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Diana, quien va en busca de ayuda para resolver un problema que la tiene atrapada desde hace años, conoce a Hugo, (un reconocido psicólogo especialista en terapia de grupo) quien le presenta a 7 miembros más, que desencadenan una dinámica totalmente diferente a la que Diana conocía, invitándola a salir de su zona de confort, para aprovechar estas nuevas y valiosas herramientas. Cada integrante tiene su propia historia que, al compartir con el resto, dejan ver el contraste, los matices y la intensidad que cada uno atraviesa en los momentos claves de la misma terapia. Nos muestra que los humanos fueron, son y serán por siempre seres sociales, de cuyo intercambio aprenden, enseñan, crecen, evolucionan y ayudan a los demás. Son historias basadas en hechos reales, que nos muestran que la solución de todos nuestros problemas, empieza cuando pedimos ayuda. Una psicología sencilla que mezcla analogías con la naturaleza y explica cómo la mente humana puede dejar de ser un misterio, para convertirse en una aliada al momento de enfrentar situaciones límites.
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Seitenzahl: 122
Veröffentlichungsjahr: 2023
Romina Espósito
Espósito, Romina Terapia grupal / Romina Espósito. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2023.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-4388-2
1. Narrativa. I. Título. CDD A863
EDITORIAL AUTORES DE ARGENTINAwww.autoresdeargentina.cominfo@autoresdeargentina.com
Diseño de portada: Giuliana Santos Instagram:
Prólogo
Bibliografía
Agradecimientos
Dedicado a quien me transmitió su amor por los libros
y es incondicional en mi vida... a ella, a Gaby... mi mamá
Permítanme comenzar este prólogo, haciendo alusión a su autora antes que a la trama de este atrapante contenido. Mi experiencia de vida me ha permitido acercar a seres tan disímiles como extraordinarios y Romina Espósito es uno de estos seres que a simple vista cualquiera puede describir como “común”, “corriente”, “simple” por utilizar calificativos que denoten a “una persona más del montón”. Y esto es así porque su humildad, su sencillez son inmensas. Pero, quien ha tenido el privilegio de conocerla más en profundidad, como la que yo he tenido, podrá coincidir conmigo en resaltar su sabiduría material y espiritual, sabiduría que ha podido transmitir en cada ámbito por el que transita y que la convierte en un ser especial.
Materialmente su elección profesional ya denota una diferencia, podría resultar casi impensado que una Ingeniera Agrónoma pudiese deleitarnos como lo ha hecho, con un sentir tan elevado espiritualmente como exquisito en su trama argumentativa, de lo que significa un tema muy tabú entre nosotros, como lo es la muerte y la idea que nos hacemos de ella. Los diálogos de los personajes de esta historia nos interpelan, nos permiten imaginar ese plano desconocido que trasciende nuestra carne y nos recuerda la importancia de edificar sobre nuestra alma y nuestra conciencia; recurriendo a las herramientas de la psicología para sanar, comprender, perdonar y perdonarnos.
A medida que avanzamos en la lectura, vamos siendo atrapados por su objetivo, si es que acaso, eso pretende ella o su misteriosa musa inspiradora, de ayudarnos a descubrir nuestra verdadera naturaleza como seres espirituales, capaces de hacer una diferencia positiva en el mundo y por la cual podemos acercarnos a una filosofía de vida basada en la creencia de que la humanidad se está aproximando a una expansión evolucionaria de la conciencia que trasciende los límites de nuestra existencia terrenal.
El final, aún más extraordinario que todo su argumento, es una invitación a querer esperar con ansias una segunda parte y desear encontrarnos en sus relatos.
¡Gracias Romina por esta oportunidad de conocerte aún mejor!
Queridos lectores: ¡sé que lo disfrutarán!
