Rincones de mi ciudad - Alexa Escalante - E-Book

Rincones de mi ciudad E-Book

Alexa Escalante

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Beschreibung

En las páginas de esta antología leo sobre la añoranza, la suerte de haber caminado de la mano con alguien, una madre, un padre, una abuela, una hija, un amigo. Están presentes las temáticas constantes que recorren nuestra psique: el anhelo de libertad, el miedo a la opresión, nuestra reacción al abuso, a las personas tétricas que pasan alguna vez por nuestro espacio y nos dejan una huella. Disfruto en estos textos la presencia de la magia. Me recuerdan que es real el deseo de no olvidar y el constante ruego por no ser olvidados, Y veo, como propia, la extrañeza de una calle que de pronto nos habla otro lenguaje.

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Rincones de mi ciudad. AntologíaPrimera edición: junio 2023 ISBN: 978-607-8773-61-9

© Trópico de Escorpio© Teresa Fernández de Juan© Cristina Harari© David Estopier© Gilda Salinas© Aída González© Ma. Isabel Huerta Corona© Catalina Bertoglio© Karla Pérez-Gil del Valle© Laura M. Sánchez Stone© M.E. Gómez© Ana María Chuhurra Aspesi© Lorena Castillo Berrones© Ana Verdugo© Alma Gara© Rosa Martha Ingelmo© Mónica Corlay© Vanessa Gutiérrez© Adriana Luna© Alejandra Escalante Paredes© Julieta Harari

No se permite la reproducción total o parcial de este libro ni su incorporación a un sistema informático, ni su transmisión en cualquier forma o por cualquier medio, sea este electrónico, mecánico, por fotocopia, por grabación u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito de los titulares del copyright.

La infracción de los derechos mencionados puede ser constitutiva de delito contra la propiedad intelectual (Arts. 229 y siguientes de la Ley Federal de Derechos de Autor y Arts. 424 y siguientes del Código Penal).

Si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra diríjase al CeMPro (Centro Mexicano de Protección y Fomento de los Derechos de Autor, http://www.cempro.org.mx).

Trópico de Escorpio www.tropicodeescorpio.com.mxwww.gildasalinasescritora.com Trópico de Escorpio

Diseño editorial: Karina Flores Fotografía de portada: Karina Flores. Molino de las Flores, Texcoco.

Fotografías: Karina Flores: 4, 6, 8, 18, 22, 24, 26, 28, 30, 32, 42, 46 Freepik: 10, 12, 14, 34, 38, 40 Pixabay: 36 Carlos Adampol Galindo: 16 Imagen de la página 20 fue tomada de: https://sunrise.maplogs.com/es/sinaloa_mexico.12766.html

HECHO EN MÉXICO

PRÓLOGO

 

En literatura se dice que el espacio es el lugar en donde el escritor sondea su propia naturaleza. Cuando escribimos, tratamos de amueblar ese espacio ¡tan nuestro!, para que el lector lo habite, evoque y descubra sus secretos. Abrimos nuestros rincones hechos de palabras en un acto de amorosa entrega.

Por ese motivo, ha sido un privilegio para mí leer y comentar esta antología. Su lectura me llevó a pensar en cada espacio que ha vivido en mí. En aquellos rincones que se guardaron solos en mi equipaje para acompañarme en esta huida constante que llamamos vida.

Reconozco y admiro las voces que conforman este libro. Son voces trabajadas en la lectura mutua, que cada vez se perfeccionan más en técnica, profundidad y valentía.

Al leer, encuentro la atención al detalle. Sus autores narran cosas de lugares que les dejaron una impresión rotunda: algunos por ser entrañables, otros por su terrible historia. En estas páginas leo sobre la añoranza, la suerte de haber caminado de la mano con alguien, una madre, un padre, una abuela, una hija, un amigo. Están presentes las temáticas constantes que recorren nuestra psique: el anhelo de libertad, el miedo a la opresión, nuestra reacción al abuso, a las personas tétricas que pasan alguna vez por nuestro espacio y nos dejan una huella. Disfruto en estos textos la presencia de la magia. Me recuerdan que es real el deseo de no olvidar y el constante ruego por no ser olvidados. Y veo, como propia, la extrañeza de una calle que de pronto nos habla otro lenguaje. Nos hace preguntarnos ¿cómo?, ¿cuándo ocurrió eso? Así como la vida donde los autores fueron, se reconocieron, cambiaron.

Esta antología vale no sólo por lo que en ella se cuenta, sino también porque funciona como un pretexto para la escritura. Decía Thoreau que un lago es el rasgo más bello y expresivo del paisaje. Es el ojo de la tierra, donde el espectador, sumergiendo el suyo, sondea la profundidad de su propia naturaleza. Hay que leer a estos autores pluma en mano, como si fuera ese lago, un espejo donde encontrar aquel rincón de pequeños secretos y paredes agrietadas que nos acompaña siempre.

Gabriela Santana

EL RINCÓN DEL oLVIDo

Teresa Fernández de Juan

Por mi casa hay una calle con tantos árboles que a pesar del sol se ve entre sombras. Bordeando la banqueta despunta una mata de adelfas. Son venenosas, no deben ser olidas. Atraen insectos como a los caballitos del diablo, que pican muy fuerte. O a las catarinas, que se introducen en los oídos. Lo mejor es ir a cazar gusanos. O hacerse cómplice de las lagartijas en esas tardes aburridas. Las miras fijamente. Abrirán su pañuelo; una especie de papada roja cual abanico. Lo mecerán dentro y fuera de la garganta, como saludo íntimo.

Si caminas sin detenerte, llegas directo al parque. Liberador, energético. En enormes ceibas acampan los niños a jugar las escondidas.

Y más abajo, se encuentra un lugar único. Justo al fondo. Como está dividido, se llega a través de laberintos que muchos desconocen. Allí, donde apenas se filtra la luz, hay matas de distintos tamaños. Huelen tan rico como los galanes de noche, que sólo dejan escapar su perfume al salir la luna. Huelen. Los mapuches lo llamaban Huelén, que en mapudungún significa melancolía.

Es el Rincón del Olvido como, según mi abuela, se le conoce desde hace siglos luz. Cuando una persona está muy triste, va hasta allá. No sé cómo, pero encuentra el camino. Llega, se acomoda y deja peregrinar el tiempo sin pensar en cosa alguna y sin mirar apenas. Y así le llega la tarde, la noche; y puede que pasen días enteros.

Cuando sea el momento, esa persona despertará. Ya no recordará los sinsabores que le hicieron sentarse allí. Todo mal será olvidado, toda afrenta a su autoestima, toda culpa carcomida que impedía respirar. Todo será ahora limpio, nuevo; estará en paz con ella.

También olvidará su nombre y quién era. Pero esto ya es secundario.

Eso sí, los familiares deben estar atentos porque, si no saben que es ahí a donde ha ido, puede que no la encuentren jamás. No sé si muere o si se convierte en una elfa más del bosque. Dicen los que dicen, que allí hay muchas. Quién sabe.