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«Obra poética» recoge todas sus poesías, la edición estuvo a cargo de Aurelio Miró Quesada y de la Academia Peruana de la Lengua, además, fue la obra que inició la colección de clásicos peruanos de esta institución. Melgar cultivó todo tipo de poesía, desde la filosófica hasta los epigramas, pero sobre todo se le reconoce el cultivo del yaraví, una canción de tema amoroso que combina los harawi incaicos con la música trovadoresca española.
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Seitenzahl: 686
Veröffentlichungsjahr: 2022
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Mariano Melgar
Saga
Obra poética
Copyright © 1813, 2022 SAGA Egmont
All rights reserved
ISBN: 9788726680928
1st ebook edition
Format: EPUB 3.0
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This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.
www.sagaegmont.com
Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com
Este libro reproduce la edición de las Poesías completas de Mariano Melgar que publicó la Academia Peruana de la Lengua en 1971. Se han hecho actualizaciones ortográficas y se ha añadido al final el estudio biográfico de Aurelio Miró Quesada Historia y leyenda de Mariano Melgar, 1780–1815. Se agradece la colaboración de la Academia Peruana de la Lengua, de los herederos de Aurelio Miró Quesada y del poeta José Ruiz Rosas.
1971
La Academia Peruana de la Lengua inicia con este volumen la realización de un viejo anhelo: la publicación de una biblioteca de Clásicos Peruanos.
A las ediciones, afortunadamente cada vez mayores en el número y más rigurosas en la calidad, de obras escritas por autores peruanos o sobre temas del Perú, pueden y deben unirse otros libros que, por su rareza bibliográfica, por su interés principal para los especialistas, por haber quedado a veces en forma manuscrita, o por requerir el complemento de aclaraciones o de notas, corren el riesgo de no llegar debidamente al público si no los toman a su cargo las instituciones de cultura.
Al emprender nuestra colección de Clásicos Peruanos el año en que se celebra el sesquicentenario de la Independencia Nacional, hemos considerado que no había mejor autor para iniciarla que Mariano Melgar, en quien se reúne la doble calidad de precursor de la Emancipación y precursor también, en la literatura, de la expresión de la voz íntima y de la preocupación por los ritmos y temas nacionales.
Para recopilar la obra poética de Melgar la Academia nombró una Comisión, encabezada por nuestro Director, Aurelio Miró Quesada, e integrada por los Académicos Estuardo Núñez y Augusto Tamayo Vargas y por los investigadores y poseedores de manuscritos melgarianos Antonio Cornejo Polar, Alberto Tauro del Pino y Patricio H. Ricketts; a los que se unieron los Profesores Enrique Ballón Aguirre y Raúl Bueno Chávez.
La Comisión se ha reunido muchas veces en la Biblioteca Nacional, donde ha contado con todas las facilidades de consulta y obtención de copias xerográficas; gracias a su Director doctor Estuardo Núñez. Se ha manejado también un nutrido caudal de estudios, de referencias bibliográficas y de publicaciones relacionadas con Mariano Melgar. En todo instante se han tenido presentes los excelentes trabajos de documentación y de interpretación del gran arequipeño don Francisco Mostajo, incomparable conocedor de la obra de Melgar y admirador del heroísmo, de la entereza cívica, del valor literario y de la capacidad de emocionar del insigne poeta de Arequipa.
La primera labor de la Comisión fue la de completar los textos conocidos con el estudio y la selección de manuscritos con poesías de Melgar, o a él fundadamente atribuídas:
a)- La más importante y antigua de esas fuentes es la titulada Poesías de Dn. Mariano Melgar. Cuaderno 2°; manuscrito de puño y letra del propio Melgar, con 12 composiciones, 5 de ellas inéditas, provenientes del Archivo Corbacho, adquirido por la Biblioteca Lilly de la Universidad de Indiana, Estados Unidos de Norte América, y del que hay ahora una copia fotostática en la Biblioteca Nacional del Perú, en Lima.
b)- Le sigue en antigüedad el manuscrito de Poesías de Mariano Melgar que perteneció a su contemporáneo Martín Ureta; valioso cuaderno con más de 50 composiciones, hoy perdido, pero que se puede reconstruir por las transcripciones y las citas que de él hizo Pedro José Rada y Gamio en su libro Mariano Melgar y Apuntes para la historia de Arequipa (Lima 1950).
c)- Sin fecha ni nombre de autor, pero indudablemente con poesías auténticas de Melgar, es el cuaderno manuscrito que encontró en Arequipa Patricio H. Ricketts, con cien composiciones, divididas en una sección de “Décimas” y glosas y otra (sin título específico) de yaravíes y otros versos; que su descubridor y propietario ha tenido la gentileza de poner íntegramente a disposición de la Comisión.
d)- También Alberto Tauro del Pino ha entregado generosamente copias de yaravíes y canciones de un manuscrito de su propiedad, igualmente sin fecha, que tiene el interés particular de haber sido copiado en Chuquibamba, o sea en una región significativamente vinculada con Mariano Melgar.
e)- Por su parte, Eduardo Ugarte y Ugarte ha proporcionado copia de otra composición, de acento melgariano, que posee en una hoja suelta con letra de principios del siglo XIX.
f)- Por último, gracias a la indicación de Emilio Carilla, la Biblioteca del Congreso de la Nación, de Buenos Aires, República Argentina, ha enviado copia fotostática de 46 páginas con poesías de Melgar, que forman parte del Archivo de valiosos papeles que fueron del ilustre erudito argentino Juan María Gutiérrez.
