Erhalten Sie Zugang zu diesem und mehr als 300000 Büchern ab EUR 5,99 monatlich.
A partir de una entrevista a cinco jóvenes universitarias y del análisis de sus mensajes, producidos en tres escenarios de interacción (chat, Facebook y Twitter), la autora describe los trayectos biográficos en los que han ido configurando su relación con el texto escrito, e identifica relaciones entre la manera de escribir en dichos escenarios y su grado de adscripción a la cultura escrita. Los hallazgos permiten cuestionar una idea que ha tomado fuerza: que el ciberespacio (con la velocidad, la flexibilidad y la permisividad que lo caracterizan) determina per se el modo como escribimos y leemos en las redes sociales. Así mismo, la autora reivindica el papel de la familia y de la escuela como espacios en los que se construyen los lazos con la cultura escrita alfabética, e insiste en la necesidad de realizar estudios que permitan conocer más a fondo los cambios en curso y moderar tanto las visiones apocalípticas como las que cifran, en la dotación tecnológica, la conectividad, el uso de los dispositivos en el aula y la alfabetización transmediática, la solución de los problemas en la educación. Sin desconocer las diversas prácticas de la cultura escrita alfabética que trascienden el ámbito escolar, el libro arroja pistas para pensar en las implicaciones que tienen para la educación los cambios en los modos de leer y de escribir. Las políticas culturales y educativas de países como Colombia no pueden ser ajenas a los desafíos que traen consigo tales transformaciones.
Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:
Seitenzahl: 426
Veröffentlichungsjahr: 2025
Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:
Trayectos biográficos entre
Colección Artes y Humanidades
Estudios Literarios
Carvajal Barrios, Giovanna
Perfiles juveniles de lectura y escritura: Trayectos biográficos entre la cultura escrita y el ciberespacio / Giovanna Carvajal
Barrios - Primera edición
Cali : Universidad del Valle - Programa Editorial, 2025.
278 páginas ; 17 x 24 cm. -- (Colección: Artes y Humanidades - Estudios Literarios)
1. Lectura -- 2. Escritura -- 3. Cultura escrita – 4. Ciberespacio
418.4 CDD. 22 ed.
C331
Universidad del Valle - Biblioteca Mario Carvajal
Universidad del Valle
Programa Editorial
Título: Perfiles juveniles de lectura y escritura: Trayectos biográficos entre la cultura escrita y el ciberespacio
Autora: Giovanna Carvajal Barrios
ISBN: 978-958-507-315-9
ISBN-Epub: 978-958-507-314-2
ISBN-Pdf: 978-958-507-317-3
DOI:10.25100/peu.5073159
Colección: Artes y Humanidades-Estudios Literarios
Primera edición
© Universidad del Valle
© Giovanna Carvajal Barrios
Diseño de carátula: Ángela María Arboleda Mera
Diagramación: Ingrid Vanessa Donneys Embús
Corrección de estilo: Anabel Correa Hernández
Esta publicación fue sometida al proceso de evaluación de pares externos para garantizar altos estándares académicos. El contenido de esta obra corresponde al derecho de expresión del autor y no compromete el pensamiento institucional de la Universidad del Valle, ni genera responsabilidad frente a terceros. El autor es el responsable del respeto a los derechos de autor y del material contenido en la publicación, razón por la cual la universidad no puede asumir ninguna responsabilidad en caso de omisiones o errores.
Este libro, o parte de él, no puede ser reproducido por ningún medio sin autorización escrita de la Universidad del Valle.
Cali, Colombia, junio de 2025
Diseño ePub:
Hipertexto – Netizen https://hipertexto.com.co/
Trayectos biográficos entre
Colección Artes y Humanidades
Estudios Literarios
GIOVANNA CARVAJAL BARRIOS
Profesora titular de la Escuela de Comunicación Social de la Universidad del Valle, en las cátedras de Escritura; Análisis Textual; Transformaciones de la Cultura Escrita en el Ciberespacio; Escritura, Expresión y Comunicación, y Seminario de Profundización en Comunicación-Educación. Ha sido directora del programa de Comunicación Social-Periodismo y vicedecana académica de la Facultad de Artes Integradas. Comunicadora social, licenciada en Música y magíster en Comunicación y Diseño Cultural de la Universidad del Valle. Doctora en Ciencias de la Educación, Convenio RUDECOLOMBIA-Universidad Tecnológica de Pereira. Hace parte del grupo de investigación Nexus: investigación y creación en periodismo, movilización social y cultura escrita. Autora de los libros: Mujer al borde de la vida (2023), Chat, Facebook y Twitter: Transformaciones de la cultura escrita en el ciberespacio (2017) y Lecturas y escrituras juveniles: Entre el placer, el conformismo y la desobediencia (2008), los dos últimos publicados por el Programa Editorial de la Universidad del Valle. Ha publicado numerosos capítulos de libro, artículos y ponencias como resultado de su trabajo de investigación sobre prácticas juveniles de lectura y escritura, y sobre las relaciones entre cultura escrita, ciberespacio y educación.
Cuesta comprender de qué manera las nuevas tecnologías transforman las prácticas de lectura y escritura si los estudios se limitan a enfatizar en lo que emerge y cambia ignorando las estructuras y procesos que permanecen, o se centran exclusivamente en lo que se conserva a lo largo del tiempo ignorando aquello que, aunque no haya terminado de cuajar y decantarse, ya señala transformaciones de fondo por venir.
El actual entorno institucional de investigaciones académicas, favorable a la publicación de resultados más o menos inmediatos, no parece inclinarse por estudiar procesos de larga duración. Mucho menos si estos estudios ofrecen resultados complejos que no admiten interpretaciones digestivas y mediáticas, o abren nuevas preguntas y problemas que exigen abordajes cuidados y de lento desarrollo. El trabajo de la profesora Giovanna Carvajal Barrios evita atajos, no admite la prisa y se desmarca de los estudios de corto vuelo.
Desde hace casi treinta años, ha venido investigando y estudiando las formas de adscripción y las maneras de vivir la cultura escrita entre jóvenes universitarios. Para la comprensión de una cultura escrita crecientemente softwarizada o algorítmica, se requiere construir tanto un elaborado utillaje técnico como un amplio repertorio conceptual para descifrar lo que implica leer y escribir en los nuevos entornos. Perfiles juveniles de lectura y escritura: Trayectos biográficos entre la cultura escrita y el ciberespacio ofrece varios recursos útiles en ese sentido: entrevistas con un temario estructurado focalizado en tópicos claramente identificados y de relevancia; un inventario de códigos de clasificación para operar en Atlas.ti el tamizaje de un corpus de discursos y textos generados por los sujetos de investigación (en este caso, mujeres jóvenes universitarias); pistas para desarrollar nuevos estudios; adaptación de algunos de los procedimientos establecidos por el Muestreo Históricamente Estructurado1 y tablas de resumen de datos que permiten una mirada panorámica global o comparativa y diferenciada (para cada sujeto) de conformidad con los propósitos del estudio.
