Tormenta ancestral - Juan D. Marco - E-Book

Tormenta ancestral E-Book

Juan D. Marco

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Beschreibung

En un inmenso planeta desértico, la Torre de Johunheim es la única estructura habitable conocida, y en cuyas dimensiones alberga toda la raza humana. La gigantesca torre fue heredada de una civilización antigua, la cual se extinguió hace cincuenta años por un castigo divino, y los únicos registros sobre ella que alguna vez existieron son la Torre y un extraño libro llamado el Libro del Consejo. Dicho libro representa una guía de vida para todos los habitantes de la Torre, quienes han considerado sus palabras como la verdad absoluta. A pesar de que la Torre aparenta ser una construcción imponente, corre el riesgo de desaparecer en cualquier momento, producto de los ataques continuos que realizan unas temidas criaturas del desierto llamadas jotnars. Además, en el último año de una década de transición, se encuentra internamente débil por los continuos atentados de los rebeldes, una religión corrupta y un rey sumido en la locura. La historia se va desarrollando en la vida de un héroe del ejército, un soldado primerizo y un recién llegado, quienes intentan sobrevivir a los conflictos cotidianos que la Torre les impone. A medida que pasan los días, irán descubriendo que sus roles dentro de la Torre son mucho más importantes de lo que ellos querrían que fueran.

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Seitenzahl: 333

Veröffentlichungsjahr: 2016

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Juan D. Marco

Tormenta Ancestral

La enfermedad de las lunas: primer mes

Juan Manuel Di Marco

   Tormenta ancestral : la enfermedad de las lunas / Juan M. D. Marco. - 1a ed . - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2016.

   Libro digital, EPUB

   Archivo Digital: descarga y online

   ISBN 978-987-711-562-8

   1. Novelas Fantásticas. 2. Literatura Fantástica. I. Título.

   CDD A863

Editorial Autores de Argentina

www.autoresdeargentina.com

Mail:[email protected]

Diseño de portada: Justo Echeverría

Diseño de maquetado: Maximiliano Nuttini

Agradecimientos

Primero que nada a mi familia. Sobre todo a mamá y a Jorge que me bancaron en todo momento mientras escribía, tratando de no interrumpirme. Y a mi abuela, por haberme ayudado con el contrato de la editorial.

A Yuli, por el hermoso dibujo que figura en la portada y por haberme aguantado con todas las especificaciones.

A Vanesif, porque me inspiraron a escribir esta historia. En especial a Santi, por haber sido un perfecto Beta-reader. De paso aprovecho para decirles que los que aún no aparecieron, de seguro aparecerán en el segundo tomo.

A Euge, el amor de mi vida, por haber sido la primera en leer esta historia.

Y por último a Nacho, el cual espero que cuando tenga la edad suficiente, disfrute de esta novela.

Índice

Agradecimientos

Calendario

Capítulo 1: Viggo I: Día 1

Capítulo 2: Viggo II: Día 1

Capítulo 3: Viggo III: Día 2

Capítulo 4: Viggo IV: Día 21

Capítulo 5: Viggo V: Día 22

Capítulo 6: Viggo VI: Día 22

Capítulo 7: Viggo VII: Día 25

Capítulo 8: Viggo VIII: Día 26

Capítulo 9: Viggo IX: Día 26

Capítulo 10: Vyncis I: Día 31

Capítulo adicional: Vyncis: Historias de vida

Capítulo 11: Viggo X: Día 32

Capítulo adicional: Viggo: Historia de la Torre

Capítulo 12: Gefion I: Día 35

Capítulo 13: Viggo XI: Día 35

Capítulo 14: Vyncis II: Día 35.

Capítulo 15: Gefion II: Día 35

Capítulo 16: Vyncis III: Día 36

Capítulo 17: Viggo XI: Día 37

Capítulo 18: Vyncis IV: Día 38

Capítulo 19: Gefion III: Día 38

Capítulo 20: Viggo XII: Día 38

Capítulo 21: Viggo XIII: Día 40

Capítulo 22: Viggo XIV: Día 40

Capítulo 23: Gefion IV: Día 40

Capítulo 24: Vyncis V: Día 40

Capítulo 25: Viggo XV: Día 40

Capítulo adicional: Gefion: Historias de vida

Capítulo 26: Viggo XVI: Día 42

Capítulo 27: Viggo XV: Día 42

Capítulo 28: Vyncis: Día 42

Capítulo 29: Gefion V: Día 44

Epílogo: Igor I: Día 45

Calendario

El calendariojotnorianoes actualmente utilizado en la Torre deJohunheim. Este cuenta con trescientos sesenta días y ocho meses. El mes cuenta con nueve semanas, y cada semana cuenta respectivamente con cinco días. Cada día, además, posee treinta horas.

Meses del año por estación:

Verano: Gagarv y Zarien.Otoño: Jundien y Shasdien.Invierno: Kiriphen y Sandien.Primavera: Sleiryen y Findien.

Cuando dos de las tres lunas están en fase completa, se anuncia el cambio de estación. En esos días se festeja “La Renovación”, uno de los días festivos más importantes de la Torre. Cuando son tres lunas las que están en fase completa, se anuncia un período invernal que dura seis meses, el cual provoca que no haya primavera ni verano.

Días de la semana:

ZabelShoelikSielikLiahaSaraik (Día de descanso laboral).

