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"Tu Sello Personal" invita al lector a embarcarse en un viaje transformador hacia el autoconocimiento y la trascendencia. A través de relatos personales, reflexiones profundas y conexiones entre ciencia y espiritualidad, el autor nos guía para descubrir el "Dios interior" que todos llevamos. Este método de transformación interior ofrece herramientas para elevar nuestra conciencia, superar el miedo a la muerte y comprender nuestro lugar en el universo. Una obra que fusiona ciencia, filosofía y espiritualidad, abriendo las puertas hacia una existencia más plena y consciente.
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Seitenzahl: 199
Veröffentlichungsjahr: 2025
JUAN JOSÉ RAFFAELLI MARÍA ANGÉLICA RICCI
Raffaelli, Juan José Tu sello personal : un método de transformación interior a través de una resonancia cósmica / Juan José Raffaelli ; María Angélica Ricci. - 1a ed. - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Autores de Argentina, 2025.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga y online
ISBN 978-987-87-5956-2
1. Narrativa. I. Ricci, María Angélica II. Título CDD A860
EDITORIAL AUTORES DE [email protected]
PRÓLOGO
AGRADECIMIENTOS
1 - La historia de mí vida
2 - Creciendo en un ambiente diferente
3 - Buscar respuestas
4 - Persiguiendo lo inalcanzable
5 - Mi visión de la vida y el universo
6 - Un paso más en mi vida, el nacimiento de un libro
7 - Mis aprendizajes de otras vidas
8 - Resonancia cósmica
9 - Mi mesa cuántica
10 - El camino a seguir
11 - Nuestro sello propio
12 - Mis sueños
13 - Perder el miedo
14 - Anahata, chakra corazón
15 - Los inicios – Cómo canalizar
16 - Tu tarea
EL MENSAJE OCULTO
BIBLIOGRAFÍA
Este libro está dedicado a la mujer de mi vida, a María Angélica, aquella que acompaña mis días, a aquella que me impulsó, que me sostuvo, poseedora de un brillo interior nunca visto, con un alma pura, con ese don de ver más allá en las personas.
Le dedico este libro en nombre de todo aquello que ha sufrido y en nombre de todo aquello que hemos disfrutado y por ser parte de este final de mi vida.
No soy el Mesías, no soy un místico, no soy un sacerdote, no soy un guía, soy otra persona igual que ustedes, solo una más. Una simple persona que vive su vida y tiene sus propias experiencias, tal cual como ustedes.
Me ha tocado recorrer una cadena de situaciones que han determinado un rumbo. Indudablemente toda mi vida fue direccionada para eso, fue una suma de sincronicidades, experiencias que se fueron sumando, aportando, cada una, una pieza del rompecabezas que después de muchos años logré armar.
Este libro está escrito para el escéptico, para el que es muy racional, para la persona que no cree en cualquier cosa, que no cree en lo irracional, que no cree en la posibilidad de que lo irracional exista. Tiene que entender que hay una diferencia entre irracional e irreal. Puede existir lo irracional, ya lo dijo Jung, “si produce un efecto es porque existe”. De ahí a que pueda comprobarse el origen, repetirlo, y demás condiciones necesarias para que la ciencia lo verifique es otro tema, pero, de todos modos, lo irracional existe. Todo el camino que hice en mi vida, sin saberlo, estaba marcado. Tenía que vivir esto porque el objetivo de mi vida, la tarea de mi vida, era este final, el escribir un libro con todo aquello que haya vivido, y aportara la información necesaria para su concreción.
La intención es que aquellos que lo lean puedan recorrer mentalmente los mismos pasos que he hecho yo y se den cuenta que muchas cosas coinciden. Que se den cuenta que en realidad todo está relacionado, nada es independiente.
El universo es una gran orquesta y cada instrumento toca su partitura, escuchamos solo algunos, cuanto más instrumentos escuchamos, más conocimiento tenemos del conjunto. Me ha tocado la suerte de escuchar una buena parte y conocer un tramo bastante grande de rompecabezas, suficiente como para intercalar las piezas de todas aquellas vivencias que he tenido a lo largo de mi vida.
