Subiendo el balón - Chema de Lucas - E-Book

Subiendo el balón E-Book

Chema de Lucas

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Beschreibung

Este libro es a la vez memorias y crónica de lo escondido. En él, su autor levanta la cortina y deja ver lo que hay entre las bambalinas, cómo germinan y crecen las noticias que llegan al público ya formadas. Los jugadores no son el elemento central, sino el ingrediente imprescindible de una actualidad que debe ser contada y que se desvela entre rumores, medias frases y fuentes cultivadas durante años a las que se retribuye con lealtad y discreción. Así, Subiendo al balón habla de baloncesto, claro, pero también es reflejo de inquietud, de pasión y de vocación vividas día a día.

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Primera edición: marzo 2024 Campaña de crowdfunding: equipo de Libros.com Imagen de la cubierta: Irene Escribano Jara Maquetación: Álvaro López Corrección: María Luisa Toribio Revisión: Víctor Rojas

Versión digital realizada por Libros.com

© 2024 Chema de Lucas © 2024 Libros.com

[email protected]

ISBN-e: 978-84-19999-19-1

Chema de Lucas

Subiendo el balón

Una vida ligada al baloncesto

A mi madre, que no ha visto publicado este libro pero que ha visto cómo he hecho real mi sueño de dedicarme al baloncesto.

Como ella decía a sus amigas cuando estaba en la universidad: «Hace baloncesto y en su tiempo libre estudia Derecho». Te quiero, mamá.

«Lo primero que tiene que conseguir un periodista es la credibilidad».

José María García

Índice

 

Portada

Créditos

Título y autor

Dedicatoria

Cita

1. Comienzos

2. Entre gigantes

3. Twitter como cuartel general

4. Segunda etapa

5. Las Ligas de Verano… y el cambio horario Madrid-Las Vegas

6. El agitado verano del Barça

7. El timing y las citas

8. Volver a intentarlo otra vez

9. ¿Curiosidades o casualidades del destino? La televisión

10. El día a día de una temporada más

11. Vasos comunicantes

12. Más que baloncesto

13. El corto y medio plazo durante las temporadas

14. La NBA esquilmando Europa, capítulo 1

15. Banquillos, redes y otras periferias

16. La explosión de 2017

17. Verano: Barça, Baskonia y helados

18. Volar en solitario

19. El alero que siempre sonó, pero que nunca jugó en Vitoria

20. Las sinergias

21. Seguir las noticias hasta el final

22. Temporada 2018-19: de la vuelta de Mirotić al nuevo destino del Chacho

23. El tiempo da y quita razones

24. Baloncesto en tiempos de pandemia…

25. … y mercado en tiempos de pandemia

26. Las pistas para investigar

27. Retomando la normalidad

28. Vuelta a la arena periodística: Eurohoops

29. Una cena, un restaurante italiano y una noticia

30. Una terraza, unas raciones y otra noticia… no esperada

31. La primicia que iba a cambiar mi vida

32. Epílogo

1. Comienzos

 

¿Y cómo empezó todo? ¿Cómo comenzó el idilio con la pelota naranja? No lo recuerdo, la verdad. Sí me acuerdo de comenzar a jugar al baloncesto en las escuelas de la Diputación de Guadalajara, pero como el típico deporte al que te apuntan tus padres, como una extraescolar más a esa edad, los siete u ocho años, en los que apenas puedes respirar (que si piano en el conservatorio, que si catequesis, que si baloncesto…), pero eres feliz. No piensas en nada, no tienes tiempo para nada que no sea un horario tasado, pero eres feliz.

Me vienen a la memoria Pepe Peinado, Aurelio Zapata y Raúl Jiménez como primeros entrenadores los dos días por semana en el Polideportivo San José, en el que uno sudaba como un pollo. Era lo que más hacía, sudar. Luego llegaría lo de ocupar las casillas, los espacios… Y de ahí, a competir en la cantera del C. B. Guadalajara. No os voy a engañar, siempre en los equipos B. Nada de A. Uno era justo jugando. Escolta tirador más que metedor.

Fueron pasando los años, tantos madrugones los sábados para ir a jugar en canchas de cemento a la intemperie, en pabellones perdidos, en pueblos… Luego, los recuerdos más nítidos de la edad cadete-junior (entre quince y dieciocho años). Cuando la cosa de jugar se ponía más seria. Cuando pasabas de entrenar dos días a tres para preparar los partidos. Cuando entrenábamos los viernes por la tarde al salir de clase y cuando alguien como Kiko Leal, que en aquella temporada de la recién creada LEB-2, temporada 2000-01, era el entrenador del primer entrenador del C. B. Guadalajara y a la vez el de mi equipo de cantera, empezó a dejarme huella.

Ahí se empezó a prender la mecha. Esa sinergia con el primer equipo de la que tanto hablamos, de tener referentes y espejos donde mirarnos, hizo clic. Los viernes, ese día magnífico para ver baloncesto que instauró la FEB con sus LEB antes que la Euroliga, me llevó a identificarme con mi equipo en un Polideportivo San José donde, al margen de verme reflejado en los jugadores de la casa y los de fuera (siempre recordaré a aquella primera pareja de extranjeros formada por Tony Smith y John Floyd), viví en primera persona la sensación en vivo del baloncesto.

Recuerdo que Kiko Leal nos insistía en que no nos diera miedo ir por la calle botando el balón de baloncesto, porque era importante cogerle el tacto. El mío, por cierto, era uno de los Miami Heat rojo y negro con el logo de la franquicia y las características llamas. Un día, al llegar a casa, mi padre me dijo: «Tanto que vas con el balón de baloncesto, que entrenas, que juegas, y no te paras delante de la televisión a ver un partido». Creo que mi padre nunca se ha arrepentido más de una frase. A partir de ahí me hice un fijo de la pequeña pantalla.

