Narski - Andrés García - E-Book

Narski E-Book

Andrés García

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Beschreibung

En un mundo donde las reglas son más letales que las bestias que acechan, Narski, un joven cazador de Raquitich, desafía su destino para proteger a su pueblo y conquistar el amor. Entre pruebas mortales y secretos familiares, descubrirá que la verdadera lucha no es contra los Dricons, sino contra las cadenas de la tradición. ¿Podrá forjar su propio camino o sucumbirá bajo el peso de las expectativas?

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Seitenzahl: 343

Veröffentlichungsjahr: 2025

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ANDRÉS GARCÍA

Narski

García, Andrés Narski / Andrés García. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-5808-4

1. Narrativa. I. Título. CDD A860

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Tabla de Contenidos

CAPÍTULO I

CAPÍTULO II

CAPÍTULO III

CAPÍTULO IV

CAPÍTULO V

CAPÍTULO VI

CAPÍTULO VII

CAPÍTULO VIII

CAPÍTULO IX

CAPÍTULO X

CAPÍTULO XI

CAPÍTULO XII

CAPÍTULO XIII

CAPÍTULO XIV

CAPÍTULO XV

CAPÍTULO XVI

CAPÍTULO XVII

CAPÍTULO XVIII

CAPÍTULO XIX

CAPÍTULO XX

CAPÍTULO XXI

CAPÍTULO XXII

CAPÍTULO XXIII

CAPÍTULO XXIV

Introducción

Lluvia, gotas alargadas, abundantes, constantes y penetrantes recorrían el rostro y cuerpo de Narski, joven cazador, Jhustangit sin derecho.

Agazapado en la vegetación, su torso apoyado en una pequeña pendiente del suelo entre las hojas, raíces, lodo y sangre, sus piernas sumergidas en el arroyo, el agua fría tiñéndose con cada gota de sangre producto de su herida en la parte alta de su pierna.

El frío entumecía sus muslos y pantorrillas. Narski se encuentra en el instante decisivo de su vida, sabía en lo más profundo de su ser que el momento había llegado, no podría escapar, no quería hacerlo, sus límites puestos a prueba por las condiciones físicas del terrero y del enemigo se encontraban a flor de piel.

La espera, la búsqueda, sus temores, la oportunidad que tanto deseaba y ocupaba sus pensamientos, su cuerpo y su alma estaba allí, frente a sus ojos a una distancia peligrosa, pronto el enfrentamiento ocurriría, era inminente, sería fugaz y mortal.

Su mano derecha sujetaba con fuerza su arma punzante del largo de un brazo, brillante, indestructible, capaz de cortar un hombre por la mitad de un solo movimiento, su mano izquierda sujeta su protección, el símbolo del rayo grabado con sangre y savia de Narkont en el escudo de cuero. Su arma y su protección no le pertenecen, no es digno por derecho de usarlos.

Su respiración controlada, silenciosa, entrenada, consciente del aumento de pulsaciones hasta los límites de salubridad, los músculos tensos, rígidos y torneados esperando las órdenes instintivas y entrenadas para actuar. La mirada fija, atenta y selectiva, la visión panorámica que tanto entrenó se convirtió en un túnel estrecho con la imagen del objetivo, de su obsesión, de su venganza, el último DRICONS.

CAPÍTULO I

RAQUITICH

La estación fría está llegando a su fin, los senderos caminos y árboles comienzan a descongelarse lentamente, la temporada cálida está comenzando, junto a ella las esperanzas, nuevos proyectos florecen al igual que los bosques con su exótica vegetación y abundancia de especies animales que abarcan desde diminutos seres hasta bestias despiadadas. Junto a la calidez del clima tan esperada por los habitantes, comienzan las preocupaciones por el despertar de las bestias, creaturas corpulentas, agresivas, con una limitada audición compensada por la extraordinaria visión e instinto asesino que las caracteriza, los Dricons.

Narski, un joven adolescente, se encuentra haciendo los quehaceres propios de su edad, alimentando los animales y limpiando sus cercas, animales destinados a la alimentación del pueblo junto a los vegetales y frutas que recolectan las adolescentes mujeres.

—¡Madre! —exclamó Narski.

—He terminado mi tarea voy a ir al bosque y volveré antes del anochecer, te lo prometo.

—De acuerdo hijo, ve y ten cuidado, no olvides que tu padre podría regresar en cualquier momento y no le agradará la idea de que no estés en el pueblo.

Lausin, (madre de Narski, alta de cabello largo y claro, ojos de color miel y una sonrisa amable y comprensiva característica de ella) al igual que el resto de las mujeres mayores se encargan de que las actividades diarias y de que la cena se encuentre lista para los integrantes de cada familia.

—¡Lausin! ¡Lausin! —exclamó Ronidia.

—¡Estoy por aquí! —dijo Lausin —¿qué ocurre?

—¿Has visto a Julien? Desapareció de repente sin decirme dónde se fue, y algo me dice que sé con quién se encuentra (esboza una sonrisa). Lausin levanta los hombros sonriendo tratando de disimular que ella no tenía idea de dónde se encontraba Julien, aunque sabía perfectamente que Narski y Julien solían alejarse juntos desde pequeños, y ahora en la adolescencia era evidente la atracción entre ambos jóvenes.

