Novela del casamiento engañoso - Miguel de Cervantes Saavedra - E-Book

Novela del casamiento engañoso E-Book

Miguel de Cervantes Saavedra

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Beschreibung

Este relato, la penúltima de las Novelas ejemplares de Cervantes es, en un primer plano narrativo, la historia de un soldado, convaleciente de sífilis, conversando con un amigo. La anécdota que narra el alférez Campuzano, enraizada en el tópico del engañador que termina siendo engañado —al que regresaron una y otra vez escritores consagrados y menores de los Siglos de Oro—, posee un andamiaje cómico notable. Un pequeño guiño: cuando Peralta se entera de que su amigo se ha casado, le dice "sería por amores […] y tales casamientos traen consigo aparejada la ejecución del arrepentimiento"; Campuzano responde que no está seguro de que ésa haya sido la razón, pero que le es posible afirmar que si se casó "fue por dolores, pues de mi casamiento, o cansamiento, saqué tantos en el cuerpo y en el alma que los del cuerpo, para entretenerlos, me cuestan cuarenta sudores y los del alma no hallo remedio para aliviarlos siquiera".

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NOVELA DEL CASAMIENTO ENGAÑOSO

COLECCIÓNRELATO LICENCIADO VIDRIERA

COORDINACIÓN DE DIFUSIÓN CULTURAL

Dirección General de Publicaciones y Fomento Editorial

INTRODUCCIÓN

Acaso resulta posible hablar del Casamiento engañoso sin aludir al magistral Coloquio de los perros, una de las creaciones cervantinas más celebradas. La ecuación no opera a la inversa, no obstante. Probablemente tenga que ver la breve extensión de la primera, o que carece de un final —o, cuando menos, de esa fórmula estereotipadamente feliz a la que el lector ya estaba predispuesto por las novelas precedentes—;1 o tal vez sólo devenga de la estupenda ejecución de un experimento literario en el que dos canes, dotados con el “divino don del habla”, son capaces de conjeturar y emitir los juicios humanos y sociales más mordaces.2

La interrelación de estas dos novelas cortas, las últimas de las Ejemplares de Miguel de Cervantes que integran la docena, publicada por vez primera en Madrid por Juan de la Cuesta en el año 1613, no representa misterio alguno: el diálogo entre Cipión y Berganza, los perros Mahúdes, es in­troducido por los mismos protagonistas en las últimas líneas del Casamiento y, por tanto, no cabe la menor duda de que la conversación perruna es su continuación. Es esta la razón por la que es común encontrarlas editadas y estudiadas como un conjunto, partiendo de ellas —no sin tino— como una unidad, pero lo cierto es que la oncena de las Novelas cervantinas está lejos de ser sólo un accesorio de El coloquio de los perros.

De entrambas, esta última ha sido la más favorecida por parte de la crítica de distintos tiempos. Para Francisco Rico, a quien debemos el “mejor de todos los Quijotes publicados hasta la fecha”,3 el “Coloquio, enmarcado en la historia del Casamiento engañoso, es quizá la más compleja y rica de las Novelas ejemplares, a las que no en balde sirve de conclusión y en cierto modo recapitula”.4 Efectivamente, pudiera vérsele como un mero marco introductorio: en la escena final de la Novela del casamiento engañoso se describe cómo el alférez Campuzano facilita a su amigo, el licenciado Peralta, un manuscrito en el cual registró un diálogo entablado entre un par de canes que escuchó una noche dada y cómo “las cosas de que trataron fueron grandes y diferentes, y más para ser tratadas por varones sabios que para ser dichas por bocas de perros”. Como veremos, Peralta patentizará su incredulidad y Campuzano no escatimará en defenderse:

…muchas veces después que los oí, yo mismo no he querido dar crédito a mí mismo, y he querido tener por cosa soñada lo que realmente estando despierto con todos mis cinco sentidos, tales cuales Nuestro Señor fue servido de dármelos, oí, escuché, noté y finalmente escribí, sin faltar palabra, por su concierto; de donde se puede tomar indicio bastante que mueva y persuada a creer esta verdad que digo.

Y, al final, procederá a leerlo; le dice: “no se canse más en persuadirme que oyó hablar a los perros, de muy buena gana oiré ese coloquio, que por ser escrito y notado del bueno ingenio del señor alférez ya le juzgo por bueno” —nótese el dejo de ironía—. Con la lectura de este personaje es justamente que arranca la última de las Ejemplares: “Recostose el alférez, abrió el licenciado el cartapacio, y en el prin­cipio vio que estaba puesto este título: Novela y coloquio que pasó entre Cipión y Berganza…”

Machacar más la evidente conexión entre los dos relatos cervantinos saldría sobrando tanto como adentrarnos en los pormenores del jugoso intercambio de ideas entre los grandilocuentes perros —siempre será mejor enfrentarse de primera mano al texto cervantino; a cualquier texto, valga la verdad de Perogrullo—. Máxime porque mi intención aquí, humilde de por sí, es hacer hincapié en que merece la pena detenernos a valorar las dos obras en su individualidad, pues la Novela del casamiento engañoso es mucho más que un dilatado preámbulo del Coloquio.

La penúltima de las Ejemplares de Cervantes, el mismo genio creativo que se jactó, y con razón, de haber sido el primero en novelar en lengua castellana,5 es, en un primer plano narrativo, la historia de un soldado, convaleciente de sífilis, conversando con un amigo; éste le cuenta de una jugarreta que le ha gastado la vida, así como le brinda pinceladas de un suceso que, de tan extraordinario —pues “si no es por milagro, no pueden hablar los animales”—, se decidió a dejar por escrito. De uno de estos dos ejes sobre los cuales gira su plática, se abre un segundo nivel narrativo pues se inserta una historia dentro de otra; a saber: la anécdota de la burla de la que fue víctima, al desposarse con “una mujer que escogí por mía, que non debiera”. Estamos, pues, frente a una obra de complejidad narratológica, y tan bien condensada, de la cual descenderá el monumental Coloquio. Y pensemos, de nuevo, en la esencia innovadora de la pluma cervantina,6 que se explayó en un terreno fértil.7

En suma, está ese final abierto al que aludí arriba. La Novela del casamiento permanecerá inconclusa hasta que Peralta llegue al punto final de la Novela y coloquio que pasó entre Cipión y Berganza… Solo entonces, atestiguando primeramente el desenlace de la historia de los canes, se cerrará la penúltima de las Novelas ejemplares y, por ende, se cerrará la docena de relatos cervantinos.