En casa había Vía Digital, por lo que mi primer enganche fue a una competición recién creada llamada Euroliga, que se emitía entre semana en unos canales llamados Gran Vía (sumadle el número que queráis), competición que acabó ganando en su primera temporada de existencia la Virtus de Bologna, entonces Kinder, en un playoff a cinco partidos al Baskonia, de aquellas TAU, y con nombres propios como Ginóbili, Rigaudeau, Jaric, Andersen, Griffith… Imaginaos la cantidad de cintas de vídeo para grabar tantos partidos de los representantes españoles narrados por Fernando Ruiz, Luis Jiménez o Albert Arranz, entre otros, y comentados por Pepe Laso, Moncho Monsalve o Mario Pesquera.

Poco antes, Telefónica había iniciado un proyecto piloto llamado Imagenio para probar la banda ancha y la televisión a través de IPTV. Para ese proyecto, con usuarios repartidos por capitales de provincia, se incluyó a mi bloque de viviendas, donde vivían empleados de la empresa, entre los que se encontraba mi madre. Pero mi gozo seguía en un pozo: ni Liga ACB ni NBA. Ardua tuvo que ser la negociación con mi progenitora, el laborioso tira y afloja ayudado por mis buenas notas, hasta conseguirlo, porque quería seguir viendo más y más de ese maravilloso deporte y completar mi fin de semana ideal.

Y es que los viernes eran un gran día, porque se acababan las clases y llegaba el fin de semana, momento en que un chaval de quince o dieciséis años de la época salía del colegio y hacía una primera parada en el videoclub antes de llegar a casa. Pero no para coger una película, no. Por entonces se alquilaban… ¡los videojuegos! Y se disfrutaban los fines de semana. Después de comer, a entrenar. Y pronto. ¿Por qué?

Porque, a las seis de la tarde, Canal+ emitía su compactado (partido sin tiempos muertos ni pausas) de la madrugada anterior y todos nos quedábamos con los ojos como platos viendo a Montes y Daimiel recién llegados del entrenamiento con nuestras zapatillas rojas y blancas And1. El desembarco de Pau Gasol, E. T., ayudó y mucho a que quisiéramos seguir las andanzas de un español en la mejor liga del mundo, que era capaz de posterizar a Kevin Garnett.

No había League Pass y, si querías ver algo más de lo que se podía, solo te quedaba recurrir a Pontel, que vendía desde Estados Unidos los VHS aunque tardaran en llegar. Y, para acabar el día, al San José a ver al equipo competir a las nueve en primera persona y presenciar cómo se salvaba del playoff de descenso en su primera experiencia en la LEB-2, ahora LEB Plata, en un partidazo frente al Universidad Complutense de Miguel Ángel Martín (QEPD) y Nacho Yáñez.

Euroliga, NBA…, pero faltaba la tercera pata. Y esa llegó con el desembarco de Canal+ en casa. Una tarde, después de quedar con los amigos para jugar a videojuegos (no se podía jugar online, ya que eran los tiempos de la primera tarifa plana de las seis de la tarde, que tardaba muuucho en conectarse a través del módem de 56 k y sus sempiternos pitidos), llegué a casa sobre las siete. Conecté el decodificador y me encontré una careta con cuadros naranjas-grises-negros-blancos y un logo desconocido: ACB+. Cuatro flashes informativos, dos a dos de cada equipo, unas imágenes de una ciudad y una música, The Final Game, de la película Rudy, acompañando a un plano de una cámara fija en un pabellón. Era el sello de las retransmisiones deportivas de Canal+ comandadas por Víctor Santamaría, con el que años más tarde comentaría su último partido antes de la jubilación, y el tándem Sixto Miguel Serrano-Epi. No había más que hablar. Había empezado un viaje que no sabía a dónde me iba a llevar.

El boom de la revolución digital con la generación del uso de internet favoreció mucho a nuestro baloncesto. La red se convirtió en una gran cantera de periodistas y en una vía de la expresión de talento de jóvenes que buscaban un espacio en el que hacerse un hueco. Así cuento hasta dos generaciones de las que se han nutrido desde instituciones de nuestro baloncesto en sus gabinetes de comunicación hasta medios a los que había llegado el momento de dar el relevo generacional. Sin redes sociales aún, las webs o portales congregaban a multitudes de fans.

No recuerdo cuándo se inició mi idilio con Solobasket.com, pero lo que sí recuerdo es que fue una gran piedra de toque en la que empezar, y desde abajo. La proximidad y la cercanía tan importante al baloncesto profesional, al haber nacido en una ciudad que suspiraba por ese deporte, con un ascenso no materializado a la ACB en 1993, me había abierto la puerta. La puerta a colaborar cubriendo esa LEB-2 y coordinarla. La primera noticia, el 22 de agosto de 2003, coincidiendo con el inicio de los amistosos y las pretemporadas. A partir de ahí, más de 3262 contenidos con más de 20 millones de visitas para acabar como segundo colaborador histórico en el ranking.

Cubrir el nicho de las competiciones FEB no era sencillo. No había webs, muchos de los equipos no tenían. Empezaban a llegar las notas de prensa vía mail, pero los foros e incluso los chats eran la gran fuente de información. Recuerdo en especial el de la web de Javier Imbroda (QEPD), que me permitió conocer, además de a un gran entrenador, a una gran persona. Hasta recuerdo que organizamos alguna comida en una Copa del Rey.

