Aniceto el Gallo: gacetero prosista y gauchi-poeta argentino - Hilario Ascasubi - E-Book

Aniceto el Gallo: gacetero prosista y gauchi-poeta argentino E-Book

Hilario Ascasubi

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Beschreibung

Aniceto el Gallo es el seudónimo del escritor argentino Hilario Ascasubi, pero también se desenvuelve como personaje, como el gacetero prosista y gauchi-poeta argentino protagonista de esta recopilación de poemas y diálogos que hará las delicias de los amantes de la literatura gauchesca.

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Veröffentlichungsjahr: 2022

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Hilario Ascasubi

Aniceto el Gallo: gacetero prosista y gauchi-poeta argentino

 

Saga

Aniceto el Gallo: gacetero prosista y gauchi-poeta argentino

 

Copyright © 1853, 2022 SAGA Egmont

 

All rights reserved

 

ISBN: 9788726682373

 

1st ebook edition

Format: EPUB 3.0

 

No part of this publication may be reproduced, stored in a retrievial system, or transmitted, in any form or by any means without the prior written permission of the publisher, nor, be otherwise circulated in any form of binding or cover other than in which it is published and without a similar condition being imposed on the subsequent purchaser.

This work is republished as a historical document. It contains contemporary use of language.

 

www.sagaegmont.com

Saga Egmont - a part of Egmont, www.egmont.com

HOMENAJE

A la memoria del doctor don FLORENCIO VARELA, el patriota e ilustrado publicista Argentino, víctima sacrificada por el puñal de los tiranos del Río de la Plata, a la libertad de las Repúblicas Argentina y Oriental del Uruguay.

 

HILARIO ASCASUBI.

 

París, 2 de agosto de 1872.

 

ANICETO EL GALLO

Gaceta joco-tristona y gauchi-patriótica

Nº 1

Prosa del trato entre el imprentero y yo

Ahora noches pasadas, con permiso de mi comendante, me amanecí payando en un fandango, donde me compromisé con una mocita muy donosa y seguidora a largar cada semana una gaceta gaucha, con argumentos y compuestos a favor de nuestro aquel, en la justa causa que defiende la Guardia Nacional. ¡Ah, criollos!

Esa mesma noche hubo en el baile una jugada juertaza, como que toda la mozada anda platuda, y yo, que no andaba cortao, les prendí, seguiditas siete suertes morrudas al paro; de manera que amanecí muy enrestao, y medio divertido. Me largué de allí a comprar un poncho lindo y unas botas a la moda, con borlas, que me costaron una barbaridá de plata; y al fin no me costaron nada más que haber echao suerte.

Así fue que sin recatiar largué el mono por el par de botas, y al tiro me las puse y salí a la calle, porque es la moda en esta patriada; y entre la gente de ajuera y de adentro hay muchos jefes y soldaos y paisanos que hoy se ponen las bolas así con borlas; a la cuenta echarán suertes al paro.

En fin, salí de la zapatería y me fui a buscar un imprentero para tratar por la hechura de mi gaceta: y preguntando en la Polecía me dijieron que vivía uno, de allí de la cárcel, calle arriba.

Para allá rumbié hasta que di con la casa del imprentero.

Entré por una puerta grandota, y a la zurda del zaguán estaba un cuarto abierto; y queriendo colarme en él, trompecé fiero en los umbrales de la puerta, y enredao en el poncho salí al medio del cuarto haciendo cabriolas, pero con el sombrero en la mano y dando los buenos días a un hombre de antiojos que allí estaba, y que me pareció carcamán, el cual se retobó al verme, y echando mano a un garrote me dijo a gritos:

-Oiga Vd., animal: ésta no es la pulpería para entrarse cayendo.

-Dispénseme, patrón, yo venía...

-¡Qué patrón ni qué borrico! váyase Vd. a dormirla...

-Señor, yo no vengo mamao, sino por ver si, pagándole su trabajo, me hace el cariño de mandarme aprensar.

-Vaya Vd. a que lo aprense el demonio, y le sacará un barril de aguardiente. -Pronto, salga Vd. fuera.

Bueno, bueno, patroncito, me largaré, ya que ni por plata me quiere aprensar mi gaceta de gaucho.

-¿Cómo? ¿pues qué, Vd. quiere hacer imprimir algo?

-Mesmamente, señor.

-Si se hubiese Vd. explicado...

-Me turbé, patrón.

-Y bien ¿qué quiere Vd. mandar imprimir? ¿Un periódico?

-Cabal: acertó, patroncito.

-Pero, eso demanda gastos; ¿tiene Vd. cómo pagarlos?

-Velay, le dará su trabajo adelantao, y nos acomodaremos, alvirtiéndole que no soy mozo lechero.

Entonces eché mano a mi tirador y saqué un rollo de papeles overos-rosaos, que le largué al hombre sobre una mesa, y el Uropeo viejo abrió tamaño ojo a la mosca.

-Bueno, bueno. Se le imprimirá a Vd. su periódico; pero, para no comprometerme, necesito saber en qué género... escribirá Vd.

-¿En qué género dice? en papel.

-Sin duda: pero, no es eso: de qué materia o asunto tratará Vd. en su gaceta.

-No hablaré de materia, señor, porque me da asco, pero trataré de toda laya de asuntos.

