Tesoros y confidencias - Valeria Bajda - E-Book

Tesoros y confidencias E-Book

Valeria Bajda

0,0
5,99 €

-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

Hallar un tesoro, hurgar en el pasado, revelar un secreto, iniciar un viaje a lo inesperado. Desde la primera venta de garage que organizó Ernestina Hi, Valeria fue atesorando en su memoria relatos, momentos, imágenes, gestos. No solo estuvo atenta a la increíble variedad de elementos que tenía que etiquetar y vender, sino que fue capturando en su memoria historias que, de alguna manera, contienen algo que todos compartimos: un abanico de emociones. Muchas de esas historias son relatos en los que hay un acompañamiento compartido. Muchos de esos textos acarrean momentos de dolor. En los párrafos de Tesoros y confidencias hay también historias de rencor y rabia. En sus páginas encontraremos narraciones de padres, de hijos, de separaciones. Despedidas forzadas y despedidas deseadas. El mundo de Valeria ha sido vertiginoso y encontró en Ernestina Hi su tesoro inexplorado. En este libro, tras años como profesora de Literatura, vuelve a abrazar su pasión por las letras desde el lugar de autora, de recopiladora, de buscadora de tesoros. Ezequiel Derhun

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB
MOBI

Seitenzahl: 90

Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



Producción editorial: Tinta Libre Ediciones

Córdoba, Argentina

Coordinación editorial: Gastón Barrionuevo

Diseño de tapa: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones. Manuela Cornille

Diseño de interior: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Bajda, María Valeria

Tesoros y confidencias : historias de Ernestina Hi / María Valeria Bajda. - 1a ed. - Córdoba : Tinta Libre, 2024.

96 p. ; 21 x 15 cm.

ISBN 978-987-824-838-7

1. Antología de Cuentos. 2. Cuentos. 3. Relatos Personales. I. Título.

CDD A863

Prohibida su reproducción, almacenamiento, y distribución por cualquier medio,total o parcial sin el permiso previo y por escrito de los autores y/o editor.

Está también totalmente prohibido su tratamiento informático y distribución por internet o por cualquier otra red.

La recopilación de fotografías y los contenidos son de absoluta responsabilidadde/l los autor/es. La Editorial no se responsabiliza por la información de este libro.

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Impreso en Argentina - Printed in Argentina

Tinta Libre no se responsabiliza por la corrección textual de la obra ni por los errores ortotipográficos y gramaticales que pudieran leerse. El presente libro se publica fiel al manuscrito original entregado por el autor, bajo su pedido explícito de respetar la obra textualmente como fue escrita. El autor se responsabiliza por la corrección del texto de manera independiente y ajena a la editorial.

© 2024. Bajda, María Valeria

© 2024. Tinta Libre Ediciones

Agradecimientos

A Marcela, mi súper amiga y más que socia, y a todo el equipo de Ernestina Hi, a los que estuvieron y a los que están siempre.

A Ezequiel, por su ayuda en la corrección.

A todos los que confiaron en nosotras abriéndonos las puertas de su casa y su corazón.

A los amigos de la vida, a los amigos de Ernestina Hi.

A mi mamá. A mis hijos.

A la Vida misma.

Prólogo

¿Quién es Ernestina Hi? Es una pregunta que aparece cada fin de semana de venta.

Y entonces explico que Ernestina Hi es el nombre abreviado de mi madre. Y, si el momento lo permite, sigo explicando. Pero no nos adelantemos. Ya les contaré más sobre el nombre.

Porque Ernestina Hi somos todas las que formamos parte del equipo: un grupo de mujeres emprendedoras y resilientes que se ocupan de desocupar casas cuando hay que vaciarlas porque los dueños se mudan o porque hay que repartir la herencia o alquilar urgente. Entonces tasamos todo —hasta lo más insólito— y durante varias semanas nos dedicamos a ordenar, exponer los objetos, dar brillo a los rincones y liberar los espacios llenos de energías pasadas —y a veces pesadas también—. Cuando todo está listo, nos desafiamos a nosotras mismas a vender lo más posible en catorce horas durante un fin de semana.

