Seirei Gensouki: Crónicas de los espíritus Vol. 4 - Yuri Kitayama - E-Book

Seirei Gensouki: Crónicas de los espíritus Vol. 4 E-Book

Yuri Kitayama

0,0
8,00 €

-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

¡El presente y la vida pasada de Rio se entremezclan!


Después de abandonar el Reino de Karasuki, Rio vuelve a la aldea de los espíritus, donde Latifa y los demás lo esperan. Tras recibir una cálida bienvenida de los aldeanos, Rio se dirige a la región de Strahl para recopilar información sobre los acon- tecimientos que allí tienen lugar. En el camino, guiado por un enorme pilar de luz, rescata a tres personas que estaban a punto de ser esclavizadas.


¡Y de esta forma, se encuentra con el primer amor de Haruto Amakawa, la vida pasada de Rio!

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB
MOBI

Seitenzahl: 258

Veröffentlichungsjahr: 2024

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Índice

Prólogo: El diario secreto de Latifa

Capítulo 1: De vuelta a casa

Capítulo 2: A su regreso

Interludio: A la deriva en otro mundo

Capítulo 3: Encontrarte en este mundo

Capítulo 4: Explicando las circunstancias

Capítulo 5: ¿Encontrarse con quién en este mundo?

Capítulo 6: De compras

Interludio: ¡¿Invocando a un héroe?! ¡Hiroaki Sakata entra en acción!

Capítulo 7: Preparando la mudanza

Capítulo 8: Moviéndose entre las sombras

Epílogo: A ti, mi preciada persona

Notas finales

Prólogo: El diario secreto de Latifa

Hoy, sin más, he decidido empezar un diario.

Han pasado casi dos años desde que mi hermanito dejó el pueblo. He estudiado mucho durante todo este tiempo y he aprendido muchas palabras difíciles, así que ahora puedo escribir frases correctamente. Por eso, he querido escribir todas las cosas divertidas que han ido ocurriendo en el pueblo, y mi hermanito podrá leerlo también. Así podremos hablar los dos de todo lo que ha pasado.

¡Me encantaría que mi hermanito me felicitara por haber estudiado tanto!

¡Je, je, je! Solo de pensarlo ya me pongo contenta.

De esta manera, me gustaría empezar ya mismo mi diario escribiendo sobre lo que ha pasado hoy.

Hoy ha sido un bonito y luminoso día de otoño. Hacía un poquitín de frío, quizá porque el invierno se acerca, pero estar bajo los cálidos rayos del sol era muy agradable. Mientras hablaba con Vera y Arslan, pensé en lo divertido que sería dar un paseo con mi hermanito en un día como este.

Pero dejando eso de lado, ahora que estoy escribiendo un diario y me paro a pensar en ello, me doy cuenta de cuántas cosas divertidas y maravillosas están ocurriendo a mi alrededor.

Sara, Orphia, Alma, Vera, Arslan, Uzuma, la abuela Úrsula, el señor Syldora, el señor Dominic… Todos los días estoy pasándomelo en grande con ellos.

Sí, soy una persona muy afortunada y todo es gracias a mi hermanito.

Fue él quien me rescató de esa oscuridad absoluta. Sin su ayuda yo no estaría aquí ahora mismo. Le estoy tan agradecida que apenas podría mirarle a los ojos.

Pero, en este momento, mi hermanito está viajando. Está buscando a su mamá y a su papá de este mundo, en un lugar lejano llamado la región de Yagumo.

Sinceramente, no tenerlo a mi lado me hace sentirme un poco sola, pero lo entiendo. Sé exactamente lo preciados que deben ser para mi hermanito los recuerdos de su difunta madre.

No tengo muchos recuerdos de mi mamá, pero, aun así, puedo recordar vagamente haber estado en sus brazos muchas veces. Cuando imagino a mi yo anterior en la piel de mi hermanito, me pongo muy triste.

Por eso… ¿Cómo debería decirlo? No puedo expresarme muy bien, pero creo… que puedo entender cómo debe estar sintiéndose mi hermanito. Es soledad y tristeza, pero tengo que soportarlo.

De todos modos, mi hermanito y yo estamos unidos por un milagro del destino, porque mi yo anterior también conoció a su yo anterior antes. Por eso, por muy lejos que estemos, tengo la certeza de que nuestros corazones están conectados con fuerza. Mi hermanito incluso me contó muchas historias que no sabía sobre su yo anterior antes de irse del pueblo.

