúrate sí encuentras a este hombre perdido, para el cual tienes tantas probabilidades de salvar como de encontrar jarrones canónicos en una escalonada pirámide, que recuerdes que estás allí solamente para observar. Nada de contacto."

Claire forzaba una sonrisa. "Ya que no puedes encontrarlo en tu pequeña cabeza de guisantes pregúntate ¿por qué encontraron cocaína en la Pirámide de Giza?"

"Eso es todo una anécdota, pero ¡Hey! es tu carrera. Sí quieres tirarla toda por el inodoro, hazlo. De todas formas, aunque parece un asunto discutible. Tienes tu subvención."

"Sí, la tengo," respondió Claire.

"Sin embargo," dijo Noah, "Es mi trabajo procurar que no termine en un papelera."

Claire se inclinó hacia adelante "Entonces no hagas nada. Mira, ambos sabemos de qué se trata todo esto. Sigues intentando controlarme."

Noah se reía. "Oh por favor, ¿qué te hace pensar que gastaría un solo segundo de mi valioso tiempo en joderte? Créeme, tengo mejores cosas que hacer."

"Cierto, pero indudablemente te gustaba joderme hace algunos años, ¿verdad? Mejor se cuidadoso con Maggie. He visto como ella te mira. A la nueva señora Henderson podría no gustarle."

"¿De qué estás hablando?" Noah enloqueció. Su cara se enrojecía mientras arrugaba la ceja.

"Tú sabes exactamente de lo que estoy hablando." Claire le dejó sentarse con eso un momento y luego continuó. "Noah, querido, sí hay una cosa en la que no eres muy bueno, es mantener tu pajarito en tus pantalones."

"¿Me estás amenazando?"

Claire casi explota de la risa. "Cariño, no necesito hacer amenazas, tu explotas sin ayuda mía."

Noah la estudió con ojos de garra. "Podría recordarte, que soy el Decano de la Facultad de aquí, así que si no quieres estar parada delante de los estudiantes de primer año con los ojos vidriosos todo el día para el futuro previsto, cuida tus modales."

"Por cierto, ¿cómo está Jason en estos días?"

La pupila de los ojos de Claire se agrandaron, y ella luchó para evitar estallar. A través de labios apretados, ella siseó: "Jason ha tomado un trabajo en New York."

"Ya oí. Largo viaje, ¿no lo crees?"

"Para eso es que hacen los aviones," dijo Claire, con su mejor sonrisa tipo jódete. "Así que, devuelta con Thad."

Claire cerraba los ojos y apretaba los puños. "¡Tú imbécil! ¿Por qué estoy perdiendo mi tiempo aquí?"

"Yo no sé, ¿por qué lo estás? Creo que quizás, creíste que podías manipularme. Eras bueno en eso, una vez ¿sabes? Siéntate."

"¡Jódete!"

"¡Siéntate!" Noah enloqueció. Él cerraba sus ojos en los de ella como un gato midiendo el tamaño de un ratón. Al final, dijo, "Vamos a dejarnos de estupideces. Esto es más que solo una maldita subvención allá. Una sobrina de la cual estoy muy encariñado está involucrada y voy a estar malditamente seguro que ella regrese en una sola pieza."

Se volvió a poner las gafas bajó su románica nariz y miró por fuera de la ventana. "Necesitas más experiencia allá."

"He manejado expediciones antes."

"Sí, sí, lo sé – Togo," dijo él, mirándola de regreso sacudió su cabeza. "Mira, esta no es una alguna sucia aldea de la costa sur de África. Es el maldito Amazonas."

"Yo sé eso," Escupe ella de respuesta.

Noah sacudía su cabeza. "¡No, no sabes!"

"¿Y tú? No estaba consciente de que alguna vez habías estado allí."

"Hace mucho tiempo, sí."

Claire se retrasa. "Tú nunca me dijiste eso."

Noah se fijó en ella, y por un momento ella vió una expresión de aflicción sobre su rostro. "Es difícil hablar sobre ello."

Ahora, era el turno de Claire de inclinarse hacia adelante. "Estuvimos casados por cinco años, y ¿apenas me estoy enterando de esto ahora?"

"Era personal y sí te callaras por un minuto, te contaré por qué." Él se pausó. "Hace veinticinco años, mi hermano y yo recibimos una beca NSF2 para investigar algunas de las tribus indígenas."

"¿En serio?" dijo Claire.