Décadas históricas:

Década de Iniciación (Año 0 — Año 10).Década Media (Año 11 — Año 20).Década Moderna (Año 21 — Año 30).Década Dorada (Año 31 — Año 40).Década de Transición (Año 41 — Año 50).

La historia comienza en el mes de Gagarv del año 50, década de Transición.

Capítulo 1: Viggo I: Día 1

—¡Volteadlo! —ordenó el caballero más alto, el cual llevaba una armadura negra tan oxidada que parecía teñida en barro. Señalaba, con su espada corta también oxidada, el cuerpo de un hombre desnudo que se encontraba bocabajo.

—Deja de tratarme como si fuera un inferior tuyo, Igor. Desde que te dieron el puto ascenso, te estás comportando como un completo imbécil —replicó el caballero que estaba en cuclillas tanteando el cuerpo desmadejado—.

En ese momento, el caballero agachado decidió voltearlo para poder verle el rostro. Cuando el hombre quedó mirando al cielo, pudieron observar que se trataba de un muchacho de alrededor de veinte años, flaco, de cabellos ondulados color carbón, con una pequeña pelusa castaña debajo de los labios, la cual aparentaba ser una barba. Además, tenía tatuado en el pecho, el número veintidós en color rojo sangre.

—¡Ronnie, hemos conseguido el premio mayor! —exclamó Igor con una sonrisa de oreja a oreja—. Despiértalo rápido y volvamos cuanto antes. Hoy podremos brindar con un barril entero de cerveza deMaenmaerd.

—En ese lugar no hacen cerveza, hacen un asqueroso batido. La mejor cerveza es la amarga, se parece más a nuestra vida —comentó mientras se reía de su propia broma.

Ronnie retiró de su bolso de cuero rojo un estuche que portaba una gran jeringa preparada. Luego de tantear el brazo izquierdo del muchacho, le introdujo la aguja en la vena azulada que sobresalía, hasta verter todo el líquido amarillento.

El joven empezó a toser de forma brusca y continuada, y a revolcarse en el suelo como si estuviera ardiendo en llamas. De repente, abrió los ojos en par, y se sentó de un salto, al tiempo que intentaba vanamente fijar sus ojos.

Atónito, pudo observar que se encontraba en medio de un desierto totalmente árido y desolado, exceptuando por los dos caballeros que lo despertaron, dos caballos famélicos y enormes médanos de arena.

—¿Cuál es su nombre? —preguntó con voz seca Igor.

—Viggo… Creo que Viggo —respondió el muchacho que aún no se incorporaba totalmente. Trataba de pensar algo que le diera la pista de por qué estaba desnudo en medio de un desierto, pero lo único que venía a su mente era su nombre—. ¿Quiénes son ustedes?

—Lo veo totalmente sano, creo que nos darán dos celestiales de oro a cada uno —dijo Ronnie exageradamente feliz, haciendo caso omiso a la pregunta del muchacho.

—Dirás tres celestiales de oro para mí, y los que sobren para vos� soldadito de tercera línea. —Le respondió con tono majestuoso, al momento que le ofrecía a Viggo una túnica blanca maltrecha para que se tapase—.

—A la mierda con eso, ya te he repetido varias veces que hemos trabajado juntos hace diez años, y pretendes ser más que yo porque te ascendieron hace solamente un par de días —replicó Ronnie enfurecido—. Seguramente me asciendan a mí también, dentro de poco tiempo espero.

—Aun así, en este preciso momento yo soy un soldado de segunda línea y tengo derecho a cobrar más que tú por los rescates que hagamos -dijo Igor señalando un estandarte dorado con el número dos grabado en bronce—. Cualquier queja que tengas puedes hacerla en la sede del Escuadrón de Rescate. Ahora, deja de quejarte conmigo y ayuda a nuestro nuevo compañero a subir al caballo.

Maldiciendo a la madre de Igor por lo bajo, Ronnie agarró a Viggo de las dos axilas para levantarlo y arrastrarlo hasta donde se encontraba su transporte.

—¡Un momento! ¿A dónde me llevan? —exclamó Viggo asustado y casi gritando, mientras que Ronnie lo arrastraba y se llenaba de arena. No le gustaba nada de lo que estaba pasando, y la situación de que dos desconocidos lo llevaran a quién sabe dónde, luego de un estado de amnesia total, no era para nada agradable.

—Ah, cierto, qué modales los nuestros —dijo Igor dándose una palmada a la cara—. Ronnie… el papel.

Ronnie metió la mano nuevamente en su bolso de mano, sacó un pedazo de pergamino maltrecho y se lo entregó a Igor. Igor tomó el papel y leyó.

—Bienvenido sea usted, alma perdida, al último reino de la Torre deJohunheim, en donde podrá vivir al cuidado y protección del único y verdadero Dios, sea bendecido y bla, bla, bla... Malditos religiosos, hacen todo muy largo —se quejó Igor al momento que le devolvía el trozo de papel a Ronnie—. Ahora sí, ¡vámonos de una vez!

—Yo no pienso ir a ninguna parte —insistió Viggo, aún desconfiado.

—Mira, muchacho... —dijo Ronnie con una sonrisa macabra—. Te estamos llevando al único lugar habitable en miles de kilómetros a la redonda, o incluso más. Si te quedas aquí afuera, morirás de hambre y sed en unos cuantos días, y eso si sobrevives al ataque de los seres grotescos que habitan este desierto. Apostaría que estarían encantados de arrancarte la piel por trocitos para comérsela. —Hizo con la boca un gesto parecido a cuando se rompe una hoja de papel con el agregado de una mueca suplicante—. Eres libre de elegir…

Viggo convencido de lo que había escuchado, siguió a Ronnie por las buenas, y terminó ayudándolo a ensillar al caballo.

