Orientación vocacional: Pienso luego elijo - Mariano Muracciole - E-Book

Orientación vocacional: Pienso luego elijo E-Book

Mariano Muracciole

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Pienso luego elijo es una herramienta imprescindible para los adolescentes que se encuentran pensando en su proyecto futuro, quienes encontrarán aquí elementos para apropiarse del proceso de elección. Asimismo, se brindan sugerencias y estrategias destinadas a profesionales interesados en la temática, educadores y padres.

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PIENSO… LUEGO ELIJO

Este libro está pensado para acompañar a los jóvenes en su elección vocacional. Si bien el concepto “vocación” no es sencillo de precisar, los autores asumen el desafío de intentar posibles definiciones, siempre provisorias, siempre abiertas, partiendo de la base de que la vocación tiene que ver con una búsqueda que trasciende lo estrictamente laboral. Con este objetivo, reúnen aquí testimonios de jóvenes que describen cómo fueron su elección y su trayectoria una vez finalizada la escuela media, hasta alcanzar exitosamente el fin de una carrera terciaria o universitaria. Con el objetivo de que quienes hoy se enfrentan a esa decisión puedan realizar una elección auténtica, estos relatos son acompañados con reflexiones y ejercicios que abordan los distintos momentos de un proceso de elección vocacional.

Pienso… luego elijo es una herramienta imprescindible para los adolescentes que se encuentran pensando en su proyecto futuro, quienes encontrarán aquí elementos para apropiarse del proceso de elección. Asimismo, se brindan sugerencias y estrategias destinadas a profesionales interesados en la temática, educadores y padres.

Los autores son licenciados en Psicología por la Universidad de Buenos Aires. Desde 2003, cuando iniciaron el “Equipo de Orientación Vocacional Armando”, se dedican a la temática. Además, Esteban Beccar Varela se desempeña en los ámbitos clínico y educativo, Nicolás Larocca coordina grupos de meditación y organiza viajes espirituales a la India, y Mariano Muracciole trabaja como psicólogo educacional.

ESTEBAN BECCAR VARELA NICOLÁS LAROCCA MARIANO MURACCIOLE

PIENSO… LUEGO ELIJO

Testimonios, reflexiones y ejercicios para una buena elección

Dedicamos este libro a los jóvenes inquietos y comprometidos con sus proyectos de vida y con la sociedad, a los padres que desean lo mejor para sus hijos y a todos aquellos profesionales que trabajan con y para los jóvenes.

Les agradecemos a nuestras familias por su permanente apoyo, a las personas que con gran entusiasmo compartieron sus testimonios, a Laura por orientarnos en la escritura sin alterar su sentido, a Marcos por el prólogo y por compartir con nosotros su experiencia y sus conocimientos, a los profesionales que nos acompañaron y que nos acompañan en nuestro crecimiento profesional, a Nik por su generosidad y por su compromiso con la educación, y a la Editorial Biblos por confiar en nosotros.

Índice

CubiertaAcerca de este libroPortadaDedicatoriaAgradecimientosPrólogo, por Marcos A. KoremblitIntroducciónUn material para quienes trabajan en el ámbito educativoUn material de utilidad para padresTres herramientas que te acompañarán a lo largo de tu procesoAlgunas aclaracionesCapítulo 1. EncrucijadaCapítulo 2. VocaciónCapítulo 3. Trabajo en familiaCapítulo 4. Dónde estoy paradoCapítulo 5. ConocerseCapítulo 6. Estilo de vidaCapítulo 7. InteresesCapítulo 8. OcupacionesCapítulo 9. Vocaciones religiosasCapítulo 10. Salida laboralCapítulo 11. UniversidadesCapítulo 12. Plan de acciónCapítulo 13. Procesos de orientación vocacionalCapítulo 14. La vocación como caminoTu testimonio nos interesaCréditos

Prólogo

Cuando recibí la invitación a comentar el libro de Esteban Beccar Varela, Nicolás Larocca y Mariano Muracciole, Pienso… luego elijo, debo confesar que sentí una gran alegría. No me hacía falta leerlo para saber, por el conocimiento personal que tengo de los autores, que iba a ser un proyecto serio, inteligente y sensible. El compromiso que tienen con el estudio de la adolescencia y, específicamente, en el campo de la orientación vocacional me permitía aseverarlo sin duda alguna.