Noah carrasqueaba la garganta y fruncía el ceño. "Como estaba diciendo, mi hermano lideraba un pequeño grupo de hombres en la selva una mañana mientras me quedaba de regreso en el campo de cuidado. Era solo un corto día de viaje, de reconocimiento y recolección de datos. Se suponía estar de regreso para la cena, pero él y su equipo nunca regresaron. Una semana después, lo encontramos a él y a los muchachos. Fueron empalados vivos y dejados sobre largos postes de bambú: una advertencia para mantenerse al margen de donde ellos no pertenecían. Ellos habían cruzado alguna frontera oculta. Les bajamos y nos largamos de ahí." "¿Me estoy haciendo entender?"

Claire estaba aturdida. Ella sabía que Noah había perdido a un hermano, pero nunca supo cómo. Aunque había preguntado sobre eso, él no hablaría de ello, ni de su hermana. Noah continuó, "No tienes idea en lo que te estás metiendo Claire y he intentado mantener mis manoplas fuera de eso. Pero necesitas a alguien que reconozca su mierda allí. Y ¿quién es este guía, Owen Macleod? ¿Escuché que dirige paseos turísticos? ¡Jesús cristo, mujer!"

"Es verdad, pero él ha pasado una buena parte de su vida justo en el patio donde nosotros vamos," dijo Claire, todavía intentando envolver la revelación de Noah alrededor de su cabeza.

"Sí, lo investigué una vez que me enteré. Pero necesitas un guía. La vida allí le podría haber tomado a él solamente algunos kilómetros en la selva. Te adentrarás en ese mundo. Y te puedo preguntar ¿por qué vas a través de Perú para llegar allí?"

"¡Tú nunca te detienes!" "Porque ahí es donde su compañía opera. Y sus credenciales son excelentes."

Noah se sentó con eso un momento, y luego dijo, "Bien, sí entiendo tu punto de que su permanencia allá sea valiosa. Pero ¿un guía turístico? ¿En serio?"

"Él es políglota y fluído en la mayoría de sus idiomas, sin mencionar un naturista con un BA3 en Ciencias Forestales y Administración de Tierras. Conoce el río. Las personas," dijo Claire. Vió a su ex-marido con ojos nuevos. "Noah, estaremos bien."

"Hmmm…y ¿Molly?"

"La vigilaré con mi vida."

"Vela por eso y mejor que la traigas de vuelta viva." Él se quitó sus gafas y la miró fijamente. "Sé que no te agrado después de lo que pasó entre nosotros. Pocas personas lo hacen hoy en día. Decirte la verdad: En realidad no me importa. Lo que realmente sí me importa es que la gente salga lastimada o incluso peor, asesinada, bajo mi supervisión –especialmente mi familia y profesores talentosos."

Claire lo miró boquiabierta y contra su voluntad, sintió una punzada en su corazón por el hombre. “Gracias,” y agregó, "Y como dije, velaré por Molly, no te preocupes."

"Haz eso. ¿Terminamos?"

Claire se levantó, forzando la urgencia de agradecer al hombre que había llegado a despreciar por los últimos cinco años. "Eso espero."

Dos

11 de diciembre, 2012, Lima, Perú

Owen se secaba con paños las manchas dispersas de crema de afeitar de su cara. Había dormido sin pesadillas para variar y eso le recompezaba. Las pesadillas de su extraño pasado le habían dejado solo desde que su hijo murió hace diez años. Contempló al hombre en el espejo. Una tenue cicatriz al lado de su cadera se asomaba sobre sus boxers. Era un regalo de un jaguar hace tres años durante una de sus excursiones para suplir a una de las muchas fragmentadas tribus Manaqüi con armas contra un conglomerado de cobre brasileño. Incluso ahora, la imperfecta herida todavía le duele. El curandero Jadatani le dijo que el gran gato le había marcado por sí mismo. Las recurrentes visiones del negro cazador de la selva solamente lo confirmaban.

Cepilló sus dientes, y luego caminó hacia su closet y sacó un par de pantalones caqui del perchero.

Una hora después, paseaba por el Circuito de Playas bajo un espléndido cielo azul. Le gustaba caminar, junto con el sentimiento de fundirse con los alrededores. El aroma humeante de La Patarashca oscilaba en el aire. Melodías de música del genero salsa flotaban fuera de las ventanas exteriores.

