Tú puedes cambiar el mundo - Ervin Laszlo - E-Book

Tú puedes cambiar el mundo E-Book

Ervin Laszlo

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Beschreibung

"Ervin László habla en ese, y en otros de sus libros, de la gran bifurcación, el momento en el que se encuentra actualmente la humanidad, en el que debe elegir entre uno de los dos escenarios posibles que se están desplegando ahora mismo ante ella." Una guía práctica reveladora que te enseñará el poder que un individuo tiene ante la necesidad de cambiar la conciencia individual para cambiar la situación crítica del mundo. El mundo se enfrenta a una decisión determinante en los próximos años, de 1990 a 2020 se provocará la gran bifurcación, es un momento axial en el que se decidirá si el mundo futuro es un escenario involutivo marcado por las desigualdades económicas, la violencia y la escasez de recursos o si llegaremos a un escenario evolutivo caracterizado por el diálogo y el consenso y una economía sostenible que no destruya el planeta. Tú puedes cambiar el mundo es un libro que te da estrategias concretas para que tu conciencia cambie de un modo individual y para que, desde ese cambio, ayudes a cambiar el mundo. Los 10 mandamientos de la vida responsable, la manera de presionar a los gobiernos o cómo cambiar nuestra conciencia son partes importantes del libro que nos ayudarán a responder a esta pregunta: ¿Cómo puedo cambiar el mundo? Ervin Laszlo ha sido nominado para el Premio Nobel de la Paz, su compromiso con un mundo sostenible y justo es innegable. Es Presidente del Club de Budapest, una organización comprometida de un modo activo con un cambio en el pensamiento mundial, un cambio que empezaría en el individuo y acabaría en una ética planetaria caracterizada por el compromiso con nuestros vecinos y con nuestro planeta. Al Club de Budapest petenecen personalidades como el actual Dalai Lama, Mikhail Gorbachev, Jane Goodall, Desmond Tutu o Paulo Coelho. En esta obra plasma el verdadero reto al que se enfrenta la humanidad del S.

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Tú puedescambiar el mundo

MANUAL DEL CIUDADANO GLOBALPARA LOGRAR UN MUNDO SOSTENIBLEY SIN VIOLENCIA

Un informe del Club de BudapestErvin Laszlo

Presentación de

Federico Mayor Zaragoza

Introducción de

Jaume Pagès

Prólogo de

Mikhail Gorbachev

Epílogo de

Paulo Coelho

Y la contribución de

Masami Saionji

Serie: Nowtilus SaberColección: Club de Budapest www.nowtilus.comwww.clubdebudapest.com

Título original:You Can Change the WorldAutor: Ervin Laszlo Traducción: Sandra Suárez Sánchez de León

Edicion original en lengua inglesa: © 2004 SelectBooks, Inc., New YorkEdicion española: © Ediciones Nowtilus S.L. Doña Juana I de Castilla 44, 3º C, 28027 - Madrid

Editor: Santos RodríguezResponsable editorial: Teresa Escarpenter

Diseño y realización de cubiertas: Carlos Peydró Diseño de interiores y maquetación: Grupo ROS Producción: Grupo ROS (www.rosmultimedia.com)

Reservados todos los derechos. El contenido de esta obra está protegido por la Ley, que establece pena de prisión y/o multas, además de las correspondientes indemnizaciones por daños y perjuicios, para quienes reprodujeren, plagiaren, distribuyeren o comunicaren públicamente, en todo o en parte, una obra literaria, artística o científica, o su transformación, interpretación o ejecución artística fijada en cualquier tipo de soporte o comunicada a través de cualquier medio, sin la preceptiva autorización.

