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Este libro presenta con rigor y sistematización los aspectos teóricos y prácticos de la Acción Sociocultural y aborda con gran precisión la figura del animador así como los diferentes ámbitos y técnicas de su intervención. El animador está llamado a desempeñar un papel clave como dinamizador de grupos en diferentes ámbitos y estadios de la vida: infancia, juventud, personas adultas y mayores. Así como en el uso adecuado del ocio y el tiempo libre, y el desarrollo de la comunidad, potenciando la solidaridad, la participación y la ayuda mutua.
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Seitenzahl: 223
Veröffentlichungsjahr: 2023
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Buenas prácticas de Acción Sociocultural
Gloria Pérez Serrano y M.a Victoria Pérez de Guzmán Puya
NARCEA, S. A. DE EDICIONES MADRID
PRÓLOGO, de Stella Mastriano
INTRODUCCIÓN
1/ EL ANIMADOR SOCIOCULTURAL
¿Quién es el animador sociocultural?
Etapas en el origen del animador
Perfil del animador sociocultural
Características generales
Cualidades personales
Tipos de animadores socioculturales
Formación del animador
Niveles de formación
Contenidos
Metodología
Competencias del animador sociocultural
Evolución del concepto de competencia
Competencias de acción del profesional de la animación
2/ ANIMACIÓN INFANTIL Y JUVENIL
Infancia, juventud y animación sociocultural
Características del niño y del joven
Recursos para la animación infantil y juvenil
Propuestas socioeducativas para la animación sociocultural infantil y juvenil
3/ ANIMACIÓN SOCIOCULTURAL CON ADULTOS Y PERSONAS MAYORES
¿Quiénes son los adultos y los mayores? Características
La capacidad de aprender
Intervención socioeducativa con adultos y mayores. Recur-sos para la animación
La ciudad como espacio socioeducativo
Algunas actividades a realizar con personas adultas y mayores
Grupos de debate
Taller sobre el decálogo de mayores
Encuentros intergeneracionales
Actividades lúdico-deportivas
Los juegos de nuestra infancia
Abuelos como narradores
Medios de comunicación
4/ DESARROLLO COMUNITARIO
Perspectiva histórica
Políticas de desarrollo comunitario
Concepto y objetivos
Presupuestos, requisitos y fases del desarrollo comunitario
Desarrollo humano local
El líder, constructor de la comunidad
Desafíos del desarrollo comunitario
5/ TÉCNICAS DE CONOCIMIENTO
Autobiografía
El árbol
Refuerzo positivo
Diario personal
Motes positivos
Publicidad de uno mismo
El tesoro humano
El mensaje de la mano
Bazar mágico
Inventar historias
Conocer a los demás
Cacería de palabras
Los regalos
Telaraña
6/ TÉCNICAS DE COMUNICACIÓN Y RESOLUCIÓN DE CONFLICTOS
Comunicación no verbal
Buenas noticias
Situarse en el lugar del otro
La vida diaria
Juego de roles
Sensibilización
El puzzle
Aprendizaje cooperativo
Resolución de conflictos
Negociación
El ideal de mi vida
El consenso
7/ TÉCNICAS DE INVESTIGACIÓN Y DE APLICACIONES MÚLTIPLES
Estudio de casos
D.A.F.O.
Grupos de discusión
Análisis causa-efecto
Análisis de un problema
Taller
Juego de cartas
Trabajar un texto
Relato de historia
Tarjetas
Cuentos
Trabajo con fotografías
Cinefórum
Las viñetas
Los refranes
BIBLIOGRAFÍA
En su último informe, el Programa para el Desarrollo de las Naciones Unidas resalta el papel de la cultura como una contribución específica al desarrollo de las libertades y de los pueblos. Potenciar la cultura no significa tan sólo incrementar el nivel educativo, sino también el desarrollo global de la población. A lo largo de la historia se ha constatado la vinculación existente entre desarrollo cultural y desarrollo económico. La pobreza se manifiesta en la carencia de recursos materiales y de nivel cultural que impide participar en actividades diversas y formar parte de los diferentes grupos humanos. La falta de una cultura básica niega posibilidades de participación.
