Odisea - Homero - E-Book

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Homero

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Beschreibung

"La Odisea", del poeta griego Homero, es uno de los poemas épicos más importantes de Occidente. La historia narra el viaje de regreso del héroe Odiseo a su patria, la isla de Ítaca, tras su participación en la guerra de Troya. Su travesía estará llena de peligros y aventuras. "La Odisea" es una metáfora del viaje que es la vida para todos nosotros; de ahí que sea un clásico universal.

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Seitenzahl: 164

Veröffentlichungsjahr: 2015

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Índice

Introducción

Glosario y mapa de la Grecia de la Odisea

Canto I

Canto II

Canto III

Canto IV

Canto V

Canto VI

Canto VII

Canto VIII

Canto IX

Canto X

Canto XI

Canto XII

Canto XIII

Canto XIV

Canto XV

Canto XVI

Canto XVII

Canto XVIII

Canto XIX

Canto XX

Canto XXI

Canto XXII

Canto XXIII

Canto XXIV

Apéndice

Créditos

Homero, el venerable

No hay un caso como el de Homero en la literatura universal. Desde hace nada menos que 2.800 años, lectores de cualquier condición, generación tras generación, han seguido su relato sobre los más famosos personajes que hayan nacido de la imaginación del hombre, Odiseo, al que también llamamos Ulises, y todos los demás héroes que participaron con él en la guerra de Troya.

La fama y el prestigio que alcanzó Homero no son hoy fáciles de imaginar. Con sus dos obras, la Ilíada y la Odisea, fue capaz de eclipsar al resto de la literatura griega durante siglos. Es como si no hubiera existido prácticamente nadie más que él. La veneración de sus compatriotas alcanzó extremos impensables para cualquier escritor u obra literaria posterior. Los alumnos en las escuelas lo estudiaban todo a través de sus obras: el uso del idioma, la religión, la virtud y las conductas reprobables, las relaciones entre hombres y mujeres, la historia, las tácticas militares o la configuración de las constelaciones en el firmamento. Siglos después de su muerte, las ciudades griegas rivalizaban por su presencia en los poemas homéricos. Atenas, por ejemplo, no aparecía citada en la Ilíada en el catálogo de las naves que acudieron a Troya, así que, con el solo deseo de acrecentar su prestigio, hizo que se prepararan copias del poema añadiendo un verso en el que se decía que acudieron allá atenienses con cincuenta naves. Por su parte, los gobernantes de la ciudad de Megara actuaron de la misma manera añadiendo un verso para justificar su pretensión de anexionarse algunos territorios en disputa apoyándose en la autoridad de Homero. Más tarde, en el Egipto del siglo IV antes de Cristo, se inventaron los signos de puntuación con el único fin de poder anotar y fijar de manera definitiva sus textos originales, lo que supuso el nacimiento de la ciencia que hoy conocemos con el nombre de Filología. En esta época, su influencia era tan grande en la mentalidad de la gente, que Platón, el famoso filósofo ateniense, al describir su ciudad ideal, había propuesto que Homero fuera desterrado de ella por considerar que su influencia resultaba perjudicial para la vida de la comunidad.

Con estos ejemplos podemos hacernos una idea de lo que Homero llegó a significar para los griegos. Pero con la desaparición del mundo griego antiguo, Homero no murió. Siguió vivo en los escritores latinos y posteriormente en la infinidad de los que formaron la inmensa y variada tradición literaria occidental, extendida por los cinco continentes desde la Antigüedad hasta nuestros días.

El italiano Dante, el más grande de los poetas medievales, ya a las puertas del Renacimiento y casi dos milenios después de que Homero compusiera sus obras, todavía lo seguía colocando a la cabeza de todos los poetas. Cervantes, trescientos años después, nos contaba la historia de don Quijote, un Ulises de su tiempo, enfrentado a la inagotable experiencia del mundo a través de un sinfín de aventuras. Ismael, el protagonista de Moby Dick, no es otra cosa que un Ulises surcando los mares a la caza de ballenas. El irlandés James Joyce, a principios del siglo pasado, escribió su más famosa novela, Ulysses, para contar la historia de un hombre corriente, como nosotros, enfrentado a las infinitas peripecias de un día cualquiera. Podríamos haber llenado este libro de ejemplos como estos. Aún hoy películas como Troya o La mirada de Ulises nos siguen contando, una vez más, las aventuras de los personajes homéricos.