ISBN: 978-84-9763-160-0

Libro electrónico: primera edición

  ÍNDICE  

Presentación de Federico Mayor Zaragoza

Introducción de Jaume Pagès

Prólogo de Mikhail Gorbachev

1 El mundo en nuestras manos

2 Evolución o involución: una elección de futuro

3 Pensamiento responsable

4 Acción responsable

5 Una estrella a la que seguir

6 Tú puedes cambiarte a ti mismo, por Masami Saionji

Epílogo

El cuento del viejo alquimista» de Paulo Coelho

Apéndices

Manifiesto de la consciencia planetaria, El Club de Budapest

Declaraciones sobre la guerra y la violencia, El Club de Budapest

Declaración para toda vida en la Tierra, The Goi Peace Foundation

Breve introducción a una visión científica del mundoen el siglo XXI, Ervin Laszlo

Una concisa guía para leer más

Compilada por David Woolfson

Biografías

  AGRADECIMIENTOS  

 

Aprovecho esta oportunidad para dar las gracias de corazón a todos los amigos y colegas que han contribuido a reunir las ideas y materiales que se exponen en este libro.

En primer lugar, gracias a todos mis amigos del Club de Budapest: en particular al Secretario General, Peter Spiegel del Secretariado Internacional en Alemania; Maria Sági e Ivan Vitányi de las oficinas de Budapest, en Hungría; Nitamo Montecucco, Aleandro Tommasi y Olivero Beha del Club de Budapest de Italia. Mis amigos del Club de Budapest de EE.UU y de Norteamérica merecen un agradecimiento especial: Vinod Kumar Bhalla, Muriel Adcock, Carl Zaiss y Suheil Bushrui. Estoy agradecido a los Miembros honorarios: Mikhail Gorbachev, Masami Saionji y Paulo Coelho por sus estupendos escritos que proporcionan tanto claridad como autoridad al mensaje que deseo comunicar. Mis editores, Jane Taylor de Positive News en Inglaterra y Daniel Panner de SelectBooks en EE.UU., me han hecho excelentes sugerencias para mejorar la calidad y claridad del texto y me han ayudado a completarlo con información importante.

Me gustaría agradecer la experiencia de Bill Gladstone de Waterside Productions en la empresa de publicar y distribuir este libro en todo el mundo. Y desearía dar las gracias a Santos Rodríguez, editor de Ediciones Nowtilus, por abrazar el proyecto de hacer llegar este libro a los lectores del mundo de habla hispana con entusiasmo, dedicación y efectividad.

  EL CLUB DE BUDAPEST  

 

El Club de Budapest, fundado en 1993 por Ervin Laszlo, es una asociación informal de opinión activa, local y global, compuesta por líderes en los campos del arte, la ciencia, la religión y la cultura. Está dedicada a fomentar y a facilitar el desarrollo de éticas y valores más responsables y correctos entre personas de todas las sociedades, sea cual sea su forma de vida, como la mejor y, en última instancia, la única senda viable para alcanzar la sostenibilidad y la paz en este planeta. Sus informes están dirigidos a todo el mundo, en particular a los jóvenes, y a personas preocupadas y comprometidas de todas las edades que sean jóvenes de espíritu.

El Club tiene sus oficinas centrales en Hungría, un secretariado internacional en Alemania, un centro de coordinación en Washington y sucursales en EE.UU., Canadá, México, Brasil, Francia, Alemania, Italia, Holanda, Austria, Hungría, India, Japón, China y Samoa.

Fundador-Presidente, Profesor Ervin Laszlo

(Budapest, Hungría y Montescudaio, Italia)

Embajadora Global, Lady Fiona Montagu

(Beaulieu, Inglaterra)

Secretario general, Peter Spiegel Gerencia, Wolfgang Riehn

(Hombroich, Alemania)

Secretaría científica Dra. Maria Sági

(Budapest, Hungría)

www.clubofbudapest.org

  EL CLUB DE BUDAPEST  

Miembros honorarios internacionales

  PRESENTACIÓN  

«…ahora es mañana. Que lluevan voces nuevasen el turbio atardecer».

Miquel Martí i Pol (en Crónica de Demá, 1977)      

Voces nuevas. La voz de todos. Todos distintos, todos unidos por unos valores universales. La diversidad infinita, nuestra riqueza. Nuestra fuerza, los principios comunes. Iguales puntos de referencia, como destellos en el firmamento, más necesarios y apremiantes cuanto más oscura es la noche.