Subrayo estos aspectos un poco prosaicos porque con frecuencia se ignora que la ciencia y el capital científico incluye este tipo de recursos y descubrimientos, los de método, los procedimentales, las formas y técnicas de datos, tenidos como la trastienda y el detrás de cámara del trabajo realmente importante y rutilante, esto es las teorías, las conclusiones, las hipótesis probadas o no. Las formas y procedimientos que permiten inventar ideas, argumentos y teorías son, a mi juicio, tan importantes como las teorías mismas. Y en el estudio de Carvajal ya se advierte una batería sofisticada de instrumentos que, en el futuro, puede automatizarse y modelarse para facilitar exploraciones masivas de datos, de conformidad con las teorías que van emergiendo y estructurándose con sus estudios2.
Carvajal compendia ambos tipos de capital científico: las cuestiones de método o procedimiento, y la afirmación teórica. Pero es claro, además, que los estudios de Carvajal están anclados a un propósito de fondo, largamente trabajado en su condición de docente de la Escue la de Comunicación Social de la Universidad del Valle, y de formadora —junto con el profesor Alejandro Ulloa— de una importante camada de docentes que, a su vez, se han transformado en formadores de escritoras y escritores competentes. A la profesora Giovanna Carvajal le interesa comprender y estudiar las prácticas de lectura y escritura entre jóvenes universitarios y de últimos años de secundaria, para afinar los procedimientos de docencia; para cualificar las maneras y estrategias educativas que permitan una mejor adscripción de estas generaciones jóvenes y universitarias a la cultura escrita y al dominio de las escrituras y lecturas en general y, en particular, aquellas que impone el mundo escolar y académico.
Este libro se suma a los dos anteriores (Carvajal, 2008, 2017) e indaga un aspecto que en su tesis doctoral de 2017 ya había atisbado, pero requería nuevas y cuidadas aproximaciones: no se trata solo de comprender en qué consiste la escritura en los tres escenarios comunicacionales tecnomediados estudiados entonces (tres plataformas de redes sociales: chat, Twitter y Facebook), qué patrones y pautas de interacción y tendencias se aprecian allí, sino de qué manera la adscripción a la cultura escrita constituye o no el factor que regula y modula las prácticas de escritura en unos entornos que, en principio, tienden a desregularlas. Estos escenarios comunicacionales solo desregulan las prácticas de escritura en aquellas personas que no han afianzado su adscripción a la cultura escrita canónica. O, dicho de otro modo, no es la desregulación de estos entornos lo que explica unas escrituras harto heterodoxas, sino —todo lo contrario— es el desconocimiento de las claves de la escritura canónica lo que prolonga unas escrituras fuertemente oralizadas que ignoran las pautas básicas de la corrección lingüística.
El estudio presentado por la autora también contrasta y compara los resultados de los primeros estudios realizados por Carvajal, en los albores de la penetración de internet en la vida de los jóvenes, con los procesos actuales, en que la comunicación digital está más o menos arraigada en amplios sectores de la población urbana de capas medias. Examina la emergencia de «nuevos conocimientos procedimentales para leer y escribir» asociados a la expansión del ciberespacio, la comunicación digital y las plataformas de redes sociales. Una «cultura escrita softwarizada del ciberespacio» que —Carvajal concluía en su estudio de 2017— depende de los grados de adscripción al «canon de la escritura», «dominio de los conocimientos procedimentales asociados al software» y «los propósitos que motiven las interacciones», entre otros.
El nuevo estudio —que da lugar al presente libro— examina cómo cinco jóvenes mujeres se apropiaron firme o parcialmente del canon y la cultura escrita, cuál es el nivel de tal apropiación, cómo son sus relaciones con el ciberespacio y los entornos de la escritura softwarizada, su conocimiento procedimental del software de medios y de las escrituras digitalizadas, y el modo en que tales dominios modulan sus escrituras. Para Carvajal, y vale insistir en este hallazgo central, el factor determinante en estas prácticas de escritura no es la intencionalidad social y comunicativa de los usuarios ni el dominio del software, sino el grado de adscripción a la cultura escrita. Para ello la autora reconstruyó y examinó las trayectorias biográficas de las participantes del estudio mediante entrevistas en profundidad; examinó sus producciones textuales escritas (corpus de estudio) para indagar en ellas los grados de adscripción a la cultura escrita canónica y las trazas de escrituras emergentes softwarizadas; y avanzó varias inferencias y análisis en que se establecen las relaciones entre tales trayectorias biográficas y los desempeños escritos en los entornos de comunicación digital. También comparó trayectorias biográficas de jóvenes que crecieron en las últimas décadas del siglo XX (primer estudio) y jóvenes que lo hicieron en las primeras décadas del siglo XXI (los dos últimos estudios, incluido el actual).
Mediante entrevistas estructuradas y en profundidad, la autora reconoce algunas claves del proceso de relación de las entrevistadas con la cultura escrita en distintos momentos de sus vidas: la infancia, la juventud y la vida adulta joven, y asociadas a diversas formas de sociabilidad e instituciones: la familia, la escuela, las relaciones con los pares en el barrio y en las instituciones escolares, el consumo de medios y de industrias de la cultura. Carvajal establece coincidencias y diferencias en esas trayectorias biográficas (puntos de equifinalidad y pasaje obligatorio; puntos de bifurcación, en la acepción que de los términos han establecido Valsiner y Sato [2006]) no solo entre las jóvenes entrevistadas, sino también respecto a los jóvenes participantes en el estudio doctoral realizado por la autora previamente. Mediante el uso de Atlas.ti y el minucioso trabajo de criba y contabilización de muestras, Carvajal identifica grados diferenciados de adscripción a la cultura escrita en relación con los mensajes y textos que produjeron en los entornos de comunicación digital estudiados.
Al final del libro ofrece varias conclusiones precisas derivadas del estudio y debidamente relacionadas con los objetivos inicialmente propuestos. Pero adicionalmente, sugiere recomendaciones que podrían servir para formular políticas públicas en educación para la formación en culturas escritas de calidad, si se me permite el término. Varias de esas recomendaciones son destacables, pero subrayo una: Carvajal confirma el inestimable valor del trabajo pedagógico y personalizado de los maestros (incluido el seguimiento y reconocimiento minucioso de lo que hacen los estudiantes) para generar una adecuada adscripción y apropiación de la cultura escrita canónica. En estos tiempos en que se celebra el advenimiento de nuevos automatismos educativos como la Inteligencia Artificial generadora de textos e imágenes, conviene prestarle atención a este llamado de la autora: el trabajo artesano y educativo de los maestros, siempre y cuando no se limite a tareas rutinarias de chequeo y evaluación superficial, sigue siendo fundamental para formar escritores y escritoras, lectores y lectoras competentes.