—El miedo puede más que la duda —agregó encantado Ronnie al ver esa reacción. Luego, le dio unas palmaditas en el pecho a Viggo para que se tranquilizara.

Una vez que los caballeros repasaran en voz alta que todo estuviera en orden para partir, cabalgaron a toda velocidad hacia donde se dirigía el sol.

Ese día estaba tan radiante que les calcinaba la piel. Viggo daba lo que fuera por un poco de sombra y un trago de agua.

Al parecer, Ronnie se dio cuenta de ello, y le ofreció una cantimplora llena. Cuando Viggo la destapó y bebió, se percató de que no era agua, sino algún tipo de bebida alcohólica bastante fuerte. Aquello era imbebible, por lo que decidió rechazarla en la segunda ronda.

Al pasar un rato largo de cabalgata continua, se empezó a divisar una enorme torre de hermoso color zafiro, que parecía tener kilómetros de altura. Ni siquiera desde esa distancia se podía ver la cima.

—Ahí es donde vas a vivir a partir de ahora, muchacho —dijo Ronnie señalando con un dedo la cima—. Y cuando estés en la cima de todo, acuérdate de tu amigo Ronnie. Acuérdate que fue él quien te rescató de este desierto desolado.

—Cállate, Ronnie, sabes que no estamos autorizados a darle información sobre su posición en la Torre —dijo Igor frunciendo el ceño—. Ya veo que por tu culpa y por la bocota de este, no nos quieren dar las monedas que nos pertenecen.

—Tranquilízate, Igor, que no le he dicho nada —se defendió Ronnie, mostrando las palmas de las manos—.

Ya más despabilado, podía observar con detalle a sus acompañantes. Igor resultaba ser un caballero alto de mediana edad, con el pelo castaño que le llegaba hasta los hombros como cola de caballo. Portaba ojos negros y la mirada siempre seria. Aquello sumado a una particular cicatriz en la mejilla que le llegaba hasta el extremo izquierdo del labio, lo hacía parecer un hombre solemne.

En cambio, Ronnie era un caballero petiso de aproximadamente unos treinta años. Siendo muy musculoso, y acompañado de su baja estatura, parecía un orangután, de cabello rubio y rapado. Portaba ojos marrones y una boca pequeña. Siempre que lo observaba estaba sonriendo, vaya a saber uno de qué, y parecía ser adicto a lo que fuera que llevase en esa cantimplora de metal.

En el viaje hasta la torre, Ronnie se dedicó a presumirle a Viggo su valentía en las andanzas en el escuadrón de rescate, peleando contra seres llamadosjotnars, que atacaban en el desierto cuando anochecía.

—¡Ahí viven esas mierdecillas! —exclamó cuando se toparon con un enorme pozo sin fondo que ocupaba decenas de metros de largo.

Tuvieron que rodear el enorme pozo para poder cruzar del otro lado y seguir con su rumbo a la Torre. Viggo se sorprendió al notar que este desprendía un aire gélido.

Igor estuvo todo el viaje observando la Torre sin decir palabra. A ambos se les notaba cansados, pero nunca se detuvieron en todo el trayecto para descansar. Iban con prisa, y según Ronnie, era porque losjotnarsatacaban de noche.

Las historias de Ronnie hicieron que el viaje se hiciera muy corto para Viggo. En lo que pareció unos cuantos minutos, según Igor, habían pasado cuatro horas de cabalgata continua.

Al llegar a la base de la torre, se toparon ante una inmensa puerta metálica totalmente negra. O eso parecía, por la escasa luz que emitían las tres lunas rojas que empezaban a reinar en el cielo, acompañadas de una mínima franja de sol que perduraba en el ocaso y un par de estrellas.

Cuatro caballeros con armaduras negras parecidas a las de Igor y Ronnie custodiaban la entrada desde un mirador a metros de altura de donde se encontraban ellos.

Al ver a los dos caballos acercándose, el único que tenía la borgoñota puesta gritó:

—¡Pero miren, la putita de los rescates regresó! ¡Has tardado, Igor! ¿Has encontrado algo interesante el día de hoy o vuelves a comer guiso de rata esta semana? —El desprecio en sus palabras era perceptible a kilómetros.

—¡Eso no es de tu incumbencia, Didrik! —gritó Igor en respuesta—. ¡Haz tu trabajo, y ábrenos la maldita puerta!

Didrik se sacó el guantelete derecho y levantó su dedo más largo en dirección a Igor. Luego dio la orden con la misma mano para que el resto de los guardias accionaran la manivela de la puerta levadiza, y así entraran junto con los dos caballos.

Una vez que la puerta estuvo lo suficientemente elevada para que entraran, dirigieron las riendas en dirección al interior.

—Ojo abierto con las personas de su especie, muchacho. —Era la primera vez que Igor le dirigía la palabra desde que emprendieron rumbo—. En el futuro, cuando estés en tus aposentos, van a darte más dolores de cabeza de los que me dan a mí día a día.

Una vez dentro, amarraron los caballos junto a los varios que reposaban en la entrada y caminaron por un túnel angosto. El túnel estaba hecho del mismo metal que toda la torre y era iluminado únicamente por antorchas colocadas en las paredes.

