Seirei Gensouki: Crónicas de los espíritus Vol. 5 - Yuri Kitayama - E-Book

Seirei Gensouki: Crónicas de los espíritus Vol. 5 E-Book

Yuri Kitayama

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Beschreibung

La hermosa novia plateada extendió su mano por última vez…


Tras un fatídico e inesperado reencuentro con Miharu, Rio decide confiar su seguridad, así como la de Aki y Masato, al pueblo de los espíritus. Con la ayuda de Latifa y los demás, Miharu, Aki y Masato se adaptan rápidamente a su nueva vida en la aldea de los espíritus


Mientras sus días transcurren con una relativa normalidad, Rio toma la decisión de viajar a Beltrum por primera vez en cuatro años para reunirse con Celia, su antigua profesora en la Academia Real. Sin embargo, pronto descubre que Celia está a punto de casarse con un noble en un matrimonio político…


¿Podrá Rio llegar a tiempo para salvarla?

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Veröffentlichungsjahr: 2025

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YURI KITAYAMA

Ilustraciones: Riv

Índice

 

Prólogo: El diario secreto de Latifa (2)

Capítulo 1: Un encuentro casual con bienvenida

Interludio: Liselotte Cretia, una joven con talento

Capítulo 2: La nueva vida en el pueblo

Capítulo 3: De vuelta a Strahl

Interludio: El sufrimiento de Celia

Capítulo 4: El reencuentro con Celia

Capítulo 5: La novia plateada

Capítulo 6: Contra el ejército real de Beltrum

Epílogo: La dama cerúlea

Notas finales

 

Prólogo: El diario secreto de Latifa (2)

Estamos en primavera.

Ya han pasado cinco meses desde que empecé a escribir este diario. Hoy ha hecho buen tiempo. No hacía suficiente calor como para llevar ropa fina, a pesar de que el sol brillaba con fuerza.

No obstante, mi corazón estaba sobrecogido… y sé exactamente por qué.

He descubierto que aquella gente tan importante para mi hermanito ha aparecido.

Sé de su existencia porque él mismo me habló de ellos hace cosa de tres años.

Tanto mi hermanito como yo nos hemos contado que tenemos recuerdos de nuestras vidas pasadas y, a pesar de que me sorprendí, también me sentí muy feliz. He oído muchas historias sobre la vida pasada de mi hermanito, incluyendo las que compartió con estas personas.

Por ejemplo, en la familia de mi hermanito eran cuatro y, además de sus padres y de su hermana pequeña, también tenía una amiga de la infancia que era prácticamente de la familia. Sus padres se divorciaron cuando él era muy pequeño y tuvo que separarse de su madre, su hermana y también de aquella amiga.

Desde entonces, vivió con su padre hasta que entró al instituto y siempre estuvo enamorado de aquella amiga de la infancia…

Nunca se lo he preguntado, pero creo que esas personas son muy importantes para él porque, cuando mi hermanito hablaba de ellos, lo hacía de una forma muy cariñosa, pero parecía sentirse solo.

Sin embargo, él me pidió que no le contara nada de su vida anterior a esas personas y no puedo entender el porqué. Solo con ponerme en la piel de mi hermanito, se me parte el alma. Creo que se me haría muy difícil hacer como si nada. No poder decirles nada de tu existencia a las personas que más quieres… tiene que ser muy doloroso. Sobre todo si pensaste que nunca volverías a verlas.

En ese sentido, debo de ser muy afortunada, ya que he podido volver a conocer a la persona a la que más quise en mi otra vida y le he podido hablar de mis recuerdos. No hay duda de que he tenido muchísima suerte.

Pero… ¿Y mi hermanito? ¿Cómo se estará sintiendo él ahora mismo? ¿Será doloroso para él? Pensar en ello me rompe el corazón.

Estoy preocupada por él… pero hay algo más. Estoy inquieta también.

Me pregunto si mi hermanito encontrará paz y tranquilidad conmigo de la misma forma en la que él se ha convertido en mi fuente de consuelo. Por eso me dan miedo estas personas que van a venir al pueblo. En algún lugar de mi corazón, estoy profundamente aterrada de que esa gente llegue a ser más importante para él que yo. Tengo miedo de descubrir los verdaderos sentimientos de mi hermanito y eso me atormenta. Me siento indefensa.

Una parte de mí está completamente aterrada.

