Pide la lengua - Soledad Fariña - E-Book

Pide la lengua E-Book

Soledad Fariña

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Beschreibung

Pide la lengua contiene una selección de cada uno de los libros publicados por Soledad Fariña. El título de esta antología fue tomado de un verso de Fariña del poema "Saciar su hambre", del libro Albricia (1988). Su nombre es una referencia ineludible del panorama de la poesía chilena de la década de los ochenta. Sin embargo, en los últimos años su obra se ha situado en un lugar central de nuestras letras. Si hay algo en lo que los lectores de Soledad Fariña coinciden, es en su condición de trayecto. Y, a la par, cómo esa condición de trayecto, abierta a la labor del lector, lastra la dificultad precisamente de su indeterminación. Para la crítica literaria y académica Patricia Espinosa, la escritura de Soledad Fariña "se apodera con extrema experticia del lenguaje, lo moldea, lo hace suyo, con una pasión y un riesgo incalculable, que otorga a su poesía un carácter identificable, personal, tan conmovedor como profundo".

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Soledad Fariña

Pide la lengua

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Tabla de contenidos

Pide la lengua (1985-2015)

I. De El primer libro (1985)

II.De Albricia (1988)

III. De En amarillo oscuro (1994)

IV. De Otro cuento de pájaros (1999)

V. De Narciso y los árboles (2001)

VI. De Donde comienza el aire (2006)

VII. De Todo está vivo y es inmundo (2010)

VIII. De Yllu (2015)

Devaneos del padre

Pide la lengua

Soledad Fariña

De esta edición © Alquimia Ediciones, 2017

Colección: Ensayos con la ceniza

Selección: Nicolás Labarca y Julieta Marchant

Prólogo, notas y corrección: Julieta Marchant

Dirección De colección: Guido Arroyo González

Diseño De colección: Navaja

Ilustración de portada y Diseño editorial: Nicolás Sagredo

Pide la lengua (1985-2015)

Soledad Fariña

N. de la E.: Pide la lengua contiene una selección de cada uno de los libros publicados por Soledad Fariña, salvo 1985 (Das Kapital, 2015), que, por su carácter dramatúrgico o de guión, resulta invasivo recortar. Se han elaborado notas que contextualizan los libros y que dan cuenta de los epígrafes y paratextos, dada la importancia que estos tienen en la obra de Fariña. Se matuvo la ortografía de los originales, aunque se hicieron pequeñas enmiendas en algunos casos. El título de la antología fue tomado de un verso de Fariña del poema «Saciar su hambre» de Albricia: «Pide la lengua / violento el paladar acoge su deseo / apretando mi gajo que escurre su secreto».

Pide la lengua escribe

La amistad, esa relación sin dependencia, sin episodio y donde, no obstante, cabe toda la sencillez de la vida, pasa por el reconocimiento de la extrañeza común que no nos permite hablar de nuestros amigos, sino sólo hablarles, no hacer de ellos un tema de conversación (o de artículos), sino el movimiento del acuerdo del que, hablándonos, reservan, incluso en la mayor familiaridad, la distancia infinita, esa separación fundamental a partir de la cual lo que separa se convierte en relación.

Maurice Blanchot

I.

Escribir con los ojos cerrados en el territorio del cuerpo. Escribir para abrir el cuerpo y hacerlo sonido y color. Escribir desde la intuición de que la escritura se expone y retira, que la aparición de un instante de cognoscibilidad aqueja a la letra justamente como instante o relámpago. Escribir como el mundo se escribe: pensar el mundo en cuanto texto. Escribir como el cuerpo se escribe en otro cuerpo: desde el deseo, desde el temblor. Escribir porque hay un llamado, un pedido de la lengua. Porque hay que, porque había que. «Cuando no escribo, al dejar de escribir (...), las cosas, como animales, me tiran de la ropa» (Guadalupe Santa Cruz). Escribir como quien intuye un pensamiento, como quien conjetura que el pensamiento podría ser intuición. Escribir: quedarse en silencio y darle escucha al viento. Ubicarse de cara a la indeterminación del lenguaje, del lenguaje del mundo, de la pluralidad de todo idioma. Trazar un cuerpo a cuerpo con la lengua que pide escribe. Escribir desde la sospecha de que la escritura convoca una sustracción. Algarabía, maraña de música, disposición de la página en su propio y singular silencio, en su espaciamiento. Toma aliento y escribe desde el primer libro hasta el último, que también será el primero: no se aprende una técnica o una pericia, se sabe de la perpetua iniciación que cada poema, en su cada vez, emprende; del secreto que la poesía conserva, aunque quiera decirlo todo o incluso diciéndolo todo –«soledad», indica Derrida, podría ser otra manera de decir «secreto»–. Laboriosa escribe (Soledad), porque qué concluye la escritura, qué determina, qué ocaso en el paisaje cierra: ninguno. «El arte más grande es siempre el arte que conserva suspendida y retenida toda conclusión» (Jean-Luc Nancy). Laboriosa pues sabe de los surcos en la tierra que cavan las palabras, y su mano no pretende tapiar. Y, finalmente, escribir como quien lee: «Leer, escribir, ¿la misma cosa?», se pregunta Soledad Fariña en la página que abre Se dicen palabras al oído.

2.