Mis vivencias en coma - Fernando Genazzini - E-Book

Mis vivencias en coma E-Book

Fernando Genazzini

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Beschreibung

Después de casi veinte días en coma, con un infarto masivo de casi 13 días, me animo, luego de unos meses, a contar la experiencia la cual viví intensamente durante ese período .La acción se desarrolla en varios lugares completamente distintos, yendo de un lado a otro a veces sin sentido. Si me preguntan por qué o cómo, la respuesta no la tengo. Simplemente tengo la necesidad de relatar lo vivido, pues como muchos, siempre me pregunté, si la persona en coma sentía o soñaba o entendía algo de lo que le decían. Ahora yo puedo dar fe y con certeza, que EN MI CASO, en ese estado se siente, se escucha, cuando uno muere tiene vivencias increíbles, y en coma, tiene una vida paralela.

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Seitenzahl: 161

Veröffentlichungsjahr: 2014

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Mis vivencias en coma: Una vida parelela

Fernando Daniel Genazzini Olmos

Editorial Autores de Argentina

Índice

Mis vivencias en coma: Una vida parelela

EpílogoNotas de sucesos que me asombraron
Genazzini, Fernando 
    Mis vivencias en coma  : una vida paralela . - 1a ed. - Don Torcuato : Autores de Argentina, 2014.    
    E-Book.
    ISBN 978-987-711-080-7          
    1. Narrativa Argentina. I. Título
    CDD A863
Editorial Autores de Argentina

Mis vivencias en coma: Una vida parelela

Después de casi veinte días en coma, con un infarto masivo de casi 13 días, me animo, luego de unos meses, a contar la experiencia  la cual viví intensamente durante ese período .La acción se desarrolla en varios lugares completamente distintos, yendo de un lado a otro a veces sin sentido. Si me preguntan por qué o cómo, la respuesta no la tengo. Simplemente  tengo la necesidad de relatar lo vivido, pues como muchos, siempre me pregunté, si la persona en coma sentía o soñaba o entendía algo de lo que le decían. Ahora yo puedo dar fe y con certeza, que EN MI CASO, en ese estado se siente, se escucha, cuando uno muere tiene vivencias increíbles, y en coma, tiene una vida paralela. Todo esto transcurre desde el día 03 de diciembre de 2009 cuando me descompuse en Santa Teresita, donde vivo, con un edema agudo de pulmón, me trasladan al hospital de allí, luego de los primeros auxilios, me trasladan al hospital de Mar de Ajó distante a 20 Km.  y luego de algunos días, ya en coma, el traslado al hospital Interzonal de Mar del Plata, Hasta el día 06 de febrero de 2010, en que fui dado de alta.  Que el presente escrito sea el corolario de mi eterno agradecimiento a la dedicación, preocupación y atención del equipo médico completo, enfermeras de cardiología y  terapia intermedia, de ese hospital, quienes me dedicaron toda su paciencia y su gran amor, y a quienes les debo la vida, ya que el final de mi agradecimiento es tal, que lo única manera de demostrarlo, es cuidándome. Que cuando me vean tanto los médicos como las enfermeras y de hecho mi familia, se den cuenta que tanto esfuerzo y sacrificio valió la pena. Llevo en mi corazón un recuerdo inolvidablemente grato. Esta vida o vidas paralelas fueron tan reales  que cuando me desperté con los efectos de la hiperventilación cerebral, seguía mezclando lo que en ese momento era mi vida con la otra realidad. Aclaro que  cuando me descompuse contaba con 52 años, y mi familia consta de mi esposa Alba, con la que llevamos 34 años de casados, mis hijos Aníbal y Ángela, mi yerno Ariel, quien se portó como otro hijo siempre dispuesto a todo e intervinieron después  mis dos hermanos mayores Horacio y Osvaldo, que nombraré en algunos pasajes, a quienes agradezco, y mis dos nietos Fernandito y Evangelina, quienes sufrieron la circunstancia,  a mi cuñado Adolfo, mi cuñada Noel y el  hijo de ambos Sebastián, quienes cobijaron a mi familia en su casa durante la estadía en Mar del Plata, colaborando en todo lo necesario y poniendo su auto a disposición para lo que fuere, como también a todos los hermanos de la  Iglesia Nueva Apostólica que me llevaron en profunda oración. Esta intercesión también fue fundamental para poder salir adelante y se notó en cada momento de mi difícil trance.