Es por eso por lo que, cuando mi hermanito se ha marchado hoy del pueblo, he puesto mala cara mientras me aferraba a él. Lo he abrazado tan fuerte como he podido y luego él me ha abrazado aún más fuerte que de costumbre, dándome unas suaves palmaditas en la espalda.

Eso me ha llenado de consuelo y me ha hecho darme cuenta de lo indefensa que estoy. Me he sentido profundamente avergonzada de mi debilidad. Estaba preocupada por mi hermanito, pero, a pesar de todo, sigo necesitándole. Aunque me había convencido a mí misma de que había llegado el momento de hacer algo por él después de todo lo que ha hecho por mí…

Por eso estoy reflexionando mucho. Tengo que pensar en el futuro… Esa es mi decisión.

Por mucho que me altere, no hay nada que pueda hacer. En dos semanas mi hermanito traerá a esas personas al pueblo.

No puedo seguir siendo una caprichosa. Me prometí a mí misma cuando empecé este diario que ya no sería una persona reservada y que me convertiría en alguien digna de ser la hermana pequeña de mi Rio. Por eso tengo que pensar en las cosas que puedo hacer por él.

Porque me preocupo por mi hermanito, y porque soy su hermana pequeña, ya no volveré a poner malas caras.

Si él quiere mucho a esas personas, entonces yo también las querré. Me presentaré ante ellas con orgullo. Me acercaré y, sobre todo, me esforzaré al máximo para no perder ante ellas, sin trampas.

Eso es lo que he decidido.

Así es como debe ser.

Cuando mi hermanito vuelva con ellos, voy a ser la primera que vaya corriendo a darles la bienvenida. Como hermana pequeña que soy de Rio, no pienso cederle este puesto a nadie.

¡Te estaré esperando, hermanito!

— Diario, día 153.

Capítulo 1: Un encuentro casual con bienvenida

1

Corría el año 1000 de la Era Sagrada, justo al inicio de la primavera.

Un gigantesco pájaro similar a un águila surcaba los cielos, sobrevolando la aldea de los espíritus. Se trataba de Ariel, el espíritu contratado de la alta elfa Orphia. Había un total de cuatro chicas montadas a lomos de Ariel.

—¡Más rápido, Orphia! ¡Más rápido! —le instó Latifa a Orphia para que Ariel fuera más rápido.

—De acuerdo. Adelante, Ariel —ordenó Orphia a Ariel con una sonrisa divertida. Con un gran aleteo de sus alas, Ariel aceleró su velocidad de vuelo.

—Oye, Latifa, que no hay prisa alguna. Rio no se va a ir a ningún lado —le dijo Sara exasperada a Latifa.

—¡Pero quiero ser la primera en saludar a mi hermanito! —exclamó Latifa con un puchero adorable.

—Ahí está —La enana Alma, que había estado observando en silencio el suelo a lomos de Ariel mientras se movían, localizó a las personas que buscaban y las señaló con el dedo. En la distancia, había cinco personas: Rio y sus invitados.

«Es mi hermanito. Y esas personas deben ser…», Latifa mejoró su visión con artes espirituales y enfocó la vista en sus caras. Rio y el resto se dieron cuenta de que se estaban acercando, ya que los miraban directamente.

—La chica de pelo rosado debe ser la señorita Aishia. Ariel está retrocediendo —dijo Orphia, asombrada.

—Hel también se comporta un poco raro. ¿Será por la señorita Aishia? Alma, ¿cómo está Ifrit?

—Igual. No me sorprende porque es un espíritu humanoide. Debe de ser muy poderoso. —Sara y Alma también parecían percibir el inusual comportamiento de sus espíritus contratados.

Mientras hablaban, Ariel se acercó al grupo de Rio. Cuando estuvieron justo encima de ellos, comenzaron a dar vueltas mientras reducían su velocidad.

Latifa se movía con impaciencia mientras esperaba aterrizar, saltando de los lomos de Ariel cuando aún estaban a pocos metros de tocar el suelo.

—Ah… ¡Eh! ¡Detente, Latifa! ¡Madre mía! —Sara se dio cuenta al instante y le gritó para que se detuviera, pero Latifa ya estaba abajo. Recuperó el equilibrio y puso sus ojos en Rio antes de tomar un poco de aire y echar a correr hacia él como una loca.

—¡Bienvenido de nuevo, hermanito!

