Tiempo de meditar - Christophe André - E-Book

Tiempo de meditar E-Book

Christophe André

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Beschreibung

Tomarse tiempo para meditar es recuperar el equilibrio emocional, la calma interior, la lucidez, la tolerancia y la benevolencia… En un mundo hiperacelerado que nos satura a diario con pantallas y exigencias, a menudo nos descubrimos desconectados de nosotros mismos y de nuestras auténticas necesidades. Décadas de investigaciones científicas han confirmado las virtudes de la meditación y sus beneficios en nuestra salud física y mental. La meditación es al cerebro lo que el ejercicio físico al cuerpo. Con Tiempo de meditar, el doctor Christophe André, uno de los pioneros de la meditación en Europa, nos guía con su particular claridad y sensibilidad hacia lo mejor y más profundo de nosotros mismos. En nueve capítulos muy accesibles, esta obra nos revela lo esencial para comprender y practicar la meditación: . ¿Qué es el mindfulness o meditación de "atención plena"? . ¿Qué dice la ciencia? . ¿De qué tradiciones procede? . ¿Cuáles son sus virtudes y limitaciones? . ¿Cómo se medita?

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Christophe André

TIEMPO DE MEDITAR

Traducción del francés de Miguel Portillo

TÍTULO ORIGINAL: TEMPS DE MÉDITER by Christophe André

© L’Iconoclaste et France Inter, Paris, 2019

© de la edición en castellano:

2021 by Editorial Kairós, S.A.

www.editorialkairos.com

© de la traducción del francés al castellano: Miguel Portillo

Revisión de Alicia Conde

DISEÑO CUBIERTA

Katrien Van Steen

FOTOCOMPOSICIÓN

Pablo Barrio

Primera edición en papel: Enero 2021

Primera edición en digital: Enero 2021

ISBN papel: 978-84-9988-839-2

ISBN epub: 978-84-9988-880-4

ISBN kindle: 978-84-9988-881-1

Todos los derechos reservados. Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www.cedro.org) si necesita algún fragmento de esta obra.

SUMARIO

Prólogo: una bella durmiente

1. Comprender la meditación

¿Cómo definir la meditación?

¿Una o más meditaciones?

Meditación de la atención plena

¿Por qué meditar?

¿Qué nos ofrece la meditación?

¿Una paradoja?

¿Cómo meditar?

Para que la vida sea interesante…

2. La meditación y el momento presente

¿Qué es el momento presente?

Filósofos, poetas y el momento presente

Obstáculos del momento presente

Particularidades del momento presente

Saborear el estar presente en el momento

Recuperar el refugio del presente

No priorizar

Proteger el momento presente

Críticas al momento presente: ¿es una limitación?

Vivir mejor: la inteligencia del momento

3. Meditación y atención

Comprender qué es la atención

Estados de atención: un poco de teoría

En la práctica

Trabajar en la atención no es una opción…

4. Meditación, cuerpo y salud

La relación con el cuerpo

Meditación, decepción y relajación

Meditación, dolor y sufrimiento

Meditar para sufrir menos, para mejorar el sufrimiento

Salud y meditación

Meditación e inteligencia corporal

Por una ecología interior

5. Meditación y pensamientos

Nuestros admirables y deleznables pensamientos

¿Qué es pensar?

El flujo incesante de nuestros pensamientos

El ruido de fondo de nuestra mente

Por qué la reflexión y el discernimiento son necesarios

Los pensamientos solo son fenómenos mentales

Los pensamientos son fenómenos engañosos

Pensar bien lleva su tiempo, el tiempo de la serenidad

¿Qué hacer con los pensamientos preocupantes?

¿Responder en lugar de reaccionar?

Enriquecer la manera de pensar

6. Acción e inacción

Meditación, acción y tradición

¿Meditar antes de actuar?

¿Meditar mientras se actúa?

¿Meditar después de la acción?

Meditación en acción: ¿de qué sirve?

La inacción

Amenazas de la inacción

¿Sin tiempo para meditar?

7. Meditación y emociones

¿Qué es una emoción?

Meditación y emociones

Cómo la meditación mejora la vida emocional

Trabajar las emociones dolorosas

Deconstrucción de las emociones dolorosas

¿Por qué trabajar las emociones placenteras?