Pretendo que los demás, ustedes, puedan recorrer mi camino, y compartir ese conocimiento parcial de lo que es nuestro universo, y entendamos dónde estamos parados, que cada uno tiene que hacer su recorrido, que es necesario que haga su recorrido y que no termina acá, no termina en la muerte, sigue, sigue y sigue.
Lo que necesitamos saber está en este libro, es suficiente para encontrar el camino, que nos dice que sólo nosotros podemos elevarnos.
Nadie, nadie puede hacerlo por nosotros, nadie va a ser el Mesías, nadie va a ser el salvador, el místico que les diga qué hacer.
Nadie es el sacerdote, porque todos somos el Mesías, todos somos el sacerdote, todos somos el místico. todos… todos somos Dios. Todos tenemos Dios dentro nuestro, es solamente encontrarlo.
En las páginas de este libro van a hallar todo aquello que volqué para que sea de su utilidad, para encontrar el camino que todos buscamos, espero que así sea y les sirva de mucho.
Este libro es el comienzo de algo mucho más grande, que va a crecer sin límite, solo depende de ustedes. Yo ya hice mi parte, ahora te toca a vos, no pierdas la oportunidad.
A mi madre por haberme dado la vida y por haberme salvado ese día que me ahogué en la pileta.
Agradezco a mi padre, a mis hermanos, a mi hijo, a mis amigos, a mis enemigos, a los que me conocen y a los que no, por todo aquello que han hecho para que viviera lo bueno y lo malo de la vida, todo eso me permitió llegar a donde hoy estoy, me ayudó a convertirme en lo que soy.
Agradezco a mi mujer María Angélica por su búsqueda incesante por tratar de encontrar su paz, por ayudarme en la mía, por intentar sanar su interior buscando hasta llegar a aquello que le dio lo que necesitaba, que le dio el conocimiento para entender su ser. Agradezco que ella haya transitado el camino de la metafísica, hurgando en las Constelaciones Familiares y mediante la apertura de sus Registros Akáshicos, despertando en mí la curiosidad por lo hecho por ella.
Agradezco que me haya impulsado a participar en una sesión de Registros Akáshicos con María Laura.
Agradezco a María Laura que en esa sesión, en la cual fue médium, dio el punto final a todo el recorrido de mi vida, dándole propósito a mi incesante búsqueda, para que sea materializada en un libro. Agradezco, agradezco, agradezco.
Ayer superé un paro cardíaco mientras tomaba un café en un bar de la isla, no fue milagroso ni sobrenatural, fue producto de tener implantado un CDI, un marcapasos con desfibrilador, él me volvió a la vida.
Muchos años antes, creo que tenía seis años, también volví de la muerte. Esa vez fue gracias a que mi madre, me auxilió sacándome el agua de los pulmones luego de haberme ahogado.
En esa oportunidad fue una experiencia extrema, no el simple sentir que te estás muriendo, es dejar el cuerpo.
Ocurre que de chico solía “patinar” en el verdín que se formaba en el piso inclinado de una pequeña pileta de natación que teníamos en casa, luego de varias veces de repetir el juego, me precipito hacia la parte profunda, no sé nadar, siento una gran desesperación buscando no respirar el agua hasta que no pude contenerme, al entrar en mis pulmones se paralizaron, recuerdo sentir los latidos de mí corazón, cada vez más lentamente, no hay dolor, solo una gran desesperación, con mis ojos abiertos lo único que veía era el verde del agua, hasta que al final se detiene.