¿Qué le harán las Inteligencias Artificiales Generativas de textos a las escrituras y prácticas de lectura de los niños y jóvenes que se abren camino hoy en los sistemas escolares? No podemos anticiparlo ni saberlo por completo, pero estudios de larga duración con minuciosos seguimientos de trayectorias biográficas y examen de prácticas de cultura escrita como el que ofrece Giovanna Carvajal, pueden ayudarnos a moderar los desconciertos, las interpretaciones y conclusiones demasiado apresuradas, las alarmas mal fundadas y las ilusiones de tecnorredención de los mercadeadores de novedades técnicas.
En los próximos años, estudios de este tipo despejarán el camino y nos ofrecerán respuestas y, sobre todo, nuevas preguntas y comprensiones rigurosas. Antier era Google e internet, ayer fueron las plataformas de redes sociales, y hoy y mañana serán las inteligencias artificiales generadoras de textos, imágenes, sonidos y voces. Giovanna Carvajal nos invita a avanzar sin prisa y sin pausa para entender lo que viene, evitando comprensiones automáticas y conclusiones rápidas. Atender las prácticas comunes de las personas, seguirlas y examinarlas duraderamente es el único modo de atisbar aquello que le da forma y configuraciones específicas a lo que emerge en las tecnoculturas y las tecnologías intelectuales contemporáneas.
Julián González Mina
Profesor Escuela de Comunicación Social Universidad del Valle
1Al respecto, ver Valsiner (2001, 2006); Sato y Valsiner (2010).
2Estructurar un modelo bastante operativo y funcional, computacional y relativamente automatizado, para la criba y clasificación de numerosas muestras de producciones textuales en medios sociales de diferente tipo y que permita estudiar, en ellos, grados de adscripción a la cultura escrita canónica, es uno de los aspectos más prometedores de la propuesta de Carvajal. Lo anterior es consistente con enfoques que, como advierte Molenaar (2004), permitan superar el dualismo entre ciencia nomotética y ciencia idiográfica, en virtud de las posibilidades de reclutar, procesar y computar enormes masas de datos asociados a trayectorias singulares, en las que reconocer patrones y configuraciones. De este modo es posible conciliar la variabilidad intraindividual, individual y social sin pasar por muestreos estadísticos que, con frecuencia, emborronan y achatan toda variabilidad.
LEER LA CULTURA ESCRITA DE JÓVENES UNIVERSITARIAS: TRAYECTORIAS Y EXPERIENCIAS
INTRODUCCIÓN
CAPÍTULO 1
TRAYECTOS JUVENILES, CULTURA ESCRITA Y CIBERESPACIO: MIRADA RETROSPECTIVA Y NUEVAS PREGUNTAS
Marco conceptual: Cultura escrita, ciberespacio y prácticas juveniles de consumo y producción cultural
Metodología
CAPÍTULO 2
TRAYECTOS BIOGRÁFICOS: ENTORNOS SOCIALES Y PRÁCTICAS DE CONSUMO Y PRODUCCIÓN CULTURAL
Recuerdos de la infancia y la adolescencia
La familia como ámbito promotor de prácticas de consumo cultural
Trayectos educativos e ingreso al ámbito laboral
Otras rutinas de producción y consumo de bienes simbólicos
Escenarios de sociabilidad, tecnologías de la comunicación y prácticas de consumo y producción cultural: síntesis de los trayectos biográficos
CAPÍTULO 3
LEER EN LOS ALBORES DEL SIGLO XXI: LA LECTURA EN LA VIDA DE CINCO MUJERES UNIVERSITARIAS
Papel de la familia y los adultos cercanos en la formación lectora
Infancia y adolescencia: textos significativos y prácticas de lectura por iniciativa propia
Lectura escolar: figuras significativas, momentos relevantes e impronta de los procesos formativos
Ser lectora
Vivir la lectura
Síntesis de los rasgos identificados en las prácticas de lectura de las jóvenes entrevistadas
Puntos de quiebre (o de bifurcación) en los trayectos de formación lectora
CAPÍTULO 4
CAMINOS DE LA PALABRA: HUELLAS DE LA ESCRITURA EN LOS TRAYECTOS BIOGRÁFICOS
Prácticas de iniciación, espacio familiar, escritura por iniciativa propia y momentos significativos
Formación escolar: experiencias, prácticas y figuras importantes en torno a la palabra escrita
Escritura, tecnología digital y redes sociales
Síntesis de los trayectos biográficos en torno a la palabra escrita
La escritura a comienzos del siglo XXI. Rasgos significativos en los casos analizados
Nivel de dedicación, escrituras rutinarias, condiciones para escribir y formas de proceder en la elaboración de textos
Síntesis de la caracterización
CAPÍTULO 5
APROPIACIÓN DEL CANON DE LA CULTURA ESCRITA Y PRODUCCIÓN ESCRITA EN EL CIBERESPACIO
Análisis de los datos
Mensajes en las redes sociales: entre el canon de la cultura escrita y la escritura softwarizada del ciberespacio. Síntesis de hallazgos
CAPÍTULO 6
CULTURA ESCRITA, CIBERESPACIO Y EDUCACIÓN: ENTRE LAS DIMENSIONES SOCIOCULTURAL, COGNITIVA Y SUBJETIVA DE LA ESCRITURA
Conclusiones de la investigación
Trasformaciones en la configuración de hábitos juveniles de lectura y escritura en las dos últimas décadas
Incidencia del grado de adscripción al canon en la manera como las jóvenes escriben en el chat de Messenger, Facebook y Twitter
Reflexión final: prácticas pedagógicas, de la investigación a las apuestas institucionales y a las políticas de Estado
REFERENCIAS
ANEXO 1. CATEGORÍAS PARA EL ANÁLISIS DE LAS ENTREVISTAS
Este libro es producto del proyecto de investigación homónimo, «Perfiles juveniles de lectura y escritura: Trayectos biográficos entre la cultura escrita y el ciberespacio», realizado gracias al apoyo de la Universidad del Valle. Sus orígenes se remontan al año 1997, cuando en el marco de la Maestría en Comunicación y Diseño Cultural de la misma Universidad, se llevó a cabo el proyecto titulado «Lecturas y escrituras juveniles: entre el placer, el conformismo y la desobediencia», trabajo que fue publicado con el mismo nombre en 2008, por el Programa Editorial de la Universidad. Dicho estudio se propuso analizar las prácticas de lectura y escritura de cinco jóvenes universitarios en el contexto de sus demás prácticas de consumo y producción de bienes simbólicos. El trabajo de campo consistió en la realización de una entrevista en profundidad que los invitaba a recordar las épocas de la infancia y la adolescencia, y durante ellas las prácticas y figuras significativas que determinaron su relación con la lectura y escritura, en un momento en que internet apenas empezaba a ingresar a sus vidas. A partir de sus relatos, se realizó una caracterización de sus prácticas, hábitos, preferencias, expectativas, deseos y frustraciones en torno a la cultura escrita. Como resultado de la investigación se propusieron un conjunto de estrategias pedagógicas para favorecer la relación de los estudiantes universitarios con la lectura y la escritura (Carvajal, 2010).