—Ay Lausin, no intentes proteger a tu hijo, no es necesario, sabes que yo lo quiero como si fuera mío y nada me haría más feliz que formaran una familia en el futuro peeeeero…, como ya sabrás, Juel es un hombre terco, no acepta que nuestra hija está creciendo —tomándose la frente con la mano derecha.

Lausin se tentó con una breve pero contagiosa risa.

—Me imagino, supongo que tendrá que aceptar a la fuerza algún día que Julien es toda una mujer a pesar de su corta edad.

—¿Narski? —Una voz susurrando en el bosque —¿estás ahí?, pude escaparme de mi madre —una leve sonrisa nerviosa se dibujó en sus labios— ¿me estás escuchando?... —El silencio no se detiene, solo el ruido del bosque y una corriente suave de aire acaricia los cabellos largos y delgados de Julien mientras busca con la mirada a su amigo. —Por favor, Narski, ¡no me hagas esto! Sé que me estás esperando, tú nunca faltarías a una promesa, si esto es... —de pronto una mano cubre la boca de Julien y la arrastra hacia atrás provocando un inútil intento de reacción en ella, tratando de zafarse sin poder lograrlo y luego de unos instantes se escucha una carcajada y la mano se aparta de su boca suavemente, casi acariciando su delicado rostro mientras se aleja.

—¡No puedo creer que aún me hagas estas cosas! ¡Ya no somos niños!

—¡Logré asustarte! —contestó entre risas, tratando de disimular lo que realmente quiso hacer, asustar a Julien era secundario, su intención siempre fue acariciarla, sentir sus suaves y delicados labios en sus manos, su respiración y el aumento de latidos, reacciones evidentes al apretar la espalda de la joven contra su pecho, el corazón de Narski tampoco pasaría desapercibido para ella quien pudo apreciar cómo se aceleraban sus latidos y la delicadeza con la justa fuerza ejercida sobre su cuerpo inmovilizándola sin provocarle daño alguno, ambos jóvenes sentían en sus cuerpos los gritos de sus deseos, ambos incapaces de confesar sus sentimientos, sus pensamientos, sus pretensiones más ocultas.

Julien y Narski caminaron como de costumbre, descubriendo nuevos senderos, abriéndose paso por la densa vegetación hasta encontrar lugares calmos y bellos en donde compartir charlas sinceras, casi confesiones y hasta sus miedos más profundos.

Encontraron su lugar en la cima de una inmensa roca que estaba al borde de una caída libre hacia el arroyo, un lugar con un susurro natural del correr de las aguas y el canto de los pájaros, donde la sombra de los árboles ofrecían un filtro adecuado al sol.

—¿Te encuentras bien? —preguntó Narski.

—Sí, sí o al menos eso creo —Tratando de ocultar el casi imperceptible temblor de sus manos por los nervios que le provocaba estar cerca del culpable de sus sueños diurnos.

—¿Qué te sucede?, cuéntame, sabes que puedes confiar en mí.

—Lo sé, no es ese el problema es solo que... (Hace una pausa esquivando la mirada atenta de Narski) —En realidad no es nada, es solo que estoy disfrutando el lugar, ¿es hermoso no lo crees? —El silencio en cada encuentro se hacía cada vez más prolongado, ambos sabían, ambos dudaban, ambos preferían no exponerse, sus mentes se encontraban alteradas por los sentimientos escondidos y a la vez evidentes.

—La puesta del sol está cercana, es demasiado peligroso que estemos los dos solos, será mejor que regresemos —El tono triste de Julien enmudeció a Narski, ambos tomaron camino de regreso en silencio solo pensando y de vez en cuando dedicándose una tierna mirada cómplice.

De llegada a casa Narski vio a su madre acercándose con el ceño fruncido.

—¡Jovencito!, espero que sepas lo que estás haciendo.

—¿A qué te refieres madre?

—Puedo ser vieja, pero no tonta, sabes bien de qué te estoy hablando —Los ojos llenos de preocupación no dejaban lugar a dudas, se refería a Julien.

—Madre, no te preocupes, no sé exactamente lo que estoy haciendo, no voy a engañarte, pero sí sé lo que quiero llegar a hacer algún día y te aseguro que estarás orgullosa de mí.

Lausin acaricia el cabello de Narski mientras ambos caminan directo a su refugio, pues la hora de la cena ha llegado, un manto oscuro se apodera del pueblo al finalizar el día y junto a él, el silencio de la oscuridad.

Las noches del pueblo son custodiadas por vigías nocturnos, grupo de hombres dispersos estratégicamente en los alrededores encargados de velar por la seguridad y emitir alarmas de peligro en caso de ser necesario, el pueblo se encontraba rodeado de un arbusto espinoso plantado por los habitantes, cada uno muy cerca del otro para formar un muro protector ante los depredadores naturales, aunque eran insuficientes para protegerlos de las bestias.

Cada vigía era reemplazado por otro ante la orden de los jefes de custodia quienes organizaban las rondas de vigilancia cada noche durante las estaciones cálidas.

—Mersmin (Una voz firme en el refugio de los vigías) —Inmediatamente se puso de pie con una postura recta.

—Reemplaza a Jier en la entrada del sendero rocoso.

—¡A la orden! —El joven se dirige rápidamente a la entrada para cumplir con las órdenes del jefe.

—Es hora, desde este momento me encargo yo, puedes ir a descansar Jier.

—No te preocupes no estoy cansado puedo custodiar unos instantes más.

—No es opcional, vete a descansar, no quiero tener problemas al regresar al refugio.

