Mono y esencia - Aldous Huxley - E-Book

Mono y esencia E-Book

Aldous Huxley

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Beschreibung

"Mono y esencia" consta de dos partes bien diferenciadas. La primera se sitúa en 1948 donde Bob Briggs encuentra accidentalmente la copia rechazada de un guion titulado "Mono y esencia", firmado por un tal William Tallis. Decididos a salvarlo del olvido, Briggs y un compañero de Hollywood viajan a la búsqueda de Tallis. La segunda parte, desarrolla la transcripción del guion, que se sitúa en febrero del año 2108 y presenta el mundo destruido por la Tercera Guerra Mundial. Los simios han evolucionado a un nivel superior de conciencia y gobiernan sobre los hombres en Nueva Zelanda y el África Ecuatorial, subordinados a una total esclavitud. Entretanto, en California, en las ruinas de Los Ángeles, los integrantes de una pequeña comunidad de seres infrahumanos (degenerados física y espiritualmente a causa de la radiación provocada por la guerra nuclear) se han transformado en una especie mutante sometida al triunfo del mal, simbolizado por Belial.

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Veröffentlichungsjahr: 2023

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Aldous Huxley

Mono y esencia

Edición y traducción de Jesús Isaías Gómez López

Aldous Huxley.

Introducción

1.EL APELLIDO HUXLEY:LA HERMENÉUTICA CIENTÍFICA COMO AVAL LITERARIO

Huxley fue uno de esos individuos excepcionalmente dotados, a la vez que sumamente cultos y versados en múltiples ámbitos de estudio: un auténtico polímata tanto en ciencias como en humanidades.

RONALD LEE ZIGLER1

Thomas Henry Huxley, coloquialmente llamado el Bulldog de Darwin, y como advierte Nicholas Murray2, el fundador de la «dinastía Huxley» —seguramente la «aristocracia intelectual»3 británica más consolidada y prestigiosa del pasado siglo—, fallece el 29 de junio de 1895, apenas un año antes del nacimiento de su nieto Aldous Huxley. Estos orígenes familiares, vinculados estrechamente al desarrollo del pensamiento científico que acabará dominando el siglo XX, serán sin duda cruciales en la formación y madurez de Aldous Huxley como poeta, novelista y filósofo entregado a la búsqueda de ese eslabón perdido entre la ciencia y la literatura, la máquina y el hombre, y la materia y el espíritu.

Al fundador de la «dinastía» Huxley la reputación no le llegaría únicamente por su constante y novedosa labor investigadora, a ello contribuyó, en buena medida, su vinculación e incondicional defensa de las tesis de Darwin. El 24 de noviembre de 1859 John Murray editaba en Londres El origen de las especies4, de Charles Darwin. Y tan solo un mes después, en diciembre de ese mismo año, Thomas Huxley recibía un ejemplar del título de Darwin para realizar una reseña del mismo en el periódico The Times. Thomas Huxley ofrecía una visión muy racional de la obra de Darwin, consciente de la revolución que en la esfera del pensamiento un trabajo de tal calibre podría provocar en la rígida sociedad y moral victoriana de su tiempo.

No eran muchos los científicos e intelectuales de la época que gozaban de la formación específica y la suficiente reputación como para salir, exitosamente, a frenar, con rigor y credibilidad, los frenéticos y demoledores embates que la obra de Darwin empezaba a recibir desde los sectores más conservadores del pensamiento y la cultura victorianos, en especial del entorno de la teología. En este contexto, Samuel Wilberforce, obispo de Oxford, escribiría, para la revista The Quarterly Review, en julio de 1860, una reseña criticando las teorías evolucionistas de Darwin, donde esgrimía razonamientos que en algunos casos rozan el sarcasmo más extremo al llegar a afirmar que, de ser ciertas las teorías de Darwin, el hombre también podría buscar sus orígenes entre distintas variedades de setas y champiñones5. La reseña del obispo de Oxford no tardaría en recibir la réplica de Thomas Huxley, con su artículo «On the Zoological Relations of Man with the Lower Animals» publicado en la Natural History Review, ensayo que el propio Huxley se encargaría de hacer llegar al prelado6. La disputa entre el obispo de Oxford y Thomas Huxley culminó en una batalla entre la ciencia y la Iglesia, cuyo desenlace tuvo lugar en el debate que enfrentó a ambos en Oxford, organizado por la British Association en el Museo de Historia Natural de la Universidad de Oxford, el 30 de junio de 1860. De la disputa entre darwinistas y creacionistas se esperaba un ganador y un derrotado, y tras horas de intenso y eléctrico debate entre Samuel Wilberforce y Thomas Huxley, el obispo cometió un único aunque fatal error en su discurso: en un desesperado intento por desacreditar las tesis evolucionistas de Darwin, relacionó, con desafortunada ironía, la procedencia del hombre de una «cuadrumana» o mona. El chiste resultó de muy mal gusto, y sus propios seguidores, el séquito religioso que ocupaba casi la mitad de la sala, fueron los primeros en abandonar el lugar, abochornados por el desafortunado símil esgrimido por su representante. Fue entonces, cuando Thomas Huxley aprovechó el fatal error del prelado para, en su turno de palabra, afirmar que no se sentía avergonzado de tener a un mono por ancestro, sino que más bien se avergonzaría de tener relación con un hombre que hace solo buen uso de su talento para ensombrecer la verdad7.

La batalla final entre la Iglesia y la ciencia finalmente se decantó a favor de esta última. Thomas Huxley cobró entonces un protagonismo mundial inusitado, trascendiendo los hasta entonces bien delimitados círculos culturales y científicos. Hoy su obra es todo un referente en el campo de la investigación y la ciencia evolucionistas, como advierte Ronald Clark, en su obra The Huxleys, «el origen creó a Darwin; su defensa creó a Huxley»8.

Unos años más tarde, en febrero de 1863, su obra Evidence as to Man’s Place in Nature9recogería los artículos y conclusiones que mejor sintetizaban el resultado de sus investigaciones llevadas a cabo en sus últimos años. El título consta de tres partes: «On the Natural History of the Man-Like Apes»10, «On the Relation of Man to the Lower Animals» y «On Some Fossil Remains of Man»11. El enfoque del que parten las tesis centrales del libro se centra en los posibles vínculos entre el Homo sapiens y sus ancestros. Sin lugar a duda, esta obra, para la fenomenología científica del siglo XIX, llega a ser tan relevante como El origen de las especies.

