Sainetecedina - José Cedena - E-Book

Sainetecedina E-Book

José Cedena

0,0

Beschreibung

Sainetecedina, la mejor medicina para quien no orina es la última creación de José Cedena, el autor teatral contemporáneo que más éxito tiene en su género. Cinco son los nuevos sainetes que componen esta nueva colección, que incluye además, tres monólogos y una pieza breve inéditos del autor.

Sie lesen das E-Book in den Legimi-Apps auf:

Android
iOS
von Legimi
zertifizierten E-Readern
Kindle™-E-Readern
(für ausgewählte Pakete)

Seitenzahl: 135

Das E-Book (TTS) können Sie hören im Abo „Legimi Premium” in Legimi-Apps auf:

Android
iOS
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Contenido

Nuevo artículo

Nuevo artículo 1

Nuevo artículo 2

Nuevo artículo 3

Nuevo artículo 4

Nuevo artículo 5

Nuevo artículo 6

Sainetecedina,
Cubierta y diseño editorial: Éride, Diseño Gráfico
Dirección editorial: Ángel Jimenez
Primera edición: marzo, 2013
Sainetecedina, la mejor medicina para quien no orina
© José Cedena
© éride ediciones, 2013
Collado Bajo, 13
28053 Madrid
éride ediciones
ISBN libro impreso: 978-84-15643-97-5
ISBN libro digital: 978-84-15883-08-1
Diseño y preimpresión: Éride, Diseño Gráfico
Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra.
 Todos los derechos reservados
José Cedena
Sainetecedina,
la mejor medicina para quien no orina
Dedicatoria
A todos aquellos que…, en esta época tan complicada que vivimos…, donde el hedonismo ha derrocado definitivamente al idealismo…, donde el corrupto tiene campo abierto y el honesto tiene que andar con pies de plomo…, en esta época tan indigna que vivimos…, donde el que roba una gallina va a la cárcel y el que roba a un país entero sale indemne…, donde se desahucia al pobre trabajador y se rescata al rico usurero… A todos aquellos que…, a pesar de todo eso, a pesar de toda esta vorágine de desatinos que mina la moral del más pintado…, a pesar de toda esa serie de injusticias tan evidentes y tan indignantes, siguen conservando el sentido de la ética, siguen atesorando sus principios, siguen teniendo como bandera la solidaridad y como estandarte el altruismo, siguen creyendo que un mundo mejor es posible y siguen pensando que la no violencia y la honradez es el camino y la paz y el bien común es el destino… A todos esos…, a todos ellos…, mi admiración... mi reconocimiento… mi abrazo… y mi dedicatoria.
José Cedena
Perdidos... en el Metro
Personajes
NICETO
MARGARITO
MONCHO
CHENCHO
MUJER 1
HOMBRE
MUJER 2
POLICÍA
(Andén de una estación de Metro de Madrid, concretamente la de Chueca. Decorado muy sencillo: basta con un simple banco y el cartel correspondiente que indique «Chueca». Por la derecha entran Aniceto (el Niceto) y su primo Margarito. Ambos con la boina calada hasta los ojos y resto de indumentaria clásica del mítico paleto: pantalón de pana, faja, etc… Se les nota claramente perdidos, fuera de su hábitat. Los dos son brutos y paletos hasta más no poder, pero Margarito, además, es ignorante como él solo. Miran a un lado y a otro desconcertados).
NICETO. ¡Que te lo he dicho, Margarito, que aquí no es! Que te he dicho que acaba en «buche»…, no en «eca», coño, que de eso estoy seguro.
MARGARITO. ¡Me cagüen la leche puta, primo, que ya te he oído, coño! ¡La culpa es tuya por perder el papel con las señas!
