Aprender a convivir - Gloria Pérez Serrano - E-Book

Aprender a convivir E-Book

Gloria Pérez Serrano

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La obra, de lectura sencilla y muy práctica, se estructura en cinco grandes apartados. El primero aborda una aproximación conceptual al conflicto y a los conceptos asociados al mismo, así como a las causas que lo determinan. El segundo se dedica a la mediación como una vía privilegiada, aunque no única, para la búsqueda de soluciones. El tercero, se centra en el estudio de los conflictos y la violencia en el ámbito escolar, presentando resultados de investigaciones recientes, que muestran la panorámica existente en España sobre el tema. El cuarto apartado, ofrece al docente más de 30 técnicas para resolución de conflictos, perfectamente descritas, que puede utilizar directamente con sus alumnos en el aula. Estas técnicas se agrupan en tres grandes bloques: técnicas de Análisis y Diagnóstico, técnicas de Comunicación y Negociación y técnicas de creación de buen Clima a través de la Convivencia.

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Seitenzahl: 179

Veröffentlichungsjahr: 2023

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Aprender a convivir

EL CONFLICTO COMO OPORTUNIDAD DE CRECIMIENTO

Gloria Pérez SerranoMª Victoria Pérez de Guzmán Puya

NARCEA, S. A. DE EDICIONES MADRID

Índice

Introducción

1. Aproximación al conflicto

Origen de los conflictos

Qué es un conflicto

Diferencias entre violencia, agresividad y agresión

Causas de los conflictos

Tipos, fases y elementos del conflicto

Actitudes ante los conflictos

A modo de síntesis

2. Prevención y gestión del conflicto. La Mediación

Qué es la mediación: Tipos y fases de la mediación

La figura del mediador

A modo de síntesis

3. Violencia, conflictos y mediación en la escuela...

Conflictos en la escuela

La violencia en las instituciones educativas: Figuras de la violencia

Panorama de la situación en España

Rasgos identificadores de conductas conflictivas

Conductas disruptivas

Conductas indisciplinadas

Desinterés académico

Conductas antisociales

El Bullying en nuestras aulas. La violencia invisible

Resolución de conflictos y mediación escolar

La educación entre pares. El alumno ayudante y mediador escolar

El papel del profesor

A modo de síntesis

4. Técnicas para trabajar la no violencia y la resolución de conflictos

Sugerencias para aplicar las técnicas

Técnicas para resolver conflictos y aprender a convivir

1. Técnicas de Análisis y Diagnóstico:

Las nominaciones

Identificación de conflictos

Necesidades e intereses

Causa-efecto

Los cinco dedos

El conflicto: una oportunidad

Culpar a la víctima

Quien soy yo

Autoestima

2. Técnicas de Comunicación y Negociación:

Tú dices... yo digo...

Ideas y sentimientos sobre el conflicto.

La escalera del enfado

Los cuadrados

La ayuda

Resolución de conflictos

Brazo roto

Mediación entre pares

Comprender el punto de vista del otro

3. Técnicas de creación de buen Clima a través de la Convivencia:

La convivencia

Mi clase ideal

Buscar lo positivo

Elaboración de normas de convivencia

Anti-estrés

Taxi-taxi

Conflictos innecesarios

Prejuicios y discriminación

Doble cara del conflicto

5. Epílogo. Aprender a convivir.

La convivencia en la escuela

Cómo implicar al alumnado

Propuestas para aprender a convivir: El centro educativo, los profesores y los alumnos

Bibliografía

Introducción

El conflicto es un signo de que existen verdades más amplias y perspectivas más bellas. A.N. WHITEHEAD

La conflictividad es uno de los problemas ejes de nuestro tiempo. Junto con otros temas como el medio ambiente y la globalización, constituyen una preocupación creciente. Este milenio se caracteriza por un profundo proceso de transformación social, lo que está originando fuertes sentimientos de incertidumbre, tanto a nivel individual como colectivo.