 ESTO ES MUY IMPORTANTE  No esperen una continuidad lógica ni finales felices, ni historias con un principio y un final coherente, ya que evidentemente estar en coma es algo similar a un sueño, saltando de un lado a otro y de un tiempo a otro sin ningún sentido, donde aparecen personajes que posiblemente hace años que no vemos, y que hasta quizás hemos olvidado, otros,  los cuales no podemos ni imaginarlos en cierta situación. Escribo tal cual me voy acordando que sucedió, a veces con baches a veces salteado.  Gracias.-

En el campo: Me internaban en un lugar lleno de pacientes y aparatos bastante ruidosos,  Era humilde, se notaba bastante viejo y deteriorado, con ventanas de hierro y el techo muy bajo. Nos atendía una enfermera bastante altanera, que apenas escuchaba la necesidad de los pacientes. Esperaba ansiosa el cambio de guardia, y cuando por fin llegaba su reemplazo, aparte de quejarse de su trabajo, hablaba pestes de todos los pacientes. Me daba pena, porque a excepción de dos o tres, el resto estaban medio muertos. Llegó un médico haciendo la ronda de guardia y controló todo el aparataje. Como otro paciente y yo no teníamos aparatos, decidimos pedir el alta, forzada si era necesario. El médico se retiró y no nos hizo caso. Mientras podía mirar todos los rincones de la sala, la entrada de aire acondicionado, los papagayos en el suelo, la noche hermosa que se veía a través de las viejas ventanas, Los carritos llenos de gasas y medicamentos. Como el otro paciente estaba cerca de mí,  hablábamos mucho, especialmente  sobre   la  forma  de irnos, o dado

El caso, de escaparnos.  Nos decidimos  alentándonos mutuamente y actuamos.- A la noche tarde, y bajo la protesta de la enfermera  que esperó la llegada de un compañero y del médico de guardia y con un montón de recomendaciones nos dejaron salir. Estábamos en el medio de la  nada, a la luz de una gran luna llena y de  las estrellas, que iluminaban el campo abierto de manera que nos permitía ver el camino, y la llanura en forma bastante clara algunos metros. Entonces tomamos mi auto que era un Falcon y huimos despavoridos de ese infierno ruidoso e incómodo. Anduvimos durante horas y finalmente nos detiene la policía porque hubo un robo cerca  de ese lugar  y como no nos conocían éramos los principales sospechosos. La comisaría estaba cerrada y nos llevaron a la casa del encargado de la misma. Un gaucho delgado, muy blanco, con grandes bigotes, cara angulosa ojos muy grandes, pómulos muy sobresalientes  y  un peinado a la gomina con un pequeño jopo. Nos preguntó todos los datos y envió a su ayudante a pedir antecedentes nuestros, mientras tratábamos de explicarle que recién salíamos del hospital, por lo que llamaron al médico de guardia para corroborar nuestra historia. Al rato apareció el mismo médico que nos dio el alta y confirmó  nuestra historia (era el médico que realmente me llevó en la ambulancia al hospital  de Santa Teresita a 8 cuadras de mi casa)  Cuando llegó el ayudante con los papeles, descubrieron que mi compañero tenía antecedentes y lo estaban buscando, por lo cual desde ese momento me quede solo. Luego de un bombardeo de preguntas en un ambiente cerrado que me hizo sentir somnoliento, me dejaron ir, por lo que dejé ese lugar y luego de andar un rato,  sentí un malestar general muy pronunciado y estacioné el auto cerca de una casa  que tenía todo el frente de vidrio con todas divisiones de madera y  quedaba cerca de la unión de 2 caminos y una rotonda. El frente no era plano sino que la parte superior era mayor que la inferior por lo que formaba un pequeño ángulo, que hacía notar que uno estaba más cerca del piso superior que del inferior. Estaba tan iluminada que se podía ver claramente hasta la entrada de las habitaciones y al ser de dos pisos, la sala de estar con distintos desniveles Estacioné de frente a esta casa y me quede mirando  dos nenas  vestidas con largas casacas, con su cuello cubierto totalmente, ceñidas en la cintura,  bolsillos grandes, con pantalones muy amplios, que parecían del tipo  hindú y descalzas. Jugaban con objetos que no reconocí como juguetes y en ese momento sentí que me dormía por el gran cansancio. Se relajó todo mi cuerpo, pero aún con los ojos abiertos. Solté el volante, apenas pude sacar los pies de los pedales y al aflojarse mis hombros, mi mentón cayó sobre mi pecho. Fue un instante muy raro! No respiraba y no sentía necesidad de hacerlo, sintiéndome bien, sin desesperarme por la falta de oxígeno. No  podía moverme pero pude observar que estaba tieso y muerto (paro cardíaco en la ambulancia que me trasladaba de Mar de Ajó a Mar del Plata durante unos minutos)  Las nenas, al darse cuenta de mi  estado, no sé cómo, comenzaron a realizar rituales dentro de la casa. Se arrimaban al vidrio moviéndose como si bailaran apoyando la palma de sus manos rítmicamente sobre el mismo, ponían incienso, decían oraciones que no entendí, bailaban en círculos y se vistieron con unas túnicas blancas y largas, continuando su danza. Yo observaba todo desde adentro del auto y por momentos desde el techo, como si estuviera allí sentado. En un momento me inquieté, pues necesitaba una definición, quería irme, donde fuera, pero deseaba en lo posible ir  a la eternidad, todo se había  terminado,  pero la actitud de estas nenas a la cual se sumó su mamá,  no me permitían alejarme de mi cuerpo inútil. Sentía que hacía fuerza para separarme más y más de ese cuerpo, pero fue inútil. Apareció el papá de las nenas quien resultó ser el encargado de los papeles en la comisaría  quien las retó y quitó todo lo que habían hecho y cerró las cortinas. Vino a verme y constató mi muerte llamando al hospital para que me retiren. No pude moverme más ni siquiera al techo del auto.

