Alejandra. Historias de una nieta para contar - Heriberto Feraudy Espino - E-Book

Alejandra. Historias de una nieta para contar E-Book

Heriberto Feraudy Espino

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Beschreibung

Esta obra abarca historias cargadas por la emotividad de un abuelo que narra las ocurrencias y travesuras de una nieta, durante sus primeros dos años de vida. Momentos reveladores son las cartas de Bonn, Alemania, cargadas de amor y enseñanzas; y cuentos para entretenerse y aprender.

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Seitenzahl: 86

Veröffentlichungsjahr: 2024

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Edición y correción: Lic. María Luisa Acosta Hernández

Diseño y emplane digital: Jadier I. Martínez Rodríguez

Coordinadora editorial: Saray Álvarez Hidalgo

© Heriberto Feraudy Espino, 2024

© Sobre la presente edición:

RUTH Casa Editorial, 2024

Todos los derechos reservados

ISBN: 9789962740810

Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio, sin la autorización de Ruth Casa Editorial. Todos los derechos de autor reservados en todos los idiomas. Derechos reservados conforme a la ley.

RUTH Casa Editorial

www.ruthtienda.com

www.ruthcasaeditorial.com

[email protected]

Sinopsis

Esta obra abarca historias cargadas por la emotividad de un abuelo que narra las ocurrencias y travesuras de una nieta, durante sus primeros dos años de vida. Momentos reveladores son las cartas de Bonn, Alemania, cargadas de amor y enseñanzas; y cuentos para entretenerse y aprender.

Datos del autor

Heriberto Feraudy Espino. Escritor, investigador y africanista. Graduado en Administración Pública y Licenciatura en Ciencias Políticas (Universidad de La Habana). Se ha dedicado durante más de cuarenta años a los estudios de la africanía.

Ha realizado varias tutorías y cursos de postgrado e impartido cursos, seminarios y conferencias en Cuba, África, Washington, New York, México, República Dominicana, Ecuador, Venezuela y Brasil; y ha publicado en varias revistas y boletines nacionales e internacionales.

Fue director de África y Medio Oriente en el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos; vicedirector de África Subsahariana en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba; embajador de la República de Cuba en la República de Zambia, República de Botsuana, República Federal de Nigeria, República Popular de Mozambique y en el Reino de Lesoto. También se ha desempeñado como Consultor de la Convención de Naciones Unidas para la lucha contra la Desertificación y la Sequía.

Entre sus obras publicadas se encuentran: Yoruba. Un acercamiento a nuestras raíces (ensayo; Editora Política, La Habana, 1993), Macuá (ensayo; Editora Manatí, Santo Domingo, República Dominicana, 2002), Irna (testimonio; Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2008), Fabulosas Fábulas (libro de cuento infantil; Editora Selector, México, 1998), Fábulas del Señor Tortuga (libro de cuento infantil; Editora Selector, México, 2000). De la Africanía en Cuba. El Ifaísmo (ensayo; Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2005), La Venus Lukumí (relato; Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2010), Sencillamente Nisia (testimonio; Ediciones Extramuros, La Habana, 2009), Yo vi la música. Harold Gramatges (Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2009), África en la memoria (Editorial de Ciencias Sociales, 2012), ¿Racismo en Cuba? (Editorial de Ciencias Sociales, La Habana 2015), José Antonio Aponte. El precursor (dossier; RUTH Casa editorial, 2022). Sus libros han sido publicados en Cuba, México, República Dominicana, Venezuela.

En la República de Nigeria, fue condecorado con el título honorífico Chief Osi Olokun Ijio of Ife, 1988. En La Habana, recibió el Premio Makandal, otorgado por el Proyecto Teatral Cimarrón, 2010. Obtuvo el Premio Biografía y Memorias, 2009, que concede la Editorial Nuevo Milenio y su sello Ciencias Sociales del Instituto Cubano del Libro, por su obra Yo vi la música. Harold Gramatges.

Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba (UNEAC), la Unión de Historiadores de Cuba, la Asociación Cubana de las Naciones Unidas, y la Cátedra de Estudios del Caribe. Asesor del Consejo Científico de la Casa de África en Cuba, vicepresidente de la Asociación de Amistad Cubano- Africana y presidente fundador de la Comisión Nacional José Antonio Aponte.

Índice

Sinopsis

Datos del autor

A manera de prólogo

Alejandra

Segundo año de vida

Tercer año de vida

Cartas desde Bonn

Bonn, Alemania. Lunes 30 de julio de 2001

Bonn, Alemania. Sábado 4 de agosto de 2001

Bonn, Alemania. Domingo 5 de agosto de 2001

Bonn, Alemania. Sábado 11 de agosto de 2001

Bonn, Alemania. Domingo 12 de agosto de 2001

Bonn, Alemania. Miércoles 15 de agosto de 2001

Bonn, Alemania. Martes 21 de agosto de 2001

Bonn, Alemania. 23 de septiembre de 2001

Entrevista

Cuentos y fábulas para Alejandra

La reunión de los pajaritos

La comparsa de los perros

El almiquí y el gran perezoso

En la unión está la fuerza

Santoamor

Cuando Chula me dejó de hablar

El huérfano y la tortuga

El mono que se salvó

La conversación de las frutas

Cacarapinta

Carta de amor a mi nieta alejandra, 30 de febrero de 2004

Poema de despedida

Alejandra en imágenes

A manera de prólogo

Una buena parte de nuestras vidas, fundamentalmente cuando desempeñamos el papel de padres, la dedicamos a encontrar soluciones para los problemas vitales que cotidianamente nos acechan: alimento, vivienda, vestimenta, transporte, salud, educación y otros imponderables, pero menos acuciantes.