Por tanto, la riqueza cultural es uno de los valores principales de las personas, lo que incide de forma decisiva en su desarrollo no sólo económico, sino también personal y social. Este capital invisible se ha convertido en la fuerza motora capaz de dinamizar y transformar las sociedades y los pueblos que lo poseen, aunque también contribuye a hacer más visible la brecha norte-sur. El desarrollo se encamina a fomentar las potencialidades de las personas, tanto desde la perspectiva individual como social.
Este libro se vertebra en torno a la figura de un profesional cada vez más demandado en la actualidad porque sus prácticas y acciones son cada vez más necesarias. Su buen hacer tiene como finalidad extraer de cada sujeto lo mejor de sí mismo, con el fin de tomar en consideración la dignidad de la persona en todos sus ámbitos y dimensiones, para hacerle consciente tanto de sus derechos como de sus deberes.
La Animación Sociocultural es una metodología de intervención que persigue como objetivo fomentar la participación de los implicados en su propio desarrollo. Ha cobrado gran relevancia en los últimos años vinculada a las transformaciones sociales, con la finalidad de contribuir al bienestar social. Trata de atender a las necesidades e intereses de la población, a la vez que dar respuesta a nuevas situaciones individuales y colectivas.
Es un ámbito que presenta gran atractivo para los jóvenes tanto por los principios sobre los que se sustenta -participación, solidaridad y transformación de la sociedad-, como por la metodología innovadora que utiliza al conceder protagonismo a los implicados y «dar voz a los que carecen de ella», así como por los recursos, técnicas, dinámicas y estrategias que emplea para conseguir sus finalidades. Constituye un desafío para los jóvenes comprometidos en un futuro mejor.
La Animación Sociocultural fomenta la comunicación, el encuentro interpersonal y la afectividad; revaloriza la vida asociativa y hace surgir entre los individuos una red de relaciones que entretejen y hacen emerger los valores comunitarios.
En la actualidad, la Unión Europea, desde la Red de Educación, está animando a los diferentes países a impulsar la figura del animador sociocultural, como un profesional capaz de responder a las nuevas exigencias que demanda la sociedad. Surge, por tanto, como un profesional que cubre espacios emergentes y que desempeña funciones y tareas que emanan de los nuevos modos de vida de los ciudadanos.
La Unión Europea (2004) concibe al animador sociocultural como «el profesional que, utilizando una tecnología social basada en una pedagogía participativa, facilita el acceso a una vida más creadora y más activa con mayor participación y comunicación con la colectividad de la que forma parte. Potenciando, en consecuencia, la autonomía personal y grupal, la relación interactiva con otras personas, la integración en un entorno sociocultural y la correspondiente capacidad para transformar este entorno».
Desde una perspectiva integral e integradora, las competencias que se le demandan se centran en cuatro dimensiones: saber (técnica), saber hacer (metodológica), saber estar (participativa y social) y saber ser (personal). Todas son igualmente importantes al complementarse. Estas competencias constituyen la base de su labor. El profesional priorizará una u otra en función de las situaciones a resolver y las características de la población con la que trabaje.
El animador sociocultural es un profesional que, por la labor que está llamado a desempeñar, precisa de una formación amplia, compleja y completa. Debe formarse constantemente, puesto que la sociedad cambia a un ritmo vertiginoso y tiene que enfrentarse a gran variedad de circunstancias. Por lo que necesita un sustrato de formación teórico-práctica que le proporcione recursos y herramientas con el fin de dar respuesta a situaciones imprevisibles.
Los ámbitos en los que desarrolla su profesión son muy diversos. Desde la perspectiva de edad abarca todos los sectores de la población a lo largo de la vida. Desde esta óptica, se puede hablar del animador infantil, juvenil, de personas adultas y mayores. Campos que se abordan en esta obra con gran maestría.
Los Organismos Internacionales están impulsando la Animación Sociocultural en adultos y personas mayores desde el punto de vista de la educación permanente, con objeto de fomentar la calidad y el bienestar de los ciudadanos. Cabe destacar la celebración reciente de la Conferencia Mundial sobre el Envejecimiento, en la que se menciona la importancia de la intervención social para mantener activas las potencialidades del sujeto y propiciar, de este modo, el envejecimiento activo.