De una tienda tipo café logró adueñarse de unas butifarras y encontró un banquito al otro lado de la calle. Mientras, comía, escuchaba las olas agitadas del océano envolvente y la crías de las aves marinas. Pensaba en la expedición, el largo recorrido del río hasta aguas inseguras. Había pasado mucho tiempo desde que se había adentrado tan profundo en el monte.

Diez minutos después, se sentó en el asiento trasero del taxi amarillo de un maniático bebiendo té de yacón de una copa de espuma de poliestireno mientras el taxista se entrelazaba dentro y alrededor del tránsito. Había empezado a llover y pequeñas gotas estaban apedreando la ventana. El taxi giró a la izquierda, luego a la derecha, y condujo a través del laberinto de calles empedradas hasta que, por fin, llegaría a un viejo edificio naranja. Una señal, 'Tour Río Amazonas' se leía sobre la puerta. El taxista atravesó una puerta abierta y cruzó un terreno de grava salpicado de baches.

Mientras a lo largo el taxi chapoteaba, Owen ojeó la andrajosa, cerca de alambre forzada con cactus y plantas cinchona rosadas, preguntándose donde fue todo el dinero que la compañía de tours asumió. Absorbió lo que le quedaba de su té y orientó al cochero hacia una puerta abierta en lo alto que conduce a un gran depósito hecho de láminas de metal corrugado. Cuando el taxi se acercó adelante y se detuvo, Owen buscó en su bolsillo la tarifa acordada, se la dió al conductor, y se largó.

Agachándose dentro, fue encontrado por su compañero de excursión de mucho tiempo, Manny Ortava. "Você está atrasado," dijo él en portugués, arrugando su rostro bronceado y curtido. Se quitó los guantes de trabajo y sacó lentamente un pequeño cigarrillo hecho a mano de su bolsillo tipo gaucho.

Owen encogía los hombros. "Aturdido"

Manny arqueaba una ceja y encendió una mecha. "¿Buen viaje?" dijo él, irrumpiendo en español.

Owen arrojó su copa vacía en el cubo de basura. "Jodido. ¿Cómo está Loretta?"

"Muy bien," dijo Manny.

"Estaba bastante preocupado por ella, sí. Con su neumonía y todo."

Manny mantenía el cigarro en la esquina de su boca. "Ah, sí, ella estaba muy enferma, pero ahora está mejor. ¿Y tú?"

"Estoy bien. Y ¿da crianças?"

Manny sonrió. "Ellos están muy bien."

"¿Y' Ernesto?"

Manny suspiró y se puso sus guantes de trabajo de nuevo. "El mismo. Aún tiene la cabeza en las nubes. Todo lo que ve es el gran dinero que gana en la mina. Me mantengo diciéndole, ve a la escuela; aprende algo. Pero él no me escucha. Está más interesado en meninas. Oh, así que, ¿qué puedo hacer yo?"

Owen encogió sus brazos. "No mucho, espero. Los muchachos serán muchachos. A ellos le gustan las chicas feroces y rápidas."

"Como un cierto Kiwi que conozco," dijo Manny, y entonces cerró su boca cuando vió a Jack Burgess viniendo hacia ellos. Le lanzó a Owen una mirada cómplice, frunció la ceja y se alejó mientras el jefe se acercaba.

"¿Hey, estás listo para esto?" dijo Jack, inclinando su cabeza hacia el montón de equipos sobre el piso del depósito. Traducido como:

'No jodas este trabajo'.

Owen extrajo una barra de chocolate del bolsillo de su camisa, retiró el envoltorio. Mordiéndolo, estrechó su mirada sobre el hombre. "Buenos días, Jack. ¿Cómo van las cosas?" Traducido como: 'Besa mi culo'

"Déjate de estupideces," gruñó Jack.

Ellos se midieron como un par de gatos: Owen en sus pantalones caquis color beige, una camiseta descolorida y sandalias desaliñadas contra el traje de tres piezas tipo Kiwi de buena tela y mocasines de cuero. Jack señalaba el montón de bolsos de lona sobre la plataforma.

"¿Realmente necesitas toda esta porquería?"

Owen tomó otro bocado de su barra de chocolate, y miró hacia el depósito sombrío. "Si, así lo creo."

Jack no dijo nada por un momento pero Owen sabía que el hombre le resentía. Lo más probable, es que fuera por el respeto y camaradería que él disfrutaba con compañeros y patronos por igual. Al final, Jack dijo, "Sabes, no veo lo que mi papá haya visto en ti."