-¿De veras?

-¡Oh! ¿y qué se ha pensao?

-¿Con que Vd. se encuentra capaz de escribir un periódico?

-Valiente, patrón: ¡pues no he de ser capaz! Mire, señor, de balde me ve de facha infeliz; yo soy hombre corrido, sabido, leído y escribido, porque de charabón me agarró un flaire que confesaba a mi hermana, y me llevó al convento de San Francisco, adonde me enseñó hasta la mitá de la Bramática en latín, y el ayudar a misa; y no aprendí la Jergafría, porque le hice una juida al padre, y luego me agarraron de leva para los barcos, cuando la guerra con Portugal; y entonces me soplaron de tambor a bordo de una boleta, que la mandaba un oficial de marina criollo, patriota y guapo, medio parecido a muchos de los de hoy en día... sí, señor.

-Hombre: qué historia tendrá Vd. ¿no?

-Escuche. Pues, señor, como le iba diciendo: en la boleta salimos y anduvimos por esos mares de Cristo trajinando de corsario, hasta que nos pegó un albazo y nos agarró con barco y todo un comendante llamado Yuan das Botas, guapazo el Portugués; y ese mesmo me llevó a Portugal, y me tuvo hasta que me le escapé en otro barco y fui a dar por las tierras de Uropa en la Ingalaterra y la Francia; y por allá me aguanté como cinco años, de manera que hasta soy lenguaraz en esas lenguas. Luego de Uropa, caí a Malparaíso: de allí por la cordillera atravesé y anduve en todas las guerras del dijunto Quiroga, que esté gozando de Dios, y de ahí vine a Entrerríos, y últimamente a Buenos Aires, aonde estoy a su mandao.

-Gracias, señor literato.

-No me llamo Liberato, patrón.

-¿Y cómo se llama usté?

-¿Yo?... Aniceto Gallo.

-¿Gallo?... ¿Entonces será Vd. cantor?

-Sí, señor.

-¿Y músico?

-Rigular.

-¿Toca Vd. algún istrumento?

-Toco.

-¿De cuerda?

-Es verdá.

-¿Qué istrumento toca de cuerda?

-La campana.

-¡Diablo! es Vd. de todo punto muy agudo.

-¿Puntiagudo decía? no, señor, soy medio redondo.

-No, no. ¿Y de viento, qué istrumento toca usté?

-El organito, ese que tocan por la calle los carcamanes.

-¡El organito, eh!... Y... ¿habla Vd. algún idioma, señor Aniceto? porque eso es muy necesario para un periodista.

-El aidomia no entiendo, pero hablo en la lengua de Ingalaterra y de Francia, aunque medio champurreadito.

-Vamos a ver, pues, cómo se explica Vd. en francés.

-Como guste, patrón.

-Oiga Vd.

-Pongo el oído.

-Dites moi, vous parlez français?

-Güi, musiú.

-Vous êtes Sauvage Unitarie.

-Salvaje!... A present, ne pas, musiú

-Alors; vous êtes Federal?

-¡Zape, diablo! Le dije a un gato colorado, que vino a juguetear arañándome las borlas de las botas, y me las desató.

-Eh bien: vous êtes Federal? Dites moi.

-Non, musiú, rien du-tú.

-Mais, de quel parti êtes vous, monsieur Gallo?

-Musiú: yo soy del partido de las Conchas: ¿entiende?

-Et votre opinion politique?

-Musiú: yo tengo la opinión de buen gaucho argentino; y lo demás rien du-tú.

-Bien: ya veo que habla Vd. en francés como ciertos elegantes que pasean por la calle del Perú.

-Puede ser, patroncito, aunque yo no presumo...

-No, no; en francés se explica Vd.: veamos ahora en inglés.

-Ésa es lengua de los diablos; pero en fin...

-Pregunto, señor Aniceto.

-Respuendo, patrón.

-Do you speak english?

-Yes, Sir.

-Will you take a glass of grog?

-Very well: alcance, patrón.

-Stop. Will you take some roastbeef and plumpudding?

-Yes, very gut, véngase con un bifisquete, señor.

-Sí, sí; bien lo merece Vd., porque es hombre habilísimo y capaz de ser un buen periodista. En esta confianza escriba Vd. su gaceta, y para publicarla disponga Vd. de mi tipografía.

-¡De su tripagofría!... ¡Ahora sí que me ató las bolas, patrón!

-Bueno, bueno; átese Vd. las borlas de las botas, y dele un puntapié a ese gato majadero.

-Déjelo, señor, ya me voy a largar con su licencia, para mandarle lo que escribirá. ¿No le parece?

-Bien: mande Vd. el original del prospecto.

¿El orejonal?... ¡Barajo, qué terminacho! ¿y el otro?... Bueno, señor, le mandará eso mesmo.

-Corriente, señor Aniceto. Escriba Vd... y tenga pulso, ¿eh?

-¿Pulso?... Al que yo le largue un caracuzazo... ¡a qué le cuento más vale!... Con que, ¿será hasta mañana?

-Hasta mañana, amigo Gallo.

-Hasta mañana, señor.

Después de esta conversación me largué al cuartel; y en la cuadra mi comendante D.

Camilo Rodríguez se alegró cuando me pilló escribiendo el primer número de la gaceta... que allá va, caballeros!