Por tanto, el animador está llamado a desempeñar un papel clave como dinamizador de grupos y comunidades en diferentes ámbitos. Mención especial merece su contribución al uso adecuado del ocio y el tiempo libre, así como al desarrollo de la comunidad. Desde esta visión, la filosofía del desarrollo comunitario potencia la solidaridad, la participación y la ayuda mutua. Fomenta la colaboración de la comunidad en la transformación y mejora de sus realidades concretas, a partir de sus propios recursos, con el fin de extraer el máximo provecho. Cada participante deberá contribuir con lo mejor de sí mismo para, de este modo, sentirse protagonista de su propio desarrollo.
Aunque el animador sociocultural realiza su función tanto en el ámbito rural como en el urbano, es en este último, debido a la concentración de población, en el que aparecen más necesidades de intervención, la exclusión social se hace más incisiva y determinados sectores se muestran más vulnerables. La gran ciudad, debido a sus grandes moles de edificios, tiende a expulsar de sí misma hacia los arrabales a los sectores más débiles. Esta obra muestra la importancia de la ciudad como espacio educativo; es decir, como ciudad educadora. Para conseguir esta finalidad se precisa la colaboración de todos los ciudadanos y, de un modo especial, de las organizaciones, los políticos y profesionales encargados de gestionar los diferentes recursos.
En ella conviven gran variedad de culturas y etnias, lo que aporta una perspectiva multicolor que aparece como el arcoiris en el que se reflejan las diferentes situaciones que viven sus habitantes. La realidad pluricultural que muestran hoy nuestras ciudades ofrece una oportunidad de gran interés a la vez que plantea problemas en ocasiones de difícil solución. Presenta, así mismo, el gran desafío de integrar armónicamente la diversidad y riqueza que aportan las personas que en ella conviven.
La ciudad, entendida como un recurso, debe contribuir, en la medida de lo posible, a fomentar la relación, el intercambio y la comunicación, lo que constituye un desafío para la Animación Sociocultural y un reto para el trabajo del animador. Una ciudad educadora será aquella que promueva las mejores iniciativas culturales y educativas. Civismo y ciudadanía nos comprometen a todos y comprometen a la ciudad.
Sin lugar a dudas, El Animador. Buenas prácticas de Acción Sociocultural es una obra de carácter práctico que intenta ofrecer recursos para trabajar a través de la metodología de la Animación Sociocultural. En ella se presentan diferentes dinámicas, técnicas y recursos que ayudan al animador a llevar a cabo sus buenas prácticas, orientadas a potenciar a las personas a quienes van dirigidas.
Es un honor para mí prologar esta obra de carácter científico, que ha sabido conjugar tanto aspectos teóricos como prácticos con gran rigor y sistematización. Quisiera referirme a la misma desde una doble perspectiva: el contenido y la forma. Desde el punto de vista del contenido, se ofrece una exhaustiva bibliografía con las publicaciones relevantes sobre el tema, así como las investigaciones realizadas en torno al mismo. Más aún, la obra es en sí misma una investigación. Se aborda con gran precisión la figura del animador sociocultural, así como diferentes ámbitos y técnicas de intervención. En cuanto a la forma, conviene subrayar que se lee con facilidad al despertar el gusto y la curiosidad por asomarse al capítulo siguiente.
Esta obra constituirá un hito y un punto de partida que será referencia obligada para los que trabajen o se interesen por este campo de la acción sociocultural.
STELLA MATRIANO Presidenta del Consejo Mundial de EducaciónWord Council and Instruction
«La verdadera filosofía es reaprender a ver el mundo» MERLEAU-PONTY
El informe UNESCO: Aprender para el Siglo XXI, señala cuatro pilares de la educación del futuro: aprender a conocer, aprender a actuar, aprender a vivir juntos y aprender a ser. En esta ocasión se presta una especial atención a «aprender a vivir juntos», a convivir, dado que nos movemos en la órbita de la Educación Social. No se puede hablar de esta dimensión de la educación sin hacer alusión a las relaciones humanas, la comunicación entre las personas y la convivencia.
