Tal vez - Cristian Moro - E-Book

Tal vez E-Book

Cristian Moro

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Beschreibung

La pluma que se anima, se desliza y multiplica las palabras de lo íntimo. La idea encerrada entre cuatro márgenes. El tiempo ineluctable, que tiende al acopio y, muchas veces, al olvido. La duda siempre. Los papeles que rebalsan el baúl de los recuerdos, y entonces…  Y entonces, un día, Tal vez: un compendio de disparadores, tal como Cristian Moro los califica. Son reflexiones, ideas, pensamientos, cuentos, que sobrevivieron pese al tiempo, a la procrastinación y al juicio que su autor hizo de ellos. Todos dejan en el aire un concepto, que flota en su relativismo a sabiendas de que las certezas tienden a diluirse inevitablemente.   Confiesa Moro que no ha estado solo en esta tarea; a sus colaboradores podemos encontrarlos dentro de cada uno de nosotros: integran el bagaje de lo humano. 

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Tal vez

Cristian J. Moro

Moro, Cristian Javier

Tal vez / Cristian Javier Moro. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Tercero en Discordia, 2022.

Libro digital, EPUB

Archivo Digital: descarga

ISBN 978-987-8971-28-5

1. Autoayuda. 2. Meditación. 3. Motivación. I. Título.

CDD 158.128

No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.

ISBN 978-987-8971-28-5

Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723.

Agradecimientos

Quiero agradecerles a todos mis colaboradores, sin cuya inspiración, no hubiese podido escribir este libro (si se me permite la expresión).

Utilizaré los puntos suspensivos para evitar cualquier omisión.

Al amor,

a la tristeza,

a la depresión,

a la duda,

a la amistad,

a la fe,

a las religiones,

a la salud,

a la muerte,

a la empatía,

a la vocación,

a la solidaridad,

a la locura,

al placer,

al pecado,

a la ansiedad

Prólogo del autor

Suelo ser un buen aficionado a la procrastinación, aunque toda regla tiene excepciones, y este libro (si se me permite la expresión) es la prueba cabal de ello.

Estos disparadores están dirigidos a mis amigos (algunos de ellos, familiares). Mi intención es compartir algunas reflexiones, ideas, pensamientos, cuentos… que encontré en el baúl de mis recuerdos. Algunos escritos estaban próximos al olvido; otros, en cambio, son más recientes.

Para conservar la amistad, escribí unas pocas páginas, y me limité a omitir parte del material hallado en ese baúl. Creo que con una pizca de generosidad se puede leer fácilmente, sin tener que hacer grandes esfuerzos.

Mi intención no es trascender la frontera antes señalada, salvo que un acto de arrojo, alentado por alguna sugerencia alocada, me lleve a un replanteo.

No creo en los absolutismos, por ello, desde muy pequeño comencé a militar en el relativismo, de ahí que Tal vez… me resultara un título acorde. Si bien todas mis afirmaciones llevan un punto final, siempre las hago con la certeza absoluta de que en algún momento pueden ser objeto de corrección.

Quien se sigue a sí mismo encontrará su camino a la felicidad.

El propósito en mi vida es llegar a ser quien soy.

Me pierdo cuando empiezo a transitar un sendero que no es el mío.

Es entonces cuando mi cuerpo se alza en protesta (síntomas).

Cuando mi cuerpo enferma es porque estoy siendo desleal conmigo mismo.

Sano cuando logro salir de aquellos desvíos que me alejaron de mi destino.

Algunas personas consideran la enfermedad como un castigo; otros, como una bendición, un fusible del alma que nos indica que parte de nuestra plenitud no está funcionando bien.

Es muy importante que cada uno escriba su propio libro sagrado, que nadie se interponga entre uno mismo y Dios.

Buda y Jesucristo fueron la mejor versión de sí mismos; los budistas y los cristianos, la peor.

Buscar a Dios en las iglesias y en los templos es como buscar nuestras pertenencias en la casa de un vecino.

El universo ha sido lo suficientemente generoso para que la divinidad se manifieste en nuestra conciencia.

Es allí donde debemos levantar nuestro altar.

La vida es movimiento y cambio.

Pretender ver a un ser humano como un sujeto definido y estable es como querer ver la juventud en un hombre anciano.

Por eso, la vida no es más que un duelo permanente.

¿Por qué le tememos tanto al fracaso?

Es probable que nuestra existencia provenga de un fracaso preexistente.

Hay personas que se jactan de no haber fracasado nunca. Seguramente, olvidaron que, antes de dar sus primeros pasos, tropezaron varias veces.

Considero que siempre el error es un acierto. Muchas veces descubrí en los desvíos los caminos que debía seguir.

No sé cuánto tiempo es lo natural para duelar la pérdida de un ser querido, pero sí sé cuál es el tiempo conveniente: «la mayor brevedad posible».