Luego, ya en las primeras páginas del libro, me fue sorprendiendo el modo como estaba escrito: denota no solo una vasta experiencia de los autores en la materia, sino por sobre todo un intento de llegar a los jóvenes con un lenguaje llano, directo, descontracturado y con un estilo coloquial en el que se percibe una cercanía afectiva propia de quienes, además de conocer del tema, saben de las dificultades por las que está atravesando un adolescente en ese momento de la vida. Tanto que ya desde la introducción utilizan recursos expresivos como “volveremos a hablar” cuando se refieren al armado de la caja, o se juegan con un “animate” dando cuenta de un diálogo franco y estimulante.

También, y en honor a la verdad, debo confesar que el título me obligó a pensar en mi posición personal y teórica respecto del tema. Los autores hablan de “orientación vocacional” y, más allá de que esta sea la manera en que universalmente se da a conocer la disciplina, encuentro alguna distancia entre este nombre y el contenido del libro, diferencia que, además, comparto con ellos: el libro está pensado para acompañar a los jóvenes en su elección vocacional, un acompañamiento jugado y con mucha presencia por parte de los autores, en el que el papel de la llamada “orientación” es secundario.

Siguiendo con este ejercicio conceptual, me llegó naturalmente la pregunta: ¿pienso…, luego elijo? Una elección, ¿es consecuencia de un ejercicio de pensamiento? Esto me obligó a repensar en mis propias elecciones –vocacionales y de las otras– y a evaluar cuánto del pensar había operado como motor para estas y cuánto de azar –tal como dice Luis en el capítulo 3– hubo en juego en las cosas importantes de la vida. “El concepto vocación no es sencillo de definir”, plantean los autores en el comienzo del capítulo 2. Podemos pensar que este libro asume el desafío de intentar posibles definiciones, siempre provisorias, siempre abiertas. Los autores son muy claros al afirmar la imposibilidad de seguir un camino preestablecido y con recetas –como plantea Francisco en el capítulo 2–, a la vez que redoblan la apuesta al decir que “la vocación tiene que ver con una búsqueda y con la pregunta acerca de qué queremos hacer con nuestra vida”. De esta manera explican cómo la vocación trasciende lo estrictamente laboral, ya que en ella se está jugando algo importante de nuestra vida. Lo completan con la siguiente idea: “Muchas veces, lo que nos da satisfacción en un determinado período puede que luego no nos satisfaga, y que nos veamos ante la necesidad de replantearnos cómo queremos seguir”. A partir de sus conocimientos en metapsicología adolescente, pretenden darles lugar a las oscilaciones propias de este momento vital para prevenir así eventuales insatisfacciones y caracteropatizaciones que cierren la puerta a replanteos y búsquedas necesarias en esta elección compleja.

Los autores destacan la “experiencia de búsqueda vocacional” –si se me permite el término– como un “proceso de elección”, es decir, como un conjunto de fases que comienza con una inquietud acerca del proyecto futuro. Me parece sumamente valioso el aporte que hacen al hablar de un “proceso” que no puede establecerse de manera previa, sino de a pasos y que, al mismo tiempo, debe arribar a algún tipo de conclusión.

Creo que se trata de una definición muy adecuada, aplicable a la experiencia adolescente en toda su dimensión, que contiene y a la vez excede el plano vocacional.

