Revolución de amor - Juan Pablo Naretti - E-Book

Revolución de amor E-Book

Juan Pablo Naretti

0,0
2,99 €

-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

Revolución de amor es una historia sencilla, simple y profunda que narra los acontecimientos que se suceden desde que Juan decide buscar los medios necesarios para concretar el gran anhelo que lo acompañó durante muchos años de su adolescencia y juventud: ser padre. Junto a Diego –su pareja- decidirán lanzarse y atravesar el proceso de gestación subrogada, a pesar de las dudas e incertidumbre que les implicará adentrarse en algo hasta entonces desconocido por ellos. En el camino, vivirán y enfrentarán distintas experiencias y emociones encontradas: alegrías, tristezas; y sobre todo un sentimiento de profunda conexión con Liz, la persona que decide brindarles su vientre para ayudarlos con este deseo. Este libro no pretende brindar explicaciones rigurosas -técnicas, científicas o incluso morales- acerca de los alcances e implicancias de lo que significa someterse a un tratamiento de estas características, pero sí despertar en los lectores -que se encuentran en condiciones similares- una esperanza de que un hijo sí es posible. Actualmente, la Argentina no prohíbe realizar el tratamiento de gestación subrogada (todo lo que no está prohibido, está permitido), pero dejó una laguna y un gran silencio en su nuevo Código Civil, provocando -de esta forma- no solo que su autorización dependa exclusivamente de los jueces que tratan cada caso en particular, sino también que se vea restringido para un gran porcentaje de personas que no pueden acceder a un tratamiento en países donde sí está legalizado. Lo cierto es que la realidad, los avances tecnológicos y los derechos involucrados en este proceso (derechos reproductivos, derecho a conformar una familia, derecho a la identidad, a la autodeterminación, etc.) exigen y empujan modificaciones en este aspecto.

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB
MOBI

Seitenzahl: 87

Veröffentlichungsjahr: 2018

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.


Ähnliche


Juan Pablo Naretti

Naretti, Juan Pablo

Revolución de amor / Juan Pablo Naretti. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2018.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-987-761-353-7

1. Novela. I. Título.

CDD A863

Autor: Lic. Juan Pablo Naretti

Escrita por: Lic. Martina S. Dupás (Humanistica Contenidos).

Diseño de tapa y maquetación: ArS Diseño Gráfico Editorial

Coordinación general: Humanistica Contenidos

Queda hecho el depósito que establece la LEY 11.723

Impreso en Argentina – Printed in Argentina

Este libro no hubiese sido posible sin las musas inspiradoras más importantes de mi vida: mis hijos y mi compañero de vida. Tampoco, sin el gran apoyo de mi familia y amigos que nos acompañaron incondicionalmente en cada etapa de este maravilloso proceso. A todos ellos, ¡gracias!

Capítulo 1

Todo comienza con un deseo

“Todos nuestros sueños pueden hacerse realidad

si tenemos el coraje de perseguirlos”.

Walt Disney

Esta historia que comienza con mi fuerte deseo de ser padre, está lejos de resultar autobiográfica; solo pretende ser el mejor reflejo posible de nuestra historia de amor, lo que yo también llamo “Revolución de amor”. Y lo que es más importante aún, me daría por satisfecho si con estas líneas inspiro a alguien a animarse a seguir por este camino, a elegir y confiar en este proceso o a conocer –simplemente- qué hay detrás de esta maravillosa experiencia de lazos de amor que se entretejen para ayudar a lograr que muchas personas crean que un hijo es posible, y finalmente puedan cumplir su sueño de formar una familia.

Pasar por el proceso de gestación subrogada fue la mejor experiencia que tuve en mi vida, porque además de vivirla con mucha intensidad y alegría, el resultado es lo que más amo en el mundo y lo que más fuertemente deseé ver concretado: mis hijos.

