Monstrua. Antología de diez escritoras mexicanas -  - E-Book

Monstrua. Antología de diez escritoras mexicanas E-Book

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"A lo largo de la historia, la idea de lo monstruoso se relaciona con lo ajeno, lo extraño. Desde los monstruos pintados en las cuevas prehistóricas, los imaginados por los navegantes medievales en los mares inexplorados, hasta la representación actual de los extraterrestres: los monstruos le ponen cuerpo a lo desconocido. Y es de esta forma también que los libros pueden volverse monstruos: ejemplos transformadores, inquietantes, que nos invitan a repensar la normalidad." Estas palabras nos introducen a la presente antología de textos en torno al cuerpo, volumen que hilvana una red de escrituras en la cual diez autoras jóvenes mexicanas de diversos orígenes, lenguas y perspectivas construyen un territorio de libertad para la experimentación literaria. Las escritoras Brenda Lozano y Gabriela Jáuregui coordinan la creación de esta monstrua desde un laboratorio de conversaciones, complicidades e intercambios para generar un espacio en el que lxs jóvenes de la comunidad universitaria y todxs lxs lectorxs a los que llegue esta propuesta conocerán nuevas narrativas y experiencias de lectura, nuevas miradas, estructuras y lenguajes.

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Contenido
Monstrua
CÓSMICAÉvolet Aceves
Labios violáceos
Cósmica
Rastro diamantado
Esmalte de lágrimas
Biología de mi atavío
Magnolia
Lágrimas de nácar
Bezos de astrolabios
MI ESCATOLOGICISMO ES BÉLICOLucía Calderas
Mi escatologicismo es bélico
SUEÑOSilvia Castelán
Sueño
Bioluminiscencia
MITLA ESQUINA CON PETÉNAndrea Chapela
Mitla esquina con Petén
La persona que busca no está disponible
Viviendo de noche
UN MAR SE REPLICAMaría Cristina Hall
Coco
Escribo en lenguas que perpetran epistemicidios
Amalgama2
Abanico en la costa muerta
Entre pétalos putrefactos
Mito extracapital
TAXLOKGATCruz Alejandra Lucas Juárez
Xatapalan
Alebrijes
ii
Xtachixkuwitat kilhtamakú
Parir al tiempo
Taxlokgkan
Ecdisis
Laa kumu litampachi’
Serpentina
Akxni laa masipanikan chatum puskat
Cuando se lastima a una mujer
POSTALES DE AMOR PARA EL ÚLTIMO DÍA DE NUESTRAS VIDASPaola Llamas Dinero
Postales de amor para el último día de nuestras vidas
Ataque depresivo en una fiesta
DIAMANTE PENROSENancy NiñoFeo
No love lost
Casi sin dolor
KUE’E TACHINadia Ñuu Savi
kue’e tachi
viento malo
yiki kuñu xixi Tenchi
el cuerpo de tía Tenchi
yiki kuñu iin
cuerpo uno
sangre
ñá’an
mujer
savi
lluvia
TAJKIT IKA XIKTIAraceli Vázquez González
Tajkit ika xikti
Trenza de hilo para un ombligo
Miltsin uan pilnemílis
La milpa y el nacimiento
Nemilis uan mikilis
Vida y muerte
Semblanzas
Aviso legal

Monstrua

Los monstruos existen desde que existen las historias. La humanidad siempre ha intentado encontrarles sentido: quiénes son, qué hacen, dónde están. O encontrarse y contarse a través de ellos. La etimología de monstruo viene del latín monere, advertencia o portento: los monstruos existen para mostrar o demostrar algo a la sociedad. Buenos o malos, resultado de un error o prodigiosos, hermosos o espeluznantes, siempre complejos, los monstruos dan forma a nuestros miedos y también a nuestros deseos y, por lo mismo, nunca están alejados de temas que competen al género, raza y clase. Los monstruos encarnan la posibilidad de reivindicar la diferencia y la disidencia, como dice Donna Haraway en su Manifiesto Cyborg: “Todas nosotras hemos sido profundamente heridas. Necesitamos regeneración, no resurrección, y las posibilidades que tenemos para nuestra reconstitución incluyen el sueño utópico de un mundo monstruoso [...]”

