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Te abrazo con el alma es parte de mi historia y de cientos de historias que compartieron muchas personas que he conocido. Ellas me enseñaron que la vida debe ser honrada. Que tendremos en este peregrinar luces y sombras. Penas y alegrías. Soledades y destierros. Pero, mientras tanto, debemos hacer el mayor esfuerzo por ser felices. Por entender que tenemos derecho a ello. Por valorar cada instante como el último. Por dejar a nuestro paso algo bueno que otros puedan imitar. Por luchar hasta vencer nuestros miedos, con el valor de saber que en Dios tendremos las fuerzas para alcanzar nuestro destino. Te abrazo con el alma es mi deseo profundo de acompañarte en este viaje desafiante que es vivir sin perder la fe y luchar por nuestros sueños.
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Seitenzahl: 90
Veröffentlichungsjahr: 2022
CRISTINA DE VILLANUEVA
Cristina de Villanueva Te abrazo con el alma : historias de la vida cotidiana / Cristina de Villanueva. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2022.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-3146-9
1. Narrativa Argentina. 2. Cuentos. I. Título. CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
Abrazo de oso
Honra
Qué paradoja
Ni una menos…
La vida es hoy
En memoria de una gran mujer
Ama como si nunca te hubiesen herido
Entonces te das cuenta…
Tener 60 años
Esos días…
A pesar de todo lo que te dije, te quiero….
Mujeres anónimas
Construir y habitar un mundo nuevo
Se llama Job…
Estamos con los pies cansados… (Historias de pandemia y lo que sigue)
Papi ¡me duele!
Hacer docencia
Carta a mi hijo...
Recuperando a tu niña interior
La Plaza – (recordando uno de los escritos de mama Delia)
Una historia singular
El mensaje más verdadero
Fue un 12 de octubre... (Homenaje a mi hermano que se fue)
Camino hacia la libertad
Mujeres hermosas
A veces
Llueve
Mi papá trabaja, y es Pastor…(reflexiones de la niñez)
Ser madre de un niño diferente…
Aceptemos el desafío
Hay mujeres…
Quisiera volver a ser niño…
Callos en el alma
Luces y oscuridades
Mujer invisible
Ella
Si un día…
A todas y todos
Acerca del Autor
A mi amado esposo y compañero de rutaJosé Rodolfo Villanueva. Quien me acompañó durante 46 años de mi vida, con quienpasamos momentos de angustia y alegría juntos.
A mi querido hijo Israel David Villanueva, un tesoro regalo de Dios.
A mi madre: Delia Gómez, de quien aprendí la cultura del trabajo, del esfuerzo y la superación en los primeros años de mi vida y que me acompaña hasta hoy.
A la iglesia de Km.40 que me vio nacer junto a mis padresespirituales y los amigos que aún conservo.
A las tres iglesias donde desarrollé mi liderazgo: San Francisco Solano, Almagro y Sarandí (que aún me cubre de su amor.
A las personas que me dieron la oportunidad de crecer, que sobrellevaron mis errores y me alentaron a superarme.
A Verónica Aguilar, siempre presente para darme su aporte lleno de sabiduría.
A mis pastores de la vida: Tito y Alicia Aguilar, Teresa y Carmelo Miranda, Ramona y Vicente González.De los cuales aprendí a amar a Dios y a ser una persona de bien.
Si mañana no abriera mis ojos, quisiera que hoy supieras
que te agradezco por todos los momentos que la vida me dio a tu lado.
Si mañana Dios decidiera llevarme a su Presencia, quisiera
que no llores por mí, yo estaré en la paz de los redimidos.
Si mañana ya no escucharas mi voz, no te detengas,
seguiré siendo el motor que habitará tu corazón y tus sueños.
Si mañana la vida me dijera “basta” ten la plena seguridad
de que la viví con la intensidad de quienes no dejaron nada por hacer.
Si mañana el sol no saliera para mí, sabré que alguien me espera en Gloria,
y que ya no habrá más llanto, ni penas, ni dolor…
Pero si mañana vuelvo a verte, quiero que sepas que no dejaré
de abrazarte, y de decirte lo importante que eres para mí.
Porque de mañanas y de atardeceres está hecha la vida
y mientras respire, te dejaré una parte de mí en cada palabra, en cada aliento,
en cada recuerdo… para que cuando ya no exista un mañana,
tu alma y la mía sigan unidas para siempre, por la eternidad.
“Antes de mañana alguien se habrá ido, aprecia a tus seres queridos, apreciales hoy”
–Michelle Ustaszeski–
¿Nunca necesitaste un “abrazo de Oso”? Ese que te hace sentir que alguien te ama más que nada en el mundo. El que te devuelve la seguridad, el que sana tus heridas, el que te dice “aquí estoy”, el que te recuerda que es largo el camino pero no vas sola o solo… El abrazo de Oso te hace mirar al mañana con fe y esperanza, sentir que alguien te contiene, te comprende, te ama por lo que sos, no te juzga, te acepta más allá de las diferencias… El abrazo de Oso te recuerda que la mano de Dios es la que se transforma en ese ser que te demuestra cuánto le importas…Que pase lo que pase, nunca más estarás sola o solo…
Creo que en algún momento de la vida, todos necesitamos un “abrazo de Oso”…
Si lo recibiste, no te quedes con él… Entrégaselo a alguien que tenga la mirada triste, el corazón partido, o se le hayan muerto las esperanzas. Seguro que una luz radiante brillará en sus ojos y en su alma. Porque el “abrazo de Oso” es uno de los mejores regalos que un ser creado por el Señor puede ofrendar a sus pequeñitos.