 

Aniceto el Gallo

Velay que de gacetero

se presenta un Gaucho neto,

aunque no larga prospeto

sigún dijo el imprentero.

¡Qué prospeto! el delantero 5

debe llamarse, a mi ver;

pues largarlo viene a ser

como puntiar y decir:

paisanos, voy a escribir

Gacetas para vender. 10

Para venderlas, repito;

y es bueno que lo prevenga,

para que naides me venga

con «lárgueme un papelito,»

que ando atrasao: y maldito 15

sea quien causa mis males,

y estas pendencias fatales,

y los revulucionarios,

y los maulas Unitarios,

los brutos Federales... 20

Que todos como en rodeo

tienen a la paisanada

infeliz y aniquilada

con el sitio y el bocleo:

y siga afuera el cuereo, 25

la guerra y la destrución,

porque allá cierta faición

pretende que un triste ñato

nos suelte por Liebre un Gato

que nos araño en montón. 30

Entre tanto, acá a imisiones

nos vamos adelgazando,

y por junto van quedando

unos cuantos barrigones:

y hacer estas reflexiones 35

es tarea peligrosa,

porque anda tan cosquillosa

la gente de cola alzada,

que a la más leve palmada

cocea por cualquier cosa. 40

Pero, ¡qué! yo no me asusto,

ni hago en mi opinión gambetas:

así diré en mis gacetas

lo razonable a mi gusto;

y si se enoja el Injusto 45

¿cómo lo he de remediar?

Ya me han hecho arremangar;

y al diablo, si me relincha,

he de apretarle la cincha

hasta hacerlo corcoviar. 50

Siendo así, el más bien montao

de esta o de aquella faición,

si espera una adulación

mía, vive equivocao:

porque a mozo bien portao 55

ningún gaucho me aventaja,

y, si nunca saqué raja,

procediendo así, lo fundo

en que «naides en el mundo

sabe para quién trabaja.» 60

Luego, a juerza de esperencia

y de tanto desengaño

que he sufrido, no es extraño

que aprecio con preferencia

vivir con independencia 65

de todo aquel que se eleva,

cuando el mundo me comprueba

la idea que siempre tuve

de que... ¡quien más alto sube,

más fuerte porrazo lleva! 70

Creo que a ninguno muerdo

con mi modo de decir,

y que dará a colegir

que no soy gaucho muy lerdo;

de balde a veces me pierdo 75

de poncho entre los tapiales

por trajinar cuatro riales

a la taba, creanló:

que no saben lo que yo

más de cuatro gamonales. 80

Y si saben, les importa

recordar ¡cuánto han sufrido

los veinte años que han vivido

con bozal y a soga corta!

y no comerse la torta 85

que el Diretor quiere darnos,

con intención de empacharnos

parejitos a la vez:

y otros veinte años después

a su antojo embozalarnos. 90

Lamentos a Vuecelencia el diretor provisor

Señor: medio a mi pesar,

Dios y la Virgen lo sabe,

a lo gaucho en tono suave

me le voy a lamentar.

Para eso quiero largar 5

cada semana un papel

pensando decirle en él

la verdá, y tenga pacencia,

pues no ha de ser Vuecelencia

menos que don Juan Manuel. 10

No seré desvergonzao,

ni embustero, le prometo:

ya sabe de que Aniceto

es gaucho humilde y bien criao.

De balde estoy agraviao 15

y flacón por Vuecelencia:

y es de pública evidencia

que me atrasó sin razón;

pues, ni así pienso, patrón,

tratarlo con insolencia. 20

Con la verdá por delante

de firme le alegaré,

como es justo, y como que

es rigular que me aguante:

pues cuando fue comendante, 25

aunque ya era temerario,

no fue entonces mi contrario,

sino gaucho de los míos,

y, como yo en Entrerríos,

ñato y Salvaje Unitario. 30

Por eso de allí apuraos,

juyendo como ñandú

en redota a Paisandú,

nos guasquiamos asustaos:

y llegamos escaldaos 35

de la corrida tan fiera;

y entonces naides creyera

que Vuecelencia emplumara...

pero, hace punta y dispara,

asustao como cualquiera. 40

Luego a la Federación

Vuecelencia se pasó

y a los Salvajes dejó

llamándose a narigón

y de ahí principia, patrón, 45

su carrera relumbrante,

pues pelechó en un istante

favorecido por Rosas,

y por otras muchas cosas

que diré más adelante. 50

Por ahora permitamé

dejarle la punta adentro,

hasta después que al encuentro

nuevamente le saldrá;

y el cargo le formaré 55

de todas las maravillas

que ha hecho hasta el día a costillas

del pobre Restaurador:

aunque sentiré, señor,

tener que hacerle cosquillas. 60

(Continuará.)

ADVERTENCIA

Nº 2

Cortesías

AL PROGRESO

Reconociendo, señor,

su cacumen en la cencia,

se le ofrece a la obedencia

Aniceto el Payador,

qui ni a gaucho ni a cantor 5

contrapuntiarle pretiende;

pues veo que usté lo entiende,

y que sin muchas parolas

a quien le suelta las bolas

a la fija se las priende. 10

Aparcero Nacional:

GALLO el cantor lo saluda,

pues lo aprecea sin duda

con un cariño cabal.