A lo largo de la historia, la idea de lo monstruoso se relaciona con lo ajeno, lo extraño. Desde los monstruos pintados en las cuevas prehistóricas, los imaginados por los navegantes medievales en los mares inexplorados, hasta la representación actual de los extraterrestres: los monstruos le ponen cuerpo a lo desconocido. Y es de esta forma también que los libros pueden volverse monstruos: ejemplos transformadores, inquietantes, que nos invitan a repensar la normalidad.

Uno de los monstruos más famosos de la historia de la literatura es Frankenstein de Mary Shelley hija de Mary Wollstonecraft, una de las feministas de la llamada primera ola. Al igual que su madre, Mary Shelley fue una escritora en un mundo de hombres y creó uno de los grandes personajes de todos los tiempos, inaugurando un género literario en sí, a la temprana edad de veinte años. Frankenstein, el monstruo creado por el Dr. Frankenstein, vive temeroso y expuesto a la mirada de los demás, hasta que advierte: “Ten cuidado; pues ya no conozco el miedo y soy, por tanto, poderoso.” Frankenstein habla de la monstruosa potencia y el potencial monstruoso de quien pierde el miedo. ¿Para las mujeres qué podría significar esta metáfora hoy? Perder el miedo a levantar la voz, perder el miedo a tener cuerpos autónomos y libres nos hace monstruosas en una sociedad como la nuestra. Así, desde sus diversas comunidades, las jóvenes autoras de esta Monstrua buscan y encuentran la potencia de su voz: sin miedo.

Tomamos el título para esta antología de Rosario Castellanos quien declara: “… pero soy monstrua”. El cambio del masculino al femenino la coloca a sí misma como extranjera de la normalidad. La saca de su contexto también dominado por hombres, como el de Mary Shelley, y la expone, monstruosa, fuera de la normalidad. Pero qué es la normalidad, sino esa norma que nos exige jugar ciertos roles como mujeres: que nos exige estar contentas, ser felices y agradables, guapas, bien portadas, calladitas, blancas, flacas, entre tantas cosas más. ¿Y qué es la literatura escrita por mujeres? Quizás sea, sobre todo, una monstrua que se sale de lo establecido, de lo esperado, como lo hacen estas jóvenes y talentosas escritoras.

La obra que compone esta antología se rebela ante un mundo que privilegia el canon masculinista y a los artistas consagrados. Las autoras son jóvenes mujeres de distintas partes del país, de distintos contextos, comunidades y lenguas, que escriben en distintos géneros. En la amplitud de su diversidad hay un tema en común que recorre todos sus textos: el cuerpo. Y si una antología es como un cuerpo articulado por distintos miembros, todas las antologías son entonces una especie de monstruo. Una monstrua antología, en este caso. Una monstrua conformada por otros cuerpos. ¿Pero cuáles cuerpos? Cuerpos enfermos, heridos, extraños, propios, cuerpos impropios, cuerpos sociales y comunitarios, cuerpos indóciles, cuerpos racializados, cuerpos rebeldes, cuerpos en resistencia. Tantas formas de ver el cuerpo, incluso la corporalidad misma del lenguaje y las posibilidades del cuerpo del texto.

Cada texto de manera individual tiene vida propia, sin embargo en conjunto adquieren una nueva vida. La monstrua tiene nuevos poderes y habilidades. Como el Frankenstein de Mary Shelley, este cuerpo hecho de otros cuerpos cobra fuerza. Y ya en tus manos, esta monstrua, cobra vida.

 

GABRIELA JAUREGUI Y BRENDA LOZANO

Labios violáceos

19:02

 

sombras verdes

 

Siempre que me maquillo, comienzo por aplicar primero la base. Creo que una de las sensaciones más relajantes es sentir la brocha acariciando suavemente los poros de mis mejillas. En seguida me dirijo directo a los párpados, aplicando sólo la sombra necesaria, para que no caiga el polvo sobre mis pestañas después. El color de sombras es el que más tiempo me lleva elegir. Hoy será verde. El verde pistache, en particular, me gusta en los párpados, lo considero un pigmento vivo, me gusta resaltar mis ojos, dado el contraste de colores.