Durante unos momentos veía todo negro, de a poco aparece un punto de luz blanca que comienza a agrandarse más y más, a la vez siento la necesidad de ir hacia ella, a cada momento aumenta una sensación de paz hasta llegar a un éxtasis de felicidad. Escucho a mi alrededor un coro de cientos de voces y trompetas, todos al unísono, percibo a mí alrededor voces de personas que me dan la bienvenida diciendo que son de mi familia, no recuerdo bien quienes, creo que entre ellos estaban mis bisabuelos, otro dice ser mi abuelo al que nunca conocí por haber fallecido años atrás antes de yo nacer, veo su rostro y el de otras personas.
De repente siento que me tiran, me succionan hacia atrás alejándome, yo no quería, no quería perder esa sensación de plenitud y paz, pero fue más fuerte y logró desprenderme.
Era mi madre que estaba sobre mí, yo acostado en el borde de la pileta y ella subiendo y bajando mis brazos con lo cual salía por mi boca el agua a borbotones, todo eso yo lo veía desde arriba de ambos, un tercero que miraba la situación.
Sin mediar un instante vuelvo a la conciencia ya en mí cuerpo, tosiendo y expulsando el agua restante de mis pulmones, había vuelto a la vida.
Un tiempo después, un par de minutos imagino, le cuento a mí madre que había visto al abuelo muerto, y al describirlo asintió que era él.
Luego, supongo que por ella tener miedo a que ese recuerdo me dañara, me dijo que era algo que había imaginado y que lo olvidara por no ser importante.
Así fue, durante años quedó en el olvido, hasta que no sé por qué razón volvió a mí memoria.
Es importante que aclare que cada vez que recordamos algo no es el calco de lo memorizado, tiene pequeñas modificaciones aportadas por nuestra mente y esa nueva versión pasa a reemplazar al original.
En este relato me ocupé de incluir aquello que tengo la certeza de que así fue, descartando otros recuerdos que sí los hay, no son confiables y no aportan nada relevante.
Desde muy chico me encontré rodeado de un entorno poco común para la mayoría, jugaba con objetos y herramientas de “grandes”. En casa había un galpón con lo acumulado de varios orígenes, de una empresa constructora de mi abuelo, de una carpintería en madera, y del mobiliario de varias lujosas casas que se fueron vendiendo a lo largo de los años. Además de los restos de una grabadora de discos que fue durante un tiempo de mi padre, uno más de los tantos malos negocios que pasaron por sus manos.
Había hasta una pistola Luger de la SS, condecoraciones y medallas nazis, que por ser de plomo pasaron a formar no me acuerdo qué luego de haber sido fundidas por mí.
Mi contacto con un mundo diferente se amplió cuando mí hermano Jorge consiguió trabajo en el Observatorio de San Miguel. A esa altura yo era un adolescente, él estudiaba ingeniería y trabajaba en el departamento de electrónica, primer piso del pabellón cuyo número no recuerdo.
Sí recuerdo que la planta baja era el depósito de equipos en desuso, pasé tardes enteras entre extraños aparatos, detectores de radiactividad, esos que parecen una enceradora, reservorios de plomo para guardar material radiactivo, relojes y cosas que ya no recuerdo para medir vaya a saber qué cosa.
Me dieron un “trabajo” de una hora por día fijando las coordenadas con las que al día siguiente un radiotelescopio iniciaba su seguimiento al sol, eso me permitió seguir en contacto con el mundo de la ciencia, eso y las charlas que teníamos con mí hermano, ahí descubrí un mundo de gente totalmente diferente.
Ellos viven por fuera de las contiendas por fama y dinero, y su vida transcurre en su pequeño mundo obsesivo.
Hasta aquí tenía únicamente contacto con el mundo de la ciencia y lo racional.
Siguió mí vida, terminé el secundario con un buen promedio y eso me aseguró una beca para la facultad.
Desde que yo recuerdo nunca sobró el dinero en casa, siempre se llegaba con lo justo y menos, esa beca fue de gran ayuda.
Luego de seis años me recibí de ingeniero mecánico con muy buenas notas y en el tiempo mínimo, no me faltaba cabeza para estudiar.
