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Perdidas

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Chiara Squarise

Perdidas

El amor de dos mujeres en la prueba de la vida.

© 2022 - Chiara Squarise

Traducido por Vanesa Gomez Paniza

El hada siempre busca su musa

por muy malvada y cruel que sea.

Moi_Calliope

Índice

Prólogo

Primer capítulo Lolita

Segundo capítulo Lise

Tercer Capítulo Lolita

Cuarto capítulo Lise

Quinto capítulo Lolita

Sexto capítulo Lise

Séptimo capítulo Lolita

Octavo capítulo Lise

Noveno capítulo Lolita

Décimo capítulo Lise

Undécimo capítulo Lolita

Duodécimo capítulo Lise

Decimotercer capítulo Lolita

Decimocuarto capítulo Lise

Decimoquinto capítulo Lolita

Decimosexto capítulo Lise

Decimoséptimo capítulo Lolita

Décimo octavo capítulo Lise

Decimonoveno capítulo Lolita

Vigésimo capítulo Lise

Vigesimoprimer capítulo Lolita

Vigésimo segundo capítulo Lise

Vigésimo tercer capítulo Lolita

Vigésimo cuarto capítulo Lise

Vigésimo quinto capítulo Lolita

Vigésimo sexto capítulo Lise

Vigésimo séptimo capítulo Lolita

Vigésimo octavo capítulo Lise

Vigésimo noveno capítulo Lolita

Trigésimo capítulo Lise

Trigésimo primer capítulo Lolita

Trigésimo segundo capítulo Lise

Trigésimo tercer capítulo Lise ama a Lolita

Epílogo

Prólogo

Soy incapaz de moverme y, sin embargo, por dentro siento como un terremoto, un temblor continuo que recorre cada una de mis fibras.

Si abro los ojos la veo porque en todas partes hay algo que me recuerda a Lolita, su perfume, su camisón favorito, una diadema...

Si cierro los ojos la veo porque en todas partes de mi mente y en mis sueños hay algo que me hace pensar en imaginar o soñar con Lolita.

Hay una intermitencia en el dolor que hace que el antes y el después aparezcan con la velocidad de los fotogramas en claroscuro que van y vienen a puñados, parece una película en blanco y negro en la que intento hablar pero no sale ningún sonido mientras mi Corazón se aleja sin volverse nunca.

Entonces siento Ira.

Entonces, renuncia.

Luego, la ira de nuevo.

Lolita es la suma del vacío y de todo.

No hay pelea ni despedida. Ha roto el conjunto sin una palabra o un gesto.

Desde el exterior, los sonidos de la vida vienen de lejos, el susurro de los árboles, el golpe de una ventana, vienen a romper mi silencio momentáneamente.

Mis días gotean con lágrimas inconclusas por la elección impuesta por este cambio. Seguiré esperándote, Corazón mío, para que no tengas ninguna justificación.

Si no es para rendirte y volver a mí.

Unos meses antes

Primer capítulo Lolita

"¡Qué calor hace en este gimnasio!" Lise, como siempre impaciente por estar rodeada de tanta gente, busca una excusa para irse y dejarme sola en la competición de gimnasia artística de nuestra hija Claire. Pero esta vez no habrá discusiones, se lo he advertido, y por lo tanto medio salvado. Si se va de aquí, sabe que Claire y yo no le hablaremos durante días, y aunque yo soy una pelele, y en cuanto la Súcubo me sonríe me tiemblan las piernas y me rindo inmediatamente, nuestra hija tiene el carácter orgulloso y rebelde de su madre mexicana y por eso hoy estamos aquí, junto con sus hermanos, para ver a nuestra pequeña actuar en la viga y en el ejercicio de suelo. Cuando la miro parece una libélula, es alta para su edad y sabiendo lo buena que es y lo mucho que trabaja para triunfar, sé que hay muchas posibilidades de que esté en el podio.

Su entrenadora, la señorita Douglas, una ex atleta estricta y muy entendida, ni siquiera le da importancia. Claire tiene una mirada magnética y una sonrisa tan descarada y seductora, es pequeña pero ya sabe lo que puede conseguir cuando te mira con el verde luminoso de sus ojos, tan parecidos a los de su madre.