NICETO. ¡Hay que joderse…! ¡Las volteretas que habremos dao ya…! ¿Quién me mandará a mí fiarme de ti? ¿No decías que tú ya habías montao más veces en el Metro…?
MARGARITO. ¡Sí, señor…, y he montao!
NICETO. Pero ¿cuándo has montao tú, alma cándida…? Si tú no has salío de Valdemulas en toa tu vida.
MARGARITO. Eso es porque tú lo dices, ¡so hablaor! Monté una vez que vine con el Edelmiro a comprar un yugo.
NICETO. ¿Túuu…?
MARGARITO. Sí, señor. Tu primo Margarito.
NICETO (Con extrañeza).¿Y el Edelmiro se sabía estas cosas del Metro…?
MARGARITO. Él se tiraba el pisto con que entendía mu bien to esto, el desgraciao…
NICETO. Y era mentira, ¿a que sí?
MARGARITO. ¡Carajo! Nos metimos a las tres de la tarde… y cuando salimos había estrellas.
(Margarito se aproxima, peligrosamente al borde del escenario. Niceto le agarra y se le lleva para dentro).
NICETO. ¡Cuidao, primo! A ver si te vas a caer al barranco y ya era lo que nos faltaba… ¡que te atropellara el tren!
MARGARITO. ¡No jodas! ¡Pues mira…! Vaya unos apaños, si te presentas en el pueblo sin mí…
NICETO (Contrariado con la situación). ¡Hay que joderse…! Y encima no viene nadie por aquí pá preguntar. Ná más que al otro lao del barranco.
MARGARITO. Si acaso cruzamos, primo.
NICETO. ¡Amos, no jodas! Tú te has empeñao en que te pille hoy el tren. Se lo preguntamos desde aquí y a tomar por culo. (A voces, a un supuesto señor que hay en el andén de enfrente). ¡Oiga, jefe! ¡Eh…, chacho! ¿Que conoce usté a una muchacha que se llama Nicasía, que tiene una casa de comidas aquí en la capetal…? Bueno, una muchacha…, una moza ya graná… Es que es del pueblo, ¿sabe usté?, de Valdemulas. Y venimos a vesitarla pero no damos con ella… (Se supone que el hombre no contesta y Niceto insiste). ¡Eh, jefe…! ¿Que está usté sordo…?
MARGARITO. Ni puto caso, primo. Ese no te hace ni puto caso.
NICETO (Volviendo a la carga inútilmente).¡Mialé…! ¡Jefe! ¡Será posible el tío estúpido! ¡Mialé…!
MARGARITO. Nada, primo… Ese no quiere coles con nosotros.
NICETO. ¡Se hace el desentendío el desgraciao…! ¡Como salte el barranco…, te voy a arrear un par de soplamocos bien arreaos que te se va a quitar la estupidez pá toa tu vida…, so lurio! ¡Será posible…!
MARGARITO. ¡Chssst…! ¡Calla, primo!, que suena otro tren. ¿Qué hacemos…, montamos o qué…?
NICETO. ¡¿Qué se yo, Margarito, que sé yo…?! ¿Y si nos vamos más lejos entodavía…? Que ya hemos dao muchas volteretas, primo… Vamos a enterarnos bien primero.
MARGARITO. Y ¿cómo nos vamos a enterar, primo, si has perdío las señas…, cómo nos vamos a enterar…?
NICETO. ¡Coño! Alguien tendrá que conocer a la Nicasia, digo yo… (Pensando). Si es que estoy seguro que el Metro era algo de… alas de buche… (Suena el ruido del Metro que llega y al momento se vuelve a ir. Los dos se mueven indecisos y nerviosos de un lado a otro). ¡Nada!, que aquí no se baja ni Dios.
MARGARITO. ¡¿Cómo se va a bajar Dios del Metro, primo…?! Dende luego tiés unas cosas tú también…
NICETO. Es un decío, coño, es un decío…
MARGARITO. Pues vaya un panorama, primo…, vaya un panorama. A este paso estoy viendo que nos quedamos aquí encerraostoa la noche. Porque esto tengo entendío que lo cierran. Tarde, pero lo cierran.
NICETO. ¡No me jodas…! Pues vaya un plan. Como nos dejen aquí encerraos…, las vamos a pasar peor que el que se tragó las estrébedes.