“Si encuentras a una persona así, alguien a quien puedas abrazar y con la que puedas cerrar los ojos a todo lo demás, puedes considerarte muy afortunado. Aunque solo dure un minuto, o un día.”
Patrick Rothfuss
Honrar describe la gran estima y consideración hacia alguien. La honra refiere al honor personal que abarca decoro, humanidad e integridad.
El significado bíblico de la palabra honra deriva del hebreo kabôd que indica gloria. Honrar a Dios y a las personas, implica alabar y estimarlas a través del respeto, la admiración y la retribución.
¡Qué importante es dar honra a quienes lo merecen! Reflexioné en que he visto personas que se llevan la honra de otros que han sembrado primero, sin siquiera tenerlos en cuenta…
A veces vemos cuadros grandiosos, imponentes, donde la honra es para alguien que pudo construir sobre cimientos que muchos antes dejaron.
¡Qué nobleza debe tener un líder para reconocer a quienes realmente sentaron las bases que hacen que en un momento de su vida reciba él esa honra!
Pienso en las palabras del Señor que dijo que el que quiera ser grande debe ser el más pequeño, o las del apóstol Pablo recordándonos que “uno sembró, otro regó y el crecimiento lo da Dios…”.
Muchos de nosotros pasamos por esta vida, a veces sin quererlo, y a veces deliberadamente, dejando de dar honra a quienes nos antecedieron en una tarea que realizamos.
Aquellos por los cuales hoy disfrutamos de bienes y bendiciones. Que no fue solo nuestro esfuerzo, sino el de quienes nos acompañaron en el camino, nos alentaron, entendieron nuestros sueños, y se esforzaron por el bien común sin esperar nada a cambio…
El mundo se debate por ver quien logra el mejor lugar. Por llevarse el reconocimiento final…
Pero nosotros, todos nosotros, tenemos que hacer el gran esfuerzo de no dejarnos manejar por el “orgullo santo” como decimos a veces. Y saber que si algo pudimos hacer en esta vida, es porque otros nos allanaron el camino y se unieron a trabajar codo a codo para alcanzar las metas.
¡Qué grande es espiritualmente quien sabe reconocer esto!
Pensaba qué pasará en el cielo cuando el Señor nos tenga que premiar. Yo creo que El sabrá darnos honra, tal vez la que muchos no han tenido en esta vida, pero sí en la eternidad.
Porque Dios, sigue dando la mejor paga. Y nosotros, tenemos que seguir sembrando más allá de las luchas por el poder que veamos a nuestro alrededor y que nos quieran contaminar con algo ficticio, humano, que no existe, porque el único poder verdadero es el que viene de Dios.
Quiero quedarme con la honra a todos aquellos que hicieron de mi vida algo digno. Ni grande ni pequeño, digno…
A los que me enseñaron el respeto a los ancianos, a la gente que ha vivido más que yo. A los que me enseñaron con su ejemplo que a veces en la vida se gana o se pierde, pero que nunca hay que darse por vencido. A los que me enseñaron con sus palabras que siempre podemos tener una frase amable y generosa. A los que me enseñaron que cuando salieron de sus cargos o lugares de privilegio o de honor, siguieron siendo las mismas personas, humildes y sencillas que conocí.
A los que me enseñaron que hay que construir y trabajar por el Reino y por el bien común, aunque la obra no sea terminada por nosotros.
A los que no se dejaron marear por el poder, y a los que hoy, quizás muchas personas han olvidado, pero que el Padre tiene en un lugar preciado de su corazón. Es por ellos que sigo creyendo con toda mi fe, que es el Señor el que honra mejor a los que le honran…
Ojala podamos imitarlo…
Ámense los unos a los otros con amor fraternal, respetándose y honrándose mutuamente.
Romanos 12:10 –La Biblia–
¡Qué paradoja los seres humanos!
Hablamos de paz, y generamos conflictos…
Hablamos de amor, y no cuidamos al prójimo…
Hablamos de perdón, y nos revolvemos en resentimientos del pasado…
Hablamos de libertad, y vivimos esclavos de nuestras palabras…
Hablamos de unidad, y rompemos todo puente de comunicación imponiendo nuestro pensamiento…
Hablamos de Cristo y su mandamiento de amar al pròjimo, y generamos murallas que nos separan de nuestros hermanos y de Él…
¿No será hora de mirarnos sin darnos las espaldas?
¿No será tiempo de que el orgullo sea aniquilado por el abrazo sincero?
¿De expresar un “te quiero” que salga desde el alma?
De decir: “te comprendo” “te acompaño” “te perdono” “perdoname” “te ayudo” “te necesito”…
Porque si lo logramos, Dios mirará desde el cielo, y en nuestro corazón escucharemos de sus labios:
“Este es mi hijo/a amado/a, en quien tengo complacencia…”.
Y él nos ha dado este mandamiento: el que ama a Dios, ame también a su hermano.
1º Juan 4:21 –La Biblia–
La caída viene acelerando el pecado de la humanidad. El mal se enquista fuertemente en los corazones de quienes se han alejado de Dios. ¿Qué podremos hacer ante tanto dolor? ¿Es que a veces nos mata la indiferencia o nos paraliza la realidad? ¿Es que pensamos en las grandes murallas que nos separan de la depravación y el espanto, o es que no sabemos cómo combatirlas y derribarlas? ¿Será tal vez que nuestros propios dolores nos han apabullado tanto que nos quitaron la capacidad de reaccionar? ¿Será que nuestras propias batallas se han alzado como gigantes que nos devoran y no nos dejan pensar, accionar, clamar?