Aprender a convivir es una exigencia de la sociedad actual cada vez más multicultural, rica y diversa. Estas nuevas circunstancias están creando a veces problemas de difícil solución. Por ello, es importante educar no sólo para respetar sino también para valorar la diversidad. Exige cultivar actitudes de apertura, interés positivo por la diferencia y respeto por la diversidad.
Lo interesante en este proceso es que la construcción de este camino cambia tanto a los que lo hacen como a los que se destina. El animador sociocultural, como constructor de la comunicación y de las relaciones sociales, se convierte en un profesional cada vez más demandado. Aprender a vivir juntos, «a convivir», desarrolla las potencialidades del ser más profundo y originario de la persona. Aprendemos a dialogar, a estar con el otro, a valorarlo y a disfrutar de su compañía. Este objetivo exige aprendizaje, ejercicio y práctica. Desde esta óptica, se puede crear y recrear una cultura genuina de la paz, la tolerancia y la democracia.
La sociedad actual se preocupa por la calidad en los más diversos ámbitos de la existencia. Es una demanda de nuestro tiempo, que afecta a todos los sectores de la vida y, sobre todo, a la educación. No se puede hablar de calidad sin hacer referencia al elemento nuclear: formar profesionales de calidad. Es decir, animadores, que sepan dar respuesta a las demandas de nuestro tiempo y, además, sean capaces de anticiparse creativamente al futuro. Individuos y pueblos necesitan ser cada vez más creativos.
El animador sociocultural precisa de una formación global de carácter teórico-práctico, con especial incidencia en los valores, conocimientos y destrezas, requeridos para la promoción de los derechos humanos, la democracia, la paz y el desarrollo. Este profesional no puede mirar la vida sólo desde su especialidad, ni contemplar el horizonte sólo desde el marco que le permite otear su ventana. Puede resultar pertinente, en esta ocasión, el lema de los ecologistas: «pensar globalmente y actuar localmente». Se prevén unas expectativas favorables para esta profesión, puesto que ha surgido en respuesta a demandas sociales concretas y a necesidades que no estaban cubiertas por otros agentes.
La finalidad de esta obra consiste en profundizar en la figura del animador como profesional competente capaz de actuar en los diferentes ámbitos y sectores sociales, utilizando técnicas pertinentes para las buenas prácticas de acción sociocultural.
El primer capítulo presenta una breve descripción con el fin de dar una visión global del contenido. En primer lugar se le dedica una especial atención al animador, sus diferentes tipologías y competencias. También se destina un apartado al análisis de la formación, así como a su adecuación a las demandas de la sociedad. Es decir, si se prepara a los animadores para dar respuesta a los diferentes problemas sociales con los que se enfrentan día a día en su ámbito profesional. Posteriormente, se analizan los ámbitos en los que el animador desempeña su trabajo. En este sentido, se dedica un capítulo a la animación infantil y juvenil, en el que se presenta la cultura, así como las características de estas etapas. Se muestran los recursos para la animación sociocultural, poniendo de relieve la gran demanda existente en estos sectores de edad. Por último, se ofrecen propuestas socioeducativas para su puesta en práctica.
El siguiente capítulo dedica su atención a sectores que emergen cada vez con más fuerza: adultos y mayores. Analiza las características de ambos grupos, a la vez que se pone de relieve la capacidad de aprender a lo largo de toda la vida, de mantenerse activo y con ánimos de emprender nuevos horizontes. La animación sociocultural persigue poner en relación, dinamizar y movilizar a estos grupos de edad para participar y fomentar sus relaciones sociales.
Un capítulo de especial relevancia lo constituye el desarrollo comunitario, como ámbito en el que participan los diferentes sectores sociales. Se analiza la perspectiva histórica a la vez que se presentan sus diferentes etapas, para pasar, posteriormente, a describir el proceso que han seguido las políticas sociales. Se presta atención al concepto y objetivos del desarrollo comunitario, así como a sus presupuestos y requisitos.