Tras el reconocimiento unánime de la comunidad científica internacional, por su dilatada e ímproba carrera investigadora, a partir de 1873 Thomas Huxley se vería obligado a ejercer los más relevantes cargos públicos y académicos, como profesor en la Universidad de Edimburgo (1875-1876), Presidente de la Royal Society, director de los prestigiosos centros de enseñanza Owen’s College y Eton College (1879-1888) y, finalmente, el de miembro del comité directivo del Museo Británico desde 1888 hasta su fallecimiento en 1895.

Thomas Henry Huxley y su esposa Henrietta tuvieron una larga prole compuesta por tres hijos y cinco hijas, dos de los cuales, su primogénito, Noel, y Nettie, murieron en la infancia. El cuarto de sus vástagos fue Leonard Huxley, progenitor de Aldous Huxley.

Con su muerte, el 29 de junio de 1895, en su hogar de Eastbourne, Sussex, el hombre que había provocado una larga guerra entre la ciencia y las humanidades, entre la biología y la religión, se despedía del siglo XIX iniciando un desafío intelectual que habría de sobrevivirle hasta bien entrado el siglo XX.

Su legado como profesor tampoco había pasado inadvertido. El mismo H. G. Wells, que había sido alumno suyo de Biología en la School of Science12, quedó impresionado hasta tal punto por sus enseñanzas que no tardaría en mostrar un gran interés por las teorías evolucionistas y por el darwinismo, conocimientos que desarrollaría posteriormente en algunas de sus novelas de corte más futurista, como La máquina del tiempo (1895) o La isla del doctor Moreau (1896). El reconocimiento de H. G. Wells hacia Thomas Henry Huxley originó una sólida relación académica de por vida, que a su vez derivó en estrechos lazos de amistad con su hijo Leonard y sus nietos Julian y Aldous. Tras la muerte del que había sido su maestro de Biología, H. G. Wells añadiría:

Tenía una voz rotunda y utilizaba frases claras y perfectas con un vocabulario tan selecto que justo después te dabas cuenta de lo mucho que esa voz templada y acompasada había dicho, y de lo rápido que había calado en la explicación13.

Pero no sería, sin embargo, Aldous Huxley el llamado a continuar la estela científica del abuelo, sino su hermano mayor, Julian Sorell Huxley (1887-1975), primogénito de la familia, destinado a seguir el importante legado científico de Thomas Henry Huxley. Julian, con una brillante formación académica en Balliol College (Universidad de Oxford), lograría descollar dentro de la teoría sintética evolucionista. Pero el talento literario y la pasión por la poesía también formaban parte de su polifacética personalidad, como legado instilado principalmente por su madre desde su más tierna infancia.

Su paso por el Balliol College, de la Universidad de Oxford, para estudiar Biología, también despertaría el interés del joven por la literatura clásica, la historia y la metafísica14. Mientras que su hermano pequeño Aldous se iba a convertir en un poeta, novelista y ensayista de profunda vocación y convicción científica, Julian ya era un despierto e indagador biólogo calado de inspiración literaria. No en vano, como estudiante en Balliol, en 1908 se hizo con el prestigioso Newdigate Prize de poesía con su poema «Holyrood»15.

Julian concluyó su carrera en Oxford en 1909, con un diploma honorífico que le facilitó la obtención de una beca, la Naples Scholarship, destinada a jóvenes biólogos, para llevar a cabo sus investigaciones en la Naples Marine Biological Station16.

Su brillante carrera como profesor e investigador iba a dar como resultado una exitosa producción literaria científica de corte humanista con títulos como Essays of a Biologist (1923), Religion without Revelation (1927), Evolution: The Modern Synthesis (1942), Evolutionary Ethics (1943) y Towards a New Humanism (1957)17. Pero serían, sin embargo, dos títulos los que lo iban a seguir manteniendo como un obligado referente en la síntesis evolucionista: The Science of Life: A Summary of Contemporary Knowledge about Life and its Possibilities (1931)18 y New Bottles for New Wine (1957)19. El primero, The Science of Life, lo escribe en colaboración con H. G. Wells y el hijo de este, G. P. Wells. El libro, finalmente publicado por Cassell en 1931, une los esfuerzos creativos de los tres escritores entre 1927 y 1931. El proyecto fue todo un tour de force para los tres autores, no exento de frecuentes momentos de tensión y posturas enfrentadas, provocadas fundamentalmente por el polémico carácter y el, en ocasiones, exaltado ánimo de H. G. Wells, que, más de una vez, estuvo a punto de dar al traste con el trabajo al presionar excesivamente el proceder sereno y paciente de Julian Huxley:

Este trabajo es un trabajo importante; tus investigaciones y tu carrera profesional son menos importantes. Advierte también: es más fácil ampliar que recortar. Primero hazte con todos los fundamentos20.

No hay que olvidar tampoco que, para sorpresa de sus compañeros de King’s College, Julian Huxley renunciaría a su cátedra de Zoología en 192721, para dedicarse, por completo, y como le había sugerido H. G. Wells, al ilusionante proyecto de «La ciencia de la vida», al que aportó, además de sus conocimientos biológicos, un componente religioso que derivaba intrínsecamente de su enfoque científico.

El otro título, New Bottles for New Wine —que nunca dejó de ser noticia y continúa manteniendo un lugar destacado entre las reseñas actuales de la literatura no solo científica, sino especialmente de ciencia ficción—, despliega toda una visión profética acerca de un nuevo ser humano, cuya evolución ya no estará sujeta únicamente a los caprichos, azares y leyes de la naturaleza, sino, sobre todo, a los avances tecnológicos y científicos que aplicados correctamente podrán mejorar el curso evolutivo de nuestra especie. En esta obra, Julian acuñó el término transhumanism (‘transhumanismo’), palabra destinada a sentar las bases de la biotecnología, convirtiéndose pronto en un movimiento científico con numerosos seguidores a nivel internacional. La evolución, por tanto, ya no iba a ser mejor únicamenteen un sentido espiritual y moral, sino, stricto sensu, en el horizonte material y físico. Aunque Julian Huxley hablaba de este nuevo salto evolutivo como algo inminente que también ha de ser temido si no se respeta la más íntima esencia del ser humano, por lo que en ningún modo debería ser un modelo que había que seguir a cualquier precio. De esta nueva evolución nos hablarán, años más tarde, muchas de las novelas de autores como Isaac Asimov e incluso algunas de su amigo y colaborador H. G. Wells.