(Por la derecha entran Moncho y Chencho. Su forma de vestir y de moverse, así como sus ademanes tan amanerados, los delatan rápidamente. Al ver a los dos paletos, van enseguida hacia ellos).
MARGARITO (Al verlos). Mira, primo, vamos a preguntar a esos dos.
NICETO (Observándolos, con recelo). Coño, coño… ¡Chsst...! Quieto, parao, primo…, quieto parao… que esos son de la acera de enfrente. A ver si se van a pensar que somos del gremio…
MONCHO (A Chencho, hablando muy afeminadamente, mientras mira insinuante a Niceto y Margarito, y va hacia ellos. Chencho le sigue). Vente para acá…, que aquí es donde están los hombres hermosssos.
NICETO. Coño, coñoooo… Ná, la que te digo…
(Moncho y Chencho se colocan al lado de los dos primos con intenciones evidentes de ligar con ellos).
MARGARITO (Aparte, a Niceto). No me gusta cómo caza la perra, primo…
MONCHO. Hola, guaposs… Vosotros no sois de aquí, ¿verdad?
MARGARITO. No señor, somos de Valdemulas.
NICETO (Aparte, a su primo). ¡Chsst…! Tú a callar, primo…, tú ni caso que se arrumacan.
MONCHO. Haaala…, qué mocetones tan rupestres hay en Valdemulass… (Aparte a Chencho). ¡Qué morbazo, Chencho…! (Presentándose). Yo soy Moncho y este es Chencho.
(El Niceto se muestra esquivo hacia ellos, ninguneándolos descaradamente, pero Margarito, que se muestra más cordial, se presenta también).
MARGARITO. Yo soy el Margarito. Y este es mi primo, el Niceto.
NICETO (Aparte, a Margarito, mientras le da un fuerte pisotón). ¡Que te calles, leche! ¡Inorante! ¿Es que no sabes lo que buscan estos…?
MARGARITO (Dolorido). ¡Cagüen la leche, primo…!, me has pisao en to el juanete.
NICETO. ¡Jódete, por cascante!
MONCHO. Si queréis, os podemos hacer de cicerone…
NICETO (Muy displicente). No, gracias, no fumamos.
MONCHO. Ji, ji… Oh, no, por favor…, de cenicero, no, ji, ji…, «de cicerone», de guía turístico, vamos.
MARGARITO (Más seco aún).No, gracias. Si nosotros entendemos mu bien de Metro…
CHENCHO (Muy irónico). ¡Haaala…, de Metro…! Ji, ji, ji… Yo me conformaba con cuarenta centímetros, fíjate…
MARGARITO (Aparte a su primo). Primo, que digo yo… que a lo mejor estos nos pueden llevar en cá la Nicasia…
NICETO (Dándole otro pisotón que hace retorcerse de nuevo a Margarito). ¡Que te calles, coño! ¿Es que no ves que lo que quieren es abrigártelo…, o que se lo abrigues…?
MARGARITO (Haciendo gestos de dolor). A lo mejor no, primo, a lo mejor no, joder…
NICETO. ¡Pero qué inorante vas a ser toa tu vida, primo!
(Mientras Niceto y Margarito hacen sus apartes, Moncho y Chencho cuchichean entre ellos entre risitas cómplices).
CHENCHO (Moviéndose a su alrededor). Ay, por favor, qué dos chicarrones tan fornidos… (Rozando con un dedo la espalda de Margarito). Pero un poco tímidos, ¿no…?
MARGARITO (Dando un rebote como si le hubiera picado una avispa). ¡Chisst…! Sin atentar, ¿eeehh…?, sin atentar.
MONCHO (A Niceto, mientras le acaricia el hombro provocativamente). ¿Tú que prefieres, guapetón…, soplar nuca o morder almohada?
NICETO (Quitándole la mano como si le hubiese quemado y echando para atrás el puño con intenciones poco amistosas). ¡Romper hocico! (Moncho y Chencho dan un rápido paso atrás muy asustados ante la brutalidad de Niceto, que va hacia ellos, dando un fuerte pisotón en el suelo para terminar de amedrentarlos). ¡Arrea pá allá…!
