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Estos relatos y poemas surgieron bajo la influencia de ejercicios de escritura terapéutica y arteterapia, y abordan temas como el amor, la locura, la desolación, la muerte, el olvido, el tiempo, la venganza, la ira, el resentimiento y el odio; ingredientes que se entrelazan formando historias de ficción e intuición.
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Seitenzahl: 56
CLAUDIA DOI
Doi, ClaudiaNarraciones, poemas y cuentos por Claudia Doi / Claudia Doi. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-4138-3
1. Poesía. I. Título.CDD A860
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Introducción
El enigma del olvido perpetuo
Recuerdos inconclusos
Los acantilados infinitos
El universo de mi mente
Laberintos del pantano
En el medio del lago
Sueños
Dudas
Tu mirada
Quisiera
Dudas 2
Cuentos de hadas
Amor incomprendido I
Sentimientos
Amor incomprendido II
Primavera
A la deriva de mi vida
Rutina
Mientras tú dormías
Bajo la luz de la luna
La nada
Remembranza
Noche sombría
Noche de lluvia
Tormenta del pasado
Razón
En el silencio de la noche
Amanecer
Pensamientos
Destino
Final
Amor maternal
El caminante
El despertar de la víctima
Hoy
Piel y sangre
La mariposa
El tiempo
Sí pero quién nos curará del fuego sordo, del fuego sin color que corre al anochecer, saliendo de los portales carcomidos, de los parvos zaguanes, del fuego sin imagen que lame las piedras y acecha los vanos de las puertas, cómo haremos para lavarnos de su quemadura dulce que prosigue, que se aposenta para durar aliada al tiempo y al recuerdo, a las sustancias pegajosas que nos retienen de este lado y que nos arderá dulcemente hasta calcinarnos.
Julio Cortázar
¡Oh, corazón! ¡Qué mayor placer, qué mejor encanto si tú y yo pudiéramos conspirar juntos con el Destino! Tomaríamos ésta triste vida en nuestras manos para reducirla a pedazos y luego reconstruirla en nuestros corazones.
LXXI–Omar Khayyam
Porque si bien se mira, la vida no es más que un inmenso tablero de ajedrez, cuyos cuadros blancos son los días y los negros las noches, y en el cual el Destino juega con los hombres como piezas, y uno a uno van a parar al estuche de la nada.
XCIII–Omar Khayyam
De mis ojos se desprendió una lágrima que descendió de lo más profundo de mi alma, quise entender lo que sucedía, todo era negro, no comprendía. Con el paso del tiempo entendía que ya nada cambiaría –quizás sea mejor así– me decía, mientras mis ideas se entrelazaban en un compendio de sentimientos que me inundaban mezclando el pasado con el presente y borrando toda esperanza que aún albergaba en lo más profundo de mi ser. Sin darme cuenta me fui hundiendo poco a poco en un abismo infinito sin retorno.
Si en el silencio de la noche me encuentro lleno de reproches, en un lugar donde el odio se confunde con la muerte, en un camino árido entre varias vidas, en un camino árido entre varias muertes. ¿Podré encontrar el sentido? ¿Podré volver al camino? Donde lo inevitable, lo definitivo ya está escrito.
—¿Para qué seguir? –me pregunté, mientras sentía que la locura se iba apoderando de mí.
Y caminé sin ver a dónde iba –como en toda mi vida– me dije, quise retroceder, no pude. Entonces empecé a avanzar a tientas, lentamente. La lluvia rodaba por mi cara mientras veía los rostros insepultos de mi pasado.
Avanzaba lentamente, vacilante, casi siempre a contramano... buscando algo, tal vez alguna señal que iluminase mi pozo de nostalgia. Ya no importa el tiempo ni la distancia, tarde o temprano el destino me atraparía, un destino que fue forjado por mí misma o que me lo impusieron. Y observé el cielo, por primera vez en mucho tiempo, llovía pero podía ver ahora el horizonte, la lluvia –me dije– me hace querer llorar pero no puedo porque la última lágrima ya ha sido derramada por aquella última luz de esperanza que se perdió en aquella noche en que llovía por un llanto que no era mío, entre el desengaño por la vida no vivida, por los sueños no cumplidos. –La verdad, el futuro ya no importa–, me dije, mientras me dirigí hacia el puente colgante sobre las aguas turbias de los recuerdos inexistentes que quise creer que eran los míos. La distancia entre el cielo y la tierra, el pasado, el presente y el futuro eran una palma que se fusionaban formando una unidad insoldable, entre los escombros de la persona que quise ser y la que fui.
A la mañana del día siguiente, intenté encontrar la realidad pero no lo logré. Sólo me confundí más, sólo sentí más la desolación... y quise saber qué fue lo que ocurrió pero no pude, no recordé. Todo era oscuro, todo se perdió. Traté de saber que hacer pero dudé y en esa duda una penumbra me envolvió y se apoderó de mí y me quebrantó. Intenté traspasar las paredes, intenté borrar el dolor pero nada nunca servía... siempre volvía el dolor. Así caí en lo profundo de la locura que me permitió huir y encontrar una salida antes de morir.
De repente estoy viva nuevamente, no entiendo nada…
Sobre los acantilados infinitos de mi mente,
creí encontrar una luz, una ilusión, una esperanza,
algún sentido, algún camino,
que me hiciera recobrar la razón.
Pero nada sucedió aunque esperaba,
nada nunca llenó mi corazón,
nada tuvo suficiente sentido,
nada me hizo sentir mejor.
Todo era superfluo, no importaba.
Quise seguir, todo hice mal, todo acabó…
Ahora no importa, todo quedó en el pasado,
la locura llegó y me atormentó.
Así pasó el tiempo, cuando trataba de entender no podía, solo había un espacio vacío y un dolor profundo que nadie llegaba a entender:
En el universo de mi mente nadie puede comprenderme,
pues todos parecen tenerme solo asco y repulsión.
Pues afirman lentamente que soy una demente,
que no piensa, solo miente y llegan a la conclusión,
que sería mejor no verme,
hacerse los distraídos, no tomar el menor partido
y esperar la resolución,
de alguien muy encumbrado que sin más palabras les dé la razón.
Y lo han logrado,
me han catalogado,
como una demente crónica,
una persona sin razón.
Que será internada,
y será tratada como un individuo sin sombra y sin dolor.
Pero que en el interior seguiré siendo la misma persona incomprendida,
que solo quería algo de amor y comprensión
o quizás solo buscaba una salida a su desmedida desolación,
que albergaba muy adentro y que me destrozaba con razones infundadas de incomprensión.
Y pienso una y otra vez:
Llegaré a encontrar el camino que me lleve a resolver el enigma de ese laberinto que mi alma trata de comprender.