Su entusiasmo y desvelo por la preservación de las especies y del planeta, así como por las condiciones de vida del ser humano, le abrieron las puertas de importantes fundaciones y organizaciones en defensa del ecosistema y la humanidad; si bien, la mejor oportunidad de demostrar al mundo su especial talento como filósofo científico le llegaría como miembro cofundador de la UNESCO, organismo del que fuera su primer director general en 1946, cargo que desempeñó con solvencia hasta 1948.

Tras su fallecimiento, el 14 de febrero de 197522, el mundo científico perdió a uno de los máximos exponentes de las teorías evolucionistas de la selección natural de las especies23, ya iniciadas por Darwin, y reforzadas por Thomas Huxley, su abuelo; pero en cambio, ganaría un nuevo modelo de ver la ciencia con ojos humanistas, completándose así el círculo que, en sentido inverso, realizaría su hermano Aldous, para acabar en el mismo punto de unión y distinción.

2.ALDOUS HUXLEY: DEL PROCESO LÍRICO A LA SÁTIRA DE IDEAS24

La suya fue una poesía con proyección que anticipó temas, actitudes y, sobre todo, técnicas de contrapunto que después manipuló ingeniosamente en sus novelas. El aprendizaje de la poesía permitió a Huxley cumplir la promesa de sus primeros poemas en otro género.

JEROME MECKIER25

Aldous Leonard Huxley nace un 26 de julio de 1894 en la pequeña localidad de Laleham26, el mismo pueblo que también viera nacer a su tío abuelo materno, el poeta victoriano Matthew Arnold y, dicho sea de paso, la misma región donde su «semihéroe freudiano» de Un mundo feliz, John, el Salvaje,convirtiera un faro abandonado en una íntima ermita donde huir de la civilizacion y abrazar el suicidio como desesperada vía de escape del mundo y de sí mismo27. Aldous es el tercer hijo del matrimonio compuesto por Leonard Huxley y Julia Francis Arnold. El mayor de los hermanos es Julian, al que le siguen Trevenen, Huxley y su hermana Margaret. La unión de estos dos apellidos, Huxley y Arnold, da como resultado la fusión de dos linajes intelectivos que aprecian y conciben el mundo desde diferentes perspectivas: el enfoque científico con que los Huxley vienen observando la vida y la visión didáctica y pedagógica que es la vida misma de los Arnold. De este modo, podemos entender cómo Aldous Huxley ya, desde su concepción, parece albergar en los genes esa visión multidisciplinar de la realidad y de su mundo, que se traducirá en más de cincuenta años de vasta creación literaria en constante evolución temática y sobre las más diversas disciplinas: desde las artes —donde también sitúa las humanidades y la literatura— hasta la política, la filosofía y la ciencia. Nada, o casi nada, de todo cuanto forma parte de nuestro común universo le será indiferente a su mente, sin duda una de las más intelectivas y proféticas del pasado siglo.

Huxley nace en el seno, pues, de dos de las familias más intelectuales de la Inglaterra victoriana, gracia y circunstancia que le conceden la oportunidad de disfrutar, en su infancia, del ambiente más idóneo para desarrollar su mayor talento, el intelectual, y, en su adolescencia y juventud, de cultivarse en las instituciones más prestigiosas de la Inglaterra de su tiempo. Tal y como en su momento advirtiera su primera biógrafa, Sybille Bedford, Huxley «nació en un extraordinario enclave de autoconciencia, en una clase dentro de otra, la dirigente clase alta, una élite, una aristocracia intelectual compuesta por un puñado de familias»28. Su padre, maestro de escuela en Charterhouse (Godalming) y su madre, Julia Arnold29 —una mujer adelantada a su tiempo—, directora y maestra de la escuela Prior’s Field School30, un nada convencional internado de enseñanza secundaria que ella misma funda un 23 de enero de 1902, al poco de mudarse la familia a la finca del mismo nombre. Huxley formará parte del alumnado de la escuela desde los seis hasta los nueve años, siendo el único varón en toda la historia de la institución31. Julia Huxley, maestra y madre, es sin duda la pieza clave en conformar el difícil engranaje emocional y físico de su hijo Aldous desde su más temprana infancia.

2.1.De Eton a Balliol College: entre el germen y el fermento lírico

Apenas cumplidos los catorce años, en septiembre de 1908, Aldous entra en el elitista colegio de Eton College32, donde pasa cuatro años hasta su ingreso en la universidad. Su paso por Eton marcará muy favorablemente su brillante formación académica al vivir en este marco ideal una de sus mayores aventuras como el curioso estudiante que tiene ante sí la oportunidad de satisfacer gran parte de su cada vez más insaciable apetito intelectual. Pero un lamentable episodio, el fallecimiento de su madre, el 29 de noviembre de 1908, hace temblar los aún tímidos resortes emocionales del joven Huxley que, con su natural carácter introvertido, no deja entrever a su entorno atisbo alguno de su profunda amargura, reservada íntimamente.

Tres años después de la triste desaparición de su madre, en noviembre de 1911, cuando el joven Huxley logra encauzar sus pasos hacia un prometedor horizonte, dentro de un mundo donde la literatura, el arte y la filosofía vienen a iluminar su vida, surge otra drástica contrariedad, una, en apariencia, insignificante conjuntivitis encubre un diagnóstico mucho más serio: queratitis punctata, patología que lo deja durante los siguientes dos años casi ciego. Según Bedford, «Huxley quedó prácticamente ciego. Apenas podía distinguir la luz de la oscuridad, siéndole imposible valerse por sí mismo. Ni siquiera podía leer»33.

Los años siguientes a ese diagnóstico le llevan a padecer una insoportable secuencia de intervenciones quirúrgicas y severos tratamientos médicos. El alcance de la enfermedad le obliga a abandonar sus estudios en Eton, para seguirlos en casa bajo la supervisión de distintos tutores que su padre contrata. Durante estos casi dos años de convalecencia, los frecuentes viajes al extranjero y estancias en hogares de amigos suponen un valioso alivio para su difícil recuperación. Su estancia en Marburgo, Alemania, en casa del profesor Kayser, catedrático de Geología amigo de la familia, durante el verano de 1912, le vale tanto para profundizar en sus estudios de música clásica como para aprender la lengua alemana, fundamentalmente a nivel oral34. Durante estos años, solo puede leer valiéndose del método braille, sistema que llega a dominar por sí mismo, con la única ayuda de una pequeña máquina de escribir en braille. Ni siquiera el duro revés provocado por la adversidad de su enfermedad logra debilitar, en ningún momento, su extraordinaria fuerza interior, que le guía hacia un ilusionante período de intensa creatividad y constante aprendizaje de nuevas disciplinas como el piano, instrumento que también aprende a tocar de manera autodidacta, creando un método de su propia invención harto efectivo35.