Todos mis hijos se parecen a Lise, pero cada uno tiene un carácter diferente a los demás. Balmoral, el gemelo de Claire, es su opuesto, dulce, gentil, nada competitivo, aficionado a la lectura y al dibujo, sus ojos son idénticos a los de su hermana, pero de un negro intenso que brilla cuando sonríe, Roger y Nelson, los gemelos más pequeños, mocosos y mimosos, fueron bautizados con el nombre del único hombre, o más bien ser humano en la tierra del que mi Criatura no tiene celos, el cantante Prince, mi gran amor musical. Hasta cierto punto los tres estuvieron atentos observando los saltos en la viga de su querida hermana. Pero mientras Bal insistía en ver las actuaciones de todos los demás atletas, dejé salir a los más pequeños y los llevé al aparcamiento, donde encontraron pelotas hinchables y muchos niños de su edad con los que jugar y desahogarse.

No hicieron falta grandes explicaciones: mamá, como se llama Lise, les dijo que fueran a jugar y ellos obedecieron inmediatamente. Siempre tengo que dar una serie de explicaciones y, pase lo que pase, sigo siendo yo la que se derrumba. Incluso cuando se trata de los idiomas en los que hablar a nuestros hijos, hemos discutido, pero ni siquiera en este caso ha habido diálogo: Lise les habla estrictamente en español, mientras que entre ella y yo hablamos en italiano, y por si fuera poco, en el colegio tienen que estudiar en inglés.

Discutí con la Súcubo, tratando de hacer valer mi punto de vista, insistiendo en que tres idiomas son demasiados. Pero así lo ha decidido la Diosa Despótica que me encuentro en casa, y vaya que su nombre ha sido más acertado. Debería darme cuenta de que a veces es mejor que me quede callada, porque a los niños no les cuesta nada pasar de una lengua a otra.

Lise tiene razón al decirme que parezco la clásica madre gallina del Véneto, porque estoy muy orgullosa de ello.

El caso es que si hacen alguna travesura es a mí a quien acuden y lo cuentan, o cuando están a punto de llorar es siempre a mí a quien buscan consuelo, y yo me derrito como un granizado olvidado en la playa, mientras que la Súcubo es muy inflexible. Podemos decir que nos repartimos las tareas según nuestra naturaleza, yo soy muy maternal y cariñosa, Lise es más bien una compañera de juegos y una juez a la que los niños se someten de buen grado para ser evaluados. De hecho, el apodo que le puse a Lise significa precisamente eso para mí. Ella es Súcubo, mi criatura mitológica que da placer y lo quita a discreción.

Cuando la conocí por primera vez, comprendí de inmediato que la vida nunca sería igual para mí y para ella también, ya que me puso como apodo Corazón, una palabra que ciertamente no necesita mucha explicación.

Como siempre que pienso en "nosotras" me pierdo en los recuerdos, pero ahora tengo que concentrarme en el segundo evento de mi niña, el ejercicio de suelo.

Claire es buena pero muy ambiciosa, sufre si no se supera, lucha contra sí misma y siempre se pone metas demasiado grandes para perseguirlas, pero quiero que se divierta, porque ganar cuenta, pero lo importante es sentirse bien en el equipo, y en cambio la Criatura competitiva de la que soy esposa desde hace diez años sólo piensa en empujarla más allá de sus límites.

En este caso surgen grandes peleas entre las dos aliadas y yo, diría que a veces les dejo ganar, pero si se pasan de la raya, olvidando que quiero que a Claire le vaya bien en el colegio primero y viva su adolescencia con serenidad, me convierto en una hiena.

Impongo mi autoridad de una forma muy sencilla utilizando el silencio: nada de discusiones, sobre todo en la mesa cuando estamos todos juntos, y hasta ahora ha funcionado, cuando no hablo las dos se alteran y se calman inmediatamente.

Lise, que creció en México, fue impulsada desde pequeña a sobresalir en todo por dos ex agentes de la KGB, que estaban a sueldo de su abuelo, el famoso Ejecutor, un asesino sin escrúpulos, secuaz de La Bestia, un temible narcotraficante de Taxco, que a su vez es el abuelo de Nando, el hermano de Lise.

Así que mi mujer y mi cuñado tienen unos parientes muy poderosos y vengativos, de los que escaparon hace veinte años, haciéndose pasar por muertos, y siguen escondidos aunque haya pasado mucho tiempo. Pero de algunas familias, por desgracia, hay que huir para siempre, aunque ambas piensen que el peligro de ser descubiertos es ya improbable.