Al lado de las obras manuscritas, la Comisión revisó detenidamente los textos publicados de las poesías de Melgar.
g)- La publicación más antigua es la que aparece en la Breve descripción de las fiestas celebradas en la Capital de los Reyes del Perú, con motivo de la promoción del Excmo. Señor D.D. José Baquijano y Carrillo.... al Supremo Consejo de Estado, Lima 1812; en la que su recolector, José Antonio Miralla, incorporó los elogios poéticos llegados de Arequipa, entre los que figuran una oda, un soneto y un brindis de Melgar.
h)- También durante la vida del poeta, y más precisamente durante su estancia en Lima, se publicó, aunque sin nombre de autor, su fábula El ruiseñor y el calesero, en el periódico limeño El Investigador, del 2 de octubre de 1813.
i)- La Comisión ha utilizado también las dos más antiguas ediciones de obras poéticas de Melgar: la Carta a Silvia impresa en Ayacucho en 1827, y cuyo único ejemplar conocido ha sido proporcionado en Arequipa por Eduardo Ugarte y Ugarte; y la traducción de los Remedios de Amor, o Arte de Olvidar, de Ovidio, impresa en Arequipa en 1833, de la que posee un ejemplar (también de suma rareza bibliográfica) Aurelio Miró Quesada.
j)- De la misma época, en la que, evidentemente, con el entusiasmo de la recién ganada Independencia se produjo una reanimación de la fama de Melgar, son las publicaciones que hizo El Republicano de Arequipa, en junio de 1827, noviembre de 1830 y mayo-agosto de 1831, de siete fábulas; tres yaravíes o canciones; de odas, las Rimas provenzales y la traducción del Salmo 13.
k)- Uno de esos yaravíes, y quizá el más célebre, Vuelve que ya no puedo – Vivir sin tus cariños, se reprodujo traducido al francés en la obra de F. Dabadie A travers l’Amérique du Sud, París 1858, en el capítulo Le poete des Andes (pp. 226-227).
l)- Hasta entonces, todos los yaravíes tenían el nombre genérico de canciones; pero la primera vez en que se usa el nombre específico de yaraví parece ser la de la edición de la Geografía del Perú de Mateo Paz Soldán, París 1862, donde la poesía de Melgar que comienza “Con que al fin tirano dueño” se da como ejemplo de yaraví moderno, en comparación con el antiguo que recogió en 1791 el Mercurio Peruano.
m)- En Lima en 1873, en su Lira patriótica, Godofredo Corpancho reprodujo la oda En la 1a . Elección del Congreso Constituyente de Arequipa, habitualmente conocida como Oda a la Libertad.
n)- Como “yaraví” también se publicó “Con que al fin tirano dueño” en la segunda edición del Parnaso Peruano que hizo imprimir José Domingo Cortés en Valparaíso en 1877; segunda versión, de 800 pp., que recoge 6 composiciones de Melgar que no figuran en la primera versión, del mismo año pero más reducida, de 400 pp.
ñ)- El año siguiente, de 1878, se publicó, con pie de imprenta en Lima pero impresa en Nancy, Francia, la que se puede considerar edición oficial de las Poesías de Melgar, preparada desde 1865 con ocasión del cincuentenario del fusilamiento del poeta, con Prólogo de don Francisco García Calderón y Noticias biográficas del hermano del héroe, José Fabio Melgar; hermoso volumen que ha servido de base para numerosas reediciones posteriores.
o)- Como sin embargo allí no figuraron todas las obras del poeta, algunas se dieron a la luz más adelante en La Bolsa de Arequipa, que en 1891 (año en el que se conmemoró equivocadamente el centenario del nacimiento de Melgar) recogió varias composiciones hasta entonces inéditas, como la octava en versos italianos, la fábula El Sol, epigramas y otras. Con la misma ocasión, los artículos conmemorativos del poeta se recogieron en Arequipa en el volumen Album del centenario de Melgar. En los Apuntes para la biografía de Mariano Melgar (pp. 102-133). Gerardo Holguín reprodujo algunas composiciones, cuyas variantes hemos utilizado también en este libro.
p)- En 1914 la señora Lastenia Larriva de Llona reprodujo en facsímil, en su revista Arequipa ilustrada, una décima autógrafa de Melgar que desarrolla un versículo bíblico.
q) - El centenario de la muerte de Melgar, en marzo de 1915, dio motivo también para que el diario El Pueblo de Arequipa reprodujera muchos de los textos anteriores y algunos que, por lo poco difundidos, se presentaron como “desconocidos”.
r)- Aparte de estas publicaciones, directamente referidas a Melgar, sus poesías han aparecido siempre en lugar preferente en las numerosas colecciones editadas en Arequipa en la segunda mitad del siglo XIX y la primera parte de este siglo; como Mistura para el bello sexo (continuación del Lenguaje de las flores), que entre 1865 y la última y más completa versión que es la de 1893 recogió 23 composiciones atribuidas a Melgar, de las cuales una repetida y 9 inéditas; o como en la Lira Arequipeña, de 1889, que reprodujo 12 yaravíes y la célebre décima “La cristalina corriente”; o la Lira del Misti, que incluyó 26 yaravíes; o el Cancionero mistiano, de 1914, que publicó 27 yaravíes de Melgar, o atribuidos a él, de los cuales 2 hasta entonces eran inéditos.
s)- Fuera de Arequipa, los yaravíes de Melgar fueron varias veces reproducidos en el Cusco, como en La lira popular de 1902, y en algunos de los antiguos Cancioneros de Lima.
t)- Prueba también de su difusión en otros países la da el argentino Juan Alfonso Carrizo, quien en sus Antecedentes hispano-medioevales de la poesía tradicional argentina, Buenos Aires 1945, cita una Colección de Yaravíes de Melgar y otros autores, sin fecha, que circulaba en Córdoba y en otros lugares.
Como consecuencia de la investigación, se ha reunido así un caudal verdaderamente sorprendente de poesías atribuidas a Melgar. La edición considerada oficial, de 1878, recogió solo 31 composiciones (5 elegías, 5 odas, 2 sonetos, 3 traducciones, la Carta a Silvia, 10 yaravíes y 5 fábulas). En la colección que ahora publicamos se reproducen 181 composiciones, culmina la poesía cívica con la Marcha patriótica del manuscrito de la Universidad de Indiana, se incorpora una nueva y nutrida sección de glosas en cuartetas y en décimas, y en cuanto a los yaravíes, por ejemplo, que constituyen la máxima gloria literaria de Melgar, su número ha subido hasta la cifra inesperada de 71.
