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En Ya nada me separa de la luna que brilla, de Alejandro Imposti, nos encontramos con una historia narrada de manera laberíntica. Allí vemos su pasaje por distintos momentos, cómo los va desglosando y haciendo poesía, cómo van adquiriendo profundidad a medida que las páginas se suceden y el mensaje se vuelve cada vez más claro y rotundo. Hay espacio para el amor y el desamor, para el aprendizaje y el crecimiento, para el retorno, para el escape. Lo universal y lo singular tienen límites difusos en cada verso, y al leerlos nos sentimos escritores, actores de cada imagen. Abrir este libro es saber que no saldremos iguales. Que no volveremos a ser los mismos. Que vale la pena.
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Ya nada mesepara de laluna que brilla
Alejandro Imposti
Imposti, Alejandro
Ya nada me separa de la luna que brilla / Alejandro Imposti. - 1a ed - Ciudad Autónoma de Buenos Aires : Tercero en Discordia, 2021.
Libro digital, EPUB
Archivo Digital: descarga
ISBN 978-987-8492-55-1
1. Poesía. 2. Poesía Argentina. 3. Reflexiones. I. Título.
CDD A861
No está permitida la reproducción total o parcial de este libro, ni su tratamiento informático, ni la transmisión de ninguna forma o por cualquier medio, ya sea electrónico, mecánico, por fotocopia, por registro u otros métodos, sin el permiso previo y por escrito del editor.
ISBN 978-987-8492-55-1
Queda hecho el depósito que marca la Ley 11.723.
Impreso en Argentina.
DEDICATORIA
Dedico este libro a todas las personas a las que pude mirar y reconocer a lo largo de mi vida.
También a las que, en algún otro momento no pude.
A las que tienen (o no tenían hasta hace poco) espacio en mi corazón.
A las que pasaron, pasan y pasarán por esta parte de la ruta de la vida.
Con reconocimiento y amor.
Ya nada me separa de la luna que brilla
Este libro se divide en dos partes.
La primera son escritos cortos, poéticos, con formas metáforicas que pretenden ser un homenaje muy íntimo y personal a muchas personas que han pasado a lo largo de mi vida.
Amores fallidos, presentes, amistades truncas, sólidas, inestables o endebles, relaciones y vínculos, pérdidas, pequeñas victorias personales, todo formando un compendio, que se erigen en un reconocimiento y un espacio dentro de mi corazón que desea darles lugar.
La segunda son escritos breves, fragmentos escogidos, sobre el oficio de vivir que buscan entrar en contacto en el mundo con la observación y la percepción como ejes en pequeños trazos (como si fuesen una fotografía), que señalan alguna forma de descubrimiento que deseo compartir.
Espero lector que estas palabras vuelen lejos, resuenen y convoquen tus propias imágenes internas y te inspiren a pasar por esta vida con mayor pasión y conciencia.
Así sea.
Esta es la segunda entrega de Alejandro Imposti “hacedor y buscador”.
En esta oportunidad encuentro dos partes muy distintas y al mismo tiempo necesarias. En sus fragmentos, se pregunta una y otra vez sobre la existencia, sobre reconocer lo que es tal y como es, sobre aquello que llamamos bueno y aquello que decimos malo. Se interroga poniéndose a prueba, y permite que cada lector también pueda interpelarse.
Habitar las preguntas… como dice Rilke en cartas a un joven poeta.
En los poemas nos lleva a sentir a partir de recuerdos, el cuerpo físico, la sensualidad, la sexualidad y la fuerza de lo biológico, el deseo.
Cada parte necesita de la otra.
Cuerpo y espíritu unidos e integrándose.
Gracias por participarme de este nacimiento.
Dr. Miguel Ángel Schiavo
Entre historias, vivencias, relaciones, vínculos…
Ale nos invita a recorrer con él,
un camino de sensaciones profundas, vivenciando los 5 sentidos.
Sintiendo los personajes que se cruzan,
algunos que perduran y otros desaparecen dejando huella,
como si el viento indicara el cambio de camino.
Tal vez se trate de recuperar esos momentos, integrándolos…
plasmándolo en la escritura,
entregándolo al mundo, para que sea recibido a todas esas almas terrenales…
para que perduren en el tiempo y en el corazón del autor.
