Notas para Maru - Adrián Darío Tomadoni - E-Book

Notas para Maru E-Book

Adrián Darío Tomadoni

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Beschreibung

¿Qué queda de uno después de una pérdida tan grande, tan inconmensurable? Notas para Maru es una emotiva colección de cuentos y poemas sobre el amor y el duelo, una carta de amor a aquella persona especial que se fue antes de tiempo. Sus párrafos y sus versos nos invitan a sentir junto con el autor la belleza de aquel tiempo compartido y la alegría de un vínculo perfecto, pero también la tristeza de la pérdida y la esperanza de un reencuentro.

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Notas para Maru

Notas para Maru

Adrián Tomadoni

Tomadoni, Adrián Darío

Notas para Maru / Adrián Darío Tomadoni. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Tercero en Discordia, 2024.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-631-6602-19-0

1. Poesía. I. Título.

CDD A861

© Tercero en discordia

Directora editorial: Ana Laura Gallardo

Coordinadora editorial: Ana Verónica Salas

www.editorialted.com

@editorialted

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.

ISBN 978-631-6602-19-0

Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723.

A mi hija María Lujan y a mi hijo Ignacio.

Aquí les demuestro el amor infinito y eterno que siento por su madre.

Y que puedan convertir el dolor que llevan en más luz y en camino.

Gracias a mi hermano del alma Facundo Romero.

Gracias a mi nueva familia de Karina, Jorge y sus preciosos hijos.

Fuimos valientes, siempre

Fuimos valientes, siempre. De piedras pudimos construir bellísimos jardines, creamos miles de universos paralelos, estuvimos bajo fuertes tormentas, nos mojamos en diluvios, fuimos centinelas de la noche, fuimos oídos de profundos silencios, recorrimos paraísos que soñamos despiertos, caminamos en infiernos y pasamos por espesas vegetaciones. Todo esto hicimos, todo esto fuimos, pero no fue el logro de pasarlo, fuimos tú y yo, fue tu compañía y la mía. 

Pero aún somos.

Esperamos

Yo espero por ti, tú esperas por mí, eso es lo que hoy nos tiene atados. 

Tengo un dolor ahí

Tengo un dolor ahí, justo ahí, en ese rincón de mi pecho en el que latía algo. Sé que lo tienes y no piensas devolverlo. Es por eso entonces por lo que me acostumbraré al vacío y a no sentir lo que ya sentía.

Si pudieses estar en la casa

Si pudieses estar en la casa cuando vuelvo, si pudieses estar esperándome, si pudieses saludarme como lo hacías, aunque el tiempo de los hechos terribles haya pasado, y sabiendo que estar en ese encuentro no es posible, dejaría de responderme estas preguntas y arrojaría esta suerte demacrada al fuego que hoy me quema y me consume. 

Tu perfume que no se fue, la voz de tus silencios y el brillo de tus ojos en mi iris me reciben.

Fue un camino

Fue un camino terrenal maravilloso. Estuvo colmado, en momentos, por tus abrazos, tus palabras, tus besos, tus susurros, tus caricias. En otros, por las sorpresas, tu sonrisa, tu brillo, tus historias. Hoy, en este nuevo camino, es todo lo anterior lo que rememoro, en un mismo instante. Te siento.

Ya no existe el tiempo, nunca debimos darle chances de manejar nuestras vidas. El único tiempo nuestro se mide por esperar el reencuentro.

En lo más profundo de esta alma, te llevo.

Recuerdo tus gestos felices

Recuerdo tus gestos felices. Aquellas veces donde la felicidad nos desbordaba. Me miré en tus ojos, y vi pasar nuestras vidas. Desde esa vez que lo hice, confié. Lo que no sabía es que todo podía cambiar. Hoy, ateo a todo lo superior, puedo decir que no hay planes, así de frágiles somos, y aquello que creemos que nos ayuda o al que le pedimos no tiene oídos. 

Todo cambió, pero no nuestro amor sagrado.

Estamos sumidos

Estamos sumidos en este mundo salvaje, donde nuestra propia fragilidad lo hace sobre todo más imprevisto. En algún momento estaremos juntos nuevamente, pero sin peligros, preocupaciones, ni padecimientos. En este mismo salvajismo y solo en minutos, somos una cosa para pasar a otra. 

Y en eso acentúo que desde ese día ya no soy el hombre que fui. 

¿Cuál será la ciudad que nos cobije?