—¿No te cansas de ser tan estricto con las reglas? Pasamos los días descansando para afrontar los deberes de la noche, prácticamente no tenemos contacto con otras personas y tú ¿prefieres quedarte solo durante las guardias? —El silencio y la mirada fija al frente fueron la respuesta de Mersmin.

—Está bien, no insistiré, no quiero descansar voy a buscar alguien más agradable con quien charlar.

—Haz lo que tú quieras, yo cumpliré con mi deber.

La noche transcurría lentamente sin novedades para el vigía que se encontraba solo en la plataforma de madera elevada para tener un mejor panorama de la periferia del puesto, largos momentos de soledad le esperaban a Mersmin durante su guardia, aunque eso era indiscutiblemente mejor que tener un sobresalto por animales o las bestias tratando de cruzar los límites que separaban al pueblo del bosque. Falta poco para el amanecer, falta poco para terminar su labor y librarse de sus obligaciones al menos hasta la noche siguiente, así era la estación cálida.

Los intentos de cruzar los límites por parte de animales eran poco frecuentes, aun así, hay noches agitadas por demás y en la gran mayoría de esas noches agitadas son inofensivos animales en busca de alimentos los que forzaban las falsas alarmas.

Un casi imperceptible sonido desconocido pone en alerta a Mersmin, sin dudarlo empuña su arma y su escudo protector, agudizando sus sentidos al máximo tratando de averiguar el origen del ruido que aparentaba pasos sigilosos, lentos pero pesados, de algún intruso de gran porte quizás.

Cada vez se acercaba más y más, se detenía unos instantes como evaluando el terreno y surgiendo nuevamente de la nada misma sin ningún orden o patrón, un animal inofensivo por lo general no tenía ese comportamiento, el sonido de la marcha era constante para nada sigiloso y muchos menos dubitativo, Mersmin baja lentamente de la torre vigía escabulléndose entre la maleza para acercarse y descubrir al responsable e intervenir en caso de ser necesario. Con su mano izquierda sujetaba una liana que tenía una roca en su extremo que iba directo a un poste de la torre vigía y al jalarla golpearía un objeto metálico que emitiría un fuerte sonido para alertar a sus compañeros en caso de necesitarlo ,dejó de lado la liana y tomó su escudo con su mano izquierda y sujetó su arma con la mano derecha.

Debo tomar una decisión... pensaba en sus adentros, si trato de acercarme más deberé alejarme de la liana que activaría la alarma renunciando al apoyo en caso de necesitarlo, solo así podría acercarse al objetivo y descubrir el origen de aquel intrigante sonido.

Mersmin sabía que iba en contra de las reglas, si se alejaba del puesto vigía y de la alarma, si se aventuraba alejándose en busca del objetivo ponía en riesgo su vida y la de sus compañeros, en caso de fracasar no podría advertir a los demás de la posible amenaza. La tensión crecía rápidamente, el sonido extraño se acercaba cada vez más al puesto limítrofe, el vigía se esconde usando la oscuridad debajo de los árboles suculentos que con sus enormes hojas bloqueaban la luz de la luna y las estrellas en la noche despejada, de repente... silencio absoluto… Agudiza su visión y logra divisar un animal de mediana estatura inofensivo que estaba extrañamente inmóvil, con sus ojos dirigidos a un sector oscuro a su derecha, su postura no era normal, pareciera que en cualquier momento iba a huir y no quitaba la mirada de la oscuridad, estaba petrificado.

Mersmin bajó de la torre vigía y centró su mirada en el suelo para adelantar unos pasos sin pisar hojas o ramas secas que pudieran advertir al animal, justo en ese mismo instante, al levantar la mirada logra ver de reflejo una figura enorme y veloz que arrasa con el animal sin siquiera dejar tiempo para que este logre reaccionar seguido de un espantoso grito de dolor alejándose sin escatimar el ruido de la vegetación sacudiéndose al pasar.

De inmediato Mersmin arrojó su arma y su protección, escaló a toda velocidad la torre y de un salto se colgó de la liana activando la alarma con todas sus fuerzas logrando que la roca impactara violentamente en el objeto metálico para alertar a sus compañeros, de un solo movimiento bajó nuevamente, tomó una posición defensiva y sin dudar se interpuso entre la entrada y su pueblo dispuesto a defenderlo con su vida. El grito de batalla de los demás vigías se escuchaba cada vez más cerca acudiendo al llamado de Mersmin.

—¿Estás bien? —preguntó Carscon, jefe de los vigías encabezando la tropa defensora.

—Sí, señor, un Dricons atacó un animal en la entrada y se dirigió en esa dirección del bosque —señalando con su espada y los ojos desorbitados propios del terror provocado por la situación.

—¡Rápido, ustedes vengan conmigo! Tú Mersmin protege la entrada y tú Jier da aviso a los Jhustangit.

La búsqueda duró hasta el amanecer, los vigías siguieron los rastros de la maleza sin poder encontrar al Dricons solamente encontraron un charco de sangre debajo de un árbol y apenas una pezuña de la víctima, no había nada más, el rastro se cortó de repente como si la bestia y su alimento hubiesen desaparecido.

—¡Revisen la zona, es nuestra oportunidad de seguir los rastros y encontrar la guarida de los Dricons, no puede haberse esfumado en la nada! ¡De prisa presten atención, revisen todo el lugar!

—Señor, encontré marcas de garras en aquel árbol.

—Maldición, es demasiado astuto, no podremos seguir su rastro en las alturas.