Y todo surge de un deseo: siempre estuvo en mí el gran anhelo de ser padre… un buen padre. Pero también me acompañó durante varios años un pensamiento un tanto pesimista: que –en mi condición- no era posible, porque no tenía “todos los ingredientes” para lograrlo. Esto fue –durante mi adolescencia y parte de mi juventud- algo muy intrínseco, muy mío, y lo viví con cierto dolor. Además, se sumaba que yo venía de un colegio católico, primario y secundario, todo muy conservador y ortodoxo. Y si bien, la vida –a medida que pasaba el tiempo- me iba regalando muchos sobrinos, con cada nacimiento mi deseo se potenciaba, porque realmente veía la felicidad en las caras de mis hermanos y pensaba que el único momento en que podría comprender realmente esa felicidad sería cuando tomara en mis manos a mi propio hijo.

Recuerdo una charla con mi hermana mayor hace unos cuantos años atrás, cuando me declaré gay. Ella me preguntó: “¿Y qué te preocupa?”. “Me preocupa el no poder ser padre”, le contestaba. Tengo este recuerdo muy nítido, como una auto-sentencia de que eso que yo deseaba no iba a poder ser viable. Y ella me decía: “Tenés un montón de sobrinos para canalizar ese amor, esas ganas”. Y yo, por un lado, pensaba: sí, pero por el otro -en forma interna- decía no, no es lo mismo. “¿Sabés el laburo que lleva?”, agregaba ella. Hoy creo que en algún punto buscaba protegerme con su discurso. Claro, en ese momento sus hijas eran muy chiquitas, y sí, le daban mucho trabajo, pero sabía que para ella lo más lindo en su vida había sido ser madre…

Desde chico siempre pensé y creí que no iba a tener límites para concretar mis sueños. Y la realidad es que hoy analizo todo lo que soy, lo que tengo y lo que realicé; y todo fue realmente deseado en algún momento de mi vida. De hecho, hoy me encuentro logrando cosas –o concretando proyectos- que hace un par de años imaginé. Confieso que creo más en esto que en cualquier tipo de religión.

Hay un libro que me marcó muchísimo cuando lo leí, y es El Secreto de la ley de atracción, por Rhonda Byrne. Se basa –principalmente- en el poder de la intención y en la creencia de que, si realmente confiamos, el universo conspira para que nuestros anhelos se vuelvan realidad. También, está relacionado con soltar y confiar en que hay un propósito en las cosas que nos pasan, y siempre suceden de la mejor forma para nosotros. Hay muchos científicos que sustentan esta teoría y hablan de ella; pero más allá de esto, que es importante, yo me baso –sobre todo- en mi experiencia personal. De hecho, fue tan importante para mí leer este libro que a la gente cercana y que quiero siempre se los recomiendo.

Casualmente o no, este libro llegó a mis manos en el mismo momento en que conocí a Diego, mi pareja. Y tiempo después, cuando nos mudamos a la casa donde hoy estamos, yo visualicé a Bruno y Martina –mis hijos- corriendo por la galería del jardín. Para mí, imaginarlos ahí, como si ya estuvieran, fue muy mágico; porque hasta ese entonces, si bien ya nos habíamos decidido por el proceso, aún no habíamos comenzado. Ni siquiera conocíamos a Liz, la maravillosa persona que –meses más tarde- se transformaría en la gestante de nuestros hijos. Tampoco sabíamos que íbamos a tener mellizos, y mucho menos un nene y una nena… pero yo los vi a los dos y hasta pude sentirlos.

Muchas cosas en mi vida fueron de esta forma: fueron primero visualizadas, sentidas y luego concretadas. Algunas se demoraron más que otras, pero se volvieron realidad… tarde o temprano. Transformarme en padre fue una de ellas, para mí la más importante, la que marcó un antes y un después en mi vida y me resignificó como persona.

Asumirme homosexual fue un proceso duro, pero en especial por este punto. No me molestaba mucho el qué dirán, los prejuicios y esas cosas; sino más bien me aterraba el no poder lograr este objetivo de vida tan anhelado. En ese entonces, la adopción tampoco era una opción accesible, menos que ahora. Esperar los tiempos que conlleva acceder a un hijo por adopción podía implicar rendirse en el intento. Además, los proyectos de vida de una persona pueden ir variando en esa espera; y yo, de lo único de lo que estaba seguro era de que mis ganas de formar una familia estaban más vivas que nunca, pero… ¿cómo imaginarme ocho o diez años después si mis deseos serían los mismos?… imposible.