Pero empezar desde abajo me hizo crecer, como lo iban haciendo, en paralelo, los compañeros de viaje: jugadores (Rafa Martínez estaba cedido en el Valls y Tiago Splitter en el Bilbao, ambos equipos de LEB-2), entrenadores (por aquellos años, Txus Vidorreta entrenaba en La Palma y Bilbao entre LEB-2 y LEB, Moncho Fernández a Los Barrios en LEB y Carles Duran dirigía al filial del Joventut, el Prat, en Liga EBA, que conseguía ascender a LEB-2 en 2006 en Guadalajara), clubes (véase el ejemplo del Canarias, Lenovo Tenerife en la actualidad) o agentes.

Hasta recuerdo uno de los primeros partidos de Pablo Laso como entrenador: en el polideportivo San José el 24 de enero de 2004, dirigiendo al entonces Cerámicas Leoni Castellón e imponiéndose al Rayet Guadalajara por 68 a 80 con unos jóvenes Álex Urtasun y Óliver Arteaga. Había llegado en diciembre de la mano del Pamesa Valencia para salvar al equipo del descenso, y lo logró, quedando dos triunfos por encima del descenso que se jugaron el entonces Ciudad de La Laguna, ahora Lenovo Tenerife, y el Doncel de Villanueva de la Serena. Recuerdo que fue confirmado como entrenador del equipo para repetir la temporada 2004-05, pero sustituyó a Paco Olmos en el banquillo de los taronjas pocos días antes de que, curiosamente, el equipo vinculado disputara un amistoso… ¡en Guadalajara!

Y luego, la presencia de las diversas selecciones inferiores de España durante los veranos también me abrió el abanico, me posibilitó ver y conocer tanto a cuerpos técnicos como a jugadores.

Fueron muchos años, en total casi diez, colaborando. En ese periodo, ya me rondaba por la cabeza la duda de si podría dedicarme profesionalmente al baloncesto. No os puedo mentir: en todo ese tiempo, tienes tus altibajos, causados por la incertidumbre de si se va a ver cumplido tu sueño, tus dudas, incluso piensas en tirar la toalla. En paralelo, estudiaba Derecho y Administración y Dirección de Empresas en la Universidad Complutense. Fue una decisión de última hora: con dieciocho años, aún no tienes claro hacia dónde encaminar tu trayectoria profesional. Mi madre, con toda la razón, decía que mi hobbie eran las licenciaturas y mis estudios el baloncesto. Y es que a una madre no se la puede engañar.

En los cambios entre clase y clase bajaba a un poste de internet táctil en el que había que hacer cola para coger turno, pero que me permitía seguir la actualidad del deporte de la pelota naranja, ver las últimas noticias. Ya años antes, en la clase de Informática de Bachillerato, la profesora, ante la diligencia para completar las fichas, me dejaba siempre, mirando hacia otro lado, arrancar mirando los resúmenes de la NBA y las estadísticas de la madrugada.

Eran tiempos en los que ya íbamos dejando atrás los móviles ladrillo y algunos usábamos las primeras Blackberries con su Messenger, una aplicación de mensajería instantánea parecida a lo que después sería WhatsApp. Hablando de Messenger, ¡lo que nos dio de sí el del ordenador! Me permitía contactar con entrenadores, jugadores y compañeros de la web. Pido perdón desde aquí por mi insistencia cuando se instauraron los zumbidos en la aplicación, pero fue una herramienta vital porque todo el mundo estaba en ella y la tenía abierta.

Fueron años de picar mucha piedra y de mucho aprendizaje. Recuerdo la paciencia de mi interlocutor en Solobasket.com, Santi Rodríguez, y el trabajo, como si de un guardián de la RAE se tratara, del que bautizamos como Señor de las Comas, Jaime Martínez Lafargue. Y también me acuerdo de cubrir mis primeros partidos en Liga Endesa o de mi primera Copa del Rey, la del Unicaja de Scariolo campeón en Zaragoza en 2005, una ciudad que me trae recuerdos especialmente buenos porque mi primer viaje baloncestístico había sido pocos meses antes, curiosamente el verano anterior (2004), al mismo lugar, el Príncipe Felipe, para ver in situ a la España Sub-18 de Sergio Rodríguez, Carlos Suárez o Sergio Llull que se proclamaría campeona de Europa con una apabullante superioridad sobre sus rivales.

El baloncesto, al margen de deporte, para mí son las vivencias y las personas. En aquel campeonato, por ejemplo, conocería a Quique Peinado y Emilio Cobos, por aquel tiempo enviados especiales de la revista Gigantes, a Antonio Rodríguez, entonces en Canal+… Benditas cenas a deshora en el VIPS de la plaza de Aragón, junto al paseo de la Independencia, tras completar la jornada, pese a estrenarme pidiendo una lasaña que creía de carne y era de espinacas, y seguir la corriente de Cobos y escoger un yogur bio de la época.

Hicimos de la web una referencia en las competiciones FEB, no solo para los seguidores, sino también para los profesionales, que la usaban para informarse en el día a día, incluidas presencias en las Final Four de Cáceres o Fuenlabrada (en la que perdí el DNI nada más llegar y tuve que ir a denunciarlo a comisaría para hacer el check-in), con los ascensos de las tres LEB en juego; comenzaron a llegar las incursiones en el mundo del insider, del adelantar noticias, especialmente, fichajes. Pero había mucho trabajo detrás.

Recuerdo cómo se convirtieron en imprescindibles nuestras tablas de mercado, para seguir los movimientos, y las guías de inicio de temporada, para situar a los equipos y las plantillas. Al principio, me hice cargo de la LEB-2 y de sus resúmenes de jornada cada fin de semana, un trabajo arduo porque no había acceso a todos los partidos, como ahora, y luego coordiné a los colaboradores para elaborar el de la LEB. La introducción de una lista de correo para que todos estuviéramos interconectados ayudó.