Para ordenar este material, la Comisión, después de varias deliberaciones, ha seguido el siguiente criterio:
1.- En lo que se refiere a la autenticidad de las poesías, la variedad de fuentes y la común costumbre de reunir en cuadernos manuscritos poesías de uno o de varios autores, sin consignar su nombre, hace muy difícil la atribución en muchos casos. Las poesías aquí recogidas son, por lo tanto, en su gran mayoría, indudablemente escritas por Melgar; hay otras muy fundadamente atribuidas; y otras, por fin, dudosas, o discutibles, o de otros autores coetáneos, o simplemente mal copiadas. De las fuentes éditas e inéditas manejadas se han eliminado, por falta de certeza, algunas composiciones; pero, por lo general, se ha preferido correr el riesgo del error, e incluir poesías tradicionalmente adjudicadas a Melgar, o que se hallan dentro de su espíritu, o que en todo caso reflejan el tono literario de su época.
2. - En el extremo opuesto, si bien hay poesías que se atribuyen a Melgar sin ser de él, ha de haber en cambio otras auténticas que hasta el momento no se han podido descubrir. El título de este libro, Poesías Completas, debe ser entendido así con esa limitación inevitable. Por lo menos, se puede afirmar con fundamento que la producción de Melgar que aquí se reproduce es la obra completa en el estado actual de las investigaciones.
3. - La edición llamada oficial de las Poesías, Lima-Nancy 1878, clasifica las obras de Melgar con un criterio predominantemente formal (elegías, sonetos, odas, fábulas). La Comisión en cambio, se ha decidido en primer término por una clasificación temática (poesía filosófica, poesía cívica, poesía laudatoria, poesía amatoria); y solo en segundo término ha recurrido a una subdivisión desde el punto de vista de la forma. Así la Poesía amatoria, que es la más rica y copiosa del volumen, se ha subdividido en Elegías, Rimas provenzales, Sonetos, Octava, Décimas, Glosas, Epístolas, Yaravíes; con las vacilaciones inevitables en la identificación de las composiciones, particularmente de los yaravíes.
4. - En el manuscrito de la Universidad de Indiana llevan título las fábulas, las odas, la traducción de un trozo de Virgilio; no así el yaraví “Llegó el terrible momento” ni la poesía “Sepa la cruel Melisa”. Ni en los demás manuscritos consultados (Ureta-Rada y Gamio, Ricketts, Tauro, Ugarte y Ugarte, J.M. Gutiérrez), ni en El Republicano, los yaravíes tienen título; y solo se les recoge bajo el rubro común de Canciones. En la edición Lima-Nancy, de 1878, las Elegías, las Odas, los Yaravíes y aun las Fábulas llevan números. En Mistura para el bello sexo, Lira arequipeña, Cancionero mistiano y otras recopilaciones semejantes se acostumbra identificar los yaravíes con un título a veces arbitrario. Para evitar confusiones con numeraciones y nombres distintos, ha parecido conveniente identificar a las composiciones (con excepción de la Carta a Silvia, las traducciones y las fábulas) solo por su primer verso, y consignar entre paréntesis o en nota la referencia a los textos más antiguos.
5. - Precisamente es la fuente más antigua la que ha servido como base para las transcripciones. Las notas aclaratorias y las variantes registradas en las diversas copias y ediciones irán al pie de página. Solo en algunas ocasiones, cuando la mejor lectura, el mantenimiento de la rima, o la corrección de una errata evidente daba lugar a ello, se ha preferido el texto que no era el más antiguo, y así se hace constar igualmente en las notas.
6. - Por lo demás, como en casi todos los casos, las copias manuscritas no son de puño y letra de Melgar, y como todas las ediciones (con excepción de las poesías en elogio de Baquíjano y la fábula de El Investigador) son posteriores a su muerte, no se ha creído necesario conservar la escritura original. Es bien conocida, de otro lado, la imprecisión ortográfica de la época. Por eso, para uniformizar los textos, en las transcripciones se ha modernizado la ortografía y se han resuelto las abreviaturas.
7. - Hay que recordar, también, que los yaravíes de Melgar eran habitualmente improvisados y se cantaban o se acompañaban con la música; por lo que su transmisión oral a través de los años tiene que haber producido variaciones, y aun incorrecciones en los textos escritos.
Dentro de estos conceptos, la Comisión designada por la Academia ha realizado su trabajo. Aunque en todo momento se ha buscado la labor en equipo, se ha efectuado también un reparto de investigaciones y de temas. Estuardo Núñez ha organizado todo el material que se conserva en la Biblioteca Nacional. Patricio Ricketts y Alberto Tauro han proporcionado los valiosos manuscritos que poseen. Augusto Tamayo Vargas obtuvo en Buenos Aires la copia de la colección de poesías de Melgar que fue de propiedad de Juan María Gutiérrez. Antonio Cornejo Polar, Raúl Bueno Chávez y Enrique Ballón Aguirre han tenido a su cargo las secciones Poesía Filosófica, Poesía Cívica, Poesía Laudatoria y buena parte de la poesía Amorosa (Elegías, Rimas Provenzales, Sonetos, Octava, Décimas, Epístolas). Aurelio Miró Quesada, además de la transcripción de la edición prínceps de la Carta a Silvia, recopiló y puso las notas a las Glosas, los Yaravíes y las secciones Fábulas y Epigramas y Traducciones y Paráfrasis.
Por último, ha parecido conveniente completar la recopilación con varios Apéndices: notas sobre los manuscritos, por Estuardo Núñez, y reproducción de los datos de Rada y Gamio; Bibliografía general, por Estuardo Núñez; y Tabla cronológica de Melgar, no basada en leyendas ni en conjeturas sino en documentos, por Aurelio Miró Quesada.
