Para no olvidar - Heriberto Feraudy Espino - E-Book

Para no olvidar E-Book

Heriberto Feraudy Espino

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En este nuevo libro de Feraudy, se refleja su convicción sobre el papel de ciertos seres humanos simbólicos, por razones disímiles. Estas evocaciones que nos entrega, cada una vestida con una singular talla invisible, hecha a la medida de los atractivos ropajes que selecciona su sensible y tesonera memoria. El lector disfrutará de una colorida exhibición de auténticos valores patrios. Este libro, como las Vidas Paralelas de Plutarco, escrita hace casi dos milenios, presenta caracteres de elevada moral, que influirán seguro sobre las nuevas generaciones.

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Seitenzahl: 214

Veröffentlichungsjahr: 2023

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Página legal

Quedan rigurosamente prohibidas, sin la autorización escrita de los titulares del Copyright, bajo la sanción establecida en las leyes, la reproducción parcial o total de esta obra por cualquier medio o procedimiento, comprendidos la reprografía y el tratamiento informático, y la distribución de ejemplares de ella mediante alquiler o préstamo público. Si precisa obtener licencia de reproducción para algún fragmento en formato digital diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos, www. cedro. org) o entre la web www. conlicencia. com EDHASA C/ Diputació, 262,2º 1ª, 08007 Barcelona. Tel. 93 494 97 20 España.

Edición y maquetación: Luis Amaury Rodríguez Ramírez

Corrección, diseño y conversión a e-book: Jadier I. Martínez Rodríguez

 

 

© Heriberto Feraudy Espino, 2023

© Sobre la presente edición:

Ruth Casa Editorial, 2023

 

Todos los derechos reservados

ISBN: 978—9962—740—29-2

 

Prohibida la reproducción total o parcial, por cualquier medio, sin la autorización de Ruth Casa Editorial. Todos los derechos de autor reservados en todos los idiomas. Derechos reservados conforme a la ley.

 

Ruth Casa Editorial Calle 38 y Ave. Cuba,

Edif. Los Cristales, Oficina no. 6

Apdo. 2235, Zona 9A, Panamá

 

www. ruthtienda. com

www. ruthcasaeditorial. com

ruthtienda21@gmail. com

 

SINOPSIS

En este nuevo libro de Feraudy, se refleja su convicción sobre el papel de ciertos seres humanos simbólicos, por razones disímiles. Estas evocaciones que nos entrega, cada una vestida con una singular talla invisible, hecha a la medida de los atractivos ropajes que selecciona su sensible y tesonera memoria. El lector disfrutará de una colorida exhibición de auténticos valores patrios. Este libro, como las Vidas Paralelas de Plutarco, escrita hace casi dos milenios, presenta caracteres de elevada moral, que influirán seguro sobre las nuevas generaciones.

 

 