En paralelo, la atracción que siempre sentí por el baloncesto de otras latitudes nos permitió abrir otras dos brechas: la del seguimiento de las ligas europeas y la de buscar españoles por el mundo baloncestístico, a imagen y semejanza del programa de televisión. Los éxitos de nuestras selecciones absolutas e inferiores abrieron la puerta de técnicos y jugadores de fuera de nuestras fronteras y, así, fuimos descubriendo sus aventuras fuera de nuestro país. Además, ver tanto baloncesto de otras latitudes me permitió ir metiéndome en el mundo de los vídeos y comencé a montar finales de partido (canastas ganadoras), highlights de viejos conocidos o de recién fichados o situaciones curiosas para ilustrar las noticias.

Respecto a los primeros scoops, primicias o exclusivas, en ese momento, probablemente, uno no era tan reflexivo y se tiraba más a la piscina sin medir las consecuencias y sin darse cuenta de que ponía en juego algo que creo que es importante y que se gana con el tiempo: la credibilidad. Pero estábamos empezando. Poco tiempo después tuve clara una regla que me ha acompañado siempre: no poner en peligro una operación por dar una noticia. No dormiría a gusto.

Y puedo sentirme afortunado, porque siempre he tratado de contrastar las informaciones de la noticia por todos lados y nunca me he sentido utilizado por ninguna de las fuentes. Otra cosa es que las operaciones, de una manera o de otra, no se acaben materializando. Hasta que los contratos están firmados…

Recuerdo algunas de las noticias que adelantamos en ese tramo final y que creo que, profesionalmente, me pusieron en el escaparate.

Temporada 2012-13. El Valencia Basket vuelve a sufrir problemas de lesiones, en este caso de Thomas Kelati y Stefan Markovic. Para cubrir las bajas, le ofrece un contrato temporal a Chris Quinn, un escolta estadounidense con experiencia en Miami Heat, New Jersey Nets y San Antonio Spurs, y que, sobre todo, los había castigado en la final perdida de la Eurocup en Moscú la temporada anterior con el Khimki ante los problemas de faltas de Planinic.

Hubo más. Eso sí, centradas en el tiempo estival. Verano de 2010. El Baskonia, entonces Caja Laboral, tenía que volver a reinventarse tras la salida de Tiago Splitter rumbo a los San Antonio Spurs. Su último descubrimiento vendría desde los Balcanes, otro de los grandes viveros, junto con Argentina y Sudamérica, en los que siempre ha pescado Alfredo Salazar. Fue un 27 de julio, a las doce de la noche, cuando lanzamos que la nueva perla del equipo vitoriano sería Nemanja Bjelica. Y lo aseguramos tajantemente, pese a haber sido recientemente elegido por los Wizards en la NBA y tener detrás de él a Regal F.C. Barcelona, Olympiacos, Panathinaikos, Unicaja o Benetton de Treviso. Y pese a lo que vendían medios locales o extranjeros. Acabó jugando en Vitoria tres temporadas antes de pasar por el Fenerbahçe turco como paso previo para desembarcar en la NBA y militar en Wolves, Kings y Warriors, con los que se coronó campeón de la NBA en 2022. La repercusión, más de 36.000 visitas de la época.

Un año más tarde, en 2011, el Barça tenía que reconstruir su juego interior. Renovado a Lorbek, con Fran Vázquez con contrato y sin Terence Morris, sacábamos a la luz el interés de los blaugranas por C. J. Wallace, al que todos los medios relacionaban con el Unicaja, condicionado a la consecución de un pasaporte comunitario que se encontraba tramitando. El ala-pívot acabaría firmando con el Barça… y abriendo la caja de Pandora del tema de los pasaportes.

«Albania me ofreció jugar en el equipo nacional, pero no hubo mucho entendimiento y luego el Congo se interesó por mí», reconocía en su presentación. Joan Creus añadía: «Nos llega con doble nacionalidad, y a nosotros nos va bien tras la aprobación del nuevo marco de contratación. Está dentro de la legalidad y no tenemos nada que decir». En definitiva, otros 30.000 pinchazos y un nuevo acierto.

El 22 de junio de 2012, día de mi cumpleaños, destapábamos el giro en los acontecimientos que daba la situación de Fabien Causeur, MVP nacional de la liga francesa. El escolta zurdo, que parecía destinado a recalar en el Bilbao Basket, veía cómo aparecía el Baskonia, entonces Caja Laboral, y se sumaba a la puja. Un par de días después, no oficialmente aún, se confirmaba el movimiento.

También recuerdo el seguimiento del fichaje de Dontaye Draper por el Real Madrid. Había renovado por el Cedevita croata hasta 2013, iba a lograr el pasaporte y jugar para la selección…, pero el 26 de marzo de 2012 aseguramos que, gracias a una cláusula de salida para firmar por un equipo Euroliga, se haría realidad. El 6 de agosto recuperamos la información para confirmar que el jugador llegaba en una semana para rubricar su 2+1 con los blancos.

De vez en cuando, también utilizaba mis propias redes sociales para dejar caer algunas cosas (por ejemplo, en abril de 2012, que a los árbitros iba a vestirlos Spalding a partir de la temporada siguiente) o enseñar la patita en ciertas situaciones en las que no podía contar mucho más (antes también había contado el cambio de balón en la web). Era el inicio de mi utilización de Twitter, que se convirtió en una gran herramienta para conseguir información, difundir noticias propias, generar contactos y relacionarme con los fans.