Todos, agavillados por invisibles lazos de solidaridad, de alteridad, de amor. Que nadie halle excusas para aplazar su incorporación. Que nadie prefiera esperar cautelosamente «a ver qué pasa». Ha llegado el momento de la gente, después de siglos de exclusión. Y para que el pueblo aparezca, por fin, en el escenario mundial, es preciso que todos acudan a la cita, que todos sean conscientes de su importancia. El Popol Vuh, libro sagrado de los mayas, ya advertía: «que todos se levanten … que nadie quede atrás». No puede haber rezagados, ni temerosos, ni atemorizados. El poder de la gente depende de un nombre: todos. Sin exclusiones.

Recuerdo la deliciosa anécdota de Dominique Lapierre con la Madre Teresa de Calcuta. Cuando comentó lo poco que podría hacer él y su pequeña ONG —«como una gota en el océano»— para resolver los problemas sobre los que estaban hablando, Madre Teresa le dijo: «Es cierto que es como una gota en el océano… pero si esta gota falta, el océano la echaría de menos!». Todos, ladrillo a ladrillo, paso a paso. Si uno falta, se le echará de menos.

Erwin Lazslo lleva muchos años contemplando el mundo en su conjunto, en una permanente actitud de búsqueda. Búsqueda de respuestas —¿quién, qué somos?— y de soluciones. Y se ha dado cuenta de que la respuesta y la solución se halla en cada ser humano, este prodigio, esta desmesura, este misterio: cada ser humano único biológica e intelectualmente en cada instante de su vida. Cada ser humano único, capaz de crear, de ejercer esta facultad distintiva de nuestra especie. Esta facultad, nuestra esperanza. La experiencia acumulada por cada persona es un tesoro que permanece normalmente inédito, como una biblioteca inmensa cuyos textos no fueran consultados, a pesar de la sabiduría que contienen. Sabiduría que trasciende al saber, porque es fruto de la reflexión, del pensamiento sereno. ¡Cuánta sabiduría he encontrado en las palabras y conductas de las mujeres y hombres de recónditos pueblos! Nosotros, rebosantes de saberes. Ellos, de sabiduría. La interacción resultaría enriquecedora para todos.

Cada ser humano es el más perfecto y precioso monumento que debemos salvaguardar, que debemos cuidar con especial atención, porque es frágil y vulnerable. Los monumentos de piedra pueden restaurarse. La vida no. Y cada vida puede, aún sin saberlo, influir en el rumbo de los acontecimientos. Todos debemos ser «conscientes de los demás». En Alma-Ata, escribí en junio de 1984: «Os recordaré todos los días/… vidas acalladas,/… vuestro silencio/a todos nos apremia/… y no es ajeno/ ni lejano vuestro grito1».

Unir todos las voces en un gran clamor mundial. Ahora es posible. Ahora es el momento. Podemos ser oídos y ser escuchados porque, «la voz/a veces/no fue voz/por miedo…/Si hubiera sido/inesperada/intrépida/ … hubiera iluminado/inéditos senderos …/Por haber sido contenida,/ llegó solamente/a las oscuras orillas del presente/2».

Todos infinitamente distintos. Todos juntos, en un destino común. Especialmente en los momentos de grandes turbulencias, cuando todo se halla trastocado, tenemos que actuar según nuestro propio criterio, según nuestras propias reflexiones. No debemos permitir que nos distraigan, que nos conviertan en espectadores pasivos. Somos actores de nuestra trayectoria. Somos autores y nadie puede relegarnos a obedientes y sumisos viandantes que siguen el dictado que emana, con frecuencia, de lejanas instancias de poder.

La educación consiste, precisamente, en adquirir la «soberanía personal», en «dirigir con sentido la propia vida», según la magnífica definición de Francisco Giner de los Ríos. Soberanía personal para hacer en cada momento lo que nuestra conciencia nos indica, para ser «nosotros mismos», ciudadanos que participan, que asienten o disienten, que proponen.