Posteriormente, en el marco del doctorado en Ciencias de la Educación de la Universidad Tecnológica de Pereira3, se llevó a cabo la investigación «Cultura escrita en el ciberespacio: ¿Nuevos conocimientos, nuevos conceptos, nuevas prácticas?», que dio lugar al libro Chat, Facebook y Twitter: Transformaciones de la cultura escrita en el ciberespacio (Carvajal, 2017)4. A partir de esta investigación se identificaron los conocimientos procedimentales para leer y escribir en el ámbito del ciberespacio (de manera específica en tres sitios de redes sociales), las nuevas nociones de lectura y escritura en este contexto y la emergencia de prácticas en lo que se determinó llamar la escritura softwarizada del ciberespacio. El estudio analiza los modos de leer y de escribir de dos grupos de edades contrastantes (jóvenes universitarios entre los 18 y los 23 años y adultos profesionales mayores de 45); aporta una caracterización por escenarios de interacción y por grupos de edad de las prácticas de lectura y escritura en chat, Facebook y Twitter. Dicha caracterización considera distintos tipos de rasgos: asociados al software de medios y al ciberespacio; relacionados con la convergencia y la continuidad entre la oralidad y la escritura; articulados con los conocimientos procedimentales de la cultura escrita y el canon; y asociados a los nuevos conceptos de lectura y escritura. Todo lo anterior permite concluir que en los albores del siglo XXI es posible hablar de una escritura softwarizada ciberespacial como manifestación emergente de la cultura escrita. Si bien dicha investigación responde a la pregunta planteada (respecto a la posibilidad de hablar de manera específica de una escritura digital o ciberespacial con unos conocimientos semánticos y procedimentales propios que dan lugar a prácticas emergentes), surgieron nuevos interrogantes, entre los cuales se encuentra la incidencia que tiene el nivel de adscripción a la cultura escrita de los sujetos (específicamente de las jóvenes) al momento de escribir en los escenarios analizados. La respuesta a esta nueva pregunta no podía formularse de manera contundente, dado que en el corpus construido no se distinguió entre los mensajes escritos por las personas convocadas para la investigación de los que produjeron los sujetos con quienes interactuaron (es decir, sus amigos o contactos).
Esta fue una de las motivaciones para realizar la investigación que aquí se presenta: confirmar lo que la codificación de las interacciones ya mostraba, pero que era necesario corroborar mediante la realización de un nuevo ejercicio de análisis. Justo por el año en que formulé el proyecto (2018), se completaban dos décadas del trabajo sobre lecturas y escrituras juveniles, así que vi en esta segunda fase de la investigación iniciada en el doctorado la oportunidad de responder a nuevas preguntas: ¿En estos veinte años, los cuales representan la entrada a un nuevo siglo y el inicio de un nuevo milenio, se han modificado las rutas que conducen a niños y adolescentes a ser el tipo de lectores y escritores que nos encontramos en las aulas universitarias? ¿Qué cambios se pueden observar en las prácticas de la cultura escrita y en el modo como las viven en ámbitos como la escuela, la familia y otros espacios de socialización? ¿Cuáles son las figuras que resultan significativas y por qué? ¿Cómo entender el entramado de relaciones entre lo social, lo cultural y lo cognitivo al interior de experiencias de vida particulares?
Este libro se divide, entonces, en seis capítulos: el capítulo 1 expone el contexto en el que surge la investigación, los objetivos, el marco teórico y la metodología. Los capítulos 2 a 4 se tejen a partir de los relatos de las jóvenes, resultado de una entrevista en profundidad. En dichos capítulos se ofrece a los lectores la narración pormenorizada de eventos significativos en torno a la cultura escrita, de tal modo que múltiples lecturas e interpretaciones —no necesariamente acotadas a los objetivos de esta investigación— se pueden derivar de ellas. Una vez presentadas en detalle las respuestas de las entrevistadas, se propone una síntesis de lo más relevante que puntualiza, por un lado, aspectos comunes (puntos de equifinalidad) o divergentes (puntos de bifurcación) entre los casos analizados, y por otro lado se proponen algunos paralelos —donde ello resulte pertinente— con los relatos acopiados en la investigación realizada en 1997. El capítulo 5 describe la escritura de las jóvenes seleccionadas, tomando como referencia el dominio de los conocimientos procedimentales de la cultura escrita y sus cánones y la presencia de rasgos asociados al ciberespacio. En este capítulo se responde a la pregunta sobre la incidencia del grado de adscripción al canon en la forma de escribir llevada a cabo en las redes sociales. El capítulo 6 integra lo expuesto en los capítulos precedentes para formular las conclusiones generales de la investigación, y plantea un conjunto de reflexiones para el ámbito educativo.
Ha sido interés particular de la investigadora compartir con otros estudiosos interesados en el tema, la información recabada (tanto los testimonios como los datos cuantitativos surgidos de la aplicación de las categorías de análisis de los textos) para que realicen sus propias interpretaciones o los utilicen en función de preguntas distintas. Por ello también la decisión de citar otros trabajos relacionados con las investigaciones previas con el fin de que puedan acudir a ellos, ampliar la información y relacionarla con lo aquí expuesto.
Agradezco a la Universidad del Valle y a la Escuela de Comunicación Social por el tiempo que me fue concedido para realizar este proyecto; a las jóvenes (Maira, Aura, Isabella, Gabriela y María Fernanda) por su generosidad al dedicar varias horas de su tiempo a responder la entrevista; a Valentina Vargas y Ana Sofía Solano por contribuir a la actualización del temario; a María José Quintero, por su invaluable apoyo como auxiliar en el trabajo de investigación; y sobre todo a mis estudiantes, principal motivación a seguir transitando el camino de la investigación.
Gracias a Carlos Arturo, Manuel, Santiago y David, alma y vida de todas mis acciones. Este trabajo está dedicado a ellos, y a Lucio Heriberto Díaz (q. e. p. d.), a quien le digo adiós, donde quiera que esté. En los meses posteriores a la culminación del manuscrito y de los procesos editoriales me despedí de la presencia corporal de mi padre. Estas páginas hacen también honor a su memoria.
3El doctorado fue realizado gracias a la comisión de estudios que me otorgó la Universidad del Valle, entre 2011 y 2016.
4No sobra recordar que el cambio de denominación de la red social Twitter (que pasó a llamarse «X» a mediados de 2023) se produjo diez años después de iniciada la investigación doctoral y cinco años más tarde de proponerse la fase de la investigación que da lugar al presente libro.