Karen Dupraz
Docente en Educación Especial con especialización en Discapacidad Intelectual
Sabía que la terapia grupal iba a ser de gran ayuda; toda mi vida la he pasado invirtiendo en conocimiento tanto en mi carrera profesional como en lo personal, aprendiendo a regular las emociones. Intentando armar el gran rompecabezas que me ha llevado la vida entera descubrir y entender que somos como somos; en parte por nuestra genética y el resto es la sumatoria de contexto, cultura, ambiente, nivel académico, relaciones interpersonales entre otras cosas. Todo influye en el modo de ver la vida. Es como cuando vas al oculista y te gradúan el potencial de tu visión para ir a comprar los anteojos con los que vemos la realidad. Una realidad sesgada, acotada, influenciada por los demás. De manera casi inconsciente tomamos decisiones; la mente necesita simplificar, corta camino metiéndonos en el automatismo que nos lleva a repetir actos cotidianos, una y otra, y otra vez. Sin cuestionar nada, sin querer salir de nuestra zona de confort. ¿Por qué, para qué cambiar?
Pero fue una fuerza mayor la que me llevó a plantear una terapia grupal. En ella simplemente el análisis se constituye de manera colectiva entre todos los miembros. Porque se supone que todos tenemos el mismo problema en común.
Me dispuse a ir; y ver la relación costo–beneficio de esta alternativa. Es difícil para una mujer directora de una empresa líder a nivel mundial en telecomunicaciones; estar al frente de un numeroso equipo de trabajo. Por alguna extraña razón (o por cuestiones de costumbre) a las mujeres nos cuesta más llegar a estos puestos. Y vaya que no pongamos la vida personal en medio de lo laboral, porque parece que somos castigadas. Pero por otro lado la presión social de ser madre de 3 hermosos niños, te lleva a dar tu mejor esfuerzo para que ambos mundos estén en equilibrio.
Debo reconocer que he llevado lo suficientemente bien ese equilibrio gracias a mi marido, que sin duda complementa todas mis tareas en casa y con los niños. Él es agente de bienes raíces y es dueño de su propia oficina en la ciudad de NY. Eso le permite manejar sus tiempos y ayudar en todas esas cosas en las que por cuestiones obvias no podía participar. Jamás fui de esas amas de casa de hornear pasteles y coser disfraces para Halloween. Pero mi amor incondicional por mis niños cubría todo detalle.
Fue difícil manejar esto a la distancia; por lo menos para ellos que esperaban ansiosos mi regreso.
Me gradué en la universidad de Harvard como ingeniera en sistemas y suelo ser metódica, analista, calculadora y un tanto controladora. Pero mi equipo de trabajo es brillante y conté siempre con cada uno de ellos.
Si mis padres me escucharan se sorprenderían de estar buscando una terapia. Ellos nacieron en otra generación, para ellos ir a terapia implica estar loco y pasé toda mi vida intentando convencerlos de lo contrario y que ellos también encontrarían ayuda en la terapia, pero fallé; no hubo caso. Es gracioso porque sinceramente lo necesitaban tanto como yo. Pero dejé de insistir.
Para ellos siempre fui la Roca de la familia. La que ponía paños fríos al intenta mediar; suavizar las discusiones entre los demás. Pero ya saben, es más fácil hacer un agujero y llegar al otro lado del mundo; que convencer a quien no quiere dejarse ayudar.
En fin. Entonces fui al quid de la cuestión; investigué largo y tendido acerca del mejor terapeuta que realice terapia grupal, y fue así que conocí a Hugo.
Hugo es de esos tipos que te la hacen simple, sencillo y no anda con rodeos. Eso me gusta de él. Ya les dije, suelo ser muy práctica y resolutiva.
Le consulté sobre la dinámica de sus reuniones, y un tendal de preguntas que no dejaban nada librado al azar. Como siempre tenía una lista de preguntas previas, lo cual dejo a la luz mi afán de querer tener todo bajo control. Si Hugo hubiera tenido una etiquetadora, al instante hubiera colocado en mi frente Diana [TOC] trastorno obsesivo compulsivo, ¡pero no! Hugo era de la idea de no estigmatizar a nadie. Pero años de leer sobre psicología ya me sabía mi punto débil. Es que uno esté donde esté, vaya donde vaya: la personalidad y la esencia la lleva consigo... perdura para siempre.
Hugo procedió a contarme las etapas de la terapia grupal, cuáles serían los objetivos y qué esperar de ella, en el corto y mediano plazo.
Primera fase – Dentro o fuera
Buscar propuestas, intentar conocer a los otros miembros, encontrar similitudes y aprender las reglas base.