Por eso el vínculo entre Lise Claire y todos nuestros hijos es tan fuerte, la Súcubo creó la familia que finalmente le dio los vínculos verdaderos y estables que siempre quiso.

Estoy mirando el tablero luminoso donde salen las puntuaciones, Claire ha quedado segunda en la viga, la observo desde la distancia, no está contenta, mira hoscamente hacia arriba: este veredicto la pone furiosa. Hoy, cuando su madre Lise ha venido por fin a verla en una competición, ha quedado en segundo lugar, pero yo, que soy descaradamente orgullosa, le doy un sonoro pisotón a Lise, que se levanta apresuradamente y aplaude, sonriendo a Claire.

Ahora estamos esperando la puntuación del ejercicio de suelo, si el resultado no es un primer puesto o incluso baja del podio, mi mujer y mi hija estarían muy decepcionadas y Claire sufriría en particular. Minutos de espera que no pasan, Balmoral contiene la respiración. Es mi niño grande que no participa en ninguna competición deportiva, pero le encanta la literatura y la mitología, y aquí tengo lo mío, ya que era la asignatura que enseñaba en la universidad en la vida anterior de Lise. A veces ni siquiera siento que vivía antes de conocer a la Súcubo, era una realidad a la que no pertenecía y que sólo me permitía seguir viva, ahora me parece normal ser de Lise en la existencia y en el amor con el que me llena cada día, aunque intente mitigar el hecho de que pertenecer a ella no es poseerme en todos los sentidos, dados sus celos prepotentes que consigo mantener a raya sin mayores choques.

Por supuesto, con Rocío Estrella Reyes Cortés, que luego se convirtió en Patricia Peres Ferretti y ahora en Lise Mackenzie, esta serie de intrincadas identidades y nombres relacionados cambiados por mi Criatura, la vida nunca es monótona.

Pero no querría otra, porque soy muy feliz con las emociones que experimento cada día, como este instante en el que las tres saltamos de las sillas del gimnasio, consiguiendo Claire la mayor puntuación. Lise me apoya de inmediato; por desgracia, sabe que a veces demasiada emoción me hace desfallecer. Cuando pienso en ello una rabia surge de mi interior y aunque han pasado años, aún no puedo olvidar que este síntoma es un regalo que me dejó una maldita bastarda a la que odio con todo mi ser como Regina, una perra que no satisfecha con haberme secuestrado y cortado el dedo meñique, me golpeó varias veces causándome varias conmociones cerebrales que me han dejado con esta inestabilidad de presión.

Pero ahora ni siquiera pienso en desmayarme, de hecho grito felizmente hacia mi atleta favorita.

De hecho, me temblaron las piernas en cuanto me levanté y sentí una punzada en la espalda, algo que me viene ocurriendo desde hace tiempo. Me pregunto si todos estos dolores son un regalo de la edad, o tal vez mi pereza innata quiere su venganza, sin importarle si voy a una clase de yoga y persigo a cuatro mocosos por la casa.

Pero ahora debo dedicarme a la ganadora de la familia que ya no está emocionada.

"¿Has visto mamá, unos buenos 0,90 puntos más, he ganado, soy demasiado fuerte y de todas formas siento que debería haber ganado en la viga también, tú también lo crees ¿no?"

Claire es un río revuelto, en el coche está sentada pero en constante movimiento, no para de hablar, ya que la puntuación le ha garantizado el primer puesto en la final. Bal, con su libreta en la mano, dibuja a su hermana toda entusiasmada, mientras que lejos de cualquier clamor y felizmente dormidos en los asientos traseros del coche están los gemelos agotados por los hinchables.

Desde el asiento del copiloto, lanzo una mirada feroz a Lise, que finge no verlo y se regodea de la merecida victoria de Claire en su opinión imparcial. Sin dejarme ver, pellizco su muslo y clavo mis uñas en su carne, la veo suspirar e indecisa, pero entre enojarme y acallar un poco la arrogancia de su hija, elige por su bien y el de todos en este vagón escucharme y no sin dificultad se dirige a Claire, "mi pequeña, ganaste el merecido primer premio en la competencia de ejercicios de suelo, pero tu compañera y contrincante en el suelo, Lenora, merecía el premio en la viga. Las dos lo habéis dado todo y eso es lo más importante".