La noticia más grande de esta etapa, probablemente, una de mis últimas, a modo de despedida, se la cedí a mi compañero Igor Minteguía en la web. Fue sobre el bautizado como el Magic Johnson heleno. «Giannis Adetocunbo, griego-nigeriano, pretendido por Efes y Panathianikos, desembarcará en CAI Zaragoza», tuiteé a las siete y diecisiete minutos de la tarde de un 17 de diciembre. Nunca llegó a debutar en nuestro país, pero el resto es historia: MVP y campeón de la NBA con los Milwaukee Bucks. Guardo con cariño la camiseta dedicada por Giannis Antetokounmpo de la primera temporada en la mejor liga del mundo.

Era menos políticamente correcto; vamos, que tenía menos pelos en la lengua en la utilización de Twitter. ¡Sería por la edad! Pero me ha perseguido/ayudado/abanderado en todos los trabajos deportivos que he tenido el ser independiente por completo. Nadie me ha impuesto ni coartado de qué hablar, porque, sobre todo, creo que hay que ir siempre con la verdad de frente y por delante, y nuestro deporte, el baloncesto, es un deporte, por fortuna, blanco, alejado del mucho forofismo presente en otros.

Todas ellas fueron en el tramo final de mi estancia en Solobasket.com, hasta que llegó una llamada telefónica. Pero eso será material para otro capítulo.

En todo ese tiempo, hasta 2009, pude compaginar esta labor periodística con echar un cable en el extinto Club Baloncesto Guadalajara. Todo empezó el último año en LEB-2, el 2004-05, el más duro, que acabaría con el descenso de categoría. Uno había sabido colgar las botas a tiempo y reorientarse para ayudar en otra faceta baloncestística. Mi amigo Raúl Jiménez (QEPD), curiosamente el que me habló de Twitter por primera vez y me empujó a crearme la cuenta en enero de 2010, se había hecho cargo del primer equipo, y entre bambalinas intentamos ayudarle de la manera que podíamos Raúl Renales y yo, que, en un primer momento, llevábamos la web del club.

No existían las jornadas virtuales, lo más que ofrecía la FEB en su web era un cuarto a cuarto en el que se podían ver los marcadores parciales de los partidos. Nos dispusimos a hacer la nuestra con un cuadro de texto que actualizábamos a mano con lo que iba sucediendo en el partido, pero también había soporte de imagen gracias a… ¡una webcam! De las de la época, claro.

Ese periodo, antes de que desapareciera el club, me permitió conocer la labor al otro lado de la barrera y empatizar. Mandar comunicados, preparar ruedas de prensa durante la semana y post­partido, organizar entrevistas, elaborar una revista que entregábamos los días de encuentro… Pero no solo eso. Poco a poco fui ayudando en la construcción de las plantillas, lo que me llevó a hablar con agentes para buscar jugadores.

Así conseguimos, por ejemplo, fichar a Shane Lawal la temporada 2010-11, que luego sería Euroliga en la 2014-15 con el Sassari y después pasaría por el Barça, o a Zach Andrews, en la 2008-09, autor del considerado Mate del Siglo por la ESPN y que ejercería de doble del mismismo LeBron James en Space Jam II: A New Legacy.

Además, me permitía pisar parqué, estar en el día a día del funcionamiento del club, sentirme parte del equipo. Y eso conlleva interactuar con las personas más allá de una pantalla, vivir de cerca el mundo 1.0. Es lo que más echo de menos.

Pero la procesión, o la profesión, va por dentro (nunca he sabido cómo se dice bien). En lo deportivo, aunque luego nos repusimos, el descenso de categoría desde la LEB-2 en 2005 es lo más duro que he vivido nunca. Una eliminatoria a cinco partidos sabiendo que lo que más valor tiene es mantener la plaza, el mayor haber de un club. Luego volveríamos a ser equipo LEB e incluso disputar una Final Four, pero la posterior desaparición del club, aunque yo ya estaba fuera de él, fue un mazazo. Era lo único a lo que tenía un arraigo o sentimiento deportivo que se esfumó. Y con él solo quedaron los recuerdos, las experiencias y las vivencias que cimentaron el inicio de mi pasión por el baloncesto.

Creo que en todo este proceso, mis padres empezaron a darse cuenta de que lo del baloncesto iba en serio. Sobre todo cuando, en 2009, la Federación de Baloncesto de Castilla La Mancha me otorgó el Galardón a la Difusión del Baloncesto en Castilla-La Mancha y les hice ir hasta Alcázar de San Juan a recogerlo en la VII Gala del Baloncesto de Castilla La Mancha un 12 de junio, con el consiguiente calor. Fuimos en tren y la estampa la recordaré siempre: cruzando las vías para salir de la estación, mi madre en la silla de ruedas eléctrica y mi padre y yo arrastrando las maletas por toda la localidad hasta llegar al hotel.

2. Entre gigantes

 

Reconozco que la llamada de Gigantes del Basket me pilló por sorpresa. No la esperaba. Se produjo en enero de 2013. No fue difícil llegar a un acuerdo, salí de la primera reunión con la idea muy clara, convencido, y con la decisión tomada aunque no había dado la respuesta (siempre hay que hacerse algo de rogar).

Gigantes del Basket ya me había tanteado años atrás, de hecho había escrito una «Tribuna abierta» y me habían hecho un «Vicios pequeños». Pero la situación personal no era la más fácil. Aún estudiaba, y tener que ir a Madrid a pasar los fines de semana para participar en los cierres de revista cada semana sin tener la autonomía necesaria ni las comunicaciones apropiadas… no era fácil. Ahora era distinto. Días teletrabajando, otros días en la redacción, situada en la calle de Miguel Yuste, por lo que cogía el autobús hasta Canillejas y desde ahí el metro hasta Suanzes.