Ansí, usté por el igual 15

debe apreciarme, en el caso

en que usté y yo, paisanazo,

por nada nos encogemos;

y a la Patria defendemos

pico a pico y brazo a brazo. 20

Mi señor de la Lanceta:

Dios lo guarde y lo bendiga,

y le permita que siga

apretando como aprieta:

y en cuanto a la Recoleta, 25

ande, ¡ojo al Cristo! no sea

que cuando Vd. menos crea,

de algún modo el Diretor

le mande hacer el favor

de sacarle una manea 30

Caballero del Zapato:

para servirle me brindo,

porque usté calza muy lindo

y no es zapatero ñato.

Así deseo su trato, 35

y mucho favor me hará

almitiendo mi amistá,

que es cuanto puede ofrecer

un gaucho sin más tener

que una güena voluntá. 40

En tiempo del Estoraque

que encontró don Juan Manuel,

largaba cierto papel,

titulao el Bristi-Pake,

un Inglés de mal empaque... 45

y otras diabluras que callo

por respeto a su tocayo

el Bristi-Pake de hoy día,

a quien esta cortesía

le rinde Aniceto el Gallo. 50

Brindis que pronunció Aniceto en la mesa del Sr. teniente coronel Rodríguez el día 16 del presente.

A salú del escuadrón

y del señor comendante

que se llevó por delante

el día trece un cañón:

y del criollo guapetón 5

que al tiro le prendió el lazo;

pues debe ser juerte el brazo

que tal armada largó,

como el pingo que arrastró

a la cincha el chimborazo! 10

Nº 3

El Pagamento

El 28 de mayo me lo madrugue a mi amigo el imprentero, al levantarse de la cama... que la tiene en el mesmo caserón, pero en otro cuarto muy rumboso, todito pintao y con estampas colgadas: y luego unos trastos primorosos y hasta chuces y cueros de tigre tendidos por el suelo... Como que es hombre ricachón.

Es de alvertir que yo iba algo chamuscao, porque esa madrugada estuve en jarana en la Batería nueva de Mester-horno, en donde con los soldaos del coronel Chanagusia y los Guardias Nacionales del coronel Bustillos, y otros mozos del ejército todos mansitos para las moras, y alarifes para arrebatarles vacas a los Urquizanos; y como eso nos es cosa fácil, les recogimos una punta de ellas en la tarde anterior, y luego, por supuesto, nos pusimos las botas: y échele vino superior, que para eso cada soldao de la Patria tiene trescientos cincuenta pesitos todos los meses y buenas cacharpas de abrigo.

En fin, todos, y yo particularmente churrasquié a mi gusto, y luego medio en chaucha me vine a lo del imprentero.

Cuando llegué a la puerta, me topé con un moreno, entrando con una tipa llena de carne, patos y gallinas, y muy peinao; el cual al verme se paró de golpe, y abriendo tamaña boca, dijo: -¡Ché! ¡Mirá el Gallo! Entre, señor, que en aquel cuarto está el patrón en bata. -¿En bata? ¡Qué lindo! -Sí, señor, ya está levantado: vaya usté, asómese a esa puerta que tiene entreabierta, y lo llamará al momento, porque ya es hora en que el señor patrón empieza a recibir a los operarios.

¡Ah, moreno ladino!

-Bueno, amigo, le dije: y enderecé al cuarto mencionao, que mesmamente tenía entreabierta una puerta, y por la rendija lo estuvo vichando al hombre, que estaba sentao repatigándose en una silla de barbero, toda retobada, y vestido con una leva de pana, de color como yaguané, que le cubría hasta las tabas; una golilla de lana envuelta en el cogote; una gorra negra sumida hasta las orejas, y con un cigarro en la boca del tamaño de una macana; y por último leyendo embelesao en un gacetón de la mesma marca y tamaño de un montón de gacetas fresquitas que tenía al lao. En fin: después de vicharlo y que le tomé la filiación, me resolví a meter la mitá del cuerpo y le pegué el grito:

-¡Que Dios me lo guarde, patroncito!

-¡Oh, famoso don Aniceto! Adelante. ¿Cómo está usté?

-Alentadito, señor: y a usté, ¿cómo le va yendo?

-Perfectamente, amigo Gallo.

-Me alegro mucho.

-Gracias: yo también me alegro de ver a Vd. tan bizarro con ese uniforme de Guardia Nacional, y esa gorra que le sienta a Vd. muy bien en la cabeza.

-Dispense, patroncito, no me la he quitao, porque es contra ordenanza.

-Hace Vd. muy bien, puesto que yo estoy de gorra igualmente: ¿no lo ve usté?... y así me lo paso siempre en este tiempo.

-Ya lo creo, señor: en el día, por acá se usa mucho el vivir de gorra no más.

-Cierto: porque en el invierno la gorra es un mueble muy cómodo, sumamente económico y muy abrigado.

-Debe ser, desde que a todos les acomoda, y desde que me dicen que a muchos les abriga hasta la barriga, mayormente a ciertos nutriales que diariamente reciben gorras en los botes que vienen de Palermo. En fin, Dios los ayude. ¿No sabe a lo que vengo, patroncito?

-Dirá Vd., amigo Gallo.

-Al tiro le diré, señor, que vengo ganoso de pagarle los riales que le debo por las dos gacetas que me ha impresao.

-Como Vd. guste: aunque eso no corre prisa.

-No correrá prisa, señor, pero corre riesgo; en primer lugar, porque yo no me escuendo en la descubierta; y luego porque soy arca llena y arca vacida; y por las dudas, velay tiene la plata en que ajustamos, y cien pesos más de remojo para el mocito aquel que hace de apretador en la imprenta. ¡Ah, mozo vaquiano!

-Corriente, hará que se le entregue el tal remojo al mocito; y gracias por mi parte. Pero, mire usté: aquí me ha dado quinientos pesos de más y a sus pies... se le ha caído otro billete de mil pesos. ¡Canario! siempre anda Vd. cargado de billetes; parece que fuera Vd. banquero, ¿eh?

-Eso es porque acostumbro ser banquero entre los míos.

-¡Es posible! ¿y cómo le va a usté?

-Sigo echando güeno. Sí, señor.

-¿Cómo dice usté?

-Digo, que sigo acertando siempre.

-¡Ah! sí, sí: ya he visto el acierto con que usté ha publicado su periódico, que varios le han aplaudido, y que a todos les gusta leer el Gallo.

-De balde... patroncito. ¡Ja, ja!

-¿Cómo de balde, señor Aniceto

-Óigame, señor: digo que de balde me quiere usté ilucinar, porque en mi tierra yo sé con los güeyes que aro.

-Sí sabrá Vd., no lo dudo; como que sabrá darme hoy alguna noticia respecto a la situación.

-¿De cuál sitiación, patroncito?

-De la nuestra, o más claro, de la de Buenos Aires en la presente lucha.

-Yo, señor, lo único que sé de la sitiación, es que estamos sitiaos, y que así mesmo, la patria de la ciudá a la de ajuera le lleva la media arroba en la razón y en el arrempujón; y por eso, en tocándome a caballo, muento en cualquier hora, y me siento bueno para forcejiar por la causa justa en contra de todo tirano. ¿No le parece que hago bien?

-Seguramente: hace Vd. muy bien: y dígame: ¿Qué juicio se ha formado Vd. de la constitución de que se habla ya? ¿La ha leído usté?

-¡La custitución!... ¿de qué?

-La Constitución que ha sancionado ya el Congreso de Santa Fe, que es la que yo estaba leyendo, aunque estoy de purga; y luego voy a mandarla repartir al público, pues aquí se han impreso dos mil ejemplares. ¿No ve usté? todos estos impresos son de la Constitución.

-¡Barbaridá! ¿De veras?

-Sin duda: y ¿qué piensa Vd. de la Constitución?

-¡Ché! eso es velorio, patrón.

-¡Cómo, velorio, señor Gallo! todo lo contrario: a mí me parece un asunto muy serio, desde que ya ha sido aceptada por el Director, quien ha prometido respetarla.

-No eche pelos, patroncito, mire que su Ecelencia creo que no sabe hasta ahora lo que es la Custitución: y además es hombre que promete mucho; pero, como es de muy mala memoria, a veces no cumple nada.

-Pero, hombre: esta vez por lo menos respetará los mandatos del Congreso soberano.

-¿Soberano? recúlele el soberano, y créame por conclusión, que para el general Urquiza no hay nada soberano en el mundo, porque (perdonándome la mala ausiencia) el Diretor es un peine, ¡ahi-juna! capaz de mandar desgarretar por gusto a todos los costitucioneros y a la custitución en ancas. Y últimamente, yo no aguanto más custitución que la de que en mi tierra mande un criollo, sea del pelo que fuere como sea hombre de bien; y no que nos venga a sobajear cualquier forastero diablo, así retaciándonos la provincia, y arriándose las vacas para carniarlas en los saladeros de Santa Fe: y yo no digo que esto sea en los saladeros del Diretor, porque es hombre que no sabe ajeniar, pero sabe afusilar a un pobre gaucho, porque saca un par de botas de potro. En fin, me voy a retirar, patroncito, y me...

-No, no: espere Vd., amigo Aniceto, y...

A este tiempo entró el moreno ladino con una bandeja cargada de copas y tazas, y un calentador aonde venía ya la agua hirviendo; de ahí una chocolatera y una limeta de ron, me pareció al echarle el ojo. Y todo se lo acomodó en una mesita dorada; y ésta la puso frente a las rodillas del imprentero, y atrás de la mesita, como a una vara de distancia, estaba otra silla grandota, barrigona y aforrada en cuero verde muy relumbroso. Luego que el patrón se acomodó la mesita medio entre las piernas, me dijo con agrado:

-Vamos, amigo D. Aniceto, siéntese Vd. con franqueza en ese sillón, estrénelo usté y me acompañará a tomar una taza de café y una copa de buen coñac, todo lo que puedo ofrecerle a Vd. por ahora.

-¿De coñato, decía?

-Sí, de coñac: ¿qué, no le agrada a Vd. este licor?

-Señor, a mí siendo juerte, me gusta aunque sea lejía.

-¡Bravo! eso es ser buen soldado: vamos, siéntese Vd., que ya la agua está hirviendo y voy a preparar el café que tomaremos a salud de la constitu...

Y el hombre no acabó la palabra, porque en ese istante yo de golpe le asenté las nalgas a la silla a macho: ¡ah, Cristo! y había estao inflada, de suerte que me enterré hasta las aujas, y en la sumida alcé las patas, y con ellas suspendí a los infiernos la mesita con cachibaches y todo: y por desgracia la caldera de agua hirviendo se le derramó al imprentero en el mismísimo cogote: de ahí pegó un alarido y entró a sacudirse.

Y yo me desenredé de la silla y acudí a arrancarle la leva por aliviarlo al hombre; pero un diablo de mastín bayo, parecido al perro del Diretor, se me echó encima furioso, de suerte que tuve que pelar el cuchillo, porque el mastín me acosó tanto que me hizo recular y subirme a la cama del patrón: la mesma que, en cuanto me le trepé, se sumió hasta lo infinito; y abajo, entonces se rompió no sé qué cosa insufrible, porque los mozos que acudieron a los gritos del patrón entraban haciendo gestos con las narices, y así lo hallaron al imprentero desollao desde la nuca hasta la raíz del espinazo; al perro con cuatro mojadas y ocho tajos; y a mí lleno de mordiscones; finalmente el moreno, a la cuenta medio en chicha o asustao, para limpiar el chuce de junto a la cama del imprentero, echó mano de unos papeles que se habían desparramao en la tremolina; y, vea el diablo! habían sido las gacetas de la maldita Custitución, que tuvo la culpa de todo.

Por último, yo me salí apestao y renguiando, dejándole a un mocito mi Gallo nº 3, que quién sabe cómo saldrá.

El amigo del NACIONAL se ha equivocao, y dispense.

Digo bien, aparcero; pues, sin duda, usté andaría, con la vista ñublada como el 25 de Mayo por la mañana, cuando quizá se acercó usté a ver las estautas de la Pirami, y dice de que vio a la libertá mirando al Sur. ¡Ah, mal haya! pero, no, amigo: no estaba así, sino que las figuras estaban... velay cómo-

La Libertá, en figura de Porteña, estaba como sacándole el cuerpo a un Tigre Entrerriano que lo tuvo muy cerca, y hasta ahora lo tiene, me parece: ello es que la Libertá sin duda por eso que está mirando al río, como diciendo: me largaré a lejas tierras, si los defensores de Buenos Aires no me defienden de este animal de Montiel.

Luego: en ancas de la Libertá estaba la Anarquía chuciada, y mirando a San José de Flores, como diciendo: ¡ah, Director mío!

De ahí... la Justicia sí que está frente al Sur, pero con un facón de punta sobre unas balanzas, y mirando de rabo de ojo a la Polecía, como diciéndole: «no te descuides con el peso del pan y los porotos, porque los almaceneros también se están poniendo las botas con borlas.»

Después, en otra esquina de la Pirami está la Esperanza medio tristona y de sabanilla, y arrecostada en una cosa ansí como un anzuelo grande, y como diciendo:

«Me voy a pescar al río para alivio de los pobres enfermos.»

¡Pero, qué necesidá tiene doña Esperanza de irse a pescar al bajo del río, si, con echar su anzuelo ahí no más en la plaza grande, pescará a muchísimos zurubises! porque ahora con la peste de las virgüelas ha salido un cardumen de esos pescados, de suerte que no se ve otra cosa por las calles de Buenos Aires; y ansí con esa pesca se podrá aliviar la hambruna que también hoy es peste en el hospital de la Residencia, pues aun cuando entra a la ciudá muchísima carne diariamente... ¡No te oigo en el hospital!

Al mesmo tiempo la Esperanza estaba mirando a la catedral, como diciéndole: «no te aflijas, que te acabarán en cuanto el Director entre a Buenos Aires y respete la Constitución.

Esto es, aparcero Nacional, lo que yo he comprendío de las figuras del 25 de Mayo, y creo que, si no digo la verdá, raspando le pasaré.

¡Blan!! ¡Blan!! ¡Blan!!

La tarde del campaneo

de alarma, en las ofecinas,

vide a un montón de gallinas

en un puro cacareo.

¿Y el fusil? pregunté yo. 5

Cocoró... có.

Entre tanto los Naciones,

por la causa entusiasmaos,

iban en puntas armaos

a ofrecerse en los cantones. 10

¡Ah, cosa! eso me agradó.

Cocoró... có.

Luego en esa noche anduve

allá por los andurriales,

aonde con los nacionales 15

bien acompañao estuve,

cerquita del pororó.

Cocoró... co.

Y extrañé a unos mocetones

de esos de letra menuda, 20

que, apenas medio estornuda

un cañón en los cantones,

se largan al arro-ró.

Cocoró... co, cocoró... co.

Salutación del gaucho Jacinto Cielo al 18 de julio de 1830.

El sol de este día vio

jurando al Pueblo Oriental,

ser obediente y leal

a las Leyes que fundó.

Jacinto también juró 5

respetarlas y cumplir,

lo han de ver, sin desmentir

que es Patriota verdadero,

y que sin ser altanero

GAUCHO libre ha de morir. 10

¡Ah, malhaya, los paisanos

todos como yo cumplieran,

y qué de abrazos se dieran

este día como hermanos!

Que esos Rosines tiranos 15

morderían nuestro suelo,

y yo tendría el consuelo

de decir: «ya se acabó

la lucha que lamentó

el gaucho Jacinto Cielo.» 20

Carta certificada y súplicas

De un cordobés de los sitiadores, al cual se le juyó la mujer y se le ha venido al pueblo

¡Viva la confederación!

¡Mueran los salvajes unitarios!

Trajiná, ché, Estanislada,

vos que andás por la ciudá,

y haceme la caridá

de mandarme una frezada:

que antenoche con la helada 5

cuasi me he muerto de frío;

pues, te asiguro, bien mío,

que acá el poncho que me han dao

lo puedo meter holgao

en la vaina del cuchío. 10

Y si podés avisarme

con toda siguridá

por qué lao de la ciudá

sin riesgo podré colarme,

decime, para largarme 15

con mi ñañita y Martín,

que está como un chunchulín

de flaco, pues aquí no hay

ni algarroba ni patai,

ni arrope ni piquillín. 20

SEVERO PUCHETA.

Noticias de pajuera

Dicen de que el Diretor

de la docena del fraile,

el veinticinco dio un baile

de lo lindo lo mejor...

En celebridá de que 5

el veintitrés a la noche

la Custitución en coche

le llegó de Santa Fe...

Junto con la dotorada

que tuvo la complacencia 10

de traérsela a Vuecelencia

a su gusto remendada;

Y que la cosa se jura,

luego que los congresales

haigan cobrar unos riales 15

que les deben por la hechura.

AVISO DE POR SAN JOSÉ DE FLORES

El que quiera en este pago

reírse de una disparada,

no tiene más que nombrar

a la LEGIÓN ITALIANA. 20

Y si la nombrada fuere,

allá, medio entre dos luces,

verá que los TERUTEROS

empluman como avestruces.

LA RETRETA

Anoche anduve de paseo por la retreta, que tocó muy primorosamente la música de la

¡LEGIÓN VALIENTE! y al pasar yo frente a una moza muy linda, como son todas las Porteñas, sentí que decían: «¡Jesús, qué gaucho tan zonzo y bullicioso.»

Entonces yo les pregunté, receloso, si soltaban esa indireta por mí; y me contestaron: «no, señor Gallo; lo decimos por ese general guarango que todas las noches nos aturde a cañonazos como si con esa brutalidad quisiera asustarnos. ¿No le parece a Vd., señor Aniceto, que todo eso no prueba sino bestialidá? Como igualmente eso de pegarle fuego a una mina, y destruir una casa de un infeliz, aprovechándose de la suspensión de armas del 25 de Mayo.» -Dejen ustedes no más, paisanitas, les contesté: que en cuanto a prenderles minas, el día que se ofrezca, ya verán los teruteros cómo, desde las trincheras hasta San José de Flores, les ponemos las chacras y las casas, y a ellos adentro todos patas arriba. Y Dios les dé muy buenas noches.

Alvertencia a los aguantadores y renegaos

Si un imposible no fuera

para mí en la situación

ladiarme de la cuestión

y hacerme José de ajuera,

saltaría la tranquera 5

y ganaría un cardal,

o en cualesquier abrojal

lamentaría el destino

de haber nacido argentino

y no poder ser nutrial. 10

¡Ah, Cristo! ¡Quién presumiera

que esta tierra desdichada

no quedara sosegada

luego que Rosas cayera!

y hoy vean en qué leonera 15

la patria se ha convertido.

Así, los que han combatido

a Rosas con tanto afán,

como yo, quizás dirán:

«más vale un mal conocido»... 20

Porque yo que no aspiraba

nada más que a trabajar,

y para eso sin cesar

contra Rosas forcejeaba,

en lo que menos pensaba 25

era en verme, trajinao

y en las cuartas enredao

por el hombre del Pograma,

aquel de la larga fama

a quien yo mesmo he cuartiao. 30

Ese a quien hoy lo rodean

y le fingen atenciones

una punta de adulones

que desollarlo desean;

pero esos ruines no crean, 35

de balde son tan lagañas...

ablandarle las entrañas,

porque don Justo es mal bicho...

y tengan presente el dicho:

«El que tiene malas mañas...» 40

Y el día que se amostace

y se le hinchen las narices,

a todos como a perdices

puede ser que los enlace:

a la fija ya se me hace 45

¡que han de chupar de Caracas!

háganse no más petacas...

que redepente don Justo,

si no los cuelga por gusto,

los estira en cuatro estacas. 50

Vayan no más por la oveja

(como él dice) los Porteños,

lléguense los pedigüeños

y ándenle siempre a la oreja,

lo verán como se deja 55

bolsiquiar alguna vez;

pero, a lo tigre después,

a Cristo, si se le allega,

del manotón que le pega

le baja la media res. 60

Ya ven que se los alvierto

a todos los adulones,

renegaos y mogollones,

anden con el ojo abierto;

porque el Diretor, de cierto, 65

hasta montar es blandito,

pero ya encima, repito,

que por más que les afloje,

el día que se le antoje,

les ha de limpiar el pito. 70

Nº 4

Vamos hablando formal y para los míos

Desde que comencé a escrebir esta Gaceta, creyendo merecer un agrado de todos, me veo en continuos apuros, pues cada vez que suelto el Gallo me aturden a quejas, a pesar del esmero que pongo para que lo lleven a las casas de todos los alistaos, ecétera, como me decía en un tiempo el comendante Yuan das Botas. -¿Se acuerdan?

Pues, sí, señor: muchas ocasiones me lamento y hasta reniego a veces de haber tomao el cargo de Gallero que tanto me calienta; pero luego me enfrío, moralizando en mi pecho el que quizás no seré yo sólo el único Gaucho apurao en el día y en esta tierra, aonde contemplo los aprietos en que se encuentra todo un señor Diretor de la docena del flaire, desde que se metió a organicista y custitucionero, pretendiendo solamente agradar a los Porteños, y luego afirmársele nada menos que ¡diez años! de la primera sentada a la silla inflada del Gobierno de la Ciudá: arrejando a salir patas arriba en un pueblo, que ya está acostumbrao a no aguantar un Gobernador diez años, sino a tener ¡diez Gobernadores por año! gracias a la organizadura que Vuecelencia le dio después de la zapallada de Caseros, ecétera, ecétera.

¡Qué barbaridá, la casaca por aonde le da! ¡y luego el empeño que pone el señor Diretor para hacer estirar la docena del flaire hasta catorce provincias y un pico para él! Pero ¡qué pico! nada menos que la ciudá de Buenos Aires, aonde V. E. parece que ya está aquerenciao, desde que es éste el pueblo que ha separao para venirse a gobernar holgadamente con la Custitutión, por la cual tendrá la facultá de hacer, si quiere, hasta tres provincias de ésta, y en ancas la mamada de disponer de la Aduana lechera, como así mesmo del Banco de la moneda, y últimamente de la obedencia de todo el porteñaje de casaca o de poncho; y al fin también del clubo, ese clubo encantador de las Porteñas lindas, con las cuales sueña Vuecelencia el que ya se les viene a bailarles la contradanza, etc., etc.

Después empezará la organizadura en regla, mandando que gaucho ninguno porteño o provinciano pueda nunca tomar un trago, ni jugar a la brisca, ni comer carne con cuero, porque los gauchos de Entrerríos así le obedecían en un tiempo; que ahora, sigún dicen, le han perdido el respeto a tal punto, que el otro día, ahí mesmo en San José de Flores, como sesenta Entrerrianos de la escolta de S. E. le alzaron el poncho, y lo echaron a la Pu...nta de San Fernando, y... ¡viva la libertá!

Dejuramente: ¿hasta cuándo quiere el señor Diretor que lo aguanten los pobres paisanos, y mucho menos que anden haciéndose matar por él, ni por naides, saliendo a campaña todos los días, trayendo sus caballitos y cangallas? ¿y carniando flaco cada tres días a veces, y sin pitar, ni tomar mate, mientras el Diretor viene en galera y con tres carretas de golosinas para él solo?¿O se presume ser más gaucho ni más hombre que naides? ¡Diaonde! Después que cayó D. Juan Manuel, es zonzo todo el que pretenda gobernarnos como quiere D. Justo; y cada criollo sabe ya que vale tanto como el que más, por la LEY y su derecho.

-Cabalito.

De balde ahora se nos viene haciendo el sarnoso por engatusarnos más con las galantías de la Custitutión Urquizana, y con galantías y todo nos tiene amolaos peliando unos con otros, comiéndonos las vacas y acabándonos los mancarrones, y sin poder acabar la guerra después de tanto crédito de que presumía cuando vino a voltiar a Rosas con los 25 mil hombres prestaos; y ahora salimos con que por junto ha mandao traír a los pobres Cordobeses, diciéndoles que venían solamente para amuchar, y el caso es, que con ellos está amuchando los dijuntos de la Recoleta... ¡qué lindo!

Vamos, el señor Diretor se presumió que porque los Porteños, ya cansaos de las guerras, para que se acabasen, le juyeron en Caseros, acá en el pueblo le han de recular, y ajuera le han de sufrir a la helada, mientras que Su Ecelencia noche por noche se lo pasa en las casas de San José de Flores, calientito bailando con las muchachas, ecétera.

-¡No te oigo! después que sacó las uñas en Palermo, asigún lo que nos cuenta el paisano Ceballos en la conversación de más abajito. Óiganle.

 

Diálogo

Que tuvieron en el Cuartel del Retiro el día 30 de mayo último, entre el paisano Salvador Ceballos recién pasao del campo enemigo, y Anselino Alarcón, soldao de la guerrilla de caballería del mayor Vila

Al fin, amigo Alarcón,

de golpe me le aparezco:

¡eh, pu...cha, que está gordazo

con los pastos!...

ALARCÓN ¡En el pueblo

usté, señó Salvador! 5

¿cuándo ha llegao, aparcero?

adelante, vengasé,

deme un abrazo primero:

y eche un trago.

CEBALLOS Vaya, amigo,

confortaremos el pecho 10

a su salú: ¿cómo está?

ALARCÓN Siempre alentao, aparcero,

y en este instante algo más

con el gustazo de verlo,

pues yo lo hacía en su pago 15

o en algún montejuyendo,

sigún lo que platicamos

la última vez.

CEBALLOS ¡Qué canejo!

si ahora como siete meses,

en la playa del rodeo, 20

un novillo de tres años

me atracó un golpe tan fiero

que me postró enteramente:

y estando en mi rancho enfermo,

vinieron los Urquizanos 25

que hoy mandan a los Porteños,

y de orden del Diretor,