La escritura —en tanto tecnología de la comunicación e institución social— se ha venido transformando desde su invención en el siglo VIII a. C. hasta el día de hoy, cuando coexiste con las tecnologías digitales de la información que se derivaron de ella luego de varios siglos de evolución constante. Las transformaciones más recientes de la cultura escrita, articuladas a la emergencia del software y del ciberespacio, se manifiestan en el surgimiento de nuevos conocimientos procedimentales para leer y escribir y de nuevos conceptos sobre lo que significan las prácticas de la lectura y la escritura. Tales cambios se expresan, por decirlo de otro modo, en múltiples tensiones entre aquello que está emergiendo, aquello que permanece y aquello que se está viendo desplazado de manera paulatina a medida que las prácticas se van redefiniendo. Esta fue la tesis defendida por Carvajal (2016), en una investigación realizada en Cali (Colombia) donde se analizan un conjunto de interacciones a través de Facebook, Twitter y chat, de dos grupos de edad contrastantes (jóvenes entre los 18 y los 23 años —todas mujeres— y adultos mayores de 45 años)6. Como se expresa en Carvajal (2017), la pregunta de investigación se formuló en los siguientes términos:
La cultura escrita ha evolucionado tanto en sus herramientas como en las prácticas y en los conocimientos que ha involucrado para su despliegue a lo largo de la historia. El advenimiento de las tecnologías informáticas y del ciberespacio —con el software que les da existencia a ambos y que ha hecho posible la interconexión generalizada—está generando cambios en los distintos componentes de la cultura escrita y está dando lugar a nuevos modos de relacionarse con la lectura y la escritura. De ahí que la investigación haya partido del siguiente interrogante: ¿Qué nuevos conocimientos procedimentales surgen a partir de las prácticas de lectura y escritura presentes en el ciberespacio (particularmente en escenarios como el Facebook, el chat y el Twitter), y qué nuevos conceptos —articulados a dichos conocimientos— están emergiendo dentro de ese contexto?
Dicho en otras palabras: partiendo del significado que estarían adquiriendo hoy la lectura y la escritura, ¿es posible hablar de una cultura escrita específicamente digital o ciberespacial (en términos más precisos, de una cultura escrita softwarizada del ciberespacio), con unos conocimientos semánticos y procedimentales propios? Cuando nos referimos a la cultura escrita en el ciberespacio ¿estamos aludiendo a nuevos conocimientos, a nuevos conceptos y a nuevas prácticas? (p. 64)
En términos generales, la investigación concluyó que
el surgimiento del chat y de los sitios de redes sociales como Facebook y Twitter inauguró nuevas prácticas de lectura y escritura, sin que ello signifique una ruptura con modos de leer y de escribir anteriores. En dichos escenarios se presenta una relación dinámica entre lo emergente, lo que permanece y lo desplazado, que permite decantar formas inéditas de comunicación escrita cuyas derivaciones aún están por verse. Se trata de manifestaciones emergentes de la cultura escrita, que sin llegar a configurar una nueva lengua en sentido estricto, poseen unos rasgos específicos que permiten denominarla tentativamente escritura softwarizada ciberespacial. Los matices que adquiere esta nueva manifestación de la cultura escrita alfabética dependen de los sujetos particulares que la pongan en marcha, de su nivel de apropiación del canon de la escritura, de su dominio de los conocimientos procedimentales asociados al software y de los propósitos que motiven las interacciones, entre otros aspectos de orden histórico, social y cultural. (Carvajal, 2017, pp. 405-406)
La investigación de Carvajal (2017)
aporta una caracterización detallada de las transformaciones en ciernes. No obstante, un mayor conocimiento de las formas que adopta la cultura escrita y sus distintas prácticas en los diversos contextos sociales permeados por el ciberespacio exige indagar sobre la manera como sujetos particulares han ido configurando sus formas de relacionarse con lo escrito. De ahí que, una vez culminado el estudio, [surgieran] nuevas preguntas, relacionadas con los siguientes aspectos: (1) La forma en que las jóvenes universitarias, participantes en la investigación preliminar, han construido su relación con la cultura escrita y sus cánones. (2) Su nivel de apropiación del canon de la cultura escrita (y los conocimientos procedimentales que le son propios) y la relación de este con las trayectorias de vida que han configurado la relación de las jóvenes con la lectura y la escritura. (3) La configuración de su relación con escenarios de la escritura en el ciberespacio. (4) Su grado de dominio de los conocimientos procedimentales para leer y escribir asociados al ciberespacio y el software de medios. (5) La incidencia que tiene lo anterior en la manera de escribir de los sujetos en el chat y en los sitios de redes sociales. (como se cita en Carvajal, 2018, pp. 32-33)
Según lo expresa Carvajal (2017),
existen indicios para afirmar que el modo de escribir en los escenarios seleccionados está determinado, en gran medida, por el grado de adscripción de [las personas] a la cultura escrita, y no solo por las herramientas del software y por la intencionalidad en el uso de las tecnologías. De ahí la necesidad de contar con nueva información que [permitiera] corroborar la relación entre el grado de do minio del canon de la cultura escrita y la forma como se escribe en el chat y las redes sociales. (como se cita en Carvajal, 2018, p. 33)
Dicha necesidad se desprende de tres hechos: (1) En la anterior investigación, el análisis no discriminó los mensajes de los sujetos convocados de aquellos producidos por sus interlocutores (fuesen amigos o contactos), pues los objetivos que perseguía la investigación en ese momento no implicaban hacer dicha distinción. (2) No se contaba con información sobre el modo como los sujetos seleccionados construyeron su relación con la cultura escrita alfabética. (3) En la investigación no se tuvieron en cuenta otros escenarios como el WhatsApp y el Snapchat, que para el 2014 aún no habían cobrado mayor auge en el contexto local (Carvajal, 2018, p. 33).
La investigación que dio lugar al presente libro, cuyo trabajo de campo se realizó entre 2018 y 2020, estuvo encaminada a obtener información relacionada con estos tres puntos, con el fin de profundizar en algunos de los hallazgos publicados en 2017. Adicionalmente, se vio la posibilidad de establecer relaciones con una investigación realizada a finales de los noventa y publicada en 2008 (Carvajal, 2008) para identificar posibles correspondencias entre los hallazgos de ambos trabajos7. En ese sentido, se intentó identificar las transformaciones en los trayectos biográficos relacionadas con las lecturas y escrituras juveniles (de estudiantes pertenecientes al campo artístico y sociohumanístico), en el contexto de las transformaciones que está teniendo la cultura escrita como resultado del advenimiento del ciberespacio. Es por esto que la segunda fase de la investigación (2018-2020) convocó únicamente a las estudiantes y no al grupo de adultos que participaron en la primera fase (2014).