Somos un grupo de mujeres que conocen el valor sentimental de las cosas y reconocen los afectos que muchas veces cargan los objetos de los que hay que desprenderse. Mujeres cuya premisa es “Lo que ya no es útil para vos, puede ser un tesoro para otro”. Y cuando decimos “tesoro” nos conectamos con muchas más cosas que el precio. Porque tesoros, para nosotras, son los recuerdos, los momentos vividos, las charlas y confidencias que se generan en cada encuentro de objetos y almas durante nuestras ventas.

Somos un grupo de chicas a la antigua que, aunque tratamos de adaptarnos a las tecnologías y nuevos mercados, seguimos priorizando el trato cara a cara y nos permitimos abrazos y besos —aunque la pandemia nos haya separado, un poco—. Si no damos precios por Facebook o WhatsApp, si no estamos todo el tiempo subiendo historias a Instagram o conectadas en las redes, es porque queremos que vengas a las ventas que organizamos, que te tientes con los precios a vaciar, que compartas un ratito del fin de semana con nosotras, que escuches de primera mano la historia de quienes tienen que vender sus cosas y nos ayudes a que éstas encuentren un nuevo lugar y propósito en tu hogar. Que te permitas pasar un rato mirando los objetos y la historia que traen consigo, que compartas un cafecito y disfrutes al elegir, proyectar e imaginar cómo quedaría en tu casa. Que te animes a regatear. Que nos cuentes algún recuerdo.

Nos emociona cada vez que viene alguno de tantos clientes que nos siguen hace años y nos cuenta que por fin pudo armarse su espacio y que su casa está llena de Ernestina Hi.

Nos emociona que, quien fuera un proyecto de cliente en la pancita de su mamá hoy, con cinco o seis años, se vaya chocho con su bici o algún juguetito y un par de caramelos de yapa.

Nos encanta llegar una hora antes y ver que en la entrada hay esperándonos diez o quince personas, amigos de y por Ernestina Hi, charlando, mientras esperan con un cafecito a que abramos a la hora convenida.

Disfrutamos cada charla, cada anécdota chistosa. Compartimos lágrimas y recuerdos con quienes nos contratan. Porque nunca es fácil desarmar la casa de los padres que ya no están o la propia en busca de nuevos horizontes. Y porque sabemos que cada mueble, taza, plato, adorno o sábana tiene un pedacito de historia. Y la seguirá teniendo y se seguirá reinventando en el tiempo como cada una de nosotras, como mi madre, como Ernestina Hi y como cada uno de los protagonistas de mis relatos, cuyos nombres son ficticios pero sus historias quizá sirvan para encontrar algo de vos en ellas.

Queremos seguir emocionadas, confiar en la gente, escuchar, valorar, esforzarnos en cada detalle, seguir aprendiendo de los errores y agradecer. Porque, como dije, somos chicas a la antigua.

Por todo esto, por mi alma de escritora y porque creo que la vida está hecha de pequeños momentos mágicos, me permití revisar el alma de Ernestina Hi, reinterpretar y novelar algunas experiencias e historias atesoradas en el corazón y compartirlas en mis escritos.

Te invito a que te tomes un tiempo para las emociones y disfrutes de estas historias como lo hice yo al escribirlas.

Valeria Bajda Hirschegger

Tesoros y confidencias

Historias de Ernestina Hi

Tres generaciones y una sorpresa

Entramos a la casa junto a los herederos porque hacía más de un año que no podían entrar solos. La mamá había sido la última habitante de ese caserón repleto de recuerdos de tres generaciones.

Cuando vimos el trabajo que nos esperaba, les recomendamos contratar a alguien para lavar las toneladas de copas, vajilla y adornos acumulados durante ochenta años o más. Así conocimos a Angélica, quien hoy forma parte de nuestro equipo; una personita que merece un capítulo aparte, como ya les contaré.

Era una casa enorme, con garaje, patio, comedor y dos cocinas. Al subir las escaleras de cuyas paredes colgaban bellísimos cuadros, se accedía a los tres cuartos y al escritorio. Todo estaba perfectamente armonizado. Combinación de muebles de estilo con pequeñas colecciones de autitos y juguetes antiguos, relojes, fósiles y adornos de todo el mundo. Pero fue la biblioteca lo que más me impactó: siete enormes estantes que ocupaban en forma de L las dos paredes del escritorio. Calculé someramente que en cincuenta metros de estantes había más de tres mil libros.