Respiré aliviada, habíamos ensayado esta frase varias veces en el trayecto de casa al gimnasio, y no digamos si la Súcubo podía decir palabras como estas por voluntad propia.

Levanto la vista, preveo que esta tarde tendré que soportar una perorata sobre por qué en la vida hay que apuntar siempre alto para mejorar y no rendirse ante las dificultades, de las que no me importa nada. Sé cómo acallar a la Criatura, esta increíble mujer siempre está hambrienta de mí, a pesar de la diferencia de edad y de su belleza que ha florecido aún más después de sus dos embarazos, me mira todos los días como si fuera la cosa más bella del mundo. Siempre pienso que un día me despertaré y ella se dará cuenta de que soy una profesora, con sobrepeso y con muchos pequeños defectos y que se merece mucho más. Siempre evito revelar estos pensamientos míos a Lise, se enfada y sale esa parte de sádica y dominante que la convierte en una de las amantes más solicitadas de Los Ángeles, donde ahora vivimos. Está claro que esa personalidad suya no funciona conmigo, ni siquiera debería atreverse a darme órdenes, la nuestra es una relación basada en el apoyo y el respeto mutuos, y en eso estamos de acuerdo las dos. Fuera de esta regla sólo está nuestro dormitorio, donde las reglas son bastante diferentes, y ahí admito que dejo la elaboración de las medidas a tomar a mi Súcubo. Sonrío de reojo, Lise lo nota, por suerte se imagina que está relacionado con la victoria de Claire, si no, en cuanto volviéramos ya sé que mandaría a nuestros hijos a la ducha con la niñera Rose, mientras yo tendría que ocuparme de darle de comer, y ni hablar al menos hasta después de la cena.

Segundo capítulo Lise

Jesús, aquí estoy mirando a mis pequeños durmiendo como siempre, casi embriagados, Roger inmóvil, apenas se oye su respiración, Nelson, por el contrario, se mueve, gime y a pesar de tener sólo seis años ronca como un tanque.

Cuando discutí con Lolita acerca de tener otro hijo, ella ya tenía dos maravillosos gemelos, un niño y una niña, y no entendía por qué necesitaba un tercero, ya que antes de conocerme nunca había querido ser madre.

Pero mi infancia en México, a pesar de estar rodeada de tíos y primos en la Hacienda, fue solitaria. Cuando nació mi hermano Nando, fui la niña más feliz del mundo, con la certeza de que esa nueva presencia llenaría mi vida, dándome la sensación de pertenecer a alguien, al igual que ocurrió cuando conocí a Lolita.

Así, mi deseo de tener una familia numerosa se hizo realidad, más allá de todas las expectativas, al llegar los gemelos.

Criar a cuatro hijos no es fácil, mi corazón y yo nos hemos convertido en especialistas en la gestión del tiempo, sobre todo ella, que es la auténtica madre gallina de la familia.

La miro a ella, a nuestros hijos y no puedo evitar pensar en el pasado, en ese momento oscuro compuesto por largos meses en los que tuvimos que alejarnos, sin volver a vernos ni a oírnos. Me vi obligada a desaparecer, lo más difícil que he tenido que hacer en mi vida, y por tanto a dejarla. Pero no tenía otra forma posible. Era la única manera de seguir con vida, y también de salvar a mi hermano y a su mujer Adele, que estaba embarazada de su hija Margherita.

Lolita insiste en que si pasa un poco más de tiempo sin que encuentre en la oficina de la facultad el billete de avión que la traiga a Venice Beach, me rendiré y encontraré a otra persona.

Ella es mi corazón, lo sabe, puedo sobrevivir sin ella, pero no vivir, sentir, emocionarme. Por suerte esto no ocurrió y ahora puedo dormirme cada noche y despertarme cada día con mi mujer, lo que me hace la criatura más feliz del mundo.

¡Sí, la Criatura!

Siempre me hace sonreír que me llame su Súcubo, ya que en mi trabajo hago exactamente lo contrario que un Súcubo. Pero ella tiene su propia visión mitológica de todo, y esa increíble capacidad suya de ver siempre el bien en los seres humanos no se derrumba ni siquiera cuando los hechos demuestran lo contrario, y desde luego no seré yo quien la empuje a convertirse en lo que no es.