La Academia Peruana de la Lengua cree con fundamento que esta edición de las Poesías Completas de Melgar constituye una valiosa aportación a la historia literaria del Perú; se complace hondamente en rendir su homenaje a Melgar, poeta y héroe, en el Sesquicentenario de la Independencia Nacional; y reitera su vivo agradecimiento a los miembros de la Comisión que, con su entusiasmo, su docta investigación, su rigor técnico y su absoluto y total desinterés, han hecho posible la publicación de este libro.
¡QUÉ GRANDE, QUÉ ESTUPENDA MARAVILLA! 2
1 ¡Qué grande, qué estupenda maravilla!
¡Asombroso criar...! El pensamiento
Se abisma... ¡Oh elemento!
¡Oh grandeza, en que brilla
5 Sin poderse borrar, en sumo grado,
La grandeza del Dios que la ha criado!
El mar inmenso viene todo entero,
Ya parece tragarse el continente,
Aviva su corriente,
10 En eterno hervidero,
Choca, vuelve a chocar, ya sorbe el mundo,
Mayor que el primer golpe da el segundo.
Porque una peña firme le resiste,
Contra ella va, la mina, la combate;
15 Si su furor rebate,
Con furor nuevo insiste,
De un salto dan sus aguas en la peña
Y un salto a otro más alto las empeña.
En su batir de ruido el aire llena;
20 Con una alma eternal vivir parece;
Si se estrecha, si crece,
Susurra siempre y truena,
Y en las colinas que le ven temblando
De una a otra el eco corre retumbando.
25 ¿Cómo es que dura aún la débil tierra
Si todo un mar insiste en destrozarla?
¿Quién puede sustentarla Contra esta eterna guerra?
Ya debería toda deshacerse
30 Y a este impulso en arena resolverse.
Pero no: las arenas deleznables
Se juegan con el mar y su bravura;
La infinita llanura En iras implacables
35 Sale y arrasa todo... dio en la arena,
Ya no es más... besa humilde su cadena.
Así lo mandó el Ser que no quería
Que el grande mar sus cultos usurpase,
Él mandó que no pase;
40 Si no... ya se vio un día:
Alzó su ley y el Rímac profanado,
Sal bebió, hacia los Andes rechazados.
Sabias leyes dejó que obedeciera
Para que al hombre sirva, no amedrente,
45 Y humilde y obediente
Desde la vez primera,
No osa salir ni sabe otro camino
Sino el que su autor fuerte le previno.
Aunque la luna por sobre él pasando
50 Quiera llevarse su caudal y eleve
Sus aguas, porque pruebe
Resistir aquel mando,
No la hará... antes aumenta su muralla
Y a par de su furor crece la valla.
55 Por la exterior corriente las oleadas
Vendrán más y más fuertes hacia dentro,
Pero ellas a su centro
Volverán humilladas,
Una a otra han de cortarse la corriente
60 Y servirse de grillos mutuamente.
Cuando unas aguas levantando vienen
Ya las otras cejando se retiran;
Y como opuestas giran,
Se chocan, se retienen;
65 Las de allá se alzan más, con fuerza tanta,
Que al desplomarse su furor espanta.
Revuelven las arenas con su espuma
Y encrespadas la playa van trepando;
Poco a poco calmando
70 Su peso las abruma;
Ruedan a engrillar otra y de esta suerte
Solo es para un placer su enojo fuerte.
Blanca toda la orilla se presenta:
Es un gusto a las olas acercarse,
75 Seguirlas, retirarse;
Y mirar cómo aumenta
Su reflejo, la luz que viene dando
El sol en las de atrás reverberando.
A ponderar entonces nos convida
80 Los bienes que produce en todo el mundo:
Cómo riega fecundo
La Tierra y nos da vida;
Y cómo sin él fuera el continente
Horroroso desierto solamente.
85 De aquí hasta donde raya el horizonte
Se ve criarse la volante nube;
Se exhala, crece, sube,
Y al valle, al prado, al monte
Va a dar frescura y riego, y sus corrientes
90 Sustentan y producen los vivientes.
Por hacer sus influjos inmortales
En las grandes montañas se recuestan;
Y en sus senos aprestan
Los inmensos caudales
95 Que socorren al Chili miserable
Y hacen al Marañón tan espantable.
El mar, aun al que habita algún planeta,
Quiere auxiliar a donde el Sol no alcanza;
Allá la luz avanza
100 De estas olas inquietas
Y para el que en la luna luz no viera
La tierra es por su mar grande lumbrera.
Pero ¿es dado a un mortal cantar los bienes
¡Oh mar! Que en ti guardó la providencia?
105 De su eterna clemencia
Tú mil tesoros tienes.
¡Ah! Por ti al nuevo mundo pasó un día
El mayor bien que un Dios hacer podía.
Eterno Rey del mar: sola tu ciencia
110 Dará a tu don su precio verdadero.
Yo en tanto añadir quiero
Este himno a tu clemencia.
“Cuando al profundo mar me haya entregado,
Dispensad a tu hechura tu cuidado”.
1 Oh Soledad amable,
Donde vive el sosiego
Que el hombre en otras partes busca en vano,
Su deseo insaciable
5 Aviva el mundo, y luego
Niega lo que ofrecía: ¡Infiel tirano!
Sólo aquí el pecho humano
Se engaña felizmente;
Le asusta del retiro la apariencia,
10 Mas viene a la experiencia
Y encuentra paz y gusto solamente.
¡Qué tranquilo se goza
Cuando en su dulce centro se reposa!
Como fieros lebreles
15 De su amo al pie tendidos
Yacen al pie del alma las pasiones.
Ya no alzan las infieles Ruidosos alaridos:
Cesaron sus funestas conmociones.
20 Con serias reflexiones,
Su grandeza eminente
Vuelve a tomar el hombre envilecido;
Conoce que ha nacido
A ser amigo del Omnipotente,
25 Y que su amistad tierna
Durará más que el mundo, será eterna.
Si viniera aquí un sabio,
Lleno de ciencia impía,
Mudará pronto su engañado juicio;
30 Y de su mismo labio
Todo el mundo oiría
Que hay inmortalidad y un Dios propicio.