El amanecer llegó y los vigías regresaron al pueblo sin resultados, inmediatamente al regresar un joven mensajero se acercó a Carscon (jefe de los vigías) para notificarle que los Jhustangit requerían una reunión al atardecer en su refugio para analizar los hechos de aquella noche.

Carscon es un hombre de piel morena, cabeza cuidadosamente rapada, barba larga y oscura, de mediana estatura con un imponente físico y determinación. Se ganó el puesto de jefe de los vigías debido a sus habilidades y su extraordinaria aptitud para la tarea. De muy joven comenzó su carrera como vigía nocturno, durante toda su adolescencia ejerció ese rol y cuando Lirus (en aquel entonces jefe vigía) enfermó y perdió gran parte de su movilidad corporal lo designó como su sucesor enseñándole todo lo que su vasta experiencia le había enseñado. Al poco tiempo que Carscon ejerció el puesto de jefe, Lirus murió recostado encima de suaves pieles dentro de su refugio.

El día transcurrió tranquilamente, el hecho sucedido estaba en boca de todos los habitantes, fue un acercamiento que no se veía desde hace mucho tiempo, los Dricons solo atacaban en lo profundo del bosque y a los habitantes que se alejaban del pueblo, esta vez tuvieron un comportamiento ajeno a lo acostumbrado por lo que llamó la atención y la preocupación de los cazadores.

El jefe Carscon asistió al pedido de reunión de Juel, jefe de los Jhustangit.

Los Jhustangit son el cuerpo de élite de cazadores de Raquitich, hombres que dedicaban su vida al entrenamiento con el único objetivo de proteger a los habitantes del pueblo.

Solo se podía formar parte del grupo cazador por linaje de sangre, esa era la ley. Ser un Jhustangit significaba pertenecer a lo más alto de la escala social de Raquitich, eran hombres respetados y tradicionales.

Juel es el actual jefe Jhustangit, recibió ese puesto al morir su padre, el gran jefe Jorkit.

El jefe de los vigías entró al refugio de los cazadores en donde se encontraban reunidos Juel y sus más leales hombres debatiendo sobre lo sucedido la noche anterior.

Carscon se anunció recibiendo el saludo cordial de los presentes y Juel tomo la palabra sin perder tiempo.

—Carscon, danos un detallado informe de los hechos, necesitamos saberlo todo.

Juel y sus colaboradores más cercanos escucharon con atención el informe de Carscon, no se guardó ningún detalle, comenzó su relato desde el cambio de guardia informando quien estaba de turno en ese momento, contó con lujo de detalles el relato que recibió de su subordinado Mersmin, la aparición del animal inofensivo y el ataque que sufrió a manos del Dricons, detalló la búsqueda que realizó junto a sus hombres y como la bestia logró escapar de la persecución.

Luego de un extenso debate con los altos mandos de cazadores, el líder Juel tomo una decisión.

—Debemos cambiar nuestra estrategia de defensa. Al menos hasta estar seguros de que se trató de un hecho aislado y no se vuelva algo frecuente que ponga en riesgo nuestra supervivencia.

—¡Carlen!

—¡Sí, señor!

—Desestima los recorridos habituales de cacería, ordena a los hombres para que en cada puesto de vigilancia un cazador preste apoyo a los vigías y el resto de los hombres deben estar preparados en caso de emergencia hasta nuevo aviso.

—¡Sí, señor! —Carlen contestó con firmeza.

Los cazadores fueron divididos en grupos pequeños en donde cada uno de ellos tenían una orden específica y un momento determinado para cubrir las noches y brindar seguridad al pueblo.

Las noches transcurrieron sin sobresaltos, 1, 2, 10 y 15 noches seguidas, hasta el punto de que los cazadores dejaron de prestar apoyo a los vigías y volvieron a sus rutinas habituales de caza y entrenamiento.

La preocupación de los habitantes poco a poco comenzó a disminuir y cada cual retomó sus rutinas habituales olvidando lo sucedido incluso se levantó la orden de no deambular después de la caída del sol.

CAPÍTULO II

LA CONFUSIÓN

La tradicional festividad de Raquitich se encuentra cercana, los festejos por el Narkont están en sus preparativos, todos los habitantes del pueblo se reunirán y festejarán al ritmo de cantos y bailes propios de su cultura alrededor del árbol milenario, el Narkont florece y da sus frutos durante toda la época cálida. Las hojas molidas sirven como ungüento para esterilizar las heridas y sus frutos altamente proteicos sirven para mejorar la alimentación principalmente de los Jhustangit. Los jóvenes y madres debían organizar todo para los festejos, banquetes, bebidas y ornamentación del lugar.

Lausin y Ronidia ambas mujeres de los líderes cazadores estaban a cargo y eran ellas quienes asignaban actividades a los demás para preparar los festejos.

El día de la festividad comenzó, todos los habitantes sin excepción se reunieron para celebrar.

En la celebración no hay distinción de jerarquías ni linajes, todos son iguales ante lo sagrado. El joven Narski busca con la mirada a su amiga Julien entre la muchedumbre, camina entre la gente sin dar con su objetivo.

—¡Narski! —la voz de Girsen, un joven amigo de Narski y Julien.

—¿Cómo has estado?

—Muy bien Girsen, estoy muy bien ¿y tú?

—Bien por suerte, disfrutando (contestó con una leve sonrisa) ¿qué ocurre?