A mi vigilancia sobre ella, que Lolita llama cariñosamente "la arrogancia centralizadora de unos celos crónicos", le respondo que ella es la escritora de la familia, la que es buena con las palabras, y yo la escrupulosa.

Abro lentamente la puerta de la habitación de Claire, mi súper gimnasta está agotada en segundo y primer lugar, y estoy orgullosa.

Me imagino lo mucho que ha trabajado para conseguir estos resultados, es como yo, una perfeccionista testaruda que siempre apunta alto, porque en su mente los sacrificios y esfuerzos nunca serán suficientes, pero no debe olvidar que es una adolescente que merece vivir esta edad despreocupada haciendo amigos, divirtiéndose y disfrutando de la libertad. Y yo tampoco debo olvidarlo, porque siendo el espíritu de lucha que soy, mi trabajo es animarla y apoyarla, sin olvidar nunca que la vida no es sólo subir al podio. Sí, también me lo digo a mí misma, porque sé que muchas veces le exijo demasiado y, de hecho, cuando me paso de la raya con Claire, oigo a la mamá gallina salir en su defensa y me pone rápidamente en mi sitio.

Cierro lentamente la puerta de la habitación y abro la de al lado. Ahí está mi gran blandengue, sabía que lo encontraría con la luz encendida. Cuando entro, Bal me mira con esos grandes ojos idénticos a los de mi madre, negros como la noche, y abiertos como un libro de cuentos. Me sonríe y promete apagar la luz al final del capítulo.

A veces lo siento distante, como si hubiera una barrera entre nosotros, pero Lolita dice que es exactamente igual que yo, silencioso y reservado, pero sin mi pesimismo. Miro el título del libro y veo que está leyendo un libro de mitología, mi mujer y él son uno con los mitos y las leyendas. En Italia, Lolita fue profesora universitaria de mitología y hermenéutica artística. Cuando creamos esta nueva identidad aquí, le sugerí que volviera a la enseñanza; hay muchas oportunidades en Estados Unidos, pero ella sonrió y me recordó cuando Nelson estaba hablando con Nanny Rose un día y le dijo que "mamá le explica cosas de monstruos a Bal", así que ¿por qué iba a volver a enseñar cosas de monstruos?

Por no hablar del hecho de que, de los monstruos, ya tiene cinco en casa que mantener bajo control, y mientras cuatro son traviesos y vivaces pero, en última instancia, maleables y fáciles de controlar, el primero necesita un esfuerzo constante. La miré inocentemente y le pregunté si se refería a mí.

No hemos vuelto a hablar de ello, también porque la veo serena en su elección de quedarse en casa y aún así conseguir realizar su sueño de ser escritora.

Sus libros tienen mucho éxito, su editora, Theresa, es alguien en quien podemos confiar, nadie sabe que Cinthia Craven, el seudónimo bajo el que escribe Lolita, no existe. Un nombre completamente anónimo bajo el que publicar, sin redes sociales y sólo una breve biografía en la que se describe como una escritora que prefiere no estar en el candelero.

Lolita necesita sus propios ingresos, por lo que se siente independiente, aunque la mayor parte de sus gastos se destinen a los niños.

Gano mucho dinero, soy una amante muy popular, y esto me permite hacer sesiones en las que los que quieren mis servicios tienen que pagar una tarifa muy alta.

Además, mi hermano Nando es un operador muy bueno y hace que nuestro dinero fluya en aguas muy tranquilas. No tenemos ningún problema económico, de hecho nuestras cuentas corrientes tienen varios ceros, pero entiendo su necesidad de tener sus propios ingresos, lo respeto, y siempre trato de fomentarlo, pero no puedo dejar de comprobar lo que hace, como celosa crónica no me niego, siempre lo hago con mi proverbial sensatez y esperando que no lo note demasiado.