En el mismo sentido, aclaran que “elegir no es algo que ocurre de una vez y para siempre, sino que denota constante movimiento”. Según Beccar Varela, Larocca y Muracciole, “elegimos a cada rato, nos equivocamos, volvemos a elegir, tomamos caminos diferentes”. Para ellos, “la idea de «proceso» implica fases, continuidad, dinamismo y transformación”, concepto que comparto y al que adhiero fervientemente.

Una mención especial merece la acertada elección de los testimonios. Todos transmiten de manera espontánea, natural y profundamente reflexiva la síntesis de un recorrido vivencial que, por su claridad y frescura, será de suma utilidad para los jóvenes lectores, quienes seguramente sentirán gran empatía. En el primer capítulo y con Francisco –solo para destacar algunos de los puntos que más me impactaron–, nos encontramos con lo que él describe como su “primera «aventura» universitaria”. Esta es, para mí, una buena manera de definir la búsqueda vocacional: una experiencia descripta como una aventura, con todo lo que eso implica. Como toda búsqueda adolescente, si esa experiencia aventurera arriba a buen puerto, le permitirá al joven apropiarse de su “propia receta”, como dice Francisco; priorizar los ideales y la pasión por sobre la noción de “un título universitario para jugar en las «grandes ligas» corporativas”, como expresa Ramiro; y descartar que exista un “boleto al futuro que garantice éxito y regularidad económica”, como creía Leandro, a quien por suerte la vida lo llevó a vivir su propia crisis y a replantear su posición.

Según los autores, en la búsqueda de aquello que uno desea para su vida, es necesario apelar a lo propio, es decir, a lo auténtico. Teniendo en cuenta lo anterior, realizan una interesante pregunta por intermedio de Francisco en el capítulo 2: “Es importante que seas consciente de que sos vos el que va a hacer la elección y no otro. Por eso, ¿estás dispuesto a comenzar una nueva etapa en tu vida?”. Pregunta nada ingenua sino, al contrario, abierta y cuestionadora, que invita a asumir un verdadero compromiso de profundidad emocional, a pesar del peligro de “quedar como un tonto”, como advierte Carlos, quien pone en evidencia este riesgo de gran importancia en nuestras elecciones.

Un elemento que está presente en todo el libro y que hace a su espíritu es el valor de la experiencia personal, única y singular, y sus avatares. Esto está jerarquizado ya en el primer capítulo, “Encrucijada”, cuando subrayan la importancia de apropiarse del proceso de elección. En el capítulo “Ocupaciones”, Sebastián buscaba una carrera que, a los ojos de los otros, fuera reconocida y valorada, idea que, por supuesto, tuvo que abandonar y que los autores de manera aguda analizan con mayor detalle: “Es cierto que todos, en alguna medida, queremos ser reconocidos por lo que hacemos, pero si aquello que hacemos no está conectado con el propio deseo, ese reconocimiento resultará parcial”. Comparto esta postura, defendida a lo largo de todo el texto: la búsqueda de un deseo muchas veces lleva más tiempo que el marcado por las instituciones educativas o por las expectativas familiares y personales.

A la vez, jerarquizan el valor de verdadero desafío: “Abandonar un lugar de comodidad en el que otros toman las decisiones por nosotros para pasar a otra postura más adulta”, y me parece que el libro tiene algo de desafío en cuanto que les permite a los jóvenes reflexionar acerca de quiénes son y de qué quieren hacer con su vida.

Conscientes de la búsqueda de identidad presente en este complejo momento vital, lo trabajan y profundizan cuando definen que “la vocación no concluye ni se define a partir de la elección que se realiza en esta etapa, sino que continúa armándose día a día”; de esta forma, muestran con agudeza la importancia de pensar el proceso abierto a infinitas y nuevas posibilidades, y no enmarcado en un final que tiene algo siempre imposible de asir. Son conscientes de que la conmoción identificatoria puede muchas veces motivar algún nivel de estabilización imaginaria en lo laboral que, a la larga o a la corta, deberá ser cuestionado y retrabajado como en el ejemplo de Carlos, en el capítulo 2.