delineador negro

Debo admitir que el delineador me resulta trabajoso, sobre todo por mi pulso tan inestable. Se me dificulta hacerlo bien, me queda con frecuencia lejos de la perfección. A veces uso el delineador negro, trazando el clásico ojo de gato, aunque a veces he optado por no usarlo para expandir mis sombras y no limitarlas, dando la impresión de que son infinitas, justo como hoy. Por debajo del ojo no uso delineador, aunque me han recomendado usar el blanco, pues dada la forma de mis ojos —tan finamente alargados como asiáticos—, pudiera crear la ilusión de tener ojos más grandes. Algún día lo intentaré.

cejas

Pinto mis cejas con color café oscuro. El negro las hace notar extrañas y poco realistas, mientras el café las hace parecer negras, oscuras. No tengo inconveniente si las dejo como son, pues son gruesas y así me gustan. Las hago más oscuras y despeinadas, creo que las cejas resaltan el carácter de las personas.

pestañas

De por sí mis pestañas son largas y chinas, aunque en mi infancia lo eran aún más. Recuerdo que las señoras guardaban un peculiar gusto por mis pestañas. Tías, amigas de mi madre y mis docentes adulaban mis largas pestañas. Una vez, en mi adolescencia, me las quemé con el calentador viejo de la casa de mis padres. En otra ocasión, mientras encendía un cigarrillo, las quemé por accidente por segunda vez. Después de ambas tragedias, creo que mis pestañas no han vuelto a ser las mismas. Por esta razón, suelo darles un ligero realce con los dedos de vez en cuando. No con cuchara, me parece muy vulgar. Me fascina escuchar comentarios alusivos a mis largas y naturales pestañas. El rímel lo uso de vez en cuando porque se impregna mucho y cuesta trabajo quitarlo, sólo para ocasiones especiales en las que de verdad lo amerita. Cuando llego a usar rímel, me resultan unas pestañas de ensueño, larguísimas y muy finas. Únicas.

rubor rojizo

Me aplico rubor con mi brocha dorada, un tono entre rosado y anaranjado. Siempre tengo cuidado con el rubor, pues existe una línea muy delgada entre la elegancia y la vulgaridad ruborizante. Aplico sólo un poco resaltando mis pómulos, dando una imagen sobria y, al mismo tiempo, un atisbo de inocencia con mis mejillas ruborizadas.

A últimas fechas me aplico el rubor de forma horizontal, simulando un bronceado ligero, un beso de sol, sumamente erotizante y naíf.

labial violeta

Los pigmentos oscuros en los labios me parecen místicos, majestuosos y seductores. Detesto los claros, son nefastos, pueriles y ramplones. Lo que más disfruto, además de aplicarme las sombras, es pintarme los labios. Es una sensación exquisita, la cereza del pastel. Lo último que aplico a mi semblante, no sólo porque suelo estar fumando mientras me maquillo, sino porque verdaderamente lo disfruto. Puedo pasar y repasar una y otra vez, hasta llegar al resultado que quiero. Una vez finalizados mis labios, perfectamente pigmentados, es un hecho que ha quedado resaltada mi belleza facial.

19:46

blusa de organza

Mi blusa holgada de organza, color hueso, de cuello mao, mangas dramáticas, muy victoriano, con pliegues en el cuello y en las mangas, los botones del abdomen hasta el cuello. Es completamente lisa, no tiene brocados ni tejidos, pareciera ser una cortina con sus elegantes pliegues. Abrocho hasta el botón más alto. Esta pieza es una verdadera joya.

chaqueta de piel negra

Esta chaqueta es oversized, de mangas abultadas, ligeramente decolorada por el uso. El buen vestir no se distingue por poseer un fardo de prendas costosas o nuevas, se debe saber jugar con colores, texturas, tiempos y gustos particulares, sin importar si la prenda o accesorio es nuevo o de uso. Si saliera, me la pondría, pero mi departamento realmente no es frío.