—¿A qué te refieres?

—Noté que estabas buscando algo ¿puedo ayudarte?

—No, no... a decir verdad estoy buscando a Julien ¿la has visto?

—Sí, la he visto hace unos instantes, está al otro lado del arroyo con Huerqui, al parecer existe algo entre ellos, pero no lo comentes, no es la primera vez que los veo juntos charlando a solas —murmuró Girsen despacio para que nadie más pudiera escucharle.

Terrible noticia para Narski, su amigo Girsen sin saberlo clavó un puñal en su corazón rompiéndolo en mil pedazos, la tristeza se mezcla con emociones de furia en Narski quien hace todo lo posible para disimular que aquellas palabras lo habían herido profundamente.

—Voy a ir a buscar algo de beber, que disfrutes Girsen, nos encontraremos más tarde.

El joven Narski se alejó de los festejos y se dirigió a un lugar solitario en donde suelen pasar tiempo con Julien mientras pensaba y pensaba que era lo que estaba ocurriendo, imaginando a Julien entre los brazos de Huerqui, sus labios entrelazados en un beso apasionado, las manos de Huerqui recorriendo cada parte del cuerpo delicado de Julien. Solo de pensarlo le subía un escalofrío por toda su espalda obligándolo a sentarse para no desvanecer, sus piernas no podían sostener su propio peso, sus lágrimas silenciosas recorrieron su rostro y para ese entonces ya era incapaz de secárselas con las manos, estaba destrozado.

Casi al anochecer donde los festejos estaban terminando Narski permanecía solo sentado en una roca, la tristeza se convirtió en furia, sus manos recobraron fuerzas para apretar sus puños fuertemente, su rostro cambió, se endureció y pensaba en voz baja para que nadie pudiera escucharlo.

—¡Qué demonios estás haciendo Julien, Huerqui no te merece, él no podría cuidarte como yo, aunque él fuera descendiente directo de un Jhustangit no tendría el valor de cuidarte, no podría hacerte feliz! ¡Algún día te darás cuenta de este error Julien y ese día será tarde te lo juro!”

Poco a poco los habitantes comenzaron a dar por finalizado el festejo, cada quien tomaba su rumbo, la mayoría de las personas regresaba a su refugio, algunos comenzarían sus guardias y otros empezarían las tareas de acomodar y limpiar el desorden provocado, todo volvería a la normalidad con el correr de la puesta del sol.

Narski emprende su regreso, después de pasar horas lamentando su suerte, a medio camino su mente daba vueltas imaginando a Julien desnuda en brazos de Huerqui, abrazándolo, besándolo y entregándose en cuerpo y alma, echando por el suelo los sentimientos del joven.

—Debo verlo con mis propios ojos —se dijo a sí mismo y se dirigió al otro lado del arroyo sigilosamente para sorprenderlos. Era consciente de que si lograba descubrirlos se abriría una herida tan profunda que no podría sanar en toda su vida, y aun así necesitaba certezas, ya no podía estar a merced de su imaginación, saber que estaba ocurriendo era su prioridad, lo necesitaba, lo añoraba, aunque lo desmoronaba.

Lenta y cautelosamente fue acercándose al lugar en donde le había señalado Girsen que se encontraban los jóvenes, su rival (Huerqui) y su amada sumidos en la peor traición a su ser.

Entre las malezas Narski logra ver a Huerqui y Julien abrazados, ambos con lágrimas en los ojos, lo que provocó la más grande confusión en su corazón, ver llorar a Huerqui no le produjo nada más que desconfianza e intriga, ver llorar a Julien fue su derrota, se sentó en el lugar más cercano que puedo llegar a escondidas para no ser visto y trató de escuchar lo que hablaban con sus voces entrecortadas.

—¿Qué está ocurriendo?, murmuró para sí mismo, su ira y decepción pronto se convirtieron en lo opuesto, sus ganas de correr al lado de Julien y abrazarla, consolarla y besarla se tornaban una tortura inaguantable, solo el hecho de saber que Julien no lo perdonaría por espiarla lo detenía.

—¿Cómo poder averiguar qué les estaba ocurriendo? ¿Cuál era su relación? ¿Por qué Julien nunca le comentó sobre su amistad o cualquier otro lazo que la uniera a Huerqui?

Narski se quedó oculto esperando que ambos jóvenes se fueran del lugar, luego de esperar un tiempo razonable comenzó a seguir sus pasos, siempre entre la oscuridad, el murmullo del arroyo y la lluvia que comenzaba a caer sobre el bosque.

Llegó el momento, ambos jóvenes debían tomar direcciones opuestas para llegar a sus refugios, era la hora de la verdad, ¿Huerqui besaría a Julien? Esperaba que no lo hiciera mientras los miraba fijamente. Julien se inclinó y le dio un beso en la mejilla a Huerqui seguido de un abrazo y unas palabras que no pudo escuchar. Julien sin imaginar que Narski la seguía comenzó su camino de regreso sin mirar atrás tan siquiera una vez.

Alivio y confusión, nada más había eso en los pensamientos de Narski, quien luego de asegurarse de que Julien llegara a salvo a su refugio se dirigió camino al Narkont, no podía pensar en dormir, las dudas lo sustrajeron de la realidad, no podría ir a descansar a su refugio con tanto enredo en su cabeza, trepó el Narkont y se acomodó en el vértice que unía dos enormes y fuertes ramas, la cual ofrecía un lugar cómodo para aclarar sus pensamientos.