Asimismo, sugieren “la participación de un adulto en la lectura siempre y cuando este no pretenda ocupar un lugar de saber que condicione la libertad de quienes afrontan el momento de elección”. Me parece sumamente pertinente la manera de acompañar a los jóvenes que les proponen a los adultos, sin caer en ese “lugar de saber”, un lugar siempre supuesto, que se desmorona en la adolescencia y que, además, hoy se ve devaluado. En una dirección parecida, también se dirigen a los padres, enfatizando el acompañamiento y el posible encuentro, sin certezas, que están implícitos en esta búsqueda, de la cual los adultos podrían fácilmente apropiarse. Los autores son muy claros y contundentes, y brindan algunas inteligentes sugerencias acerca de la forma en que los padres pueden acompañar a sus hijos. Los atinados ejemplos clínicos ponen en evidencia una época en la que los valores de una generación son inevitablemente puestos en jaque por la siguiente, crisis necesaria signada por un mundo distinto que carece de las garantías que, aunque ilusorias, acompañaron el crecimiento de generaciones anteriores. Los testimonios dan cuenta, precisamente, del peso y de la presencia de ciertos valores de generaciones anteriores –expuestos, por ejemplo en M’hijo el dotor, obra de la literatura rioplatense– que los jóvenes nos conminan a revisar una y otra vez a partir de sus propias elecciones.

La introducción del libro termina así: “Desde niños, vamos construyendo nuestra historia y esta, a su vez, nos va marcando”, y con esto los autores dan cuenta del conocimiento que tienen sobre el condicionamiento infantil inconsciente presente en el “Pienso… luego elijo”, condicionamiento inasible por definición, lo que complejiza y aumenta aún más el desafío en el proceso de búsqueda vocacional. A manera de cierre –o de apertura–, nos dicen: “Elegir implica renunciar a algo. De todos modos, esa renuncia no siempre es total. En ocasiones puede significar postergar otros intereses. No es posible hacerlo todo a la vez. El asunto es determinar por dónde empezar a construir tu proyecto. A lo largo de la vida, vas a continuar eligiendo y renunciando. Esto es solo el comienzo… Si ya reflexionaste, pensaste e investigaste lo suficiente, llegó el momento de tomar coraje, asumir los riesgos que implica toda elección y decidirte”, lo cual refleja muy bien la posición que los autores invitan a tomar a través de las páginas del libro.

Ya concluyendo y “habiendo elegido” qué del libro quería destacar –no sin dificultad por lo interesante que me resultó todo él en su conjunto– solo me queda augurarle a él y a sus queridos autores un éxito tanto editorial como personal. Este libro es una apuesta firme, producto de tres valientes “aventureros” que, habiendo podido elegir, se jugaron en esa dirección con coraje, seriedad y mucha dedicación, por lo que merecen lo mejor por el esfuerzo transitado en este camino. Con todo mi respeto y afecto.

Marcos A. Koremblit*

* Médico psiquiatra y psicoanalista, Miembro Titular con función didáctica de la Asociación Psicoanalítica de Buenos Aires, donde fue director del Departamento de Niñez y Adolescencia. Es autor de varios artículos sobre el abordaje psicoanalítico del adolescente.

Introducción

Este libro presenta testimonios vocacionales de distintas personas desde el momento en que comenzaron a pensar qué querían hacer una vez terminado el secundario. Si bien algunos relatos hablan del quehacer ocupacional y de los caminos emprendidos luego de finalizar la etapa de formación, la mayoría se centra en el proceso de elección, es decir, en el conjunto de fases que comienza con una inquietud acerca del proyecto futuro y que concluye, temporalmente, con la acción de decidir por dónde continuar el camino de vida. Detrás de cada testimonio hay una persona que compartió algo íntimo de su historia con la intención de ayudarte, acompañarte y transmitirte lo valioso de su experiencia. Así, podrás leer cómo cada una atravesó y resolvió su situación particular.