Manejar la incertidumbre, en palabras de J. C. Tedesco (1998: 20), «(...) se ha convertido en uno de los desafíos más importantes que enfrentan a las personas y a las sociedades». Dicha incertidumbre, afecta a todos los sectores, con especial repercusión en el mundo educativo. En este sentido, el conocimiento, como capital invisible, es el arma más poderosa para responder con flexibilidad a las demandas y exigencias de una transformación constante.

En la actualidad, los conflictos se han incrementado en todos los sectores de la vida social: familia, escuela, trabajo, medios de comunicación, etc. Se habla de conflictos a nivel local, nacional e internacional; entre los países del norte y del sur. Esta situación nos lleva a buscar mecanismos que faciliten el consenso.

Los conflictos se extienden no sólo al campo del conocimiento sino también al de las relaciones internacionales, sociales y personales. Se podría afirmar, que la conflictividad se ha incrementado en todos los ámbitos de la vida, por lo que la institución escolar debe preparar a los sujetos para aprender a convivir de forma pacífica.

En los últimos años, se ha podido constatar cómo ha ido aumentando el número de alumnos procedentes de otras culturas, con normas y patrones de convivencia diferentes. Este hecho enriquece la diversidad cultural pero, a la vez, a nadie se le escapa que la convivencia es más difícil en una cultura heterogénea que en una cultura homogénea. Las relaciones humanas en los centros escolares son cada vez más complejas y los conflictos surgen con mayor facilidad y con mayor frecuencia. Esta situación de facto; no es en sí misma ni positiva ni negativa, pues también ofrece una oportunidad para el enriquecimiento y el desarrollo personal.

Los conflictos y la violencia en las instituciones escolares no suelen responder a una causa única, sino que se trata de un problema proveniente de una etiología múltiple. Se trata de una situación multicausal, producida por el entrelazado de las relaciones humanas, puesto que los problemas que mayor repercusión tienen en la vida de las personas son los más complejos y difíciles de resolver.

A lo largo de la última década se ha producido un incremento de los conflictos y la violencia en los centros educativos, según muestran las estadísticas. Aunque siempre han existido problemas de convivencia en cualquier grupo-clase, en estos momentos se vive un cierto alarmismo al que debemos prestar atención, aunque sin llegar a situaciones extremas. Hoy es preciso que educadores y docentes sean capaces de responder a este panorama contemplando la diversidad cultural. Por ello, deben formarse continuamente con el fin de aportar la respuesta más adecuada a las nuevas situaciones.

En el ámbito escolar, muchos docentes creen que los conflictos solamente se pueden resolver elaborando un buen reglamento de disciplina interna, con su correspondiente comisión de seguimiento, encargada de velar por su cumplimiento. En él aparecen tipificadas las conductas, así como su levedad o gravedad y las sanciones adecuadas a cada caso. Piensan que aplicando el reglamento se solucionará todo.

Un tema de conversación frecuente entre los profesores, sobre todo en Educación Secundaría, es el de la disciplina, la violencia y los conflictos escolares. Les preocupa la elaboración de un buen diagnóstico. Ante esta situación, se tiende a generalizar que los jóvenes no son disciplinados y presentan conductas violentas. Es como si comparáramos la escuela con un hospital donde todos están enfermos. Es importante buscar la etiología de los problemas, si queremos encontrar la solución adecuada.

Desde el Estado, en España, se aprobó el Real Decreto 19/2007, de 23 de enero, por el que se adoptaban medidas para la elaboración y aprobación del Plan de Convivencia de los Centros Educativos sostenidos por fondos públicos, a excepción de los universitarios. Se estableció un conjunto de actuaciones orientadas a la mejora de la convivencia escolar. En este texto, concretamente en el artículo 4 podemos leer: "los centros educativos elaborarán y aprobarán un plan de convivencia en el que se incluirán las normas de convivencia, tanto generales del centro como particulares de cada aula, y todas las medidas y actuaciones que desarrollarán éstos para prevenir, detectar, tratar y resolver los conflictos que pudieran plantearse, así como otras actuaciones para la formación de la comunidad educativa en esta materia".