En el camino del proceso,
del propio reconocimiento,
del amor propio… del retorno,
Querido Ale, la luna que brilla te guiará a casa.
Camila Gerardini, Coach
1
Ahora, que yo puedo mirar lo mío,
sin mirar lo tuyo o
lo de los demás,
puedo simplemente dar gracias.
Es posible que no sepas,
que no tengas idea de
lo que está pasando o pasó,
y créeme no tiene mayor importancia...
Hay algo para ofrecer
y hacer,
que es para los demás,
el mundo...
Tantos giros,
tantas vueltas
sin saber dónde...
Y cuando el corazón lo siente,
aparece una calma,
cierta certeza
que inunda el alma
permitiendo vivir.
2
De vos queda el silencio,
la costumbre del vacío,
la imagen.
La noche no repetida,
la despedida.
Jamás volverán una palabra,
un gesto,
la nada...
la penumbra me recuerda
tu partida.
No veré hoy la luz,
ni mañana,
y no me importa.
Que chorree la tristeza,
que gire, dé vueltas,
es hora.
Ya nada me separa de la luna,
que brilla alto y me mira.
3
Esa vida feliz,
ese instante buscado
entre tanta vehemencia
se escapa
con facilidad.
En presencia,
en gracia
de un viento que pasa
entre nosotros,
como
llevándose lo que estaba de más
o lo que faltaba.
Es imposible saber,
tener la mínima certeza.
Hay una solidez
pero líquida de
aquello que no fue
mirado,
reconocido,
para volver a empezar…
Algo se rebela,
arremete,
golpeando al alma,
al corazón.
Vos no estás,
en realidad
todos se han ido…
no tengo respuestas…
solo silencios entre este sol
que se esconde también de mí.
Todo está quieto
eternamente presente
pidiendo un lugar
donde poder descansar.
Es hora de dejar ir,
de tomar contacto
con lo que viene
disfrutando de la incertidumbre.
4
Tu pelo rojo
tu sonrisa ruidosa,
reconfortantes manos,
resucitando,
en ese espacio oscuro,
sin saberlo,
al muerto que
encarnaba en mí.
Jamás supiste lo
que estabas despertando,
ni cuándo,
ni cómo,
te hacías invisible
al mundo
en forma instantánea,
borrándolo todo.
Nunca comprendí,
la ausencia
sin que hubiésemos
podido ser,
algún incendio
sin dueño.
Entre extraños giros,
sin tiempo,
memorias,
con vueltas al centro,
otra tarde de lluvia,
te trajo de repente.
Como un signo,
un alivio o premonición,
se tejió la esperanza
de encontrar una
compensación del destino.
Pasó de largo,
como lágrimas,
en el agua,
imperceptibles,
sin dejar rastro
de haber pasado
por aquí.
Los desencuentros se deshacen
en sus propias lógicas,
sin hacer
ni dar
lo que insinuaron
alguna vez.
5
Pareciera que mi destino
es esperarte,
te he encontrado
tantas veces
que dejé de buscar.
Como un decreto
divino
sin la alegría
de los cuerpos,
la piel
se quedó sin memoria.
Vagamente floto
entre los lugares
que ya no están,
donde
casi siempre despierto
como si estuvieses.
Alguna vez
fuera de algunas
palabras,
sentí escalofríos,
en el transcurrir,
sin poder sentir
cómo volver
al camino del retorno.
Fuera de aquí,
entre tus ecos
y latidos,
me encuentro en un mundo
lejano,
sin la calidez de tu vientre.
Como un relámpago
algo me recuerda
en la soledad de un árbol
o en la plenitud de una flor
no querer ser
otra cosa.
6
Y así fue como
me quedé
sin tu cuerpo
un día,
más ahora que
lo invento,
puede que consiga
a veces
producir
lo invencible
que me sentía
entre tus brazos.
Sin embargo,
he logrado
curarme
del vacío
que quedó
dentro mío,
cuando cierro
los ojos,
te veo,
tan lejana,
tan vos,
poco mía.
Nada me separa
de tu imagen
siendo eso,
solo eso,
nada más que eso.
En algún momento
atrapado entre
tus besos
más tu imaginación,
quedé ardiendo,
pero hoy con
los besos
no me alcanza.
La distancia