Lentejuelas de felicidad

No hay nada que temer…

8. Meditación y relaciones

Vínculos con uno mismo: ¿liberarse del ego primero?

¿Por qué la meditación nos libera de nosotros mismos?

Cómo nos ayuda la meditación a desarrollar un tipo diferente de conexión con nosotros mismos: la autobenevolencia

Autobenevolente y liberado de uno mismo, pero también benevolente con los demás y unido a ellos

El cultivo de la benevolencia: ¿ingenuidad o pragmatismo?

Incomodidad con la benevolencia

Meditar es conectar

9. Meditación y espiritualidad

¿Existe una espiritualidad laica?

Espiritualidad y religión

Meditación y oración

Lo inefable y la espiritualidad

Espiritualidad y cambios en la atención

Las experiencias místicas y la vida contemplativa

¿Realmente necesitamos la espiritualidad?

Una cuestión de vida o muerte

La estatua de sal

Después del éxtasis, la colada…

Un mundo a la vez

Conclusión: «Mantén tu promesa…»

Algunos consejos para empezar a meditar

¿Cómo meditar?

¿Cuándo meditar?

¿Por qué meditar?

Fuentes y referencias

Meditaciones guiadas

Navegación estructural

Cubierta

Portada

Créditos

Comenzar a leer

Bibliografía

Notas

PRÓLOGOUNA BELLA DURMIENTE

A finales del siglo XX, la meditación era una bella durmiente: solo se practicaba en el silencio y el secreto de los monasterios o en pequeños círculos de iniciados o de iluminados.

Hoy en día, a principios del siglo XXI, todo ha cambiado: la meditación se ha convertido en un fenómeno de moda y en un fenómeno social. Se desarrolla al aire libre, en hospitales y escuelas, en empresas y en círculos artísticos o políticos.

Este libro te ofrece la oportunidad de descubrir exactamente lo que es la meditación; por qué su forma llamada «consciencia plena» ha conquistado el mundo contemporáneo en tan poco tiempo; cuáles son los datos científicos sobre el tema, pero también los datos sobre las tradiciones de las que proviene; cuáles son sus virtudes y límites; y por último, pero no por ello menos importante: ¿cómo practicarla?

Porque la meditación es una práctica mucho más que un discurso. A lo largo de este libro, encontrarás diecisiete ejercicios para familiarizarte con esta nueva forma de estar en el mundo. Al final de estas páginas encontrarás los audios de las meditaciones guiadas que tienen como objetivo permitirte incluir esta práctica en tu vida cotidiana.

Una vez que hayas explorado estos caminos, dispondrás de una opinión personal e informada sobre la meditación. Y espero que ello también despierte en ti el deseo de practicarla…

1COMPRENDER LA MEDITACIÓN

«Escucha lo que escuchas cuando no se oye nada.»

Paul Valéry, Tal cual

Es gratis, no contamina y es bastante fácil de hacer, en todo caso resultan fáciles los primeros pasos…

Es buena para el cuerpo y la mente, y propicia el equilibrio y las relaciones con los demás…

Te ayuda a dejar de tener miedo a la muerte y a disfrutar mejor de la vida.

¿De qué se trata?

¡Sí, claro, estamos hablando de la meditación!

Al escuchar esta palabra, las personas a quienes la meditación les da miedo (porque la relacionan con historias de sectas extrañas y de gurús manipuladores) y aquellas a las que les molesta (porque evoca en ellas una moda para hippies y frikis del estilo de vida cercano a la naturaleza) se crispan. Pero este libro puede representar una oportunidad para entender qué es la meditación, para relajarse, y, por qué no, para tomarse el tiempo de meditar…

¿Cómo definir la meditación?