Las medidas adoptadas a nivel legislativo son necesarias; si bien, cada vez se están haciendo más visibles los hechos conflictivos y violentos que se producen en los centros escolares. Es tema frecuente en las conversaciones de los profesores y, también, en los medios de comunicación. Si bien, la vida cotidiana en los centros educativos se desarrolla con normalidad y los hechos violentos se producen de manera puntual.

Los profesores se esfuerzan día a día por crear un buen clima educativo que favorezca el proceso de enseñanza-aprendizaje. En este proceso es preciso implicar a toda la comunidad educativa y hacerles concientes de la responsabilidad que debe asumir cada uno, con especial incidencia en la familia. Ésta no puede desentenderte de la educación de sus hijos y descargarla totalmente en el centro educativo.

Es importante examinar los lazos existentes entre la familia y la escuela, para conocer y analizar el reparto de responsabilidades entre ambas instituciones, así como el papel que juegan cada una de ellas en la resolución de los conflictos.

Las instituciones educativas deben tener presente que los conflictos han existido siempre y seguirán existiendo. El profesorado debe trabajar con los alumnos a fin de identificar los conflictos escolares y enseñarles a buscar, conjuntamente, la mejor solución a los mismos. Es sumamente importante crear un clima educativo orientado a la prevención. Pero cuando el conflicto se produce es preciso intervenir para atajarlo del mejor modo. El reto que se le plantea al profesor es cómo debe afrontar y resolver los conflictos de manera constructiva.

En este libro ofrecemos una información actualizada sobre el tema, así como recursos y estrategias que ayuden al profesorado tanto a prevenir y diagnosticar los conflictos como a resolverlos. De esta manera, podrán comprender mejor las causas que los han originado y buscar el mejor procedimiento de resolución de los mismos a través de herramientas teóricas y metodológicas adecuadas.

Este libro persigue formar a los educadores y a los profesionales de la educación para que tomen conciencia de esta situación y dediquen sus esfuerzos a enseñar a los alumnos, tal y como se ha indicado, ya que el conflicto no es ni positivo ni negativo, sino que como indica el aforismo chino «el conflicto es una oportunidad de crecimiento». No podemos ignorar que existen conductas disruptivas y violentas a las que no podemos cerrar los ojos y que el profesorado debe afrontar, buscando la respuesta más adecuada desde una perspectiva educativa.

En esta obra se presenta en primer lugar una visión global de los conflictos en la sociedad, para centrarse, posteriormente, en el ámbito escolar. Hemos dedicado una especial atención a la precisión conceptual de términos que se utilizan, en ocasiones, como sinónimos; si bien encierran en sí matices diferentes.

El libro se estructura en cinco grandes apartados. El primer capítulo aborda una aproximación conceptual a los conflictos y a los conceptos asociados al mismo, así como a las causas que los determinan. El segundo se dedica a la mediación como una vía privilegiada, pero no única, para la búsqueda de soluciones. El tercero, se centra en el estudio de los conflictos y la violencia en el ámbito escolar. Presentamos, así mismo, los resultados de investigaciones recientes, que muestran la panorámica existente en España sobre el tema. Uno de sus apartados aborda el maltrato entre iguales (bullying), así como la mediación entre pares.

Se ha elaborado un cuarto capítulo destinado a ofrecer al profesor, recursos, técnicas y herramientas que pueden serle útiles para trabajar sobre este tema. Estos recursos se han agrupado en tres grandes bloques: técnicas de análisis y diagnóstico, técnicas de comunicación y negociación y técnicas de creación de buen clima a través de la convivencia.

Finalmente, el último capítulo, el epílogo, se destina a indicar pautas para aprender a convivir y aporta sugerencias para crear un buen clima educativo.

En definitiva el libro, presenta tanto una reflexión teórica sobre los conflictos y la violencia en las aulas, como herramientas prácticas para trabajar con los alumnos. No tratamos este tema por esnobismo, sino por nuestra preocupación constante por ofrecer una formación de calidad en un asunto que tiene una gran incidencia e importancia en el ámbito educativo.