MONCHO (Reculando también junto a Moncho).¡Ay, por favor, qué brusssco…!
MARGARITO (Imitando la acción de su primo y secundando sus amenazas. A Chencho). ¡Arrea, que te han visto!
CHENCHO (Retrocediendo). ¡Brussscos… más que brussscos!
NICETO (Haciendo amagos de ir hacia ellos). ¡Como vaya pá allááá…!
MONCHO (Mientras se va presuroso, junto a Chencho, por donde han venido). ¡Ruralesss…, que sois unos rurales!
MARGARITO. ¡A mucha honra!
NICETO (Persistiendo en su actitud amenazante). ¡Arreeeeea…! ¡Cagüen hasta en la madre que los ha parío…! ¡Será posible…!
MARGARITO. ¡Amos, primo…., que nos querían apretar las tabas!
NICETO. ¡Cómo lo sabes!
MARGARITO. Que digo yo, primo…, que podíamos salir y coger un taxi.
NICETO. ¡Amos, no jodas! Y damos con uno que no conozca a la Nicasia…, se lía a darnos volteretas por Madris… y no dejamos el jornal en el taxi. ¡Quita, quita…!
MARGARITO. También tiés razón…
NICETO. ¡Digo…! Y luego que atinemos a salir de aquí, que esa es otra…
(Por la derecha aparece una joven y despampanante mujer).
MARGARITO (Al verla). Mira, primo, vamos a preguntar a esa, que esa no creo que nos quiera apretar las tabas, je, je, je…
NICETO. Y si nos las quiere apretar, yo me dejo, primo, je, je, je…
MARGARITO. ¡Nos ha jodío… y yo!, je, je, je…
NICETO. ¡Vaya una hembra, muchacho…!
MARGARITO (Se acerca hacia la joven). Oye, buena moza…, ¿que conoces tú a la Nicasia, la de Valdemulas?
LORE (Su tono de voz tan grave la delata enseguida ante cualquiera, menos ante el inocente Margarito). A la Nicasia la de Valdemulas, no, pero si te sirve la Lore la «Chichi ardiente» estoy a tu disposición…, guapetón.
(Margarito se queda boquiabierto, al pronto, pero enseguida reacciona y se vuelve hacia su primo entusiasmado).
MARGARITO (Aparte a Niceto).¡Ay madre, primo, que me paece que la he gustao a ese bombonazo…!(A Lore). ¡Me cagüen la leche que si me sirve…!
NICETO (Que se ha percatado al verla de cerca y oírla de que, la chica en cuestión, en realidad es un travesti, le da por detrás, reclamando su atención). Primoooo…, que no me gusta cómo caza la perra…
MARGARITO. Je, je… ¡Nos ha jodío…, como que es a mí al que le acarrea los conejos! Por eso no te gusta, je, je, je…
LORE. Bueno, deja a tu amigo ya y vente conmigo, guapo, que nos lo vamos a pasar en grande.
MARGARITO. ¡Ahora mismo, presiocidá…! (Hace intención de irse pero Niceto le agarra por detrás de la chaqueta). 
NICETO (Advirtiéndole).Primo, que mira qué cacho nuez tiene…
MARGARITO. ¿Y qué pasa con la nuez…?
NICETO. Pues que, si tiene «nuez»…, no creo que tenga también «castaña».
MARGARITO. ¡Hay que joderse, primo…! Pero qué tonterías dices algunas veces, coño.
NICETO (Insistiendo). Margarito…, que eso es un maromo...
MARGARITO. Pero ¿cómo va a ser un maromo ese peazo hembra…?
NICETO. ¡Hay que joderse…! Cuidao como te vas a empeñar en volver a Valdemulas andando espatarrao…
LORE (Empezando a impacientarse ante las confidencias que se trae Margarito con Niceto). Bueno, ¿te vienes conmigo o prefieres a tu amigo…?
MARGARITO (Yéndose enseguida hacia ella). ¡Amos, no jodas…! A este que le den morcillas…, je, je… ¡Ámonos!
NICETO (Vuelve a sujetarle más firmemente y utiliza su último cartucho). Que sepas que se lo pienso chivar a la Benita.
