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En el deslizarse de la pluma de María Esther Verón, conviven dos fuerzas arrolladoras. Por un lado, el juego de los sonidos: la belleza rítmica de las sílabas, que saltan y cantan, y así forman un collar de palabras poderosas que aprietan en la garganta la emoción vibrante. Emoción de vida ajena y propia, emoción de leerse en cada línea. Y, por el otro, la lucha histórica y actual de un pueblo que no agacha la cabeza ante el poderoso, que no se resigna a las migajas, que sigue blandiendo el grito ante la injusticia. Pueblo que honra y defiende su pasado, su tierra y sus gentes porque sabe que de eso está hecho y que no existe fuerza en el mundo que pueda callar las voces. Palabras escritas en los muros o en papel; palabras levantadas en carteles o lloradas a viva voz; palabras de poesía o de resistencia… no importa dónde, siempre serán nuestras mejores armas.
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Seitenzahl: 81
Veröffentlichungsjahr: 2025
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Soy tu pluma envuelta en la luna
Soy tu pluma envuelta en la luna
María Esther Verón
Verón, María Esther
Soy tu pluma envuelta en la luna / María Esther Verón. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Tercero en Discordia, 2025.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-631-6658-61-6
1. Poesía. I. Título.
CDD A861
© Tercero en discordia
Directora editorial: Ana Laura Gallardo
Coordinadora editorial: Ana Verónica Salas
Corrección: María Fernanda Rey
Maquetación: Ana Verónica Salas
Diseño de tapa: Rocío Deluca
www.editorialted.com
@editorialted
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.
ISBN 978-631-6658-40-1
Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723.
Hoy es un día de agradecer
a los seres que acompañan
este segundo libro de poesía.
Primeramente, a mis hijos,
Sergio Facundo Duarte,
Julieta Romina Duarte,
Tomás Alejandro Godoy. A mi inspiración, que me acompaña desde el primer libro
y en este de hoy. Agradecer además a la familia, amigas, amigos y a quienes están dentro del proyecto, participando del nuevo sueño.
A Luz María Mikanos, amiga, poeta, correctora. Luz es la persona que me invita a hacer la corrección de las poesías; me va llevando desde su corazón a mejorar y aprender;
para ella, mi fraterna gratitud.
A Daniela Viviana Duffy, amiga y diseñadora de las tapas. Dani saca de su galera las tapas para el libro. Gratitud, amiga, por tu magia.
A Irina Rodríguez, amiga, periodista, la persona que aceptó el desafío de organizar los poemas.
Quisiera decirles a todos que no hay un mundo posible sin los otros;
la vida se manifiesta ante nuestros ojos en cada persona, ¡en su amor!,
en su generosidad de brindar para poder llegar a lograr esta quimera de corazón.
María Esther Verón. Poeta realidad
Este es el segundo hijo literario de una gran poetisa, que conquista por lo natural y espontáneo de sus rimas.
El primer libro, Desnuda. Descalza, la muestra genuina y libre en su sentir, tocando el alma con sensaciones.
Hoy presenta, ya con conocimientos de gramática y una mayor claridad y coherencia, Soy tu pluma envuelta en la luna. En esta obra magnífica recorre el mundo interior y exterior como una experta navegante de la realidad, y nos trae una joya poética de la que tengo el honor de ser la presentadora.
Una gran autora asoma al universo de la poesía, dejando con cada una, una enseñanza y una vivencia marcada de realidad. Gracias, María Esther, por poner tu alma al desnudo.
Luz María Mikanos
En algún lugar, lo sé,
él está con su sonrisa,
con sus manos abiertas
y el ceño relajado.
Sin llevar
oro ni plata,
simples baratijas,
tampoco son de alpaca.
Me llega la noticia
de que él camina hacia mí
y lo descubriré
al levantar la mirada.
Sentiré cómo toca su rostro
la brisa,
ella acaricia sus penas
también sus heridas al viento.
Tantas veces,
como interminables
días y días.
Aún todo y nada,
él sigue con esos ojos
de hombre creador.
Creador de quimeras
con plumas de sus alas.
Y heme aquí sentada
en la puerta de mi alma,
observando el horizonte,
en espera del que ama,
quien vive en los sueños,
envuelta en la magia del presente.
Sostenía entre sus manos
una hoja de otoño.
Acarició la hoja
y sintió la voz del hombre.
No me sueltes,
te lo ruego, por favor.
Quiero seguir sintiendo
tu tibieza,
tu calor.
Ese lamento la invadió,
no comprendía qué pasó.
No te asustes,
le dijo la voz.
Le pedí refugio a la Pacha,
ella en hoja me convirtió.
Continuaba caminando
él seguía con su relato.
Una mañana me encontraba
desolado por la lejanía del amor,
sin saber qué hacer
por tanto dolor.
Me interné en el bosque,
me abracé a un árbol.
Allí lloré
sin consuelo.
Al observar el suelo
vi con sorpresa…
surgió de sus entrañas la Pacha,
preguntó qué pasó.
Atenta escuchó
el relato.
Luego preguntó
qué deseaba hacer...
Estaba tan decidido,
le dije ser parte
de la naturaleza:
sentirme vivo...
Hay personas que no eligen
un mar
ni un océano...
Eligen una gota,
pero solo una gota
de la lluvia,
del rocío,
de una ventana.
De una hoja,
de ella bebió
el colibrí.
Y cae en el ala
de una mariposa.
Ella se eleva,
la deja en otra hoja.
Ella se traslada,
se hace lágrima
sin ser derrota.
Ellos, en el parche de Humahuaca
y en todo lugar;
ellos a la venta.