El castigo del vicio Hace que temerosa,
35 Huyendo de su Autor busque la nada,
Un alma abandonada;
Pero venga a esta casa silenciosa,
Y verá cuánto precia
De ser benigno el Dios de nuestra Iglesia.
40 Como si el que ha caído
A manos de un contrario
Con cerrarse los ojos, escapase,
Se cree guarecido El hombre temerario
45 Cuando de sus miserias caso no hace.
Jamás oír le place Al que su bien procura.
Y teme huir del mal que se le espera;
Pero si aquí viniera
50 Conociera y sanara su locura;
Con paz, con alegría,
Desengaño y remedio encontraría.
Oí al dulce Batilo
Cantar el campo hermoso,
55 Hierbas y flores, fuentes y ganados.
Allá busqué mi asilo
Pero me fue engañoso.
No se calmaron todos mis cuidados;
Aquí estaban cerrados
60 Los bienes que buscaba;
Sólo aquí es mi deseo satisfecho,
Y abismado mi pecho,
Comienza a contar dichas y no acaba.
Venid, venid amigos,
65 Y de esto y mucho más seréis testigos.
1 ¡Oh sueño deleitoso,
Imagen apacible
Del eterno reposo!
Por ti un pecho sensible
5 Halla consuelo en medio
De cualquier mal temible.
En ti el dolor o el tedio
Que me asalta entre día
Tiene fin y remedio.
10 Por ti es, que cuando impía
Se enoja Silvia hermosa
Y mata mi alegría.
Mi alma entonces penosa
Goza por un momento
15 Lo que en vela no goza.
Mil veces mi tormento
Así se ha mitigado
Y ha huido el mal que siento.
Que Silvia con enfado
20 Me muestre duro ceño
En día desgraciado,
Vendrá mi dulce sueño
Y el gozo ha de volverme
Su semblante risueño.
25 Que el destino tenerme
Procure lejos de ella
Por sólo entristecerme,
A pesar de mi estrella
Mi sueño hará entre tanto
30 Que vea su faz bella.
Despierto será el llanto,
Pero, por fin, dormido
Gozaré de su encanto.
En vela, perseguido
35 Me veré del recelo,
De su ira o de su olvido;
Y acabado el desvelo,
Su cariño constante
Me volverá el consuelo,
40 Y el dolor penetrante
De su ira despiadada,
Descansará un instante.
Así no temo nada,
Y es mi dicha segura
45 Aunque sea soñada.
Que en sintiendo dulzura,
No averiguo si es día
O estoy en noche oscura.
Con igual alegría
50 Recuerdo el bien soñado
Y el que en vela tenía.
Ya que un igual enfado
Causa el mal en despierto,
Que en sueño fatigado;
55 Y que en el curso incierto
Del bien nada nos queda
Sea soñado o cierto.
Con que si el tiempo veda
Después que el bien se ha ido,
60 Que gozársele pueda:
El que en sueño ha venido
Y el que real se presente,
Si igualmente es perdido,
Gocémosle igualmente.
EL ALMA QUE ENTRE CONGOJAS 5
1 El alma que entre congojas
Respira sin un consuelo,
Es solo en el mismo instante
Que suspira con anhelo.
5 Odiando el gusto, apetece
El retiro y soledad,
El llanto y la confusión;
Detesta la sociedad.
Nada complacerle puede,
10 Si existe el corazón
Sumergido en la tristeza
Y privada la razón.
La muerte solo podrá
Endulzar su turbación,
15 Sirviéndole de placer
Su grande turbación.
Al fin, en un frenesí,
Delirando sin cesar,
No hallará remedio alguno
20 Que la pueda aliviar.
1 Soy Argos para ver penas,
Tántalo de las tristezas,
Hidrópico de amarguras
Y el Fénix de la paciencia.
5 Soy cual cisne misterioso,
Que en agonías extremas,
De mi muerte canto triste
Las canciones postrimeras.
Bebo las ígneas centellas,
10 Cual salamandra sedienta,
Del incendio de fatigas
En que me abraso cual Etna.
Así es que soy un Océano
De tristes graves dolencias,
15 En quien sin declinar unas
Como a su mar otras entran.
Al fin, soy de penas todo
Universal la tristeza;
Que si Dios no me alegrara
20 Por cierto que yo muriera.
ILUSTRE AMERICANO 7
1 Ilustre Americano,
Honor eterno del peruano suelo;
Al fin ya quiso el cielo
Que en jefe tan humano
5 Halle la patria todo su consuelo.
La mejor monarquía
Sus grandes infortunios lamentaba;
El remedio anhelaba,
Mas no le conseguía,
10 Por más que entre sus hijos le buscaba.
En ambos continentes
Sufre la dura mano de la suerte;
En ambos ve la muerte
Que derrama en torrentes
15 Ilustre sangre del hispano fuerte.
La América afligida
Ve sus hijos uno a otros devorarse;
Uno al otro culparse
Sobre la paz perdida
20 Cuando de ambos Fernando oye aclamarse.
La Península triste
Presa de la traición y tiranía,
Ya ser más no confía;
Parece no subsiste
25 Más que para llorar su suerte impía.
En tantas turbaciones
El indiano requiere y el ibero
Quien a su dolor fiero
Y extremas aflicciones
30 Pueda ser el remedio postrimero.
En ti se han refugiado
¡Oh gloria del Perú! En tu amable seno,
De luz y bondad lleno,
Está depositado
35 El bien del suelo patrio y del ajeno.
Sí: nosotros veremos
Acercarse Minerva al trono augusto;
Hablará el hombre justo;
Y el mal que padecemos
40 Tornarase en placer y eterno gusto.
No habrá vasallo honrado
Que no sienta el influjo poderoso
Del numen bondadoso;
Se alentará el estado,
45 Y resucitará nuestro reposo.
Todos en mil amores
Arderán por su padre justo y tierno;
Y haréis que del gobierno
Sientan los sucesores
50 El bien, y vuestro nombre será eterno.
Saldrán por todo el mundo
Luces brillantes desde el trono ibero;
Clamará el orbe entero:
“¡Oh, sabio sin segundo!