En este inmenso mundo, la única persona que sabe sobre su yo anterior soy yo… Nadie más. Cuando pienso en ello, me pregunto si realmente soy alguien muy especial para mi hermanito.

¡Je, je!

Sin embargo, su yo anterior tenía una familia y una persona extremadamente querida para él, así que no sé si soy tan especial como esa persona… No dejo de darle vueltas al asunto.

Aun así, ¡no puedo desanimarme! Seguro que me convertiré en alguien especial para él.

Eso es lo que he decidido… porque lo quiero, tanto a mi hermanito actual como a su yo anterior. Por eso me convertiré en alguien que pueda sentirse orgullosa, ¡incluso si esas personas a las que quiere mi hermanito aparecen ante mí, como la hermana pequeña de mi hermanito actual! ¡Ejem!

Estoy escribiendo lo primero que se me ocurre, ¡pero tener un diario podría ser algo muy divertido! Todos los recuerdos de mi hermano han resurgido con fuerza y mi pluma ha seguido deslizándose sin parar por la página.

¡Ah! ¡Quiero volver ver a mi hermanito! ¿Qué debería hacer…?

Un momento, ¿eh…? Acabo de leer lo que he escrito… ¿No se parece esto más a una carta de amor confesando mis sentimientos por mi hermanito en lugar de la entrada de un diario? Ahora me da mucha vergüenza enseñarle esto a alguien más…

Bueno… no tenía la intención de enseñárselo a nadie… En cuanto a mi hermanito… No pasa nada si simplemente se lo leo en voz alta, ¿no?

¡Sí! ¡Eso haré! ¡A partir de mañana prometo que lo que escriba será más apropiado para un diario! Je, je.

De acuerdo, ya va siendo hora de escribir las últimas palabras.

¡Espero que mi hermanito regrese pronto!

— Diario, día 1.

Capítulo 1: De vuelta a casa

1

El otoño estaba acabando. Era el año 999 de la Era Sagrada.

En la Aldea de los Espíritus, justo antes de que se pusiera el sol…

En una de las habitaciones de la residencia de la mujer bestia Úrsula, que era una de los tres ancianos de la aldea, Latifa terminó de escribir su diario, asintiendo satisfecha.

«Creo que escribí bastante para ser mi primera vez».

Tomó el diario que acababa de escribir y lo miró con atención.

—Me daría mucha vergüenza que alguien lo leyera… He escrito sobre tantas cosas… Lo tendré que esconder para que nadie lo encuentre —murmuró mientras se ponía de pie y miraba alrededor de la habitación.

—Vale… Ahí está bien —Después de dejar su diario en la esquina de la estantería, Latifa sonrió con una expresión inocente.

2

Mientras tanto, Rio surcaba los cielos sobre el gran bosque en el que el pueblo de los espíritus vivía.

Alrededor de la aldea se extendía un campo mágico amplio compuesto de varias barreras, siendo la más poderosa de ellas la que estaba compuesta de magia de antidetección, que solo podía atravesarse con un cierto nivel de dominio en las artes espirituales.

El efecto de esta magia era considerablemente más débil contra aquellos intrusos que se acercaran desde el aire, pero los aldeanos tenían constancia de ello desde el mismo momento en que algo entraba en el rango de la barrera. Incluso Rio, que volaba muy alto, probablemente sería detectado en breve.

«Por fin», pensó Rio con nostalgia mientras miraba el gigantesco árbol de Dryas, que se alzaba cerca del pueblo.

Habían pasado aproximadamente dos semanas desde que Rio partió de la región de Yagumo, pero, aunque podía volar gracias a las artes espirituales, se le hizo largo el viaje.

Mientras Rio se sumía en sus pensamientos, una sensación de hormigueo recorrió todo su cuerpo. Había atravesado la barrera, lo que significaba que en la aldea sin duda sentirían la presencia de un forastero. Con la aldea justo ante sus ojos, solo era cuestión de tiempo que alguien saliera volando hacia él.

Rio detuvo su vuelo y se mantuvo suspendido en el aire.

«Espero que todos estén bien. Sobre todo, Latifa…», pensó Rio mientras sonreía al recordar todos los buenos momentos que vivieron todos juntos.

No la había visto en dos años. «¿Estará enfadada conmigo?», no dejaba de preguntarse Rio.

Tras varios minutos de espera, Rio avistó un grupo de gente que volaba hacia él desde la aldea.

«Es… Ariel, el espíritu de Orphia».

