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Este es el nuevo libro de Alejandra Díaz-Ortiz. No hay tres sin dos. Se trata de una maravillosa colección de cuentos y de poemas en prosa, que captura momentos de amor y pérdida, con mesura y parquedad poética, pero llenos de honestidad. Desde el arte del engaño hasta lo peor que un amante puede hacer (pagar para entrar), las historias cortas de Alejandra suenan a verdad. Con humor y humildad, arrepentimiento y deseo, ella ha creado un retrato convincente de la condición humana. John Hemingway: "Amar y dormir, dos placeres que precisan de mantener los ojos bien cerrados"
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Seitenzahl: 44
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Alejandra Díaz-Ortiz
«En cierto modo, la vida es como el jazz… es mejor cuando improvisas»
GEORGE GERSHWIN
«Tal vez pude doblar este destino mío en música inefable»
IDEA VILARIÑO
En algún lugar de esta calma,
de tu nombre me he de olvidar.
–¿De dónde vienen los cuentos?
–¿Los cuentos?… Verás… Un día se junta la palabra «siempre» con la palabra «nunca» y así plantamos la simiente…
Llevaba toda la noche intentando redactar un cuento breve que le habían encargado, pero lo único que le venía a la cabeza era la página recién escrita en otra piel.
Tan sólo necesitaba ciento cincuenta palabras con las que jugar a sorprender al lector.Tras muchas horas, y muchas vueltas, lo único que fue capaz de hilvanar sobre el despiadado folio en blanco fue: «Me urgen sus ojos. Necesito que me desnuden mil veces más».
Pero eso no le podía interesar a nadie. Ni siquiera a su corazón.
Asumió que no tenía nada que contar.
Con la certeza de que aún les quedaban muchos capítulos por garabatear a cuatro manos antes de que aquel olor impregnado en su memoria se desvaneciera, decidió esperar a que, en el inevitable factum de los desencantos, aquello se transformara en el mero recuerdo de su cuerpo encajado contra el suyo.
Sería entonces, y no antes, cuando conseguiría ajustarse a la medida exacta de la magnitud que precisa un buen microrrelato.
¿Por qué no vienes y me cuentas?
Te cuento.
Nos contamos.
Luego,
Dejamos a los cuerpos que se cuenten.
Y así,
Entre cuento y cuento,
Acaso te vuelvas realidad.
Te echo de menos. Lástima que aún no te hayas ido.
Hoy te sobro y sabes que no te falto.
Con mi imaginación hago lo que yo quiero. Hasta podría dejar de pensar en ti.
Entre tus más y mis menos, conocerte está siendo el mejor de los infiernos.
Venga, seamos felices: vete…
«Vas-tu l'aimer la vie ou la regarder juste passer?»
Azar fue que tú y yo entráramos al mismo sitio.
Pedir la misma copa fue una coincidencia.
Casualidad fue despedirse a la par.
Besarnos en la esquina, un deseo.
La perfecta conjunción, el resto de las noches.
Que desaparecieras como un fantasma, fue un desastre.
No cerrar bien la puerta, un daño inicuo.
Pero ahora es primavera. Tú, un cuento y aparte.
Y eso, eso es causalidad…
Hay quien decide ser solista.
La mayoría prefiere un dueto.
En muchas ocasiones solo resta un trío.
Y algunas veces, sin saberlo, se termina formando parte de una orquesta.
Lo peor: pagar la entrada…
A Rebeca Sevilla, por su colaboración…
Te quiero pero me estorbas.
Cada vez más cerca de estar lejos de ti.
Ni conmigo ni sin ti.
Era tan simple.
Como decir «te quiero».
No te culpo.
(Yo tampoco lo conseguí.)
Y yo que quería quererte sin horario.
Y tú que te empeñabas en dar cuerda al viejo reloj.
Nuestro futuro terminó ayer…
¿Por qué esta vez habría de ser diferente?
Los cuentos siempre serán cuentos.
(Y yo también.)
¿Y si…?
Si sí… ¿Qué?
Nada. La pura y llana nada.
(La duda siempre gana.)
¿Quién dijo miedo?
Yo no. Soy un sillón, no puedo hablar.
Cierto. Estamos solos.
Los hombres son de Torpecia.
Las mujeres de Porfía.
Nunca preguntes cuánto te quieren. La pregunta correcta es: ¿hasta cuándo?
Distancia y tiempo nunca se han medido con la misma vara.
Cuando alguien te dice que eres una persona maravillosa y que cualquiera se podría enamorar de ti, da la batalla por perdida.
En el cualquiera, está claro, no se incluye quien te lo está diciendo.
Si estás esperando en la puerta a que vuelva ese amor que huyó por la ventana.
Te mire. Le mires. Se abracen. Y que, con ese intenso abrazo, desaparezcan los fantasmas y los miedos y sobren las palabras y…
Sigue así. Las telarañas te sientan muy bien.
¿Sientes que sin él o ella no eres nadie?
Tienes toda la razón.
Con o sin, siempre serás tú.
(Forma de pronombre personal de segunda persona.)
«Como todos los soñadores, confundí el desencanto con la verdad»
Jean-Paul Sartre
–Si recibes un mensaje muy personal, no lo respondas de inmediato. De hecho: no lo respondas.
–Prometiste llamar al día siguiente. No lo hagas. Lo mejor es llamar tres días después y hablar de ti. No des lugar a que la otra persona te diga cómo se siente. En caso de que no lo puedas evitar, y aparezcan los reproches, nada de disculpas por tu parte. Basta cortar de tajo con un «Luego te llamo».