Yo era un consumidor fijo de la revista: cada martes, llegaba a primera hora en autobús al intercambiador de la avenida de América y lo primero, antes de coger el metro circular, la línea 6, era ir al kiosco de periódicos para que desempaquetara la recién llegada Gigantes. Desde ahí, los treinta minutos de viaje hasta Ciudad Universitaria se convertían en una burbuja del bullicio de Madrid y del quehacer diario mientras revisaba una por una las páginas.

Mi primera encomienda era sencilla: la revista había pasado de semanal a mensual unos meses antes, en noviembre de 2012, por lo que había que dotar de contenido a la web en el día a día. En la página, hasta ese momento, con las necesidades del trabajo en la elaboración del semanal, apenas había contenido, al margen del sumario con lo que llevaba cada número, por lo que había que construir de cero. Para que os hagáis una idea, pese a ser la única revista de baloncesto, en Twitter solo contábamos con 19.000 seguidores.

Las intenciones estaban claras desde la presentación del nuevo formato de revista. «Hoy sale a la venta el primer número mensual de su historia, tras 1405 semanas acudiendo cada martes a su cita con los kioscos. El paso de semanal a mensual es una lógica adaptación a los tiempos. Internet ha cambiado la manera de informarse del aficionado y es una batalla perdida seguir tratando de competir con la información al instante con una publicación semanal. Esa tarea será de la web, www.gigantes.com, en proceso de rediseño, y de las redes sociales, sobre todo Twitter (@GIGANTESbasket) y Facebook, que también aspiran a ser referente de todo lo que pasa, minuto a minuto, en las canchas de todas las competiciones», rezaba el comunicado.

Fue un gran aprendizaje desde el inicio. Recuerdo que César Nanclares, director de la publicación, me explicaba que en los textos tenía que contar las cosas como si se las estuviera diciendo a mi padre, desprendiéndome de la jerga jurídica que me acompañaba y escribiendo más llano. En ese arranque fue clave Marc Amposta, que llevaba con César TUBASKET.com y que después se convertiría en apoyo fundamental y sobre todo amigo.

Con mi incorporación, el 14 de enero de 2013, llegó un pan bajo el brazo en forma de información. Un movimiento a tres bandas, como una auténtica carambola, difícil de producirse pero no imposible. Recuerdo a César preguntarme: «¿Estás seguro?». Yo: «Sí». «Pues p’alante», respondió.

El Barça buscaba un escolta que apoyara a Juan Carlos Navarro en el juego exterior y retomaba el interés por Brad Oleson, que había debutado en ACB en las filas del Fuenlabrada en 2008 logrando la nominación como candidato a Jugador Revelación junto a Joel Freeland, Sergio Llull, Pau Ribas y Pablo Aguilar tras haber sido el segundo máximo anotador de la competición, con 18,1 puntos por partido. Fichado por el Real Madrid en el transcurso de la temporada, nunca llegaría a debutar con los blancos al no verle preparado Ettore Messina y preferir un intercambio con el entonces Caja Laboral por el que recibían a Pablo Prigioni y Sergi Vidal. En octubre de 2009, Oleson juraba la Constitución y obtenía la nacionalidad, logrando el título de Liga e imponiéndose en la final precisamente al Barça.

Y con la primera gran noticia llegaba la primera repercusión. «Según apuntaba ayer Gigantes del Basket, los dos clubes han reactivado la operación. Las circunstancias son ahora más negativas que en verano, ya que a los obstáculos de entonces se une ahora el hecho de que Oleson no podría jugar la Euroliga, pues el cambio de equipo tiene como límite el inicio del Top 16. Desde el Barça ven casi imposible que el escolta de Alaska acabe en el Palau y han girado sus ojos hacia Estados Unidos», decía Mundo Deportivo en su edición del 15 de enero.

Ese mismo día era el sorteo de la Copa del Rey de Vitoria. Josean Querejeta, presidente del Baskonia, no se pronunciaba y solo calificaba de «rumores» la operación. Otros nombres trascendían, como los de Carl English y James Feldeine, para hacerse con la posición en el equipo blaugrana, y hasta la competencia, a la hora de dar fichajes, se despachaba con un «Así está el patio periodístico. Soltar lo de Oleson y el Barcelona para hacer ruido aunque se sepa que no hay nada de nada de nada. #paísssss».

La operación se completaba con otros dos movimientos de arquitectura deportiva difíciles de completar y encajar. El primero era la necesidad de un cupo para los vitorianos. El jugador sobre el que habían puesto la lupa, como contábamos en la noticia, era David Jelinek. El checo, tras formarse en la cantera del Penya y militar dos temporadas en el primer equipo del Joventut, había cogido las maletas para fichar en el… ¡Olin Edirne! de la liga turca. El club verdinegro mantenía el derecho de tanteo, por lo que el Baskonia tendría que abonarle también una compensación para poder ficharlo. La otra pieza del dominó era la cesión de Álex Abrines al Gipuzkoa Basket. Fue la única que no se completó, ya que el mallorquín, que también había sido pretendido por el Obradoiro o el Valladolid, decidió quedarse en can Barça.

Lo que siempre he llevado peor de adelantar fichajes ha sido la inquietud que me genera por dentro hasta que se oficializan. Cualquier cosa se puede torcer en cualquier momento y la operación se irá al traste. Recuerdo mis llamadas a la fuente de esta noticia, que me insistía: «Yo creo que se va a hacer». Empezar mi andadura en Gigantes con un paso en falso así sería un tremendo error. Además, la operación tenía fecha de caducidad, el 31 de enero, que era el límite para el traspaso de jugadores nacionales con contratos garantizados para toda la temporada.