La capacidad de propuesta se halla íntimamente relacionada con el conocimiento en profundidad y una visión global y prospectiva. Sólo conociendo la realidad en toda su complejidad seremos capaces de transformarla. Sólo teniendo presentes, a todos los seres humanos — radicalmente iguales, como establece el artículo 1º de la Declaración Universal de los Derechos Humanos— tendrán nuestras propuestas sentido y potencia resolutiva. Sólo mirando siempre hacia delante, podremos anticiparnos y evitar aquellos acontecimientos que sean lesivos para la dignidad humana. Saber para prever; prever para prevenir. La prevención es el gran objetivo común de la humanidad para un futuro más luminoso. El pasado ya está escrito. Y, en gran medida, también lo está el presente. El futuro, en cambio, podemos y debemos ofrecerlo como legado incólume a nuestros descendientes. Una gran página en blanco para que sean ellos mismos los que lo escriban a su manera.

Para ello, deben sentirse motivados y no dejarse llevar por la inercia, la indiferencia, la rutina. Para ello, es necesario que no confundan su punto de vista con los que les ofrecen, con intenciones gregarizadoras y sesgadas, los omnímodos y omnipresentes medios de comunicación. «Es de necio confundir valor y precio», sentenció el gran poeta Don Antonio Machado. Esta confusión terrible, esta abyecta abdicación de sus responsabilidades políticas, es lo que han hecho los líderes de los países más prósperos de la tierra cuando, en 1989, al término de la Guerra Fría, en lugar de consolidar el sistema de las Naciones Unidas y ofrecer al mundo un marco ético y jurídico a escala supranacional, decidieron confiar al «mercado» la gobernanza del mundo. Cuando tantos países, recién «liberados», iniciaban su larga marcha hacia la democracia, les dieron la espalda en lugar de facilitar su itinerario. Con el muro de Berlín se hundió un régimen que, basado en la igualdad, olvidó la libertad. Desde entonces asistimos al naufragio del otro régimen que, basado en la libertad, ha olvidado la igualdad. Y, ambos, la fraternidad.

Con palabras de ambiguo significado, como «globalización», han pretendido convencer a la Humanidad de que no existe alternativa a su poder plutocrático. Se ha debilitado el sistema de las Naciones Unidas, usándolo sólo cuando conviene y amordazándolo, y se ha permitido el establecimiento en el espacio internacional de unas colosales corporaciones privadas que actúan con la mayor impunidad. Las asimetrías económicas y sociales se han ampliado en lugar de reducirse, alcanzándose límites tales de frustración, humillación y dependencia, que constituyen caldos de cultivo para actitudes de rencor, animadversión y violencia. Nada justifica la agresividad, pero debemos erradicar sus orígenes, empezando por la miseria extrema en la que mueren cada día más de 50.000 hermanos nuestros. ¿Cómo podremos permanecer inactivos? ¿Cómo podremos conciliar el sueño? Se invierten miles de millones en material bélico, en aventuras espaciales de prestigio… cuando en el planeta Tierra la mitad de sus habitantes se afana en sobrevivir en condiciones adversas, en la insolidaridad y el desamparo.

¡Otro mundo es posible! A construirlo cada día con tu comportamiento, con tu aportación, con tu grano de arena, te invita Ervin Lazslo. Te invita a situarte siempre, aunque te sientas profundamente marginado, al lado de la vida. Al lado de muchos, para hacer del siglo XXI el siglo —¡por fin!— de la gente. Ya nunca más la mano cerrada. Ni la mano alzada. La mano abierta para el abrazo. La mano tendida para la ayuda.

Para, de este modo, hacer posible la transición desde una cultura de fuerza e imposición a una cultura de diálogo y entendimiento. De una cultura de guerra a una cultura de paz. La definición suprema de cultura es nuestro comportamiento cotidiano. Cada día, cada uno. Como compromiso personal y colectivo.

Recuerda: todos juntos, podemos. Todos juntos: tu contribución no puede faltar. Que nadie pueda reclamarte: «Esperábamos tu voz y permaneciste en silencio. Esperábamos tu apoyo y no nos lo ofreciste».

En un poema dedicado a Mikhail Gorbachev en abril de 1986, terminaba así: … «hay que avanzar/sabiendo/que sólo el porvenir/no ha muerto3».