Hay mil y una maneras de definir la meditación, pero lo más simple, y quizás lo más exacto, es entenderla como un entrenamiento de la mente. Una formación que nos ayudará a cultivar capacidades psicológicas tales como atención, equilibrio emocional, perspectiva, calma interior, lucidez acerca de nosotros mismos y del mundo, tolerancia, amabilidad…

Decir que la meditación es un entrenamiento de la mente es reconocer que nuestra voluntad por sí sola no es suficiente para cambiarnos. Somos conscientes de que este es el caso de nuestro cuerpo, pero a menudo lo olvidamos cuando se trata de nuestra mente. La meditación es, pues, un acto de humildad. Sabemos muy bien que de la noche a la mañana no podemos correr más rápido ni tampoco hacer más kilómetros, ni ser más musculosos o flexibles, sabemos que para eso, tenemos que entrenar: tendremos que hacer footing, practicar yoga o entrenarnos con pesas. Lo mismo ocurre con nuestras mentes: no podemos decidir que pasado mañana estaremos menos estresados y más tranquilos, seremos más generosos, tendremos más perspectiva, una mayor capacidad de atención y concentración… Si queremos progresar en estos ámbitos, también tendremos que trabajar regularmente, aceptar, para progresar, la idea de una «cultura mental» de la misma manera que aceptamos la «cultura física». Y la meditación es exactamente eso: un entrenamiento de la mente.

Por lo tanto, la meditación es un acto de humildad, pero también un acto de audacia y creatividad: sí, podemos cambiar, incluso en áreas que muchos piensan que son fijas, como el carácter o los rasgos de la personalidad; sí, podemos contradecir a lo que parece ser nuestro destino, escrito por nuestro pasado; sí, podemos liberarnos de las prisiones, a veces cómodas, de nuestros hábitos. Podemos cambiar la forma en que vemos y habitamos el mundo, sin drogas, sin implantes cerebrales, sin transhumanismo… Podemos cambiar meditando con regularidad. Podemos explorar el funcionamiento de nuestra mente, aceptar algunos límites, rechazar otros y, finalmente, cultivar lo que nos ayuda a ser mejores humanos.

¿Una o más meditaciones?

La meditación no es algo nuevo, aunque incuestionablemente en la actualidad está de moda. Hace más de dos mil quinientos años que se medita tanto en Oriente como en Occidente. Pero solo han pasado unos treinta años desde que la investigación científica ha confirmado las virtudes de la meditación, su capacidad de transformar el funcionamiento de la mente y sus beneficios para la salud, física y psíquica.

Hablamos de la meditación, pero deberíamos decir las meditaciones, pues existen muchas formas de meditar. Todas las culturas han desarrollado y explorado sus propias tradiciones meditativas: el Zen en Japón y el Tíbet, las oraciones silenciosas de los padres del desierto en el cristianismo, o la Muraqaba de los místicos sufíes en el islam. Sin embargo, es en el budismo donde se han llevado a cabo las reflexiones y prácticas más profundas y codificadas, de ahí la frecuencia de las referencias a esta corriente, incluso en meditadores laicos.

Sin embargo, cuando hablamos hoy de la meditación, sin más aclaraciones, nos estamos refiriendo a la atención plena…

Meditación de la atención plena

La meditación de la atención plena es la codificación contemporánea de un conjunto de técnicas de la tradición budista vipassana. Esta adaptación moderna de una práctica antigua se debe a la intuición y visión de un investigador pionero, el biólogo estadounidense Jon Kabat-Zinn: practicando Zen y vipassana comprendió, en la década de los 1970, que los beneficios de estos enfoques afectarían a mucha más gente si el discurso que los rodeaba reducía las referencias a la fe budista y se volvía laico. A continuación, desarrolló un protocolo simplificado para el aprendizaje de la meditación adaptado al mundo occidental: la meditación de la atención plena (mindfulness en inglés).

La meditación de la atención plena tiene tres características importantes:

1) es un método laico,

2) es de fácil acceso y aprendizaje,

3) está validado por la investigación científica.

Estos tres puntos explican su inmenso éxito actual.

¿En qué consiste exactamente? Esto es lo que dice el propio Jon Kabat-Zinn:

Para el observador externo, esto puede parecer extraño, incluso un poco loco. Parece que no esté pasando nada. Y, en cierto modo, no está pasando nada. Pero es un «nada» muy rico y complejo. La gente a la que observas no está soñando ni durmiendo. No puedes ver lo que están haciendo, pero trabajan duro. Se ajustan activamente en cada instante, esforzándose por permanecer despiertos y conscientes momento a otro. Practican la atención plena, pero también se podría decir que se entrenan para «ser». Por una vez, detienen deliberadamente todo lo que están haciendo en sus vidas, y se relajan en el presente sin tratar de hacerlo para llenarse de mil y una cosas. Permiten deliberadamente a su cuerpo y mente que descansen ahora mismo, no importa lo que esté ocupando sus mentes o cómo se sientan sus cuerpos. Se conectan con las experiencias básicas de la vida. Simplemente se permiten ser en el instante presente, aceptando las cosas como son, sin intentar cambiarlas…

Ves, la atención plena se basa en una cuestión muy simple: estar presente en el momento y hacerse consciente de lo que vivimos, ser conscientes de nuestra experiencia, sin juzgarla, sin modificarla, al menos inicialmente…

¿Lo probamos juntos?