55 ¡Oh, cuánto vale un sabio Consejero!”.
La América entre tanto,
La América cobrando su derecho,
A tu sensible pecho,
Con perdurable canto
60 Te llamará su gloria y su provecho.
¡Oh! Llegue, llegue el día
En que, puesto a la faz de nuestra gente,
Seas perenne fuente
De amor y de alegría
65 Y nos felicitemos mutuamente.
Tú, Neptuno, al momento
Que el hijo de Mercurio y de Astrea
En tu imperio se vea,
Di al voraz elemento
70 Lo que nuestra nación tanto desea.
Nereidas y Tritones
Rodeen el depósito sagrado
De tu héroe tan amado,
Y el piloto halle siempre las regiones
75 Del aire vario prontas a su agrado.
Así llegue temprano
El instante de todo nuestro anhelo;
Y véase que al fin ya quiso el cielo
Que en jefe tan humano
80 Halle la patria todo su consuelo.
1 Por fin libre y seguro
Puedo cantar. Rompióse el duro freno,
Descubriré mi seno
Y con lenguaje puro
5 Mostrará la verdad que en él se anida,
Mi libertad civil bien entendida.
Oíd: cese ya el llanto;
Levantad esos rostros abatidos,
Esclavos oprimidos,
10 Indios que con espanto
Del cielo y de la tierra sin consuelo,
Cautivos habéis sido en vuestro suelo.
Oíd: patriotas sabios,
Cuyas luces doblaban el tormento
15 De mirar al talento
Lleno siempre de agravios;
Cuando debiera ser director justo
Y apoyo y esplendor del trono augusto.
Oye, mundo ilustrado,
20 Que viste con escándalo a este mundo
En tesoro fecundo
A ti sacrificado,
Y recogiendo el oro americano,
Te burlaste del preso y del tirano.
25 Despotismo severo,
Horribles siglos, noche tenebrosa;
Huid. La India llorosa,
El sabio despreciado, el orbe entero,
Sepan que expiró el mal y que hemos dado
30 El primer paso al bien tan suspirado.
Compatriotas queridos,
Oíd también amigos europeos,
Que en opuestos deseos
Nos visteis divididos,
35 Oíd: acabe ya la antigua guerra,
Amor más que tesoros da esta Tierra.
Días ha que a la Iberia
Del empíreo bajó de luz rodeada
La libertad amada,
40 A extinguir la miseria
Que en nuestro patrio suelo desdichado
Por tres siglos había dominado.
Casi hasta el firmamento
Levantádose había el despotismo,
45 Y los pies del coloso en el abismo
Tenían su cimiento,
Pero, ¿de qué ha servido?
De hacer con su caída mayor ruido.
Pisóle en la cabeza
50 La santa libertad: se ha desplomado,
Se estremeció la Tierra y espantado
Volvió a ver su fiereza
Todo hombre; pero ve que ya no es nada
Su estatua inmensa en polvo disipada.
55 Vieron más los mortales:
El cetro, que arrancado al Rey había,
La libertad lo dio a la Nación mía:
“Acabad vuestros males,
Resistid al tirano”,
60 Dijo la Diosa con acento humano.
Sonó en toda la Esfera
Voz tan dulce: los Polos retumbaron;
El eco derramaron
Sobre la Tierra entera,
65 Y la América toda en el momento
Saltó llena de gozo y de contento.
¿Pero quién ejercita Este poder?
¿En dónde se comienza
A formar la obra inmensa
70 Del remedio, que incita
Esta voz celestial? Así decía,
Y empezó mi País desde aquel día.
Ya todo se previene
Para el día inmortal; mas del Averno
75 El enemigo eterno
Del hombre, el Error viene,
Arrastrando consigo hacia la Tierra
La discordia feroz, la cruda guerra.
Sobre este monte inmenso
80 Que a la ciudad domina, se ha sentado;
Sobre ella ha vomitado
Un humo negro y denso:
A todos dejó ciegos la negrura;
¡Cuánto horror presentó su noche oscura!
85 “Siempre seré oprimido...”
Pensó el indio infeliz dentro del pecho;
Bajo su pobre techo
De su triste familia circuido,
Lloró sobre sus hijos su quebranto,
90 Y la esposa dobló su amargo llanto.
“Triunfe allá la ignorancia”
Dijo el sabio sentado en su retiro,
“Si olvidado me miro,
Si falta vigilancia
95 Sobre la ilustración, ¿por qué me muevo?,
Así fue siempre; no es defecto nuevo”.
“Huyamos”, grita, “huyamos”,
Tímido y aterrado el europeo;
“Jurar mi ruina veo,
100 O diestros elijamos
A quienes con justicia y con prudencia
Muden en favor nuestro la sentencia”.
“¿Qué hacéis? ¡Qué! ¿No mirasteis
Qué pacíficos somos, generosos,
105 Amantes, obsequiosos?
Decid ¿dónde observasteis
El furor que teméis? ¿O equivocados
De nuestro amor huis precipitados?”
Así dijo el patricio,
110 Y su voz escuchó la providencia.
Su invisible presencia
Disipó el negro vicio,
Y cuando el Pueblo unido reclamaba,
Ella los electores señalaba.
115 ¿Pero calmó con esto
El temor, la aflicción, la desconfianza?
Cobró nueva esperanza,
Nuevo aliento funesto
El Error; y su empeño redoblando,
La discordia a los hombres fue turbando.
Volvió el indio a su pena;
El sabio hollado a su misantropía;
Y el de la Iberia creía
Que la grave cadena
125 De las manos del noble americano
Pasaría a ligar su fuerte mano.
Mas ¡qué! La Paz risueña
Juró que no; saliendo del Congreso,
Voló por la ciudad y a su regreso
130 En publicar se empeña
Que nada se recele, que ha extirpado
La cruel discordia de su Pueblo amado.
Volvió el Congreso luego;
Pues se dejó sentir su breve ausencia:
135 Con su afable presencia
Apagó pronto el fuego.