 ¿Cuál será la ciudad que nos cobije? ¿Una que hayamos inventado nosotros? ¿Por qué no? Debemos empezar a diseñarla. Comenzando por cada uno de los días; nunca debería anochecer, siempre el sol sobre nosotros, no nos quemará, solo nos dará energía y nos hará sentir vivos. Las casas no deberán tener techo, solo paredes, para que los pájaros sean nuestros invitados y no tengan que golpear nuestra puerta. A cada lado de la casa, un árbol con frutas todo el año, que, según la luz, sabrá darnos sombra. Será necesario un arroyo, donde podremos beber, refrescarnos, ver nuestros rostros sonriendo en el reflejo y nadar en su remanso, también podremos lanzarnos a él desde un pequeño muelle construido con piedras de colores. El aire cada día tendrá un perfume distinto y fresco, el viento solo será vocero de las buenas noticias. No habrá asfalto, solo gramas distintas y caminaremos descalzos. Podrán acompañarnos los amigos, los vecinos, el cartero, el vendedor de cosas inútiles, el pintor, los actores, el poeta –aunque no te guste–, el cantante y su orquesta, que tocará lo que le pidamos para bailar, los perros, los gatos y siempre, siempre los pájaros. No tendremos relojes, ni de arena, ni de agujas, ni de horas. No habrá más tiempo que nos obligue. Subiremos a los árboles, que serán testigos de las promesas que deberemos cumplir y de hermosas confesiones. 

Y ahí estarás tú, con un vestido blanco, flores de colores en tu cabello y ese perfume que traerá el aroma que hoy reconozco y recuerdo. Te sentarás a la vera del arroyo y me esperarás. No te voy a fallar, allí estaré. 

Ya puedo ver tu sonrisa y el brillo en tu pelo.

Las bocanadas

Las bocanadas de aliento que se hacen vapor con el frío, la llovizna tenue que cala la dermis, el silbido del viento que serpentea en los relieves, la luz sutil de un sol opaco y los afligidos grises de las calles fueron testigos de un invierno que cercenó nuestra historia y desfiguró las caras del futuro. 

Donde te busco te encuentro, nada podrá con nosotros.

4.25 a. m.

4.25 a. m. Una madrugada más. Comienzo del insomnio. 

En tiempos pasados, hubiera buscado la forma de volver a dormir, pero hoy entiendo que estás llamándome, y esa imposibilidad de cerrar los ojos no me desespera. Así fuimos siempre, en cualquier momento, a cualquier hora estábamos, el uno al otro. Aunque sea hoy de otra forma, seguimos conservando las más hermosas conversaciones. 

Nunca dudes en llamarme, siempre te espero.

Los mejores lugares

Los mejores lugares del mundo, donde dije “¡Es acá...!”, fueron todos en los que estuve a tu lado. 

Quisiera poder escribirte los versos más bellos del mundo, pero este dolor me apaga y desenfoca. No es cuestión de apresurarme, ya verterán, porque tus ojos sinceros, tus palabras justas y el amor que derramaste forman la trinidad que me estimula. 

Los que no pueden volar

“Los que no pueden volar porque tienen alas de gigante”, escribió Prevert. 

Tus alas tan grandes, bellísimo reflejo de tu alma y tu espíritu, me dan la hermosa noticia de que estás entre nosotros, que nada te hace abandonarnos, y que tu mirada alerta nos presta confianza y valentía. En pocas palabras, nunca te has ido.

Cuerpo dentro de cuerpo, el tuyo y el mío.

Abrir los ojos

Abrir los ojos y ese despertar único. Servir el café, aquel pan tostado que te gusta, las dos colmadas de azúcar. El repaso del día, los compromisos y el esparcimiento, todos planes, algunos se lograrán, otros se caerán. El encuentro por la tarde en nuestro hogar, y algún llamado por responder. Encuentros y desencuentros en los lugares comunes de la casa. Compartir una copa de vino mientras cocinamos, más planes, confesiones. Cada cosa, cada momento.

¿Cómo contar lo que pasó? 

Las cortinas

Las cortinas, las ventanas y mis ojos permanecieron cerrados. Por mucho tiempo no entró luz, no. Pero hoy escuché a un pájaro con su canto de verano desde los árboles de la calle, lo oí atentamente, había salido de su letargo invernal y decidió trinar. Rápidamente subí las persianas, corrí las cortinas y abrí los ojos, lo busqué y calló. Una sensación tomó mi alma, no podría describirla, pero sentí que eras tú y que, de la forma más hermosa, como la del canto de un ave, habías cumplido con tu cometido.

Tus palabras son belleza.