Mi carrera sumó una mayor cuota de racionalidad a mi pensamiento de lo aprendido en el observatorio, formando en mí una mente excesivamente rigurosa.
Todavía no recordaba el episodio de la pileta.
En esa época frecuentaba un grupo de amigos, muchos de ellos presentes desde mi infancia, otros agregados por los primeros, y también estaban sus mujeres y novias. Dialogábamos de todos los temas y en esas charlas la mujer de uno de ellos plantea su creencia en el espiritismo, culto que ella practicaba.
Como ustedes imaginarán nos trabamos en largas discusiones, yo desde mi mirada exclusivamente racional y ella desde sus experiencias.
Propuso en uno de esos encuentros hacer lo que llamábamos el juego de la copa, hacer bajar un espíritu y hacerte preguntas, funcionó. Participé en varias oportunidades, charlé con parientes muertos de parte de mi madre de ascendencia irlandesa, preguntando con solo pensar, la sorpresa fue mayor cuando me respondió en inglés, solo yo entendí.
En otra oportunidad acudí a ésta práctica para tratar de encontrar un auto que me robaron. Me llevó a varias direcciones, encontré autos iguales en marca y modelo, pero no eran, luego de varios intentos di con el mío.
Los espiritistas creen en un plano en que se encuentran todos los espíritus de aquellos que han muerto, algunos más elevados que otros, existe conexión entre ambos planos y el trabajo de los que profesan este culto es ayudar a que se eleven aquellos que lo necesitan, éste es un punto que se condice con mi vivencia cercana a la muerte, hay un plano en que hay vida sin cuerpo, pero no me fue suficiente.
Para esa época ya había pasado profesionalmente por la gerencia de un área de mantenimiento en una transportadora de caudales y por el directorio de una mediana empresa metalúrgica, un ascenso vertiginoso en mi carrera que cambió de rumbo cuando un principio de úlcera y la pelea con el jefe de taller me enseñó tempranamente que ése no era el camino, abrí un taller mecánico con uno de mis amigos de siempre.
Durante esa etapa me asocié a un club del libro que tenía varios títulos de parapsicología, libros de investigación sistemática llevada a cabo por personas de renombre, los primeros basados en el estudio de individuos con habilidades paranormales, que en muchos casos eran genuinos y otros meras estafas.
De apoco se dieron cuenta que había que elegir un camino más científico, con investigaciones en laboratorios y bajo las más estrictas normas de control.
Voy a relatar uno de los tantos, el más significativo estudio a mi entender: en una oportunidad en Inglaterra, la Real Academia de Ciencias contrata al matemático de mayor renombre del momento, para realizar un estudio estadístico de la habilidad parapsicológica de individuos corrientes, con la idea de demostrar que no existía tal capacidad en las personas. Luego de realizar miles de pruebas en las condiciones de máximo control y de aislamiento de los individuos, tras años de estudio y a un costo elevado, concluyeron que no había ningún indicio al analizar estadísticamente los resultados de la totalidad de esos miles de ensayos, no se veía una desviación en el acertar en la adivinación de una carta zener (tarjetas con símbolos fácilmente reconocibles, muy usadas en la época).
Algunos años después se descubrió que el observador influye positiva o negativamente sobre el resultado de lo elegido por el sujeto de prueba, ante esta nueva pista, se vuelve sobre los pasos en ese viejo experimento y haciendo un nuevo análisis desde ese ángulo, se ve que los individuos sujetos a experimentación, se equivocaron en adivinar la carta en mayor medida de la media standard del cincuenta por ciento de la elección entre dos cartas posibles. De aquí se concluye que todos podemos adivinar en una mayor o menor medida y que la predisposición psicológica influye en el resultado.
Posteriormente varias universidades de EEUU se ocuparon del estudio del fenómeno parapsicológico. Estudios realizados en laboratorio, trabajando con grupos de individuos, para lograr analizar habilidades parapsicológicas en personas comunes, han logrado confirmar que existe en mayor o menor medida esa habilidad en todas las personas.