En la mitad del túnel, se encontraron con una enorme sala que rebosaba de gente. Había una muchedumbre reunida alrededor de una enorme tarima de madera, en la cual había un sacerdote casi calvo hablando con un par de guardias armados con lanzas.

El sacerdote vestía una túnica de color café con un enorme corazón de color azul que ocupaba la totalidad del pecho. Una gran cadena color plata colgaba de su cuello, la cual contenía un enorme dije dorado con forma de espada que le ocupaba medio torso.

Adentrándose entre la multitud, y hasta estar a unos pocos metros de la tarima, Igor le chifló al sacerdote.

—¡Eh, viejo, espero que hoy me pagues muy bien por este! —señalando a Viggo con el dedo pulgar mientras sonreía—. ¡Hoy te he traído un Noble completamente sano!

Todos los presentes se dieron vuelta para verlos, incluido el sacerdote. Hubo unos cuantos cuchicheos y un par de risas.

—Ohh, Igor, Ronnie… bien por vosotros. Ya me estabais preocupando. Casi era de noche y aún no habían regresado —dijo el sacerdote con voz decrépita—. Doy gracias a Dios que siempre os protege.

—Dejad la cursilería y la falsedad para la gente que os crea, viejo decrépito —replicó Ronnie sonriente—. Solo queremos los cuatro celestiales de oro por el Noble, así puedo ir a descansar y a beber ron en el burdel de Brenda.

El sacerdote sacó de un bolsillo de su túnica una bolsita de madera, y la arrojó hacia donde estaba Ronnie, quien la atrapó con un movimiento ágil.

—Estáis de mala suerte, muchachos, solo me quedan en el día de hoy dos celestiales de oro y cuatro cromos de plata. El resto se lo llevaron los puntuales. Les haré un papel de deuda a futuro —dijo el sacerdote con una sonrisa burlona en el rostro.

—Viejo de mierda, no pienso aceptar papelitos otra vez. Hoy estoy muy cansado para discutir, pero mañana regresaré a cobrar el resto —dijo Igor en voz baja y tono molesto.

Luego de protestar para sí mismo, le dirigió su mirada a Viggo.

—Muchacho, fue un gusto conocerte, espero que nos volvamos a encontrar nuevamente en el futuro. —Y sin más qué decir, se alejó del lugar a zancadas.

—Espero que te acuerdes de nosotros cuando estés en la cima de todo —agregó Ronnie, quien le dio un puñetazo en el brazo amistosamente y siguió rápidamente a Igor—.

Que se fueran aquellos dos extraños caballeros hizo que Viggo se sintiera completamente solo. Aquello le provocó un profundo escalofrío.

—¡Ahora que estamos todos reunidos, queridos hermanos, comenzaré con lo elemental que tenéis que saber para llevar una vida pacífica en su nuevo hogar! —rugió el sacerdote mientras saboreaba con los ojos a la multitud—.

Capítulo 2: Viggo II: Día 1

—No está de más repetirles lo informado por el Escuadrón de Rescatistas, por si algún soldado inútil omitió algún detalle importante —dijo el viejo sacerdote—. Se encuentran en la Torre del Johunheim, la última edificación existente en este vasto mundo. Solo los pocos elegidos por el Señor, como vosotros, tenéis el honor de disfrutar el regalo divino de la vida. ¡Aleluya por ustedes!

Al igual que el resto de la multitud, Viggo permaneció en silencio. Se encontraba demasiado confundido como para poder acotar algo. La cabeza le dolía al pensar y tenía una sensación rara en la boca, como si tuviera metal en los dientes.

—Los números que tienen grabados en su corazón representan el lugar que el Señor les ha reservado en este mundo —prosiguió el sacerdote—. Vivirán en el sector de la torre correspondiente a su número, y trabajarán y disfrutarán según el designio divino. Recordad que el Dios Omnisapiente nunca se equivoca.

Empezaban a escucharse murmullos que resonaban por toda la cueva. Viggo mantuvo su silencio.

—Dejadme continuar, hermanos —ordenó el sacerdote levantando una mano, impaciente ante los murmullos de la multitud—. Anunciaré a continuación cómo se dividirán entre ustedes a partir de ahora.

Hizo un momento de silencio para aclararse la garganta.

—Los poseedores del número uno al diez pertenecen a la realeza, se dedican a gobernar la Torre bajo el mandato del Señor. Lamentablemente, tengo entendido que hoy no hay ninguno presente. Es una lástima, pero comúnmente aparecen una vez cada cuatro o cinco años.

—Los números del diez al cincuenta pertenecen a la nobleza. Se dedican a dirigir el ejército y administrar los problemas de la Torre, ya sean las finanzas, la demografía, la salud de los habitantes, y otros temas de vital importancia. En otras palabras, se dedican a administrar las mayores posesiones de la humanidad.

Viggo no sabía si alegrarse o preocuparse por la importancia de su puesto. Él no tendría idea alguna de cómo llevar a cabo tales tareas, ya que no recordaba haberlas hecho antes. De hecho, no recordaba nada, excepto su nombre.

—Los números del cincuenta y uno al cuatro mil son los comerciantes, sacerdotes e integrantes del Ejército Real. Y por último, los números restantes tienen la labor de cumplir con los oficios y profesiones calificados que no fueron mencionados anteriormente.