El 28 de enero de 2013, 14 días después de la primicia, el Caja Laboral y el F.C. Barcelona Regal, a través de sendos comunicados oficiales, confirmaban el «principio de acuerdo» para el traspaso de Brad Oleson y la llegada a la Ciudad Condal para pasar su reconocimiento médico e incorporarse por lo que restaba de temporada y dos más. Ese mismo día también se confirmaba el movimiento de Jelinek. Misión cumplida. Además, al venir desde abajo, había seguido la trayectoria del de Alaska desde su llegada a nuestro país, por lo que me hacía especial ilusión poderla haber dado. Y es que había desembarcado en nuestro país en la LEB-2 en 2005, en el Rosalía de Castro, procedente de la Universidad de Alaska Fairbanks (NCAA-2)

Pocas semanas después, curiosamente, llegaría la cobertura de mi primer torneo para la revista, la Copa del Rey en Vitoria. Pero esta no sería la única noticia-información que daría de Oleson…

Mi día a día laboral empezaba todas las mañanas repasando la prensa nacional, internacional y local para buscar posibles temas y se extendía hasta el término de los partidos de competiciones europeas o de Liga Endesa de por la noche. Cuando iba a la redacción, cuya primera oficina estaba al final de la calle Alcalá y que compartíamos con una agencia tecnológica, aprovechaba las tardes para meterme a una pequeña sala de reuniones con solo dos armas en ristre, una pequeña Moleskine y mi teléfono móvil, llamando a puertas para buscar información. Muy pocas veces una fuente directa te daba una noticia. Pero recababas pequeños indicios que te ponían sobre la pista.

El pistoletazo de salida del mercado veraniego, aunque los agentes y clubes desarrollen trabajo, adelanten movimientos y conversaciones durante la temporada, suele ser la Final Four. Por eso, cuando se acerca mayo, se empieza a agitar el avispero. Dos equipos de Liga Endesa que suelen concentrar mucha atención por la cantidad de prensa local y rumores que los rodean son Unicaja y Valencia Basket, los famosos «suena para Unicaja/suena para Valencia».

Y si empezamos por los taronja, seguimos de cerca el trasvase Zaragoza-Valencia. El 27 de abril asegurábamos que daban por perdido a Vitor Faverani, como así fue, y que temían por Dubljevic, y que tenían en su agenda a Henk Norel y Pablo Aguilar.

Pocos días más tarde, el 6 de junio, pillábamos in fraganti al entonces director deportivo del club de la capital del Turia, Toni Muedra, en la capital del Ebro, presenciando el partido de los locales frente al Manresa pese a que su equipo recibía al Valladolid en la Fuente de San Luis. En su libreta, tres nombres apuntados: Pablo Aguilar, Sam Van Rossom y Adam Hanga. Precisamente Norel, quinto jugador más valorado, con 16 puntos de valoración, caía lesionado en ese partido (adelanté que su sustituto iba a ser el montenegrino Golubovic, ex-Baskonia) y Hanga desembarcaría en el Baskonia ese mismo verano (contaría quién sería su sustituto el 8 de agosto, Max Kouguere desde el Le Havre francés).

El 26 de junio conté que CAI y Valencia no tenían acuerdo por Van Rossom, que la oferta era insuficiente para hacerse con los derechos del jugador. El 3 de julio llegaría la oferta por el base presentada a la ACB y solo un día más tarde el Valencia mejoraba su contraprestación a los maños, lo que hacía que llegaran a un acuerdo por los derechos del belga, firmando por tres temporadas y evitando que igualaran la oferta y pudieran retenerlo. Imaginaos lo que luego significó para la historia del club Van Rossom… Un día antes, el 2 de julio, llegaría el acuerdo entre clubes por Aguilar.

Reconozco que nunca llegué a la suela del zapato a la habilidad de César y Marc para encontrar titulares con gancho y tirón. Gigantes era una web bastante blanca, no hacíamos periodismo amarillo, aunque alguna vez lo rozáramos, como en aquel titular buscando darle una vuelta a la información de la NBA que lanzamos tras la clasificación de los Grizzlies para la final de la Conferencia Oeste en 2013.

Sacado de una entrevista en vídeo en el vestuario de la franquicia de Memphis lanzamos un «Marc Gasol remite a la frase de Pulp Fiction tras alcanzar la final del Oeste tumbando por 4-1 a los Thunder: “No nos chupemos las pollas todavía”». Luego conocí desde su entorno que al pívot no le había hecho demasiada gracia que aludiéramos a la frase del Señor Lobo. No le faltaba razón: los Spurs los barrieron por 4-0.

Seguí explorando la necesidad de utilizar los vídeos, espoleado por Nanclares, que, además de con la camarita, había sido de los primeros en implantar en TUBASKET que todas las noticias llevaran su vídeo. Así, no solo vimos jugadas y canastas imposibles o actuaciones de viejos conocidos o fichajes. Encontré situaciones curiosas y hasta hice periodismo de investigación. Y es que siempre he pensado que algo de polémica de más, sin pasarse, no le vendría mal a nuestro baloncesto para que se hable más de él.

Retrotraigámonos a la época en la que no se podían ver todos los partidos de la Liga Endesa (no se realizaban todos) y en los que, por tanto, no estaba implantado el Instant Replay. ¡Cómo ha cambiado la película y cómo nos ha ayudado la tecnología!

Segundo partido de semifinales del playoff de la Liga Endesa entre Barcelona Regal y Herbalife Gran Canaria. Una canasta de Ryan Toolson pone a dos puntos al equipo visitante (74-72) a 34.2 segundos del final.

En el siguiente ataque, Navarro se juega un triple que no toca aro y Sada captura el rebote en ataque viniendo desde fuera de la pista. Anota, tras cometer pasos no sancionados, y saca falta personal cuando el reloj ya estaba a cero. Los árbitros, Carlos Cortés, Benjamín Jiménez y Juan Luis Redondo, validan la acción y el base del Barça sentencia el partido desde la línea del tiro libre poniendo el 77-72 con nueve segundos por disputarse.