—He vuelto, Latifa —Rio atrapó a Latifa con suavidad, frenando así la fuerza de su impacto. Miharu, Aki y Masato los miraron a los dos ciertamente sorprendidos.

—Je, je —sonrió Latifa con timidez. Ariel aterrizó justo a su lado y Sara, Orphia, y Alma bajaron todas de un salto.

—Jolín, Latifa. Sabes que es peligroso saltar desde tan alto, ¿no? —regañó Sara a Latifa con una mano apoyada en la cadera.

—¡No pasa nada! ¡Reforcé mi cuerpo antes de saltar!

—Si es que… ¡Uy! ¡Disculpad mis modales! —Sara estaba a punto de soltarle un buen sermón cuando se dio cuenta de que estaba siendo observada. Inclinó la cabeza nerviosa y se aclaró la garganta con una pequeña tos. Sonrió alegremente para ocultar su vergüenza y se dirigió a Miharu y al resto. —Os damos la bienvenida al pueblo de los espíritus, es un placer teneros aquí.

—Esta es Sara. Es un hombre-bestia de la variedad lobo plateado y pertenece a una de las familias más importantes del pueblo —explicó Rio con una sonrisa.

—Encantada de conoceros. Soy Sara —los saludó ella con un leve rubor.

—Esta es la alta elfa Orphia y a su lado está Alma, una enana. Ellas también son de familias destacadas de la aldea, al igual que Sara —prosiguió Rio.

—Encantada de conoceros.

—Es un placer.

Orphia y Alma hicieron una cortés reverencia a modo de saludo.

—Mmm, yo soy Miharu Ayase. Es todo un placer conoceros —respondió Miharu algo nerviosa.

—Soy Aki Sendo. Encantada —se presentó Aki tímidamente.

—Ostras… Son de verdad. —Masato dejó escapar un chirrido mientras miraba a Sara y al resto, fascinado.

—Tú también te tienes que presentar como es debido… —dijo Aki, dándole un brusco golpecito en la frente a Masato.

—¡A-Auu! ¡Eso duele! Pero ¿a ti qué te pasa, Aki? —se quejó Masato llevándose una mano a donde Aki le había golpeado, pero ella no se molestó en responderle.

—Por favor, aceptad mis disculpas, este es el tonto de mi hermano, Masato. Como podéis ver, aún tiene mucho por aprender, pero actúa de mala fe. Agradecería que tuvierais un poco de paciencia con él —explicó Aki, e inclinó la cabeza ante Sara y el resto, avergonzada.

—¡Ju, ju, ju! ¡No pasa nada! —asintió Orphia con una risita. Rio miró a los tres visitantes japoneses y se los presentó a Latifa, que aún seguía en sus brazos.

—Ella es Latifa. A pesar de que no tenemos lazos de sangre, es mi hermana pequeña. Debería de tener la misma edad que Aki.

—Soy Latifa, la hermana pequeña de Rio y soy una mujer-zorro. Es un placer conoceros. —Latifa recobró la compostura y se inclinó ante ellos con una sonrisa tímida, seguidamente levantó la cabeza y miró a Miharu y Aki.

—Hola, Latifa. Qué alegría conocerte —dijo Miharu, devolviéndole la sonrisa a Latifa.

—Lo mismo digo… —Latifa asintió con vacilación, cautivada por la sonrisa de Miharu.

—Ahora os presentaré a ella. Ya os lo habréis imaginado, pero es mi espíritu contratado. Aishia, ¿puedes presentarte para que te conozcan? —le preguntó Rio.

—Hola. Soy Aishia —dijo con brusquedad.

—Es un honor poder conocerla por fin, señorita Aishia. En nombre del pueblo de los espíritus, le damos la bienvenida a nuestra aldea. —Sara, Orphia y Alma se arrodillaron en señal de respeto. En respuesta a su reverente reacción, Aishia inclinó la cabeza con curiosidad. Miharu y el resto también parecían desconcertados.

Con una leve sonrisa, Rio explicó por qué las tres chicas del pueblo de los espíritus actuaban con tanta humildad.

—Como ya os dije, para la gente de la aldea, los espíritus con forma humanoide son sagrados y venerados. Tú eres uno de esos espíritus humanoides, Aishia.

 

 

—No hace falta que me tratéis con tanta formalidad —solicitó Aishia, sacudiendo la cabeza con serenidad.

