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¿Cuáles serán las grandes potencias del siglo XXI? ¿Cómo será el mundo del mañana? ¿Qué vivirán nuestros nietos? ¿El ser humano alcanzará la inmortalidad? 2100 se perfila como un escenario en el que un nuevo orden planetario desbancará a EE.UU. del primer puesto, y llevará a países como la India o a continentes como África a convertirse en las nuevas grandes potencias. Una sociedad donde la inteligencia artificial determinará nuestro día a día, los coches autónomos nos trasladarán sin piloto y los drones llevarán la compra a la azotea de nuestras casas tras visitar una tienda virtual. Es posible que asistamos a la boda de algún familiar con un androide, un implante cerebral nos diga cuál es nuestra presión arterial. Un mundo nuevo forjado a partir del desastre que vaticina el convulso tiempo en el que vivimos, pero que augura un futuro esperanzador, donde el ser humano pueda edificar de nuevo sus sueños. Borja F. Zurrón, autor de los conocidos canales de Youtube Memorias de Pez y Memorias de tiburón, nos dibuja en 2100:Una historia del futuro, cómo será el porvenir de la humanidad a 75 años vista. Un libro para entender las grandes revoluciones que se encuentran a la vuelta de la esquina y los increíbles cambios que darán forma al futuro que vivirán nuestros nietos. «Haría falta todo un cataclismo, un cisne negro de proporciones bíblicas para que Estados Unidos pierda su hegemonía mundial antes de 2050. Sin embargo, a un plazo mayor, con una China ya madura y militarmente capacitada y una India desarrollada que alcance los 2.000 millones de habitantes, el escenario se vuelve mucho más borroso».
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Seitenzahl: 279
Veröffentlichungsjahr: 2023
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Editado por HarperCollins Ibérica, S. A.
Avenida de Burgos, 8B - Planta 18
28036 Madrid
2100: Una historia del futuro. Claves geopolíticas y tecnológicas para entender el mundo que vivirán tus nietos
© 2023, Borja Fernández Zurrón
© 2023, para esta edición HarperCollins Ibérica, S. A.
Todos los derechos están reservados, incluidos los de reproducción total o parcial en cualquier formato o soporte.
Imagen de cubierta: CalderónSTUDIO®
Diseño de cubierta: CalderónSTUDIO®
Imágenes de interiores: Cedidas por el autor
ISBN: 9788491398936
Conversión a ebook: MT Color & Diseño, S.L.
Índice
Créditos
Dedicatoria
Prólogo
0. El siglo XX, de la Revolución Industrial a la digitalización
Las grandes potencias del siglo XXI, un nuevo orden planetario
1. China, el gigante se abre paso
2. La India: un mundo sin límites
3. El Tío Sam no se rinde
4. El Viejo Continente no quiere morir
5. África, despierta el león
6. La guerra por el dominio mundial
La dictadura tecnológica, cómo será el mundo del futuro
7. Un mundo para viejos
8. Hacia un mundo 100% renovable
9. Tierras raras, supermateriales y semiconductores
10. El blockchain y las criptomonedas
11. ¿Quedamos en el metaverso?
12. La inteligencia artificial
13. El camino hacia la inmortalidad
14. La computación cuántica, jugando a ser Dios
Epílogo: el apocalipsis
A Cris y Ana por guiarme en el camino, a Sandra, Jess, Lucía y David, mis compañeros de aventura, y a Luis, a quien espero acompañar en su viaje hacia 2100.
Si hay algo que me apasiona más que estudiar el pasado, es sin duda el trabajo y estudio prospectivo, es decir, tratar de predecir el futuro a partir de la información que hoy en día tenemos disponible. La historia y la geopolítica por sí mismas son disciplinas muy interesantes que tienen un gran valor, pero este aumenta exponencialmente cuando su conocimiento se utiliza como herramienta para anticipar macrotendencias, adelantarse a movimientos concretos o predecir errores futuros.
Por ello creo que este libro, además de permitir al lector aprender sobre el pasado y el presente, puede ayudarle a entender el futuro, comprender las revoluciones que nos esperan a la vuelta de la esquina e, incluso, tomar posiciones ventajosas que le permitan sacar cualquier tipo de beneficio futuro, incluyendo el rédito económico. Imaginar el futuro también es muy divertido y es una disciplina que deja jugar mucho con la imaginación e ilusionarnos con el devenir de los acontecimientos cuando las cosas vienen peor dadas.
Desde la invención de la escritura hace unos 5.000 años, y sobre todo tras la Revolución Industrial, que comienza a finales del siglo XVIII y continúa durante el siglo XIX, el ser humano ha evolucionado de forma exponencial, haciendo que la velocidad del crecimiento y desarrollo de la humanidad no solo no se frene, sino que continúe siendo cada vez más veloz. Cuando parecía que el hombre no podía seguir revolucionando la mecánica con la rapidez con que lo venía haciendo durante el siglo XIX y principios del XX, apareció una nueva revolución, la digital. Los microchips, Internet, la fibra óptica y el desarrollo en general de la electrónica nos abrieron una nueva puerta hacia el futuro que se desarrolló a una velocidad vertiginosa, resolviendo problemas con una complejidad nunca vista en tiempo récord. Pero el ser humano se resiste a llegar a la meta y constantemente aparecen nuevos ámbitos que nos retan con problemas que resolver, creando una imparable ola de progreso que, de momento, parece lejos de detenerse.
Aunque en este libro se hable de conflictos, de guerras, de abusos de poder, de retos difíciles de superar e incluso de formas en las que el ser humano parece que busca su autodestrucción, no estamos ante una obra pesimista. El libro está escrito desde un punto de vista completamente optimista, que no infravalora ni la inteligencia ni la capacidad del ser humano para sobreponerse a sus principales amenazas.
A menudo el ser humano, de forma sesgada, piensa que todo lo pasado fue mejor, que la tecnología destruye las sociedades, que el hambre y la pobreza se abren paso llegando cada vez a más personas en el mundo, que las guerras son más frecuentes y destructivas, que las armas nucleares condenan al planeta al apocalipsis y un montón de cuestiones similares. Sin embargo, nada más lejos de la realidad. Los indicadores macro nos dicen que el mundo nunca había sido tan seguro como en este siglo XXI, que las personas nunca habían estado más conectadas y nunca habían convivido tan pacíficamente, y que, a pesar de enfrentamientos como la guerra entre Rusia y Ucrania, los conflictos bélicos son la excepción y no la norma; ello se debe en gran parte a la disuasión que produce el armamento nuclear. Pero no nos adelantemos, que todavía nos estamos conociendo.
Este libro trata de hacer un trabajo prospectivo a cincuenta-setenta y cinco años vista. Más allá de eso, cualquier análisis racional es prácticamente imposible de realizar. En otras palabras, bucearemos en el mundo que disfrutarán aquellos que están naciendo ahora y que al menos podrán contemplar quienes han crecido al calor de la primitiva digitalización.
En cualquier caso, si eres de los que alucina con cada aparato electrónico de última generación que cae en tus manos; si, como un servidor, cuando piensas en la muerte imaginas todos los inventos y los avances que no verás; si te intriga el próximo orden mundial que llegue cuando Estados Unidos no sea la indiscutible potencia mundial; o si eres de los que les gusta sentirse parte de momentos históricos, este libro es para ti. Y si no lo eres, quizás encuentres en esta obra algo que te abra los ojos y te dé más motivos para vivir con ilusión, porque lo que se viene en los próximos cincuenta años es una absoluta barbaridad digna de ser vivida. Hablo del principio de una nueva sociedad, algo difícilmente imaginable para cualquier persona que no haya vivido la actualidad o incluso para todos aquellos que lo hacemos y además la estudiamos. Hablo de un cambio total en los paradigmas humanos, revoluciones en todos los ámbitos tecnológicos, el fin de los estándares económicos que han regido las sociedades desde tiempos inmemoriales, transformaciones políticas de las que surgirán nuevos movimientos y nuevas ideas. El fin del mundo tal y como lo conocemos.
Para realizar este análisis, nos hemos puesto como fecha línea de meta el año 2100. Imaginar cómo será el mundo más allá del cambio de siglo es algo que hoy por hoy no se puede hacer con el debido rigor. No obstante, las escasas ocho décadas que nos separan de esta fecha son suficientes para ver una transformación sin precedentes de todo cuanto nos rodea. Cambios sociales, políticos, económicos o culturales serán nuestro pan de cada día en el trepidante camino que la humanidad recorrerá hacia 2100, un camino que, después de escribir estas páginas, estoy convencido de que no me quiero perder.
Así que solo espero que eches a volar tu imaginación y fantasees con el futuro, un futuro lleno de retos que pondrán a prueba la resiliencia del ser humano y la capacidad de adaptabilidad de este. Abre bien los ojos, ten la mente dispuesta y disfruta de tu primera experiencia en el metaverso. Alíviate con esa enfermedad que te ahorrarás gracias a tener tu ADN secuenciado. Prepárate para conocer a la primera persona capaz de vivir ciento cincuenta años gracias a la ingeniería genética. Disfruta paseando por una futurista ciudad, libre de emisiones y contaminación, o prepárate para ir a una boda en la que algún conocido tuyo se case con un robot alimentado por una inteligencia artificial.
El siglo XX ha sido sin duda el siglo más apasionante desde el punto de vista histórico. Un siglo en el que ha habido de todo y en el que el ser humano ha conseguido avanzar más que en toda su historia anterior. Entender el siglo pasado es clave para vislumbrar lo que puede ocurrir en el futuro, por ello, me he permitido la licencia de llevar a cabo un pequeño resumen de la historia del mismo y cómo este ha marcado el devenir de la humanidad.
En el ámbito militar, el siglo empezaba movidito. En 1902, Estados Unidos vence a la recién proclamada República de Filipinas, llevándose por delante a un 10% de la población del país. Tres años después, en 1905, Japón se convierte en la primera nación del Extremo Oriente en ganar una guerra a una potencia europea tras aplastar a los rusos en la guerra ruso-japonesa. Por su lado, Alemania crecía industrialmente a pasos agigantados y se había sumado a la carrera colonial que llevaban a cabo principalmente Francia y Reino Unido. El miedo de estos últimos a Alemania hace que se cree en 1907 la Triple Entente, una alianza entre Francia, Reino Unido y Rusia. Por su parte, países como Australia, Cuba, Panamá, Noruega o Bulgaria obtienen su independencia en los primeros años del siglo pasado.
Sin embargo, lo más importante de la primera década no ocurrió en el plano militar. Si por algo había destacado el siglo anterior, elXIX, fue por la Revolución Industrial, que hizo que la humanidad progresase en casi todos los campos del conocimiento a una velocidad nunca vista hasta la fecha. Sin embargo, la Revolución Industrial no había sido más que el principio de una vertiginosa carrera económica y científica que se extendió durante toda la centuria. El siglo XX comenzó con dos hechos que marcarían la historia hasta nuestros días. Por un lado, Henry Ford es capaz de producir su modelo Ford T en cadena. Este sistema de producción fue el pistoletazo de salida de una de las industrias más florecientes del sigloXX, la automovilística. Por otro lado, de la mano de los hermanos Wright y de Alberto Santos Dumont, nacería el avión, uno de los inventos más importantes de la historia. También en la primera década del siglo pasado, concretamente en 1905, Albert Einstein enunció su famosa teoría de la relatividad.
Es la época en la que ocurren hechos mundialmente destacados, como el hundimiento del Titanic, la independencia del Tíbet o la Revolución mexicana de la mano de Emiliano Zapata. Sin embargo, todo ello quedará eclipsado por la Primera Guerra Mundial, en la que la Triple Entente, junto a otras potencias como Estados Unidos, Japón o Italia, vencen a las potencias centrales lideradas por Alemania, el Imperio austrohúngaro y el Imperio otomano. Estos dos últimos desaparecieron tras la guerra y Alemania fue humillada mediante el Tratado de Versalles, que incluía el pago de grandes reparaciones de guerra a los países aliados, la cesión de territorios alemanes e importantes restricciones militares a las fuerzas armadas germanas. Por otro lado, en Rusia tiene lugar la Revolución rusa, tras la cual los bolcheviques, con Lenin a la cabeza, ganan una guerra civil y ponen por primera vez en práctica el comunismo fundando la Unión Soviética en 1922. Lenin pronto muere y Stalin le sucede en su cargo en 1924.
Los años 20 destacan por el auge de los fascismos. Benito Mussolini se hace con el poder en Italia, Miguel Primo de Rivera en España y Alejandro I en Yugoslavia. En 1921 Adolf Hitler fundará el Partido Nazi en Alemania. No obstante, sin duda, el hecho más importante de los años 20 es el estallido del llamado crac del 29, que trajo consigo una tremenda crisis económica que se conocerá como la Gran Depresión.
Precisamente, la crisis generada por la Gran Depresión y el ya mencionado Tratado de Versalles sirvieron a Hitler para hacerse con el poder en Alemania en 1933. En España, tras una segunda experiencia republicana, estalla una Guerra Civil que acabará con Franco en el poder iniciando una dictadura que durará hasta 1975. De hecho, es durante dicho conflicto cuando Picasso pinta elGuernica, que denuncia el bombardeo de la ciudad vasca, y es que la aviación alemana ya se preparaba en España para la Segunda Guerra Mundial.
Estalló en 1939 con la invasión alemana de Polonia. En la misma, los aliados, liderados por la Unión Soviética, Reino Unido y Estados Unidos, derrotaron a Alemania, Italia y Japón. La guerra dejó entre 50 y 70 millones de muertos. En su transcurso, Estados Unidos creó uno de los inventos más importantes de la historia de la humanidad, la bomba atómica, que fue puesta en práctica en las ciudades japonesas de Hiroshima y Nagasaki. Paralelamente al desarrollo de la Segunda Guerra Mundial asistimos al nacimiento de la nueva potencia hegemónica mundial encarnada en Estados Unidos, la cual coge la batuta de un mundo que ya no soltará hasta nuestros días. Tras la guerra el mundo se divide en dos bloques: uno bajo la influencia comunista de la Unión Soviética y otro bajo el paraguas capitalista de Estados Unidos. Da comienzo así la Guerra Fría, en la que el planeta estuvo durante décadas al borde de una guerra nuclear. El fin del conflicto también trae consigo la creación de la ONU, la UNESCO, la Declaración Universal de los Derechos Humanos y el plan Marshall para reconstruir Europa. La Guerra Fría supondrá además la creación de la OTAN para hacer frente a la Unión Soviética.
Mientras que en 1947 la India se independiza de la mano de Gandhi y en 1948 nace el Estado de Israel, en 1949 la China comunista vence a la China nacionalista tras una larga y sangrienta guerra civil. Se funda así la República Popular China, liderada por Mao Zedong, que acabará siendo el mayor genocida de la historia. Por su parte, los perdedores de la guerra civil se refugiaron en la isla de Taiwán, amparados por Estados Unidos, siendo desde entonces, de facto, independientes del poder de Pekín.
La primera gran guerra dentro del marco de la Guerra Fría es la de Corea, que enfrenta a la Corea del Norte comunista con Corea del Sur, de corte capitalista. A pesar de la intensidad del conflicto, este acaba sin un ganador. Una situación parecida ocurrió en Vietnam a partir de 1955. Un conflicto en el que Estados Unidos se acabará involucrando directamente y en el cual el Vietnam del Norte comunista, con el apoyo de China y de la Unión Soviética, vence a Vietnam del Sur. Por su parte, los años 50 también supusieron la independencia de Libia, el nacimiento de la Comunidad Económica Europea que acabará desembocando décadas después en la Unión Europea, la creación de la NASA y la firma del Pacto de Varsovia entre la URSS y varios países aliados, para poder hacer frente a la OTAN.
Por último, un hecho de vital importancia es el triunfo de la Revolución cubana con Fidel Castro al frente y que traerá consigo en 1962 la Crisis de los Misiles, que surge cuando Estados Unidos descubre que la Unión Soviética había instalado misiles nucleares en Cuba. Si bien en el plano internacional Estados Unidos no estuvo fino en los conflictos de la Guerra Fría, de puertas para adentro los norteamericanos vivieron un despegue económico espectacular en el que la industria americana se colocó a la cabeza del mundo sin que nada ni nadie pudiera hacerle sombra.
Los 60 son una década de movilizaciones populares, prueba de ello son la Primavera de Praga, Mayo del 68 en París o las movilizaciones antimilitaristas en Estados Unidos contra la guerra de Vietnam. También es una épocade asesinatos políticos, como los de John F. Kennedy, Malcolm X, Martin Luther King y Robert F. Kennedy. La Guerra Fría también vivió su auge con la creación del Muro de Berlín en 1961 y, además, provocó una carrera armamentística que fue sucedida por una carrera espacial. De esta forma la Unión Soviética fue capaz de enviar a Yuri Gagarin al espacio, siendo el primer hombre en conseguirlo, mientras que Estados Unidos, en 1969, logró poner a Neil Armstrong en la Luna.
Los 70 comenzaron con el estallido de una gran crisis económica conocida como la crisis del petróleo, provocada por una subida enorme de los precios de dicho combustible como respuesta de los países árabes a la guerra del Yom Kipur, en la que Israel volvió a derrotar a sus vecinos. Los 70 también destacan por el auge de grupos terroristas de extrema izquierda, como ETA en España o el IRA en Irlanda del Norte. Y mientras que en Estados Unidos se destapa el escándalo Watergate, en España, Portugal y Grecia vuelve la democracia. En América Latina, Chile lleva a cabo una experiencia marxista de la mano de Salvador Allende que será cortada vía golpe de Estado apoyado por Estados Unidos. El sanguinario Pinochet se hará con los mandos del país.
Los 80 destacarán por un gran desarrollo económicoque llega incluso a la parte más oriental de Asia y que contrasta con las grandes hambrunas que azotan África. Y mientras un golpe de Estado fracasa en España en 1981, en 1982 Argentina y Reino Unido van a la guerra por las islas Malvinas, una guerra que ganan los británicos. En 1985 México fue sacudido por un gran terremoto mientras que Mijaíl Gorbachov se hizo con el control de la URSS, una URSS que, en claro declive, y más tras el desastre nuclear de Chernóbil, ve cómo el Muro de Berlín cae en 1989, convirtiéndose en el gran símbolo del fin de la Guerra Fría.
Tanto en los 70 como en los 80 se produce una gran revolución cultural y surgen leyendas tanto en el mundo del cine como en la música, que desde la aparición de los Beatles en los años 60 había iniciado un desarrollo y una innovación como nunca antes se había visto.
Los 90 comienzan con varios hechos de gran importancia. El mundo no solo se estremecía por la muerte de Freddie Mercury. En 1990 Estados Unidos invadió Irak en la llamada guerra del Golfo. El Irak de Sadam previamente había librado una guerra contra Irán y había invadido Kuwait. En 1991 la URSS colapsa y desaparece, desintegrándose en 15 países. En 1992 los países miembros de la Comunidad Económica Europea firman el Tratado de Maastricht y crean la Unión Europea. En los 90 también se libra la última guerra en Europa, las llamadas guerras yugoslavas, que supondrán la disolución de Yugoslavia en varios estados como Serbia, Croacia o Bosnia. En 1991 el mundo también se sobrecogió con el genocidio de Ruanda llevado a cabo entre dos tribus rivales, los hutus y los tutsis. A golpe de machete un millón de personas fueron asesinadas en apenas dos meses. Se calcula que el 70% de los tutsis fueron asesinados por el Gobierno hutu ruandés. En 1993, el mayor narco conocido hasta entonces, el colombiano Pablo Escobar, era asesinado a la par que los grandes cárteles mexicanos iban creciendo y haciéndose cada vez más y más peligrosos.
Sin embargo, a pesar de los grandes conflictos que hubo durante los 90, la década nos dejaría un avance que cambió todas nuestras vidas, y es que internet se generalizó y llegó a millones de hogares. De hecho, a finales de los 90 se produjo un gran boom tecnológico del que surgieron gigantes que marcarán el siglo XXI. Los cimientos para el futuro acababan de ser colocados.
En nuestro camino hacia 2100 nos vamos a encontrar varios protagonistas de excepción a lo largo y ancho del globo terráqueo. Uno de los más importantes que está llamado a ser un gran transformador social, económico y tecnológico es China. El gigante asiático es un país del que nadie duda que va a convertirse —si es que no lo es ya— en el más poderoso del mundo. Un país que hace poco más de seis décadas sufrió la mayor hambruna de la historia de la humanidad, pero que en los últimos 30 años ha ido desarrollándose a pasos agigantados, llevando a cabo un crecimiento económico sin precedentes. Y es que jamás unterritorio tan grande y con tanta población había crecido tanto en tan poco tiempo. Pero ¿cómo lo hicieron? Todo comienza en 1927.
Sí, 1927, ese es el año en el que la historia de China cambió para siempre. Entonces empezó la guerra civil china que enfrentó a la China comunista contra la China nacionalista. El conflicto duró más de dos décadas porque, entre medias, China sufrió la invasión de sus vecinos japoneses, a los que acabaron derrotando a costa de perder más de 20 millones de ciudadanos chinos. La guerra civil china no terminó hasta 1949, año en el que los comunistas derrotan a los nacionalistas y controlan toda la China continental. Los nacionalistas, partidarios de un sistema capitalista, se tuvieron que conformar con quedarse con Taiwán, un territorio del que hablaremos mucho a lo largo de este libro.
Con la victoria, los comunistas liderados por Mao Zedong fundaron la República Popular de China, heredando un país devastado por la guerra y donde la industrialización no era más que un sueño que nunca se había llegado a cumplir. Las políticas que Mao comenzó a llevar a cabo fueron un tremendo y absoluto fracaso. Tanto es así que, a finales de los 50 y principios de los 60, China sufrió la llamada Gran Hambruna, considerada la más mortal que el ser humano ha conocido y uno de los mayores desastres provocados por el hombre en la historia. Los muertos provocados por este terrible suceso oscilan entre los 15 y los 55 millones de personas. Por si todo esto fuera poco, la tasa de natalidad también cayó drásticamente durante estos años, por lo que el desastre demográfico fue aún más elevado. Al centrarse en apenas tres años, la huella que dejó la Gran Hambruna china en la pirámide de población del país fue mucho mayor que la que dejó la guerra civil, o la invasión japonesa. Una auténtica tragedia.
Sin embargo, tras la muerte de Mao Zedong en 1976, China necesitaba un cambio de rumbo. Y es que mientras que allí la gente se moría de hambre, en Occidente las cosas no podían ir mejor. La economía de Europa y Estados Unidos iba a toda mecha, y China se había quedado muy pero que muy atrás.
El comienzo del gran resurgir del gigante asiático ocurre en 1978, con la llegada al poder de Deng Xiaoping, un poco más abierto de mente que Mao y quien creía que China debía experimentar con eso del capitalismo, siempre desde un férreo control estatal. Con sus apenas 1,52 metros de altura, Deng Xiaoping puso en marcha un importantísimo programa de reformas económicas encargadas de liberalizar la economía e industrializar el país, abandonando muchas de las clásicas doctrinas comunistas que Mao Zedong había puesto en marcha. Los 3 principios innegociables en los que Deng Xiaoping basó sus reformas eran:
1. La progresiva privatización de la economía.
2. El fomento de la competitividad en todos los mercados.
3. La apertura de China a la inversión y a los mercados extranjeros mediante el comercio.
China eligió Shenzhen, un pueblo de pescadores en la frontera con Hong Kong, como su conejillo de indias y permitió allí a empresas nacionales y extranjeras operar en un contexto de libre mercado casi total, en lo que el Gobierno llamó una zona económica especial. Los resultados hablan por sí solos. El pueblo de pescadores de 30.000 habitantes, cuya renta media no superaba el dólar por año en la década de los 70, se ha convertido en una ciudad inmensa y ultramoderna en la que viven actualmente más de 10 millones de personas con una renta media anual de 30.000 dólares. Así que el Gobierno chino pensó, ¿y si replicamos este modelo en ciudades de todo el país? Pues dicho y hecho.
China comenzó a crear zonas económicas especiales por todo su territorio, llegando a popularizar el dicho «un país, dos sistemas». De esta manera, consiguió crear una potente red de fábricas que destacaban por ser capaces de producir a precios ultrabajos. Esto hizo que muchas empresas de todo el mundo comenzaran a producir allí todo tipo de productos, por la simple razón de que era más barato. De esta manera, China se convirtió en una gran potencia exportadora y se la empezó a conocer como la fábrica del mundo. El gigante asiático había despertado y ya nadie lo iba a poder parar.
Los resultados de las políticas de Deng Xiaoping fueron tan espectaculares que 600 millones de ciudadanos chinos salieron de la extrema pobreza. Y es que, desde hace 40 años, la economía china ha crecido de media a un ritmo anual del 9,5%, una auténtica locura si lo comparamos con Estados Unidos o la propia Unión Europea.
Deng Xiaoping dejó de ser el líder supremo de China en 1989. Sin embargo, había dejado como legado a sus sucesores una semilla que había arraigado en sus cabezas. El cambio de mentalidad de los líderes y de la sociedad china ya había sido efectuado y lo único que hacía falta era optimizar el modelo. Y eso fue lo que hicieron los dos líderes supremos que siguieron a Deng Xiaoping: Jiang Zemin y Hu Jintao. Con este último el PIB de China superó al de potencias europeas como Reino Unido, Francia o Italia, y las reservas de divisas extranjeras que poseía el país se convirtieron en las mayores del mundo.
Sin embargo, lo más importante que dejó Hu Jintao fue la idea de una nueva vuelta de tuerca al sistema chino. A medida que China crecía y la renta per cápita aumentaba, las fábricas chinas se iban haciendo menos competitivas. Esto es lógico, ya que el crecimiento de la economía convirtió a millones de chinos en clase media. Por ello, de repente era más barato para una empresa extranjera fabricar en países como Bangladés o la India que en la propia China. Así que el líder Hu Jintao enseguida vio que el progreso del país pasaba por llevar a cabo un desarrollo científico y tecnológico. El encargado de llevar a cabo esta nueva misión no fue él, sino su sucesor, el actual líder supremo de China, Xi Jinping, que llegó al poder en 2012 declarando que sus políticas iban encaminadas en tres direcciones: fortalecer la nación, elevar el nivel de vida de la población y acabar con la corrupción.
Acabar con la corrupción a gran escala fue importantísimo, pues esta amenazaba con sacudir los cimientos de la nueva China. Con Xi Jinping en el poder se llegó a procesar a más de doscientos mil cargos públicos, lo que ha convertido en muy popular su figura, ganándose la confianza de las clases bajas y medias de la China rural menos desarrollada. Con Xi Jinping, China ha continuado creciendo a un ritmo vertiginoso, algo increíble dado el tamaño tan considerable que tiene ya su economía. Sin embargo, el actual líder chino está cambiando la estructura de la economía del país basando su crecimiento en dos pilares fundamentales.
El primer pilar es el propio mercado chino, que, empoderado y con una capacidad adquisitiva mucho mayor que la que tenía antaño, resulta ser una oportunidad de oro para las empresas del gigante asiático. De una industria focalizada en la exportación de productos manufacturados de bajo coste y calidad dudosa a la producción de bienes de alto valor añadido. Y es que la industria china es hoy en día puntera en diversos sectores tecnológicos e industrias estratégicas. Hablamos de industrias tan importantes como la tecnológica, la robótica, la farmacéutica o incluso la mismísima industria de defensa. El segundo pilar son sus redes comerciales. En 2016 el expresidente de Estados Unidos, Donald Trump, cargó contra las prácticas comerciales de China y anunció que su país impondría nuevos aranceles a algunos productos chinos, desatando una guerra comercial entre ambas naciones. Esto hizo que China acelerase una estrategia que llevaba implantando desde el ascenso al poder de Xi Jinping: el desarrollo y expansión de sus redes comerciales. El gigante asiático lleva muchos años invirtiendo en infraestructuras estratégicas de muchos países en Europa, Latinoamérica, Asia y, sobre todo, en África. Hablamos de una inmensa red de oleoductos, gasoductos, líneas de ferrocarril y puertos marítimos con el fin de desarrollar sus rutas comerciales y no tener tanta dependencia del comercio con su enemigo por el trono mundial, Estados Unidos. Para tan magno proyecto China va a destinar entre 4 y 8 billones de dólares. Hablamos de billones europeos, es decir, lo que en Estados Unidos llamarían trillions. Esto ha provocado que hoy en día muchas de las mayores constructoras del mundo sean chinas. Todas estas inversiones se enmarcan dentro de la Nueva Ruta de la Seda y la iniciativa One Belt, One Road.
Es probable que aún no hayas oído hablar de la Nueva Ruta de la Seda y la iniciativa One Belt, One Road; sin embargo, son dos proyectos que van a dar forma al mundo en las próximas dos décadas.
Lo primero es definirlas. La Nueva Ruta de la Seda no es más que el proyecto de una gran ruta de transporte ferroviario que atraviesa gran parte de Europa y Asia y que conecta la ciudad china de Chongqing con Alemania en apenas 16 días. Un tiempo récord si lo comparamos con los 36 días que de media tarda un barco en llegar desde Shanghái hasta Alemania. La Nueva Ruta de la Seda china se va a complementar con la construcción de una gran red de carreteras que conectará las principales ciudades intermedias por las que pasa este ferrocarril. De esta manera, China no solo consigue una ruta más rápida hacia Europa, sino que además consigue dar salida de forma mucho más eficiente a toda la producción de sus fábricas del oeste del país. Y es que estas fábricas cada vez son más numerosas, puesto que al situarse en las regiones occidentales, que aún son más pobres que las regiones de la China oriental más desarrollada, su producción resulta ser más barata y por tanto más interesante para todos los clientes internacionales del gigante asiático.
Sin embargo, esta Nueva Ruta de la Seda se le acabó quedando pequeña a China, y ya con Xi Jinping en el poder, decidieron darle una vuelta al proyecto y combinarla con otro elemento más, el llamado Collar de Perlas, que no es otra cosa que una serie de instalaciones militares y comerciales diseminadas a lo largo de toda la costa del océano Índico cuyo objetivo es asegurar que China nunca pierda la capacidad de operar dichas rutas comerciales que conectan al gigante asiático con África y Europa por mar. Entre estas instalaciones se cuentan el puerto de Hambantota en Sri Lanka, el puerto de Chittagong en Bangladés o el de Kyaukpyu en Birmania.
Si combinamos la Nueva Ruta de la Seda y el Collar de Perlas, ahora sí que sí tenemos la gran joya de la corona, la iniciativa One Belt, One Road, también conocida como la iniciativa de la Franja y la Ruta por los más puristas del español. El objetivo de China es que este macroproyecto se finalice en 2049, momento en el que la República Popular de China cumpla 100 años, y se estima que en 2040 la iniciativa impulse el PIB mundial en 7,1 billones, es decir, en cerca de 6 veces el PIB de España, una auténtica locura. De momento, podemos decir que hasta 2020 China lleva invertidos 124.000 millones de dólares en infraestructuras de este tipo. Para China este proyecto es fundamental porque no solo aseguraría el suministro de energía al país, sino que también acabaría de una vez por todas con los cuellos de botella que ahora mismo hay en el comercio internacional entre China y Europa. Algo que en los últimos años, especialmente desde el Covid, ha multiplicado el precio del transporte de mercancías.
El proyecto de la iniciativa One Belt, One Road no lo tenemos que ver como dos rutas comerciales fijas y rígidas, sino como un árbol que tiene dos troncos centrales, pero que luego cuenta con múltiples ramas, de las que a su vez salen otras ramas. Por ejemplo, es cierto que la ruta terrestre principal tiene como final Alemania, pero también lo es que ya se ha establecido una línea que abarca desde la ciudad china de Yiwu hasta Madrid, conectando ambas ciudades en apenas 16 días. Esta ruta se ha convertido en la infraestructura terrestre más larga del planeta, por encima incluso del famoso transiberiano. No es una ruta extraña, ya que en Madrid se encuentra el polígono de Cobo Calleja, donde destacan los negocios de importación mayorista de productos fabricados en China, considerado el mayor recinto empresarial chino en Europa.
También han creado un gran hub comercial en la ciudad de Khorgos, en la frontera entra la propia China y Kazajistán, convirtiendo la ciudad en una zona económica especial. Este cambio, que incluye un gran puerto seco en la zona, se complementa con la construcción de vías de alta velocidad en Kazajistán. Pero aún hay más. Para conectar esa zona de la China más occidental con el Índico y de paso rodear y aislar a la