1. Aproximación al conflicto

La negación del conflicto es la negación de la convivencia en sí misma.

La interacción personal que se genera en el proceso de socialización puede dar lugar a conflictos. Su adecuada resolución repercute en el crecimiento personal y en el aprendizaje. El conflicto y la gestión del mismo, se hayan vinculados al contexto cultural. Existen una serie de elementos que contribuyen a generar conflictos sociales, entre los que se pueden mencionar:

Un contexto sociocultural degradado y empobrecido propicia la exclusión social. La carencia de recursos genera situaciones de marginación.

El entorno multicultural en el que no están integradas las diferentes etnias y culturas, puede ser un caldo de cultivo de acciones violentas.

Construcciones urbanísticas de emergencia, de aluvión, mal planificadas y equipadas, situadas generalmente en los cinturones de las grandes ciudades.

La no existencia de fuerzas vivas creadoras de identidad local.

La perspectiva histórica del conflicto ha evolucionado a lo largo del tiempo desde una visión judeocristiana (antes y después de Cristo) de carácter dualista, pasando por el positivismo (en torno al siglo XIX) hasta el enfoque constructivista (s. XX y XXI).

La corriente constructivista aporta una óptica positiva del conflicto y una visión de la realidad desde múltiples perspectivas, en las que cada una de ellas no son excluyentes sino complementarias. Esta complementariedad enriquece la visión de la realidad. Se percibe el conflicto como algo natural asociado a la dinámica de la vida cotidiana. No tiene por qué ser algo negativo, sino que se puede contemplar como una oportunidad para generar cambios deseables.

Estos aspectos, la visión dual (tradicional) y la perspectiva objetiva (positivismo), han influido notablemente en la interpretación del conflicto en nuestro contexto cultural. Tal y como indica Del Campo (2002: 165): "Otorgar papeles de buenos y malos o entrar en una lógica de perdedores y ganadores, ha supuesto entender el conflicto como una situación negativa y rechazable, impidiendo aprovechar las potencialidades que éste puede presentar si se le atribuye un sentido positivo, vinculado al desarrollo y enriquecimiento personal".

Este capítulo aborda el conflicto y sus orígenes. Del mismo modo, se presenta una aproximación conceptual, a la vez que se señala la diferencia entre términos afines. Se analizan las causas que influyen directamente en su surgimiento. Finalmente, se hace hincapié en las actitudes que los sujetos muestran ante los mismos.

Origen de los conflictos

El conflicto es inherente a la condición humana. Es importante afrontarlo e intentar resolverlo en el momento en que se produce y no esperar que se resuelva por sí mismo o que el tiempo se encargue de resolverlo. Si se prolonga en el tiempo éste seguirá aumentando como una bola de nieve, y afectará no sólo a las personas implicadas en un primer momento, sino que se proyectará en las relaciones de otros miembros de la comunidad. En muchas ocasiones, la discusión o «lo que hace saltar la chispa» no refleja el problema planteado en el momento, sino que tiene su origen en conflictos anteriores no resueltos.

Generalmente, el conflicto se asocia a términos negativos como hostilidad, guerra y violencia. Se producen conflictos cuando existe un desacuerdo o diferencia de opiniones, intereses o necesidades entre las personas. El desacuerdo puede variar en intensidad, según la postura de los implicados. Puede producirse por una pequeña molestia, hostilidad o por una diferencia de opiniones hasta llegar a una pelea y/o enfrentamiento total.

Existen conflictos en todos los grupos humanos. Se producen en las relaciones entre las personas y los grupos (desprecio, agresividad, afán de protagonismo, de poder, de reconocimiento...); por la forma de ser de las personas (problemas de identidad, tensiones...); por la actitud ante el trabajo y la falta de responsabilidad para asumir las tareas (apatía, desmotivación, envidia...).