Y en alguna ocasión ser el obsequio
para alguien,
incluida una sonrisa
y algunas palabras.
Y si me pongo a pensar,
dándole más sentido,
alivianar el camino
de algún espíritu errante;
como también de alguna manera lo es uno.
Quizá por ello
se reconoce al trashumante,
¡que parece, pero no es!
Y va alumbrando la vida...
brindando la mano, construyendo puentes;
observador, absorto y piadoso.
¡Qué magia la del ser humano!,
¡qué capacidad de brindar
las simples cosas!
Nadie está fuera del núcleo,
somos un todo indivisible,
multiplicado por el egoísmo;
a pesar de él...
formamos
y seguiremos siendo
un solo cuerpo,
un solo ser,
una sola alma.
Trayendo en sí
la mirada
del sueño y el soñador,
desde el principio
al final,
llegando con el corazón,
con un único cuerpo
del que todos participamos
siendo pequeñas partículas
de esa totalidad
de un organismo natural.
Fluimos en todas partes,
sincronizados con el cosmos;
en sonoridad.
Quizá por eso
un solo pensar en unidad
puede transformar el mundo.
Observo tu rostro,
allí me encuentro con vos
y tus ojos,
viendo cómo rescatar los sueños rotos.
Y en ese queriendo,
siendo,
salvar del fondo del mar
la quimera,
casi ahogada,
casi náufraga.
Un esfuerzo y un poco más,
aún los brazos adormecidos
de sostener
algo de lo que tenga sentido.
Leyes naturales,
valores que tienen
que resignificarse;
en tiempos de te prohíbo
sentir, humano.
Me dirijo
antes que nada al cielo.
Levantando la frente
ruego por mi humano
y por tantos otros.
Nada imposible
para el Gran Espíritu,
nada de nada.
Más cuando
nos entregamos
a la paz,
descubierta
en nuestra casa,
donde todo lo habita.
Quien llore
en un rincón
de su alma
sepa pedirse perdón;
salga a la vida
observando lo creado.
Porque todo está ahí,
latente y profundo,
tan la Madre Tierra,
Pachamama.
Ella es humanidad.
Se ve en el amor,
que prevalece.
En la dulzura de la niñez,
en la alegría que genera
ver cómo junta
flores entre sus manos.
Caricia que borra
la huella del dolor.
Sentido en uno,
sentido en todos.
Somos parte
del todo y la nada,
pensados como cuerpo.
Pero fuimos
(somos)
energía de amor.
En todos los idiomas
y en ninguno.
Porque él no necesita
palabras:
está en cada mirada.
Dejaste en tus hijas
hijos,
tu simiente,
tu raíz,
tu semilla.
El legado de la tierra,
el silencio de siglos,
el reclamo del origen.
Vos, guardiana de coplas,
ceremonias
y carnavales.
Vos, noche de Killa estrellada,
vos, día de Inti iluminado.
Allí tu puna,
tus llamas,
tus ovejas,
tu alma enamorada.
Suenan las cajas
en llanto de lamento.
Se fue la mamacha,
se la llevó el viento
que llegó del norte.
Así vuelve
a su territorio.
La extrañarán
la hoja de coca,
las ollas,
las tazas,
las cosas,
la casa de adobe
sin muralla.
La recibirá la montaña
a la hija de la Pacha
mientras el cóndor pasa.
Dejaste que me instalara
en tu corazón,
en tu esencia de hombre;
allí encontré un valle
frondoso,
profundo,
con sus árboles...
¡cargados de hojas
con historias!
Son páginas.
Son pájaros de otoño.
¡Vuelan!,
llevando las poesías
para cada ser dormido;
brindando refugio
en la palabra.
Sean ellas el consuelo,
el abrigo,
a quien se le cayó el nido.
En la noche de tormenta
cargada de un tortuoso silencio,
¡allí vos!,
en ese hastío,
ante un egoísmo
sin sentido.
Caminando,
observando
cuánto has perdido...
¡Tanto como te ha dolido!
Sin que nadie
comprendiera
el llanto,
el enojo
de quien
no posee nada...
Solo un corazón
y un alma.
Pensando cómo,
así nadie
se siente ofendido.
Hay personas
que nos adivinan,
nos nutren,
nos ponen en guardia.
Proponen,
al conocer sus propias luchas,
seguir caminando,
construyendo la historia.
No la del egoísmo necio
y devastador,
que solo ve su propio ombligo.
Sí la de caminar una plaza,
girando en ronda,
multiplicando
con ellas, ella...
¡pañuelos de bandera!
Nada ha sido por nada,
ha sido por todo y por todos,
con una mirada profunda
de los pueblos oprimidos,
masacrados...
Ante el despertar
de una realidad de pobreza
planificada,
construida por unos pocos
para vivir de ella.
Hebe eterna,
seguiremos tus pasos
en cada cartel con gritos...
¡Qué viva la revolución!
Revolución,
camino,
pensamiento
y esperanza.
Parte el rayo
Para saber uno
cómo es todo,
se viaja en el aire,
se siente en las hojas;
ellas cuentan,
ellas hablan.
Llueve en la madrugada,
se arma la tormenta;
parte en dos el rayo.
Parecieran momentos
que son causa y efecto
de ir
y volver
por el mismo sendero,
como buey calzando
un día más de designio.
¡Fabricación de realidad
agota a una mente emocional!
Venida a vivir.
Amor y paz.
El universo
hace que amanezca
y genera
una nueva oportunidad.
¡Confía en el despertar
del ave fraterna universal!
Vinimos en un sueño
de existir,
y así sanar
la información ancestral.
¡El egoísmo tomó la existencia!,
en medio del camino,