¿Cuándo han de pensar todos igualmente?
¿Ni dónde un mal cesó tan prontamente?
En tanto que asistían
140 La Paz y la Virtud al cuerpo sabio,
A su triunfo o a su agravio
Suspensas atendían,
Pisando cada una en su montaña,
Minerva, India y España.
145 Yo lo vi: en la del medio
Minerva se paró; a su diestro lado
Mayta estuvo rodeado
De indios, que su remedio
Esperaban, así como el hispano
150 Esperó Iberia en la siniestra mano.
Ya Febo se apartaba
Cansado de aguardar, hacia el poniente;
Mas suena de repente
La voz que se deseaba:
155 “El indio, el sabio de la unión amante,
Os han de gobernar en adelante”.
¡Eco plausible! ¡Viva!
“Viva, sí; la elección que nos conserva”;
Mayta, Iberia y Minerva
160 Con voz dulce y activa
Clamaron; y los Incas sepultados
Saltaron de su tumba alborozados.
Los sabios se alentaron;
Quedó el hispano en la ciudad seguro
165 Y los que “país oscuro”
A mi suelo llamaron,
Mirándole en prodigio tan fecundo:
“Ahora sí es, dijeron, Nuevo Mundo”.
Por el volcán terrible
170 Se sumergió el error avergonzado
De la mortal discordia acompañado.
¡Oh día el más plausible!
¡Oh Arequipa! Teatro afortunado
De una acción en que tanto se ha logrado!
175 ¡Oh sabios magistrados!
Jamás cantar sobre nuestros loores,
Pero ¿qué más honores
Qué himnos más bellos, más proporcionados
Que el general placer, con que mil veces
180 Se felicita el pueblo por sus jueces?
Compatriotas amados
Que en ultramar la luz primera visteis;
¿Esto es lo que temisteis?
¿Pensasteis ¡qué engañados!
185 Que un pecho Americano
Sería vengativo, cruel, tirano?
No hay tal. Fue nuestro anhelo
Este sólo: que al justo magistrado
Ya por sí penetrado
190 De amor al Patrio suelo,
Le urgiesen a ser fiel en cada punto
Deudos, padres, hijo, esposa, todo junto.
Así será y gozosos
Diremos: es mi Patria el globo entero;
195 Hermano soy del indio y del ibero;
Y los hombres famosos
Que nos rigen, son padres generales
Que harán triunfar a todos de sus males.
1 Ya llegó el dulce momento
En que es feliz Arequipa,
Ya en mi suelo se disipa
El Despotismo feroz:
5 Ya se puede a boca llena
Gritar: que la patria viva,
Que la libertad reciba
Que triunfe nuestra Nación.
Cayó el monstruo detestable
10 Que en nuestra cerviz sentado
Trescientos años ha hollado
La justicia y la razón:
Y en su lugar se levanta
La oliva de la victoria,
15 Que borrará la memoria
De los siglos de opresión.
Levantad pues hijos bellos
Del Perú siempre oprimido,
Incrementad el partido
20 De esta grande Redención:
Ved que el Cielo nos protege
Y que salen los efectos
Mayores que los proyectos
Que el Patriotismo formó.
25 No se encuentre un hombre solo
Que no empuñe aguda espada,
Y arroje a su negra nada
Al tiránico español,
Pues las heridas gloriosas
30 Que en el campo se reciban
Harán que sus nombres vivan
Muerto el Déspota escuadrón.
Suene en fin en todas partes
Con las voces y los hechos,
35 Que no vivan nuestros pechos,
Si no logran este honor:
Viva, viva eternamente,
El Patriotismo Peruano,
Viva el suelo Americano,
40 Viva su libertador.
1 En una noche oscura y pavorosa, (1)
Los males de mi Patria contemplaba;
Una escena sangrienta y horrorosa (2)
A mi pecho cruelmente atormentaba:
5 A esta constitución tan lastimosa
Encontrar un remedio procuraba;
Y en tan inútil como triste empeño,
Mis párpados se cierran, y yo sueño.
Sueño, que atada con cadenas iba (3)
10 Una infeliz mujer, cuyo vestido
Era un hito empapado en sangre viva: (4)
Tras ella con furor jamás oído
De hombres ingratos una comitiva (5)
Veo que corre, y en confuso ruido (6)
15 Oigo, le dicen: Sufre esas cadenas.
O padece mil muertes, tras mil penas. (7)
Turbóme de improviso y mi tristeza (8)
Llega a su colmo, cuando con desvío
Vuelve hacia mí su lánguida (9) cabeza
20 Y dice sollozando ¡ay hijo mío! (10)
Quiero ayudarla activo y con presteza, (11)
Quiero correr; mas ¡ay! Un sudor frío (12)
Un temor, (13) una pena, (14) mil tormentos, (15)
Debilitan, destruyen mis alientos:
25 Caigo en fin débil (16) al esfuerzo que hice,
Y riego con mis lágrimas la tierra: (17)
Procuro levantarme (18) y me maldice (19)
La tropa de los bárbaros, que aterra:
Entonces lloro y grito (20) ¡Ay infelice!
30 ¡Ay infelice Madre! ¡Oh Dios! Destierra... (21)
Confunde con tu vista a esos infames; (22)
Tu ira sobre mi Patria no derrames.
Sordo se muestra el cielo a mis clamores
De mi Madre a las penas no da oídos;
35 Parece complacerse en mis dolores,
Y que se holgara en vernos afligidos: (23)
Los bárbaros juzgando por favores (24)
Los desprecios del Cielo a mis gemidos;
Dicen con voz soberbia y arrogante: (25)
40 Presa nuestra será, (26) cual lo ha sido antes. (27)
¿Vuestra presa será? ¡Crueles! ¡Feroces!
¿Así a mi Patria, que rasgó su seno (28)
Para abrigaros, perseguís atroces?