La guerra de Troya

El joven troyano Paris, por voluntad de Zeus, se había ganado el derecho a gozar del amor de la bella Helena. Troya era una ciudad próspera de Asia Menor y Helena vivía en Esparta, en el continente europeo, con su esposo Menelao, así que Paris se embarcó hacia allí con idea de raptarla. Zarparon en barco como una embajada y a su llegada a Esparta fueron agasajados como merecían por ser príncipes de una ciudad famosa. Aprovechando la ausencia de Menelao, Paris hizo que Helena lo acompañara de vuelta a su casa, y el rapto provocó la mayor guerra conocida hasta entonces. Agamenón, hermano de Menelao y rey de Micenas, reunió tropas de todas las ciudades griegas y acompañado de una enorme flota navegó rumbo a Troya. Durante nueve años asediaron la ciudad sin éxito con alternativas en las victorias de uno y otro bando. La fortaleza de las murallas troyanas era célebre en aquellos tiempos y resultaban infranqueables. Fue entonces cuando el astuto Odiseo tuvo la idea del famoso caballo de Troya. La estratagema de los griegos consistía en hacer creer a los troyanos que desistían de su propósito y se marchaban dejando como ofrenda a los dioses un caballo de madera. Se trataba de una estatua gigantesca que debían introducir en el recinto de la ciudad. Pero el caballo llevaba ocultos en su interior a los mejores guerreros griegos, y, cuando fue llevado adentro de las murallas, por la noche, mientras los troyanos dormían, estos salieron de su escondite y tomaron la ciudad al asalto.

El argumento de la Ilíada desarrolla estos acontecimientos, especialmente la participación en la guerra de Aquiles, el más temible de los griegos. Después, la leyenda seguía contando el regreso a casa de los héroes y el destino que allí les aguardaba. Las historias de muchos de ellos eran bien conocidas y habían dado lugar a sagas completas, como es el caso de Agamenón, el jefe de los griegos, asesinado a su regreso por su propia esposa y su amante. En griego estos regresos se llamaban nostoi (νόστοι), palabra griega que tenemos en el castellano, nostalgia: el dolor que producen los recuerdos. Uno de estos nostoi es, precisamente, el argumento de la Odisea: las peripecias que hubo de padecer Odiseo, perdido en el mar durante diez años y obligado a afrontar las más duras pruebas, la llegada del héroe a su patria en la isla de Ítaca y lo que allí entonces sucedió.

La Odisea

El autor argentino, Jorge Luis Borges, ciego como Homero y el más importante escritor en lengua castellana del pasado siglo, dijo que no hay nada nuevo en la literatura universal después de la Odisea. Esta obra es mucho más que las aventuras de Odiseo, es un conjunto de cuentos dentro de otro mayor que abarcan toda la experiencia vital de su protagonista. Si sabemos entender que en realidad ese protagonista somos cada uno de nosotros, alcanzaremos a ver que en ella está contado todo lo que somos, nuestra capacidad de sentir y la esencia de nuestra vida.

La primera parte del relato (cantos I al IV) comienza con la asamblea de los dioses en la que se debate sobre el futuro de Odiseo. Se cuenta el regreso de los griegos de la guerra de Troya y la situación en Ítaca, donde los pretendientes acosan a su esposa Penélope para casarse. Su hijo Telémaco, que aún es demasiado joven para hacer frente a los pretendientes, emprende un viaje en busca de noticias sobre el paradero de su padre.

La segunda parte (cantos V al XIII) cuenta el relato de Odiseo en la corte de los feacios. Ha llegado allí después de muchas peripecias y el rey Alcínoo le pide que le cuente sus aventuras. Esta es la parte más legendaria de la obra, los cuentos de los cíclopes, la bajada a los infiernos, las sirenas, los lotófagos, etc. Son cuentos antiguos de tradición folclórica primitiva que Homero incorpora admirablemente al poema.

La tercera parte (cantos XIV al XXIV) narra la llegada de Odiseo a Ítaca y cómo, con la ayuda de la diosa Atenea, toma la apariencia de un mendigo para presentarse de nuevo en su palacio. Se produce el encuentro entre el héroe y su hijo Telémaco, y el reconocimiento por parte de este. A continuación, tiene lugar el concurso de arco para decidir quién se casará con Penélope, la victoria de Odiseo y, por fin, la matanza de los pretendientes. La obra concluye con el encuentro definitivo entre Odiseo y su esposa, la visita a su padre y la reconciliación entre los habitantes de la ciudad para devolver el trono a Odiseo.

Nuestra edición

El texto que presentamos es una adaptación para adolescentes, hecha a partir del original en griego antiguo. Su propósito no es el de sustituir la lectura de este, sino el de acercar a los jóvenes lectores por primera vez un texto que deben tener la ocasión de disfrutar en su versión íntegra más adelante y quizá en más de una ocasión durante toda su vida. Para limitar su extensión, se han eliminado algunos pasajes y se ha simplificado en ocasiones la trama procurando que el desarrollo del argumento no se viera afectado. Se ha usado para ello la edición griega de T.W. Allen, en Oxford Classical Texts.

Personajes divinos

Afrodita. Diosa de la belleza y el amor. Se casó con Hefesto, aunque mantuvo relaciones furtivas con otros dioses y hombres, entre los que se encuentra Ares, dios de la guerra. Fue elegida como la más bella de las diosas por el troyano Paris, quien obtuvo como recompensa el amor de Helena, la más hermosa de la mujeres. Este suceso fue el que acabó desencadenando la guerra de Troya.

Ártemis. Es hermana de Apolo, hija, por tanto, de Zeus y Leto. Protege la virginidad que ella misma conserva, y así vive en la naturaleza salvaje no intervenida por el hombre, los bosques, las selvas y los manantiales. Va vestida con túnica corta y sandalias, y armada de arco y flechas.

Atenea. Nació virginal de la cabeza de Zeus, adulta y armada con casco y escudo. Es diosa de la guerra y protectora de las artes y las tareas femeninas como el bordado, el tejido y el hilado. Recibía culto principal en la ciudad de Atenas, donde se le dedicó el templo del Partenón. También protegía los trabajos artesanos como los astilleros y la metalurgia. Se la conocía con el sobrenombre de Palas.

Aurora. Eos, la Aurora, es hermana de Helios, el Sol. Tiene dedos rosados con los que inunda de luz el cielo del amanecer. Se cuenta que tuvo amores con Ares, dios de la guerra, y que fue sorprendida por Afrodita, quien, celosa, la castigó a vivir eternamente enamorada.

Calipso. Ninfa que habita en la isla de Ogigia. Es hija de Helios y Perse, por tanto, hermana de Circe. Acogió y retuvo a Odiseo en su palacio durante un tiempo, y de su relación con él, según la tradición, nacieron dos hijos, Nausítoo y Nausínoo.

Caribdis. Hija de Poseidón y Gea, la tierra, robó unas vacas a Heracles, lo que le supuso el castigo de Zeus. El padre de los dioses la fulminó con un rayo y la precipitó al mar, donde quedó convertida en roca en el estrecho de Mesina, frente a Escila. Tres veces al día tragaba el agua y cuantos barcos y hombres pasaban junto a ella para vomitarlos después.

Cíclopes. Aunque hay tradiciones diversas sobre ellos, en la Odisea aparecen como hijos de Poseidón que viven salvajes en la isla de Sicilia dedicados al pastoreo, orgullosos y al margen de cualquier ley. Son de enorme tamaño y tienen un solo ojo en la frente. Uno de ellos es Polifemo, cegado por Odiseo para poder escapar de la cueva en que lo tenían encerrado con sus compañeros.

Circe. Esta maga era hija de Helios y Perse, y hermana de Calipso. Vive en la isla de Eea, en un palacio guardado por leones y lobos a los que tiene hechizados con su magia. Aunque al estar enamorada de Odiseo, intentó retenerlo en su palacio haciendo uso de su magia, finalmente lo dejó marchar y le mostró el camino de regreso.