Gracias a sus artes espirituales, pudo divisar quiénes eran. Ariel era un espíritu no muy fuerte con el que la elfa Orphia tenía un pacto. Este tenía un aspecto gigantesco similar al de un águila, cuerpo sobre el que había varias personas montadas. Junto a él, había más figuras volando por sí mismas.

El grupo parecía haber localizado la figura de Rio, ya que se dirigían directamente hacia él. Fueron acercándose a él, hasta que finalmente…

—¡Hermanito!

Escuchó una voz familiar, la voz de una inocente y adorable niña, una voz que saludaba a Rio con entusiasmo. A pesar de que el grupo estaba armado, no se percibía hostilidad alguna, por lo que Rio sonrió mientras devolvía el saludo entusiasmado.

A continuación, Ariel aceleró drásticamente y se acercó a Rio liderando al resto. En pocos instantes, había acortado la distancia que les separaba, antes de seguir elevándose directamente frente a Rio. Él siguió la vista con sus ojos y luego vio a una niña saltar desde la espalda de Ariel. Rio se levantó casi por instinto y atrapó a la niña en un abrazo.

—Cuidado…

—¡Bienvenido a casa, hermanito! —gritó la chica-lobo, Latifa, mientras se acomodaba en los brazos de Rio.

—Ya estoy de vuelta. Saltar de esa forma es peligroso, ¿es que no lo sabes? —le advirtió Rio con una sonrisa irónica.

—Sabía que mi hermanito me atraparía, así que no pasa nada —dijo Latifa con una sonrisa despreocupada.

Rio no pudo evitar relajarse. Incapaz de encontrar otras palabras de advertencia para ella, le acarició con cariño la cabeza.

—Je, je. —Latifa sonrió tímidamente y frotó su cabeza contra el pecho de Rio.

—Has crecido, Latifa.

—¡Sí! Es evidente que he crecido, ¡tengo casi trece años!

—Ya veo. Me alegra que estés bien… y ver que el resto sigue igual. Ha pasado bastante tiempo… Ya he vuelto —dijo Rio con una sonrisa feliz, y se giró hacia las otras caras que flotaban en el aire.

La chica-lobo Sara y la enana Alma estaban montadas en la espalda de Ariel mientras Orphia flotaba en el aire junto a ellas. Uzuma, la bestia alada que servía al pueblo como guerrera, también se encontraba cerca.

—Hacía tiempo que no nos veíamos, don Rio. Es un gran alivio ver que se encuentra bien y que ha crecido. ¿Es posible que ahora sea más fuerte? —dijo Uzuma alegremente.

—Sí que lo está. Rio, pareces mucho más maduro ahora. ¡Y más guay! —asintió Orphia dándole la razón.

—Muchas gracias a las dos. Todavía estoy creciendo —respondió Rio con timidez.

—Madre mía… Rio ahora parece tan maduro que Sara y Alma se han quedado cortadas sin saber qué decir —comentó Orphia con una sonrisa traviesa mientras miraba a Sara y Alma. Las dos chicas lo miraban con asombro hasta que la atención se fijó en ellas, por lo que ambas se sobresaltaron.

—¡N-No estoy cortada en absoluto! —negó Sara nerviosa.

—Sara es la que está cortada. Yo solo estaba pensando en lo mucho que ha cambiado el aire alrededor de Rio —Alma apartó la mirada y se excusó con una compostura fingida.

—M-Mírate, lo has vuelto a hacer. ¡Es obvio que tú también lo estás! —replicó Sara al instante.

—Sara es la única que se ha quedado embobada mirando a Rio.

—¡Eeeeh! ¡No digas tonterías, Alma!

El habitual alboroto entre Alma y Sara se desarrolló ante todos, logrando que Rio acabara riendo.

—Mmm… ¿Por qué te ríes, Rio? —preguntó Sara con una expresión que indicaba advertencia.

—Por nada. Solo estaba pensando en cómo realmente me siento, como si hubiera vuelto a casa. ¡Las dos ya sois adultas! Es maravilloso —respondió Rio como si estuviera conteniendo su diversión.

—Eh… M-Muchas gracias —dijo Sara, algo ruborizada.

—Pero no he cambiado mucho… —replicó Alma con una mueca.

—Eso no es cierto, pareces más madura que antes y has crecido un poco, ¿no? —indicó Rio con una sonrisa mientras asentía.

—Bueno… Sí, un poco —asintió Alma suavemente con una sonrisa feliz.

—Mmm, debe de ser agradable para vosotras dos que Rio os elogie de esa manera —murmuró Orphia envidiosa.

—Tú también te has vuelto más hermosa, Orphia. Pareces estar más serena y tranquila que antes —comentó Rio elogiándola con una educada sonrisa.