La metodología para realizar estos complejos procesos se presenta desde la perspectiva de la investigación acción-reflexión en la que los miembros de la comunidad desempeñan un papel significativo. Se orienta a la mejora de la calidad de vida de los ciudadanos, haciéndoles partícipes en la creación de su bienestar. La figura del líder comunitario o líder constructor de la comunidad aparece como un elemento esencial, en el primer momento. Tiene la misión de impulsar los procesos comunitarios con el objetivo de que la comunidad llegue a funcionar por sí misma. Finaliza el capítulo con la presentación de los retos y desafíos planteados al desarrollo comunitario.
La última parte del libro se destina a herramientas prácticas para llevar a cabo la acción sociocultural. Se han seleccionado técnicas de conocimiento, de comunicación y resolución de conflictos; así como otras de investigación y usos múltiples, que sirven de punto de partida para que el animador pueda crear y recrear técnicas diversas, con capacidad de adaptarse a situaciones concretas.
El animador, como profesional competente, en el ámbito científico y humano, debe tener en cuenta en el desempeño de su labor la denominada «regla de las tres R»:
Respetarse a sí mismo Respetar a los demás y ser Responsable en todas sus acciones.
Este capítulo se destina al estudio de la figura del animador. En él se analiza quién es este experto profesional y cuáles son sus funciones y tareas a desempeñar en la sociedad. Profesión vinculada a los nuevos yacimientos de empleo surgidos de las necesidades y demandas que emergen del estado de bienestar.
Se analiza su perfil centrándose prioritariamente en las características generales así como las cualidades personales. Se contemplan, también, las etapas en el desarrollo de esta profesión. Del mismo modo, se analizan los diferentes tipos de animadores socioculturales definidos en función del ámbito de trabajo, del estatus del animador, de la situación del mismo, de las tareas y del campo de intervención.
Se presentan diferentes niveles de formación, así como los contenidos esenciales en la formación de los mismos y la metodología a utilizar, que debe reunir unas características específicas. Un aspecto de singular importancia lo constituye la formación de estos profesionales; debe ser dinámica y flexible, con el fin de insertar los nuevos conceptos, dimensiones y horizontes que se abren a los profesionales de la acción social.
Finalmente se analizan las nuevas competencias profesionales del animador sociocultural, agrupadas en cuatro grandes dimensiones: técnica, metodológica, participativa-social y personal. Exigen una revisión constante con el fin de adaptarse a la dinámica del cambio social.
La Animación Sociocultural es uno de los perfiles profesionales diferenciados para la Titulación de Educación Social marcado desde la Red de Educación Europea (2004). Se engloba dentro del ámbito de la educación del ocio, animación y gestión sociocultural.
En la práctica de la Animación Sociocultural, el animador aparece como un elemento clave, básico y fundamental. Es la fuerza dinamizadora, catalizador y protagonista de la transformación social. Etimológicamente la palabra «animador» significa «dar aliento». Existen multitud de definiciones sobre el animador sociocultural, a continuación se señala una de las más relevantes, que engloba diferentes perspectivas: el animador sociocultural aparece como «el profesional que, utilizando una tecnología social basada en una pedagogía participativa, facilita el acceso a una vida más creadora y más activa con mayor participación y comunicación con la colectividad de la que forma parte. Potenciando, en consecuencia, la autonomía personal y grupal, la relación interactiva con otras personas, la integración en un entorno sociocultural y la correspondiente capacidad para transformar este entorno» (Unión Europea, 2004).
Es decir, el animador trabaja en el ámbito social, impulsa la participación activa de los individuos y grupos. Tiene por misión hacer nacer y desarrollar actividades con una finalidad educativa, cultural y deportiva, que tienden a una formación global y permanente. Utiliza una metodología activa y participativa. El animador impulsa a los ciudadanos a la participación, con el fin de hacerlos conscientes de la realidad en la que viven y generen los cambios necesarios para llegar a una mejora y transformación de su propia realidad.
Trata de conectar a los individuos de un contexto determinado con el objeto de estimular actividades de investigación, análisis, reflexión y organización social, para la resolución de problemas comunitarios. Como indica Poujol (1988) ser animador es mucho más una actitud dentro de una profesión que una profesión en sí. El animador sociocultural, por tanto, está relacionado con todo un proceso de mentalización, sensibilización y actuación de carácter social, cultural y educativo. Su misión prioritaria consiste en dar protagonismo a los grupos y a las comunidades con el objetivo de no ser imprescindible para el buen funcionamiento de los mismos.