—Bueno, sé que no es fácil, pero sería fantástico si pudierais tratarla como una igual. Así que, levantaos, por favor —le pidió Rio al grupo de Sara, manteniendo una leve sonrisa.

—Vale… —asintieron ellas ya de pie con vacilación.

—Mmm, entonces… ¿Puedo llamarte Aishia a secas? —le preguntó Latifa a Aishia con decisión.

—Caray, ya estás siendo informal otra vez. Intenta actuar como parte del pueblo de los espíritus por una vez… —suspiró Sara cansada, expresando su desaprobación.

—Latifa puede llamarme como ella quiera. No me importa que me llames Aishia a secas —respondió Aishia con indiferencia.

—Oh… —musitó Sara, sin saber muy bien qué decir.

—Mmm… Entonces, Aishia, ¿no? —tarareó Latifa, ladeando la cabeza.

—Sí, ese es mi nombre.

—¡Genial! ¡Me alegro de conocerte, Aishia!

—M-Mmm, Rio. ¿Seguro que no pasa nada? —preguntó Sara a Rio con una mirada fugaz, preocupada, a la espera de su confirmación.

—Claro. Miharu incluso la llama Ai —Rio le dio su visto bueno a Sara con una sonrisa divertida.

—¿En serio…? —Sara observó a Miharu ojiplática.

—¡¿Eh?! ¿A… Acaso está mal que lo haga? —preguntó Miharu nerviosa.

—Claro que no. Aishia te ha dicho que no pasa nada, así que, por favor, respeta su decisión —Rio negó con la cabeza alegremente, tranquilizando así a Miharu.

—Mmm, por cierto. Con «Rio», ¿se refieren a ti, Haruto? —preguntó Aki de repente, que había estado escuchando en silencio durante un rato. Paralelamente, las orejas de Latifa se crisparon en cuanto escuchó a Aki llamando Haruto a Rio.

—Ah… Así es. Todavía me quedan algunas explicaciones más que dar —Rio se rascó la cabeza con preocupación, sin saber muy bien por dónde empezar. Latifa lo miró en silencio desde su lado. —Lo comenté por encima la primera vez que nos vimos, pero Haruto es el seudónimo que uso cuando estoy en la región de Strahl. Mi verdadero nombre es el que Sara y el resto han usado, Rio —explicó él.

Sara alzó la mano con vacilación.

—Mmm, ¿puedo preguntar por qué necesitas usar dos nombres distintos?

—Es por algo que ocurrió hace ya varios años, antes de venir a la aldea. Acabé involucrado en problemas con la realeza y la nobleza de un reino de Strahl. Fui el chivo expiatorio de un crimen que no cometí. Al final, llegaron a emitir una orden de busca y captura —respondió Rio, incómodo. Al oír eso, la expresión de Latifa se tornó en una mirada de pesar.

—¡¿Qué?! —Las otras chicas abrieron los ojos de par en par. Tan solo Aishia permaneció indiferente ante su relato, ya que ella conocía todos los detalles.

«¡Ah!». De repente, Sara y las demás chicas del pueblo de los espíritus se acordaron de cuando Latifa era una asesina que intentó atacar a Rio. Sus expresiones de comprensión se fueron borrando de sus caras al empezar a sospechar que aquel incidente pudo haber estado relacionado con cómo se conocieron Latifa y Rio.

—Bueno, sé que no suena muy creíble… —dijo Rio preocupado al ver las expresiones de confusión que lo rodeaban.

—Por supuesto que te creemos. Es solo que estamos impactadas de lo horrible que tuvo que ser —concedió Sara entre nervios.

—Es horrible. Pero ¿sigue vigente esa orden de búsqueda ahora mismo? —preguntó Alma con una expresión oscura.

—Gracias por vuestra preocupación. No estoy seguro de si esa orden sigue activa… Después de todo, no he vuelto todavía por allí. No obstante, no fue un crimen menor y no creo que la orden haya prescrito en tan solo unos pocos años. Aun si no me están buscando activamente, creo que lo más sensato es considerar que el delito sigue vigente.

—Ya veo… Entonces por eso decidiste usar dos nombres y cambiarte el color del pelo con un artefacto mágico… —dijo Sara con una mirada conflictiva.

—También es porque, ya de por sí, mi pelo negro llama la atención en la región de Strahl —añadió Rio—. Pero en realidad es una medida de precaución por si esa orden aún siguiera en vigor. Así que… no me importa cómo me llaméis mientras esté en el pueblo, pero, Mihari, si tú y el resto volvierais a Strahl conmigo, me gustaría pediros que solo me llamarais Haruto allí —dijo él con amabilidad.