"¿Bueno, no eres tú papá cierto? dijo Owen. Se fijó en el hombre de nuevo, esperándole para iniciar una pelea– que Jack no pelearía contra un hombre de cabeza y hombros más grandes que él.

"No, no soy," Jack gruñía y tensaba su mandíbula. "Pero yo haría funcionar este show, sí me sigues,"

"Sí, creo que puedo," respondió Owen en un nivel de tono. "Acepto conducir los negocios, compañero."

Jack se erizó. "¿Es eso lo que piensas?"

"Es lo que conozco," dijo Owen, y después que lo dijo, se dió cuenta de que tan molesto él reamente se sentía. Pero la cólera fue más allá de Jack a algo que él no podía entender. Respiró profundo. "Mira, solo no hagas nada, okay?"

Jack metió su mano en su bolsillo y sacó un paquete de cigarrillos. "¿Sabes cuál es tu problema?"

"No, ¿cuál es?" dijo Owen, mirando hacia la parte trasera del depósito. Owen escuchó el encendedor, y luego el sonido de una larga exhalación.

"Eres un arrogante hijo de puta que no ha sido probablemente golpeado desde hace mucho tiempo."

Owen casi explota de la risa. "Si, si, Jack. Estoy seguro que una buena muestra me repotenciaría justo ahora. Ahora sí no te importa, tengo que ir a trabajar, eh?"

"Sí. Y, compañero…

"¿Qué?" dijo Owen.

Jack empalmó su cigarrillo bajo su zapato. "Intenta mantenerte alejado de esa bonita profesora. Tú ingenio cae del culo con los muy educados." Se volteó y mientras se alejaba, Owen le sacaba el dedo medio.

12 de diciembre, 2012, San Francisco

Claire arrojó el resto de su ensalada justo con la cena, pensando en lo que Noah había dicho. ¿Por qué le había divulgado el secreto de la muerte de su hermano ahora? ¿A no ser qué todavía se preocupara por ella? Ella negaba con su cabeza, escuchaba la canción de Alanis Morissette, You Ought'a Know en el reproductor de CD y tomó un sorbo de su vino.

Desde que Jason se fue, las letras de energía espiritual de Alanis se habían convertido en el mantra de Claire. Pero las cosas estaban mejorando ahora. Pronto, ella se estaría dirigiendo hacia el Amazonas, y sí todo funcionaba de la manera que esperaba, ella estaría en la cima del mundo. Le echó un ojo a la foto enmarcada del lobo gris que, su tía, le había dado al completar la presentación de la defensa de su tesis y bailara en el comedor a sus anchas.

Sentándose en la mesa, ella mordisqueaba su ensalada mientras analizaba su buzón de correo. "¿Qué es esto?" Ella murmuraba, levantando un pequeño y blanco sobre. Sus ojos se centraron en la dirección de retorno. "¿Jason?"

Su corazón latía con fuerza mientras ella lo miraba. Serena Claire. Recuerda, él fue quien se fue, no tú. Ella respiró profundo y pasó su uña por debajo de la hoja plegadiza, apartándola. Cuando vió las llaves de su casa, estaba furiosa.

"¡Hijo de puta!" "¡Idiota!" gritaba ella. Hurgó dentro para ver sí había una nota y no encontró nada: Ningún adiós, ningún ' lo siento las cosas no funcionaron'. El final de su relación de cinco años se redujo a nada más que una llave de retorno.

La sostuvo arriba delante de ella, y sentía su garganta apretada. "¡Cabrón!" murmuraba ella, sintiéndose como un párrafo suprimido en una de sus editoriales de mierda. Apretó su mandíbula y rasgó el sobre por la mitad, después una y otra vez hasta que eran diminutas piezas sobre el suelo.

Tres

30,000 pies sobre el Golfo de California

Claire se asomaba por la ventana del lado del pasajero mientras un extenso istmo que se adentraba en el océano se deslizaba a la vista debajo. Briznas de nubes finas arrojaban tenues sombras sobre sus colinas apáticas. En el asiento a su lado, Thad estaba ocupado con su tesis de investigación. Detrás de ellos, se sentaron Jorge y Molly, ambos estudiantes de posgrado de segundo año. Jorge cursaba su doctorado en antropología social y Molly en antropología evolutiva con un segundo grado en ciencias de la computación. Justo ahora, Molly le estaba instruyendo a Jorge sobre su mejorado programa de motor de búsqueda para la facultad. Pero Claire no estaba escuchando. Durante las últimas tres horas, había estado luchando contra las persistentes nauseas de antes, y se estaban haciendo más fuerte.