Lausin se encuentra en su refugio ordenando las camas mientras espera la llegada de Carlen, ya que esta noche le correspondía descansar de las guardias y obligaciones propias de su oficio.

Carlen se acerca por la espalda de Lausin abrazándola fuertemente con un tono sexual evidente.

—¿Qué estás haciendo? —pregunta entre risas su mujer.

—¿Tú qué crees mujer, acaso crees que he olvidado tu belleza y tus caricias? Aun después de tantos años sueño cada noche con hacerte mía de formas que no puedo confesarte, pero si te lo puedo mostrar —Carlen besa apasionadamente a Lausin mientras desliza sus manos por sus piernas acariciándola suave sin titubear, mientras ella le correspondía a sus acciones, no había lugar para más palabras, solo emociones, sentimientos al rozar sus cuerpos el uno con el otro hasta consumar el acto una y otra vez, transcurrieron horas de amor entre ellos hasta quedar totalmente dormidos desnudos abrazados en la suave piel de color marrón claro que yacía en el suelo de su hogar.

Pasaron días eternos para el joven Narski, quien por todos los medios trataba de evitar encontrarse con Julien, a pesar de ello, su enojo fue disminuyendo y su deseo de verla fue creciendo más allá de lo que podía controlar.

CAPÍTULO III

UN RECUERDO DOLOROSO

—¡Narski despierta! —la voz de Julien tomó por sorpresa al joven mientras dormía— en unos instantes va a amanecer ¡debemos irnos ahora!

—¿Qué sucede Julien? —Tratando de disimular que su corazón casi explota de felicidad al verla nuevamente.

—Ven rápido, es hora ¡los Jhustangit acaban de partir rumbo a la montaña! Debemos seguirlos ahora o les perderemos el rastro.

Narski se incorpora rápidamente y ambos comienzan su travesía, a escondidas de los demás habitantes y de sus madres quienes son las responsables de los niños y los jóvenes del pueblo.

—¡Ahí están!

—Silencio Julien, no deberíamos estar aquí, no deben vernos.

Ambos jóvenes siguieron a través de las malezas de cerca al grupo de cazadores de élite, los Jhustangit, Cazadores entrenados, dedicados pura y exclusivamente a desarrollar el arte del combate, con una única misión, proteger al pueblo de las bestias que asechan y amenazan con destruir a los habitantes, los temibles Dricons.

—En poco tiempo comenzarán las pruebas de élite Narski, lo mejor es averiguar de qué se trata y podrás lograr entender a qué te enfrentarás, estoy segura de que tu esfuerzo y dedicación rendirán sus frutos, te he visto entrenar, aunque no lo creas y sé de lo que eres capaz.

Narski permaneció en silencio, su mirada delataba que quería confesarle algo importante, pero no pudo hacerlo.

—No estoy seguro de esto Julien, mi padre se molestará y me hará pagar por desobedecer las reglas.

—Tu padre no va a saberlo, debemos inventar una coartada para volver al pueblo y engañar a nuestras madres o ¿acaso piensas delatarnos? —Le dedica una sonrisa a su compañero de aventura.

—Por supuesto que no voy a delatarnos —levantando una ceja—, sabes muy bien el castigo que nos esperaría.

La preocupación se apodera de su rostro, aun así, no va a perder la oportunidad de tener una aventura y compartir tiempo a solas con Julien, sus sentimientos comenzaron a ahondar en sus pensamientos y en lo profundo de su corazón, aunque jamás permitiría que su amiga se diera cuenta de lo que significaba para él.

Luego de un intenso recorrido siguiéndolos a escondidas sin ser descubiertos algo cambió de repente. Juel, el líder de los cazadores se detiene bruscamente, levanta su brazo derecho con el puño cerrado mientras el resto de los cazadores atentos esperan las señales del jefe cazador para actuar.

—¡Dispersaos! —profirió Juel.

Inmediatamente Carlen, el segundo al mando ordena a los hombres de a tres y señala el rumbo a seguir de cada grupo. Carlen no solo es el segundo al mando, es el padre de Narski. Un guerrero altamente entrenado con una inmensa experiencia en enfrentamientos con las bestias, sus cicatrices en todo el cuerpo y una dificultad marcada en su caminar son evidencia suficiente para probarlo.

Narski y Julien se esconden detrás de unas rocas rodeadas de arbustos esperando el momento oportuno para volver a sus hogares, sabían muy bien que la travesía había tomado un rumbo peligroso. La actitud de los cazadores indicaba un posible enfrentamiento a muerte, en el cual no siempre regresaban todos los valientes.

—¡Rayos Julien! ¡Debemos regresar inmediatamente!

Ambos jóvenes no podían evitar que la adrenalina se apoderara de ellos, con la respiración entrecortándose emprendieron rápidamente el regreso.

En las cercanías del pueblo tuvieron que detenerse unos instantes para recobrar el aliento y hacer de cuenta que nada había sucedido.

—¡Narski, Julien! ¡Deberé castigarlos en este mismo instante! —Lausin, madre de Narski se encontraba con los brazos cruzados esperándolos, su rostro endurecido y su ceño fruncido era prueba suficiente para saber que les esperaba un regaño.

—Madre, déjame explicarte por fav… —Lausin lo interrumpe con certera impaciencia.