—Mmm… Para mí vas a seguir siendo Haruto. Se me va a hacer raro si ahora empiezo a llamarte Rio. Cambiarte el nombre me acabaría confundiendo si alguna vez volvemos a Strahl, ¡así que prefiero seguir llamándote Haruto! —explicó Masato con una sonrisa.

—Yo también preferiría seguir llamándote Haruto, ya que ya estoy acostumbrada a ello —coincidió Miharu alegre.

—Mmm, entonces… yo también —Aki también asintió con vacilación.

—Para nosotras siempre ha sido Rio, así que es un tanto curioso escuchar que otras personas lo llaman Haruto —comentó Sara con una risita.

—Pero, por extraño que parezca, le pega, ¿no creéis? Y el pelo gris también le queda muy bien —dijo Orphia con una sonrisa risueña.

—Es verdad… El aura que desprende es un poco diferente cuando tiene el pelo gris en lugar de negro, pero con cualquiera de los dos está guapo —coincidió Alma.

—Ah, yo también creo que le pega, ¡¿sabes?! Cuando he dicho que era curioso, no me refería a que fuera raro… Espera, ¿a qué viene esa cara, Alma? —añadió rápidamente Sara a su comentario anterior. Pero, al ver la expresión triunfante de Alma, le preguntó la razón tras ella.

—Oh, a nada. ¿No crees que ya va siendo hora de llevarlos a la aldea? —Alma sonrió con una carcajada y, calmadamente, cambió de tema. Orphia también reía mientras que los invitados de Rio observaban su intercambio con gran curiosidad.

—Ya… ¡Ya vamos! ¿Y tú de qué te ríes, Orphia? Venga, vayamos al pueblo. Daos prisa y que se monten en Ariel. —Las mejillas de Sara se sonrojaron de vergüenza mientras instaba a Orphia a ponerse en marcha.

 

2

 

Todo el grupo surcó los cielos y se dirigieron hacia el edificio que hacía las veces de ayuntamiento de la aldea. Cuando aterrizaron en la plaza que había justo frente al ayuntamiento, Miharu y Aki se bajaron con timidez, mientras que Masato bajó de un salto con gran entusiasmo.

—¡Ha sido increíble! ¡Volar es muy divertido! ¡Y los edificios del pueblo también son increíbles! —gritó él de buen humor.

Aki, que estaba a su lado, le lanzó una mirada de reproche por su comportamiento infantil, aunque era cierto que también ella había disfrutado mucho con el vuelo, así que ella tampoco era quién para hablar. Miharu soltó una risita al verlos a los dos.

En ese momento, unas partículas de luz comenzaron a unirse en la entrada del ayuntamiento, tomando la forma de una preciosa mujer.

—Habéis llegado. Os estaba esperando. —La mujer que se había materializado era Dryas, el espíritu del árbol gigante.

—Gran Dryas, ha venido. —Sara, Orphia y Alma se inclinaron ante Dryas con gran respeto.

Dryas se acercó a Aishia y le habló con una radiante sonrisa

—Sí, he sentido la presencia de un poderoso espíritu que había traspasado la barrera del pueblo. He venido volando hasta aquí de inmediato pensando que sería el espíritu contratado de Rio. Debes de ser tu. Yo soy Dryas.

—Yo, Aishia. Hola, Dryas —respondió Aishia en tono monótono.

Dryas observó contemplativa a Aishia.

—Mmm. Pues sí que eres un espíritu que no conozco. Por no decir que… Bueno, no importa. Continuemos hablando dentro. Vais a ver a los ancianos, ¿verdad? —preguntó al grupo, dándose la vuelta para mirar el ayuntamiento.

—Muy bien. Seguidme todos —guiados por Sara y el resto, el grupo se dirigió al último piso del ayuntamiento.

 

3

 

Diez minutos después, en el último piso del ayuntamiento en la sala del consejo, Aishia y el grupo de Miharu recibieron una cálida bienvenida por parte de los ancianos. Los tres líderes comenzaron con simples presentaciones.