El mundo interior de este joven de solo diecisiete años es tan deslumbrante que parece depararle toda la explosión de fuerza y vitalidad que la realidad exterior le niega. Fruto y consecuencia de toda esta disciplinada formación autodidacta en el apartado musical y en el pictórico serán la mayoría de ensayos sobre arte que publicará en los años veinte, con el enfoque crítico de un inspirado y cultivado erudito36.

Casi todo el verano de 1913 transcurre en Grenoble (Francia), con la intención de mejorar su francés. En esta ciudad aprovecha la ocasión de profundizar en sus conocimientos de literatura francesa, comenzando así su estudio de autores como La Fontaine, Mallarmé y Baudelaire, que muy pronto serán una valiosa fuente de inspiración poética.

Ya en octubre de 1913, con la vista bastante recuperada, Aldous Huxley por fin entra a formar parte del selecto grupo de estudiantes del Balliol College, de la Universidad de Oxford. De la mano de su profesor Walter Raleigh recibe los primeros conocimientos de literatura anglosajona, adentrándose en la lectura y el análisis de buena parte de los textos más célebres de dicho período literario.

Es en medio de todo este bullicio intelectual y cultural de Balliol, pasados cuatro años desde la desaparición de la carismática y entrañable anfitriona de la familia, cuando su padre vuelve a pasar por la vicaría, para contraer un segundo matrimonio, con la joven Rosalind Bruce, de tan solo veintidós años de edad, y que desemboca, contra todo pronóstico, en una feliz relación que dará como fruto dos hijos más: David Bruce Huxley (1915-1994) y Andrew Fielding Huxley (1917-2012)37.

Esta época, de memorables vivencias universitarias e ilusionantes descubrimientos artísticos y literarios en la vida del joven Huxley, pronto va a verse nuevamente ensombrecida, cuando durante sus vacaciones del verano de 1914, una tarde del 23 de agosto, su hermano Trevenen, que se encuentra realizando estudios de posgrado en Balliol, aparece ahorcado de un árbol38. La tragedia vuelve a marcar su vida, dejándole ahora una herida abierta que tratará de cerrar, unos años más tarde, con la publicación de su poemario La derrota de la juventud, en 1918. Este triste caso se convierte en el leitmotiv del poema que abre el desgarrador poemario.

Ya de vuelta a Balliol, Huxley se encuentra con buena parte de sus compañeros y profesores alistados en la Gran Guerra. Muchos de ellos incluso ya combaten en las trincheras, de modo que los siguientes años universitarios serán especialmente duros para él y los pocos estudiantes, en su mayoría chicas, que quedan en las aulas. Huxley intenta en repetidas ocasiones alistarse, pero sus problemas de vista lo dejan siempre fuera. Así es como se ve obligado a permanecer en una especie de resignado confinamiento en Balliol, entre una multitud de «entristecidas mujeres»39. Cada semana llegan listas de decesos, entre los que se encuentran antiguos compañeros y amigos. La poesía será el único refugio donde Huxley puede evadirse de la dolorosa realidad, iniciando así su ambiciosa carrera poética.

2.2.Garsington Manor y los Bloomsberries: manantial de ficción40

Sabemos que Huxley es, ante todo, un escritor de ideas, pero pese a los abundantes estudios sobre la naturaleza, el mensaje y el trasfondo de esas ideas, la mayoría de estos estudios han pasado por alto la posibilidad de que el artista, el novelista y el poeta hubiera necesitado de un soporte geográfico para la gestación de este infinito caudal de ideas. En este sentido, podría creerse que Balliol College (Universidad de Oxford), donde cursara sus estudios universitarios, pudiera haber servido de terreno de cultivo de estas ideas que impregnan toda su ingente producción literaria, pero no es así. En Oxford, Huxley se encuentra con las relaciones sociales, la música de la época adornada con los primeros ritmos de jazz, y el cerrado y elitista mundo académico de la más alta sociedad británica; pero no con el soporte material que hará germinar y finalmente eclosionar todo su pensamiento. Huxley visita por primera vez Garsington Manor, cuartel general del Grupo de Bloomsbury, el 29 de noviembre de 1915. En la finca propiedad de los Morrell (Lady Ottoline y Philip Morrell) un joven Huxley de diecinueve años de edad entra a formar parte del selecto y exclusivo Grupo de Bloomsbury. Philip Morrell, un destacado miembro del Parlamento, y en especial su esposa, Lady Ottoline, anfitriona del Grupo de Bloomsbury, habían convertido su residencia de verano en un obligado retiro de la élite cultural y política británicas de la época. El joven Huxley entra en la finca de los Morrell con la carta de presentación de ser nieto del célebre Bulldog de Darwin, Sir Thomas Henry Huxley. Una vez allí, Huxley conoce destacadas figuras del momento, como Virginia Woolf, Bertrand Russell y Lychton Strachey, pero serán T. S. Eliot y D. H. Lawrence quienes marquen un antes y un después en su inminente y vertiginosa carrera literaria. Garsington es, ante todo —y como analizaremos más adelante—, la primera fuente de inspiración de sus cuatro primeras novelas, sin olvidar que también será el escenario donde conoce a la joven refugiada belga Maria Nys, con quien se casa cuatro años más tarde, en 1919.

La anfitriona de Garsington, Lady Ottoline Morrell, influyente aristócrata, desinteresada mecenas de artistas y escritores británicos, y figura fundamental en el entorno del círculo de Bloomsbury41, recibe las frecuentes visitas de los miembros del grupo, para celebrar en la finca animadas tertulias literarias y fiestas de sociedad, al mismo tiempo que hace de Garsington una especie de guarida para un buen número de conocidos intelectuales y artistas del momento que, en plena Primera Guerra Mundial, bajo la excusa del pacifismo, unos huyen de las trincheras y otros evitan ser llamados a filas42. No son estas las razones de las asiduas visitas de Huxley a Garsington, que a principios de 1916 llegan a ser tan frecuentes que acaba pasando largas temporadas como invitado de honor y residente en la casa, colaborando, voluntaria y ocasionalmente, en las tareas de jardinería y labranza. Huxley pronto despierta una simpatía y afecto en la anfitriona, Lady Ottoline, que le lleva a ser aceptado como un miembro más de la familia Morrell, lo que, de paso, le abre las puertas de la élite cultural y social de la Inglaterra de la época, capitaneada por los ideales concebidos por el círculo de Bloomsbury.