Pensamos que estos testimonios pueden ayudarte a que te des cuenta de que cada cual transita un camino único, que comienza a armarse mucho antes del último año de colegio y que continúa construyéndose durante toda la vida. Desde este punto de vista, las equivocaciones pueden ser vividas como aprendizajes valiosos para la vida y no como tiempo perdido.

Los testimonios están ordenados por capítulos, acompañados de ejercicios y de reflexiones (sobre estas últimas, las que están en cursiva fueron escritas por nosotros). Si bien los testimonios están enmarcados en capítulos (cuyo ordenamiento responde a las posibles etapas de un proceso de elección), cada uno describe el proceso singular que atravesó una persona. A partir de cada uno, podrás realizar tus propias conclusiones. Una aclaración: las reflexiones al final de algunos testimonios no necesariamente tienen que ver con el tema central del capítulo en el que están incluidos. La intención de este formato es ayudarte a que te conozcas más a vos mismo; te servirá de guía para indagar acerca de tu vocación. De esta manera, encontrarás actividades de investigación para que puedas tomar conciencia de las diferentes variables que entran en juego a la hora de elegir.

Las expectativas de tu familia, notar que muchos de tus amigos ya definieron sus próximos pasos, el miedo a no poder sostenerte económicamente con determinada profesión o, simplemente, la incertidumbre de no saber lo que vendrá son algunos de los factores que podrían estar presentes en tu elección.

No solo es importante aquello que elijas, sino también el modo en que lo hagas. Seguramente, te gustaría tomar una decisión rápida que no demande demasiado pensamiento o investigación, y que no te enfrente con dudas. Sería más fácil dejarse llevar por la fantasía de un test que resolviera tu vida diciéndote lo que tenés que hacer y las razones por las que debés seguir esa opción. Pero, afortunadamente, no hay nada ni nadie que pueda resolver esto por vos. En el fondo, ahí está el verdadero desafío: abandonar un lugar de comodidad en el que otros toman las decisiones por nosotros para pasar a otra postura más adulta en donde seas vos el que resuelva las situaciones que se te presentan (eso no quiere decir que no requieras la ayuda de otros que te acompañen).

Así como necesitás un tiempo para estudiar, hacer deporte o salir con amigos, también hace falta que te tomes momentos para reflexionar acerca de quién sos y de qué querés hacer con tu vida. En este sentido, estas páginas pueden ayudarte a que crees ese espacio y a que puedas sacarle provecho. El objetivo principal es que tanto los testimonios como los ejercicios te sirvan como disparadores para reflexionar.

A lo largo de tu vida, irán surgiendo diferentes preguntas a las que tendrás que ofrecer nuevas respuestas. Con esto queremos decirte que la vocación no concluye ni se define a partir de la elección que hagas en esta etapa, sino que continúa armándose día a día.

Un material para quienes trabajan en el ámbito educativo

Este libro, además de estar dirigido a jóvenes, también está destinado a tutores educativos o a profesionales que trabajan tanto en equipos de orientación escolar en escuelas secundarias como en instituciones que llevan adelante proyectos juveniles.

Los testimonios podrán ser utilizados como disparadores para reflexionar de manera individual o grupal sobre distintos aspectos vinculados a la vocación. Pensamos que la participación de un adulto en la lectura puede resultar muy beneficiosa para los jóvenes, siempre y cuando este no pretenda ocupar un lugar de saber que obstaculice el trabajo de autoconocimiento y que condicione la libertad de quienes afrontan el momento de elección. Asimismo, el nivel de profundidad que se alcance con cada ejercicio dependerá de los conocimientos y de la formación de las personas que acompañen a los jóvenes en su trabajo de búsqueda.

Un material de utilidad para padres

Al solicitar las historias vocacionales, muchas de las personas que ofrecieron sus testimonios comentaron que escribirlo los hizo reflexionar acerca de su juventud, de la elección de carrera y de su situación laboral actual. Además, el hecho de retroceder en el tiempo les permitió conectarse con sentimientos e ideas que habían olvidado por completo o que, hasta entonces, no habían registrado.