A pesar de que siempre han existido animadores, no fue hasta los años sesenta cuando se habla de animador como tal. Se destacan diferentes etapas en la evolución de la situación de los animadores (Quintana Cabanas, 1985:270-271):
1.a etapa: Benévolos o voluntarios. Al inicio, el animador realizaba tareas concretas de promoción social, cultural y educativa en el ámbito de los movimientos juveniles y de la educación popular. No estaban considerados como tales ni remunerados.
2.a etapa: Necesidades del profesional. El animador se percibe como un profesional estable que recibe una formación concreta. Se considera que desempeña una función social.
3.a etapa: Reconocimiento del profesional. Se comienza a tener interés por los campos de actuación del animador. Se aboga más por un profesional que por los voluntarios.
4.a etapa: Actuación conjunta. En esta última etapa se apuesta por la acción conjunta de profesionales y voluntarios. Se ve la necesidad de que existan profesionales que estén remunerados y voluntarios que cubran aquellas necesidades e intereses a los que el profesional no pueda llegar.
Para poder diseñar el perfil del animador sociocultural es importante reseñar las cualidades humanas y profesionales, las aptitudes y actitudes que le son propias. En las últimas décadas autores relevantes (Del Valle, 1972; Simpson, 1976; Barrado, 1982; Morena, 1986; Poujol, 1988; Besnard, 1990; Quintana Cabanas, 1993; Ander-Egg, 1988, 2000) han elaborado diversos perfiles del animador y presentan una amplia variedad de características y rasgos. Se presentan a continuación las características generales del animador sociocultural así como las cualidades personales.
Existen una serie de características generales del animador sociocultural, en las que coinciden la mayoría de los autores. Éstas son:
Educador
. La educación es un instrumento para el cambio y el desarrollo personal y social. Pretende modificar actitudes desde la pasividad a la actividad. Estimula para la acción, sacando del aislamiento a las personas. El animador sociocultural tiene que llegar a una comprensión real de las necesidades y aspiraciones de los grupos y personas, que éstos, en ocasiones, no son capaces de expresar.
Agente de cambio social
. Ejerce la animación con grupos o colectivos de muy diversa índole. Su objetivo es implicarles en una acción conjunta. Por tanto, el animador sociocultural es un técnico en contacto con la realidad social, dinamizador de su entorno y experto en el funcionamiento de los grupos. Fomenta actitudes comunitarias, teniendo en cuenta los valores, formas de pensamiento y posibilidades de las personas a las que guía y ayuda. Valora, siente y actúa en la realidad social para transformarla.
Relacionador
. Capaz de estimular y suscitar las relaciones y establecer una comunicación positiva entre personas, grupos y comunidades, que a su vez conexiona con instituciones sociales y los organismos públicos. Debe ser capaz de eclipsarse para favorecer la interrelación entre los miembros de un grupo y dar prueba de iniciativa y espíritu emprendedor.
Mediador social
. La mediación como metodología de intervención tiene sus pilares en la comunicación y las diferencias sociales. Permite una mejora personal y social. Tiene que observar y comprender las características y capacidades que influyen en el conflicto, ser un mero intermediario para, poco a poco, devolver el protagonismo a las personas implicadas. Facilitar la comunicación ayudará a reflexionar sobre la responsabilidad, el protagonismo y la capacitación, y potenciará los intereses comunes y posibles acuerdos.
Dinamizador intercultural
. Previene los conflictos culturales, mejora la comprensión recíproca entre comunidades de origen diferente, conoce profundamente otras culturas y transforma la realidad para que todos experimenten la igualdad de oportunidades. Favorece la asunción de actitudes positivas con referencia a otras culturas, estimula el desarrollo de habilidades sociales y la toma de decisiones. Fomenta el entendimiento de la interdependencia transcultural mediante la colaboración en la perspectiva de verse a uno mismo desde los otros.
Las cualidades personales del animador se estructuran teniendo en cuenta las dimensiones de la persona: cuerpo, razón y afecto.
