Transhumano - Fernando Contreras Castro - E-Book

Transhumano E-Book

Fernando Contreras Castro

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Beschreibung

Esta colección de delirios futuristas ofrece una serie de inquietudes, en lenguaje cifrado, sobre el más duro e inapelable presente. La búsqueda de la "unidad mínima de la ficción", vendría a ser solo una de las tentativas del perverso control social, al lado de la elaboración de la "definitiva" gramática de los sueños o de la brutal ingeniería genética. Pero al final, esa unidad mínima que definiría lo que es humano y, quizás, Transhumano será sin remedio, la variable impredecible de la ecuación de la conciencia, lo que pueda tal vez, traicionar todo pronóstico sobre el futuro de la vida en el planeta. Apostamos aquí al error, confiamos en el monstruo, y esperamos que todas las predicciones fracasen, y caiga el futuro de la vida en La Tierra en manos de seres sensibles al dolor de los demás. FCC

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Inicio

Fernando Contreras Castro

Transhumano. Demasiado transhumano

Dedicatoria

Dedico este libro a las tres personas que vinieron y replantearon el sentido completo de mi vida desde un amor que se me hacía inimaginable:

Coral, mi compañera. Nuestros hijos: Alondra y Antonio.

Prólogo al lector Humano

Este cuidadoso libro que tiene el lector en sus manos es una selección de la voluminosa obra periodística de Antonio La Puente, obra que estuvo censurada para los habitantes del exterior de las ciudades privadas a lo largo de varias décadas durante el último dominio humano.

Han pasado treintaicinco años desde la muerte del cronista, “La mosca en la sopa”, “La piedra en el zapato”, como le llamaban al principio de su carrera.

Agudo, necio… los numerosos calificativos que recibió a lo largo de su vida como cronista mayor de Lempira Siglo XXII, se los ganó en buena lid.

El presente volumen, elaborado cuidadosamente a la usanza antigua, muy de acuerdo con los gustos arcaizantes del cronista, se sabe una pieza de colección para especialistas y para curiosos, y ha sido editado e impreso como se hacía todavía hace cien años.

Los materiales del libro que presentamos hoy fueron adquiridos en su totalidad en diferentes reservas genéticas del planeta: el exquisito papel fue elaborado con fibra vegetal obtenida de excremento de elefante por procedimientos totalmente manuales, producido en las reservas de las selvas de la antigua República de La India.

El hilo de las costuras es de fibra de cáñamo de las selvas centroamericanas. La tinta fue elaborada a partir de carbón fósil de los yacimientos de las partes inaccesibles de la Europa oriental.

Súmese a este esfuerzo el de la elaboración de este prefacio y apuntes preliminares, escritos al estilo y maneras de la época temprana del cronista por el equipo especializado que tengo el honor de dirigir.

Los coleccionistas que adquieran su ejemplar podrán estar seguros de que hemos cuidado todos los detalles para hacerle llegar un libro tal y como circulaban todavía durante el primer cuarto del siglo XXI.

Los apuntes introductorios presentarán algunos de los temas recurrentes del cronista, y, si acaso, algunos referentes. La idea de la presente edición es convertir al lector de hoy en un contemporáneo de las columnas que esté leyendo. No facilitarle la lectura.

Apuntes biográficos

Antonio La Puente estuvo entre los humanos seleccionados para inaugurar Lempira Siglo XXII, una nueva forma de vida en las entonces llamadas “ciudades privadas”, y fue un acérrimo crítico de esa incipiente forma de socialización hoy obsoleta. A ello se debe, sin duda, la popularidad de su obra, finalmente accesible en las reservas genéticas de todo el mundo.

En 2078, a diez años de su muerte, La Puente decidió abandonar Lempira Siglo XXII, y trasladarse a la Reserva de Pleyazulera en las selvas centroamericanas, donde vivió placenteramente y desde donde continuó publicando.

Las columnas de esta última década resultan quizás las más interesantes para los lectores humanos, ya que las dedica casi en exclusivo a las formas de vida de los transhumanos.

Esta breve antología de su obra culmina con su última publicación, la columna titulada, “Transhumano demasiado transhumano”.

Klaab Ardak C/G 11-19 Gonzales. Filólogo.2127. Reserva de Pleyazulera.