También, considero que sigue habiendo cierto prejuicio, en el sentido de que si nosotros estamos en igualdad de condiciones (psicológica o económicamente hablando) con una pareja heterosexual, para la pareja homoparental sigue siendo aún más complicada la adopción; sin mencionar –además- aquellos que deciden ser padres o madres solteras, que –por supuesto- también son una figura de familia y merecen todo mi respeto y admiración; para ellos también es difícil. En conclusión, para las “minorías” el proceso de adopción sigue siendo algo arduo, y la falta de legislación no ha hecho más que contribuir a alimentar estas diferencias. Además, otro aspecto muy importante para tener en cuenta es que hay parejas que efectivamente tienen la necesidad o el gran deseo de tener un vínculo biológico-genético con su hijo, entonces no toman en cuenta la alternativa de adopción, al menos no como única opción. Creo que hay un poco de esto también.

Por suerte, llegó el día de debatir y reflexionar como sociedad respecto del matrimonio igualitario1. Recuerdo ese día, compartiendo en primera fila con muchos allegados esa maratónica sesión de debate parlamentario, y sintiendo que al día siguiente viviríamos en un país más justo y más libre. Por supuesto, dolían algunos comentarios -a mi criterio retrógrados- como el de la Sra. Chiche Duhalde (ex primera dama de nuestro país) que decía: “Tengan cuidado, porque si esta ley sale, luego vendrán por sus hijos”. ¿Por qué digo a mi criterio?, porque si nosotros proclamamos el derecho a la libertad de expresión, a opinar distinto, también debemos respetar esos puntos de vista, aunque a veces duelan. Si no, no hacemos más que propiciar aquello que criticamos.

Personalmente, siempre me encuentro cuidando mucho mi lenguaje. Y no se trata de perder espontaneidad, sino que me parece importante medir mis palabras para no molestar o perjudicar al resto. Y, además, trato de seguir el diálogo adhiriéndome un poco a los términos que utiliza la otra persona. Cuidar la oralidad es muy importante para vincularse con el otro; y creo que en esto hice un cambio, fui tomando cada vez más conciencia en relación con este tema. Cuando –por ejemplo- se habla usando el término “minorías”, lo veo hasta un poco tendencioso. No hablaría en términos de cantidades, ya que no es algo para cuantificar, porque es en este caso cuando se marca una diferencia: “los más”, “los menos”.

Hay un libro que se llama Los cuatro acuerdos de Miguel Ruiz que me gusta mucho referenciar, y habla –entre otras cosas- sobre la impecabilidad de las palabras. Se refiere a que cuando uno vuelca su lenguaje hacia un “otro”, eso que uno expresa tiene un bagaje de significados que produce ciertos efectos, y en este punto entra a jugar el respeto. A través de las palabras, uno no solo pone límites, sino también valida o invalida a un otro. Y en este sentido, cuando se habla de la impecabilidad de las palabras, y de que antes de lo que cada uno expresa también existe un pensamiento previo, el autor habla de que hay que tener en cuenta que no solo tenemos que cuidar lo que decimos, sino lo que previamente pensamos, aunque no lo expresemos, porque el prejuicio puede estar igual. Qué atentos debemos estar, ¿no?

Hay mucho para aprender. Creo que habría que referirse a las individualidades más que a las diferencias. Y no es algo referido únicamente a la elección sexual, sino también al aspecto físico, de raza, rango social, coeficiente intelectual, etcétera. Y, además, con respecto a lo que se piensa y no se dice, no se trata de corregir el discurso yendo en contra de lo que uno realmente piensa; sino que se trata de transmitir lo que uno piensa, pero de la mejor forma posible. O a veces –también- me pasa lo contrario: me reservo determinadas opiniones porque trato de transmitir solo lo que es constructivo para el otro, y no otra cosa. Aclaro, lejos está de la autocensura esta conducta de callarme, sino de respetar a la otra persona, su forma de vivir y actuar. De hecho, en la medida en que lo del otro no me perjudique, ¿por qué tengo yo que interferir en lo que piensa o decide hacer?



Tausende von E-Books und Hörbücher

Ihre Zahl wächst ständig und Sie haben eine Fixpreisgarantie.