Es un fenómeno natural, inherente a la condición humana que, si se resuelve favorablemente supone una oportunidad para aprender. Si se busca una solución satisfactoria es imprescindible que las partes implicadas tomen conciencia de su existencia, decidan afrontarlo, dediquen el tiempo necesario e intenten buscar soluciones implicando a las partes. Ahora bien, un conflicto que se alarga en el tiempo es más difícil de solucionar.

Todos los miembros de la comunidad deben ser conscientes de su responsabilidad para resolver los conflictos, dado que éstos no se resuelven si no cooperan todos y si no toman parte activa en la búsqueda de soluciones. También se debe tener en cuenta que quien agrede minimiza el conflicto, en tanto que el agredido lo exagera.

Existen diferentes formas de gestionar los conflictos. Según Amorós y Del Campo (2000), pueden agruparse en tres categorías:

Acuerdos entre partes.

Las partes implicadas en el conflicto se pondrán de acuerdo para buscar una solución de manera consensuada y sin la intervención de otros participantes.

Procesos mediados.

Los implicados tienen la voluntad de llegar a un acuerdo pero no son capaces de alcanzarlo por sí mismos. Intervendrá una persona, objetiva y neutral, con el fin de obtener un acuerdo satisfactorio para las partes y resolver el conflicto.

Soluciones de autoridad.

Intervendrá una persona con autoridad que impondrá la solución que determine en función de la norma establecida.

Apelar a la jerarquía para resolver los conflictos, en muchas ocasiones no contribuye a su resolución, sino más bien a cumplir las normas establecidas. Esta falsa solución, por imposición, suele ser fuente de nuevos conflictos.

Se debe tener en cuenta que un conflicto se considera un proceso que requiere de un tiempo, por lo que su resolución no debe entenderse sólo como una acción puntual y concreta que acabará con todos los problemas.

En los adultos la resolución de conflictos presentan ciertas dificultades, al ponerse en juego sus propios intereses, marcados por el estatus que ocupan. El método de resolución de disputas viene determinado por el protagonismo adoptado por cada uno. Por lo tanto, para resolver un conflicto hay que:

Tomar conciencia de que existe.

Aceptarlo como tal (no ignorarlo). No minimizar el conflicto.

Tratar de involucrar a los implicados para intentar resolverlo.

Aceptar, si es preciso, una instancia mediadora para restablecer la comunicación, que ayude a las partes a generar alternativas de solución satisfactorias.

Para resolver los conflictos es importante partir del concepto de la igual dignidad de los seres humanos; sin sentirse unos superiores a los otros. Si no se logra percibir al otro como un ser igual a uno mismo, el conflicto no se resolverá. Si contemplamos al otro como objeto, con una visión deshumanizada, no sólo no se resolverá el conflicto sino que podrán aparecer, con más facilidad, manifestaciones de violencia. Los implicados en el conflicto tienen que tener una predisposición positiva para resolverlo.

Existen aspectos que favorecen y otros que no favorecen la resolución de conflictos. En el cuadro que sigue enumeramos los más importantes.

ASPECTOS QUE FAVORECEN

ASPECTOS QUE NO FAVORECEN

Humildad.

Respeto al punto de vista de los demás, aunque no coincida con el propio.

Amonestar.

Molestar a una persona en público.

Tolerancia y ayuda

para los miembros con dificultad de comunicación.

Intolerancia.

No respetar la opinión de los demás.

Autocontrol.

Paciencia y buena voluntad para escuchar el punto de vista ajeno. Control de las emociones.

No controlar

las emociones y los sentimentos. Provocar a los demás generando violencia. Alterarse.

Confianza.

Presuponer la honestidad y la sinceridad de los otros.

Desconfiar

de los otros.

Honestidad.

Ser francos al expresar las opiniones.

Falta de veracidad

o sinceridad. Insultar hiriendo a los demás.

Cuando la resolución de conflictos afecta a un grupo o comunidad, sus componentes deben tener la convicción de que la solución irá en beneficio de todos. Es conveniente recordar de vez en cuando que el bien común está por encima del bien particular y que, por tanto, los problemas afectan a todos y es imprescindible resolverlos para establecer la armonía.