—Es un placer tenerla aquí en nuestro pueblo, señorita Aishia. En nombre de todo el pueblo de los espíritus, le damos la bienvenida desde lo más profundo de nuestros corazones. —Uno de los tres ancianos líderes, el alto elfo Syldora, se levantó de su asiento y se dirigió a Aishia, que estaba sentada en uno de los asientos para invitados, con sumo respeto. Los otros ancianos también se levantaron e inclinaron sus cabezas ante Aishia en señal de respeto.

—Gracias —replicó Aishia escuetamente.

Con una pequeña sonrisa, Syldora se dio la vuelta para darle la bienvenida a Miharu, Aki y Masato, que estaban sentados junto a Aishia.

—Niños de otro mundo, lo habéis hecho bien llegando hasta aquí. Os damos la bienvenida también.

—¡S-Sí! Mmm, muchas gracias por aceptar cuidar de nosotros. Estamos realmente agradecidos… No sé ni qué decir. —Contrariamente a cómo Aishia había dado las gracias, Miharu inclinó la cabeza con nerviosismo.

—¡M-Muchas gracias! —Aki y Masato también inclinaron la cabeza con torpeza después de Miharu.

—¡Ja, ja, ja! ¡No son necesarias tantas formalidades! Este encuentro es simplemente para intercambiar saludos y conocernos en persona. Estoy seguro de que don Rio ya os lo habrá dicho, pero, siempre y cuando aceptéis algunas de nuestras condiciones, os garantizamos una vida pacífica aquí en nuestra aldea. Dejaremos los acuerdos formales para otro día —explicó Syldora con una amable sonrisa mientras le hablaba a los nerviosos humanos.

—Mmm. Nos habían dicho que veníais de otro mundo, pero parecéis humanos normales. —El anciano enano Dominic se quedó mirando a Miharu y al resto con interés.

—Eh, no los mires así con esa cara de loco. Estás asustando a nuestros invitados —regañó Úrsula en tono de broma a Dominic.

—¡¿Q-Qué?! —Dominic se quedó sin habla, sorprendido. Los demás ancianos se rieron y Miharu y el resto hicieron lo mismo. Al darse cuenta de cómo se reían de él, Dominic soltó un suspiro dramático para que vieran que no estaba molesto.

—Ya no tiene sentido seguir conversando con unos vejestorios como nosotros. Sara, las chicas y tú guiadlos a sus alojamientos —indicó Syldora.

—Entendido. Seguidme todos —asintió Sara con sumo respeto antes de dirigirse hacia Miharu.

—¿Eh? ¿Eso es todo? —preguntó Miharu sorprendida por la corta duración de la reunión.

—Sí. El recibimiento de hoy ha sido breve, pero quizás otro día podríais contarnos historias de vuestro mundo, ¿os parece bien? Antes de nada, deberíais descansar —asintió Syldora cordialmente.

—S-Sí. ¡Muchas gracias! —dijo Miharu agradecida con una profunda reverencia.

—Hay algo que me gustaría preguntar a don Rio y a la señorita Aishia. ¿Podrían quedarse aquí un poco más? —solicitó Úrsula.

Rio asintió inmediatamente, antes de mirar a Sara y a Latifa.

—Sin problema. Chicas, os dejo a Miharu y a los demás invitados en vuestras manos. Eso te incluye a ti, Latifa.

—Claro. ¡Deja que me encargue de todo! —dijo Latifa con orgullo.

 

4

 

Después de que Sara y el resto acompañaran a Miharu, Aki y Masato fuera de la sala, Úrsula comenzó a hablar.

—Mis disculpas, don Rio, señorita Aishia. Hay otros temas más complejos que nos gustaría tratar con ustedes, así que, por favor, quédense con estos ancianos un poco más.

—Por supuesto, no hay nada que disculpar. En todo caso, somos nosotros quienes deberíamos darles las gracias por su consideración —respondió Rio con una reverencia. Él supuso que la razón por la cual les habían encomendado llevarse al grupo de Miharu a Sara y a las otras era porque el tema de la conversación que estaban a punto de tener era altamente confidencial.

En ese momento, los únicos que aún permanecían en la sala eran Rio, Aishia, el consejo de ancianos y Dryas, el espíritu del árbol gigante.

—¿Y de qué deseaban hablar? —preguntó Rio.

—Mmm. Aunque hay muchos asuntos que tratar, empezaremos primero con la señorita Aishia. Gran Dryas, ¿haría los honores? —Syldora fue directamente al grano, esperando más indicaciones por parte de Dryas, que estaba sentada junto a Aishia.