Miguel de Cervantes - Ignacio Padilla - E-Book

Miguel de Cervantes E-Book

Ignacio Padilla

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Beschreibung

El sacerdote Pedro Pérez, amigo de Cervantes (en la ficción), le cuenta al barbero Nicolás las desdichas del autor del Quijote. Pero no se lo cuenta por casualidad. Los dos personajes están en una habitación con el propósito de "purificar" la biblioteca de don Alonso Quezada, un amigo mutuo que parece haber perdido la cabeza por leer demasiados libros fantásticos. Mientras separan los libros buenos de los dañinos, surge un ejemplar de "La Galatea", novela inconclusa de Cervantes. El barbero pregunta qué hacer con el libro, el sacerdote reconoce al autor y comienza su relato. La historia de Cervantes está llena de desgracias: de niño era muy pobre y se mudaba mucho; en su adolescencia y juventud leyó mucho, vivió en Roma y se interesó en escribir, pero su hermano lo convenció de enlistarse en el ejército español, que combatiría contra los turcos. La batalla de Lepanto lo marcaría para siempre, pues allí perdió la movilidad de la mano y acabó su carrera militar. Anhelaba conseguir un rango y tierras en América por sus hazañas bélicas, pero nunca lo conseguiría. Con todo, aún le quedaba el impulso de escribir. Sin embargo, rápidamente se le presentaron obstáculos: pasó mucho tiempo secuestrado por unos piratas, sin que nadie pagara su rescate. Cuando al fin fue libre y volvió a la literatura, nadie quería publicar sus cuentos, sus poemas o representar sus obras de teatro. En el panorama literario español él era el único que no brillaba. Y fue peor cuando un jovencito, aparecido casi de la nada, se granjeó la admiración y la simpatía de todos. Se llamaba Lope de Vega. Toda España quería leerlo o asistir a alguna de sus obras. Cervantes alcanzaría más resonancia que aquel jovencito. Pero no en vida. En sus últimos años publicó casi toda su obra. La más exitosa se basa en la historia de un señor que enloqueció por leer demasiados libros de caballería y otros cuentos fantásticos, un caso muy parecido al de don Alonso Quezada.

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A mis hijos, Constanza y Esteban,quizá algún día lectores del Quijote

El desdichado don Miguel

El barbero Nicolás y el padre Pedro estaban muy preocupados por su amigo don Alonso Quezada. El día anterior, un vecino se había encontrado a don Alonso molido a golpes en el campo y lo había traído de vuelta a casa, medio desmayado y gritando que era un caballero andante. El padre y el barbero le habían dado una tisana, que por el momento lo tenía roncando como un bebé.

Convencidos de que don Alonso había perdido la cabeza por leer demasiados cuentos fantasiosos, el cura y el barbero decidieron revisar su biblioteca para deshacerse de todos aquellos libros que podrían haber enloquecido a su amigo. Algunos se salvaron pero muchos otros fueron lanzados al fuego, aunque no tenían la culpa de que don Alonso se los hubiera tomado tan en serio.

Después de revisar los libros sobre caballeros y magos, examinaron otros menos fantásticos, pero también peligrosos para mentes como la de don Alonso. De repente el barbero tomó en sus manos un librote y leyó:

—¡Aquí hay un libro llamado La Galatea, de un tal Miguel de Cervantes!

Al oír esto, el cura sonrió y dijo:

—Hace años que Cervantes es amigo mío, y sé que es más versado en desdichas que en versos. Este libro suyo tiene buenas ideas: cuenta algunas cosas, pero no las acaba. Será mejor esperar a ver la segunda parte que ha prometido: quizá con eso la obra podría ser perdonada. Por ahora, guárdelo en su casa.

El barbero Nicolás no lo pensó dos veces. Guardó el libro mientras decía:

—¿Cómo es eso de que su amigo es más versado en desdichas que en versos?

—Es sólo una forma elegante de decir que es un buen escritor con pésima suerte —respondió el sacerdote—. No he conocido a nadie con tan mala pata. La última vez que lo vi acababa de salir de la cárcel. Ahora vive en Madrid con sus hermanas y se la pasa lamentándose de que nadie quiera publicar sus cuentos, que son muy buenos, ni representar sus obras de teatro, que no son tan buenas.

El barbero escuchó lo que le contaba el cura, asintió con la cabeza, se encogió de hombros y dijo:

—No sé si sea mala suerte. ¿No será que su amigo tiene mala actitud ante la vida?

El padre lo pensó un poco.

—Puede que tenga razón, amigo —reconoció—. Miguel ahora es un poco gruñón, pero no siempre fue así. La verdad es que el mundo no lo ha tratado bien, y lo que él esperaba que fueran aventuras se convirtieron en desventuras. A veces ha sido culpa suya, y otras parece obra de malvados encantadores. Deje que le cuente un poco sobre él y quizá entienda lo que he dicho sobre sus desdichas.

Historia del soldado que soñaba