Con los años, Huxley estampa sus vivencias y experiencias de Garsington en sus novelas Los escándalos de Crome (1921) y Contrapunto (1928), donde retrata, a sangre fría, a algunos de los asiduos, como D. H. Lawrence, Katherine Mansfield, Bertrand Russell43, la propia Lady Ottoline y a sí mismo. En Contrapunto, Lady Ottoline es encarnada por la taimada protagonista Mrs Bidlake; mientras que el personaje Philip Quarles es el alter ego del propio Huxley. La novela es un retrato de la relajada moral y frivolidad de estas personalidades de las letras, las artes y la cultura en general que Aldous Huxley conoce en Garsington. Todas estas personalidades salen muy mal paradas en la novela, lo que provoca el enfado y la eterna enemistad de Lady Ottoline, la hostilidad de la mayoría de los miembros del círculo de Bloomsbury y el consiguiente y definitivo distanciamiento de Huxley. Es cierto que Huxley aprecia los postulados y la función social del grupo; pero en contrapartida, critica sin reservas la fácil predisposición de sus miembros a la habladuría gratuita:

Años más tarde, en una entrevista, Huxley afirmaba de Bloomsbury que a pesar de la formación estética que él recibiera de manos de Roger Fry, «era un mundo bastante limitado en cierto sentido, aunque también fantástico». Uno de sus escollos, desde un punto de vista humanitario, era su apego al cruel chismorreo44.

Tras este periplo y odisea por Garsington, Huxley, en una maltrecha situación económica, se ve obligado a ejercer como maestro de escuela en el prestigioso colegio e internado inglés de Eton College, desde el 18 de septiembre de 1917 hasta junio de 1920. Pese a tratarse de una etapa de su vida bastante gris, tras descubrir su nula vocación docente, estos años como maestro sí le valen de especie de laboratorio de experimentación poética. No en vano, tres de sus volúmenes poéticos serían gestados y publicados durante su paso por Eton: Jonás (1917), La derrota de la juventud y otros poemas (1918) y Leda (1920). Con todo, resulta ciertamente significativo que ni en una sola de sus cartas y entrevistas posteriores haga la más mínima referencia a su definitivo adiós del centro y al abandono, para siempre, de la profesión de maestro, como si la función docente hubiese supuesto una aburrida anécdota de su accidentada y trepidante biografía, anquilosada en una especie de tierra baldía de su fértil vida interior.

2.3.Los prolíficos años veinte: los fundamentos de la sátira45

Será en la década de los años veinte cuando Huxley se estrene como escritor de ficción. Un año después de su matrimonio con Maria Nys, en enero de 1920, la editorial Chatto & Windus publica su primer libro de ficción, Limbo, que comprende seis relatos cortos y una breve y experimental obra de teatro que combina el drama con la ficción46. Entre estos relatos no existe conexión temática ni estilística alguna, de lo cual deducimos una etapa experimental de nuestro autor en sus inicios narrativos, probando así unos personajes, asuntos y estilos distanciados y diferentes que le ayudarán a descubrir las claves de su futura ficción.

En 1921, Huxley y Maria se han trasladado a la convulsa Italia que Mussolini liderará hacia el fascismo a partir de 1922. Italia despierta en Huxley un inusitado interés por la arquitectura, que con el tiempo le resultará tan importante como la música, tal y como se advierte en muchos de sus ensayos de finales de la década de los años veinte y en otros tantos posteriores. Esta década supone, sin duda, una de las etapas más prolíficas en la carrera literaria del joven autor, que llega a publicar cuatro de sus mejores novelas: Los escándalos de Crome47(1921), Danza de sátiros (1923), Esas hojas caídas (1925), y Contrapunto (1930)48. En estos años también se gestan tres de sus volúmenes de relatos cortos, género donde con el tiempo también revelará su buen oficio: La envoltura humana (1922), Mi tío Spencer (1924), Dos o tres gracias y Fogonazos (1930)49. Y volverá a la poesía, para publicar Arabia Infelix, en 1929, y Las cigarras, en 1931. Esta década supondrá el reconocimiento y confirmación definitivos de Huxley como escritor. Nuestro autor escribe y publica, desde 1921 hasta 1929, once títulos que, pese a consagrarlo especialmente como novelista, tocan todos los géneros literarios, dando fe de una de las más prolíficas y brillantes etapas de toda su carrera literaria. Las claves para entender la mente y conocer la disposición intelectiva de nuestro autor vienen dadas en todas estas novelas y relatos cortos que revelan la sátira mucho más allá de una simple forma literaria. La sátira, que como género literario ya había sido extensa y originalmente cultivada en la literatura inglesa del siglo XVIII por destacados autores como Jonathan Swift, Samuel Butler o Alexander Pope —entre una larga lista de nombres— es aquí rescatada para ser utilizada como una poderosa herramienta de crítica y regeneración de la sociedad británica de principios del siglo XX.

Con estas anteriormente referidas novelas, Huxley se inicia en la sátira social al más puro estilo dieciochesco, y será en 1928, con la aparición de su novela Contrapunto, cuando nuestro autor construye su primera gran novela de ideas, aunque aún alejado de la distopía y la ciencia ficción de las siguientes, pues esta obra la escribe y publica en el último tramo de su estancia en la Italia fascista de Mussolini, por tanto, en respuesta a ciertos temores e incertidumbres en la vida real de nuestro autor. Así, la novela logra adentrarse íntimamente en los entresijos más profundos de la vida, la tragedia y el nihilismo humanos de unos personajes perdidos en complejos dilemas morales —en ocasiones absurdos y a veces también racionales— que luchan frenéticamente por tomar una posición en la trágica dicotomía que los consume. La demoledora sátira aquí expuesta está inequívocamente construida en un sólido mundo de ideas. Es en esta novela donde ya empezamos a advertir al Huxley visionario que muestra el absoluto fracaso de nuestra sociedad contemporánea al interpretar el mundo en términos científicos y materialistas. Huxley reconoce la brutalidad de un mundo carente de Dios, admitiendo así que la moralidad no solo existe, sino que además nos condiciona y limita:

¿Y qué hay del mundo moral? ¿Puede un catálogo de bajos principios éticos formar un único principio ético superior? La foto de Everard expone un auténtico problema. Millones de instantáneas monstruosas formando una media hora magnífica50.