La investigación realizada en 1997 (al interior de la Maestría en Comunicación y Diseño Cultural de la Universidad del Valle)
plantea que la lectura y la escritura hacen parte del conjunto de prácticas de consumo y producción cultural que los jóvenes llevan a cabo. Así mismo, que [el nexo] con la cultura escrita se teje y se va consolidando en el contexto de la relación con distintos productos culturales y en el marco de relaciones de sociabilidad que [dotan de sentido sus prácticas]. (Carvajal, 2018, p. 34)
Si bien la investigación sobre la cultura escrita en el ciberespacio (Carvajal, 2016, en adelante fase 1) aporta información
sobre las características que adquieren los modos de escribir y de leer en el chat y los sitios de redes sociales, no [fue] su propósito indagar sobre ese marco en el que se inscribe la relación de los sujetos [seleccionados] con la cultura escrita. Debido a ello, las herramientas metodológicas respondían a preguntas distintas y por tanto no daban cuenta de aspectos como: el modo como se construyó la relación —cercana o distante— de los jóvenes con la lectura y la escritura; la manera como su presencia en distintos espacios de sociabilidad (la familia, la escuela, los grupos de pares, etc.) fue configurando sus nexos con el texto escrito en distintos formatos y soportes; las experiencias educativas, familiares y de otro tipo que han sido determinantes tanto para relacionarse con la cultura escrita como para lograr un cierto grado de adscripción a ella, etc. Información de este tipo ha sido objeto de interés en la segunda fase del proyecto y permite construir un panorama más amplio que considere no solo los aspectos lingüísticos, discursivos y cognitivos involucrados en los modos de leer y escribir en el ciberespacio, sino también aspectos de orden sociocultural (como por ejemplo la procedencia familiar y las experiencias educativas que ayudaron a configurar hábitos de consumo y producción cultural; valoraciones sobre lo escrito en distintas esferas en las que interactúan los sujetos y, por supuesto, niveles de apropiación de la cultura escrita y sus cánones, derivados de trayectorias particulares de vida).
Lo anterior adquiere mayor relevancia en el campo de investigación sobre las transformaciones de la cultura escrita en el ciberespacio, por la posibilidad de contrastar los resultados con investigaciones anteriores, como la realizada hace dos décadas en un contexto similar (la Universidad del Valle y su Facultad de Artes Integradas). (Carvajal, 2018, pp. 34-35)
Teniendo en cuenta lo planteado, la presente investigación se formuló varios interrogantes, a saber:
¿Qué incidencia tiene el grado de adscripción a la cultura escrita de las cinco jóvenes en sus formas de escribir y leer al interior del chat y las redes sociales? ¿Cuál es el dominio que tienen de los conocimientos procedimentales para leer y escribir canónicamente? ¿Cómo se ha configurado la relación de las jóvenes con la cultura escrita? ¿Cómo se ha construido su relación con las tecnologías digitales y con el ciberespacio y los conocimientos procedimentales que ellos promueven? ¿Qué transformaciones se pueden identificar en la configuración de hábitos y prácticas de lectura y escritura juveniles, tomando como referencia los hallazgos de la investigación realizada en 1997? (Carvajal, 2008, p. 35)
Para responder tales preguntas, fue necesario, en primer lugar, conocer a través de una entrevista en profundidad las trayectorias biográficas al interior de las cuales se fue configurando su relación con la cultura escrita alfabética y, en segundo lugar, caracterizar los textos producidos por las jóvenes en las interacciones que conformaron el corpus, tomando como referencia el canon de la cultura escrita alfabética.
La investigación se propuso desarrollar los siguientes objetivos generales: (1) Analizar la incidencia que tiene la relación de cinco mujeres jóvenes con la cultura escrita alfabética en el modo como escriben en tres escenarios de ciberespacio: chat (o WhatsApp), Facebook y Twitter. (2) Reconocer las trasformaciones que se han dado en las últimas décadas en la configuración de los hábitos juveniles de lectura y escritura. Para ello fue necesario: (a) Identificar el grado de adscripción de los sujetos de la investigación a la cultura escrita, en términos de la apropiación de los conocimientos semánticos y procedimentales para escribir y leer canónicamente. (b) Describir los trayectos biográficos a partir de los cuales se ha configurado la relación de los sujetos con la cultura escrita alfabética. (c) Comparar los resultados obtenidos con los hallazgos de la investigación sobre perfiles juveniles de lectura y escritura realizada en 1997 (Carvajal, 2018, p. 68).
La presente investigación se inscribe en el campo de estudios sobre la cultura escrita y sus transformaciones en el ciberespacio; de igual manera, se articula a los nuevos estudios de la cultura escrita (NECE).
El marco conceptual está configurado por los siguientes conceptos: cultura escrita (a partir de la formulación de David Olson, 1998, y de Ulloa y Carvajal, 2006) y ciberespacio (a partir de los aportes de Lévy, 2007 y Manovich, 2013). Por otro lado, se fundamenta en el trabajo de Carvajal sobre las prácticas de lectura y escritura en tanto prácticas de consumo y producción cultural (Carvajal, 2008) y acoge la noción de cultura escrita softwarizada del ciberespacio, propuesta en Carvajal (2017).
A continuación, se presentan de manera sucinta tales conceptos, todos ellos expuestos en Carvajal (2018, pp. 36-47).
David Olson (1998), en su obra El mundo sobre el papel: El impacto de la escritura y la lectura en la estructura del conocimiento, plantea que la cultura escrita constituye —a la vez— una condición cognitiva y social. En ese sentido, la define como
la habilidad para participar activamente en una comunidad de lectores que han acordado una serie de principios de lectura, una hermenéutica, si se prefiere, un conjunto de textos considerados como significativos, y un acuerdo activo sobre las interpretaciones válidas o apropiadas de esos textos. (pp. 301-302)
Algunos de sus planteamientos —expuestos a continuación— resultan pertinentes para el marco teórico de la presente investigación. El primero de ellos
se refiere a la incidencia que tienen la invención y la transformación de las herramientas empleadas para leer y escribir. Para el autor, la escritura ha evolucionado a la par de las herramientas que ha utilizado (desde la pluma hasta el teclado y la pantalla del computador, pasando por la imprenta), lo cual ha tenido un impacto en la manera de llevar a cabo la lectura y la escritura. Esta idea resulta clave, dado que las transformaciones actuales de la cultura escrita se relacionan con el uso de los medios digitales, la implementación del software y el advenimiento del ciberespacio.
En segundo lugar, Olson afirma que los cambios culturales derivados de la invención de la escritura y de las transformaciones en los modos de leer han significado también la aparición de nuevos conceptos, lugar donde se hace manifiesta la incidencia de la cultura escrita en el plano cognitivo. Es, además [desde la perspectiva del presente libro], una de las dimensiones donde se manifiestan las transformaciones contemporáneas de la cultura escrita, dado que están emergiendo formas distintas de definir lo que significa leer y escribir. (Carvajal, 2018, p. 36)
En tercer lugar, las transformaciones en los modos de leer y escribir documentadas por el autor se relacionan de manera puntual con las formas de representar en la escritura la fuerza ilocucionaria que hace parte de la oralidad. Esta idea cobra vigencia si tomamos en cuenta estudios recientes sobre la escritura en internet (Cantamutto, 2015a, 2015b, 2015c, 2015d, 2015e; Carvajal, 2017; Yus, 2001, 2010) los cuales destacan la relevancia de dicho aspecto en las interacciones que se llevan a cabo en la red (Carvajal, 2018, pp. 36-37).