Para saber actuar ante un conflicto se deben tener en cuenta una serie de aspectos:

Causas

que lo provocan. Muchas veces vienen generadas por luchas de poder.

Los

protagonistas.

Cómo viven el conflicto los implicados.

El

contexto

en el que se produce.

Estamos viviendo en una sociedad en la que las conductas agresivas y competitivas se reflejan en el comportamiento cotidiano y en los diferentes ámbitos, como la calle, los medios de comunicación, los grupos sociales y políticos e, incluso, en muchas familias.

Conviene partir de la base de que el conflicto es inevitable. Si bien, no siempre implica violencia. Si se resuelve de modo positivo hace crecer a las personas. Hay que tener en cuenta que la violencia es una respuesta aprendida y que se pueden resolver los conflictos a través del diálogo.

En el cuadro que sigue, mostramos qué se debe hacer o no hacer cuando existe un conflicto.

DEBE HACERSE

NO DEBE HACERSE

Entender el conflicto como algo natural.

Evitar el conflicto.

Afrontar los conflictos de manera inmediata.

Dejar que el tiempo los solucione.

Intentar analizar y comprender el problema y hacerse entender.

No prestar atención al problema.

Escuchar activamente.

Interrumpir a quien está hablando.

Identificar las necesidades e intereses de cada parte.

No tener en cuenta los intereses y necesidades de la otra parte.

Argumentar en primera persona (yo he entendido...).

Partir de suposiciones y tratar de hacer juicios o culpabilizar a los demás.

Tener en cuenta las reacciones emocionales.

Dar riendas sueltas a las emociones.

Centrarse en el problema y no en la persona.

Centrarnos en los rasgos de las personas y no en el problema.

Mantener una actitud abierta para buscar soluciones.

Imponer nuestro punto de vista desde una postura cerrada.

Verificar si se ha entendido el mensaje.

No verificar si se ha entendido el mensaje.

Solicitar ayuda en caso de necesitarla.

Imponer un acuerdo.

Tratar de solucionar el conflicto entre los implicados y, si es preciso, buscar un mediador neutral.

No dejar intervenir a personas ajenas al conflicto.

Tal como se ha indicado: el conflicto es como el agua, se necesita para vivir y también para el progreso. Pero cuando existe demasiada agua en un lugar equivocado, hay que construir puentes y canales para evitar la catástrofe. Pues bien, construir puentes y canales para que los conflictos no deriven en catástrofes, es lo que llamamos negociación.

Qué es un conflicto

El conflicto ocurre cuando dos o más valores, perspectivas u opiniones son contradictorias y se persiguen diferentes objetivos incompatibles para diferentes personas o grupos. Es una situación que produce falta de unidad.

La definición anterior presenta los siguientes rasgos:

Divergencia de intereses.

Convencimiento de que las aspiraciones u objetivos de las partes no pueden lograrse simultáneamente.

Inherente a la naturaleza humana.

Es un fenómeno normal que se produce entre los grupos, comunidades y pueblos, que posee potencialidades positiva y puede tanto poner en crisis como fortalecer las relaciones.

Incompatibilidad.

Exclusión de dos o más elementos de un conjunto, donde juegan un papel muy importante las emociones y los sentimientos. Los intereses puede ser incompatibles o percibidos como tales.

Este concepto generalmente se asocia con una idea negativa, al entenderlo como sinónimo de violencia, como algo a corregir y, sobre todo, a evitar. También existen personas que se consideran conflictivas, debido a su actitud y/o comportamiento. Sin embargo, violencia y conflicto no son conceptos idénticos, aunque cuando en una situación no aparece violencia, tendemos a pensar que no existe conflicto; si bien, no toda divergencia o disputa implica un conflicto. Se pueden solucionar estableciendo canales más fluidos de comunicación que posibiliten llegar a acuerdos y compromisos.