Uno de estos días

Uno de estos días, voy a mirar tus lugares; uno de estos días, voy a caminar por tus senderos; unos de estos días, voy a respirarte; uno de estos días, voy a llenar mi alma con tu perfume; uno de estos días, voy a sentir tu mano. Uno de estos días, me vas a tener en tus abrazos; uno de estos días, vas a reírte de mí; uno de estos días, vas a escuchar nuevamente mis historias. Uno de estos días, volveremos a ser uno.

Que nuestras almas no se impacienten con los helados tiempos de la espera.

Era esa música

Era esa música la que bailabas, esa canción interminable. Escuché siempre su melodía, pero hoy presté atención a su letra. 

Eres poesía en mi alma, bellas rimas que abren mi pecho y esa cadencia que circula entre mis venas.

Eres poesía en mi aire.

Todos los hoy

Todos los hoy no son días cualesquiera. El agua caliente sobre la espalda, el café recién hecho, el olor al pan tostado, la música en la radio, el color del cielo a través de la ventana, las mascotas dando el buen día y pidiendo su desayuno, la ropa que me pondré, el perfume, el beso en tu foto, el beso en mi anillo, la llave en la cerradura. La canción pegadiza que cantaré hasta el andén, el saludo con el vecino, el aire frío y la luz del sol que aparece. 

En todo esto te veo, y es solo un microsegundo.

Fotografías

Fotografías, en esas en que nos abrazamos, en esas en que el brillo de tus ojos me cuenta nuestro amor y no este, que es infame y forzoso, al que debo acostumbrarme, en esas que hoy encuentro distintas, con silencios y preguntas. El muro es de papel, mi límite está en esos colores estáticos. Dame un minuto y déjame entrar en esas fotos, no te voy a decir nada, solo el abrazo hablará. 

Quiero escapar.

Ese lugar

Ese lugar no es tu lugar, en donde estoy hoy perteneces. En la inmensidad del río y su corriente, en la arena y piedra, en la savia de los árboles, en las ramas que se agitan por el viento, en el canto temprano de los pájaros, en tu gente y en ese atardecer que una vez vimos juntos y soñamos. 

¿De qué estamos hechos los dos? De agua, tierra y el fuego que nos llevó a todo.

Quién

Quién puede acostumbrase a la falta, a tu ausencia, a la infamia de este amor destrozado. A algunas instituciones pedí piedad y recibí posibilidades para llegar rezando a lo más alto y así ser escuchado. Las velas y los santos, las instrucciones para orar correctamente, el agua, las palmas hacia arriba, ahora hacia abajo, agaché la cabeza, me puse de rodillas, me volví a parar, y así pasó el tiempo, y todo fue peor. Los dioses, los santos y los cristos que alguna vez pisaron la tierra, bases mal fundadas en la culpa y mis miedos. Pero sí admiro a los escépticos, porque simplemente nos ofrecen lo mismo que las otras opciones, nada.

En mí, todo eso está muerto. 

Nuestra religión fuimos nosotros.

Formas

Formas veo, formas que creo. Con una mano corro las nubes, y con la otra esparzo cristales, no tienen colores, con la luz sus graduaciones simulan cortinas de destellos en su trayecto al suelo. Todo es frágil.

Aspiro el aire y soplo, todo tiene movimiento y ondula. Estás atrás, te reconozco. 

De este lado lucho contra lo que quiere hacerte mal. Lo que quiere detenerte, esta vez no. Estoy decidido de matar a la muerte. Estoy decidido a llevarte dentro de mí.

Tu voz empuja al viento, lo que escribo quema el muro. 

Sorpresa

Hoy abrí mi pecho, para reparar el nido que estaba demolido. 

No hizo falta, ya te habías encargado de ese trabajo.

Así te llevo a todos lados, a todos en donde te pueda amar.

Amar, amar.

No quiero

No quiero las aguas calmas, quiero que se agiten como nuestra vida, que el inquietante movimiento de los vientos nos cruce y provoque la convulsión en nuestras almas, que arremoline nuestro encuentro y, de una vez para siempre, nos haga uno. Que nos funda en la pasión, en perder la cabeza, y que nos haga libres de la locura y de este dolor que me desgarra en la garganta, en la memoria y en mi sangre ya esparcida por culpa de los miedos que vivimos. Y si así no fuese, que finalmente, ante la inmensidad, haga vagar mi alma buscándote hasta encontrarte. 

Tengo agitada el alma. Y un grito que no puedo concretar.

Llévame a caminos de paz.

En un bote

En un bote, en el océano, no hay orillas, ni bancos de arena, todo el tiempo en este movimiento ondulante del agua casi calma. En uno de los lados, saqué