Principalmente, los miembros del grupo están preocupados en la aceptación o la no aceptación. ¿Les gustaré a los otros? ¿Somos parecidos?
Normalmente en esta fase la comunicación es superficial, educada y centrada en dar o solicitar consejos y en obtener la aprobación del líder. El papel principal del líder es promover la verdad y la seguridad y en ayudar a los miembros a encontrar bases en común.
Segunda fase – Arriba o abajo
Maniobrar para conseguir las posiciones de control, dominación y poder entre los miembros, pero sobre todo entre los miembros y el líder.
El período de gracia, la luna de miel, llega a su fin, así como la verdad y seguridad que estaban establecidas.
Ahora los miembros quieren saber cómo son de diferentes, cuánta autonomía va a permitir el líder del grupo y cuánto se pueden desafiar entre ellos y con el líder. ¿Cómo pueden maltratar, doblar y romper las líneas–guía del grupo? ¿Quiénes son los más fuertes?
Considerando que en la primera fase los miembros estaban principalmente interesados en ser vistos como iguales, ahora están principalmente interesados en ser aceptados como diferentes. En esta fase es típico el criticar a los otros, la hostilidad hacia el líder y ahí se acaba el encantamiento…
El grupo tiene grandes esperanzas con el líder y no es de extrañar si se sienten decepcionados ante un fracaso del líder en realizar sus sueños. Es esencial que el líder del grupo tolere su decepción, encoraje su confrontación y que no responda dañando.
Hay que recordar que esta rebelión, esta fase emocionalmente tormentosa es una señal de que el grupo se está moviendo adelante.
Tercera fase – Cerca o lejos
El principal interés del grupo es la intimidad y la proximidad. ¿Cómo acercarse a los otros? ¿Cuántos secretos hay que compartir?
Comparando con la fase anterior del conflicto, en ésta hay más veracidad, cooperación, apertura a la comunicación y espíritu de grupo. El líder intenta que la fase progrese, estando seguro de que el grupo no reprime todo el afecto negativo para la cohesión del grupo… En este momento, el grupo está preparado para convertirse en un grupo maduro de trabajo, con focalizaciones, flexibilidad, compasión una gran tolerancia para el afecto, una consideración realista del líder y un reconocimiento del valor de los otros miembros.
Cuarta fase – el cierre
Es tarea del líder que los miembros del grupo presten atención a la pérdida. Normalmente, el final de la terapia resucita sentimientos alrededor de tres temas: la muerte, la separación y la esperanza.
Estas fases están presentes en todos los grupos, pero la profundidad y respiración de expresarlas varían dependiendo de los objetivos, el tiempo y el estilo del líder.
Esto, aclaro fue parte de mi investigación previa antes de ir con Hugo… bibliografía de alto valor, experiencias previas, consultas con otros que hayan pasado por lo mismo… cientos de cosas antes de dar el gran paso. De haberlo sabido antes, que iba a ser algo tan productivo, daba menos vueltas.
Conociendo a Hugo
Bueno Diana; veo que sos una persona muy comprometida y que investigas mucho las cosas antes de comenzar algo nuevo; ¿antes de contarte las etapas desearía saber que te trajo hasta acá?
Diana: Necesito ayudar a mi familia a que encuentren nuevamente la estabilidad emocional que perdieron, y no tengo herramientas.
Hugo: Muy bien. Buen momento de dar inicio a este camino. Ayudar a los demás te ayudará a vos también. Te cuento, primero hacemos presentación de los miembros, desarrollo de los motivos de la terapia; conocer en profundidad al coordinador y a cada miembro del grupo, luego viene el intercambio de opiniones con los otros integrantes; momentos de aceptación y por último la fase de cierre y finalización. Donde redondeamos ideas; hacemos ejercicios prácticos (que tienen base científica) y juego de roles. Para luego sacar conclusiones y llevarnos las herramientas para seguir adelante de manera autónoma. No te aseguro que sea fácil, habrá momentos en los que querrás salir corriendo, pero hay que resistir y atravesar cada etapa para sanar de verdad. No se sana tapando u ocultando los problemas, se sana aceptando y con disciplina.