De hecho, Sara, Orphia y Alma habían cambiado mucho desde que Rio las vio por última vez, ya que todavía estaban creciendo.

—¡Je, je! ¡Muchas gracias! —dijo Orphia con una amplia y feliz sonrisa.

Justo en ese momento, Latifa tiró de la capa de Rio desde donde estaba siendo cargada y le dirigió su mirada expectante.

—Latifa también parece mucho más madura —comentó Rio mientras reía.

—¡Sí! —respondió Latifa con una sonrisa de oreja a oreja.

Después del reencuentro, Sara y el resto acompañaban a Rio mientras descendían a la plaza de la aldea. Un gran número de niños que jugaban allí fijó su mirada en el grupo que descendía desde los cielos.

—¡Bienvenido a casa, Rio! —La hermana pequeña de Sara, Vera (la chica-lobo plateada), corrió hacia él llena de energía.

—Hola, Vera. Estoy en casa. Veo que sigues tan animada como de costumbre.

—¡Así es! ¡Y veo que estás con Latifa como siempre! ¡Qué bien, Latifa! ¡Has podido volver a estar con tu querido hermano! —declaró Vera con cierta envidia al ver cómo Rio cargaba a Latifa en brazos.

—¡Sí! ¡Gracias, Vera! —le agradeció Latifa mientras se aferraba a Rio. Desde que llegó había estado pegada a él como una lapa.

—Por favor, deja que yo también le dé un abrazo. Yo también quería verlo de nuevo —suplicó Vera mientras movía su cola felizmente.

—¡Claro! ¡Podemos abrazarlo las dos! —asintió Latifa de inmediato.

—Gracias por haber estado siempre junto a Latifa. Tú también has crecido, Arslan —comentó Rio con una sonrisa, volviéndose hacia el chico-león, Arslan, que había seguido a Vera y que permanecía en silencio a un lado.

—C-Cierto. Hace mucho que no nos vemos, Rio —respondió Arslan con timidez. Se encogió de hombros.

—Rio es el que ha crecido y se ha vuelto más grande. Pareces mucho más adulto que antes —El bonito pelo plateado de Vera ondeaba al viento mientras miraba a Rio con asombro.

—Gracias. Sara y el resto dijeron lo mismo —Rio se rio y miró a Sara. Sus ojos se encontraron con los de Rio y ella apartó la mirada avergonzada.

—¡Ju, ju, ju! Parece que mi hermanita es demasiado tímida para mirar al Rio adulto —dijo Vera con una sonrisa complaciente.

—¡E-Es que estoy nerviosa!

Mientras Sara le rebatía a Vera, Rio apartó la mirada con una sonrisa forzada. Sara observó su perfil.

«Ay… Todo es porque Alma dijo eso. Así seguro que pensará que soy rara por ponerme tan nerviosa», pensó Sara para sí misma.

De hecho, estaba nerviosa. Rio parecía mucho más maduro que antes. Tenía un aire más tranquilo que cuando vivieron juntos, pero todavía había algo inocente y fugaz en él. Ahora, ella podía sentir una firmeza aguda e intimidante en Rio, lo que lo hacía parecer extrañamente maduro a pesar de su joven apariencia.

Su cuerpo también era mucho más robusto. Sus movimientos eran tan elegantes como siempre y era evidente que se había vuelto más fuerte.

También parecía ser mucho más maduro, denotando seguridad nada más verlo.

«Tendré que hacer que Rio entrene pronto conmigo. ¡Necesito demostrarle que no es el único que ha crecido!», pensó Sara con impaciencia.

En un instante, los niños que estaban por la plaza se juntaron alrededor de Rio.

—¡Bienvenido de nuevo, Rio!

—Te fuiste de la aldea, ¿verdad? ¿Cómo te ha ido?

—¿Has crecido, Rio?

—¡¿Rio, nos has traído algo bonito?!

Todos hablaban a la vez.

—Rio no podrá responderos si todos le preguntáis al mismo tiempo. Sed más considerados y esperad vuestro turno. De todos modos, el sol está a punto de ponerse, así que ya es casi la hora de que os vayáis a casa —indicó Sara a los niños del pueblo con el tono de voz que tendría una hermana mayor.

—¡¿Eeeh?! ¡Pero queremos hablar más!

—¿A dónde vais, Sara?

—¡Queremos ir con vosotros!

Los niños no dejaban de quejarse.