Los murmullos se fueron acrecentando a partir de ese momento y poco a poco convirtiéndose en quejas, pero el sacerdote ni siquiera se molestó en dirigirles la palabra.

Los quejumbrosos no se atrevían a hacer una osadía, por la cantidad de guardias armados que observaban desde las sombras. Las lanzas que portaban sí que le daban miedo, parecían más gruesas que su cabeza.

—Para terminar, quisiera hablarles sobre nuestro rey vigente Braggi. Poseedor del número cero en su pecho, y último hijo sobreviviente de Dios. Fue enviado al mundo para gobernar y proteger a la humanidad de los peligros que rodean la Torre. Para que os deis una idea, si se hubieran quedado una noche en el desierto, habrían muerto de una forma totalmente despiadada. Por ello es recomendable que no la abandonéis. Pero no se preocupen, mientras vivan en la Torre, el rey Braggi os protegerá.

—Eso es todo lo que les tengo para decir sobre su nueva vida, ahora les toca a ustedes, mis hermanos, escribirla con sus propias manos. Siempre siguiendo con los designios del Señor. Mi nombre es Fray Holger, y ante cualquier problema que tengáis, podrán encontrarme en el Convento Sleipnir. Nuestro símbolo es este corazón, color zafiro, que me enorgullece llevar en el pecho. Recuerden que cualquiera que lo posea, estará encantado de ayudarlos en lo que necesitéis. —Besó el dije con forma de espada en frente de los espectadores y concluyó gritando—. ¡Señor, bendice a los nuevos integrantes de tu paraíso terrenal! —Hizo una reverencia hacia todos los presentes, y se retiró a un paso apresurado haciendo seña con dos dedos a un soldado que se encontraba apartado del resto.

—¡Nobles, seguidme por aquí por favor! —gritó el soldado señalado, mientras con el brazo levantado anunciaba su posición.

El soldado caminó siguiendo el túnel, alejándose del resto de los hombres. No podían verle el rostro debido a que llevaba el casco puesto, pero Viggo pudo apreciar que su armadura era muy brillosa, de un color rojo intenso, totalmente distinta a la del resto de los guardias.

Viggo sintió la mirada profunda de las personas presentes en el momento en que caminó en el mismo sentido para alcanzar al soldado. Pero estas rápidamente se desviaron en una muchacha que lo siguió por detrás.

La mujer era una joven, de aproximadamente veinte años, de cabello castaño oscuro que le llegaba hasta la cintura. Era delgada y muy hermosa. Vestía la misma túnica blanca maltrecha que le dio Igor cuando lo conoció.

La muchacha no le dirigió ni la mirada. No se la veía muy contenta a pesar de que iba a pertenecer a la nobleza de hoy en adelante. De hecho, se la veía bastante preocupada.

<<Es comprensible, luego de todo este clima de incertidumbre>>, pensó Viggo tristemente.

—Dos nobles en una noche, y encima uno de ellos es una mujer. Eso no se ve seguido. Tal vez sea verdad que las lunas presagian hechos —les dijo el soldado en voz baja, haciendo una reverencia, al momento que se quitaba el casco.

Su rostro era el de un muchacho joven, de largos cabellos rojo sangre, ojos negros y mirada intensa. Las grandes y pronunciadas ojeras que le rodeaban los ojos hacían notar el enorme cansancio que portaba encima.

—Buenas noches, mis señores. Mi nombre es Jenarae, aunque también soy conocido bajo el apodo deEl Caballero Escarlata. Pertenezco a la Guardia Real y de las Altas Cunas, y mi labor es llevarlos a sus nuevos aposentos, si ustedes me lo permiten. —Sacó un papel y una pluma—. Antes que nada necesitaría que me digáis sus números para preparar el informe de llegada.

—Veintidós —dijo Viggo rápidamente.

—Diecisiete —dijo la muchacha con voz muy suave. Había que esforzarse para poder escucharla.

—Muy bien —exclamó Jenarae, mientras anotaba en su libreta—. Seguidme por favor. En el camino les explicaré sus nuevas labores y asentamientos —dijo al momento que caminaba con una postura la cual daba pena. Parecía que se iba a desplomar en cualquier instante—.

—Perdonen mi estado mis lores, pero no he dormido en cuatro días —se disculpó Jenarae. Parecía como si hubiera escuchado el pensamiento de Viggo—. Volviendo al tema que nos concierne. Generalmente, los números del diez al diecinueve se encargan de las finanzas y son el consejo monetario de la realeza, y los números del veinte al veintinueve se encargan de la dirección del ejército y estrategia militar para la seguridad de la Torre. Además cuentan con la capacidad de dirigirnos a nosotros, los Capitanes o Héroes de Guerra —prosiguió Jenarae entre bostezos y disculpándose en cada uno de ellos—. Pero si vosotros queréis cambiar labores con otro noble, sois libres de hacerlo. ¿Queréis intercambiar roles entre ustedes ahora mismo?

Viggo y la muchacha se miraron por un instante e hicieron coordinadamente un gesto negativo con la cabeza.

—Mejor así, menos trámites administrativos para mí —agregó con una sonrisa amarga al ver la respuesta de ambos.

Se detuvieron un instante en una intersección donde el túnel se dividía en varias direcciones. Luego de unos instantes, Jenarae se acordó el camino y prosiguieron por el último sendero a la izquierda.