3.DE UN MUNDO FELIZ51 A MONO Y ESENCIA: HACIA LA DISTOPÍA POSAPOCALÍPTICA.

Mientras que Un mundo feliz representa la pesadilla desatada entre quienes temen el dominio de las élites, Mono y esencia es, a la inversa, la pesadilla que más especialmente obsesiona a esas mismas élites.

RONALD LEE ZIGLER52

Sin adentrarnos excesivamente en cuestiones filológicas sobre el término ‘distópico’, poco hay que añadir para reconocer que una distopía es justamente lo contrario de una utopía —o dicho de otro modo— que una distopía representa una «mala utopía». Como ejemplo de utopía o utópico, nos viene a la mente la célebre obra Utopía, de Tomás Moro, por cierto, creador también del término, de raíces griegas (οὐ, que significa ‘no’, τόπος, ‘lugar’), que puede traducirse como «ningún lugar», en la medida en que apunta a un mundo tan ideal como imposible de encontrar en nuestro actual modelo social. Ahora bien, los mejores ejemplos de la evolución o, posiblemente, involución, del género utópico en distópico los encontramos fundamentalmente en la literatura en lengua inglesa del pasado siglo. El Oxford Dictionary define el concepto como: «Un lugar o Estado imaginario donde todo es malo, típicamente un Estado totalitario o ambientalmente degradado. Lo contrario de utopía»53. Para evitar excedernos en disquisiciones semánticas y etimológicas del concepto y podernos centrar en el tema que nos ocupa, citaremos, por tanto, otros cinco títulos, a modo de compendio del género, que hablan por sí mismos54: Hombres como dioses (1923), de H. G. Wells; Nosotros (1924), de Evgueni Zamiátin; 1984, de George Orwell; Fahrenheit 451 (1953), de Ray Bradbury; y La naranja mecánica (1962), de Anthony Burgess. Todos ellos comparten escenarios y mensajes que bajo la apariencia de mundos ideales esconden auténticas pesadillas. Y estos mismos contextos son, como veremos, los que nos encontramos en las delirantes sociedades presentadas en Un mundo feliz y Mono y esencia.

Entre la publicación de Un mundo feliz y Mono y esencia55 pasan diecisiete años. En medio de estas dos novelas Huxley publica otras tantas, así como relato corto, poesía, teatro y ensayo. Entre 1932, fecha de la publicación de Un mundo feliz, y 1948, con la publicación de Mono y esencia, Europa y el mundo entero han venido sufriendo una cadena de convulsiones y transformaciones sociales, políticas y económicas sin precedentes, así como una inusitada sucesión de avances científicos y tecnológicos en apenas dos décadas. Ambas novelas representan dos fuertes sátiras de los modelos sociales que las preceden y sitúan en el mundo. Huxley, como intelectivo observador del mundo que le rodea, toma buena nota de los peligros y los males que, desde distintas perspectivas, se ciernen sobre la humanidad entera para presentarnos dos aterradores modelos y estructuras mundiales claramente diferenciadas en sendos títulos, según la relevancia y el protagonismo ejercidos por los principales males de cada década. En el primer caso, el de Un mundo feliz, Huxley ha venido presenciando el grave deterioro económico y político de occidente tras la Primera Guerra Mundial y empieza a temer, atreviéndose a vaticinar, un nuevo e inmediato conflicto internacional provocado por el renacimiento de los nacionalismos europeos y el auge y avance de los partidos totalitarios en Europa, con líderes como Stalin, Mussolini, Primo de Rivera y Hitler. Este es el descorazonador escenario que facilita el modelo de estructura social y política de Un mundo feliz, con la creación del todopoderoso Estado Mundial, representación ficticia del obsesivo espíritu de control y dominio del mundo que también persiguen todos estos nuevos líderes políticos, amparándose en unos gobiernos totalitarios encaminados a destruir la libertad del individuo; algo a lo que tampoco es ajeno el modelo opuesto, el imperialismo británico. En octubre del mismo año de la publicación de la novela, Huxley confirma estos temores en su ensayo «Los problemas de la diversidad»:

Mientras nosotros abandonamos el nacionalismo y marchamos hacia la federación, las nuevas naciones de Asia y África probablemente estarán maquinando ese mismo imperialismo activista que los romanos trajeron a los británicos y que los británicos de hoy día llevan a Benín. Mientras nosotros empezamos a pensar de una forma internacional sobre el desarme, ellos rebosan de un patriotismo fanático y se dejan seducir por la guerra56.

Huxley manifiesta un obsesivo temor ante la posibilidad de que el mundo sea finalmente sometido por un modelo político totalitario de dimensiones globales, donde la población quede felizmente controlada por sus líderes mediante la segunda parte del proceso: la utilización de los avances científicos. De ahí que la ciencia ocupe un papel primordial en la novela en la medida en que explica el peligro que supondría que un Estado totalitario recurriese a nuevos avances científicos, en campos como la eugenesia, la hipnopedia, la genética, la farmacología, la medicina —entre otros muchos— para controlar y decidir desde el nacimiento hasta la muerte, desde la vida hasta los sueños de toda una nueva civilización. Este es el aterrador escenario que nos encontramos en la distopía, o utopía mala, de Un mundo feliz.