Escila. Monstruo, hijo de la diosa infernal Hécate. Tiene forma de mujer, aunque de sus ingles nacen seis medios perros con cabeza y dos patas. Vive en una cueva en el estrecho de Mesina, entre Sicilia y la península Itálica, y desde allí devora a cuantos marineros pasan junto a su guarida.

Helios. Dios del Sol, hermano de Selene, la Luna, y de Eos, la Aurora. El dios Zeus, cuando procedió al reparto del mundo, le concedió algunas islas, entre las que estaba Sicilia. En esta y en otros lugares del Mediterráneo había rebaños de vacas blancas consagradas a él. Con Perse, hija de Océano, tuvo a la maga Circe y a Calipso.

Hermes. Hijo de Zeus y Hera. Cumple como mensajero de los dioses, sobre todo de su padre, quien le encomienda a menudo tareas diversas. Es dios del comercio, del dinero, de los viajeros y los ladrones. Es astuto, pícaro y emplea sus artimañas con habilidad.

Musa. Divinidad protectora de las artes. Aunque Homero parece hablar de una sola, en la versión más conocida eran nueve, encargadas de toda clase de poesía, y también de las artes en general. Eran hijas de Zeus y Mnemósine, la memoria. La tradición sitúa su morada en el monte Helicón.

Ninfas. Consideradas hijas de Zeus, son divinidades de la naturaleza que representan su fecundidad en las manifestaciones más diversas: las fuentes, los árboles, los ríos o los montes. Reciben el nombre del lugar que habitan.

Polifemo. Ver cíclopes.

Poseidón. Hermano de Zeus. En el reparto del mundo que tuvo lugar cuando este accedió a su reinado, le correspondió el gobierno del mar. Está casado con Anfitrite, habita en el mar y lo recorre en un carro tirado por caballos en compañía de un cortejo de peces y otras divinidades. Gobierna los vientos y las tormentas, y golpea la tierra con su tridente dando lugar a los terremotos. Padre de los cíclopes, se enojó con Odiseo por cegar a uno de ellos, Polifemo, que vivía en Sicilia.

Sirenas. Son divinidades marinas con cabeza y pecho de mujer y cuerpo de ave. Tenían una voz tan prodigiosa que decidieron rivalizar con las Musas en el canto, pero estas las derrotaron. Entonces se vieron obligadas a vivir en las costas de Sicilia, desde donde atraían a los marineros que, cautivados por la melodía, estrellaban sus barcos contra las rocas.

Zeus. El menor de los hijos de Crono. Se sublevó contra su padre y tras una lucha terrible consiguió desterrar a la generación de los dioses antiguos, quedando como rey del universo. Gobierna el mundo, y el firmamento en especial, con el rayo como símbolo de su poder. Está casado con su hermana Hera, con la que tuvo a Ares, pero mantuvo además relaciones con mujeres de las que nacieron numerosos hijos, Hércules entre ellos.

Personajes humanos

El mendigo Iro. Acude a los banquetes de los pretendientes a comer de las sobras que quieran darle. Cuanto Odiseo llega, disfrazado también de mendigo, al banquete de palacio, Iro se enfrenta a él por querer arrebatarle la limosna que cree que le corresponde.

Euriclea. Servidora del palacio de Ítaca, es la vieja nodriza de Odiseo, la primera en reconocerlo a su regreso. Siempre le fue fiel a su antiguo amo, y lo trata con ternura y mimo.

Laertes. Padre de Odiseo, antiguo rey de Ítaca. Vive retirado en una finca del campo, anciano y triste, resignado a la pérdida de su hijo. Cuando Odiseo regresa se siente rejuvenecido y ayuda a su hijo a recuperar el trono.

Odiseo. Protagonista de la Odisea, es quien da nombre al poema. Por fidelidad al rey Agamenón marchó a la guerra de Troya para recuperar a la bella Helena. En su viaje de vuelta a Ítaca debe afrontar toda clase de penalidades en castigo por haber dejado ciego al cíclope Polifemo. Poseidón, padre del monstruo, no está dispuesto a perdonarlo y lo persigue con sus vientos desatados y sus tormentas hasta que Zeus le obliga a ceder para permitir que Odiseo vuelva a casa.