Ejercicio 1

DETENERSE Y HACERSE CONSCIENTE

Deja lo que estabas haciendo; para meditar, tenemos que dejar

ir todas las acciones y distracciones en curso. Cualquiera que sea tu postura en ese momento, de pie o sentado, comprueba si puedes ponerte de pie lentamente, para adoptar una postura erguida, cómoda, sin rigidez.

Y ten cuidado con este momento, con todo lo que pasa en este momento.

Sé consciente de la respiración…, de cada inspiración…, de cada espiración…

Sé consciente de las sensaciones corporales…, de dondequiera que provengan…, ya sean agradables o incómodas… Sé consciente de los sonidos que llegan a tus oídos…, de dondequiera que provengan…,

te gusten o no te gusten…

Sé consciente de los pensamientos que cruzan tu mente…, sin clasificarlos…, sin elegirlos…, sin apartarlos ni aferrarte a ellos…

Solo déjalos pasar…, déjalos pasar… Van y vienen libremente…

Están sucediendo cosas, en nosotros y a nuestro alrededor, ¿no es así? ¡La atención plena es simplemente tomarse tiempo de manera regular para explorar todo esto! Sin querer modificarlo, sin querer juzgarlo, ni utilizarlo… Al menos de momento.

Primero observa…, siente…, deja que venga…, deja que exista…

Hay un dicho tradicional en la práctica de la meditación que a los estudiantes y los aprendices de meditación les gusta mucho: «No hay nada que hacer, ni ningún sitio al que ir, ni nadie a quien acudir». ¿Nada que hacer? ¿Ninguna parte a donde ir? ¿Nadie a quien acudir?

¡Aquí hay una historia desconcertante! Desconcertante, pero interesante… Sin embargo, como siempre, es mejor que lo experimentes tú mismo. Comprueba por ti mismo cómo, si permaneces regularmente en esta actitud, manteniendo una presencia atenta pero carente de expectativas, te sentirás mejor y empezarás a entender muchas cosas.

¿Por qué meditar?

Tal vez, en este momento, te estés diciendo a ti mismo: «Todo eso está muy bien, pero ¿por qué he de meditar?». Esa es una buena pregunta… a la que los maestros de meditación suelen responder: «¿Realmente necesitamos tener un propósito para meditar?». Intentemos ir más lejos de la respuesta…

Así pues ¿por qué meditar? ¿Por qué dedicar nuestro precioso tiempo a estar sentados con los ojos cerrados? Tenemos un montón de cosas mucho más urgentes que hacer en nuestras vidas: trabajar, comer, comprar, almacenar, tirar, comprar de nuevo, tirar de nuevo… Después, para descansar, miramos las pantallas, respondemos correos electrónicos o mensajes de texto o mil cosas más, entramos en las redes sociales… Y también practicamos sexo, dormimos, soñamos, etc. Sí, todo esto parece mucho más urgente y útil que meditar, eso es seguro.

Pero si nos tomamos tiempo para pensarlo, descubrimos que todavía hay muchas respuestas posibles y convincentes a la pregunta de «¿por qué meditar?». Primera respuesta: si dejamos nuestra interioridad en barbecho, para el beneficio exclusivo de acciones y distracciones orientadas hacia el exterior, nos convertiremos en esclavos de este mundo exterior. Y quedamos a merced de su influencia. Sí, si no tenemos cuidado, dejaremos en manos de otros el «control remoto de nuestra mente», por usar la expresión de mi amigo filósofo Alexandre Jollien. Seremos manipulados por una sociedad de hiperconsumo, más preocupada por hacernos comprar que por hacernos meditar, más preocupada por esclavizarnos que por liberarnos, más preocupada por extinguir o anestesiar nuestro discernimiento que por alimentarlo e iluminarlo.