Por ello, creemos que este material puede ser muy interesante y valioso para los padres. Esperamos que la lectura de los testimonios les permita reencontrarse con su pasado y con los motivos que los llevaron a tomar sus decisiones para lograr así una mayor empatía y comprensión respecto de la situación de sus hijos.

En el capítulo 3, se trabajará de manera específica sobre el papel de la familia en el proceso de elección vocacional y se brindarán algunas sugerencias acerca de la forma en que los padres pueden acompañar a sus hijos.

Tres herramientas que te acompañarán a lo largo de tu proceso

1. El signo de interrogación:

Incluimos este signo de interrogación para recordarte que el proceso de elección implica hacerse preguntas. A medida que vayas avanzando, escribí alrededor del signo las inquietudes que te vayan surgiendo. Animate a anotar todas las preguntas que quieras, desde las más simples hasta las más profundas. Para algunas, encontrarás respuestas, y otras te llevarán a nuevas preguntas.

Que nadie te quite la posibilidad de cuestionarte y de ser el protagonista en la construcción de tu proyecto futuro.

 

2. La caja:

Elegí una caja y, a lo largo de tu proceso, guardá en ella cosas que te representen (fotografías, objetos, artículos, escritos, películas, etc.). Si son objetos que no podés poner en la caja, como un piano, por ejemplo, simplemente anotalos en una hoja. Al final del libro, volveremos a hablar de esta caja y trataremos de darle un sentido a lo que guardaste en ella.

 

3. El laboratorio:

Esta herramienta es una invitación a que desarrolles tu capacidad de observación y a que le des lugar a tu curiosidad, como lo hace el científico en su laboratorio. Cada semana, realizá una actividad a solas o con otros que te permita tomar contacto con diferentes entornos, haciendo de cuenta que cada una es un experimento. Si no se te ocurre ninguna, te sugerimos las siguientes:

Ir a un parque que no conozcas

Visitar un hospital

Visitar el lugar de trabajo de un conocido

Realizar una tarea solidaria

Ir a una muestra de arte o a algún mercado (de frutos o de pulgas, por ejemplo)

Hacer las compras en el supermercado

Ir al cine, al teatro o ver una película clásica o en blanco y negro

Las opciones son incontables. El objetivo principal es que salgas y te conectes con el mundo, que experimentes cosas nuevas y que vayas tomando registro de ellas. En el cuadro que sigue, te proponemos que tomes nota de cuáles fueron las actividades que realizaste, las fechas y tus impresiones, incluyendo allí pensamientos, reflexiones, emociones, etcétera.

 

Fecha

Actividad

Impresiones

                                     

Algunas aclaraciones

Antes de comenzar con la lectura de los capítulos, te sugerimos que leas las siguientes aclaraciones acerca de algunos conceptos que creemos te ayudarán a entender mejor este libro.

 

Ocupaciones: Llamamos así a las actividades laborales, independientemente de la formación que cada una requiera. Para algunas, hacen falta conocimientos que solo brinda la universidad; para otras, se precisa de un aprendizaje técnico o específico. También existe un tercer grupo de ocupaciones que se desarrollan sin la necesidad de una formación oficial requerida por el Ministerio de Educación.

 

Carreras. Implican períodos de estudio que varían según el tipo de formación. Existen carreras universitarias, terciarias o técnicas, y de formación docente. En el capítulo 8, encontrarás la información necesaria para conocer cómo está organizado el nivel de educación superior en nuestro país.

 

Proceso de elección. Con “proceso” queremos señalar que elegir no es algo que ocurre de una vez y para siempre, sino que denota constante movimiento; elegimos a cada rato, nos equivocamos, volvemos a elegir, tomamos caminos diferentes, retornamos al anterior desde otro lugar, postergamos, etc. Tampoco es algo que comienza en el último año del secundario. Desde niños, vamos construyendo nuestra historia y esta, a su vez, nos va marcando. La idea de proceso implica fases, continuidad, dinamismo y transformación.