Thad dirigió una sonrisa amistosa hacia Claire, asentió sobre sus hombros y apretó los labios.

Claire respiró profundamente, se inclinó y echó un vistazo al documento abierto en su computadora portátil. "¿Cómo te va?"

"Está bien, supongo”, murmuraba. "Simplemente no puedo encontrar una gran cantidad de datos para sacar conclusiones."

"Tal vez tu tema está un poco en la obscuridad", dijo. Como su asesora, ella le había advertido sobre la lucha contra las migraciones de los pueblos del Pacífico Sur durante el período neolítico. "¿Por qué no cambias tu argumento de por qué se fueron y te centras en su llegada y mitos culturales?"

Thad movió su cabeza. "Ha sido hecho hasta la muerte."

"Sí, pero siempre hay algo nuevo por descubrir", sugirió ella.

Thad suspiró. "Eso es lo que dijo Molly."

"Ella tiene razón", señalaba Claire. "Entonces, ¿estás trabajando con ella?"

Thad encogió los hombros. "Sí. La Señorita Cabeza de Robot se ofreció a ayudarme a indagar a través de la web, así que la acepté."

Claire movió la cabeza. Aunque Thad nunca lo admitiría, sabía que le gustaba Molly, pero al ver que era la sobrina de Noah, sabía que era mejor no perder su tiempo. "Entonces te dejaré con tu tortura", dijo, abriendo la primera página de un artículo en el que había estado trabajando durante las últimas dos semanas para la revista Anthropology Today.

Aterrizaron en el Aeropuerto Internacional Jorge Chávez cuatro horas más tarde, y después de participar en un juego de unas veinte preguntas con el agente de aduanas, Claire y su equipo entraron por la puerta principal de la terminal al asfixiante calor del sol de la tarde de la Ciudad de Lima. Claire miró a la derecha, luego se fue, antes de ver a Owen de pie junto a una minivan roja que estaba lista para desmoronarse en cualquier momento. Detrás de la minivan, había un autobús presumiendo árboles y plantas pintadas sobre el panel lateral. Dos sonrientes hombres bronceados con pantalones cortos de color marrón claro y camisas abotonadas se encontraban delante.

"¡Lo hicieron!" dijo Owen caminando hacia ella con la mano extendida.

"Sí, lo hicimos", dijo Claire, estrechándole la mano mientras miraba detenidamente hacia la camioneta.

"¿Esos son nuestros taxis?"

Owen se quitó el sombrero de lona de ala ancha de la frente y tomó su mochila. Entregándosela a un hombre de mediana edad que venía a su lado y le dijo: "A su servicio. Aquí, este es Manny, sí. Estará cuidando tu equipo y cosas por el estilo."

Claire captó la tez marrón rugosa de Manny y su sonrisa sobresaliente. Pero detrás de la radiante sonrisa, sintió un aire de sospecha. "Hola, Manny." Ella extendió su mano, y mientras la sacudía, sus oscuros ojos marrones se clavaron en ella.

"Bienvenidos a Lima", dijo, volviéndose hacia Molly, que se había alejado silenciosamente de ellos. "¿Y quién es esta bonita moça?"

Claire puso su brazo alrededor de su animada estudiante de posgrado. "Esta es mi reina de la tecnología, Molly".

"Uma rainha", dijo Manny tomando la mano de Molly. Hizo una reverencia con tanta gracia, que Claire no pudo decidir si él estaba jugando o realmente lo decía en serio. Molly se sonrojaba y Thad volteaba los ojos.

Claire apuntó una mirada de muchacho hacia su asistente de investigación. "Y este es Thad. Thad, ven y saluda a Manny."

Manny se volvió y le dirigió a Thad una larga y mesurada mirada. “O meu Deus. Owen, ¡míralo! Él y mi Ernesto podrían ser irmãos".

Molly tocó a Claire y le hizo un gesto para que no escucharan los hombres. "¿Estás bien?"

"Sí, solo un poco de malestar estomacal es todo. Estaré bien."

Molly frunció el ceño. "No eres una muy buena mentirosa, pero eres la jefa. De todos modos, mi español no es muy bueno y mi portugués es peor. Así que ayúdame aquí, tengo la referencia de Uma rainha, pero ¿qué es irmãos?"dijo, liquidando la pronunciación.