Segunda respuesta: también somos manipulados por nosotros mismos, por nuestros errores de juicio, por nuestra falta de distancia o de atención, por nuestras emociones, incomprendidas y mal reguladas… Pero gracias a la meditación podemos abrir nuestros ojos a las servidumbres e influencias, ya sea que provengan de fuera, de nuestro medio ambiente, o del nivel más profundo y oscuro de nosotros mismos.

Una tercera respuesta al «¿por qué meditar?» es que ya que la ciencia nos muestra (como también nos lo enseña la tradición) que la meditación es beneficiosa para nuestro cuerpo y nuestra mente, ¿por qué no probarla?

¿Qué nos ofrece la meditación?

¿Qué dicen estos estudios y tradiciones? Tendremos amplia oportunidad de volver a hablar de ello, pero, en términos generales, dicen que la meditación nos ayuda a avanzar hacia una mayor serenidad y discernimiento. Los términos sánscritos que designan estas dos dimensiones, y que tal vez ya hayas escuchado, son: samatha y vipassana.

samatha

significa «mantener la calma»;

y

vipassana

: «visión profunda, visión penetrante».

¿Por qué trabajar para calmarnos? Porque a veces nuestro estrés, nuestras emociones y nuestra excitación pueden hacernos sufrir o llevarnos a cometer errores. Y, como bien sabes, no es tan fácil calmarse cuando la vida y la adversidad nos lo ponen difícil. Nuestros cerebros no están equipados con un botón de stop que nos permita detener su aceleración. Debemos aprender el arte de calmarnos gradualmente, por nosotros mismos.

¿Y por qué trabajar en el discernimiento? ¿No basta con nuestra inteligencia? Desafortunadamente no, debido a que puede ser parasitada por nuestras emociones, como todos sabemos. Pero también porque a menudo vivimos apresuradamente, con aceleración y confusión, y porque no disponemos de tiempo suficiente para pensar con calma y en retrospectiva. ¿Cuándo fue la última vez que te tomaste ese tiempo, en buenas condiciones, tranquilo, descansado, para pensar en lo que es importante en tu vida? Estoy hablando de un tiempo para reflexionar, no para darle vueltas a las cosas ni para rumiar… Porque nosotros podemos acabar siendo víctimas de las propias cavilaciones y de las propias emociones.

¿Una paradoja?

Hay una paradoja, como una contradicción, que asalta a los principiantes cuando aprenden a meditar. Los profesores les dicen: «No persigáis ninguna meta, no tengáis expectativas; meditar por meditar, eso es todo…».

«¿Ningún propósito? ¿No hay que esperar nada? Pero… vine aquí para aprender a meditar porque tengo muchos problemas, así que tengo muchas metas y expectativas. Vine a aprender a meditar para calmarme, curarme, enfadarme menos, trabajar mejor… ¿Y me dicen que no tenga expectativas? Pero ¿de qué va todo esto? Y, además, es absurdo: es imposible no tener expectativas.» Eso, o algo parecido, es lo que pensamos muy a menudo cuando empezamos a practicar la meditación…

Sin embargo, esta recomendación de no tener expectativas es decisiva. Nos recuerda de una manera bastante dura que, en la meditación, no se trata de reproducir nuestros modos habituales de hacer las cosas: tomar el camino más corto, actuar solo a la espera de un resultado, y utilizar la fuerza si es necesario para lograr nuestro objetivo… A veces, actuar así nos puede ser útil en nuestra vida cotidiana, pero desde luego no lo es mientras meditamos.

Cuando recomendamos a nuestros estudiantes que no mantengan expectativas, nos referimos a que no tengan expectativas acerca de obtener resultados inmediatos. Una vez más, es un poco como el ejercicio físico: solo después de semanas o meses de entrenamiento se hacen evidentes los resultados y los cambios en nuestro cuerpo y nuestra salud. Lo mismo vale para nuestras mentes. Y, además, la meditación nos enseña algo valioso e inusual: las virtudes de la paciencia y la simple presencia. Muy desconcertante, pero muy útil para nosotros los occidentales, que normalmente solo nos ponemos en marcha para conseguir un resultado específico, ¡y rápido si es posible!