Mas ¡oh dolor! De injurias me hallo lleno (29)
45 ¿Qué Patria tienes tú? (30) Dicen a voces
Y apurando mi mal corren sin freno
A consumar el hecho más injusto... (31)
Despierto: pasa todo: mas no el susto. (32)
GIA NON SI PUO ASCOLTARE IL DOLCE NOME 11
1 Giá non si puó ascoltare il dolce nome
De la felicidad ni del consuelo;
Ya no podemos esperar que asome
La riservata pace in nostro cielo.
5 Corrucciato ha sconfitto Dio le Home
Con que fijó la dicha en este suelo;
Ya no hay otro recurso en tanta pena
Che pianger sopra il ferro e la catena.
CUMPLIDO ESTÁ EN SU TODO EL VATICINIO 12
1 Cumplido está en su todo el vaticinio
Que el fuerte Hércules hizo en el gran día
En que rompió de un golpe la montaña
Que del inmenso Atlántico era dique.
5 De uno, dos montes hizo sus columnas;
Por entre ambas, abierto un paso estrecho,
Se lanzaron las ondas; un mar grande
Se hizo al momento en medio de la tierra,
Ciudades mil quedaron anegadas
10 Y el Lobo y el Delfín y los Tritones
Hicieron de las Torres y Palacios
Hondas cavernas do a dormir se acogen.
Los montes, que a un impulso tan violento
Apenas resistieron, hechos playas;
15 Y los montes que en islas se tornaron,
Al héroe miraban tan absortos,
Como quedó el ladrón del Vellocino
Cuando por artes de Medea arroja
Las semillas al suelo y convertirse
20 Se mira en belicosos militares.
Hércules los despierta, poco es esto,
“La Bética, esta tierra que ahora piso,
Un hijo de mi sangre dará un día,
Héroe como yo que en otro mundo
25 Será columna excelsa”; y luego en ambos
Alzó entonces la diestra poderosa,
Estrechóla con fuerza y destilando
Una gota de Sangre sobre Gages
Ella tormentosa dijo y partióse.
30 Han corrido los siglos y ya vemos
De la Herculeda Sangre fecunda
Levantarse al gran hijo, que cargado
Del peso enorme de una Iglesia viene
A ser alta columna de nuestro suelo,
35 ¡Oh muy ilustre Chaves! A tu vista
Huye el error y el crimen y la muerte;
Tú alzaste del profundo ese recinto
Que a Minerva ofrecido nunca fuera.
Mansión de luz, si tú bajo tus alas
40 No le acogieras, ni Minerva entrara
Si no era por tu empeño a poseerlo.
Arequipa feliz a ver llegaste
Un sabio a cuyo ruego baja Urania
Y muestra a tus hijuelos pensadores
45 Altas regiones que los astros cursan.
Un sabio a cuyo influjo se desgarran
Los burdos velos con que a nuestros ojos
Se ocultaban los senos de Natura
Y hasta el inmenso ser inconocible.
50 Del sumo Dios, sentado entre la niebla,
Se tienta especular que pasa todo;
Nuestro Maestro celoso dio millares
De preciosos depósitos que tienen
Fijos en perdurables caracteres
55 Las ciencias del Señor y de los hombres
Mil sabios de allí salen, tú los unges
Pastor esclarecido, y encargados
Del Supremo poder con que en el Cielo
Atar y desatar al Señor hacen.
1 Cuando un héroe empieza a celebrarse
Se espera oír contar grandes acciones:
Grande ciencia en matarse
Ruinas, desolaciones,
5 Sangre, golpes tremendos...
Mas mi musa se esconde a esos estruendos.
Y no es que en vos, magnánimo Henestrosa,
Falten glorias de Marte recibidas:
10 Tienen bien conocidas
En la guerra onerosa
Tu pericia y bravura
Medellín, Cataluña, Extremadura.
El Dios de la batalla, el mismo
Marte Con placer en acciones te veía;
15 Su agrado fue mirarte
Y por fuerza decía:
“Ved un Marte en la Tierra
Que no puede vivir si no es en guerra”.
¡Qué engaño! Si es la paz vuestro elemento,
20 Iris cual primogénito te cuenta
Y exclama: “Es un portento
Que en la guerra sangrienta
Obrase mi pupilo,
Que no puede vivir si no es tranquilo”.
25 Ved aquí, esto me inspira y me da aliento;
Esa paz y dulzura primorosa
En que, como en su asiento,
Vuestro ánimo reposa,
Paz a cuya influencia
30 Brilla tu singular benevolencia.
Esto sí, ¡vive el cielo!, esto es lo raro,
Lo que es más grato y digno de memoria:
Que el fuego, a Marte caro,
El valor, la victoria,
35 Dan gloria a esos esmeros,
Pero gloria común a mil guerreros.
¡Cuán general es ver a los mortales
Que, al oír de su fama el grito augusto
Fingiéndose inmortales.
40 Quieren que en más que es justo
Su dignidad se aprecie,
Y los miren como hombres de otra especie!
Y vos, único entre ellos sois hermano,
Sin perder vuestro honor sois apacible;
45 Y esto es lo soberano
Lo raro, lo indecible:
Esto es sellar tu gloria
Y triunfar del valor y la victoria.
¡Oh bienaventurada americana
50 Que, a este fénix de paz estando unida,
A la América humana
Vinculáis esta vida,
Y vuestro amante anhelo
Le hace dicha, honor, placer de nuestro suelo!
55 ¡Apolo!, ven tú mismo, esta es tu esfera,
Haz que a cantar tus favoritos vengan.
¡Ojalá yo lo fuera!
Mas diré: siempre tengan
Dos tan preciosas vidas,
60 Honor, felicidad, glorias cumplidas.
1 Se dice que Venus
Viendo repartido
Todo el Universo
Bajo tres dominios,
5 Dominarlo todo
Ella sola quiso
Y logró rendir
A sus dueños mismos.
Los que esto fingieron
10 No lo han entendido:
La benignidad
Tiene mayor brío.
Ven benigno a Jove
Todos los nacidos;
15 Benigno a Neptuno;
De Ilión los residuos;
Al mismo Plutón
Bajando al abismo,
Orfeo y Eneas