"Hermanos", dijo Claire.

"Hola, Claire”, llamó Owen."¿Dónde está el resto del equipo?"

"Dentro. El resto de nuestros equipos vendrán en un avión de carga más tarde esta noche."

Owen miró a los maleteros y dirigió la cabeza hacia las puertas de la terminal. "Rammy, Héctor, ¿van a buscar su equipo por mí?"

Los hombres se marcharon y diez minutos después, el equipo estaba cargado en el autobús.

Claire se metió en la minivan y se sentó en la sección media al lado de Owen con Thad y Jorge detrás de ella. Molly se sentó al frente, montando una escopeta con Manny. Claire pensaba en preguntar por el aire acondicionado, pero lo descartó porque dudaba que la caja oxidada lo tuviera. Además, necesitaban empezar a acostumbrarse al calor si iban a pasar los próximos meses en la selva.

"Sweet As, Manny", dijo Owen, cerrando la puerta. "Vamos a tener una ventaja."

"¿Disculpe?" dijo Claire.

"¿Qué?"

"¿Sweet Ass?" "¿Dulce Culo?" dijo Claire. ¡Hombres extranjeros, son todos iguales, no importa de dónde vengan!

Owen movía su cabeza. "¿qué pasa?"

"Podrías referirte a mujeres así en tu país, pero te lo agradecería que no lo hicieras con nosotras."

Por un momento, el hombre la miró como si acabara de salir de otro planeta, luego se rió. "Oh... dije, "Sweet As". Significa que todo está bajo control; muy bueno."

Claire torcía los ojos. "¿Bajo control?"

"Sí, sí."

"Es solo argot", alego Manny.

"Claro", dijo Claire, mirándolos dudosamente.

La Ciudad de Lima se extendía ante ellos como un tapiz acolchado. Edificios de estuco blanco y bloques de hormigón se abrazaban en un interminable laberinto de calles adoquinadas y semi pavimentadas de asfalto. Aquí y allá, surgían mercados al aire libre, y con ellos, se repetían las ofertas de procedencia irregular de buhoneros pregonando mercancías y productos a las zigzagueantes masas.

Condujeron durante lo que pareció una hora, y Claire se preguntó si alguna vez saldrían de la ciudad. "¿Qué es ese olor?” dijo ella, luchando contra las persistentes náuseas.

Owen se reía entre dientes. "Es Cuy. Conejillo de Indias asado. Supongo que eso lo toleraras, ¿eh?"

Claire asintió con la cabeza mientras la minivan rebotaba sobre un bache que sacudía los huesos. Muy gracioso, señor, pero he comido cosas extrañas.

"Tranquilo, Manny. Me gustaría conservar mis dientes en mi cabeza", dijo Owen quien se volvió hacia Claire mientras respiraba profundamente. "¿Mareada?"

Ella tragaba con dificultad e intentaba sonreír, pero fracasaba miserablemente.

Owen metió la mano en el bolsillo de respaldo del asiento del conductor y sacó una bolsa de papel arrugada. "Aquí", dijo, aplastándola y entregándosela a ella. "Estate quieta. Ya casi".

"Dijiste eso hace media hora", se quejaba Claire, aflojando el cuello de su camisa. ¿Qué está pasando conmigo? He volado mil veces. ¿El calor? No hay forma de que esté botando el almuerzo delante de ti.

"Lo que necesitas es una mancha de té de coca. Endereza ya a la derecha".

Claire lo miraba como si él hubiera perdido la cabeza. "No voy a beber nada".

"El cementerio", dijo, y tocó a Manny en el hombro. "Gira a la derecha".

La minivan dió vuelta, y un minuto más tarde llegó a un gran espacio abierto donde edificios de adobe antiguos y marrones estaban en decadencia.

"¡Esas son las Ruinas de Pachacámac!", dijo Molly efusivamente, mirando por la ventana del pasajero.

"Si, si", dijo Owen.

"Dios mío, no puedo creerlo", dijo Molly, y procedió a interrogar a Owen y a Manny sobre todo lo que sabían sobre las ruinas y si podían organizar una visita después de la expedición.

A pesar de como se sentía Claire, no pudo evitar estirar el cuello también. La minivan pasó por las ruinas y dobló a una larga calle de cuatro carriles que conducían a una pobre alumbrada valla de una carretera. Pero al menos, ya no estaban en el tráfico intermitente.

