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En este Material de Lectura de la serie Vindictas. Poetas Latinoamericanas, la poeta Claudia Posadas ofrece a las y los lectores una muestra de la poesía de la autora Stella Díaz Varín, figura señera de la poesía vanguardista de Chile.
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Seitenzahl: 31
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Nota introductoria Stella Díaz Varín, un canto sibilino del desenmascaramiento
Claudia Posadas
De Razón de mi ser (Obra reunida)
Razón de mi ser
Corazón anclado
Advenimiento
De Sinfonía del hombre fósil (Obra reunida)
Cantos de Anadir (fragmento)
Introducción al vértigo (selección)
De Tiempo, medida imaginaria (Obra reunida)
Cuando la recién desposada
La casa
Ven de la luz, hijo
Narciso
Cuando bajó del mar hacia la tierra…
Epílogo
De La Arenera (tríptico) (Obra reunida)
La Arenera (fragmento)
De Los dones previsibles (Obra reunida)
Albedrío
La palabra
Profecía
Dos de noviembre
Diálogo
Trasluz
Los dones previsibles (selección)
Notas al pie
Aviso legal
Claudia Posadas
Stella Díaz Varín (1926-2006) fue una poeta chilena de soberana altivez y cabellera de rojo fuego desafiante que con sus potencias desinstaladoras como raison d’être, con sus palabras replicantes y su resistir disidente, incendió las máscaras del lenguaje, las máscaras de lo innoble y de la vileza humanas, las máscaras de los órdenes masculinos y, sobre todo en nuestra latinoamericanidad, la gran máscara colonizadora de un sistema económico global que oprime a los seres.
El suyo es un malestar de existencia que reconoce, en permanente atención (“Yo soy la vigilia,/ Ustedes/ Son los hombres castigados, (…)/ De gestos oblicuos”),1 los signos constrictores de esas forjas civilizatorias donde no cabe ni vale la justicia, la virtud, vieja amiga, la libertad y la palabra de la tribu, su estrategia vital. Como dice Eugenia Brito, una de sus más importantes antologadoras: “Stella se sabe colonizada (…) pero intenta horadar esa cultura no sólo con su escritura, sino con su vida, (…) Esa fue su fuerza, su gran poder creador transmitido a través de su poesía y de sus maneras de emergencia social”.2
Este cuestionamiento abarca al individuo entendido como entidad finita, lo que implica una pregunta, acaso una búsqueda, sobre algo más allá que la poeta sólo prefigura: “la contextura de Dios/ tan difusa”.
En ese orden se le ha señalado como “metafísica, religiosa y/o existencial”, acorde con lo dicho por el poeta Andrés Morales, citado por la académica Rosa Alcayaga, una de las más relevantes pioneras en el estudio de esta obra, quien deriva esta concepción hacia un tono mayor al afirmar que la poesía de Díaz Varín podría adscribirse a un “cierto orfismo”.3
En efecto, dicho orfismo atañe a determinadas corrientes literarias en las que éste fluctúa al igual que la escritura de Varín, la cual, como toda la poesía latinoamericana de aquel tiempo, abreva de las vanguardias y la que, en su caso, adquiere visos neorrománticos de los simbolistas y surrealistas franceses, y de los poetas malditos.
Sin embargo, Stella se apropia de ello a partir de un universo propio, conformando una poética de corte hermético, incluso gnóstico, muy distinta a la de sus contemporáneos, quienes navegaban en una “poesía urbana y lárica”,4 por lo que no fue entendida en su magnitud. No obstante, en retrospectiva, esta obra se revela como un gran ascendente en la poesía de Chile. Como afirma el crítico y antologador de la poesía chilena, Naín Nómez, Díaz es la “continuadora creadora de la gran tradición poética de las vanguardias y más específicamente del surrealismo, pero a partir de una escritura, que con sus propias huellas va trazando un camino (…). En esa línea representó un aporte original, personal, (…) como una precursora fundamental…”.5