El problema es de la posesión anterior. Así lo demuestran las imágenes inéditas que conseguimos en Gigantes, las de la grabación de la cámara máster que era obligatorio que los clubes depositaran en la ACB. El reloj de veinticuatro segundos tardaba seis décimas más que el reloj de partido en arrancar, como se veía en el vídeo, tiempo que habría dejado, más claramente aún, fuera de tiempo la bandeja de Sada. En los tiempos que corren, este desajuste se habría corregido sin ningún problema.

Ya en el curso 2013-14 hubo cierto desmadre en la aplicación de normas que afectó a las LEB y que se implantó con la temporada empezada, en la jornada 2.ª. Partido entre Força Lleida y Planasa Navarra. Los jugadores vuelven del descanso con 38-33 en el marcador. Los árbitros, José Vázquez García y Enrique Miguel López Herrada, entregan el balón al equipo ilerdense para que saque desde la línea separadora de ambos campos.

Jose Siméon, que fuera canterano del Valencia Basket, recibe el balón y empieza a dirigir el ataque. Su entrenador, Joaquín Prado, se desgañita en la banda pidiendo a la mesa que pare el partido. Los árbitros han entregado el balón… ¡al equipo equivocado, el contrario al que indica la flecha de posesión!

Para más inri, Simeón está atacando en la misma canasta en la que su equipo lo ha hecho la primera mitad. Algún jugador desde el banquillo le indica que está en el campo de ataque equivocado. Entonces, el base se da la vuelta y se dirige a la canasta contraria. El jugador pasa la línea de mediocampo por segunda vez y los árbitros ¡no pitan campo atrás! El cuerpo técnico del Planasa Navarra se da cuenta de lo que está pasando y empieza a protestar. Nadie para el partido y el Força Lleida falla la canasta, el partido continúa con normalidad. Increíble pero cierto. Una de las situaciones más rocambolescas que uno haya visto en una pista de baloncesto. Parecía sacado de un capítulo de la serie de Benny Hill. Solo faltaba su típica banda sonora.

Y es que había competiciones que no tenían cobertura televisiva y había que tirar de las grabaciones de cámara de los clubes que ponían a disposición de los rivales para hacer el scouting. Esas grabaciones, obviamente, no tenían derechos y eran utilizables. Así, por ejemplo, pudimos ver a un tal Grigonis, en 2013 internacional Sub-19 lituano, que había recalado en Huesca en la LEB y que anotaba la primera canasta ganadora de la temporada.

Pero antes estaba el verano… y quedaba mercado por desgranar.

Adelantamos la renovación de contrato de Lucas Nogueira por el Estudiantes el 6 de junio de aquel año. Txus Vidorreta e Himar Ojeda habían decidido jugársela con el brasileño, que ocupaba una de las fichas de extracomunitario del equipo pese a solo tener veinte años. Y les salió bien. El equipo no pasaba apuros y Bebe aportaba 5,4 puntos, 3,5 rebotes y 1,1 tapones en catorce minutos de juego. La oficialización del acuerdo se hacía pública el 27 del mismo mes, el mismo día del Draft de la NBA en la que era escogido en el puesto dieciséis por los Boston Celtics aunque sus derechos recalaban en los Atlanta Hawks. Dieciocho partidos jugaría el curso siguiente, pero su salto a la NBA se produciría de la mano de los Toronto Raptors en la 2014-15.

Esa temporada 2012-13, la de la gran puesta escena de Nogueira en la ACB, el center compartía juego interior en los colegiales con Germán Gabriel. Sexto máximo anotador (14,9 puntos), segundo más valorado (17 créditos por partido), el junior de oro se convertía en el perfecto escudero del máximo cañonero de la competición, que también jugaba en los colegiales: Carl English. El 7 de junio destapábamos que el Bilbao Basket quería volver a tenerlo en el equipo, como en la temporada 2004-05. El 10 de julio se confirmaba su fichaje por dos temporadas en un día especial para el pívot, que a su vez se convertía en una de las grandes sorpresas de la lista de Orenga para el Eurobasket de Eslovenia, en el que se colgaría la medalla de bronce.

Las noticias surgen cuando surgen y donde surgen. Uno puede estar en el transporte público (en el autobús siempre aprovechaba para escribir o hacer llamadas telefónicas) o hasta a punto de ir a cubrir algunas de sus necesidades básicas, como alimentarse.

En una primera etapa solíamos comer en un pequeño bar junto a la redacción en el que esperábamos en la barra a que nos asignaran y sentaran en una mesa. De repente, una llamada entrante me hizo salirme del mismo para descolgar el teléfono. Sergio Scariolo volvía a Vitoria catorce años después. El técnico de Brescia, que había puesto punto y final a su etapa en Milán, volvería al que sería su primer banquillo en nuestro país entre 1997 y 1999, donde llegaría a la final de la Liga ACB en su primera temporada y conquistaría la Copa en la segunda.

El que no corre vuela. Y es que el timing para dar las noticias es determinante. No lo dudé y volví a la redacción a coger mi Mac para rápidamente retornar al bar. Mis compañeros ya estaban sentados y prestos para pedir sus platos del menú del día. Yo también: una paella. Pero la noticia no esperaba. Había que darla y no había tiempo que perder. Entre todos, y como si de un trabajo en equipo se tratara, acabamos redactándola. Recuerdo que, en estas situaciones, César Nanclares siempre decía: «Cortito y al pie». O, lo que es lo mismo, redactabas algo básico, lanzabas la noticia y después lo ampliabas.