En cuanto a Mono y esencia, la distopía alcanza aquí su cota más amarga y desalentadora. Como advierte Dana Saywer, en Mono y esencia Huxley nos vuelve a «presentar una fábula moral (similar a la de Un mundo feliz), un ejemplo de que Huxley, en sus momentos más pesimistas, temía que este pudiera ser un inevitable patrón humano»57. Evidentemente, la década de los cuarenta ha sido una de las más oscuras del siglo XX. Uno de los principales temores y profecías de Huxley se ha cumplido: la Segunda Guerra Mundial. Y lo que es tan grave como el conflicto en sí, el hecho de que a la conclusión de la misma, tras el armisticio de 1945, el mundo queda dividido en dos grandes bloques políticos y económicos, repartidos entre el modelo capitalista occidental y el socialista soviético. La Guerra Fría, que ya presagiara George Orwell en su célebre ensayo «You and the Atomic War» («Usted y la bomba atómica»)58, entre las dos grandes potencias de los respectivos bloques mundiales, no había hecho más que empezar, y el telón de acero, el sintagma nominal que utiliza Winston Churchill en su discurso, «The Sinews of Peace» («Los tendones de la paz»)59, para definir la frontera geopolítica entre las democracias occidentales y las dictaduras comunistas, que parten Europa por la mitad, presagian el inicio de una era atómica que, más allá de hacer peligrar nuevamente la paz mundial, puede erradicar toda manifestación de vida de la misma faz de la Tierra, al menos tal y como la entendemos. Huxley está profundamente sensibilizado acerca de la posibilidad de que un nuevo enfrentamiento, esta vez entre las dos grandes potencias, Estados Unidos y la URSS, surgidas de la Segunda Guerra Mundial, pueda derivar en el uso de armamento atómico con consecuencias nefastas e irreparables para el planeta y la humanidad. En una carta de Huxley a la escritora argentina Victoria Ocampo60, fechada el 10 de agosto de 1945, advertimos una referencia swiftiana, premonitoria del germen que nuestro autor ya seguramente maduraba para esta futura novela:

Gracias a Dios vamos a tener paz pronto. Pero confieso que veo una paz con bombas atómicas montando un inquietante panorama. Estados y naciones armados por la ciencia con un poderío militar sobrehumano me recuerdan siempre aquella descripción de Swift donde un gigantesco mono está subiendo a Gulliver al tejado del palacio del rey de Brobdingnag61.

Y un parecido escenario apocalíptico y posatómico será el que Huxley concibe tres años después para situar la trama y vertebrar las ideas de esta su segunda y última distopía, también —como veremos seguidamente— la más demoledora de nuestro autor. Y en común, entre ambas, el desierto, el Malpaís de Un mundo feliz y el Mojave de Mono y esencia, que representa la «naturaleza simbólica de la divinidad»62, si recordamos que Huxley, unos años después, en su artículo «The dessert», descubrirá en el vacío y el silencio del desierto los «símbolos más elocuentes»63.

3.1.«Mono y esencia»: la sátira de ideas posatómicas

El amor destierra el miedo; y a la inversa, el miedo destierra el amor. Y no solo el amor. El miedo también destierra la inteligencia, la bondad, todo pensamiento de belleza y verdad.

El significado del título de la novela, Mono y esencia, lo explica el narrador con esta cita del capítulo segundo de la misma, «The Script» («El guion»), donde claramente el término ‘mono’ viene a simbolizar la degeneración y degradación de la especie humana tras una apocalíptica Tercera Guerra Mundial; y el término ‘esencia’, que simboliza la verdadera naturaleza del ser humano: capaz de amar la vida con la misma intensidad de que es capaz de destruirla. Pero la relación entre ambos términos nos la proporciona, sin embargo, Shakespeare, cuando el narrador, alter ego del propio Huxley, asemeja la «cristalina esencia» (glassy essence) del ser humano con la de un «furioso mono»64, cita que Huxley toma intencionadamente de Shakespeare, como le indicara a su amigo el editor americano Cass Canfield en una carta del 24 de febrero de 1948, apenas unos meses antes de la publicación de la misma. Con todo, no es Shakespeare el germen de la obra, ya concebido con anterioridad por Huxley en su extenso ensayo «Science, Liberty and Peace», de 1946, donde analiza las razones que le hacen prever un conflicto nuclear mundial a corto o medio plazo, motivado fundamentalmente por la insaciable sed de poder de nuestra especie:

Mientras el ansia de poder persista como un rasgo humano —y en personas de cierto aspecto físico y temperamento estas ansias son extremadamente fuertes— no habrá acuerdo político, por muy bien planeado que esté, que pueda garantizar la paz. Para tales hombres, los instrumentos de la violencia son tan terriblemente tentadores como para otros los cuerpos de las mujeres. De todos los instrumentos de violencia, aquellos impulsados por energía atómica son, definitivamente, los más destructivos; y para los amantes del poder, incluso bajo un sistema de gobierno mundial, la tentación de recurrir a estas formas tan simples y efectivas de complacer sus ansias será algo grandioso65.

Ape and Essence66, publicada por Harper & Brothers en agosto de 194867 en Nueva York, es la segunda y última distopía de nuestro autor, donde presenta una deprimente visión del futuro dentro de un hipotético escenario posatómico. La novela consta de dos partes claramente diferenciadas. La primera parte está narrada desde el punto de vista de un innominado guionista de cine —no olvidemos que Huxley en esta época vivía y trabajaba como guionista en Hollywood— que se encuentra accidentalmente con la copia rechazada de un guion titulado «Mono y esencia», firmado por un desconocido William Tallis, por lo que ambos, el anónimo narrador y su compañero de productora, Bob Briggs, decididos a rescatarlo del olvido, emprenden un viaje atravesando el desierto de Mojave para encontrarse con su autor, ya fallecido, según su casera. Esta primera sección es ofrecida desde el punto de vista de un erudito narrador omnisciente y su tímido compañero de Hollywood, que acaban de descubrir el guion de cine y posteriormente el fallecimiento de su autor. La historia de esta primera sección comienza el mismo día del asesinato de Gandhi, el 30 de enero de 1948. La segunda parte, mucho más extensa, desarrolla la transcripción del guion, que cuenta cómo el mundo ha sido destruido por una guerra nuclear y el ser humano, ante la incapacidad de reconocerse culpable por haber provocado su propia destrucción, ha acabado adorando a un diablo llamado «Belial», una especie de chivo expiatorio que simboliza la necesidad inherente en la condición humana de sentirse libre de culpa. Mono y esencia contiene una historia dentro de otra historia. Esta segunda parte concluye con un lance imprevisto cuando el protagonista encuentra la tumba del propio autor del guion. Al contrario que la primera parte, escenificada en 1948, la segunda está ambientada en un futuro lejano, en el año 2108, por lo que hay un espacio de tiempo de ciento sesenta años entre ambas historias. Nueva Zelanda y el África Ecuatorial son las únicas regiones de la Tierra que quedan habitadas por verdaderos humanos en este apocalíptico escenario futuro. En otra región, en California, en las ruinas de Los Ángeles, una pequeña comunidad de seres infrahumanos —degenerados física y espiritualmente tras la Tercera Guerra Mundial librada con armamento atómico— se ha transformado en una especie mutante sometida al triunfo del mal, simbolizado por Belial. Esta segunda parte es, sin lugar a duda, una amarga crítica de nuestra Edad Contemporánea.