En lugar de pedírselo a la estricta Sara, los niños fueron lo suficientemente astutos como para suplicarles con insistencia a Orphia y Alma, quienes finalmente supieron manejar la situación.

—¡Vale! ¡Vayamos a ver a los ancianos! Os reñirán si seguís armando escándalo. ¡No tenéis que consentirlos tanto, Orphia, Alma! —los reprendió Sara con firmeza.

—¡Bah! Habrá muchos viejos…

—Joo…

—¡Volvamos a casa! ¡Es hora de irnos!

Finalmente, los niños cedieron.

—Vera, Arslan, aseguraos de que los más pequeños lleguen a casa sanos y salvos.

—¡De acuerdo!

—Por supuesto. Nosotros nos encargamos de todo, Sara.

Vera y Arslan asintieron a la orden de Sara.

—Entonces… ¿Vamos, Rio?

De esta manera, Rio fue conducido al edificio que hacía las veces de ayuntamiento, donde los ancianos del Consejo lo estaban esperando.

3

Esa noche, en el comedor del ayuntamiento…

Después de que Rio saludara a todos los ancianos y les hubiera informado de su regreso, el Consejo celebró una pequeña fiesta de bienvenida en su honor.

Rio era el invitado de honor a la fiesta. También estaban los tres ancianos del Consejo que lideraban la aldea: el alto elfo Syldora, el líder enano Dominic y la mujer-zorro Úrsula. También habían acudido Latifa y las tres chicas que solían vivir con ellos: Sara, Orphia y Alma.

—Debo reconocer que te has convertido en todo un adulto. ¿Has tenido algún problema con tu equipo? Comprobaré si necesita algún ajuste, así que pásate por mi casa mañana —se interesó Dominic mientras servía licor en su copa.

—Muchas gracias —agradeció Rio alegremente—. Su uso resultaba muy sencillo, pero si tuviera que decir algo con lo que no estaba contento… me atrevería a decir que quizás llama demasiado la atención al ser tan excepcional.

—¡Ja, ja, ja! Tiene sentido… Ya veo, ya veo… Suena razonable —Dominic se rio con ganas.

—Don Rio, oí que pudo cumplir el objetivo de su viaje. Si no le importa, ¿compartiría algunas historias de la región de Yagumo? Estoy segura de que las chicas también están interesadas en escucharlas —dijo Úrsula mientras miraba a Sara y las demás.

—Claro, no me importa —asintió Rio con la cabeza y comenzó a relatar su viaje.

Les habló de cómo no pudo encontrar ninguna pista sobre sus padres durante los primeros meses, de cómo vagó sin rumbo por la región de Yagumo y de cómo recorrió cientos de pueblos y aldeas hasta que, finalmente, conoció a su abuela y a su prima, antes de comenzar su vida en la aldea.

Cuando les contó sobre la existencia de Yuba y Ruri, Latifa finalmente habló.

—Así que mi hermanito tiene una abuela y una prima… —murmuró Latifa desde donde estaba sentada junto a Rio, escuchando con atención sus palabras.

—Cuando les dije que tenía una hermana adoptiva, dijeron que también querían conocerte. Pero no les dije nada sobre la aldea, así que no he podido traerlas aquí para que te conozcan —indicó Rio con dulzura.

—Creo que me hubiera gustado conocerlas también… —vaciló Latifa al responder.

—Mmm… Bueno… Si es la familia de don Rio, entonces quizás sea posible permitirles una estancia temporal con ciertas condiciones. Pero la región de Yagumo está lejos… Bueno, dejemos ese tema por ahora —dijo Úrsula preocupada por el peso que tenían sus palabras. Syldora y Dominic también tenían expresiones conflictivas y sonrisas forzadas, mientras que Latifa y las otras chicas no entendían muy bien qué ocurría. Rio reaccionó de la misma forma, incapaz de comprender el significado que había detrás de las palabras de Úrsula.

«Supongo que será mejor ocultar el hecho de que mi madre era de la realeza… Podría hacer que el tema de mi pasado se prolongara para siempre, y de todos modos, debe mantenerse en secreto», pensó Rio, desconectándose de la conversación para considerar cuánto podía revelarles a Úrsula y los demás. No quería que la charla tomara un giro más oscuro por irse de la lengua.

—Entonces, don Rio, ¿cuánto tiempo se quedará en la aldea esta vez? —preguntó Syldora cambiando de tema.

—Como mucho, unos meses. Estoy pensando en dejar la aldea antes de que empiece el invierno para dirigirme a la región de Strahl —respondió Rio, con una mirada seria mientras se enderezaba.