Apuntes preliminares a la obra periodística de Antonio La Puente

Primero dibuje la columna vertebral de la espalda;luego vístala por pasos, con cada uno de sus músculos,uno tras otro, y añada los nervios, las arteriasy las venas a cada músculo. Además, marque las vértebrasa las que están unidos, qué intestino entra en contactocon ellos, qué huesos y otros órganos, etc.

Leonardo Da Vinci.CuadernosParte segundaVI. Anatomía

Las columnas que en este elegante y arcaico formato libro se presentan constituyen una invitación a la lectura del “Corpus Antoniano”, como La Puente llamaba en broma a su obra periodística.

Queremos honrar su memoria con la edición de sus obras completas en esta modalidad que tanto amaba.

Si bien es cierto que no llegó a ver publicado su trabajo en papel impreso, sabemos que Antonio hubiera deseado ser leído en un libro.

Su oficio de cronista empieza con la inauguración de la Ciudad Modelo Lempira Siglo XXII, y se desarrolla a lo largo del siglo.

El periodista, concebido de manera natural, nacido en la antigua república de Honduras, territorio centroamericano en el año 2000, en el seno de una de las familias elegidas como socias de la nueva ciudad, empieza a la edad de diez años su entrenamiento interactivo de preadaptación urbana, y a sus veintidós asiste al gran evento.

Días después de la fiesta inaugural de Lempira Siglo XXII, Antonio aparece con su crónica en los intelilentes de sus contemporáneos.

Hay que reconocer que sus ácidos comentarios no fueron bien recibidos. Sin embargo, la administración de la ciudad admitió que la distancia crítica también era necesaria para aquella nueva forma de vida, y el cronista se ganó su lugar en la vida pública de la ciudad modelo.

Una larga vida, viajes por las ciudades privadas que a lo largo del siglo fueron sustituyendo a los obsoletos Estados latinoamericanos, y en otros continentes, así como múltiples visitas también por los territorios extramuros, llevaron a Antonio La Puente a ser un cronista de su época, de su siglo ahora ya algo lejano.

El presente volumen ofrece al público la ocasión de leer como nunca dejó de hacerlo su autor, es decir: directamente de un libro impreso a la usanza antigua.

Antonio La Puente ofreció su punto de vista del quehacer social, político y cultural a lo largo de siete décadas. A su muerte, ocurrida recién cumplidos sus noventa y dos años, dejó una vasta colección de opiniones y argumentos.

Cuentan por ahora los lectores con crónicas publicadas entre 2023 y 2073.

Los temas que presenta responden a sus preocupaciones del momento. Sus contemporáneos se acostumbraron a escucharlo, y las nuevas generaciones lo tuvieron como un referente de lo que llamaron “el arte de la crítica social”.

La primera columna, titulada simplemente, “Lempira Siglo XXII”, su primera aparición pública en un espacio titulado “columnas”, presenta todavía un estilo bastante tributario de las literaturas latinoamericanas de la segunda mitad del s. XX.

La Puente recurre a la llamada “historia de vida” para describir los eventos inaugurales de la ciudad privada y recrea desde la ficción fragmentos de la biografía de algunos de sus protagonistas.

Aunque es verdad que estuvo en contacto con los círculos intelectuales de la época, resulta imposible verificar ciertos datos que ofrece.

La columna cierra con una amarga reflexión acerca del papel de la resistencia contra el modo de vida impuesto durante al menos las primeras tres décadas de la vida en la ciudad.

La segunda columna que recoge esta antología, “Del imperfeccionismo y los imperfeccionistas”, es un no disimulado homenaje al artista conceptual Francisco Grajo (1935-2026).

Antonio La Puente no revela su participación como militante del movimiento imperfeccionista, pero en esa etapa de su vida publicó algunos trabajos construidos a partir de imperfecciones halladas en textos clásicos.

La columna critica la utilización política que se quiso hacer del movimiento y reivindica hacia el final la figura de su fundador.

“De la dudosa utilidad de esa silla enorme” se intitula la tercera columna de este compendio.

Hacia 2038, surgió la polémica idea de levantar el monumento en cuestión.

A esas alturas de la primera mitad del s. XXI, los Estados centroamericanos ya habían desaparecido en su totalidad y la región estaba dividida entre ciudades privadas, la mayoría en construcción, y zonas protegidas dedicadas a la producción agropecuaria. En Sudamérica, tres repúblicas subsistían y las demás ya habían sucumbido al modelo urbanista privado. Lo mismo ocurría en África. La vida de las naciones y sus Estados estaba contada.