El protagonista de la segunda y más extensa sección, el doctor Poole, y un grupo de neozelandeses, emprenden su viaje a Norteamérica un 20 de febrero de 2108 para buscar señales de civilización tras el holocausto nuclear. En este mundo del año 2108, donde la tercera generación de supervivientes del holocausto viven sometidos a la adoración de Belial, los niños no nacen decantados en laboratorios como en Un mundo feliz, sino del modo más primitivo, con la ayuda de un machete, directamente del útero de sus acobardadas y degradadas madres. Durante dos semanas al año tienen lugar unas bacanales sexuales en las que participan todos los habitantes con la función de dejar embarazadas a las mujeres-babuinas. No hay más sexo durante el resto del año. Nueve meses después nace toda una cosecha de bebés, muchos de los cuales vienen con deformaciones —como verdaderos monstruos—, que finalmente son ofrecidos a los sacerdotes de Belial en un sui géneris y sangriento ritual de expiación. Como la población no tiene medios ni siquiera para vestirse, se ven obligados a desenterrar a sus muertos, de siglos anteriores, para así poderse vestir con sus ropas. El protagonista, el doctor Poole, un introvertido botánico, que procede de Nueva Zelanda, donde todavía existen carreteras, iglesias y cosechas en el campo, acaba siendo convencido —aunque no vencido— por la turbadora lógica del Archivicario, el sacerdote principal de Belial, cuando le aconseja que es preferible hacer las paces con Belial y el mundo de sexo ilimitado, asesinato y monstruosidades constantes si se espera sobrevivir en esta posapocalíptica sociedad.

Primera edición de Ape and Essence (Nueva York, 1948).

La narración es ciertamente innovadora y curiosa, mezcla constante de estilos, con frecuentes referencias al lenguaje cinematográfico, como «primer plano, plano general, banda sonora» y otras muchas cuestiones estilísticas propias del lenguaje cinematográfico: «voz en off, voz del narrador». A este efectivo lenguaje narrativo se suma el lenguaje poético y admonitorio del narrador omnisciente, como si este fuese un espectador más: «La crueldad y la compasión vienen en los cromosomas. / Todos los hombres son compasivos y todos son asesinos».

Los temas centrales de la novela: la política, el hedonismo, el daño infligido por la religión y los nacionalismos, marcan una obra en la que el nihilismo parece ser la única vía expiatoria posible en una sociedad ya arruinada moralmente: «Iglesia y Estado, / Codicia y Odio: / Dos Personas Babuinas en un Supremo Gorila». En este sentido, la novela es una demoledora sátira del mundo de Hollywood, de la carrera armamentística, de los gobiernos occidentales, de la religión, de la vanidad humana; pero también una oscura sátira muy alejada del objeto de su crítica al ser escenificada en un lejano futuro, donde una Tercera Guerra Mundial ha acabado asolando el planeta. El ingrediente cómico también está presente, como novela de ideas, y en este sentido, es donde el sexo desempeña un papel fundamental, cuando vemos que el protagonista del guion es un treintañero académico de estricta moral cristiana: «Nuestro amigo es un buen congregacionalista68, aunque, ¡faltaría más!, del sector liberal. Lo que significa que nunca ha dado al Príncipe de este mundo su ontológico merecido. Para decirlo descarnadamente, no cree en Él». Pese al oscuro escenario planteado y desarrollado en la novela, la historia ofrece un final esperanzador. Huxley no pretende crear un escenario tan desolador y asfixiante simplemente para dejar en el lector una impresión realmente estremecedora del futuro, como aviso moral, sino más bién para hacernos conscientes de las consecuencias de un mundo donde la fe ciega y la ciencia tienen prioridad sobre los valores humanos. Una guerra nuclear, que el propio Huxley tanto temiera, sería inevitable cuando los ideales humanos fuesen sacrificados por el militarismo, y la amenaza de este exterminio no ha hecho más que iniciar la escalada hacia su punto álgido en el año 1945:

Como adulto que es, al gánster nacionalista le asusta lo que el poder atómico puede hacerle a él y al mundo. Sin embargo, continúa pensando desde el punto de vista de la rivalidad entre bandas y de su propia supremacía [...] lo único que tiene que hacer es pulsar unos cuantos botones y ¡bum! La guerra para acabar con la guerra habrá concluido y así será el jefe de todo el planeta69.

Con todo, el esperanzador final de la novela sugiere a su vez la fe del propio Huxley en una posible salida del siniestro escenario, cuando el doctor Poole y la mutante Loola desafían el satánico mundo regido por Belial y escapan, como dos enamorados adolescentes, hacia el norte de California, al encuentro de una civilización que les podrá deparar un futuro más humano.

Resulta ciertamente llamativo que Aldous Huxley, nieto del Bulldog de Darwin, escribiese una novela sobre la involución o degradación de la especie humana, y no sobre la evolución que advertíamos en Un mundo feliz, si bien con fines utilitaristas. Evidentemente es una metáfora planteada por nuestro autor para lanzar una profunda reflexión sobre el curso de la humanidad en el devenir presente y futuro de la ciencia y la tecnología. Cuando Huxley escribe Un mundo feliz, la bomba atómica aún no ha sido inventada. En cambio, en 1948, fecha de la composición de esta otra novela, la bomba atómica es la mayor amenaza de la humanidad. El simbolismo de la novela se apoya en una raza humana degradada, totalmente arruinada moral y físicamente. Para construir esta demoledora distopía Huxley también recurre a numerosos ingredientes posmodernos, como cuando el protagonista y narrador de la primera parte rescata una copia de la poesía de Shelley —milagrosamente escapada del camión basurero que la lleva al incinerador— que lee ante la tumba de William Tallis, el autor del guion, a modo de ingenioso colofón de la novela: «Esa Luz cuya sonrisa alumbra al Universo, / esa Belleza en que todas las cosas y obras se conmueven, / esa Bendición que la oscura Maldición / del nacimiento extinguir no puede»70.

Tras la lectura de Mono y esencia, el lector queda con la impresión de asistir a un escenario distópico radicalmente antagónico al de la edulcorada e