Todo cuánto podemos hacer para satisfacer los aspectos materiales y espirituales, consumen el tiempo y el espacio vitales, de tal manera que en muchas ocasiones nos faltan esos tan necesarios instantes para contemplar el Sol o la Luna y recrearnos con su presencia, o para dedicar unos minutos a compartir los juegos con nuestros hijos, aunque en el fiel de la balanza de las responsabilidades se encuentre siempre la familia, esa célula de la sociedad que inspira amor, cariño, respeto, comprensión... y preocupaciones de toda índole.

Así, entre triunfos y fracasos, altas y bajas, transcurren años durante los cuales crece la familia, y en cada una de sus ramas nacen nuevos frutos que llevan en sí, de manera ineludible, las tradiciones filiales, los sentimientos transmitidos de padres a hijos, de abuelos a nietos, hasta alcanzar la más grande felicidad real para el hombre: ver sus mayores anhelos reflejados en la estirpe que se ha sabido crear.

Nuestro primer hijo resulta un acontecimiento excepcional: es la primera semilla que se logra cultivar, es el precursor de nuevas experiencias en lo formal de la vida; es el heredero de nuestros genes, nuestras virtudes y nuestros defectos. Es la primera esperanza de perpetuar lo mejor del sentimiento humano.

Las experiencias (buenas o malas) que vamos adquiriendo nos conducen a una nueva dimensión. Comienza a crecer en nosotros un nuevo sentido de la vida, cuando meditamos acerca de cómo serán los próximos componentes de ese árbol genealógico, del cual somos solo una pequeña parte. Nos asalta la duda de cómo serán nuestros nietos, cuáles serán sus aptitudes, sus gestos, sus virtudes, sus defectos; si serán más o menos hermosos, inteligentes, perspicaces; si los amaremos como a nuestros hijos.

La sabia vida se encargará de mostrarnos que, cuando arribamos a ese estadio en el que logramos convivir con las nuevas generaciones de la primera familia que creamos un día, hemos alcanzado lo más sublime de la belleza humana: los nietos. Ellos son el gran trofeo que otorga la vida a quienes han sabido sembrar amor, cariño y afecto para cosechar frutos perdurables e inolvidables; sus primeras palabras son mensajes de esperanza, sus primeras frases llegan al corazón con una gran carga emotiva, tan sincera, que es capaz de hacernos creer que ese pequeño ser de quien no esperamos nada más que una sonrisa especial, es único, es excepcional, sagaz, creador, simpático y mucho más perspicaz de lo que pudiéramos creer.

Con eso aprendemos que las penas, sinsabores, alegrías y vicisitudes que se han interpuesto en el curso de nuestros años de vida, se ven ampliamente compensadas con la presencia del pequeño príncipe o la pequeña princesa.

Se nos acusa muy a menudo de ser demasiado “flojos”, de consentir y ser poco exigentes con ellos; de contradecir a los padres en su papel de principales responsables de la formación de los pequeños. Pero gracias al amigo “tiempo” muchas de esas opiniones cambian el rumbo, cuando los padres llegan a alcanzar la etapa de los abuelos.

Las edades de la niñez y el adulto mayor son antípodas: en la primera, los juegos y la inocencia son factores influyentes en la conducta; en la segunda, después de conocer muchas de las sorpresas, negativas o positivas que se reciben con los años, también se reciben otras influencias; se sueña y se alcanza un nivel de entrega emocional y sentimental hacia los nietos, de tal magnitud, que permite penetrar en su mundo y obtener mensajes de afecto impredecibles de ellos.

A los nietos les entregamos mucho sin exigirles nada a cambio; nos preocupamos por su superación intelectual, porque sabemos que es necesaria para su progreso. Les damos el cariño y la atención que, por desconocimiento o inexperiencia no le entregamos a nuestros hijos; pero como la naturaleza es sabia, creó esa fase de la vida, la de los abuelos, que son más felices cuánto más afecto entregan a los más pequeños, a los más jóvenes del hogar.

Los celos creados hacia los abuelos son muy normales, porque cuando éramos padres carecíamos de gran parte de la sapiencia que entregan los años y tampoco entendíamos muchas de las conductas de los que entonces eran abuelos de nuestros hijos. También hacíamos críticas no siempre favorables, sin pensar que seríamos adultos mayores y también abuelos.

La presencia de niños y adolescentes en el rol de nietos sustituye muchas veces las vitaminas y los minerales que tanto recomiendan geriatras y gerontólogos; es tan reconfortante como la más preciada proteína y eficaz la mayoría de las veces, que puede sustituir la vacuna más efectiva o el manjar más exquisito.

Estas sencillas palabras no son un pequeño homenaje a los abuelos; están también dedicadas a quienes aún no han llegado a este importante período de la existencia humana, como un mensaje que la sabiduría de los años les dedica, con el mayor afecto y la más grande comprensión.

Para los nietos, cuando aprendan los secretos de la lectura, guardamos esta señal de alerta escrita para que aprendan a obviar aquellas contradicciones generacionales que, como nube oscura, puedan crear manchas en el Sol de sus relaciones con los abuelos.

Si acaso la lectura de estas líneas provoca alguna lágrima, déjenla correr, que ella será otra muestra de la carga afectiva que los abuelos somos capaces de llevar en nuestros corazones.

Abuelo feliz