—Bien, prosiguiendo… Su trabajo consistirá en proteger y beneficiar, a través de órdenes y reuniones de consejo, la vida de los treinta mil habitantes de la Torre que�

—¿Treinta mil? Pensaba que en la torre solo había diez mil personas —interrumpió Viggo recordando lo que le había dicho el Fray Holger unos momentos atrás, en cuanto a la cantidad de números.

—En cuanto a eso, mi señor� Hay personas que son rescatadas delDesierto Jotnarianoque no portan un número en su pecho. Ellas se encargan del resto de los oficios pesados que no realizan los Números. Me duele decirlo, pero generalmente son esclavos, sirvientes, mineros, prostitutas y la vanguardia en las batallas.

—Cuando estábamos reunidos con el Fray, no pude encontrar a ninguna persona que no portara un número en su pecho —agregó Viggo pensativo.

—Mi señor... Eso es debido a que los Sin Número ingresan a la Torre por una entrada diferente. Se organiza así para evitar los problemas de la primera impresión sobre la marcada distinción de clases. Nosotros podemos detener a un par de números renegados, pero no podríamos hacerle frente a todos los recién llegados. No queremos que a ninguno de ustedes le suceda algo malo en una batalla a puño limpio —respondió Jenarae un tanto nervioso.

—¿Quién hizo esta distinción de clases? —preguntó por primera vez en tono seco la joven, quien tuvo que acelerar el paso para no quedarse atrás de la marcha.

—Nadie hizo la distinción de clases, mi señora. Eso figura en el Libro del Consejo, cuyos textos reflejan la voluntad de Dios en este paraíso terrenal.

Permanecieron un tiempo en silencio. Viggo pudo apreciar el ruido que hacía la armadura de Jenarae cada vez que daba un paso. Era un sonido inquietante y majestuoso al mismo tiempo.

El final del túnel llevaba a una inmensa puerta de hierro, la cual era tan alta que Viggo no podía ver el lugar donde finalizaba.

Jenarae se paró frente a la Puerta y gritó con todas sus fuerzas: —¡¡Baek Tvear Saum!!

El grito provocó que empezaran aparecer grietas de color rojo intenso por toda la puerta, hasta que de repente se desvaneció por completo, liberándoles el paso.

A pesar de que Viggo acababa de presenciar algo completamente extraño y sorprendente, ni se inmutó. En lo más profundo de su ser sentía que ya había abierto esa enorme puerta en una antigua oportunidad. A la joven que estaba viviendo lo mismo que él tampoco pareció sorprenderle. Seguramente, habrá sentido lo mismo que sintió Viggo.

Caminaron los tres juntos hacia el otro lado de la abertura y pudieron observar una inmensa habitación oscura, que también estaba iluminada únicamente por antorchas.

En el medio, se encontraba una inmensa cápsula, en la cual cabían alrededor de diez personas. Emitía un intenso color azulado dentro de un enorme tubo transparente que la protegía.

—¡¡Bet Tvear Saum Est!! —gritó nuevamente Jenarae.

La puerta de hierro apareció de la nada nuevamente, dejándolos encerrados dentro de esa extraña habitación.

—Mis lores, tomad ese ascensor —dijo señalando con el brazo a la cápsula azulada—. Los llevará a sus nuevos hogares si aprietan el número correspondiente a vosotros. Descansad el resto de la noche de hoy, que mañana tendréis un día muy largo con las reuniones de ingreso.

Viggo y la joven caminaron hacia el tubo transparente que contenía la enorme cápsula, y la puerta se abrió en par delante de ellos. La inspeccionaron desde fuera unos segundos, y luego entraron.

—Apretad el botón correspondiente al número que portáis en vuestro pecho. Recordad descansar bien —advirtió nuevamente Jenarae—. Si me disculpáis, voy a tratar de conciliar el sueño al igual que ustedes. Bah, si es que los generales me dejan. —Hizo una reverencia y se alejó de su vista gritando ¡¡Baek Tvear Saum!!

Dentro de la cápsula, había una botonera que llegaba hasta el número ciento diez, junto con una especie de plano de la Torre. Al parecer, sus pisos se empezaban a contar desde la cima, y el piso más alto era el número cero. También Viggo notó que algunos números de la botonera estaban fuera de funcionamiento.

Cada uno apretó el número que le correspondía, provocando que la puerta transparente volviera a cerrarse en par, y con un gran estruendo, la cápsula salió despedida hacia arriba.

La velocidad con la que empezaron a viajar era tan rápida que Viggo sentía cómo los pulmones se le iban a escapar por la boca en cualquier momento. Aun así, la cápsula era tan estable que ninguno de los dos perdió el equilibrio.

Hubo un largo silencio incómodo. Viggo aparentaba observar el plano de la Torre con detenimiento, pero en realidad se dedicaba a mirar de reojo a la muchacha. Para Viggo, aquella mujer era demasiado hermosa para ser real.

Luego del largo silencio incómodo, Viggo decidió hablarle a la chica.

—¿Qué opinas de todo esto�? ehrr… ¿Cuál es tu nombre? —preguntó con el poco aire que tenía.

Era la primera vez que podía hablar a solas con una persona que vivía su mismo punto de vista, el de no saber absolutamente nada.

Estaba emocionado. No solo podía tener una charla con la bellísima chica, sino que además, podía obtener más datos sobre dónde estaba.

La chica no respondió nada en primera instancia, y luego de unos cuantos eternos segundos, respondió.

