Un verano en Roma - Confesiones íntimas de una mujer 2 - Anna Bridgwater - E-Book

Un verano en Roma - Confesiones íntimas de una mujer 2 E-Book

Anna Bridgwater

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  • Herausgeber: LUST
  • Kategorie: Erotik
  • Serie: LUST
  • Sprache: Spanisch
  • Veröffentlichungsjahr: 2019
Beschreibung

"Sobre la serie "Confesiones íntimas de una mujer": "Quiero contarte la historia de mi vida. O al menos una parte de ella. Una parte de mi vida que es mi verdadero yo, pero que está escondida. Mi vida sexual. Eso, para lo que fui creada. Lo que mejor hago". El mundo está lleno de hombres y el narrador en primera persona de esta serie es un Don Juan en femenino que simplemente no puede negarse. Eva ama a su marido y a sus hijos, pero para ella no son suficiente. Su vida deja de tener sentido sin el sentimiento excitante de una nueva aventura, así que siempre que tiene la oportunidad de una experiencia erótica, la aprovecha. La protagonista de esta serie, Eva, está inspirada en una persona real de carne y hueso. Luego de mantener conversaciones con esta mujer, la autora, Anna Bridgwater, ha escrito su historia como testimonio de la vida secreta que lleva en paralelo a su cotidianidad con su marido y sus hijos."-

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Seitenzahl: 45

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Anna Bridgwater

Un verano en Roma

Confesiones íntimas de una mujer

Parte 2

LUST

Un verano en Roma – Confesiones íntimas de una mujer: Parte 2

Original title:

Sommeren i Rom - en kvindes intime bekendelser 2

Translator: LUST Copyright © 2016, 2019 Anna Bridgwater and LUST , an imprint of SAGA Egmont, Copenhagen All rights reserved ISBN: 9788726273151

1. E-book edition, 2019 Format: EPUB 2.0

All rights reserved. No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

Un verano en Roma

Confesiones íntimas de una mujer

Parte 2

Creí que me conocía bien. Hasta hace poco creí ser consciente de todas las formas en que mi cuerpo podía obtener placer y dicha. Pensé que había tenido todas las experiencias eróticas que una mujer podría tener, ya sea sola o en compañía. Sin embargo, cuando viajé por mi cuenta a Italia durante el verano en que Randall me dejó, me di cuenta de que estaba equivocada. Al obtener más sabiduría, descubrí que el mundo tenía mucho más para ofrecer. Lo primero que hice luego de que mi esposo se mudó, fue comprar un pasaje a Roma. Mejor dicho, fue lo primero que hice que no se enfocaba en las labores cotidianas; de resto, debía preparar cena para mis gemelos de doce años porque mi esposo alquiló una habitación en el departamento de un amigo tomarse un tiempo y pensar.

  Quería ir a Roma, un lugar donde podría usar vestidos cortos y sentir el aire caliente en las piernas. Quería moverme en cámara lenta en medio del calor, lamer gotas de sudor de mi labio superior, disfrutar de las hermosas vistas y beber vino blanco; en resumen, dedicarme a mi cuerpo y a mis sentidos. Quería tomarme un descanso de la maternidad y de ser una trabajadora de Recursos Humanos recién separada de su esposo, en Copenhague. Quería estar por mi cuenta en Roma. Y me había prometido abstinencia total. Me mantendría lejos del sexo y del placer.

No me prometí estar sola por vergüenza o escrúpulos morales. Simplemente sé que no he sido precavida al decirle que si a demasiados hombres, y algunas mujeres, y eso me tiene exhausta. A veces no me reconocía a mí misma cuando besaba hombres que apenas conocía y hacía el amor con ellos. También sé que todas mis escapadas, aventuras y romances fueron destructivos. Arruiné la confianza que todos tenían en mí, les mentí a todos. Puse en peligro la relación con mis hijos. ¿Qué hubiera pasado si hubieran descubierto que su madre tenía sexo con cantidades exorbitantes de personas? Me habrían despreciado y yo no habría soportado tanto dolor.

El día antes de partir a Roma me paré frente al espejo grande en mi baño, desnuda, y observé mi cuerpo pálido; me hice la promesa de reservarlo para mí misma. Observé el impecable monte de Venus, formando una línea en forma de flecha señalando mi región púbica. Posé una mano sobre mis senos y cerré un poco los ojos. Si entrecerraba un poco los ojos, me parecía a la famosa diosa Venus en la pintura de Botticelli. Acaricié la suave curva de mi estómago y dejé la mano en medio de mis piernas. Me sentía hermosa y asustada.

“ El corazón quiere lo que quiere”, como dijo mi poetisa favorita, Emily Dickinson. Esas palabras hacen eco en mí, aunque habrían sido más certeras si hubiera escrito: “El cuerpo quiere lo que quiere”. El corazón, ese órgano vacilante e inseguro, controla el cuerpo y mi cuerpo me arroja hacia los muchos hombres que he conocido. El corazón busca alivio y lo consigue a través del cuerpo, que sabe lo que quiere. El cuerpo anhela a quien desee anhelar. El mío rara vez se equivoca porque me ha proporcionado todo el placer sin el que no hubiera podido vivir. Al mismo tiempo, sabía que la excitación producida por mis impulsos era una de las razones por las que mi esposo me dejó. Aparté la mirada de él para buscar otros hombres, por un tiempo; y al perder contacto con mi corazón, fue él quien se sintió solo y empezó a buscar en otro lado. En este momento, quisiera cambiar.

No tenía intención de pasar mis vacaciones sola, pero tampoco quería estar con nadie. No tenía ganas de que las palabras, rutinas y necesidades de otros definieran mis horas y mis días. Por lo tanto, no le pregunté a ninguna de mis amigas si me quería acompañar. Además, me había dado cuenta de que era la persona más solitaria que conocía. Yo soy el tipo de mujer que estuvo rodeada de personas toda su vida adulta; inmersa en una estructura familiar, de obligaciones, colegas y cenas.  Todas las ocupaciones de mi familia, los partidos de fútbol y las salidas en pareja habían desaparecido. Por primera vez en mi vida, me sentí muy sola.