En este libro, Ervin Lazslo se dirige a cada uno de nosotros y nos recuerda que todos somos necesarios: «que nadie/que sepa hablar/siga callado4», porque «no debe haber tregua/hasta que toda ligadura/haya sido desatada5».

Federico Mayor Zaragoza Profesor de la Universidad Autónoma de Madrid Presidente de la Fundación Cultura de Paz

1En A Contraviento.

2 En Terral, 1995.

3 En Terral.

4 En Terral.

5 En Aguafuertes, poema dedicado a Chinguiz Aitmatov, 1988.

  INTRODUCCIÓN  

Una cuestión de conciencia

Yehudi Menuhin dejó escritas unas Últimas reflexiones en las que el genial violinista, a pocos meses de su muerte, se interrogaba acerca del presente y las previsibles consecuencias de éste para el futuro inmediato de nuestra vida en común en este pequeño planeta. El texto, breve pero intenso, arranca con esta contundente afirmación: «Creo que en realidad nos hemos vuelto inconscientes».

¿Inconscientes de qué? «Los actos de autosacrificio para aplacar a los dioses han caracterizado a sociedades muchísimo más primitivas que la nuestra», nos recuerda Menuhin; y añade: «Nuestro Dios en la actualidad es Mamón (el dinero y el comercio) y nuestro sacrificio es global. (…) Las mujeres y los niños siguen siendo los primeros que se sacrifican, quizás sin tanto ritual como antiguamente pero en la misma escandalosa proporción. (…) Utilizamos el principio de la unidad universal para los propósitos más horrendos y los fines más ignorantes, intolerantes y suicidas».

Habida cuenta de la situación en la que nos hallamos hoy, tanto a nivel social, como político, como medioambiental en este mundo globalizado en el que nos ha tocado vivir, el problema, según él, estriba en saber si podemos aprender la lección y corregir el rumbo antes de en lugar de después de, como ha venido siendo habitual en nosotros a lo largo de la historia. «¿Podemos hacer del mundo un lugar seguro por el bien de todos y también por la democracia?», se pregunta Menuhin. «¿Podemos adoptar un sistema educativo que nos ayude a ser amables y valientes, tolerantes y decididos, confiados aunque realistas, y sabios y generosos en lugar de listos y egoístas? ¿Podemos permitirnos que los principios creativos guíen nuestro comportamiento y nuestros actos cotidianos? ¿Seremos capaces de dejar de inculcar a nuestros hijos prejuicios y temores? ¿Podemos eliminar la violencia y la brutalidad de las pantallas, los libros, los pensamientos y las ambiciones? ¿O acaso es ésta nuestra forma de prepararnos para sobrevivir a las catástrofes que nos aguardan?».

Grandes preguntas, que a la vez constituyen auténticos retos, ante los que Menuhin, sin embargo, se manifiesta optimista: «Quizás podamos provocar una revolución en la conciencia, generando y propiciando nuevas actitudes y creencias que impregnen nuestros pensamientos y nuestras acciones e instituciones, desde la medicina, la psicología y la filosofía hasta la ciencia, el comercio, la banca, la religión y las artes. (…) La dirección que deberíamos emprender es clara. Lo tenemos todo: los medios y el entendimiento, incluso la fuerza de las manos, la mente y el corazón. ¿Qué es lo que falta? Necesitamos descartar el aletargamiento y los hábitos de pensamiento nefastos, la mentalidad de cabeza de turco y los prejuicios. Necesitamos un cierto grado de obligaciones, una gran dosis de inspiración y un reconocimiento inmediato de la profunda satisfacción que se siente al ver a niños felices, tener amigos de confianza por todo el mundo, vencer nuestros temores, disfrutar del placer decisivo de una vida creativa, aprender cosas nuevas y experimentar la sensación sublime de ver lo mucho que podemos conseguir para nosotros y, por la misma razón, también para los demás y el bien común.»