Pero qué pasa? Me siento raro, pero tan bien! No me duele nada! Me siento realmente bien. Que potencia interior tan grande e indescriptible!, en este lugar tan blanco, tan luminoso, tan cálido, estoy dentro de una luz que me envuelve suavemente, que a pesar de ser tan blanca no me encandila, y siento una plenitud espiritual tan especial que no tengo palabra alguna como para describirla. Sonrío; todo se siente perfecto, tan perfecto, que no quiero salir de ahí por nada. Abro los brazos y extiendo el cuello llevando la cabeza hacia atrás para recibir en mi cara todo el resplandor. En un momento veo un huequito en la luz, y puedo ver un prado verde recorrido por figuras vestidas de blanco que flotaban libremente. Yo también  puedo flotar libremente pero dentro de la luz, por lo que ver ese paisaje no me afectó para nada. No es tanto lo que vi, es lo que sentí, que fue tan intenso, que me hizo cambiar muchas facetas de mi vida.  Me estoy dando cuenta que le estoy dando importancia a las cosas que realmente la tienen. Ahora sigo con mi otra vida, pues esto sucedió mientras sufría el paro cardíaco en la ambulancia.-

Salto a un lugar que es una ciudad pero interior. No sé si es un edificio enorme, o algo subterráneo, pero me daba cuenta que no podía ver el cielo, era un lugar encerrado.  Todas las funciones vitales y diarias son supervisadas en forma electrónica  por profesionales japoneses. Era un lugar paradisíaco donde desde el medio ambiente hasta nuestras funciones orgánicas estaban controladas con una computadora central. SI, era un lugar paradisíaco! en el cual desde estar en la habitación, dormir, tomar una ducha, comer, hasta caminar por el parque, o entre los edificios, estaba todo controlado con  una seguridad absoluta por el control central. Cualquier inconveniente, solo debía avisar lo que pasaba y lo corregía. Calor, frío, hambre, cansancio, escuchar música, disfrutar de cualquier manera, absolutamente todo. Recuerdo ver la sala de control donde  trabajaban dos personas arduamente sobre los paneles, inmensos, llenos de botones luces y palancas, sentados, pero  a la vez con mucha tranquilidad. Yo me encontraba detrás de un vidrio divisorio, de más o menos 10 mts de largo por cinco o seis de alto, y del lado mío unos chicos jugando con muñecos y juguetes pero todo en total y absoluto silencio. Si entraba alguien a dar una indicación  o a hablar con algún operador, lo hacía en su oído por lo que se permanecía en silencio  en todo el ambiente. Era algo asombroso. A pesar de no ver a nadie más, sabía que ese lugar estaba lleno de gente, todos los cuales teníamos un control remoto con el  que según el código  o número que apretábamos, denunciábamos  nuestra necesidad, pero siempre en silencio. Era un lugar  hermoso, cálido, con muebles muy lujosos, pintado de blanco, con una alfombra mullida color ocre, que ocupaba todo el piso, el techo era alto con luces empotradas, que iluminaban todo claramente. Ese era el centro neurálgico de donde satisfacían todos nuestros deseos. De pronto se me acerca una nena de unos once o doce años, muy delgadita, sonriente, vestida con unos pantalones muy amplios, y una amplia camisola con las mangas muy anchas, toda de blanco, dos largas trenzas, japonesa por supuesto,  y en voz baja y muy dulce, me preguntó si me sentía bien, si necesitaba algo, si estaba cómodo. Le dije que estaba bien pero que me extrañaba tanto silencio, y que ellas no emitieran sonidos a pesar de estar jugando. Le pregunté si pasaban mucho tiempo en ese lugar, y me dijo que sí, porque su función era pensar. Cómo? pregunté, -sí, contestó debemos pensar en cómo mejorar el sistema y darles aún más comodidad a los habitantes de esta ciudad. Nosotros le damos la orden a la