De todos modos nunca fue suficiente para que se la catalogue como ciencia.
Lo importante de rescatar es que éstos fenómenos están por ahora fuera de la física y es muy probable que estén relacionados con el entrelazamiento cuántico que más adelante veremos.
Pensé que ésta era la justificación del juego de la copa y que lograr desarrollar al máximo esas habilidades, (saber el pasado, el futuro, el pensamiento de las personas, “ver” lo que ocurre en otro lugar, mover objetos), sería la respuesta, la solución a los males del mundo.
No entendía que el hombre no está preparado para tanto poder en sus manos, terminaría ocurriendo algo similar a lo que pasó con la idea que tuvo Openheimer de crear la bomba atómica, para que al tener el monopolio de la fuerza, cesaran las guerras, habiendo resultando exactamente lo opuesto, un escalón más en la carrera armamentista.
La ciencia occidental dice que realizando los pasos correctos se llega a un resultado correcto, en cambio los orientales dicen que el modo correcto realizado por la persona incorrecta da un resultado equivocado, creo que ellos tienen razón.
Otro libro que compré también fue el I Ching, un oráculo chino que data de cinco siglos antes de Cristo, anterior al taoísmo y al budismo.
Más adelante me voy a detener en ese tema, por ahora adelanto que su utilización permite llegar a buenos consejos para no desviarse del camino (la traducción de I Ching es “el camino”) que está trazado para ti.
El haber vuelto de la muerte ya estaba presente, no lo comentaba, era algo que creía que no iban a aceptar, no sé, creo que también me daba vergüenza.
Siguió un periodo en que dejé de lado mi búsqueda, me ocupé de lo que todos hacen, trabajar para crecer económicamente, ocuparme de la familia, los hijos.
Le vendí mi parte del taller a mi socio, me mudé a un pueblo del oeste del Gran Buenos Aires, abrí un vivero, monté una pequeña empresa de mantenimiento de parques y jardines, y hasta llegué a tener mi propio campo de cultivo de plantas ornamentales.
Sobrevino el final del menemismo y ya no era rentable el vivero, los dueños de las quintas de fin de semana ya no cumplían con el pago del mantenimiento de los jardines, el vivero se transformó en maxi quiosco y después en autoservicio, llegó a ser también una rotisería con parripollo.
A la camioneta que había comprado para el vivero le instalé un equipo de sonido, con el cuál me ocupé del negocio de publicidad móvil.
Agregué más locales y alquilé todo, me mudé nuevamente a Capital Federal, llevando el negocio de la publicidad móvil.
Me divorcié y llegó un periodo de calma, pero nada es gratis, lo pasado dejó su huella y mi corazón no aguantó, tuve un infarto muy grande, del que los médicos dicen que pocos sobreviven, pero sin duda no era mi hora, algo tenía por hacer, recién hoy entiendo el por qué. Volví a la ingeniería, pero diferente, como director técnico en plantas verificadoras de vehículos de carga y pasajeros, algo parecido a la vtv. Un trabajo ordenado que me dio la paz mental necesaria para estabilizarme. Crecí profesionalmente hasta ser la persona de consulta de mis pares por mi buen conocimiento de la actividad.
Paralelamente intenté rehacer mi vida sentimental durante varios años sin lograrlo, hasta que me topé con la mujer de la que me enamoré, mi actual esposa.
Luego de poco más de diez años me retiré de la actividad, jubilando a causa de mi dolencia cardíaca.
Ya en paz, con mí tarea cumplida y emocionalmente realizado, continué con mi búsqueda, sin saber que ese era el verdadero propósito de mí vida.
Creo que retomé la búsqueda con el I–Ching, aprendí a manejarlo, una forma irracional de buscar respuestas, lo apliqué con mi gente y vi que te ofrece buenos consejos a cuestiones de la vida diaria y para aquellas cosas que debemos cambiar para mejorar nuestro “camino”.