—No necesitan explicarme nada, sé muy bien dónde estuvieron, y aún no he decidido si le contaré la verdad a tu padre, ¿y tú Julien?, ¿en qué estabas pensando? ¿Aún no tomaste conciencia que por esta irresponsabilidad tu hermano perdió la vida tiempo atrás? ¿O es que acaso ya no lo recuerdas?

De repente el silencio acaparo la situación, Narski y Julien quedaron perplejos, lo que acabada de decir Lausin habría superado todo límite de cortesía y tacto, su furia la llevó a recordar un hecho doloroso para Julien quien no pudo contener las lágrimas y sin emitir una palabra dio media vuelta y salió corriendo secándose las lágrimas con sus manos.

—Madre ¿cómo pudiste hacer eso? No eran necesarias esas palabras tan hirientes, debes disculparte con Julien.

—Lo sé hijo, me disculparé con ella, ahora necesita tiempo a solas para reponerse. Mi error no implica que no debas cumplir un castigo por tu conducta. Ahora mismo no me encuentro en condiciones para pensar claramente, vete a tu refugio, no quiero verte en estos momentos.

—Lo haré madre, lo siento.

Narski, se retiró en dirección a su refugio solo para complacer a su madre, mientras se convencía de que no habría ninguna posibilidad de obedecerle sabiendo que su amiga, compañera y su amor lo necesitaba. Emprendió la búsqueda de Julien y fue al lugar que sabía la encontraría, en la cima del milenario árbol sagrado Narkont.

—Julien ¿estás bien?, lamento las palabras de mi madre, no quiero excusarla, pero debes saber que ella te quiere igual que a una hija y se molestó demasiado con nuestro comportamiento.

—Lo sé, pero la pérdida de mi hermano es un asunto no superado para mí, y mi alma se desangra con su recuerdo —El rostro de Julien estaba cubierto de lágrimas, su cabello era un desastre y, aun así, era hermosa ante los ojos del joven compañero.

Narski secó las lágrimas de Julien con sus manos, no podía dejar de mirarla, era tan bella, tan vulnerable que su corazón se partió en dos. Pasaron unos instantes antes de que pudieran emitir palabras.

—La mañana que murió yo me encontraba con él recogiendo frutos, me hablaba, me aconsejaba y sonreía todo el tiempo mientras me repetía lo importante que yo era para él, fue una mañana mágica, la recuerdo tan claramente que en ocasiones pienso que mi recuerdo se ha distorsionado con el propósito de hacerme sentir mejor, de repente mientras caminábamos en busca de más frutos se detuvo y me hizo señas de permanecer en silencio con el dedo índice en sus labios y nos escondimos, yo no sabía qué estaba ocurriendo hasta que vi a unos metros de nosotros a los cazadores pasar sigilosamente. Mi hermano me ordenó que regresara al pueblo con la excusa de que debía hacer algo importante antes de regresar. En esos momentos no comprendí que su intención era seguir a los cazadores, pero la tarde acaecía en el pueblo y él no regresaba, mi madre me preguntaba por él y yo le mentía que no lo había visto en todo el día, ignorando que se encontraba en peligro, mi preocupación se hizo cada vez más fuerte hasta que al anochecer el grupo de cazadores regresó al pueblo y en esos instantes vi a lo lejos a mi padre (Juel) que regresaba cargando el cuerpo sin vida de mi hermano en brazos, con heridas por todo el cuerpo. Mis piernas se congelaron, no respondían y casi no podía mantenerme en pie, mi respiración se entrecortaba y me costaba respirar con cada paso que daba mi padre acercándose, solo pude reaccionar al escuchar el grito desgarrador de mi madre que solo atinó a dejarse caer de rodillas al suelo con sus manos abiertas mirando cómo su hijo varón la había abandonado. Lo que más me impactó fue la frialdad de mi padre al apoyar a mi hermano en el suelo, justo a los pies de mi madre que lloraba desconsoladamente cubriéndose la cara con sus manos, arrodillada al lado del cadáver de su hijo. Mi padre me miró sin emoción alguna en el rostro y luego de unos instantes dijo “No cumplir las reglas conlleva consecuencias irremediables, no lo olvides jamás”, ¿puedes creerlo Narski?, mi hermano, su hijo, había muerto y él no era capaz de mostrar dolor, de abrazarme, de abrazar a mi madre, solo se quedó inmóvil mirando el cuerpo sin vida de su hijo, no hizo ningún esfuerzo para consolar a mi madre, no demostró ninguna emoción. En esos momentos juré que las reglas no me acobardarían nunca, si mi corazón dictaba que debía romperlas, las rompería sin dudarlo.

CAPÍTULO IV

LA PRUEBA

1ª PARTE

Los días transcurrían con total normalidad en Raquitich, los quehaceres de cada cual se desarrollaban normalmente a excepción de los jóvenes de la edad de Narski, su entrenamiento se intensificaba a medida que pasaba el tiempo, era hora de prepararse mentalmente para el futuro.

Se los dividía en grupos de a dos, cada pareja debía dirigirse a un determinado lugar alejado del pueblo, debían sortear cualquier dificultad en el camino, sus únicas provisiones eran un puñal para cada uno, ellos debían recorrer caminos de 5 días en dirección a las montañas, las expediciones eran extremadamente peligrosas, fortalecer sus almas, sobrevivir y aprender era el lema.

Conseguir agua y comida, buscar refugio, entrenar su cuerpo y alma, desarrollar el sentido de compañerismo, eran solo algunos de los objetivos del entrenamiento.