—Karianne… Me llamo Karianne —dijo sin mirarlo a los ojos.

Viggo decidió no seguir la conversación porque pensaba que su presencia incomodaba a Karianne. Pasados unos minutos más, la incomodidad se le contagió a él. Y pasado otro minuto más, la incomodidad lo carcomió enteramente cuando la escuchó llorar.

En ese momento, el ascensor se detuvo en el piso veintidós y Viggo sin decir palabra, se posicionó cerca de la puerta para bajar. No se atrevía a mirar atrás, estaba sumido en la vergüenza.

Cuando el ascensor se detuvo y abrió las puertas, Viggo pudo apreciar que del otro lado de la puerta lo esperaba un campo de flores rojas bajo las lunas del mismo color. Todo parecía teñido en sangre.

Aquel paisaje dentro de la Torre no le sorprendió en absoluto, por el mismo motivo que la puerta de hierro. Además, lo único que rondaba en su cabeza era la reacción de Karianne.

—Confío plenamente en ti —creyó entender que dijo Karianne, antes que el ascensor se cerrara en sí y siguiera su rumbo.

Capítulo 3: Viggo III: Día 2

Para la alegría de Viggo, a la mañana siguiente él pudo ver a Karianne en el Acto de Iniciación de los nuevos nobles. Lucía un lujoso vestido largo de seda, color esmeralda. En su cuello rebosaban joyas haciendo juego, pero su cara de angustia no acompañaba para nada ese atuendo.

La noche anterior no pudo pegar un ojo pensando en ella y en su propia situación, así que se dedicó a recorrer su enorme castillo. Este tenía más de cincuenta metros de altura, quinientas habitaciones, jardines interiores e incluso cuatro torreones exteriores que superaban la altura máxima del castillo. Dos de ellos estaban abandonados y uno se utilizaba como puesto de vigía para los guardias personales que lo custodiaban.

Todo ello estaba rodeado por un enorme campo de flores rojas, y un gran lago cristalino, que bajo el cielo nocturno repleto de estrellas, hacía que las flores emitieran luz propia.

Viggo al principio no se podía explicar cómo podía existir aquel paisaje dentro de una enorme torre de acero. Pero antes de lo que alguien cuenta hasta uno, ya se lo tomaba como algo más natural que respirar.

Lemmart, su mayordomo principal, le había explicado que había sido creado por la antigua tecnología de los hombres que habitaron la Torre antes de la purificación. Su explicación fue tan pobre que no lo conformó en absoluto.

Su mayordomo era un hombre moreno, canoso, de avanzada edad, gordo, y al parecer sordo, porque tenía que hablarle a los gritos para que escuchara. Era un experimentado en muchísimas artes, pero apasionado por la alquimia. “El mejor de la Torre”, según el mismo Lemmart.

Además de él, en su castillo habitaban otras veinticinco personas más. Todos eran sirvientes, criadas o guardias, los cuales se encargaban de atender sus necesidades.

Viggo los vio alegres al recibirlo. Lemmart le había contado que se debía a que el anterior dueño del castillo disfrutaba torturándolos en sus tiempos libres. Por ese motivo, esa noche tuvo una cálida bienvenida.

Ahora, lastimosamente, no estaba descansando en su amplio castillo, sino que se encontraba en uno de los enormes salones que eran parte del castillo del rey Braggi. Su castillo era el triple de inmenso que el de Viggo, por lo que hacía parecer al suyo como una casucha.

La ceremonia tenía lugar en uno de los enormes salones del castillo. El inmenso salón rebosaba de baldosas color zafiro y plata, con enormes columnas de mármol blanco a los laterales, y decorado con cuadros con los retratos de los antiguos reyes de la Torre.

Ansiaba mucho conocer al poderoso gobernante de la Torre, ya que según las historias de Lemmart, podía predecir el futuro con su ojo divino. Pero ese día no iba a ser la ocasión. Para su mala suerte, no se encontraba presente debido a una descompostura estomacal.

—¡Qué burda mentira! El rey Braggi no está presente porque está loco y quieren ocultar las idioteces que hace —le dijo uno de sus guardias personales en voz baja cuando estuvo al lado suyo.

No recordaba si el que le había comentado aquello era su guardia Waltin o su guardia Ewin. Se había querido aprender el nombre de todas las personas que habitaban en su castillo en menos de un día, y lo había hecho bastante bien. Sin embargo, tenía un problema con sus guardias personales porque se parecían mucho físicamente.

Según Lemmart, el rey Braggi había perdido totalmente la cordura el día que murió su esposa Idunna, quien había sido el amor de su vida. Ningún médico había podido explicar la causa de su muerte, por lo que declararon el suceso como muerte espontánea. Hasta hoy es un misterio cómo todo su cuerpo estaba intacto, pero sus órganos interiores terminaron completamente chamuscados.

—Braggi gobernaba la Torre de Johunheim, pero Idunna gobernaba el corazón de Braggi —le había dicho Lemmart—. Desde ese entonces han ocurrido varios sucesos bochornosos. El último ocurrió hace poco más de un mes, en donde el rey, había nombrado subcomandante de la Guardia Real a nada más ni nada menos que a su almohada de plumas. Ese evento fue tan polémico que generó un gran revuelo en los habitantes de la Torre, e incentivó a que los ataques de los rebeldes se acrecentaran, creyendo que el reino se encontraba más débil que nunca. Desde ese entonces, quien gobierna en su lugar es Jonor Haveson. Jonor es el actual comandante de la Guardia Real y Gran Protector de la Torre de Johunheim, pero sobre todos los títulos que posee, un completo imbécil.