computadora central con nuestra mente, para realizar los cambios necesarios. Somos varios niños entrenados para esto. Nuestra única función es pensar, y para eso necesitamos silencio y paz. Salgo de ese lugar, a caminar por la ciudad y de pronto vi que las cámaras situadas estratégicamente en toda la ciudad, también vigilaban una comisaría de campo, a donde me había trasladado en ese instante, siempre flotando. Habían apresado a un  hombre que luego de violar a una jovencita, ella le cortó el pene y lo arrojó no lejos del lugar. A duras penas lo pudo recuperar y exigía que se lo reimplantaran rápidamente. Quedó solo en una habitación y se le acercó un oficial que se encargaba de hacerse amigo  de los malhechores, pedirles una coima y hacerles creer que los iban a liberar, lo que permitía averiguar mucho más sobre sus andanzas, ya que ellos brindaban teléfonos y direcciones de amigos, abogados, y muchas veces esos datos les permitían realizar más procedimientos. No entiendo como hacía para engañarlos tan rápido, si era por la desesperación, o por qué. Todo esto filmado y supervisado por los japoneses  y el comisario. Al lado de aquel lugar estaba el pequeño hospital, desde donde pidieron personal para asistir a la mujer atacada. Recuerdo ver a una enfermera, joven y muy bonita, que con toda la bronca, maldiciendo por lo bajo, revisaba a la joven violada y corroborando lo sucedido, se llevaba su ropa y comentaba con el médico de guardia, que en esas fiestas no podrían llegar a tiempo a su casa, por la cantidad de trabajo que había (era navidad) y encima con un hecho de esa naturaleza que creían que era el primero que debían atender. El oficial infiltrado hizo muy bien su trabajo y pudieron encerrar al hombre sin ningún problema, prometiéndole todas las garantías para su liberación inmediata, a cambio de dinero, por lo que el acusado le informó al oficial donde estaba el dinero que por cierto era bastante, para que lo tomara como pago. El  hombre continuaba gritando que tenía amigos, influencias, pero en pocos minutos gritaba pidiendo a este oficial,  para que le otorgara lo pactado, que para eso le había pagado y entregado el teléfono de su abogado. Pero lo dejaron en la sala de interrogatorios y se fueron todos. Quedó vociferando  solo. Algo que yo no entendí como pasó, es que me encontré nuevamente en el recinto vigilado por los orientales. Por circuito cerrado, pude observar como esa persona seguía gritando que quería la suma de dinero que le había entregado entre otras cosas al oficial, ya que no cumplía con su libertad prometida. Parece ser que antes, nunca nadie había reaccionado de esa manera. Los técnicos siempre en el mas absoluto silencio, enviaron una mujer, luego de que fuera adiestrada con sumo  cuidado  sobre papeleos y trámites judiciales, con la orden  escrita de que debía ir a la cárcel y que todo había sido una treta para que el confesara todo lo perpetrado. La mujer, joven, con su guardapolvo blanco, pelo negro recogido y con muy poco maquillaje, estaba bastante nerviosa por tener  que enfrentar ese difícil trance. A pesar de mantener la calma, y explicarle todo claramente, fue inútil. El  hombre seguía a los gritos por lo que le enviaron a dos personas más, quienes consultaban entre ellos como debían proceder y calmándose los nervios. Eran otra joven y un muchacho, que  a pesar de las pruebas y de la enseñanza que portaban, no pudieron hacer nada. Los asistentes de control como no sabían que hacer, llamaron al supervisor  y este en forma muy práctica, al ver que no se podía solucionar nada, borró de la computadora principal toda memoria sobre este hombre y asunto terminado! Así arreglaron todo los orientales. No sirve?  Trae problemas? Se borra. Todo práctico.-