Nadie debe morir en otro cuerpo. La aceptación del adiós y el amor a la propia vida son las dos manos que nos extenderá el destino para celebrar nuestro encuentro.

Solo el tiempo y el amor podrán secar nuestras lágrimas para evitar que el dolor se haga eterno en el sufrimiento.

Nadie sabe con fecha cierta cuándo será llamado a morir. De ahí la importancia de acortar los tiempos y evitar que nuestras lágrimas se crucen con aquellas que están destinadas a penar nuestra ausencia.

Para morir no hay edad. No hay muertes prematuras. Nadie verá jamás envejecer a un hijo antes que su padre, pero la vejez no es la única antesala de la muerte.

No concibo la idea de privatizar mi corazón.

El amor por sí es más fuerte que cualquier destinatario.

No creo en la exclusividad del amor; para mí solo hay dos almas gemelas: la masculina y la femenina.

Nunca supe de dos almas que habitaran un solo cuerpo; tampoco de dos cuerpos que habitaran un alma.

Al reino de Dios solo se accede por vocación y no por un acatamiento ciego a sus leyes.

Todo florecimiento espiritual nace a partir de un proceso de apertura de conciencia.

Nadie puede evolucionar con base en imposiciones y castigos celestiales.

Ningún progenitor (padre, madre), en su sano juicio, condenaría a sus hijos al infierno, más allá de sus malos procederes.

Menos aún lo haría el «Padre de los padres y Madre de las madres».

Así como se afirma que todo ser humano fue creado a imagen y semejanza de Dios, se puede afirmar también que la robótica fue creada a imagen y semejanza del hombre.

Su automatismo funcional es prueba cabal de ello.

Recuerdo haber escuchado decir a un psicólogo que no le gustaba el humor de Los Tres Chiflados porque, con sus juegos de mano, fomentaban la violencia.

Este razonamiento me llevó a una profunda reflexión: ¿habrá sido Popeye, el marino, uno de los grandes impulsores de la dieta vegetariana?

La ironía es un método pedagógico que se utiliza para que el ser humano sea consciente de su propia incongruencia.

Uno de los mandamientos cristianos reza: «Amar al prójimo como a uno mismo».

Arduo esfuerzo personal… Aún hay dimensiones de mi ser que no están integradas.

Mi amor es selectivo.

Puedo extender una mano, mas no mi totalidad.

En la vida cada uno se defiende con sus propias armas.

«La espada para el esgrimista; los guantes para el boxeador».

Conocer nuestros recursos es de suma importancia para saber si tenemos un espíritu pugilístico o espadachín.

Una crítica discriminatoria solo puede herirme si su mirada se refleja en la mía.

Enojarse con quien discrimina es una forma de querer negar nuestra propia desaprobación.

No tiene sentido silenciar imperativamente las voces críticas que nos rodean.

Silenciar sus voces no acallará la nuestra.

Nuestros espejos seguirán hablando…

La mente es altamente sugestionable hasta límites aún desconocidos.

Cuenta la historia que una señora fue a consultar a un clarividente.

Este le reveló que en su vida pasada había sido Cleopatra.

La mujer quedó absolutamente fascinada con la consulta.

Según el relato, al día siguiente, la mujer no solo pudo superar su alergia a la leche, sino que además amaneció con los ojos de un tono violáceo.

Aprende a cultivar

la paz interior de Buda,

el amor de quien no pide nada a cambio,

la fe de Jesús en su Cristo interior,

el espíritu de lucha de un samurái,

el espíritu lúdico de Zorba, el griego,

la perseverancia de la gota que cava la piedra,

la curiosidad de un niño…

Estos serán tus mejores maestros.

Algunos milagros han perdido su velo cuando la ciencia, a posteriori, ha descubierto sus causas y efectos.

Otros, en cambio, siguen siendo un gran misterio…

El mejor milagro de la vida es su propio instinto de superación.

Morimos para volver a nacer; todo progreso nos implica.

No se debe meditar, sino ser meditativo.

La meditación es una vida anclada en su eterno devenir (mal llamado presente).

Debemos disolver ese diálogo interior que se suscita en nuestra mente.

Los pensamientos tienen un movimiento pendular que oscila entre el pasado y el futuro; dejar de habitarlos nos vuelve meditativos, nos vuelve conscientes de la realidad que está aconteciendo.

Siempre que los pensamientos te acompañen en tus tareas cotidianas, puedes estar seguro de que tu ser está ausente.

Muchas personas se sienten empoderadas cuando su coeficiente intelectual alcanza dimensiones elevadas.

Yo siempre les sugiero hacerse un chequeo para evaluar la salud de su inteligencia emocional.

A modo de ejemplo, de nada sirve la inteligencia si no es secundada por el valor y el coraje.

Una mente temerosa puede inhibir y esterilizar la inteligencia más fecunda.