MARGARITO (Frenando en seco ante la amenaza de Niceto). ¡Pero qué envidioso eres, primo! (Muy enfadado). Ahora que…, te voy a decir una cosa…, «esta me las pagas».
NICETO. ¡Arrea, inorante…! ¡Que tengo que estar siempre pendiente de ti, que si no, en toas partes te la lían…!
LORE (Molesta y perdiendo definitivamente toda su feminidad, con voz aún más grave y hombruna, lo que ya mosquea también a Margarito). Bueno, ¿te vienes o qué, coño…?
MARGARITO. Pues me paece a mí que va a ser que no.
LORE (Sacando una pistola del bolso y apuntándolos). Pues entonces, venga, las carteras… (Los dos levantan las manos muy asustados y a renglón seguido sacan las carteras y se las dan, aunque Lore aún no se conforma). Y los relojes. ¡Venga, los relojes también!
NICETO (A Margarito, mientras se quita el reloj). ¡Me cagüen la leche…! Si lo sé, te dejo de que te vayas. (Incitándole a irse). Todavía estás a tiempo… (A Lore, antes de darle el reloj). Espere usté, que sí que se va mi primo...
MARGARITO (Entregando su reloj a Lore). ¡De eso nada! ¡Vete tú, no te jode…!
LORE (Cogiendo los dos relojes y marchándose, aunque volviéndose sobre la marcha y apuntándolos). Y quietecitos ahí, ¿eeehhh…? Que no os vea yo moveros. (Desaparece por donde vino).
NICETO (Desesperándose). ¡Vamos, vamos…, vamos…, vamos…, vamos, vamos…, vamos… y vamos!
MARGARITO. ¿A dónde…?
NICETO. ¡A dónde ¿qué…?!
MARGARITO. Que ¿a dónde vamos?
NICETO. ¡Y yo qué sé a dónde vamos a ir…!
MARGARITO. ¡Pero coño! Estás diciendo tantas veces «vamos»… Y ahora no sabes dónde vamos…
NICETO. Porque me tienes desesperao…, ¡degraciao!
MARGARITO. ¿Yoooo…? ¡Amooos…, que siempre me tiés que echar a mí las culpas de to!
NICETO. Como que te tenía que haber dejao de irte con el marimacho ese…
MARGARITO. A ver si te crees que no me le había guipao yo…
NICETO. ¿Túúúú…? Si estabas toencendío… ¡inorante!
MARGARITO (Con poca convicción en lo que dice). Pero era pá… pá hacerte de rabiar, pero, amos…, en cuanto le he visto… me le calao enseguidita.
NICETO. ¡Arrea pá allá…, inorante! A mí me la vas a dar. Si no te conociera… (Por la derecha llega una señora mayor. Tiene todo el pelo cano y debe rondar casi los ochenta). Mira, por ahí viene una vieja. A esa sí que le podemos preguntar, que esa sí que es de fiar.
MARGARITO (Dándoselas de listo). Chsstt…, quieto, primo, quieto… No seas confiao, coño. Paece mentira que no hayas escarmentao… Aguarda…, tú déjame a mí. (Se adelanta a su primo y va hacia la vieja. Con disimulo pasa a su lado y se coloca detrás de ella. De pronto la agarra por detrás inmovilizándola y gritando a su primo). ¡Ahora, primo, corre…! ¡Quítale el bolso y saca la pistola, corre…! (La vieja grita aterrorizada).
MUJER 1. ¡Socorro! ¡No me haga nada, por favor! ¡Socorro…!
NICETO. Pero ¿qué haces, Margarito…? (Dándole patadas en el culo). ¡Deja a la vieja, degraciao! ¡Suéltala…!
MARGARITO. Sí, sí, vieja…, quítale la peluca y verás…
NICETO (Sigue gritándole y dándole patadas en el culo). ¡Suéltala, degraciao…! ¡Que te vas a cargar a la vieja!
(Margarito se las apaña para seguir sujetando a la vieja con una mano y tirarla del pelo con la otra, al ver que su primo no le hace caso).
MUJER 1. ¡Aaaaaahhhhh…! No me haga daño, por favor. Coja el bolso si quiere, pero no me haga daño.
(Por fin, Margarito la suelta al ver que no lleva peluca).
MARGARITO. ¡Me cagüen