—Hermanito… ¿Te vas a ir otra vez? —preguntó Latifa con pena.

—Lo siento, Latifa. Me aseguraré de volver antes esta vez —Rio se disculpó con una sonrisa forzada.

Latifa se aferró a la manga de Rio con tristeza y lo miró.

—¿Lo prometes…? —preguntó.

—Sí, te lo prometo —asintió Rio con firmeza. Los demás los observaban con sonrisas amables.

—Don Rio, ¿se le agotó algo durante tu viaje? Haremos preparativos que necesite antes de partir a su próximo viaje, así que no dude en informarnos —sugirió Úrsula.

—Muchas gracias. Todavía me quedan suficientes suministros, pero durante mi viaje estuve pensando en algo… Les estaría muy agradecido si pudieran ayudarme con su conocimiento —indicó Rio con sumo cuidado.

—¡Jo, jo, jo! ¡Está bien! ¿En qué necesita ayuda? —accedió Úrsula de inmediato.

De esta forma, Rio explicó la idea que se le había ocurrido mientras estaba en la región de Yagumo.

—En realidad, estaba pensando en construir una casa en la que quedarme durante mi viaje, una que pudiera llevar en mi almacén espacio-temporal.

—¿Te refieres a una casa portátil? Qué idea tan interesante —dijo Dominic, mostrando un gran interés. Quizás, sus naturales instintos arquitectónicos de enano se habían despertado.

—Una casa para llevar… Eso significaba que sería preferible una casa sin cimientos para poderla instalar con facilidad. ¿No es así? —preguntó Úrsula.

—Sí. Sin embargo, probablemente requiera el uso de artes espirituales para estabilizar el terreno cada vez que la instale. Bueno… Eso no debería suponer un problema para Rio, pero… —murmuró Dominic mientras se llevaba la mano a la boca, pensativo.

—Mmm… Dominic no suele prestar mucha atención cuando se pone a pensar en nuevas ideas. Don Rio, deje la casa en sus manos y quédese tranquilo. Estoy segura de que le construirá una magnífica casa —indicó Syldora con una sonrisa irónica.

—¡No! Solo quería algunos consejos para poder construirla yo mismo…

—Eso es imposible. Incluso si comenzara a construirla solo, los enanos del pueblo acudirían en masa solo por interés. Sería mejor que dejara la casa en manos de Dominic y se centrara en pasar el máximo tiempo posible con Latifa y las chicas. ¿Verdad, Latifa? —respondió alegremente Úrsula al confundido Rio, dándole pie a Latifa para hablar.

—¡Sí! ¡Quiero estar con mi hermanito todo el tiempo que me sea posible! —Latifa abrazó el brazo de Rio y asintió con energía.

De esta forma, se acordó que la construcción de la casa de Rio quedaría en manos de Dominic y los otros enanos. Rio le dio una explicación sencilla del equipamiento y habitaciones que había pensado antes de terminar el día con buen humor.

4

—¡Je, je!

Al día siguiente, Rio salió a pasear por el pueblo con Latifa y Vera cogidas de cada uno de sus brazos.

Se dirigían al santuario de la aldea. Iban a ver al espíritu del árbol gigante, Dryas, y a informarle del regreso de Rio. Se tardaba una hora en llegar caminando desde la aldea y, aunque llegaba en un momento volando, decidieron aprovechar la oportunidad para hacer un pícnic en el camino.

Sin saber muy bien qué hacer, Rio dejó que las dos chicas se salieran con la suya. Así, mientras los tres caminaban alegremente, Rio y las chicas pasaron junto a Anya, la chica-gato.

—Pero… ¡Si eres Rio! Ya veo que andas alardeando de tu regreso.

Ella tenía varios años más que Rio, pero como su especie tenía una larga esperanza de vida, envejecía muy despacio durante su adolescencia, por lo que apenas había cambiado de cuando Rio la vio por última vez hacía dos años.

—¡Hola, Anya! ¡Buenos días! —exclamaron Latifa y Vera a la vez, saludando a Anya con alegría.

—¡Buenas! ¿Habéis salido los tres a divertiros? —preguntó Anya.

—No exactamente, vamos a ver a mi hermana y al resto luego —indicó Vera, tomando la iniciativa para responder.

—Así que a la señorita Sara… Lo que significa que las señoritas Orphia y Alma también estarán allí. ¿No son más flores de las que puedes sostener, Rio? —asintió Anya mostrando un gran interés antes de sonreír a Rio.