Penélope. Esposa de Odiseo. Espera fielmente el regreso de su marido una vez acabada la guerra de Troya. Distrae a los pretendientes y retrasa un día y otro el momento de decidirse por uno de ellos.

Pretendientes. Una multitud de jóvenes de Ítaca y de las islas vecinas rivalizan por ocupar el lugar de Odiseo como esposo de Penélope y rey de los itacenses. Desde el momento en que parece que este no volverá, ocupan su palacio y se dedican a celebrar banquetes a su costa en espera de que Penélope se decida por uno de ellos. Antínoo y Eurímaco destacan sobre los demás.

Telémaco. Hijo de Odiseo y Penélope. Era apenas un niño cuando su padre marchó a la guerra de Troya. En el momento de su regreso, es aún un joven sin experiencia que debe enfrentarse a los pretendientes de su madre.

Canto I

Cuéntame, Musa1, la historia del hombre de muchas astucias que anduvo perdido después de la caída de Troya. Aquel que conoció tantas tierras y sufrió sin fin en el mar por salvar su vida y la de sus compañeros. Aunque todo fue en vano, porque fueron víctimas ellos de su propia estupidez, pues se comieron las vacas de Helios2 y ese día perdieron la esperanza de regresar. Cuéntame, diosa, hija de Zeus3, algo de estos sucesos.

Todos los héroes de Troya que habían escapado a la muerte estaban ya con los suyos. Solo Odiseo seguía lejos. Lo retenía la ninfa4 Calipso en su cueva con el deseo de hacerlo su esposo. Pero habían pasado los años y los dioses tenían ya decidido que regresara a su casa en la isla de Ítaca. Estaban todos de acuerdo salvo Poseidón, que siempre le había guardado rencor a Odiseo. Los inmortales se encontraban ahora reunidos en el Olimpo5 en el palacio de Zeus, cuando Atenea tomó la palabra.

«Mi corazón se apena por el pobre Odiseo —dijo—, que lleva ya mucho tiempo lejos de casa. Ahora lo tiene la ninfa Calipso retenido en una isla azotada por las corrientes en el mismísimo ombligo del mar. Quiere hechizarlo para que se olvide de Ítaca, pero antes que eso él preferiría la muerte. Padre, ¿por qué le tienes tanto rencor?».

Entonces el padre Zeus, hijo de Cronos, le contestó:

«Hija mía, Atenea, ¡cómo podría irritarme con Odiseo! Es Poseidón el que no deja de odiarle por culpa de su hijo, el cíclope Polifemo. Odiseo lo dejó ciego de su único ojo, y por eso lo hace vagar perdido lejos de casa. Pensemos ahora la manera de que regrese y Poseidón tendrá que olvidar su cólera, pues no podrá oponerse a la voluntad de todos nosotros los inmortales».

Eso dijo, y Atenea, la de ojos brillantes, le contestó:

«Padre, si por fin les agrada a los dioses que regrese a su casa el astuto Odiseo, enviemos a Hermes6 para que anuncie enseguida a la ninfa Calipso nuestra decisión. Yo mientras iré a Ítaca para hacer que su hijo Telémaco convoque la asamblea de los griegos y ponga así freno al abuso de los pretendientes que llevan ya mucho tiempo sacrificando a su costa hermosas ovejas y bueyes. Lo mandaré también a Esparta y a Pilos para que haga averiguaciones sobre su padre y vaya ganando fama de hombre valiente».

Diciendo esto, se calzó la inmortal Atenea sus doradas sandalias, cogió una lanza de bronce, grande y pesada, y descendiendo desde las cumbres del Olimpo llegó hasta el pueblo de Ítaca, a la casa de Odiseo, disfrazada de Mentes, un forastero. Allí encontró a los pretendientes comiendo y bebiendo vino, sentados en pieles de bueyes que ellos mismos habían sacrificado.