Recurrencia vertical - Alejandra VK Picco - E-Book

Recurrencia vertical E-Book

Alejandra VK Picco

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Beschreibung

"Recurrencia vertical" sumerge al lector en un viaje a través de los recovecos del alma humana, explorando los sentimientos de amor, pérdida y redención. Con una voz poética que navega entre la desesperación y la esperanza, esta colección de poemas ofrece una mirada introspectiva a las complejidades de la condición humana, marcada por el paso inexorable del tiempo y la búsqueda de significado en medio de la soledad.

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EPUB
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Seitenzahl: 32

Veröffentlichungsjahr: 2024

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Alejandra VK Picco

Recurrencia vertical

Alejandra VK Picco Recurrencia vertical / Alejandra VK Picco. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2024.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga y online

ISBN 978-987-87-5147-4

1. Poesía. I. Título. CDD A861

EDITORIAL AUTORES DE [email protected]

Índice

Ayer

Muerte

Partida

Hoy

Tu voz

Amor

Mal

Pasión

Soledad

Descuido

Tiempo

Consecuencia

Epílogo

Quiero agradecer a todas las personas que han hecho posible la realización de este libro.

En primer lugar, a mi familia por su apoyo incondicional y por ser mi fuente de inspiración.

A mi esposo y mis hijos, por su paciencia infinita y su constante empuje para que no me rindiera en momentos de desafío. Su amor incondicional y su comprensión han sido mi motor para seguir adelante en este camino. A mi hija, por su invaluable contribución al digitalizar las imágenes que ilustran este libro.

Quiero expresar mi profundo agradecimiento a mi hermana Eugenia, por su constante apoyo en la realización de este proyecto.

A los lectores, por su interés en mi trabajo y por brindarme la oportunidad de compartir mis ideas y emociones a través de estas páginas.

Por último, quiero agradecer a mi editor y a todo el equipo editorial por su profesionalismo y dedicación en la publicación de este libro. Sin ustedes, este proyecto no habría sido posible.

Gracias a todos de corazón. Espero que disfruten de la lectura tanto como yo disfruté escribiéndola.

AYER

I

La misma situación de ayer.

Esa tensión recóndita de hombre triste. Su aspecto parecía manso, pero afligido.

Se había sentado a redactar cartas que sabía que le comprometerían, como si la sabiduría antigua y actual revolviera los cajones de algunos tiempos olvidados y una ciencia antigua se aprovechara de los designios de los hombres que querían escapar, pero que no podían, y solo les quedaba un aire desamparado de horror en la noche y esa gran falta de amor.

II

Ese amor inmutable y agraciado, ese amor que se aprende en la espera del silencioso mundo de gestación. Siempre está ahí, grabado entre angustias barridas por los vientos.

Simplemente está.

III

Ayer te hablaba con el alma en la mano, con lágrimas dentro de mi corazón y, cuando quise volver atrás, no me quedaba siquiera un retazo de consuelo. Me di cuenta de que me había desposado con las ilusiones del poder y con la poca fortuna, no de las que se cuentan en posesiones, sino con las de la suerte.

Tú me escogiste como piedra de sacrificios, allí donde nadie más que tú podrías venir a realizar holocaustos.

Sabías, ya de antemano, que no tendría la buena o mala suerte de que alguien volviera a pisar mis caminos.

MUERTE

I

Desde ese momento fui como la criatura de tus tormentos, pero sobre todo la víspera de nuestras muertes.

II

Y miré por los dos y vi cómo por un instante quedábamos a la deriva sobre un abismo de incertidumbre.

Por querer escapar a ese instante busqué una distracción y escuché algunos borrachos cantando en la calle.

Se oía como si tuvieran esa cosa rara en el fondo del alma, esa cosa llamada soledad. Y fue ahí cuando en la esquina vi cómo, en el resplandor débil de las luces amarillentas y sucias, estaba dibujada, en una de las sombras, la muerte y su secreto.

III

Por un instante dejé de observar hacia afuera y quise mirarte a vos, y allí estabas tendido junto a mi sombra.

Lo único que quedaba de nuestro antiguo amor eran sombras derretidas entre las sábanas de sudor que supieron revestirnos.

Y estaba la muerte y hoy era la noche en que se metería entre nuestras sombras para terminar un trabajo que mucho antes había comenzado a cavilar.

IV