SOBRE EL AUTOR

Heriberto Feraudy Espino. Escritor, investigador y africanista. Graduado en Administración Pública y en Licenciatura en Ciencias Políticas (Universidad de La Habana). Se ha dedicado durante más de cuarenta años a los estudios acerca de la africanía. Ha realizado varias tutorías y cursos de postgrado e impartido cursos, seminarios y conferencias en Cuba, África, Washington, New York, México, República Dominicana, Ecuador, Venezuela y Brasil y ha publicado en varias revistas y boletines nacionales e internacionales. Ha sido Director de África y Medio Oriente en el Instituto Cubano de Amistad con los Pueblos; Vice director de África Subsahariana en el Ministerio de Relaciones Exteriores de Cuba; Embajador de la República de Cuba en la República de Zambia; República de Botswana; República Federal de Nigeria; República Popular de Mozambique y en el Reino de Lesotho. También se ha desempeñado como Consultor de la Convención de Naciones Unidas para la lucha contra la Desertificación y la Sequía. Entre sus obras publicadas se encuentran: Yoruba. Un acercamiento a nuestras raíces(ensayo), Editora Política, La Habana, 1993;Macua(ensayo), Editora Manatí, Santo Domingo, República Dominicana, 2002;Irna(testimonio), Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2008;Fabulosas Fábulas (libro de cuento infantil), Editora Selector, México, 1998; Fábulas del Señor Tortuga (libro de cuento infantil), Editora Selector, México, 2000; De la Africanía en Cuba. El Ifaismo(ensayo), Editoral de Ciencias Sociales, La Habana, 2005.; La Venus Lukumí (relato), Editorial de Ciencias Sociales, La Habana, 2010; Sencillamente Nisia (testimonio), Ediciones Extramuros, La Habana, 2009; Yo vi la música.(Acerca de la vida de Harold Gramatges. Editorial Ciencias Sociales, La Habana, 2009).África en la memoria, Editorial Ciencias Sociales, 2012. ¿Racismo en Cuba?, Editorial Ciencias de Sociales, La Habana, 2015. José Antonio Aponte el Precursor. Dossier. Ruth Casa Editorial, 2023, y, Diálogo no imaginario con Rogelio Martinez Furé. Editorial CubaPoesía, 2023. Sus libros han sido publicados en Cuba, México, República Dominicana, Venezuela. En la República de Nigeria fue condecorado con el titulo honorífico Chief Osi Olokun Ijio of Ife, 1988. En La Habana recibió el Premio Makandal, otorgado por el proyecto teatral Cimarrón, 2010. Obtuvo el Premio Biografía y Memorias, 2009, que concede la Editorial Nuevo Milenio y su sello de Ciencias Sociales del Instituto Cubano del Libro, por su obra Yo vi la música. Harold Gramatges. Es miembro de la Unión de Escritores y Artistas de Cuba; de la Unión de Historiadores de Cuba, de la Asociación Cubana de las Naciones Unida, de la Cátedra de Estudios del Caribe, Asesor del Consejo Científico de la Casa de África enCuba; Vice presidente de la Asociación de Amistad Cubano Africana y fundador de la Comisión Nacional José Antonio Aponte. UNEAC.

 

 

ÍNDICE

 

Página legal

SINOPSIS

SOBRE EL AUTOR

Prólogo

Recuerdos de un fidelista

Así era Camilo

Mis recuerdos de Almeida

Ese es Efigenio

Capitán San Luis

Barba Roja

Jorge Risquet Valdés. Su último combate

Juan Nuiry Sánchez

Roa en mi memoria

El Ministro

Ulises Estrada

De viaje con Nicolás

Conversando con José Massip

Recordando a Pablo Armando

Leal a Leal

Fernando Martínez Heredia, en su 80 cumpleaños

Rigoberto López

Descarga por Rogelio Martínez Furè

Sencillamente Nisia

Los 91 de Harold

Conversando con Panchita

Antonio Guiteras

Cuando vi a Chávez

Chávez y los caminos de Roma.

Arozarena

Walterio Carbonell y la cultura cubana

El Ambia

Leída Oquendo, la cimarrona

Silvio Castro.

Pedro Deschamps Chapeaux

Tato Quiñones

José Felipe Carneado

El Ooni de Ife

Luis Echavarría

Mi amigo Rudy

Juan Valdés Paz

A la memoria de un amigo

 

 

A la memoria de un amigo.

 

Mi agradecimiento a “La Mora”, Moraima Hernández,

mi revisora y correctora.

 

Prólogo

Miradas desde la memoria no es un libro de semblanzas. ¿De qué es entonces, cuál es su contenido?

Mientras avanzaba en la lectura, sentía la atracción de un misterioso imán. Lo que me cautivó, fue la original manera que tiene Heriberto Feraudy de rememorar y la selección de los sujetos que inspiran sus evocaciones. No son semblanzas a la usanza tradicional. Van más allá, él vuela con sus propias y originales alas. Desborda ese género, gracias a su fina retentiva y a una original capacidad de exponer, que le permite recrear luminosas vivencias y facetas de treinta y seis personalidades, basándose casi siempre en el conocimiento directo de ellas, en aportes de terceros y en fuentes escritas.

¿Cómo explicar esta necesidad vital de Feraudy de recordar –y ayudarnos a no olvidar– tan diversa suma de figuras de la historia nacional y de algunos países: poetas, héroes, músicos, científicos sociales, líderes políticos y promotores culturales? Tal vez esto lo explique en parte su intensa y multifacética historia de vida (como puede apreciarse en el resumen que ofrece el editor), cuyas trazas son visibles en los textos de la presente obra.

Pero encuentro mejor respuesta en su modo rebelde de ser y actuar, en todo momento y lugar: Desde el adolescente guerrillero, el combativo estudiante universitario, el embajador en varios países africanos, el estudioso de nuestras raíces culturales africanas y de la problemática racial en Cuba, el escritor sobre estos y otros temas, con 13 títulos publicados, el presidente—fundador de la prestigiosa Comisión José Antonio Aponte contra el racismo y la discriminación racial, de la Uneac, el consultor de la ONU, el promotor de diversas acciones culturales y políticas, el militante de la UJC y del PCC, de frente erguida.

Lo he admirado de tal modo en innumerables debates en el seno de la Uneac, y en nuestro núcleo del PCC de la Asociación de Escritores. Siempre el primero en hacer realidad entre nosotros el deber –y la necesidad– de no relegar a quienes son portadores de un trozo admirable de nuestra historia, y que, por su edad, enfermedad u otra circunstancia han sufrido el olvido y/o la falta de apoyo. Recuerdo sus sensibles argumentos en nuestro núcleo del PCC, al solicitar la atención que merecía el poeta y fundador de la Uneac, Pablo Armando Fernández.

Y ahora, me impactó este fragmento de su evocación sobre Pablo Armando, incluida en el presente libro:

Mientras te veía caminando por la Quinta Avenida, imaginaba cómo son los pasos de la vida. Te vi caminar de más prisa a más lento, poco a poco, no fue de un tirón. Mientras transcurrían los días los pasos eran más cortos, más despacio y yo me preocupaba. Te veía marchar como marcha la vida. Un día me detuve para observarte a punto de detenerte, pensé que te ibas a sentar en uno de los bancos de la avenida, pero tu seguías, yo esperaba que te detuvieras, pero tu seguías con la tenacidad de quien lucha contra el tiempo y yo pensando en la puta vida que se te iba, en la puta vida que se nos va mientras los autos van y vienen ajenos, indiferentes a un poeta sabio y viejo que se nos va por la Quinta Avenida, mientras los autos y la gente van y vienen.

Feraudy no solo escribe, publica y circula artículos bajo el lema de: Para No olvidar, y expone en tono vehemente los casos de ingratas omisiones, necesitados de oxígeno espiritual y a veces material. También se involucra en la solución de tales deslices y no descansa hasta ver los resultados.

Las evocaciones de este nuevo libro de Feraudy, reflejan su convicción sobre el papel de ciertos seres humanos simbólicos por razones disímiles, que él busca entregarnos de un modo fluido, directo, coloquial, muchas veces por medio de anécdotas vividas junto a ellos, o entrevistas que les hace, o mediante otras formas expresivas siempre fidedignas y atrayentes.

Igual que un arroyo de la sierra de su entrañable terruño guantanamero, el lenguaje de Feraudy brota cristalino, serpentea a veces, otras, discurre más suave o en forma intensa y nos sorprende con hermosas cascadas de evocaciones, ideas y sentimientos surgidos de los enigmas del corazón. Acaso la clave de sus lúcidas miradas es, precisamente, este proverbio africano que él gusta citar: “(...) el agradecimiento es la memoria del corazón”.

Agradecido accede a las treinta y seis evocaciones que nos entrega, cada una vestida con una singular talla invisible, hecha a la medida de los atractivos ropajes que selecciona su sensible y tesonera memoria. Reprimo la tentación, a la que no debe sucumbir el prologuista, de comentar los detalles de ese desfile prodigioso de historia y cultura nacional. Pero sí invito a que el lector disfrute tal colorida exhibición de auténticos valores patrios. Esto nos remite al principal antecedente de la biografía moderna, Vidas Paralelas de Plutarco, escrita hace casi dos milenios, cuyo propósito era presentar caracteres de elevada moral, que influyeran sobre los seres humanos de las nuevas generaciones.

Agradezco a Feraudy su deferencia de solicitarme el prólogo de este inusual libro. Muchas de las personas que aquí él alude, las he conocido y también guardo recuerdos de ellas. Algunas, no sabía de su existencia o no tuve la suerte de encontrarme con ellas, como Camilo Cienfuegos, o el Ambia. Gracias al fecundo reservorio suyo, que despliega en estas miradas desde el corazón, ahora pondero con más riqueza el papel de África y lo africano en nuestra cultura e historia.

No es casual que buena parte de las personas que aquí rememora Feraudy, están asociadas a lo que ha sido tal vez el centro vital del quehacer suyo desde los años 1960: desentrañar las raíces de las raíces de nuestra nación y su historia hasta hoy, y la lucha contra todo vestigio de discriminación racial. Él rinde homenaje a todas ellas. Y sin percatarse de ello, y estoy seguro de que los lectores lo percibirán, su luz también nos ilumina.

El Ambia es un personaje medular y Feraudy lo revive con ganas. Así lo describe en el libro:

El otro día le comenté a una amiga acerca de un poeta cuyos primeros poemas fueron escritos sobre pedazos de papel arrancados a los sacos de cemento, mientras trabajaba como obrero en las obras de construcción del Hospital Hermanos Ameijeiras.

– ¿Y cómo se llama ese poeta? –Preguntó curiosa mi amiga.

– Se llamaba, se llama, Eloy Machado Pèrez, uno de los negros más auténtico y originales que he conocido en mi vida –le respondí”.

Al final, Feraudy evoca esta otra anécdota con la que deseo concluir: “Ambia, mi abure, mi OluKumi, muchas gracias por tu dedicatoria en Okàn La Ocha, un libro del cual se editaron 100 ejemplares”.

Y es así que el Ambia nos obsequia esta hermosa pintura de su buen amigo: "Al hermano Feraudy, pensamiento puro, encanto moral sin color".

Nada más que agregar.

Germán Sánchez Otero

La Habana, 2 de octubre, 2022.

 

 

Recuerdos de un fidelista

Pasadas las once, casi todas las noches hacían su aparición en la Plaza Cadenas los autos Oldsmobiles. De repente se veía emerger una figura gigante, a veces algo cansado. ¡Llegó Fidel!, gritaba el primero que lo divisaba y los alumnos de las escuelas más cercanas de inmediato salíamos corriendo a su encuentro. Fidel llegaba a dialogar; a veces diría que hasta a consultar con los estudiantes.

En 1962, en plena crisis de los misiles, no dejó un día de ir a la Universidad de La Habana.

Recuerdo una de esas noches en la que parecía bastante indignado y molesto, daba largos pasos de un lado a otro y, de pronto, dijo:

—Por ahí anda Mikoyán, está esperando reunirse conmigo. Se refería al Viceprimer Ministro de la URSS. Han perdido la mejor oportunidad que tenían para derrotar al imperialismo. ¡La mejor oportunidad! Los yanquis no hubieran podido con nosotros, nos hubiéramos llevado la ciudad al campo y sembrado con las manos si era necesario. Fidel nos habló de los errores cometidos por Stalin, del pacto llevado a cabo por la URSS con los alemanes, de cómo las tropas hitlerianas habían ocupado Polonia con la panza llena de trigo soviético, de la estrategia que él había concebido en caso de que los yanquis nos hubieran invadido.

Durante estas visitas de Fidel a la Colina, pude intercambiar con él en dos ocasiones. La primera fue por un altercado que sostuve con un profesor. Los compañeros ante la presencia de Fidel me incitaban a que yo hablara del asunto. El Comandante, ante tanta insistencia preguntó de qué se trataba. Le dije que era un problema con un profesor. Fidel dijo que él no quería inmiscuirse en los problemas docentes. Los compañeros siguieron insistiendo en que abordara el tema. Fidel, mirándome con su mirada peculiar, me dijo: habla.

No, Comandante el problema es que hay un profesor que en el aula dijo que, en Cuba el tránsito había sido pacífico, sin violencia, y yo me opuse.

—¡¿Cómo?! ¡Eso sería negar el Moncada!, ¡sería negar el Granma!, ¡sería negar Girón!, ¡sería negar la lucha contra los bandidos!

Y por ahí se explayó el Comandante y nos dio una lección del porqué a la violencia contrarrevolucionaria había que enfrentarla con la violencia revolucionaria.

A principios de 1964, cursando el último año de la carrera de Administración Pública, se produjo una verdadera situación de crisis en la escuela, por entonces, Ciencias Sociales. El asunto fue que a los que nos graduásemos no se nos permitiría continuar estudios en la Licenciatura de Diplomacia. Una noche en que Fidel aparecía nuevamente en la plaza cadena, le comuniqué nuestra situación a nombre de la Asociación de Estudiantes y le expliqué lo justo de nuestra demanda. El Jefe de la Revolución siempre, con el mayor respeto a las autoridades universitarias de aquel entonces, encontró la solución.

Ya en Ciencias Política los estudiantes de esa escuela propusimos que, en la Universidad se iniciara y se inició, el Plan de investigaciones sociológicas marxistas. Un número de la Revista Vida Universitaria de enero de 1967, deja constancia de la iniciativa.

El Plan de investigaciones sociológicas marxistas que desarrolla la Escuela de Ciencias Políticas surgió en respuesta revolucionaria de los estudiantes de Ciencias Políticas y de Economía de la Universidad de La Habana, a la sugerencia del comandante Fidel Castro de que “el concepto de Universidad tiene que ampliarse y tiene que ser algo más que ese sitio donde se reúnen unos a enseñar y otros a aprender. Es que el concepto Universidad tiene que entrañar la investigación; pero no la investigación que se hace solamente en el aula o en un laboratorio, sino la investigación que hay que realizar a lo largo y ancho de la Isla; la investigación hay que realizarla en la calle. Además, la práctica, el trabajo, como parte de la formación.

En uno de los periódicos de la época se lee:

En asamblea general, celebrada anoche en el Anfiteatro Manuel Sanguily de la Universidad de La Habana, los estudiantes de la Escuela de Ciencias Políticas de esa casa de estudio acordaron unánimemente dirigirse al Rector y a la Comisión del CCPCC y plantear su disposición de incorporarse de “cara al campo” “cuando sea, como sea y donde sea, ” para realizar estudios económicos y sociales de nuestras zonas rurales.

El acuerdo fue adoptado tomando como base los planteamientos hechos por el primer ministro del Gobierno revolucionario, comandante Fidel Castro, de la necesidad de realizar este tipo de estudios en el campo.

Las investigaciones sociológicas se desarrollaron en Guantánamo y San Andrés de Caiguanabo, respectivamente. Fue el periodo en que Chomi era Rector de la UH.

La ascensión al Pico Turquino fue una bella página del capítulo universitario.

Teniendo en cuenta la actitud de la Escuela fuimos invitados a participar junto a estudiantes de otras facultades a la ascensión al Pico Turquino, encabezada por Fidel, con motivo de la primera graduación de médicos de la revolución.

Marchaba como puntero de la brigada de Humanidades cuando temprano en la mañana topamos con el lugar donde acampaba Fidel acompañado de Celia Sánchez y otros compañeros. Al conocer que allí se encontraba el líder de la Revolución comencé a gritar: ¿¡Quien vive!? Y los compañeros respondían ¡Caribe! ¿¡Quién va!? ¡Universidad! ¿¡Qué somos!? ¡Socialistas! ¡¿Qué seremos!? ¡Comunistas! Dame la F, F. dame la i, i dame la d, d. dame la e, e dame la l, l. ¿Qué dice? Fidel, No se oye, Fidel, se repite, ¡Fidel!, ¡Fidel!, ¡Fidel!

Fidel soñoliento, salió de la casa de campaña donde pernoctaba envuelto en un enguatado color carmelita. Primera vez que lo veíamos sin su uniforme completo. Celia a su lado. El viejo Pinelly, que nos acompañaba en la marcha, no cesaba de tirar fotos. Fidel nos preguntó por qué nos habíamos levantado tan temprano, le respondo que deseábamos avanzar. Me pregunta qué estudiábamos. Le digo que somos de Humanidades. Me dice: Sí, ya lo sé, pero dime de qué Escuela. Ciencias Políticas le respondo. Ya lo sabía yo, por eso son tan escandalosos.

Después de escuchar su regaño por habernos levantado tan temprano, continuamos la marcha.

Yo no sé cuál camino tomó el Comandante, pero lo que nos dejó sorprendidos fue encontrarlo, posteriormente, sentado en el montículo de una loma, esperándonos.

—¿Tienen dinero?, nos preguntó. Porque el asunto es que más adelante se van a encontrar con un kiosco vendiendo helado y hay que pagarlo.

No podíamos imaginar que en medio de aquellas florestas y montañas pudiéramos encontrar semejante cosa.

De repente apareció ante nuestros ojos un kiosco hecho de palos y bejucos con un cartel que decía: “Helado Coppelia: 0.20 centavos”. Otro detalle fue al arribar al Pico Turquino encontrarnos con un despliegue de equipos de peluquería para atender a las compañeras.

Otra anécdota de esta travesía con Fidel fue cuando de pronto apareció un carrito vendiendo churros. Resultó que al vendedor de aquella confitura lo habían detenido en Santiago de Cuba y junto con su artefacto lo habían montado en un helicóptero. El infeliz hombre al verse allá arriba comenzó a gritar desesperado: ¡No me maten ¡No me maten ¡El asunto es que el personaje era tremendo gusanó y pensó que lo iban a lanzar al mar.

En otra de esas frecuentes visitas del líder de la Revolución a la Plaza Cadenas lo recuerdo dando zancadas y preguntando por Chomi; era la época de la fiebre del café. A los pocos instantes; vestido de traje y de cuello y corbata, circunspecto como siempre, hizo acto de presencia el doctor José M. Millar, Rector por aquel entonces.

—Chomy ¿Quién hizo esta salvajada? —Se refería a unas plantas de café que se habían sembrado. El Rector, respetado y respetable, no sabía qué decir ni que hacer.

Comandante: nosotros le dimos la tarea a mantenimiento…

—¡Mantenimiento! Pero si esa era una tarea a realizar por estudiantes, algo simbólico, algo hermoso sin necesidad de arrancar los árboles que aquí estaban. Ese es el problema que a veces una gran idea se echa a perder por no saber aplicarla— y por ahí el Comandante dijo mil cosas más. El asunto es que él había sugerido la siembra de algunas matas de café en el recinto universitario y para ello habían demolido viejos e históricos árboles.

El semblante del querido rector traslucía las líneas de vergüenza herida que aquellas palabras le producían. Fidel, percatándose de la situación le echó un brazo por arriba y mientras caminaban, ahora con pasos más lentos, solicitó a uno de sus ayudantes dos tabacos, uno para él y otro para Chomy.

— ¡Comandante, usted sabe que yo no fumo! —dijo, serio, el Rector.

En otra ocasión llegan los Oldsmobiles y los estudiantes rodeamos a Fidel. Como siempre pregunta cómo estamos. Una compañera le aborda un tema, no recuerdo de qué se trataba, lo que sí recuerdo es algunas de las palabras del Comandante, quien entre otras cosas dijo:

Bueno a mí a veces me llegan quejas de que si el vice ministro tal o el jefe tal tiene relaciones con su secretaria. Pero qué ocurre. Ustedes saben que nuestros compañeros se pasan horas y horas trabajando, a veces hasta doce o dieciséis horas. Pasan más tiempo en sus oficinas que en su casa. La secretaria es quien lo atiende todo el tiempo, es la que le recuerda las cosas, le da la merienda, la pastilla si tiene un dolor de cabeza. Esto quiere decir que entonces se produce una relación muy estrecha, muy íntima, un grado de gran afinidad…

Una profesora chilena que impartía filosofía interrumpe al Comandante y le dice: Entonces usted justifica la infidelidad. Fidel respondió: yo no la justifico, yo la explico.

A finales de la década de los ochenta, encontrándome como Embajador en la República de Nigeria, un día recibo un mensaje de Chomy quien por aquel entonces ocupaba el cargo de Secretario del Comandante en Jefe donde me informaba que debía preparar condiciones para recibir en el aeropuerto de Lagos dos aeronaves aéreas que indistintamente llegarían con una carga de setenta y tres novillas y dos ceméntales acompañadas de un veterinario.

Se trataba de un regalo del líder cubano al general retirado O. Obasanjo.

Obasanjo había sido presidente de la República y durante una visita a Cuba había impresionado al jefe de estado cubano de manera tal que una de las instrucciones recibidas antes de llegar al país fue la de estrechar relaciones con el general retirado.

Era difícil definir la posición ideológica del influyente líder nigeriano. En una ocasión estando de visita al General en su granja este se encontraba rodeado de distintos periodistas y la pregunta sobre su posición ideológica no se hizo esperar. Teniendo en cuenta mi relación con el estadista yoruba le pregunté si me permitía responderla y ante la aprobación de este comenté:

En mi país hubo un político muy popular que llegado el momento de definir si estaba con la izquierda o con la derecha solía decir: Yo soy como el corazón que está situado en el centro del pecho con la puntica ligeramente inclinada hacia la izquierda.

— Ese soy yo— Exclamó el ex presidente.

Ocurrió que cuando le comuniqué al colectivo de la Embajada la llagada de los dos aviones con aquella carga especial, la reacción de algunos compañeros no resultó muy agradable: “¡Cómo que ir al aeropuerto a recibir semejante obsequio al general, con la situación que tenemos en Cuba! “.

Pues nada, resultó que no mucho tiempo después de aquel obsequio de Fidel, cuando nadie lo esperaba, aquel general retirado en su granja de apoyo volvió a ser Presidente de la República cargo desde el cual desempeñó un importante papel en la arena internacional y nos prestó una significativa ayuda en los organismos internacionales.

La última vez que lo vi personalmente, y de la cual conservo con orgullo una foto, fue durante una visita que le efectuó el líder mozambicano Marcelino Dos Santos. Durante aquel encuentro en su despacho y en presencia de Ricardo Alarcón pude constatar una vez más una de las mayores virtudes de nuestro Comandante en Jefe, su profunda sensibilidad humana y solidaria.

 

 

Así era Camilo

Cuando transcurrían los primeros días del triunfo revolucionario, en un lugar llamado La Tropical; del territorio marínense tenían lugar grandes bailes amenizados por las más famosas orquestas y conjuntos populares. Benny Moré, La Aragón, Chapotín, Pacho Alonso y otras agrupaciones constituían la atracción de bailadores y no bailadores.

Entre el público que asistía a aquellas fiestas se encontraban los Rebeldes, cómo nos había bautizado el pueblo. Iban con sus desarraigados uniformes y armados con fusiles o ametralladoras.

Una vez subido el nivel de alcohol más de uno extraía su arma y allí mismo se formaba el tiroteo. Por tal motivo eran constantes los incidentes que se producían.

Debido a esta situación, la comandancia de la recién constituida Policía Nacional Revolucionaria (PNR) dictó la orden de prohibir la entrada de compañeros armados a este tipo de espectáculo.