—Hacía mucho que no te veía, Anya… Estaba pensando en visitar a Dryas ahora que he vuelto a la aldea —comentó Rio, con una sonrisa forzada, ignorando la mirada curiosa de Anya.

—¡Ja, ja, ja! Parece que has crecido un poco. Como soy mayor que tú, eso me hace feliz. Además, te has convertido en todo un galán —asintió Anya con satisfacción mientras sonreía.

—Muchas gracias. Veo que tú sigues tan encantadora como siempre, Anya —le agradeció Rio con una sonrisa.

—¡¿Miau?! —las orejas de gato de Anya se estremecieron de sorpresa.

—¿Miau? —dijeron Latifa y Vera al unísono confundidas.

—Miau… ¡¿P-Pero qué dices?! ¡Te estaré observando! —declaró Anya en voz alta con un ligero rubor en las mejillas.

—¿Qué te pasa, Anya?

—Nada, Vera… Me ha sorprendido un poco que Rio haya intentado halagarme mientras no estaba atenta. Tch. Supongo que eso significa que no solo ha aumentado tu poder defensivo mientras estabas fuera… Como lo haces casi de manera natural, resulta incluso más retorcido. ¡Lo que hay que ver! —Con falsa compostura, Anya negó con la cabeza ante Vera mientras hablaba entre dientes.

—Ha sido un simple cumplido… —dijo Rio, confundido.

—¡Está bien! Seguid vuestro camino hacia la Gran Dryas. No hagas esperar a la señorita Sara y al resto, zopenco. ¡Tengo cosas que hacer, así que me voy!

Con un suspiro cargado de frustración, Anya se despidió con la mano y se marchó. Vera estaba con la boca abierta, asombrada por lo que acababa de suceder.

—¿No os parece que Anya estaba un poco rara?

—¡Ja, ja, ja! Puede ser, pero tiene razón: no deberíamos hacer esperar a Sara y al resto, así que sigamos —incidió Latifa con una sonrisa algo tensa antes de tomar el brazo de Rio. Luego, se encontraron con las otras chicas y se dirigieron juntos al árbol gigante que protegía Dryas.

5

Nada más pisar Rio y las chicas el santuario, Dryas se manifestó ante ellos.

—Vaya. Me preguntaba quién sería, pero parece que todas estáis aquí… Bienvenidas, bienvenidas. Rio, veo que volviste, ¿no? —dijo Dryas a modo de saludo al grupo, que mantenía un respetuoso silencio ante el espíritu.

—Sí, pensé en pasar y saludar. Todos hemos traído comida, así que comamos juntos —explicó Rio.

—Vaya, gracias por tomaros la molestia de venir. No tengo mucho aquí, pero os recibiré con gusto. Seguidme —Dryas los recibió con alegría y los dirigió al interior del santuario. Rio y las chicas la siguieron.

Dryas se giró y observó a Rio.

—A juzgar por tu estado actual, parece que tu espíritu sigue dormido, pero la presencia es más fuerte que la última vez que nos vimos. El día en que despierte podría estar cerca… ¿Notaste algún cambio durante tu viaje? —preguntó mientras caminaban.

—No, ahora mismo no se me ocurre nada…

—Ya veo. Bueno, vuelve a visitarme cuando despierte. Me gustaría escuchar su historia y también podría haber muchas cosas que yo le pueda contar.

—Eso haré. Muchas gracias.

Mientras conversaban, llegaron al santuario.

Este estaba construido con piedra. Tenía una escalera justo en su parte frontal que llevaba a una sala reservada para ceremonias justo en medio de todo el recinto del santuario. Justo delante de la entrada de la sala, había un altar.

Rio y los demás no subieron a la estancia, sino que la rodearon y pasaron por una puerta que conducía a lo más profundo del edificio. La puerta estaba ubicada directamente debajo de la sala.

—No tenía idea de que hubiera un lugar así aquí abajo —dijo Rio sorprendido.

Ante él había un espacio habitable completamente amueblado. Tenía unos doscientos metros cuadrados y parecía tener varias habitaciones.

—Lo construyeron los habitantes de la aldea. Normalmente, no se usa mucho, pero es útil cuando tengo invitados, como es el caso, o cuando los aldeanos vienen a pasar la noche para preparar el Gran Festival de los Espíritus.

—Ya veo. —Rio asintió en señal de comprensión.

Básicamente, era una sala de invitados. Como curiosidad, la residencia oficial de Dryas era una cueva ubicada en el interior del árbol gigante, aunque nunca había invitado a nadie allí antes.