19:49

medias de seda

Por encima de mis bragas, deslizo cuidadosamente las pantimedias de seda color azul eléctrico, haciéndolas llegar hasta la cintura. Cada vez que me pongo medias, es como si la seda acariciara mi piel. Las medias me parecen uno de los accesorios más originales y llamativos. Transforma por completo la apariencia de las piernas, del cuerpo, de la personalidad. Tengo otras medias más clásicas, como las de red, que me parecen excelsas, o las de color hueso, aunque con éstas cuido mucho que la línea vertical de atrás vaya recta, esto es un símbolo de la elegancia, del buen vestir. Podría perderme en su belleza azul todo un día, admirándolas frente al espejo. Creo que las medias embellecen las piernas, resaltan su contorno, así como las curvas cuando alguien tiene las piernas proporcionadas y curveadas, como las mías.

falda traje sastre

Esta falda negra es estrecha, se encuentra ceñida a mi cintura y cae a la altura de las rodillas. Es una pieza básica y sencilla, pero sumamente elegante. Meto la blusa al interior de la falda, de tal manera que quede un poco abombada. Ajusto el cinturón de piel negro en la falda y abrocho la hebilla dorada.

tacones de charol

Realmente no sé si usar los tacones abiertos o los botines. Ambos son de charol negro y ambos tienen tacón grueso. Los dos bellísimos, aunque los botines, dado que no me los medí el día que los compré, me quedaron chicos, pero ya no había tallas más grandes… Creo que los tacones abiertos me favorecen más con este atuendo. Adoro ver cómo se entreteje el color de las medias con los tirantes de los tacones abiertos, causa una imagen atrevida, aunque la usanza del vulgo lo considere de mal gusto, a mí me parece una combinación de ensueño.

19:56

accesorios

Dejo los accesorios y demás aditamentos al final. Me coloco un collar de perlas gruesas de tres vueltas con broche de oro. Lo volteo para que el broche quede a la altura de mi hombro derecho.

mano izquierda

En el meñique tengo un anillo de oro con grabados de hojas minúsculas. En el anular, me coloco un anillo bañado en oro de un sol y una luna que, de hecho, son dos anillos que pueden juntarse y separarse; en el índice, un anillo de laureles aglomerados, bellísimo; en el dedo cordial, un anillo de flores de loto abrazando un rubí biselado. En la muñeca, mi reloj dorado de charol negro.

mano derecha

En el dedo índice me coloco un anillo bañado en oro con una perla en medio rodeada de una trenza gruesa y dos brazaletes dorados en la muñeca.

Por último, tomo mi perfume, lo rocío alrededor de mi cuello y por mis clavículas, propagando por mi departamento un aroma lleno de hormonas seductoras.

 

19:59

cuerpo anochecido

Voy por una copa de vino espumoso. Me asomo por el balcón de mi departamento, me siento en una de las sillas y enciendo un cigarrillo. Es viernes y ya está anocheciendo. La gente empieza a reunirse para salir de fiesta. Allá abajo hay toda una vida social. Daría todo por que la gente de allá afuera me viera para adular mi atuendo, salir de fiesta como todos ellos, seducir chicos guapos en la pista de baile y dejarlos encantados con mi apariencia y mi persona, ver cómo entre ellos se pelean por mí, por endulzar mi oído, por poseerme. Quedarme con uno de esos chicos después de haber bailado por horas y, muy tarde en la noche, ir a su departamento, conocer su desnudez y él la mía, explorar nuestros cuerpos, nuestros sexos y llegar finalmente al orgasmo, para después dormir sobre su pecho, escuchar sus latidos y saber que ese ritmo cardiaco, fue en parte causado por mí.

Pero me resulta imposible salir de este departamento así. Allá afuera hay familia, hay iglesias, hay malicia, corro peligro. He de conformarme con este vino dulce y mis cigarrillos, mientras escucho el gélido follaje de la magnolia que da hacia mi balcón, tiñendo mi noche de ausencias y deseos, esta noche emperifollada donde yo soy mi secreto.

Cósmica

Soy expandida colisión

de estrellas,

una ráfaga

de opalescentes luces de espinela

sostenida por dos piernas

de caladas medias.

 

Son mis nalgas diamantadas

dos desconocidos planetas

compuestos por estelas de asteroides

y olas gravitacionales.

Orbitadas son mis nalgas

por los sueños incendiarios de los hombres

y por los negros abalorios aperlados

que tengo por simétricos lunares:

son las lunas

de mis cósmicos pecados circulares.