Las religiones monoteístas sobrevivían y su influencia solía ser un constante obstáculo para la transición a la Mega Empresa Planetaria.

La Lectura del fenómeno que hace La Puente desnuda las verdaderas intenciones del proyecto.

Lempira Siglo XXII

I

¡Oh maravilloso nuevo mundo que alberga a tales seres!

Aldoux HuxleyBrave New World

1º de octubre de 2022. Un aneurisma reventó con la primera deflagración de los fuegos virtuales en el cerebro de Ramiro Vaguera Ordez, de cuarenta y dos años de edad.

Entre flamas de formas infinitas que bajaban del cielo como una nevada tibia y cubrían a las personas de cabeza a pies de colores luminiscentes, en plena inauguración de Lempira Siglo XXII, el cerebro de Ramiro reventó como una palomita de maíz.

El hombre no llegó al suelo, entre tantos brazos a su alrededor eso hubiera sido imposible. Se desmayó y fue depositado sobre la plataforma peatonal.

Su aplicación biométrica transmitió inmediatamente los datos al centro de control individual del Hotel Hospital Milenio Quirón.

A su alrededor, un anillo rojo intenso se encendió y la gente abrió espacio.

Una unidad de rescate comenzó a descender en medio de los colores que invadían el cielo, se posó al lado del cuerpo, abrió sus compuertas y Ramiro fue trasladado a su interior.

La unidad se cerró herméticamente.

La cobertura del accidente cerebro-vascular se comenzó a proyectar en la esquina derecha inferior del campo de visión del lente derecho en todos los intelilentes de la clientela de la ciudad.

Muchos pensaron que el espectáculo era parte de la celebración, por lo que trasladaron la cobertura a primer plano.

En un par de segundos, miles de usuarios de Lempira Siglo XXII presenciaban la atención que recibía Ramiro en la unidad quirófano en una de las plazas centrales de la ciudad.

Con diecisiete años cumplidos y recién graduado, el neurocirujano Bruno Evans retiró de sus labios el vaso whisquero del que estaba a punto de sorber. Familiares cercanos y amigos acababan de brindar por su graduación… ¡quinta generación ininterrumpida de médicos en su familia paterna… su tatarabuelo hubiera estado tan orgulloso!

Evans no llegó a probar el whisky, devolvió el vaso a la mesa y todo el bar guardó silencio cuando se escuchó la sirena de una ambulancia modelo V.W., año 1990, que se deslizaba por entre las coloridas explosiones que teñían el cielo de la ciudad.

La ambulancia reducía su tamaño conforme se acercaba al balcón del edificio en el piso 52 donde estaba el bar.

Al llegar a la ventana, la ambulancia era ya del tamaño de un modelo para armar. Atravesó el vidrio y se detuvo sobre el hombro de Bruno. Un hombrecito de blanco bajó del vehículo y algo dijo al oído del médico: se trataba del email personalizado del Hotel Hospital Milenio Quirón.

La música se detuvo. Un anillo rojo intenso se encendió alrededor del joven.

Todos en el bar se hicieron a un lado.

Evans se acomodó lo mejor que pudo en su asiento y comenzó a dar indicaciones.

En sus intelilentes, el quirófano de la unidad apareció en primer plano y Evans pidió un zum a la cabeza de Ramiro.

En todos los intelilentes de los usuarios se veía a Evans de espaldas frente a la camilla donde yacía Ramiro.

Evans estaba en circuito cerrado frente al cuerpo, su pantalla se dividió horizontalmente para dar lugar a un tablero incomprensible, más similar al dash de un viejo boing que a un quirófano, o eso pensaron los usuarios que presenciaban el evento.

La cabeza de Ramiro había sido introducida en una cápsula de intervención a distancia de cuyas paredes salía toda clase de instrumentos quirúrgicos de alta precisión, mientras los asistentes de la unidad atendían los detalles de su anestesia y signos vitales.

Evans comenzó la operación.

Como un director de orquesta, el joven movía sus manos rítmicamente. Movimientos delicados y exquisitos dirigían el instrumental físico a varios kilómetros de distancia.

La atención al evento fue tomando importancia en el rankig de la teleaudiovidencia y una hora después era la cobertura principal de la celebración.