Este texto de Yehudi Menuhin fue publicado como epílogo de un libro, que me atrevo a calificar de esencial para todo aquel que quiera sumarse a la reflexión sobre el presente y lo que está en nuestras manos hacer para remediar las consecuencias adversas de su deriva. Este libro, que precisamente lleva por título La revolución de la conciencia y cuyo editor no es otro que Ervin Laszlo, consiste, como hace constar Ken Wilber en el prólogo, «en un diálogo extraordinario entre tres de las mentes más preclaras de la época»: Stanislav Grof, Peter Russell y el propio Ervin Laszlo. Es el fruto de la reunión de estos tres pensadores, durante varios días, para reflexionar sobre las posibilidades de que haya paz en el mundo; «y terminamos hablando –confiesa Laszlo— de la crisis, la transformación, los objetivos y los valores, las concepciones del mundo, el conocimiento de nosotros mismos y los demás, el arte, la ciencia, la religión y la espiritualidad; pero sobre todo, hablamos de la conciencia. No tardamos demasiado en descubrir que el estado de nuestra conciencia era el tema clave que subyacía a casi todos los demás».

El verdadero interrogante que comparten tanto éste como el libro que el lector tiene ahora en sus manos, es el de si podemos continuar en el mundo actual como veníamos haciendo hasta ahora sin desencadenar rupturas y crisis y, por consiguiente, poner en peligro la paz. Como constata el propio Laszlo, «la preocupación es creciente, y prueba de ello es la difusión de que goza hoy en día la palabra sostenibilidad».

Todos hablamos de sostenibilidad, pero sin entender necesariamente lo que está en juego. «Quizás estemos ante el hito más importante de la historia», apunta Laszlo. «Hasta ahora los momentos cruciales ocurrían primero y luego se analizaban. Sin embargo, este orden ahora resulta demasiado arriesgado. Deberíamos formarnos una idea previa de lo que nos aguarda para actuar con conciencia y mejorar nuestras posibilidades. En vista a enfrentarnos a este enorme desafío, necesitamos arrojar algo de luz sobre ciertos factores subyacentes a este cambio actual, que también lo es de época. (…) Si hemos de sobrevivir y evolucionar, y quizás ahora ya deberíamos decir no extinguirnos, debemos revisar a fondo nuestra noción del universo, del ser humano, y también los conceptos de progreso y evolución».

En esto consiste, ni más ni menos, la necesaria reflexión que, como ciudadanos del mundo, nos toca emprender en este comienzo de siglo. Permítame el lector que cite una vez más a Laszlo: «Los problemas nos acucian desde múltiples frentes, y en todos estos frentes tenemos que adaptarnos; y esto significa cambiar la conciencia dominante. Ésta es la raíz del problema. Debemos empezar a pensar de manera distinta, sentir de otra manera, y relacionarnos entre nosotros y con la naturaleza de modo distinto. En caso contrario, corremos un inmenso peligro. Ahora vamos todos en el mismo barco. ¿Creéis que somos capaces de cambiar? ¿Hay posibilidades reales de que se produzca un cambio radical en la conciencia?».

A nadie se le ocultará la urgencia de esta pregunta. Tenemos, desde hace ya algún tiempo, los datos que hacen al caso: muchos millones de personas condenadas a vivir en situaciones de indignidad, precariedad e injusticia, en la pobreza, la enfermedad y la violencia, arrastradas por la corriente de un modelo de desarrollo que genera desigualdad y un modo de pensamiento primario que nos ha llevado al borde de los límites de los recursos del planeta. Sabemos, además, que la situación podría tener solución pero que no va a remediarse a golpe de cumbres gubernamentales en las que se aprueban tímidas resoluciones que luego no llegan a aplicarse. Empezamos a tener claro que nada ni nadie nos va sacar del apuro aparte de nosotros mismos, y que es preciso que tomemos conciencia de ello.

Comparto con el autor la convicción de que muchas de las ideas que nos han llevado hasta aquí ya no sirven para seguir adelante, que tenemos que crecer tanto humanamente como socialmente y cambiar mucho de lo que se nos ha presentado como establecido. Si hasta ahora nuestra civilización ha basado su hegemonía en el poder de pillar, ahora la ideafuerza no puede ser otra que la de compartir.