—¡Atención! Formen filas —Se escuchaba a Riders gritando con convicción y autoridad.

Los jóvenes aspirantes se encontraban formando las filas en el descampado cubierto de neblina, solo había unos pocos metros de visibilidad cuando apenas quería comenzar a asomar el sol que se escondía detrás de una montaña.

La vegetación invadía el camino, las ramas de los árboles y los arbustos impedía transitarlo con libertad, todo ello sumado a las hojas mojadas por el rocío de la noche, el pasto que llegaba hasta los tobillos de los jóvenes estaba húmedo, alrededor del descampado asomaban unas flores color violetas de pequeña estatura e inmensamente bellas, pero se debía tener cuidado al acercarse, su tallo tenía tantas espinas que era imposible tomarlas sin lastimarse.

—Este es el momento, este es el comienzo de una serie de pruebas para determinar de qué están hechos, este es el comienzo de su destino. No voy a mentirles no todos ustedes regresarán al décimo día, no todos de ustedes soportaran las inclemencias del clima arriba en las montañas y no todos de ustedes formaran parte de la élite como vuestros padres queréis.

Esta es su prueba final antes de unirse a la preparación del cazador de raza. Mi consejo para ustedes es que, si están dudando, es mejor que se marchen ahora, en el escuadrón Jhustangit no hay lugar para los débiles y mucho menos para las dudas, las dudas no solo los matarán a ustedes, matarán también a sus compañeros, no lo olviden.

Veinte jóvenes seleccionados comenzarán las pruebas a cargo del jefe de entrenamiento, Narski formaba parte de esos veinte.

—Tienen tiempo hasta que el sol aparezca en todo su esplendor, después de ello no habrá vuelta atrás. ¿Les queda claro aspirantes? —gritó Riders dirigiéndose a los jóvenes inexpertos.

—Si señor —al unísono contestaron.

Tompsich, quien se desenvolvía como herrero e hijo de un Jhustangit se acercó a Narski, solían compartir charlas y juegos de niños, sus pasatiempos eran las luchas usando maderas o ramas simulando que eran armas, incluso lo hacían en grupos con los demás niños, batallas interminables de risas y en ocasiones accidentadas por la clase de juegos que desempeñaban.

Tompsich, conocía el secreto de la familia de su amigo de la niñez, secreto que atormentaba a su compañero de aventuras. Pocas personas sabían que Narski a pesar de ser para el pueblo “el hijo de Carlen” no podría convertirse jamás en un cazador de élite, su destino estaba limitado por la ley.

—¿Estás bien, compañero? —preguntó Tompsich a su amigo.

—Sí, sí un poco ansioso —soltó una risa apenas perceptible difícil de interpretar— ¿tú cómo te sientes?, por fin estamos llegando a la recta final de nuestro objetivo desde que éramos niños.

—Anoche no pude dormir, a decir verdad, estoy muy confundido, se nos crio enseñándonos que formar parte de la élite era nuestro objetivo y sería vuestro mayor logro, pero ahora no estoy convencido de eso. Me gusta mi oficio de herrero, me permite tener tiempo para entrenar y tiempo libre para hacer lo que sea que se me antoje en ese momento —Tompsich miró al cielo unos instantes, el silencio se adueñó de la situación por un momento—, mi padre estaría muy desilusionado de mí si me estuviese escuchando en estos momentos.

—Te entiendo perfectamente.

—Narski, ¿puedo preguntarte algo? Desde que te vi esta mañana formando filas que no logro entender cómo… —Narski lo interrumpe con un gesto disimulado y mirando hacia ambos lados para asegurarse que nadie hubiese escuchado a Tompsich.

—Amigo mío, créeme, yo tampoco sé por qué estoy aquí. Ayer fui citado para presentarme hoy, pero no pude hablar con mi padre para preguntarle qué está ocurriendo. Por favor, no lo comentes con nadie, yo haré esta prueba, quiero hacerla, aunque sé que será en vano, quiero que mis padres estén orgullosos de mí, quiero demostrarles que soy digno de ser su hijo y sobre todo quiero mostrarme a mí mismo que estoy preparado para grandes logros en mi vida —un pensamiento se cruzó por su mente... “Julien”… pero no podía permitirse reconocerlo ante los demás—, al regresar hablaré con mi padre, tal vez él tuvo algo que ver con esto.

—No te preocupes, tu secreto está a salvo conmigo, además me reconforta saber que no seré solamente yo el que fracase en esta prueba —Ambos jóvenes chocaron sus manos en complicidad mientras desataban una carcajada mutua.

—¡Aspirantes atención! —Riders tomó la palabra en frente de las filas—, elijan sus compañeros, es importante que exista confianza entre ustedes, ya que sus vidas dependerán en gran medida de quién se encuentre a su lado ante las dificultades que puedan enfrentar. Recuerden, nada les asegura que no se encontrarán con un Dricons en el camino, sean cautelosos, sean precavidos y no lo enfrenten a menos que no quede de otra, la valentía no les servirá de nada a sus familias si mueren.

Las parejas se formaron y luego de escuchar indicaciones personalizadas de Riders en cuanto a la travesía, comenzaron a tomar sus caminos.

Narski y Tompsich emprendieron juntos la aventura de sus vidas. Poco a poco se alejaban de sus hogares, el camino marcado para ambos concluiría en la cima de una montaña que a la vista resultaba tan lejana que apenas se podía distinguir en el paisaje desde donde partieron.