—Pero dejemos eso de lado, ¡comamos! Hay algo que huele muy bien, ¿qué habéis traído? Estoy deseando probarlo, ¡ju, ju, ju! —comentó Dryas alegremente, mirando los pequeños paquetes que traían.

—Je, je. Hoy tenemos las recetas y aperitivos que Rio aprendió a preparar en la región de Yagumo. Yo también he hecho algunas cosas, así que por favor pruebe un poco de todo —dijo Orphia con una sonrisa.

A continuación, el grupo desenvolvió todos los paquetes de comida que habían traído y se prepararon para comer. Se sentaron en la mesa redonda, en el siguiente orden: Rio, Latifa, Vera, Dryas, Sara, Orphia y Alma. Después de haberse sentado y haber dispuesto los platos en la mesa, por fin comenzaron a comer.

—¡Vaya! ¡El sabor de estas verduras es increíble! ¡Están deliciosas! Y esta comida al vapor también… El arroz de verduras se complementa perfectamente.

Dryas era toda sonrisas mientras llenaba elegantemente sus mejillas con comida.

Los espíritus no podían morir de hambre, pero podían reponer su esencia mágica comiendo hasta cierto punto. Aunque no era necesario que la comida estuviera muy elaborada, a Dryas le gustaba la comida casera y era bastante exigente con el sabor.

—El pollo con verduras al vapor está delicioso. Tiene muchísimo sabor —Vera se llenó las mejillas de arroz mientras cogía el pollo al vapor.

—Me gusta el taro.

El plato favorito de Latifa parecía ser el taro con verduras al vapor. Su pequeña boca se iluminó con una sonrisa mientras mordisqueaba el taro felizmente, disfrutando de todo su sabor.

—¡Eh, vosotras dos! ¡No podéis comer solo lo que os gusta y ya está! —les regañó Sara cansada.

—¡Vaaale! —Latifa y Vera dieron una prolongada respuesta a la vez.

Y, así, el tiempo pasó tranquilamente.

Cuando terminaron de comer, Orphia fue a la cocina y regresó con té. Después de tomar la tetera con una mano y sujetar su tapa con la otra, comenzó a verter té en las tazas. El humeante aroma del té hizo que Rio y las demás esbozaran una amplia sonrisa.

—Je, je. Postre, postre.

—¡Es la hora del postre!

Latifa y Vera canturreaban felices mientras olfateaban las variedades de pastitas que estaban sobre la mesa.

—Adelante, comenzad antes de que se enfríe —indicó Orphia con alegría después de terminar de servirles el té a todos.

—Allá voy entonces. ¡Mmm! ¡Está riquísimo!

Dryas olió la fragancia del té satisfecha antes de llevarse la taza a la boca. Sonrió ampliamente de felicidad cuando el sabor del té se extendió por su boca.

—Tu etiqueta para tomar el té es tan maravillosa como siempre —comentó Rio, alabando a Orphia.

—Je, je, muchas gracias. Me gustaría probar tu té un día de estos. Hagamos muchas más fiestas del té —propuso Orphia, sonriendo tímidamente.

—Claro, me encantaría —Rio asintió con amabilidad.

Con una sonrisa avergonzada, Orphia se giró hacia Rio y le insistió para estar bien segura.

—¡De acuerdo! Es una promesa, ¿vale?

Rio asintió conforme y su sonrisa se volvió aún más grande. Fue entonces cuando Alma, que los había estado observando desde donde estaba sentada junto a Rio, comenzó a tirar de su manga.

—Rio, ¿qué es esta comida? Su masa es algo distinta a la que estoy acostumbrada… —preguntó mientras contemplaba su rostro.

—Este tentempié se llama manju. Normalmente, está relleno de una pasta dulce de judías rojas, pero estos he intentado hacerlos también con nata montada.

—¿Judías rojas… y nata montada? Tienen muy buena pinta. ¿Puedo probar uno?

—Por supuesto. —Alma alcanzó un manju con cierta vacilación después de que Rio asintiera.

—Entonces yo también probaré uno.

—¡Yo también!

—¡Y yo!

Todas las chicas de repente se interesaron a la vez en el manju, y, en poco tiempo, todas tenían un manju en sus manos.

—¡Está muy bueno! ¡La textura es elástica y las judías rojas van genial con la nata montada!

Mientras todas daban bocados al manju, Vera fue la primera en expresar su opinión. Las demás también estaban sorprendidas ante la dulzura que se esparcía por sus bocas.

—Me alegra que os haya gustado el sabor —dijo Rio mientras sus labios se curvaron en una sonrisa feliz.