Vuelvo al campo junto al comisario quien me mantenía detenido, creo que por presenciar todo el tema de este hombre con los japoneses,  aunque en calidad de que, no sé. De pronto llega una señora muy hermosa, de nariz respingada, ojos azules,  pelo corto platinado, peinado hacia un costado, con un carácter muy fuerte.  Muy lindo físico, con un abrigo negro entallado hasta la cintura y  con un vuelo muy amplio, largo, con grandes botones y unas botas negras con un gran taco, que se notaba eran muy finas. Le dijo al comisario que  representaba al gobierno y que debía liberarme de inmediato. Presentando una serie de papeles, le comunicó que ella se haría cargo de la comisaría para ordenar algunos asuntos inconclusos. Tenía una facilidad de palabra envidiable y enseguida convenció al pobre hombre con una voz muy firme, que se quedara tranquilo, que todo estaba bien, mirándolo fijamente a los ojos. El comisario se puso pálido y le contestó (abriendo los brazos en actitud de “yo no fui”) ¡Si usted lo dice señora! Esta mujer intervino mucho en todo el resto de la historia. Había llegado con su secretario quien llevaba a su  propio hijo y administraban una serie de empresas con sus laptops, los dos,  tanto padre como hijo manejaban esas computadoras  magistralmente y desde allí podían hacer y deshacer lo que quisieran a las empresas de las cuales ella era  la directora. Cuando me liberó, me pidió ayuda para descubrir a una banda que trabajaba en un destacamento no lejos de allí, debiendo infiltrarme como espía ya que sospechaban que había trata de niños y bebés junto a prácticas ilegales de la medicina, como abortos varios. Subimos a una enorme limusina muy cómoda que parecía flotar. No me daba cuenta ni de las irregularidades de los caminos de tierra, ni de la velocidad.  Le dije que no había problemas pues me la pasaría acostado todo el día en un catre observando, pero con la condición de que me dijera como  me había encontrado y quien la había mandado, y aquí viene lo bueno, algo que me marcó hasta después de que me despertaran. Me envía tu ex esposa, -me dijo-  Alba, (Mi esposa en la realidad) que es cantante lírica, una soprano muy famosa, que se casó con un médico híper millonario, con su base en un edificio muy lujoso en una isla del caribe y que está a punto de instalar una clínica con los adelantos médicos y de computación de última generación, donde te quiere llevar a vos, además del canal de televisión que tiene para darse pequeños gustos.  Y desde cuando hace de todo esto? le pregunte,  y más o menos 23 años. A  bue  eeste  buá!  Que  le iba a decir?