 

[Fotografías: Ever Aceves, Rumbo a la cena, Ciudad de México, 2016, y Las medias del ciempiés, Gdan´sk, Polonia, 2016.]

Rastro diamantado

Impulsiva, atrevida y fervorosa,descanso en el regazode mi fúnebre pasado;mi corazón de llama compungida,con su rastro diamantadosacude las heridasde mi futuro acongojado.Las gotas que albergué entre mis labios,tus dulces gotas de flameante llantome sumergen en marea embravecidaal deliriode tu roble entre mis piernas,que cobijan tu entereza                            [de sublime y ascética dureza]mientras arropas con tus brazoslas delicuescentes siluetas

                                                                   [circulares contornos infinitos]

de mi ígneo cuerpo incontenible;resguardas en tus brazos mis destellos,mis recuerdos femeninos;acaricias la fértil redondezde mi cuerpo inmarcesible,de mi selvático y alado cuerpo;de mis senos de esmeralda evanescentede volátil delgadez.

Esmalte de lágrimas

Uñas esmaltadas por el llanto,veo mis manos        y no las reconozco

                                       son las mismas manosde siempre

            pero con uñas

                              largas

                                    filosas

                                          punzantes

uñas

            que cortan el viento,

                                    que cortan

                                          mi gélido tiempo en el pasado

 

Entierro mis uñas en la tierra

            y del suelo      emerge sangre

 

Asustada,

          veo mis manos manchadas

                        de una pálida negrura

                                    de una sombra interminable

                                          en mis uñas alargadas

 

El pecado feminoide

          encarnado entre mis huesos

                  me distingue de los hombres

                        y florece por mis dedos

 

Consideran mis uñas esmaltadas de azabache

            diez aberraciones

                        mientras yo veo

                                 en la punta de mis dedos

                                          un jardín de negros tulipanes.

Biología de mi atavío

Me doy cuenta de que desarraigándome de mis temores,me acerco al umbral de la libertad.

 

[El jurado durante el certamen de moda, atento en esta ronda final, escucha y ve la caracterología de los atavíos expuesta por los finalistas. Piden a Concursante #2 apropiarse del escenario.]

 

Mi cuello, orlado por minúsculos pétalos de gardenias que forman un abanico circular, lentamente expandido hacia los lados —gorguera de espumosas caras florales— circundando mi afanoso cuello en el que habitan olas aromáticas, cimbrantes, en la blancura de su movimiento tenue, silente.

Su blancura se refleja—rescoldo alucinante— en los destellos metalúrgicos de mi corona destellante; mi corona de puntiagudas formas infinitas —a un castillo semejante—, flota en su irisado halo; al centro de la corona un engaste sujeta mi diamante rosado, de zafiro, que emite geométricos rayos, como luceros estelaresmultiplicados en un cuarto de espejos al interior de mi caleidoscópico cerebro.

 

Mi corsé, urdimbre de marmóreos hilos, trama de lianas nacaradas, esculpe mi cintura porcelánica, mientras una gota de luz resbala de mi pecho, cayendo por mi curvilíneo contorno sideral. Los broches de mi corsé son minúsculas manos de oro, enlazadas entre sí.

 

Mis esféricos pechos de cristal guardan oscuras nebulosas, polvos de luz. A veces, en el centro de mis pechos, yace una amorfa supernova, cobijada por el calor de mi piel cristalina.

 

Debajo del corsé, nace un miriñaque de raíces expandido hacia los lados, simulando desde arriba —sol incandescente— [la explo-

sión del inicio universal, el crepúsculo enramado;listo para el kilométrico tulencima ser colocado.

Mis largas piernas se fusionan con estas medias verticales de verdes foliaciones, verdes y ondulantes; en fotosintética etapa. Selváticas y rutilantes.

Mis zapatos color vino,de curvos y delgados tacones, detallados con dorados espirales por los lados, albergan escenas de batallas cósmicas; y la suela roja, de vez en cuando, expulsa polvo de iridiscentes cenizas, que fueron antes las palabras de un fuego agudo y calcinante.

Mi cuerpo entero, al caminar, va perfumando su pasado de aromáticas olas de jazmín.

 

[Concursante #2