En cuarto lugar,
para Olson los fines con los que se inventaron los sistemas de escritura determinan sus características. Esto se hace evidente en la escritura del ciberespacio (tema no abordado por el autor dado el año de publicación de su obra), escenario donde surgen nuevos usos de la escritura y de la lectura (por ejemplo, el chat y la mensajería por WhatsApp, los cuales en muchos casos sustituyen la comunicación telefónica o el diálogo cara a cara). (Carvajal, 2018, p. 37)
Finalmente, Olson señala la coexistencia de la cultura oral y la cultura escrita, así como la reconfiguración permanente de ambas como resultado de su mutua relación.
Todos estos planteamientos han resultado fundamentales en la configuración de un marco conceptual para el análisis de las prácticas contemporáneas de la cultura escrita, como se expone de manera detallada en el trabajo de Carvajal (2016).
Como lo señalan Ulloa y Carvajal (2006) —siguiendo a McLuhan (1987), Ong (1994) y Lévy (1991)— la escritura es una tecnología, constituida por dos dimensiones: una dimensión material (expresada en las herramientas que se emplean para escribir) y una dimensión inmaterial (los conocimientos que hicieron posible su invención y los conocimientos que se requieren para hacer uso de ella) (Ulloa y Carvajal, 2006, p. 110).
Además de ser una tecnología de comunicación, la escritura es una institución social (Williams, 1992) que se relaciona de manera permanente con otras instituciones sociales como son la escuela, la religión, las instituciones jurídico-políticas y los medios de comunicación. La existencia del canon hegemónico de la escritura alfabética occidental constituye una manifestación del carácter de la escritura como institución social (Ulloa y Carvajal, 2006, p. 110).
Como lo plantean Ulloa y Carvajal (2006), el canon es la forma como están reglamentados los modos de producir textos escritos. Se rige por una norma lingüística (gramática) y una norma social (pragmática) cada una de las cuales cuenta con unas instancias de control y fiscalización, entre ellas las academias de la lengua, los comités científicos o editoriales y los pares evaluadores (p. 111)9.
El surgimiento del canon se deriva de la necesidad de resolver la doble ausencia que caracteriza la enunciación escrita (la ausencia del lector cuando el autor escribe y la ausencia del autor cuando el lector lee) y que no se presentaba en la oralidad. Una persona está adscrita a la cultura escrita cuando se ha apropiado del canon normativo. Escribir de acuerdo con el canon permite que, en ausencia del autor, un lector competente pueda captar no solo lo expresado en un texto, sino la manera como el productor de este quería ser interpretado (Ulloa y Carvajal, 2006, p. 112).
El canon se afianzó con el surgimiento de la imprenta, y su transformación —desde la invención del alfabeto— ha sido constante, aunque los cambios han sido la consecuencia de procesos de larga duración. Con el surgimiento y el auge de las tecnologías de información y comunicación —en particular del ciberespacio—, estamos asistiendo a la emergencia de prácticas textuales que se alejan en menor o mayor grado del canon (Ulloa y Carvajal, 2006, p. 112). Como consecuencia de ello, en el ciberespacio coexisten textos canónicamente escritos con otros que no lo son, tal como puede observarse en los sitios de redes sociales y en los mensajes que se intercambian a diario a través de diferentes aplicaciones de mensajería instantánea (Carvajal, 2017).
Como lo señalan Ulloa y Carvajal (2006), dado que el canon ha estado en permanente transformación en función de contextos sociales, históricos y culturales, no se puede hablar de la existencia de un canon exclusivo y estático. A partir del canon general (que corresponde al registro estándar de la lengua), han surgido cánones específicos que tienen prevalencia en los contextos donde predomina cada uno de ellos. Encontramos, por ejemplo, el canon del discurso jurídico-político, el canon de los discursos mediáticos, el canon literario, el canon del discurso científico y el canon del discurso filosófico, humanístico y de las ciencias sociales. Todos ellos son consistentes con la misma norma gramatical y ortográfica, pero se diferencian por las reglas para su uso, por estar inscritos en contextos sociales y culturales diferentes y por responder a necesidades comunicativas distintas (pp. 111-113).
Aunque funciona como un patrón de escritura hegemónico, el canon está en permanente tensión con manifestaciones no canónicas, como son por ejemplo las expresiones dialectales orales propias de los dialectos sociales (sociolectos), los dialectos regionales y los idiolectos (Ulloa y Carvajal, 2006, p. 112)10.
Para Ulloa y Carvajal (2006),
la legitimación de ciertos modos de leer y escribir como manifestaciones de la existencia de diversos cánones es un hecho histórico y cultural. De ahí que el canon no tenga una incidencia homogénea en los distintos actores y en las distintas prácticas que confluyen en la sociedad. (como se cita en Carvajal, 2018, p. 39)
La emergencia de «cánones» distintos o el uso no canónico de recursos de la cultura escrita está dando lugar a transformaciones en la cultura escrita, cuyas implicaciones es necesario analizar (Carvajal, 2016, como se cita en Carvajal, 2018, p. 39).
Como se expresa Carvajal (2018),
la cultura escrita (concepto que integra las prácticas de lectura y escritura, así como los conocimientos, los conceptos y las prácticas asociados a estas) se inicia con la invención del alfabeto en el siglo VIII a. C. A lo largo de un proceso de varios siglos, el canon se ha ido consolidando como manifestación hegemónica —aunque no exclusiva— de la cultura escrita. Como ya se mencionó, el proceso que dio lugar a la actual escritura canónica se originó ante la necesidad de resolver una de las características más relevantes de la enunciación escrita: la no presencia simultánea (doble ausencia) de los actores de la comunicación (enunciador y destinatario). Este rasgo inédito en la comunicación obligó a crear los recursos expresivos para que el autor de un texto: (1) Se representara a sí mismo como enunciador del texto que sería leído por otro u otros en su ausencia. (2) Especificara si lo expresado en el texto constituía un enunciado atribuido a él mismo o a otro enunciador, mediante el uso de los verbos ilocutivos o construcciones preposicionales y mediante el empleo del discurso directo o indirecto. (3) Hiciera explícita su intencionalidad (componente delocutivo de los enunciados presentes en el texto —v.g. afirmar o preguntar, adular o criticar, respaldar o rebatir, ordenar o solicitar—. (4) Representara al destinatario de su texto, en caso de que estuviera dirigido a alguien específico, utilizando para ello los pronombres personales, los posesivos y las desinencias verbales, entre otros recursos.
