¿Y si crecí, pero no me di cuenta? - Damián Ezequiel Lobos - E-Book

¿Y si crecí, pero no me di cuenta? E-Book

Damián Ezequiel Lobos

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Beschreibung

Querido lector: El libro que tienes en tus manos contiene una serie de cuentos destinados no solo al entretenimiento, sino que también invitan a dejar salir al niño que eres, al menos por un rato, aunque el adulto lo llame a entrar, otra vez.

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Producción editorial: Tinta Libre Ediciones

Córdoba, Argentina

Coordinación editorial: Gastón Barrionuevo

Diseño de tapa: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones. María Magdalena Gomez.

Diseño de interior: Departamento de Arte Tinta Libre Ediciones.

Lobos, Damian Ezequiel

¿Y si crecí, pero no me di cuenta? / Damian Ezequiel Lobos. - 1a ed - Córdoba : Tinta Libre, 2022.

130 p. ; 22 x 14 cm.

ISBN 978-987-817-026-8

1. Cuentos. 2. Literatura Infantil y Juvenil. I. Título.

CDD A860.9282

Prohibida su reproducción, almacenamiento, y distribución por cualquier medio,total o parcial sin el permiso previo y por escrito de los autores y/o editor.

Está también totalmente prohibido su tratamiento informático y distribución por internet o por cualquier otra red.

La recopilación de fotografías y los contenidos son de absoluta responsabilidadde/l los autor/es. La Editorial no se responsabiliza por la información de este libro.

Hecho el depósito que marca la Ley 11.723

Impreso en Argentina - Printed in Argentina

© 2022. Lobos, Damian Ezequiel

© 2022. Tinta Libre Ediciones

INTRODUCCIÓN

“¿Me cuentan un cuento?”, ¿cuántas veces hemos oído o dicho esa oración a lo largo de nuestra vida?

¿Y si crecí, pero no me di cuenta? reúne, entre sus páginas, toda la magia de una serie de cuentos adaptados a la época en la que vivimos, pero conservando toda la magia bien guardada.

Algunos te llevarán a los días cuando transcurría tu niñez y otros te parecerán hasta nuevos, ya que adapté sus ambientes y personajes a los tiempos actuales.

Gracias a que existen libros como este, los cuentos se pueden ir trasmitiendo a las generaciones nuevas y a las venideras.

Por eso, te invito a que lo pongas a prueba y que todas las noches leas, a tus niños, a ti mismo, o a otra persona, un cuento hasta terminarlo. Y qué mejor, que leerlos acompañados por las hermosas ilustraciones, que le agradecemos a Mechi Arrighi.

¿ Y si crecí, pero no me di cuenta?

?

Damian E. Lobos

Portadas e ilustraciones por Mechi Arrighi

EL PREJUICIO

Hace mucho tiempo… un hombre llegó a un barrio. En la entrada, se encontró con un anciano que arreglaba la cerca de su casa, así que le empezó a charlar.

—Buen día, señor, ¿me podría aclarar una duda? ¿Cómo es la gente de acá?

A lo que el anciano contestó con otra pregunta:

—Buen día, joven. ¿Cómo es la gente de donde vienes?

—Puf, es muy molesta. Me alegra haberme ido.

El anciano lo miró fijo y le respondió:

—La misma gente vas a encontrar acá. —Y siguió arreglando la cerca.

Al rato, otro hombre llegó. Vio al anciano que ya había terminado con la cerca y ahora estaba muy entretenido trabajando en su jardín, y se acercó.

—Que tenga un muy buen día —inició la charla el joven y continuó—, ¿me podría decir cómo es la gente aquí?

El anciano dejó lo que estaba haciendo y nuevamente preguntó:

—¿Cómo es la gente de dónde vienes?

—Era buena gente, me costó dejarlos, pero por cuestiones de trabajo tuve que mudarme.

El lugareño lo miró y le contestó:

—Lo mismo vas a encontrar acá.