La carretera viraba hacia el océano, siguiendo una larga arqueada ribera salpicada de riscos cubiertos de hierbas que rebosaban lino rojo. Aquí y allá, racimos de palmeras se balanceaban en la brisa. Un profundo océano azul amontonaba olas sobre una larga playa de forma semilunar para cuando apareció una villa hecha de estuco con techos de terracota.

Owen las señalaba. "Las posadas para la noche".

Manny salió de la carretera y condujo por un camino construido empedrado bordeado de lupinos de colores rosado y rojo. Al final había una amplio curva que se deslizaba debajo de una puerta cochera1 que estaba sostenida por tablas de madera pulida. Owen saltó, abrió la parte trasera de la furgoneta y colocó sus maletas en un carrito de equipaje vacío.

Detrás de él, Thad, Jorge y Molly se reunían, dejando sola a Claire. Ella los observaba estirar la espalda, y luego se separó del asiento y salió. Mientras observaba el océano entre el alto césped, Owen se acercó por detrás de ella.

"Muy bonito, ¿eh?"

"Sí, realmente agradable", murmuró Claire, y ella apenas podía imaginarse la expresión de Noah si él se enteraba que estaban ocupados en un chalet cinco estrellas.

Cuatro

18 de diciembre del 2012, Lima

A la mañana siguiente, Claire se sintió mejor. De mala gana, ella admitió que Owen había tenido razón. El mate de coca era el truco. Salió a la terraza y observó en la lejana orilla de la costa. Un tenue resplandor rosado pintaba el mundo y cálidos céfiros se arremolinaban alrededor del hotel, jugando con su cabello. Eran poco después de las cinco de la madrugada, y en una hora ella y su equipo se encontrarían con Owen en el vestíbulo.

Tomó un sorbo de té, bebible con una buena dosis de crema y azúcar, y meditó por enésima vez la cadena de acontecimientos que la trajo hasta allí. Comenzó con el avistamiento de un indio de origen desconocido en una parte remota de la selva amazónica. Luego, poco después, llegó la noticia de un "Hombre Perdido", que finalmente llevó a un primer encuentro desastroso.

Pero fue Thad quien le llamó la atención sobre el "Hombre Perdido", y fue el amigo de un amigo de Thad quien recomendó a un guía poco probable llamado Owen Macleod, quien, dió la casualidad, de que vivió casi en el patio trasero del "Hombre Perdido". Todo parecía tan predestinado, y si ella fuera una persona religiosa, casi podría creer que hubo un poder más alto en presencia aquí.

Ella imaginaba encontrarse con el "Hombre Perdido". Si su ADN pudiera vincularse con raíces africanas, su teoría obtendría una prueba irrefutable de la existencia de una conexión transatlántica, y así borraría años de dolor de sus pares, que se rieron de ella, quienes le llamaron a su teoría, la basura de la película 'Chariots of Fire'1. Dejando aparte, que nadie tenía una buena explicación para la cocaína encontrada en el antiguo Egipto o el extraño parecido que las pirámides escalonadas en América Central y del Sur tenían con los Ziggurats2 al otro lado del océano.

La prueba definitiva, por supuesto, estaría en el ADN, si pudiera obtener alguna. Su ADN mitocondrial contribuiría en gran medida a confirmar su creencia de contacto temprano con los pueblos egipcios o podría acabar con quince años de trabajo y poner su carrera en espiral en un abismo sombrío de colegios comunitarios.

Claire trataba de ahuyentar ese aterrador concepto cuando Molly estalló en una serie de calificativos de más de cuatro letras en la habitación de al lado. Se quitó su faja de albornoz y bajó de la terraza a su habitación. La lámpara al lado de su cama que había estado encendida hace un minuto estaba apagada y la pantalla digital en su despertador había desaparecido. Perpleja, abrió la puerta y miró hacia el misterioso pasillo. La gente se arremolinaba afuera de sus puertas, hablando en voz baja. Claire salió inadvertidamente de su habitación, caminó hasta la puerta de Molly y la llamó.

Su joven pelirroja asistente de investigación contestó con su sudadera gris universitaria, parecía un gato salvaje que acababa de ser metido en una caja.

"¿Estás bien?" dijo Claire, echándole un ojo a el quemado disipador de tensión en la mano de Molly.

"¡No! ¡Mi maldita computadora portátil se acaba de freír!" Ella levantó los brazos y arrojó el disipador contra su cama sin hacer. "Tenemos otras laptops", Claire tranquilizaba, pero mientras lo decía, su estómago se revolvía. El transpondedor de impulsos radioeléctricos Sat-Lynk yacía en la cama con la pantalla levantada y abierta. "¿Dime que no estaba enchufado?"

Molly movía la cabeza. "No, gracias a Dios". Mirando hacia atrás en su computadora, dejó escapar un fuerte suspiro. "Es que apenas acabo de comprar esta cosa de mierda."

Claire suspiró de alivio. Podrán vivir sin una computadora portátil. Pero sin un Sat Lynk, no podrían. "Está bien, te conseguiremos otra cuando volvamos."

"No entiendes. Me llevó todo el día transferir todos mis datos a eso. ¡Arghhhh!"

"Lo siento, Mol, en serio", dijo Claire, tratando de calmar a su ex sobrina. Tan apta y capaz como Molly era, tenía un temperamento desagradable cuando las cosas iban mal. Una deficiencia que Claire había tenido en cuenta cuando la seleccionó para el equipo, además del hecho de que era la sobrina de Noah. Pero necesitaba la fuerza técnica de Molly, y no le perjudicaba que Molly tuviera un gran interés en los pueblos amazónicos.

Fue hacia Molly y la miró directamente a los ojos. "Ve a tomar tu baño. Es el último bien que obtienes por un tiempo".

Owen estaba parado al pie de la escalera del transporte, mirando por el parabrisas en una mañana clara sin una nube en el cielo. Él sonreía. Pronto, estaría en su elemento: en la selva sin que nadie controlara lo que estaba haciendo.

Arrojó el envoltorio de su barra de chocolate matutino en la bolsa de basura que colgaba del tablero del vehículo mientras Manny llevaba el transporte frente al hotel de Claire.

Frente a ellos estaban Molly, Thad y Jorge con sus bolsos. Claire no había bajado todavía. Owen miró su reloj. Probablemente poniéndole al mal tiempo buena cara. Saltó con los pies por delante cuando el otro transporte se detenía y se escabulló al costado de su vehículo.

"Buen día, compañeros. ¿Durmieron bien?" decía Owen por encima de su hombro mientras revisaba la red de cuerdas que cruzaban los suministros en el techo del portaequipaje.

"Como un bebé", dijo Molly con un toque de sarcasmo.

Mirando hacia atrás, Owen la vió agarrar su bolsa de lona y dirigirse hacia el transporte. Estamos de humor, ¿verdad? mientras jalaba de la cuerda floja de una de las cuerdas. Mientras la volvía a atar, le dijo, "¿Cierto, Molly?"

"Sí."

"Lo mejor es embadurnarse en bloqueador solar. El sol te freirá aquí."

Escuchó a Molly hacer una rabieta mientras Jorge y Thad avanzaban a su lado. Thad dijo: "No te preocupes por ella. Ella ha tenido una mala mañana." Bajó los pulgares y agregó: "La computadora".

Entonces, Owen asintió y dijo: "¿Alguna idea de cuando podría aparecer la jefa? La luz del día se está perdiendo, y 'tenemos mucho que recorrer delante de nosotros'."

En ese momento, la voz de Claire se alzaba detrás de ellos. "Buenos Días." Owen se giró para verla caminar hacia él con un bulto completo colgado de sus hombros. La morena tonificada y con curvas llenaba su blusa marrón claro muy bien. Mientras daba grandes pasos hacia él con un modo de caminar especial, agregó: "Parece que tenemos un buen día para viajar." Owen asintió. "Eso creemos. Bonito par de botas Zambers."

"Sí. Han visto muchos kilómetros a lo largo de los años", dijo Claire, admirando sus botas.

Owen se encogió de hombros y miró hacia abajo. Sus, una vez, botas de cuero marrón oscuro se habían desteñido a un gris lechoso y un par de ojales de acero le estaban faltando alrededor de los cordones. "Sí, las mías también. ¿Cómo te sientes?"

Ella le expresó una sonrisa rápida. "Bien gracias. ¿Todos listos?"

"Sweet As", dijo Owen, y le lanzó una sonrisa pícara. Claire frunció el ceño. "Sabes, esa jerga hipotética te meterá en problemas si la conservas."

"¿Qué, yo?"