Efectivamente, fue Jonor quien se encargó del acto de bienvenida. Se encontraba sentado en un enorme trono al final del salón, hecho de oro macizo y con un contorno que intentaba imitar al de la Torre.

El Gran Protector de la Torre era un hombre pelado de mediana edad y bastante corpulento, tenía una larga barba blanca trenzada y muy bien cuidada. Vestía una cota de malla hecha de oro macizo y se apoyaba con ambas manos a un espadón que clavaba en el suelo, el cual era puramente de plata con algunas incrustaciones de rubí en el mango.

—¿Así que Dios nos envía a una escuálida y a un proyecto de hombre para dirigir lo que queda de la pobre humanidad? —exclamó Jonor en tono despectivo y burlón, mientras el resto de los nobles presentes se reían aclamando su broma—. Es broma, no se lo tomen a mal. Como sabrán, mi nombre es su Alteza Jonor Haveson, el Gran Protector del Reino. Sean bienvenidos a su nuevo hogar.

—Gracias por darme la bienvenida a su reino, su Alteza —respondieron al unísono Karianne y Viggo haciendo una reverencia, quienes rieron forzadamente del chiste de mal gusto.

Viggo siguió al pie de la letra las recomendaciones de Lemmart. Hablar lo menos posible en el acto de iniciación e ignorar las ofensas de los miembros de la realeza, las cuales duraron una interminable hora. El único amable con ellos era Jonor, pero se notaba desde la otra punta de la Torre que estaba fingiendo cortesía para ganar su apoyo político.

Luego de una serie de presentaciones formales, hubo una seguidilla de exámenes médicos.

A Viggo lo midieron, lo pesaron y le extrajeron sangre para analizarla. Él estaba orgulloso de su metro ochenta, sus ochenta kilogramos y sus veintitrés años. Una edad que fue determinada por los alquimistas en la extracción de sangre.

Posteriormente, cada uno se reunió con su nuevo equipo de trabajo en los grandes salones del castillo del rey. Viggo ahora se llamaría Lord Viggo Thalison, siguiendo la tradición del apellido en los nobles, y formaría parte del grupo de los siete generales que dirigían el ejército de toda la Torre, en contra de los ataques rebeldes y los ataques externos de losjotnars.

Pero últimamente, siguiendo las órdenes de Jonor, el ejército completo se dedicaba a aniquilar las fuerzas rebeldes, descuidando los ataques externos hasta el punto de anular las defensas.

El grupo de Generales del Ejército lo integraban Ensio Bakkison, un muchacho rubio de su edad que bromeaba todo el tiempo, con la particularidad de tener unos extraños ojos color violeta. Malenna Birghison, la única mujer del grupo, a la cual llamabanLa Divapor los vestidos extraños y coloridos que usaba.

En esa ocasión, ella llevaba un enorme vestido de gala que le quedaba exageradamente grande para su talla, de color rosado y amarillento, y un extraño sombrero piramidal del mismo color.

Ezdzard Hrodison, un hombre moreno y muy petiso, que medía alrededor del metro treinta, quien era considerado el estratega del grupo. Galimbe Einirson, quien no se encontraba presente, y según Ensio, seguramente debía estar en su castillo ingiriendo algo llamado lafruta de la serpiente.

Viggo no estaba del todo seguro de si aquello que le dijo Ensio era una broma o no.

Daven Amundson, un muchacho común y corriente de pelo oscuro, con la particularidad de ser ceceoso.

Al grupo lo completaban Jonor y el mismísimo rey Braggi, a quien le interesaban mucho los temas bélicos hasta que su condición mental empeoró.

Además de las tareas de planeamiento, su grupo era el encargado de reunirse con los Capitanes, o comúnmente llamados Héroes por el pueblo.

Los Héroes eran los líderes que dirigían a los escuadrones de hombres armados, ya sea por su habilidad en la batalla, o su habilidad para comandar. Jenarae era uno de ellos, y lo seguíanLa Saeta Azul,El Paladín Gótico,El Fénix,y tantos más de los que Viggo aún no podía retener sus nombres. Después de dos intentos fallidos en la Torre, se dio cuenta de que no tenía buena memoria para los nombres de las personas.

Para su alegría, y al parecer también de la alegría de Ensio, Jonor no estaba presente en la reunión del día porque tenía otros asuntos a los cuales atender.

—Opino que tendríamos que dejar de hacer este tipo de intervenciones en los poblados de losSin Número—comenzó a decir Ensio apenas abierta la sesión—. Solo ganamos nuevos enemigos innecesarios, y encima descuidamos los ataques de losjotnars,que son nuestra verdadera amenaza.

—Sabes muy bien que no podemos cuestionar las órdenes de Jonor, y además les estamos dando un recordatorio de quién manda a esos rebeldes de mierda. Son tan torpes que seguro que se lo olvidan —respondióLa Divaen tono seco, gesticulando con las manos de una forma muy extraña.

—Ez verdad, el miedo ez la mejor forma de controlar —agregó Daven con los brazos cruzados y asintiendo con la cabeza—. Ademáz, loz jotnarz no prezentan amenaza alguna contra la impenetrable eztructura de la Torre.