UN CINTURÓN PARA EL EMPERADOR

Había una vez… un emperador muy rico y poderoso. Era tanto el poder, riqueza y el amor de su familia, como la angustia que sentía. Estaba tan cansado de sentir tanta angustia, que mandó a dar un comunicado al pueblo. En él, prometía entregar la mitad de su fortuna al que le devolviera la felicidad.

Asistieron varios personajes a la convocatoria, entre ellos campesinos, bufones, magos, etc. Pero ninguno logró ni siquiera una sonrisa.

Ya desahuciado, cuando las presentaciones llegaban a su fin, una figura se presentó. Era la adivina del lugar. Hizo una reverencia y, muy amablemente, saludó.

—Buenas noches, emperador. Mi nombre es Amelia y tengo la solución a sus lamentos. Debe encontrar a una persona que se sienta llena y satisfecha con lo que tiene, que no sienta envidia y tenga una sonrisa verdadera. Una vez que lo encuentre, pídale su cinturón y úselo todo el día. Le aseguro que, al otro día, se sentirá como nuevo.

El emperador escuchó muy atentamente lo que la adivina le dijo, y mandó a sus soldados a buscar a esa persona en toda la ciudad.

Pasaron las semanas y la misión que al principio parecía fácil, se tornó muy difícil: las personas que tenían riqueza no estaban satisfechas con sus familias; las que eran pobres, querían riquezas; las que tenían trabajo, no estaban conformes con él, y los que no tenían trabajo, querían uno. Siempre les faltaba algo para ser completamente felices.

Pasaron los meses sin recibir novedades hasta que, un día, un soldado se presentó ante el emperador y le dijo:

—Mi señor, tenemos una noticia buena y una mala. La buena es que, en un campo de las afueras de la ciudad, hallamos a un campesino. Al hablar con nosotros, de inmediato notamos la paz y la tranquilidad en su voz; nos entendió todo el tiempo con una sonrisa en su rostro.

—Bueno —dijo el emperador—, pero ¿cómo están tan seguros de que no fue una alegría del momento?

—Porque lo observamos por días, y día tras día, el brillo de su mirada y la sonrisa en su rostro nunca desaparecieron ni una vez.

—¡¡Bien, excelentes noticias. Tráiganlo de inmediato con su cinturón, y será generosamente recompensado!! —respondió el emperador y preguntó—: ¿Cuál es la mala noticia, entonces?

—Que no tenía ningún cinturón.

PATRICIA

Patricia era un pequeño hyperion, los árboles más grandes del mundo, y como tal, lo único que le importaba era crecer y ser grande.

Los árboles más grandes le dijeron que, desde lo alto, la vista era espectacular.

A medida que crecía, se podían ver cosas muy interesantes a su alrededor: animales, plantas, flores, niños y hasta insectos. Pero a ella no le importaba; lo único que quería era lograr una gran altura.

Así fue pasando el tiempo y Patricia logró una altura, que ningún árbol de su clase había podido lograr antes. Ya en lo más alto pudo observar un paisaje hermoso.

Un día, charlando con sus amigos, se dio cuenta de que hablaban de cosas extrañas, que ella no podía comprender. Hablaban de niños jugando en plazas, personas acampando, animales corriendo, flores, y otras cosas que ella no podía ver desde tan alto. Pero ya era tarde, no podía bajar para verlo; había perdido la oportunidad de conocer todas esas cosas mientras crecía.

LOS TRES PÁJAROS

Una mañana, un hombre estaba en el jardín de su casa contemplando la hermosa mañana; el aroma de las flores, sus bellos colores. Pero, sobre todo, contemplaba el cantar de angelical de tres pájaros a coro, que solo por esa mañana le daban un recital único e inigualable.

En un momento, los pájaros dejaron de cantar y se quedaron totalmente en silencio, mirando fijamente al hombre. Entonces, el pájaro de la izquierda preguntó:

—¿Te gusta nuestra música?

El hombre, asombrado, tímidamente contestó:

—¡¡Sí!! Sí, la verdad cantan muy bien. Sus cantos me alegran el día —y agregó—, ojalá vinieran todos los días.

Las aves se miraron por unos segundos. Entonces, el pájaro que estaba a la derecha le dijo: