A flor de piel - Jordi Montero - E-Book

A flor de piel E-Book

Jordi Montero

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Beschreibung

La importancia del contacto piel con piel, del contacto físico como expresión de emociones y de cómo su base es primordialmente biológica son los temas centrales de este libro. No hacemos más que comportarnos como los animales que somos, expresando nuestros principios más elementales, que tienen una visión física, química en el cerebro, de redes neuronales que ya vamos conociendo bien. Porque si no nos podemos tocar, ¿para qué un cuerpo? ¿Para qué, si nadie te toca, nadie te huele, nadie está tan cerca como para escuchar el latido de tu corazón o ver los cambios de tu piel cuando te da la brisa? ¿Qué más da comer o no comer cuando hacerlo ya no es compartir ni rituales ni placeres ni animadas conversaciones alrededor de una mesa? Desde una perspectiva neurocientífica, el presente ensayo trata sobre la importancia primordial del contacto piel con piel, su papel en la expresión de las emociones y de la relación interpersonal. El autor realza la importancia de la neurobiología para entendernos como especie.

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A flor de piel

Una interpretación de las caricias y las emociones desde la neurología

Dr. Jordi Montero

Primera edición en esta colección: abril de 2022

© Jordi Montero Homs, 2022

© de la presente edición: Plataforma Editorial, 2022

Plataforma Editorial

c/ Muntaner, 269, entlo. 1ª – 08021 Barcelona

Tel.: (+34) 93 494 79 99

www.plataformaeditorial.com

[email protected]

ISBN: 978-84-18927-71-3

Diseño de cubierta y fotocomposición: Grafime Digital S. L.

Reservados todos los derechos. Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del copyright, bajo las sanciones establecidas en las leyes, la reproducción total o parcial de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo públicos. Si necesita fotocopiar o reproducir algún fragmento de esta obra, diríjase al editor o a CEDRO (www.cedro.org).

Índice

IntroducciónEl tacto1. La cultura de la caricia: el groomingEl grooming y el harén2. Emociones y sentimientos«¡Socorro! ¡Un oso en mi jardín!»«Los niños no lloran»Cogito ergo sum?«¡Yo como lentejas porque quiero!»La oxitocina: «confío» en mis amigos3. Las sensaciones en nuestro cerebro¿Tú eres de verdad o no?Los receptores y la pielSomos ranas venidas a másImaginamos la realidadLas caricias de los humanosTocar es creer¡Acaríciame con todo tu cuerpo!4. SonrisaEl besoEl toque sexualLas cosquillas5. Consciencia, emociones y tactoLa evolución: con una mesa rota hace un paraguas¿Qué es lo que Ud. desea? Sobrevivir y reproducirme…Las emociones evolucionan con la culturaEl lenguaje: sonidos, gestos, actitudes y miradasConsciencia: una palabra que señala un universo de ideasDe lo simple a lo complejo«Pensar» y «hacer»: complejo, automático, fácil¿Y qué pasa con el inconsciente?La previsión: «este tipo me va a pisar…»; «esta tarde lloverá…»; «esta comida me va a sentar mal…»ConclusiónBibliografía

Para Esther, Annie, Laura y Oriol, mis mejores caricias

Introducción

La pareja de ancianos que entró lentamente en mi consulta de Neurología en la clínica donde trabajo me conmovió de inmediato. Sin duda, era su actitud. Sus gestos y la forma de comportarse demostraban cariño mutuo.

El señor Arsenio, un hombre gastado, de baja estatura, arrugado, caminaba auxiliado por su bastón blanco. La diabetes le había causado un grave deterioro en la visión y ahora me lo remitían para estudiar la neuropatía, una alteración de sus nervios en las extremidades, causada también por esta enfermedad. Su esposa lo guiaba hacia su silla con una actitud vigilante, de respeto y de cercanía. Sus manos acariciaban aquellos antebrazos mal controlados mientras lo ayudaba a sentarse. El señor Arsenio respondía a su esposa, la señora Caridad, con una sonrisa cálida mientras la veía, no con sus ojos, sino con su presencia.

Observé caricias físicas, piel con piel, en todo momento. Manos enlazadas, roce de mejillas, la forma de ayudar de la esposa a su marido para aligerarse de ropa para el examen médico… La sonrisa y las palabras del anciano a su esposa eran también caricias. Me comentaron que se acompañaban desde hacía más de cincuenta años y que tenían tres hijos y un montón de nietos. Una vida de trabajo desde que emigraron a Cataluña procedentes de Murcia, en los duros años que siguieron a la posguerra. Era evidente que estas dos personas se seguían queriendo.

Un reciente estudio realizado por psicólogos norteamericanos con métodos sofisticados de imagen cerebral postula que tan solo el 10 % de las parejas ancianas de sociedades avanzadas sigue presentando actividad intensa en las redes llamadas «mesolímbicas» que se activan ante el deseo y la atracción. Aquí tenía un ejemplo de este modelo de «viejos amantes» que todos admiramos…

Me resultó agradable examinar a este paciente. El afecto que transmitían ayudaba a hacer mejor las cosas. Lo examiné con la misma actitud cariñosa que ellos mantenían. Era contagiosa. Pude determinar que la neuropatía diabética que presentaba era intensa, le causaba molestias y, por desgracia, iría a más en los próximos meses. Ambos escucharon con atención mi punto de vista y la orientación para su mejor tratamiento. La señora Caridad se esforzaba por entender a la vez que se aseguraba de que a su esposo no se le escaparan detalles. Otra caricia…

El señor Arsenio me preguntó al marcharse cuál iba a ser el futuro de su enfermedad y de su vida. No pude impedirme a mí mismo ser claro en el pronóstico: la enfermedad seguiría su curso, progresaría lentamente a pesar del tratamiento y causaría molestias; pero le dije que estaba convencido de que, por lo que había visto, podría ser un hombre feliz mientras vivieran.

Voy a tratar en este libro la importancia del contacto piel con piel, del contacto físico como expresión de emociones y de cómo su base es primordialmente biológica. No hacemos más que comportarnos como los animales que somos, expresando nuestros principios más elementales, que tienen una visión física, química en el cerebro, de redes neuronales que ya vamos conociendo bien.

Porque si no nos podemos tocar, ¿para qué un cuerpo? ¿Para qué, si nadie te toca, nadie te huele, nadie está tan cerca como para escuchar el latido de tu corazón o ver los cambios de tu piel cuando te da la brisa? ¿Qué más da comer o no comer cuando hacerlo ya no es compartir ni rituales ni placeres ni animadas conversaciones alrededor de una mesa?

Mi profesión es neurólogo y observo con extraordinario interés cómo el estudio de las funciones emocionales y cognitivas está revolucionando en el siglo XXI la cultura y abanderando un cambio de era. A los que nos dedicamos a este oficio nos asombra esta profunda transformación. Somos afortunados al poder conocer la importancia esencial de las emociones en la vida animal y su influencia en la cultura del Homo sapiens. En la actualidad son principalmente los ingenieros, los matemáticos, los biólogos y los neurocientíficos quienes mejor desarrollan estos conocimientos. Siguen siendo los poetas y los artistas quienes son más capaces de explicar las emociones y, por ello, intentaré incluirlos también en el texto de este libro.

A la luz de la evolución, el conocimiento de la conciencia, del inconsciente y del funcionamiento cerebral son sorprendentes y aún no han llegado al gran público. Son conceptos muy encajados en el terreno de lo científico y es muy difícil ponerlos al alcance de todo el mundo. Saber cómo funciona nuestro sistema nervioso está cambiando las bases de nuestra cultura. Por eso, hoy en día no se puede ser filósofo sin saber neurociencia. Es recomendable en este sentido conocer, por ejemplo, las ideas de un gran neurólogo como Antonio Damasio en Sentido y saber, de una filósofa como Patricia Churchland en El cerebro moral o de un físico como Jeff Hawkins en Sobre la inteligencia. Se trata de liberar a la vida humana del esoterismo y la religiosidad que tanto han perjudicado a unos y de los que tanto se han aprovechado otros. En eso consisten, creo, los cambios de la filosofía por la vía de la neurología. Hasta ahora nos habían despistado las religiones. Pero ha llegado el momento de entender fenómenos como las emociones y la idea de consciencia en su base física, antropológica y evolutiva. Es necesario explicar estos conceptos desde el punto de vista científico. Sin duda, los grandes avances de los últimos años nos permiten profundizar en el conocimiento de las bases de la biología y del curso de la vida en nuestro planeta.

El tacto

El tacto tiene una gran importancia en los mamíferos, no solo para la entrada de información de los fenómenos físicos del ambiente, sino también para la relación social entre individuos. Es evidente que en el humano esa relación se vehiculiza de forma predominante a partir de sentidos como la visión, la audición y también el olor, ese fenómeno tan antiguo y básico en muchos mamíferos que es importante, aunque quizás en un nivel más inconsciente; no es casualidad que los comerciantes de grandes superficies instalen la perfumería en la entrada para atraer a los clientes hacia el interior.

El tacto afecta a todo el organismo, así como a la cultura en medio de la cual este vive y a los individuos con los que se pone en «contacto». Ningún otro sentido puede excitarnos como el tacto. No es solo básico para nuestra especie, sino la clave de esta.

La máxima expresión de este sentido se manifiesta en el cuidado de la cría por parte de la madre desde el momento mismo del nacimiento. El tacto constante sobre el recién nacido forma parte de la esencia de la vida. La lactancia materna no tiene solamente un objetivo alimenticio, sino también una persistente relación física piel con piel. Sabemos ahora, por ejemplo, que la colocación del recién nacido apretado contra el tórax de la madre puede sustituir a la incubadora en casos de necesidad en países con pocos recursos sanitarios. En realidad, esta técnica está siendo habitualmente adoptada en nuestro desarrollado medio como forma de mejorar el cuidado del recién nacido.

Después, a lo largo de la relación social adulta, permanece el contacto físico de la piel de forma constante: saludarse con apretón de manos, abrazos, palmadas en el hombro, darse la mano al caminar, andar con el brazo sobre el hombro, besos, achuchones… Se puede pensar que las sensaciones que causan los contactos piel con piel en los animales se producen por excitación de los receptores táctiles mecánicos a los que me referiré más tarde. Pero el contacto físico verdaderamente afectivo no se hace de cualquier forma en los humanos.

Necesitamos acariciarnos. Nos encanta acariciarnos. Aunque, ya lo veremos, la caricia se produce también con otros sentidos y a menudo con la combinación de ellos.

La caricia es un lenguajesi tus caricias me hablanno quisiera que se callen(…).Es claro que lo mejorno es la caricia en sí mismasino su continuación.

MARIO BENEDETTI, Informe sobre caricias

Solo después de haber sufrido un periodo de COVID-19 de más de dos años, pudimos darnos cuenta de la importancia, frecuencia e intensidad de esas relaciones piel con piel en la sociedad humana. Perdimos en gran parte el contacto físico, y eso para los latinos es aún más significativo, porque somos «tocones»: besos, abrazos, apretones de manos, caricias afectuosas y enérgicas con la mano en la nuca del otro.

Adolfo Suárez, que fue el primer presidente democrático de un gobierno español tras la dictadura de Franco, causaba asombro en la diplomacia internacional porque en las reuniones de mandatarios no tenía reparos en recurrir al abrazo de bienvenida y de despedida, y a eso sus interlocutores no estaban acostumbrados. Les parecía algo un poco plebeyo a la vez que exótico, campechano y pintoresco. Cosas de los meridionales. Olvidaban los nórdicos que las palmadas y los apretones de mano han servido a lo largo de la historia para poner de manifiesto que no se estaba empuñando un arma, y que el encuentro era pacífico; que abrazarse significa cordialidad; que evitar el contacto es anómalo.

Kant decía que la mano es la parte invisible del cerebro. Las manos son mensajeras de emoción. Observamos poco nuestras manos y las de los demás, y en ellas está nuestra expresión consciente e inconsciente. Raimon, el cantautor valenciano, lo ha sabido decir poéticamente:

De l’home miresempre les mans.

Mans de xiquet, ben netes,mans de xiquet que es faran grans.Mans que en la nit busquenallò que no troben mai.

Mans dels que maten, brutes;mans fines que manen matar.

Mans tremoloses, eixutes,mans tremoloses,mans dels amants.

De l’home miresempre les mans

RAIMON,Cançó de las mans

1.La cultura de la caricia: el grooming

«Nada en Biología tiene sentido si no es a la luz de la evolución».

THEODOSIUS DOBZHANSKY 1972

Chimpancés y numerosos primates realizan de forma constante una bien conocida actividad entre ellos que consiste en limpiarse mutuamente la piel para extraerse parásitos, partículas de polvo o suciedad, secreciones… Esta práctica cumple una función higiénica, pero sobre todo intensifica la relación entre estos animales. Biológicamente, se conoce esta actividad con el término inglés de grooming, que en realidad corresponde a un concepto algo más extenso. En los humanos se refiere también a la «autolimpieza y el cuidado de la piel».

En realidad, el grooming se observa en la mayor parte de mamíferos, incluyendo roedores. La rata madre realiza esta actividad con la recién nacida de forma persistente en las primeras horas de vida, lo que parece que es esencial para su supervivencia. Entre los primates, el grooming adquiere una clara demostración de contacto táctil intenso toda su vida. Cuando ha sido estudiado con precisión, se ha podido observar que el tiempo que dedican la mayor parte de primates (homínidos como los chimpancés, bonobos o gorilas…, y también otros primates más primitivos como geladas y otros con cola) es muy superior en general al necesario para las funciones puramente higiénicas: empieza como necesidad de higiene y acaba como búsqueda de placer.

Todos nosotros hemos observado en el zoológico a estos animales, intensa y fijamente dedicados a explorar y limpiar la piel de uno de sus hijos o compañeros de jaula con un extraordinario interés y cuidado, en tanto que el receptor del grooming se muestra paciente, relajado y con evidente complacencia. El homínido que rechaza el contacto físico es que sufre algún tipo de perturbación. La piel del humano y del mamífero, en general, es un órgano social extremadamente complejo que sirve tanto para protegernos del mundo exterior como para conectar con él.

Ninguna otra parte de nosotros está en contacto con algo ajeno a nuestro cuerpo. La información que le llega al animal a través de su piel, la que nos llega a nosotros, solo puede ser medianamente entendida en su inmensidad cuando dedicamos nuestra atención a observar y detectar lo que hacemos habitualmente.

Figura 1. Grooming entre bonobos.

El grooming y el harén

Los primates, chimpancés, gorilas y orangutanes libres en su medio suelen convivir en grupos de entre cien y trescientos miembros. Parece que esta cifra no es azarosa. Corresponde a los números que baraja una comunidad humana para hacer posible que todos sus integrantes tengan un cierto conocimiento social en profundidad unos de otros. Cuando en una empresa, por ejemplo, la cantidad de empleados sobrepasa esas cifras, se hace imprescindible crear un departamento de personal, que se ocupe de problemas que de otro modo podrían ser fácilmente controlados por el gerente o por el propio director.

Estos primates, en general, se agrupan en unidades familiares que constituyen un harén, con un macho reproductor que es el líder y reúne a cuatro o cinco hembras y sus respectivos hijos. Se añaden otras hembras (hijas, tías, primas, hermanas…) y los machos muy jóvenes, todos ellos protegidos por el macho reproductor. Los machos jóvenes, al crecer, abandonan el harén y se unen a los grupos de solteros que intentan medrar como buenamente pueden.

Pero la actividad habitual en el harén durante la convivencia es el grooming. Todos y todas con todos y todas. Mucho más con los que se tiene mayor confianza y aprecio por su proximidad familiar o por circunstancias que tienen lugar en el harén. Existen además gradaciones de autoridad, por la edad, fuerza o ayudas. En realidad, si se estudian tiempos de grooming, se observa que el de mayor poder o relevancia recibe más grooming del que ofrece a otros. Esta actividad origina una relación afectiva, social, de poder y de protección entre los miembros. El macho reproductor, siempre vigilante de posibles contactos sexuales de una de sus hembras con otros machos próximos, gruñe y amenaza a la hembra que lo intenta. Pero después, el hecho suele causar una rueda de groomings solidarios de las otras hembras con la amenazada.

Por otra parte, el macho joven, soltero e inteligente, intenta crear una buena relación mediante grooming con otros machos que pueden ayudarlo en peleas o en sus propósitos, especialmente si el otro macho es candidato para destronar al reproductor. Cuando se produce esta situación, en la que un macho reproductor es destronado en intensa lucha por otro más fuerte, el vencedor muestra orgulloso sus extremidades inferiores abiertas para que el destronado toque ligeramente y con respeto su pene con las manos y después se centren en un largo contacto de grooming mutuo donde sellar el pacto.