Diana
Y como si alguien me hubiera empujado de repente, me sentí totalmente motivada por la técnica. Principalmente por el hecho de que el tratamiento tenía una base científica y comprobada... jamás había ido a una terapia tan completa. Y siendo sincera cuando alguien me dice "esto tiene tesis; hipótesis y casos comprobados por la ciencia" ahí automáticamente digo; ¡listo! Ya está... no se diga más…
Sentía que era para mí, que no debía rechazar tal oportunidad. Además, Hugo me parecía un tipo accesible; comprensivo y empático con quien se sentía bien conversar.
¡En las terapias hay algo clave! Tenés que tener feeling con el terapeuta, es algo así como cuando se encuentra a la pareja ideal. Sabés que es la ideal porque podes ser vos mismo, “plenamente vos mismo”.
Así me sentí en la entrevista de admisión. Y bueno; tal es así que acepté ingresar al grupo. Habemus terapia grupal.
Primer encuentro
Bueno bienvenidos a todos; es un gusto presentarme, mi nombre es Hugo y en esta primera sesión de terapia grupal les voy a comentar cómo será la dinámica del tratamiento y luego se van a presentar ustedes mismos. Es para mí, un honor tenerlos en el mismo espacio dado que entiendo que cada uno viene de lugares muy diferentes y con realidades totalmente opuestas y sin embargo puedo ver que tienen un punto en común; “buscar ayuda”; superarse a sí mismos y con esas herramientas ayudar a su entorno más cercano.
Los felicito por tomar la iniciativa; siempre dar el primer paso es el más difícil, pero es el más importante porque rompe la inercia.
Sin ánimo de desalentarlos, quiero que sepan que habrá momentos duros y difíciles de la terapia en la que querrán tirar todo por la borda, patear el tablero o simplemente abandonarla. Si fuera algo sencillo cualquiera sería terapeuta y yo estaría dedicándome a otra cosa... pero como decía Fredy un querido profesor de mi universidad "el que avisa no traiciona" así que vamos a comenzar.
A mi derecha tengo a Jorge, ¿quieres contarnos?
Jorge: Sí, ¿cómo no? Espero ser escueto al contarles, dado que como me decían mis alumnos, me llevé a marzo la materia de síntesis. Eso es porque toda mi vida fui docente titular de la cátedra de Edafología. Para los que no la conocen está en La Plata, una hermosa e histórica ciudad en Buenos Aires; Argentina. Ahí viví siempre y puedo decir que me jubilé de la profesión que siempre me apasionó.
Traté de ser de esos profesores que se centran en el alumno, además del contenido. Fue difícil para mí ver cómo año tras año los chicos venían cada vez más desmotivados a las clases. Eso es malo, nadie obliga a nadie a seguir una carrera; esa materia es de tercer año, así que si llegaron hasta ahí; tenían que poder seguir. Entiendo que estaban llenos de materias y cargas horarias extensas. Al parecer el plan de estudios los sometía a una cantidad exagerada de contenidos que por cuestiones de tiempo debía meter a presión en sus cabezas para avanzar sin que les quedaran materias correlativas pendientes. Corrían como caballos desbocados; eso me apenaba mucho. Así que mis clases incluían humor, chistes varios, clases prácticas donde ellos mismos hacían las cosas (cometiendo errores) y para romper el hielo, hacíamos talleres adicionales sobre cuidado del medio ambiente y lombri–compuesto, en donde además de la teoría, veíamos cómo el hombre daña a su casa (planeta Tierra). Recuerdo sus caras cuando vimos mapas satelitales de Google Earth de hace 15 años atrás (casi toda la Argentina verde esmeralda) y en 2011 color ocre. Ese patrón se repetía en centenares de países. Dicen que una imagen vale más que mil palabras, ¿no? Pero ahí entendieron que se degradó el suelo por el uso excesivo de recursos que se pensaban que eran ilimitados... lindos debates se armaban. Yo los dejaba discutir, porque si ellos mismos no se cuestionaban las cosas, no funcionaba mi clase. Ellos eran el centro, "el foco" y los futuros ingenieros agrónomos, quienes podían detener ese asunto trabajando con criterio.
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