Apología De Sócrates - Platón - E-Book

Apología De Sócrates E-Book

Platón

0,0
1,99 €

oder
-100%
Sammeln Sie Punkte in unserem Gutscheinprogramm und kaufen Sie E-Books und Hörbücher mit bis zu 100% Rabatt.
Mehr erfahren.
Beschreibung

<p>Sócrates comienza diciendo que no sabe si los atenienses (asamblea general) han sido ya persuadidos por los que lo acusan. Este comienzo es crucial para establecer el tema de todo el discurso, pues es frecuente que Platón comience sus diálogos socráticos exponiendo la idea general del texto. En este caso, el diálogo se abre con "¡Ciudadanos atenienses!, Ignoro qué impresión habrán despertado en vosotros las palabras de mis acusadores". Este ignoro sugiere que la filosofía expuesta en la Apología va a consistir enteramente en una sincera admisión de ignorancia, pues todo su conocimiento procede de su no saber nada: "Sólo sé que no sé nada".</p><p><br></p><p>Sócrates pide al jurado que no le juzgue por sus habilidades oratorias, sino por la verdad que estas convocan. A su vez, asegura que no va a utilizar ornamentos retóricos ni frases cuidadosamente preparadas, sino que va a decir en voz alta lo que se le pase por la cabeza, las mismas palabras que utilizaría en el ágora y en las reuniones, pero a pesar de esto demuestra ser un maestro en retórica, y que no es solo elocuente y persuasivo, sino que sabe jugar con el jurado. El discurso, que ha puesto a los lectores de su lado durante más de dos milenios, no consigue ganarle el juicio. Sócrates fue condenado a muerte, y ha sido admirado por su calma aceptación de ello.</p>

Das E-Book können Sie in Legimi-Apps oder einer beliebigen App lesen, die das folgende Format unterstützen:

EPUB
Bewertungen
0,0
0
0
0
0
0
Mehr Informationen
Mehr Informationen
Legimi prüft nicht, ob Rezensionen von Nutzern stammen, die den betreffenden Titel tatsächlich gekauft oder gelesen/gehört haben. Wir entfernen aber gefälschte Rezensionen.



UUID: 041f6c3a-c446-4355-ba4c-31b14fba7edf
Este libro se ha creado con StreetLib Writehttps://writeapp.io

Índice

Inicio

Inicio

No sé, atenienses, la sensación que habéis experimentado por las palabras de mis acusadores. Ciertamente, bajo su efecto, incluso yo mismo he estado a punto de no reconocerme; tan persuasivamente hablaban. Sin embargo, por así decirlo, no han dicho nada verdadero. De las muchas mentiras que han urdido, una me causó especial extrañeza, aquella en la que decían que teníais que precaveros de ser engañados por mí porque, dicen ellos, soy hábil para hablar. En efecto, no sentir vergüenza de que inmediatamente les voy a contradecir con la realidad cuando de ningún modo me muestre hábil para hablar, eso me ha parecido en ellos lo más falto de vergüenza, si no es que acaso éstos llaman hábil para hablar al que dice la verdad. Pues, si es eso lo que dicen, yo estaría de acuerdo en que soy orador, pero no al modo de ellos. En efecto, como digo, éstos han dicho poco o nada verdadero. En cambio, vosotros vais a oír de mí toda la verdad; ciertamente, por Zeus, atenienses, no oiréis bellas frases, como las de éstos, adornadas cuidadosamente con expresiones y vocablos, sino que vais a oír frases dichas al azar con las palabras que me vengan a la boca; porque estoy seguro de que es justo lo que digo, y ninguno de vosotros espere otra cosa. Pues, por supuesto, tampoco sería adecuado, a esta edad mía, presentarme ante vosotros como un jovenzuelo que modela sus discursos. Además, y muy seriamente, atenienses, os suplico y pido que, si me oís hacer mi defensa con las mismas expresiones que acostumbro a usar, bien en el ágora, encima de las mesas de los cambistas, donde muchos de vosotros me habéis oído, bien en otras partes, que no os cause extrañeza, ni protestéis por ello. En efecto, la situación es ésta. Ahora, por primera vez, comparezco ante un tribunal a mis setenta años. Simplemente, soy ajeno al modo de expresarse aquí. Del mismo modo que si, en realidad, fuera extranjero me consentiríais, por supuesto, que hablara con el acento y manera en los que me hubiera educado, también ahora os pido como algo justo, según me parece a mí, que me permitáis mi manera de expresarme quizá podría ser peor, quizá mejor y consideréis y pongáis atención solamente a si digo cosas justas o no. Éste es el deber del juez, el del orador, decir la verdad.