Mientras las chicas se ocupaban de otras cosas, me sumergí en ese mundo fascinante. A medida que iba descubriendo los lomos en castellano, inglés, italiano, francés y alemán intenté seleccionarlos según su temática: había libros de historia, economía, arte, derecho, literatura clásica, argentina, infantiles, autoayuda, masonería, meditación y más.

Pablo, el heredero, amante de los libros como yo, fue ayudándome con su amena charla a armar una imagen de quienes habían habitado la casa.

Los padres habían vivido allí cuarenta años, diez de los cuales habían convivido también con la abuela: una hermosa alemana, que, habiendo enviudado joven, se había casado en segundas nupcias con un amable aunque, según recuerdos de Pablo, extraño hombre venido de Hungría quien la adoró hasta su muerte unos años antes que ella.

Por lo visto, tanto el húngaro como la abuela eran políglotas porque la biblioteca, en su mayoría herencia de la abuela y su segundo esposo, era realmente impresionante. Y por lo que pudimos descubrir después de varios hallazgos sorprendentes, sabían vivir la vida a pleno.

Él, además, coleccionaba estampillas de todo el mundo que estaban prolijamente cuidadas en hojas o guardadas en sobres ordenados alfabéticamente por país. También había sobres con cartas de amigos de varios lugares del mundo. Calculo que serían más de cinco mil. Descubrir ese tesoro me tuvo noches sin dormir investigando por internet sobre filatelia. Un mundo fascinante que mis hijos no conocerán por esto de la inmediatez de la tecnología, supongo.

Y he aquí la sorpresa de este cuento, que superó nuestra imaginación. El objeto más curioso que encontramos fue una pequeña aunque pesada caja azul en la parte más alta del placard del cuarto principal. Estaba como escondida detrás de cajas con copas y vajilla de porcelana de tres matrimonios —de esas que solo se usaban para las fiestas y eventos especiales—.

Al abrir la cajita azul encontré una máquina parecida a una agujereadora o taladro con accesorios tipo sopapa, plumas y cepillos o algo así. Le saqué fotos y a la noche, en casa, comencé a googlear para investigar qué podría ser ese artefacto de origen alemán del año 1929, cuya única referencia era un logo que decía: Penetrator. Aunque el nombre sugería bastante, no encontré nada esa noche. ¡No les recomiendo empezar una búsqueda con esa palabra en internet si no quieren toparse automáticamente con las páginas XXX!

Días después, con ayuda de algunos anticuarios amigos, grandes entusiastas y aliados en estas búsquedas, logramos descubrir y documentar lo que suponíamos, sin atrevernos a arriesgar respuesta certera: la abuela, además de leer, bordar, estudiar, cocinar exquisitamente y manejar la casa, sabía disfrutar de su sexualidad a pleno. Porque el Penetrator era un consolador/vibrador/satisfier. Sabemos de qué hablo, ¿no? Uno de los primeros juguetes para mujeres, tesoro de una época en que socialmente solo a los hombres les era permitido gozar de los placeres de la vida, entre ellos la sexualidad.

Nuestra sorpresa al descubrir que esta abuela alemana–mendocina era una mujer adelantada a su tiempo fue enorme. Pero imagínense las caras de sorpresa y admiración de los nietos al compartirles nuestro hallazgo.

Se preguntarán si lo vendimos. ¡Pues sí! Lo compró un anticuario habitué de nuestras ventas. Tiempo después me confesó que lo vendió bastante rápido. Pero, por más que le supliqué, se rehusó a decirme a quién.

Karma

Estamos en la casa de Pedro. Es un inmenso caserón repleto de lujos, antigüedades, obras de arte, colecciones varias, vinilos y demás. Pero una sensación de vacío nos contagia mientras entramos en sus lúgubres habitaciones llenas de pasado.

Siento el vacío de dos vidas viajadas, estudiadas, cultas y solas.

Mientras recorro las habitaciones y acomodamos muebles, discos, cámaras, adornos, cubiertos y vajilla, ese vacío se hace más presente. E inevitablemente surge la reflexión: “todo vuelve”. Karma.

Sé que Pedro está internado en un geriátrico, a dos casas de su casa, la casa que estamos preparando para rematar. Está lúcido, pero su cuerpo padece los achaques propios de la edad con los que su única heredera no pudo lidiar sola. Su compañera de toda una vida ha fallecido hace unos meses y él se quedó más vacío que nunca.