CAPÍTULO 1 Encrucijada

Terminar la escuela no es algo tan sencillo de tramitar interiormente, porque durante muchos años esta nos contuvo, ordenó nuestra vida y nuestras actividades. De pronto, nos encontramos fuera de la escuela y nos enfrentamos a la necesidad de decidir por nosotros mismos cómo queremos continuar con nuestra vida. Y no todos vivimos esto de igual manera. Se trata, por un lado, de dejar algo atrás, aceptando la consecuente e inevitable pérdida, y, por el otro, de asumir lo que aparece como novedoso.

Algunos anticipan estos cambios con entusiasmo, los que también son motivo de angustia e incertidumbre para muchos otros. Te proponemos que utilices esas sensaciones internas como generadoras de movimiento e iniciativa para investigar, conocerte aún más e informarte.

Enfrentarse a un mundo de nuevas posibilidades genera incertidumbre y, muchas veces, por no tolerar ese no saber qué va a ocurrir se realizan elecciones en forma apresurada. En ocasiones asumimos como natural el proyecto de comenzar a estudiar una carrera sin antes preguntarnos si realmente estamos convencidos y preparados para hacerlo. A esta altura del partido, estarás un poco cansado de que te pregunten qué vas a hacer después del colegio. Este es un buen momento para detenerte a pensar y para apropiarte de esa pregunta.

Es importante que tengas presente que la elección que realices no va a definir a modo de sentencia el resto de tu vida, sino que va a marcar el inicio de un camino que luego podrá transformarse, conectarse con otros, desviarse por algún tiempo o regresar al ya transitado desde otro lugar y con otras experiencias vividas.

1. Francisco

¿Qué carrera elegir? La elección de una carrera universitaria suele representar un problema para muchos. Y yo no fui la excepción a la regla.

En algún punto, me hubiera gustado tener la convicción de quien prácticamente nace sabiendo que será médico o abogado, aunque, por otro lado, me hubiese perdido de todo lo que experimenté desde mi primera “aventura” universitaria hasta que obtuve mi título algunos años (¡y carreras!) después.

Mi camino no fue para nada convencional, aunque sí lo fue mi decisión inicial, a la cual llegué a partir de los resultados del “clásico” test de orientación vocacional. Elegí de manera apresurada, sin informarme demasiado acerca de la carrera o de su consiguiente profesión, ni analizando en forma crítica la elección tomada.

Así, todos los boletos fueron a parar a Administración de Empresas, la que decidí estudiar en la Universidad Católica Argentina (UCA). La verdad es que el tema parecía simple: era una carrera amplia en la que se aprendía un poco de todo y, llegado el caso, en el futuro podría hacer un posgrado para especializarme en aquello que más me hubiera gustado durante la cursada. ¡Problema resuelto!

Hice el curso de ingreso mientras estaba en el último semestre de la secundaria, por lo que iba al colegio hasta las 16.30 y de ahí me dirigía a pleno centro porteño para cumplir con las tres horas del curso. Esto lo hacía tres veces por semana.

Sin estudiar, y haciendo más vida social que académica, el resultado no pudo ser otro: ¡reprobado! Fue entonces cuando decidí abandonar el curso de ingreso para repetirlo en agosto del año siguiente y enfocarme en terminar el colegio.

La decisión no me salió gratis, ya que mis padres –quienes me habían dado total libertad y apoyo en la elección de la carrera– no estaban de acuerdo en que me pasara los primeros ocho meses del año trabajando de hijo. De esta manera, empecé a trabajar de cadete para la compañía de mi viejo.

A fines de agosto del siguiente año (y continuando con el trabajo que tenía), me anoté nuevamente en el curso de ingreso y lo aprobé con relativa facilidad.