Como Consejero Delegado del Fórum Universal de las Culturas, he tenido el privilegio de asistir al nacimiento de este nuevo acontecimiento de alcance internacional cuyo objetivo es, precisamente, servir de punto de encuentro para la sociedad civil mundial para debatir los grandes retos que tiene planteados la humanidad en este momento de nuestra historia, difundiendo al gran público tanto los temas centrales de esta reflexión sobre la convivencia –la diversidad cultural, el desarrollo sostenible y las condiciones esenciales para la paz— como los valores que la subyacen –los principios que informan la Declaración Universal de los Derechos Humanos. El objetivo del Fórum, en su primera edición en Barcelona este año 2004, ha sido precisamente intentar ayudar, a través de un amplio programa de actividades dirigidas a todos los públicos, a que los ciudadanos puedan desprenderse de su indiferencia, del estado de distracción en el que nos ha sumido el sinsentido de tantos mensajes publicitarios, tanta desinformación y tanto entretenimiento. Para que tomemos conciencia de ciertas realidades que nunca nos confesarán abiertamente los políticos, simplemente porque se contradicen, hoy por hoy, con el márketing de lo electoralmente correcto.

Una cuestión de conciencia, sí: de esto se trata. La buena noticia es que todos y cada uno de nosotros estamos dotados de ella y que, por consiguiente, todos y cada uno de nosotros podemos hacer algo por cambiar las cosas. Y que en la suma de la reflexión de cada uno y de sus consecuencias prácticas en nuestros distintos ámbitos de actuación, personales y colectivos, está sin duda una de las vías más sólidas de solución para muchos de los males que nos aquejan como sociedad, como civilización, como especie.

El libro que tiene ahora en sus manos pretende ayudar al lector, a cada lector, a emprender esta reflexión. Es un libro importante. Felicidades por haber dado con él y mis mejores deseos al emprender su lectura.

Jaume PagèsConsejero Delegado Fórum Barcelona 200431 de julio de 2004

  PRÓLOGO  

POR MIKHAIL GORBACHEV

Querido lector, este manual del ciudadano global para la vida en el planeta Tierra te habla directamente a ti. De hecho, éste es un mensaje dirigido a ti y a cada uno de nosotros. Se ha escrito con la esperanza de que no sólo lo leerás, sino que también reflexionarás sobre las cosas que se dicen en él y además extraerás las conclusiones necesarias para ti mismo, para tu familia y amigos y para todo tu entorno cercano.

¿Por qué el autor de este libro, Ervin Laszlo (el famoso científico y humanista, presidente del Club de Budapest) ha elegido esta forma específica, la forma de un mensaje dirigido a nosotros, a cada uno de nosotros, sus lectores?

De forma general, cuando el futuro de alguien o algún aspecto del mundo que nos rodea en la vida diaria se ponen en cuestión, solemos ver lo esencial del asunto de forma fácil y sencilla. Sopesamos las ventajas y los peligros/amenazas, sacamos nuestras conclusiones y decidimos los pasos a dar. Esto es natural, se corresponde con nuestros hábitos, es parte de nuestros pensamientos y comportamiento diarios. Para alguien que vive en un mundo complejo, el sentido común dicta que él o ella debe pensar si se adapta a las circunstancias dadas o intenta cambiarlas.

La situación es diferente cuando afrontamos problemas que afectan al mundo entero, al destino de la humanidad. No estamos acostumbrados a preguntas de tales dimensiones. Puede parecer que nos quedan muy lejanas y que en algún momento, de alguna forma, se solucionarán, que alguien allá arriba está ocupándose de ellas. ¿Por qué nosotros? Sólo somos gente normal.

Ésta es la razón por la que este libro que tienes en las manos, dedicado a los problemas globales que afectan al mundo, se dirige a ti en un lenguaje sencillo y lógico y presenta una evidencia persuasiva. Hace nuestra tarea más sencilla. La tarea es simple. Volver a lo básico, entender que los problemas globales no son ajenos a nosotros. Son nuestros problemas. A todos nos afectan y no menos de lo que lo hacen las cosas comunes de la vida diaria. Y somos nosotros, cada uno de nosotros, quienes no sólo podemos entender estos problemas sino que además podemos hacer algo significativo para solucionarlos.

¿Qué nos estamos jugando?