Mi Corazón, en cambio, dice que soy como Juno, o peor, pero que si sigo comportándome así, se vengará. En consecuencia, suele ocurrir que según la gravedad de lo que, según su irrefutable juicio, hago, ella se venga. En casos menos graves lleva ropa interior de talla XXL, de ese color pardo que me recuerda, ni siquiera vagamente, a la caca de los pequeños. O, algo que la divierte mucho, viene a la mazmorra y mientras estoy en el baño, o tomando café en la parte de atrás, coge mis látigos y los llena de mermelada, o de jarabe de arce, y se quedan tan pegajosos que mis esclavos tardan siglos en limpiarlos y pulirlos como a mí me gusta. El peor castigo que me puede dar Lolita es su silencio, y en este caso nunca bromea, no me habla ni me mira durante horas y no escuchar su voz y no tener sus ojos en los míos, aunque sea por un solo minuto me hace sentir el ser más solitario del mundo. Es un sufrimiento terrible. Pero tenemos una regla, siempre intentamos no irnos a dormir sin aclararlo antes, sobre todo si nuestra discusión se refiere a los gemelos.

Sé y sabemos que nuestros hijos se irán tarde o temprano, así que les animaré a que se independicen, pero Lolita, que sigue diciendo que no es posesiva, no quiere ni oír hablar de ello. Ya ha pronosticado que los niños irán al colegio y a la universidad, y luego tendrán que encontrar un trabajo en California, pero si eso no ocurre, ha fantaseado con comprar un autobús, que se ve en un anuncio de televisión, que se transforma en una casa ambulante, con el que viajaremos por Estados Unidos para visitar a los niños.

Está loca, lo sé, pero no puede evitarlo, es una madre cariñosa, aunque piense que es reemplazable, esto nunca pasará: Lolita es mi sentido de estar en el mundo, sin ella sólo hay caos.

Entro en mi habitación y la encuentro dormida, puedo saber por sus ronquidos si está fingiendo o realmente dormida. Tenemos algunas discusiones divertidas y agradables sobre su sueño ruidoso, llevo años intentando convencerla de que no ronca, cuando en realidad lo hace, y debo admitir que a veces en voz alta.

Pero para mí es una nana, a veces cuando no la oigo, me da miedo que no esté bien, y me entra el pánico. Lolita dice que cuando nos conoció a mi hermano y a mí, supo inmediatamente el miedo al abandono que llevábamos dentro. Suelo esperar unos minutos, pero si está muy callada no puedo resistirme a despertarla, se enfada y me insulta, pero entonces sé cómo calmarla. Tengo suerte, esta maravillosa mujer no se cansa de mis manos, mi boca y estoy en el mundo por ello.

Pero ahora la dejo dormir, la tensión de manejar a Claire y a los chicos la ha cansado hoy, he notado que le duele la espalda últimamente, aunque hace Yoga y va a un buen fisioterapeuta, pero como ella dice los mellizos han crecido y sobre todo Roger siempre se aferra a ella y muchas veces quiere estar en sus brazos, aunque ahora sea grande.

Me gustaría, ahora que son mayores, que los mantuviera más alejados haciéndoles menos mimos, son grandes y deberían empezar a despegarse un poco, pero me cuido de no decirlo porque no quiero que me agobie un diluvio como:

"Tu madre no te dio afecto, mi padrastro tampoco, y ambos sufrimos por ello. Así que, y te lo digo amablemente una vez y ya está, besa y abraza a tus hijos, y hazlo varias veces al día, al menos hasta que te pidan que pares, Súcubo, atrévete a no hacerlo y tendrás que vértelas conmigo."

Nunca discuto cuando usa la frase "te las verás conmigo". Se aleja hablando conmigo en tono de azafata profesional, y yo sigo aturdida y perdida, así que obedezco.

Intento ser lo más silenciosa posible y me acuesto a su lado, con la esperanza de no hacer ruido, pero ella se revuelve en su sueño y me habla, y sé que no se acordará de la mochila que metió para un viaje fantasma organizado por la escuela que nunca estuvo en los planes.

Ella está soñando y yo quiero soñar con ella, la mujer que me salvó de una vida de soledad y me dio una realidad más bella que los sueños, me duermo con una sonrisa.