Dimensión corporal.
El animador ha de gozar de una buena salud y resistencia física dada la multiplicidad de tareas que debe desarrollar. El conocimiento del cuerpo y sus posibles limitaciones es primordial en todas las fases del desarrollo humano.
Dimensión intelectual.
Se exige una formación y madurez intelectual, un conocimiento científico sobre el comportamiento que responde a la necesidad de conocerse a sí mismo y de conocer a los demás. Esta formación intelectual se especifica en los siguientes aspectos:
Flexibilidad y creatividad
. Ha de poseer una buena capacidad de abstracción y concreción, unas dotes de organización y sentido real que le lleven a encontrar los medios, métodos y técnicas apropiados para la resolución de problemas.
Tolerancia
. Hacia las ideas y sugerencias de los demás.
Autoridad moral
. El animador ha de saber mandar sin dirigir, suscitar sin imponer.
Comunicación interpersonal
del animador con el grupo y de los miembros entre sí. Sin esta capacidad comunicativa es imposible que el animador realice con éxito su función.
Cognoscitivo
. El animador debe dominar la información general y acudir a otros especialistas cuando sea necesario. Lo ideal sería trabajar en un equipo multidisciplinar.
La verdadera especialidad del animador es ser capaz de establecer relaciones positivas entre las personas, los grupos y los colectivos. El animador precisa adquirir una serie de conocimientos que le capaciten para realizar su labor. El animador sociocultural debe tener un conocimiento teórico-práctico para adaptar las temáticas a la experiencia concreta y experimentar nuevas técnicas y procedimientos, lo que facilita la dinamización sociocultural.
Dimensión afectiva y actitudinal:
se exige al animador estabilidad y madurez. Sensibilidad ante los éxitos y fracasos de los demás, confianza en sí mismo, capacidad de ayudar, sentido del humor, etc. La afectividad comporta siempre una cercanía a la persona y al grupo, una empatía que potencia la relación personal. La afectividad del animador se traduce más que en lo que dice y hace en cómo lo dice y lo realiza.
Los valores que según la UNESCO definen al animador sociocultural son:
Libertad personal-comunitaria.
Tolerancia donde todo tiene su propio y distinto valor.
Sabiduría que crea independencia y cooperación.
Utopía como eje de sentido para la aventura humana.
Generosidad como motor de los propósitos humanizadores.
Valoración de cada ser humano por sí mismo.
Conciencia independiente, autónoma y creativa.
Igualdad y justicia para favorecer la convivencia.
Existen gran variedad de modalidades de ejercer la profesión de animador sociocultural. Se han clasificado de muy diversos modos por organismos y autores relevantes sobre el tema. En esta ocasión se elabora una clasificación global que intenta recoger las más significativas.
Según el ámbito de trabajo
Sociales
. Socialización, tareas preventivas y de reeducación.
Culturales
. Acceso de todas las personas a las obras de arte (difusión cultural) y favorecer el trabajo de los creadores (creación cultural).
Educativos
. Para el desarrollo pleno de la persona en el ocio y tiempo libre, y en actividades extraescolares.
Socioculturales
. Desarrollo social de la vida asociativa y el desarrollo del medio rural.
Socioeconómicos
. Cultivo de la actividad socioeconómica en beneficio del desarrollo humano.
En función del estatus
Profesional remunerado.
Semiprofesional. Remunerado parcialmente.
Voluntario. Presta sus servicios sin remuneración.
De acuerdo con la situación del animador
Animador global
. Contacto permanente con el medio ambiente, acción pedagógica, administración, organización de actividades, investigaciones, métodos, información, coordinación y desarrollo.
Formador
. Enseñanza (formación de animadores). Animación de grupos, asociaciones… De estudio e investigación. Tareas administrativas.
Director y coordinador.
Dar impulso a las asociaciones y mantener su dinamismo. Asegurar la buena marcha de la asociación. Asumir estudios e investigaciones. Establecer relaciones entre las personas del mismo medio geográfico, trabajo o esparcimiento. Animadores socioeducativos.
Investigador y creador
. Investigación educativa, social y cultural.
En función de las tareas
Difusor