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Los Sonetos de Luis Carrillo están en el universo expresivo de la lírica culta de su época. Ello es visible en sus formas métricas y en sus recursos retóricos, y en Carrillo se ven todavía los ecos de Garcilaso de la Vega. Sus temas son - el amor, - la naturaleza, - el paso del tiempo - y el mito encuyos ejes se vinculan las estéticas del renacimiento manierista y el barroco. Los Sonetos de Luis Carrillo se complementan con una preceptiva literaria en prosa en el Libro de la erudición poética. En él el autor define a grandes rasgos las características y las bases de la estética barroca, por lo que puede considerarse todo un manifiesto. La producción poética de Luis Carrillo es el antecedente más inmediato del culteranismo de Góngora y del conceptismo que imperarían durante las décadas posteriores. Dicho con palabras de Dámaso Alonso en su poesía hay «ternura, suavidad, agudeza, traviesa donosura, fuerza, gravedad sentenciosa, pompa, clásica elegancia, pasión, arrebato». Su producción poética la publicó su hermano Alonso en Obras de don Luis Carrillo y Sotomayor, Madrid, 1611.
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Seitenzahl: 31
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Luis Carrillo y Sotomayor
Sonetos Edición de Ramón García González
Barcelona 2024
Linkgua-ediciones.com
Título original: Sonetos.
© 2024, Red ediciones S.L.
e-mail: [email protected]
Diseño de cubierta: Michel Mallard.
ISBN CM: 978-84-9007-021-5.
ISBN tapa dura: 978-84-1126-608-6.
ISBN ebook: 978-84-9007-6460.
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Créditos 4
Brevísima presentación 11
La vida 11
Sonetos 13
I. Al ejemplo de cosas que fueron y se acabaron 15
II. A un chopo, semejante en desgracia a su amor 17
III. ¡Con qué ligeros pasos vas corriendo! 19
IV. No sólo envidia al suelo, no envidiada 21
V. Pues servís a un perdido 23
VI. Al taparse y destaparse de una dama 25
VII. A un olmo, consolando su mal 27
VIII. A las penas del amor inmortales 29
IX. Hablando un ausente a la fuente 31
X. A una ausencia, partiéndose en galeras 33
XI. A los despojos del rayo de Júpiter 35
XII. Al cuidado de la memoria del amor 37
XIII. El desengaño de la fiereza del amor 39
XIV. A la sentencia que dieron a Sansón los jueces 41
XV. A la flor de la juventud 43
XVI. A la fama de un varón ilustre 45
XVII. A unas flores presentadas 47
XVIII. Persuadiéndole a su humildad al Betis 49
XIX. Al sepulcro de un varón ilustre 51
XX. A la suerte de los celos de su amor 53
XXI. Al temor de la fortuna favorable 55
XXII. A la paciencia de sus celosas esperanzas 57
XXIII. Rindiéndole a amor su mal 59
XXIV. Pidiéndole piedad de sus males al amor 61
XXV. Al enojo de la fortuna en sus penas 63
XXVI. A la planta de Celia en Guadalete 65
XXVII. A un retrato 67
XXVIII. A la vista de Celia 69
XXIX. A la virtud que alcanza lo dificultoso 71
XXX. Al temor de un amor desengañado 73
XXXI. A su amor en sus males, sin remedio 75
XXXII. Al despedirse un amante 77
XXXIII. A la muerte de una dama 79
XXXIV. Al mediano remedio de su amor 81
XXXV. Comparándose con Faetón en su mal 83
XXXVI. Epitafio a Pompeo el Magno 85
XXXVII. A sus enojos imposibles de vencer 87
XXXVIII. A la muerte de Lisi 89
XXXIX. Despídese de su musa Amor 91
XL. A la ausencia que consoló su esperanza 93
XLI. A la muerte de un hombre docto 95
XLII. Excusando algún descuido de su amor 97
XLIII. Retrato a la hermosura de Celia 99
XLIV. A un limón que le arrojó una dama desde un balcón 101
XLV. A Dafne y Anaxarte 103
XLVI. A Tisbe 105
XLVII. Al desengaño de los peligros de la mar 107
XLVIII. A la memoria de la muerte 109
XLIX. A las prisiones del amor, imposibles de romper 111
L. A la mudanza del tiempo 113
Libros a la carta 115
Luis Carrillo y Sotomayor (1585-1610). España.
De familia noble, era hijo de Fernando Carrillo y de Francisca Valenzuela y Faxardo. Estudió en Salamanca antes de iniciar la carrera militar en la Marina.
Fue caballero de la Orden de Santiago y comendador de la Fuente del Maestre. La poesía de Carrillo fue antologada por su hermano Alonso en Obras de don Luis Carrillo y Sotomayor, Madrid, 1611.
El conceptismo y el culteranismo tienen en Luis Carrillo un precedente de referencia.
El imperioso brazo y dueño airado
el que Pegaso fue sufre paciente;
tiembla a la voz medroso y obediente;
sayal le viste el cuello ya humillado.
El pecho anciano de la edad arado, 5
que amenazó desprecio al oro, siente,
humilde ya, que el cáñamo le afrente,
humilde ya, le afrente el tosco arado.
Cuando ardiente pasaba la carrera,
sólo su largo aliento le seguía; 10