Deben haber pasado algunas horas cuando busco mi mano y me doy cuenta de que Lolita no está a mi lado. El despertador suena a las 4.35 a.m. La oigo abrir la puerta del baño en silencio. En silencio se tumba a mi lado, acerco mi cara a la suya y le susurro que estoy despierta y enciendo la lámpara de la cabecera. Tarda menos de un segundo en aferrarse a mí, "he ido a orinar", me sonríe mordiéndose el labio, sabiendo que ese gesto me excita. "Tienes frío, ¿te has duchado?" "Me he refrescado un poco, tenía calor, pero he acabado haciéndome un lío porque ahora tengo frío..." utiliza ese tono de voz sofocado, lleno de suspiros. Cuando hace esto está en una fase de astucia. Es como un gato que te ronronea porque quiere que lo acaricies. Es su manera de conseguir que yo haga el primer movimiento, y por supuesto me dejo arrastrar al juego, contestando en un tono inocente y condescendiente que puedo levantarme a buscarle una manta, aunque sea un suave abril en Venice Beach...

Me mira y aprieta los labios hoscamente, haciéndome saber que no es la manta lo que necesita. Sonrío dulcemente y le sugiero que vuelva al baño y se dé una buena ducha caliente esta vez.

No está preparada para la batalla, y no voy a dejar de jugar enseguida, voy a intentar resistir y alargarla un poco. Quiero ver qué se le ocurre, porque las dos sabemos que, si en la vida soy una de las Amas más inflexibles y sádicas que existen, con Lolita tengo la resistencia de un flan de chocolate contra una cuchara de metal.

Tercer Capítulo Lolita

La Criatura tiene hambre, y mucha, lo noto, pero por sus ojos también veo que quiere jugar, así que jugamos.

"Muy bien, entonces me voy a dar una larga ducha caliente" Me muerdo el labio superior y luego abro la boca empujando la lengua hacia arriba. Me mira fingiendo que no lo hace, tiene la sábana retorcida entre sus dedos, que deberían estar apretando mis tetas en su lugar. Así que de mala gana me levanto para ir al baño, la oigo detrás de mí, hace como si no pasara nada y se sienta en el inodoro.

Me meto en la cabina de ducha y abro el agua, mientras me dirijo a ella, cojo el baño de burbujas de carbón de jengibre, comenzando una descripción muy formal del producto "este baño de burbujas viene de mi Italia, ¿has conseguido probarlo por casualidad? Te deja la piel tan suave y perfumada que casi no necesitas ponerte crema, aunque ya sabes, nunca prescindiría de frotar cada parte de mi cuerpo con el..." No termino la frase mientras me aplasta contra la pared del cubículo, balbuceando que tiene que probarme y que luego se irá más despacio a la cama.

No hay nada que hacer, más allá de diez minutos, mi súcubo no puede resistirse a mí. Antes de soltarme, siento esa punzada en la espalda que he sentido últimamente, pero se me pasa en cuanto se arrodilla y su lengua se desliza por mis labios.

Me hace correrme tan rápido como quiere, luego me seca suavemente, volvemos a la habitación, me hace tumbarme lentamente y empieza de nuevo. Manos por todo el cuerpo, me envuelve todos mis centímetros, empieza a salir el fluido sexual, me mojo entre las piernas, y aunque han pasado los años, me sigue pareciendo extraño tener la mitológica eyaculación femenina.

No sé cuánto tiempo ha pasado, pero cuando puedo conectar mi mente con mi cuerpo, me encuentro en un estado de éxtasis pleno. Como estar drogada sin las drogas. Lo bueno es que la súcubo nunca me deja en la retirada...

Ahora me toca a mí, le rozo el cuello con los dedos y su piel mulata, resplandeciente por el sol de la playa, contrasta con la mía que, aunque bronceada, parece etérea al lado de la suya. Empiezo a masajearle lentamente los hombros, pasando las yemas de los dedos por su columna vertebral primero, y luego volviendo a rozar lentamente sus caderas, Lise deja escapar un gemido, y pequeños escalofríos que no puede controlar. Rozo sus nalgas, luego las separo e insinúo mis dedos en su raja, ambas contenemos la respiración, bajo mi cara y coloco suavemente mis labios contra la suave piel. Siento que se tensa, es el momento de hacerla girar, retiro mis manos de atrás y acompaño sus movimientos mientras se gira, continuando con las caricias, no quiero que deje de temblar. Le susurro suavemente palabras de amor al oído, sé que la vuelve loca, soy una especialista en suspiros y besos a lo largo de sus canales auditivos, se queda sin aliento, bajo lentamente mis manos, la hago abrir las piernas y busco su sexo, sigo respirando y jadeando en sus oídos, está fuera de control. Mis manos saben qué hacer, siento que su clítoris se endurece pidiéndome que me mueva más rápido y mis dedos responden preparados. Lo más loco es que estoy tan excitada como Lise y cuanto más me llama su cuerpo, más me excito. Entonces sucede algo extraordinario, mi súcubo se viene y disfruto de su placer. Cuando recuperamos el aliento me toma la cara entre las manos y en un tono muy sensual me pregunta:

"No sé qué había en el baño de burbujas además de jengibre y carbón, pero vamos a pedir varios litros" nos reímos alegremente, me atrae hacia ella acariciando mi pelo.