El I–Ching data de cinco siglos antes de Cristo y es la base de la filosofía Taoísta. Me introduje en ella leyendo el libro Tao The King, de Lao Tsé, el título no es en inglés, aunque parezca, solo se escribe así en una de sus formas derivadas del chino. Es una serie de versos que hablan del universo en que vivimos, de consejos para la vida y hasta de máximas que deberían seguir los gobernantes, se sorprendería de la validez que aún hoy tienen y no se siguen.
El Taoísmo no es una religión, es una filosofía de vida y va más allá, aunque anterior a las religiones más difundidas, es lo más evolucionado en cuanto a la concepción de la realidad.
El hombre, desde su origen incluyó en la religión a todo aquello que escapaba a su entendimiento, dioses específicos para cada cosa que no entendía, el dios del trueno, el dios de la lluvia, el dios del fuego y más. A medida que su entendimiento creció, corrió ese velo de oscuridad, encontró la razón de esas cosas "raras" atribuidas a esos dioses y fue dejándolos.
Con el tiempo pasó a uno solo, el monoteísmo, pero no dejó de darle corporeidad, un dios semejante a nosotros. Así llegamos a nuestros días, por lo menos son las ideas socialmente aceptadas, pero no creídas del todo.
El Taoísmo habla de un todo, el Tao, el origen, el sin nombre, porque de tenerlo sería algo, y es solo la nada misma.
El universo material, “las mil cosas que forman todo” (materia y energía), aparecen debido a que de esa nada nacen dos mitades opuestas Yin y Yang, ya presentes en el I–Ching, su suma, su equilibrio, es cero, o sea nada.
De parte de ésta filosofía se nutrieron religiones posteriores, habla del cielo y la tierra y dice “lo que es arriba, es abajo", lo que es en la tierra es también en el cielo, esto último dio surgimiento a las formas de astrología, observar el cielo para saber qué sucede en la tierra.
Ocurre que gracias allá I CHING encuentro referencias que conectan con uno de los padres de la psicología, Carl Jung, el otro era Sigmund Freud, los cuales trabajaron juntos hasta que por diferencias infranqueables en la valoración de los sueños se convirtieron en enemigos.
Jung trabajó sobre sí mismo logrando lo más importante de su vida, lo tituló El libro Rojo, una obra inédita hasta después de su muerte, que no publicó por no cumplir el rigor científico necesario, en su testamento pidió que sus herederos fueran sus custodios, y recién cuarenta años después de su muerte vio la luz.
Jung pertenece a una generación de grandes científicos y pensadores del principio del siglo veinte, siendo sus contemporáneos Freud y Einstein.
Tanto Jung como Einstein fueron los hacedores de una nueva visión de la realidad.
En el caso de Jung toda su teoría psicológica nació de su autoexperimentación, él tenía sueños “extraños”, premonitorios, sueños de vidas pasadas y sueños en los que su inconsciente afloraba en la forma de varios personajes.
El estudio de sus experiencias fue la base para el desarrollo de lo que hoy es la psicología analítica.
Freud pensaba que los sueños cumplen un patrón repetitivo en diferentes personas, lo que permite una única interpretación, en cambio Jung ve en los sueños imágenes del inconsciente propias de cada individuo, y va más allá, define lo inconsciente colectivo, una memoria compartida con otros, con una conexión bidireccional, lo de todos modifica lo propio y lo propio modifica lo colectivo.
Nuestro inconsciente está conectado a lo inconsciente colectivo en forma bidireccional. Toda la evolución del mundo material, lo racional y también lo irracional están grabados biológicamente en nuestro cuerpo, todo está ahí, hasta lo vivido por nuestros antepasados.
Otro de los fenómenos con que se topó en sus sesiones con pacientes es lo que él llamó “sincronicidad”, eventos que no están visiblemente conectados, suceden en una relación no causal (ninguno de ellos es causa del otro), pero tampoco es posible justificar su existencia por una mera casualidad.