Sin embargo, a veces es mejor actuar sin obsesionarse con los resultados, actuar solo por el placer de hacerlo. Un ejemplo clásico viene de los practicantes japoneses de tiro con arco, el kyudo: si el arquero se centra demasiado en la necesidad o la obligación de alcanzar su objetivo, si se obsesiona con la diana, a menudo los resultados son peores que cuando simplemente se esfuerza por realizar el movimiento más preciso de la manera más atenta posible. Es lo que sucede cuando me voy a dormir: cuanto más rápido quiero dormirme, más me crispo y más pospongo el momento en que llegará el sueño. Algunos estudios también muestran que la búsqueda de la felicidad sigue la misma lógica: para vivir felizmente, es mejor no centrarse en el logro de un resultado inmediato y concreto, sino hacer lo necesario para acercarse a la felicidad, momento a momento. Por lo tanto, ni el sueño y la felicidad ocurren solo porque nosotros queramos que ocurran, ni existe una vía rápida o un método milagroso exprés en la meditación.

Y esto es así por una simple razón: se trata de los llamados fenómenos cerebrales «emergentes». Es decir, estados que no obedecen a nuestra voluntad; es inútil que nos digamos a nosotros mismos: «¡Sé feliz!», «¡Duerme, quiero que duermas!» o «¡Accede al estado de meditación!». No funciona así, un estado emergente no se activa de esa manera. Ocurre lentamente, emerge cuando se cumplen cierto número de condiciones. Para dormir, por ejemplo, debemos haber pasado un día suficientemente activo, descansar en una habitación oscura y tranquila, en la que no haga demasiado calor, no haber estado mirando pantallas antes de acostarnos y no pensar en las preocupaciones mientras tratamos de conciliar el sueño, etc.

¿Qué hay de la meditación? El mismo enfoque puede servir: se trata de dejarla llegar en lugar de buscarla. Vamos a ver esto a través de un segundo y sencillo ejercicio…

Ejercicio 2

SENTIRSE VIVO Y DEJAR PASAR

Nos vamos a quedar donde estamos, sin hacer nada…, sin querer nada…, sin buscar nada…, sin perseguir nada…, como antes.

El cuerpo se endereza suavemente y la mente permanece atenta

y curiosa…

De pie, respirando, sintiendo, observando si hemos mantenido los ojos abiertos, escuchando si los hemos cerrado espontáneamente…

Solo para existir…, sin otro propósito que sentirse vivo…

Sin otro propósito que el de ver y experimentar lo que se siente al estar vivo y no hacer nada, no tener un propósito, no tener expectativas…

Simplemente respira, siente, escucha, mira…

Nos vamos a quedar viendo nacer en nuestra mente pensamientos, expectativas, proyectos, deseos e impulsos…

Y dejándolos pasar…

Observando que el deseo de detener el ejercicio de meditación

vuelve a nuestra mente, observando los pensamientos que nos dicen: «Detén esta cosa inútil, y muévete un poco. Tienes muchas cosas importantes y urgentes que hacer en lugar de estar aquí sin hacer nada…».

Vamos a observar todo lo que surge en nuestra mente, y a dejar que pase, que se desvanezca, que desaparezca…

Vamos a aplicar el programa existencial, radical y liberador del poeta Christian Bob: «Por el momento, solo estoy escuchando el ruido que hace el mundo cuando no estoy».

Durante solo uno o dos minutos, tres quizás para los más valientes y curiosos, nos quedaremos así, sin hacer nada más que observar todo lo que pasa y todo lo que sucede, todo lo que se hace y todo lo que se deshace.

Y luego, reflexionaremos sobre la posibilidad de repetir este ejercicio, esta experiencia de simple presencia, atenta, pero sin expectativas, varias veces a lo largo de nuestras jornadas, así, solo para probar…

¿Cómo meditar?

Ya lo has entendido: no hay nada más simple que la meditación de la atención plena. No necesitamos ningún material, solo un poco de curiosidad. ¡Y también estar bien despiertos! No estoy hablando de despertar en el sentido espiritual, de la iluminación budista (puede que ya sepas que la palabra buda significa «despierto» en sánscrito). No, estoy hablando de estar bien despiertos ¡en el sentido de bien atentos!