"Sabes que puedo empezar de nuevo, ¿verdad?" La detengo, me apoyo en el codo y con una actitud muy seria le enumero los compromisos que me esperan a la mañana siguiente "hay que llevar a los mellizos a la Primaria y a los dos mayores a la Secundaria, y ya sabes que abren a diferentes horas. Por la mañana tengo mi hora de Yoga, y recuerdo que fuiste tú, Lise Mackenzie, la que insistió tanto en que me apuntara y ahora quieres que abandone. Que no lo harás, porque me encanta hacer esta actividad', y añado: 'Como siempre, tenías razón desde el principio', lo digo todo de golpe, sólo para amortiguar su faraónico ego.

Tomo aire y continúo con la lista de cosas por hacer. "Hoy tengo que escribir y quiero hacerlo durante al menos dos horas o no terminaré el capítulo. En cuanto Claire salga del colegio la llevaré a las prácticas de gimnasia artística, mientras tu hijo Balmoral, junto con Margaret, tiene el club de astronomía que está en el lado opuesto de Venecia de donde entrena tu hija. Sin olvidar que tengo que encontrar tiempo para hablar con el entrenador de Claire, que me ha pedido urgentemente una entrevista, a no ser que quieras hacerlo (los ojos de la Criatura se entrecerraron como diciendo que ni se te ocurra), cuando termine sólo haré tiempo para ponerme al día con los pequeños en el club extraescolar para revisar sus deberes, y luego se los entregaré a esa santa mujer que es Nanny Rose. Me voy y me pongo al día con los otros dos, o más bien tres: os recuerdo que hoy también tengo a su primito.

Espero que sean todos puntuales, porque si conozco a tu hijo, será el último en salir del curso de astronomía, ya que siempre le cuesta dejar Saturno y sus anillos. No te atrevas a decirme que hay chóferes disponibles, Rose o cualquiera que se te ocurra, que puedan ocuparse de las actividades de nuestros hijos. Esto es porque..." y aquí alzo la voz, vuelvo a ser la estricta profesora de la Universidad de Padua, cuando tomaba por sorpresa a los alumnos desprevenidos "esto es porque..." sigo presionándola, quiero que repita la regla básica que aceptamos cuando nos convertimos en madres conscientes. La escucho suspirar y responder: "Esto es porque los niños, la escuela y las actividades extraescolares, son nuestra responsabilidad, y a menos que haya causas imprevisibles nos ocupamos de ellos. Y como la madre mexicana, que soy yo, trabaja a tiempo completo, eso deja a la madre italiana; tú para cuidar de nuestros cariñosos pero insoportables hijos". Pausa para respirar. Lise me mira pero me mantengo inflexible, se ve obligada a continuar "Además, tenemos cuatro, también decididos por mí sin tu voluntad. Así que", la miro inflexible, impidiendo que interrumpa, "si no podemos hacer el amor ahora esas horas que son necesarias no para ti, sino para mí que soy una Criatura que vive de orgasmos dados y recibidos, ¡no tengo por qué tocarle los huevos a mi bella esposa!" Con una cara hosca y casi molesta, que no me importa, intuye que no va por buen camino e intenta poner sus ojos verdes en los míos pensando que no puedo resistirme a su mirada magnética y ansiosa, pero tiene que rendirse cuando en un descuido me doy la vuelta y la obligo a abrazarme, a decirme que me quiere y a apagar la luz. Murmura algo sobre el hecho de que hay profesores particulares que van a venir a casa y otras nimiedades inútiles. Lo importante es que no vuelva a encender la luz, no creo que pueda aguantar mucho más tiempo....

¡Cuántos sacrificios tengo que hacer para estar en la cama y en la vida de una Criatura tan exigente, pero a decir verdad también soy la más cualificada para este papel!