[Tales] operaciones hacen parte de la construcción enunciativa en el texto escrito, la cual puede tener especificaciones según se trate de distintos tipos de textos (expositivos, argumentativos, narrativos, poéticos o formas derivadas de la combinación de estos)11. Corresponden a los conocimientos procedimentales (saber hacer) de la cultura escrita que no eran necesarios en situaciones de enunciación oral y que deben ser aprendidos en espacios formales o informales de enseñanza. Son, además, conocimientos necesarios tanto para la escritura como para la lectura. (pp. 39-40)
Como lo plantean Ulloa y Carvajal (2006), el concepto de cultura escrita se refiere no solo a la lectura y a la escritura, sino a las relaciones entre estas y el conocimiento. Leer y escribir involucran complejos procesos mentales que implican el uso de distintos recursos —técnicos, informativos, lingüísticos, discursivos, cognitivos— y su aprovechamiento para analizar, interpretar, cuestionar o transformar los textos existentes y para crear nuevos textos (Ulloa y Carvajal, 2006, p. 45). Además de un conocimiento semántico o un saber declarativo —un saber qué—, la cultura escrita alfabética comprende un sistema de conocimientos modales o procedimentales —un saber cómo o un saber hacer— (Serrano, 2002; de Torres, 1999) relacionados con el leer y el escribir12, en tanto saberes específicos cuya práctica ejercida por grupos y comunidades ha incidido significativamente en el devenir del mundo occidental.
Los conocimientos procedimentales implicados en la lectura y en la escritura permiten acceder a otros conocimientos semánticos y procedimentales, característicos de las distintas prácticas sociales, entre ellas las científicas y las educativas. Por ello, la cultura escrita constituye una mediación cognitiva en los procesos de enseñanza-aprendizaje dentro o fuera del mundo escolar (Ulloa y Carvajal, 2006, p. 127).
Para Ulloa y Carvajal (2006)
la cultura escrita alfabética configuró unas formas de construcción y organización textual escrita, en función de un lector imaginado y ausente. A esas maneras de escribir les corresponde […] un modo de leer determinado por la estructuración de lo escrito dada por un autor y por las marcas verbales que este le ofrece al lector para orientarlo en la comprensión, en el modo como se deben tomar los enunciados (si en su sentido literal o metafórico; si como afirmación o como ironía; si como [realidad o como posibilidad]; […] si como cita textual o como paráfrasis). (p. 126)
Esta forma de leer coincide con la manera como David Olson (1998) define la lectura, en tanto capacidad de «reconocer los aspectos representados gráficamente [e] inferir aquellos aspectos del significado que no están en absoluto representados gráficamente» (p. 300).
Los recursos lingüísticos, discursivos y cognitivos que hacen parte de los cánones construidos históricamente por la cultura escrita alfabética están asociados
a procesos de pensamiento que se fueron consolidando, durante los últimos cinco siglos, dando lugar a modos de leer específicos, que reconocen la perspectiva de la organización del texto (sus marcas, sus indicios) y no sólo la perspectiva del lector y su cognición social13. En otras palabras, esos modos de leer y de escribir, corresponden a conocimientos procedimentales que, junto con los conocimientos semánticos, configuran la presente noción de cultura escrita, diferente a la noción tradicional de «cultura letrada» o «enciclopédica» y a la más restringida definición de alfabetismo. (Ulloa y Carvajal, 2006, p. 126)
Para Carvajal (2016)14, la cultura escrita alfabética comprende:
(a) Un conjunto de herramientas: el alfabeto; los dispositivos para escribir: la pluma, el lápiz, los tipos de la imprenta, el teclado de la máquina de escribir, del computador o del celular, la pantalla táctil; los soportes de lo escrito: la tabla de arcilla, el pergamino, el papel, el muro, el libro, los periódicos y las revistas, la pantalla electrónica; los dispositivos de almacenamiento: los archivos, los ficheros, las bibliotecas, las bases de datos, los servidores de internet.
(b) Una serie de prácticas históricamente determinadas: distintos modos de escribir: con y sin el uso de las vocales, con y sin separación entre palabras, sin puntuación y con puntuación; escritura manuscrita, escritura impresa, escritura digital e hipertextual, escritura individual o colaborativa en red, escritura autónoma o asistida; y distintos modos de leer: lectura pública en voz alta, lectura individual y silenciosa, lectura comparada entre diversas versiones de un mismo texto, lectura en impresos, lectura en pantalla, lectura en línea, lectura del hipertexto contemporáneo.
(c) Un conjunto de conocimientos semánticos o informativos («un saber qué») y de conocimientos procedimentales («un saber cómo», «un saber hacer») para poder leer y escribir.
Herramientas, prácticas y conocimientos se relacionan entre sí como parte de la cultura escrita. Ello se expresa en distintas formas de leer y de escribir, en distintos contextos y por parte de actores sociales específicos a lo largo de la historia. De igual manera, estos tres componentes han estado articulados a la transformación y a los niveles de dominio del canon de la escritura alfabética occidental en contextos culturales particulares. (como se cita en Carvajal, 2018, p. 36)
A continuación se presenta la parte del marco teórico relacionada con el ciberespacio y el software de medios, y su relación con las transformaciones de la cultura escrita.
Pierre Lévy (2007) se refiere al ciberespacio como un «espacio de comunicación abierto por la interconexión mundial de los ordenadores y de las memorias informáticas». Definición que incluye «el conjunto de sistemas de comunicación electrónicos (incluido el conjunto de las redes hertzianas y telefónicas clásicas), en la medida en que transportan informaciones provenientes de fuentes digitales o destinadas a la digitalización» (p. 71). Lévy hace énfasis en la codificación digital debido a que esta
condiciona el carácter plástico, fluido, finamente calculable y tratable en tiempo real, hipertextual, interactivo y, para decirlo todo, virtual, de la información que es […] la marca distintiva del ciberespacio. Este nuevo medio tiene por vocación poner en sinergia y en interfaz todos los dispositivos de creación de información, de grabación, de comunicación y de simulación. La perspectiva de la digitalización general de las informaciones y de los mensajes hará probablemente del ciberespacio el principal canal de comunicación y el primer soporte de memoria de la humanidad a lo largo del siglo XXI. (p. 71)
Como lo expresa Carvajal (2018), siguiendo a Lévy (2007),
el ciberespacio hace posible: el acceso a distancia a los diversos recursos de un ordenador (capacidad de cálculo en tiempo real, acceso al contenido de bases de datos o a la memoria de un ordenador lejano, transferencia de ficheros o descarga) (Lévy, 2007, p. 72); las funciones de mensajería (correo electrónico); las conferencias electrónicas (que permiten las discusiones en grupo sobre temas particulares) (Lévy, 2007, p. 77); y la comunicación a través de un mundo virtual compartido (Lévy, 2007, p. 78). (p. 42)
Como se expone en Carvajal (2018),