Algunos estudiantes a veces nos dicen: «¡Los ejercicios son maravillosos! Escuchando los audios me quedo dormido siempre; es muy agradable…». ¿Qué contestar? Si los ejercicios de meditación pueden ayudar a los insomnes a dormir o a volver a conciliar el sueño, entonces está muy bien (muchos estudios así lo han demostrado). ¡Pero sería una pena no ir más lejos en el camino de lo propuesto por la meditación! No es solo una herramienta para relajarse y dormir mejor, es una forma de entender cómo funcionan nuestras mentes. Al estudiar las neuroimágenes del cerebro de las personas que meditan, podemos ver que están en plena actividad en un gran número de zonas. Esta es la razón por la que no podemos meditar de forma sostenida si no se está bien despierto, bien descansado.

A menudo también se nos hace otra pregunta: «¿Hay que estar motivado para meditar?». Sí, hay que estar motivado, pero no porque sea difícil, sino porque su práctica debe ser cotidiana o al menos regular. Pero la motivación está casi siempre ahí, porque rara vez llegamos a la meditación por casualidad: llegamos a ella porque sufrimos, porque somos infelices, porque nos sentimos insatisfechos… A veces la mente lo tiene claro: queremos aprender a meditar con la intención de sentirnos menos estresados, menos ansiosos, menos deprimidos, o para dormir mejor, pensar mejor, enfadarnos menos… Y a veces nuestras motivaciones son más difusas, más oscuras: sentimos que algo anda mal en nuestra vida y tenemos la sensación de que el origen de nuestro malestar no se encuentra fuera de nosotros, en la familia, el trabajo, etc., sino dentro, en nosotros mismos, en la forma en que vivimos nuestra vida cotidiana. O, más bien, en la forma de no vivirla, de pasar siempre por alto lo que hace que la vida sea simple y dulce. Es nuestra manera de estar en el mundo la que debe cambiar, y esto, es simple y complicado a la vez. Pero esto es lo que la meditación nos ofrece. Entonces, ¿cómo empezamos?

Primero, como ya hemos dicho, reservando cada día un tiempo para parar. Para llevar a cabo pequeños ejercicios de atención plena, como los que hemos hecho hoy. Aunque todo lo que nos rodea nos está diciendo que sigamos adelante, debemos ignorarlo y parar. Debemos parar para recuperar la libertad, para detener e interrumpir acciones y distracciones, para hacernos presentes y hacer presente el mundo, para hacernos conscientes de todo lo que está sucediendo en nosotros, y que exploraremos juntos en los siguientes pasos de nuestro aprendizaje, y en los siguientes capítulos: la presencia en el cuerpo, las emociones, los pensamientos, los vínculos que nos conectan con los demás y con el mundo…

Son todos estos pequeños momentos los que, poco a poco, nos van a ayudar a acceder a una nueva actitud existencial, orientada a ser en lugar de solo a hacer; a la acción llevada a cabo con plena consciencia, en lugar de actuar no solo sin consciencia de lo que hacemos, sino también de nosotros mismos y de nuestros propios ideales; al enriquecimiento de nuestra vida material a través de una vida espiritual. Así que todo esto va mucho más allá de una práctica meditativa con la que combatir el estrés, mejorar nuestra capacidad de atención y sentirnos mejor de forma más o menos inmediata.

Para que la vida sea interesante…

Hemos definido la meditación como un entrenamiento o formación de la mente, y eso es exactamente lo que es: la meditación es para el cerebro lo que el ejercicio físico es para el cuerpo. Pero además de ser una herramienta para el autocuidado, también es una oportunidad para desarrollar una nueva visión de la vida y una nueva forma de vivir.

En una carta a su amigo de la infancia Alfred Le Poittevin, Flaubert escribió: «Para que algo sea interesante, basta con mirarlo mucho tiempo». La atención plena también puede ser una forma de ver nuestras vidas mejor, con más cordialidad, más a menudo, durante más tiempo. Y para encontrarlas mucho más bellas e interesantes de lo que nuestra mirada siempre presionada sugiere…

La meditación es para el cerebro lo que el ejercicio físico es para el cuerpo.

Aunque todo lo que nos rodee nos esté diciendo que sigamos adelante, debemos ignorarlo y parar. Debemos parar para recuperar la libertad.