Breve historia de los samuráis N. E. ampliada - Carol Gaskin - E-Book

Breve historia de los samuráis N. E. ampliada E-Book

Carol Gaskin

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Beschreibung

Los legendarios Samuráis del Japón feudal son míticos mercenarios cuya fama de guerreros invencibles de honorable disciplina, sin miedo a la muerte e implacable espada, les ha hecho protagonistas de innumerables libros y películas de gran éxito. Desde siempre el mundo de los Samuráis fascina y sorprende. Breve Historia de los samuráis profundiza en el mito y desvela toda la verdad sobre estos luchadores, de invencible katana, que dominaron Japón durante siglos gracias a su estricto entrenamiento derivado del Zen, la ética del confucianismo y el Bushido. Descubra todos los aspectos de la vida de los samuráis: entrenamiento, cultura, armadura, armas y técnicas de lucha. El libro narra la historia de algunos de los más fantásticos guerreros, como Oda Nobunaga, un hombre de humilde cuna que a su muerte en 1582 había conseguido controlar 30 de las 68 provincias japonesas, ganándose un lugar en la historia como uno de los 3 grandes unificadores del Japón. O Takeda Shingen, un guerrero tan temido y de tan magnífica reputación que su muerte fue ocultada más de un año para evitar la revuelta de los clanes enemigos. Y también se da detallada cuenta de las más épicas batallas que asolaron Japón durante el período Sengoku-jidai (Era del País en Guerra).

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BREVE HISTORIA DE LOS SAMURÁIS

BREVE HISTORIA DE LOS SAMURÁIS

Carol Gaskin

Vince Hawkins

Colección:Breve historiawww.brevehistoria.comTítulo:Breve historia de los SamuráisAutor:©Carol Gaskin y ©Vince Hawkins

Copyright de la presente edición:© 2023 Ediciones Nowtilus, S.L.Camino de los Vinateros 40, local 90, 28030 Madridwww.nowtilus.com

Elaboración de textos:Santos Rodríguez

Diseño de cubierta:ExGaudia, Asociación CulturalImagen de portada:Fotografía de Antonio-Felice BEATO:Seppukuo suicidio ritual.Datada en 1868 y montada sobre tela perfilada, cuero y cartón de 41 cm x 35,5 cm. Expuesta en el Museo Nicéphore-Niépce de Chalon-sur-Saône en Francia.Seppukues el término formal del rito conocido comoHara Kiri.El código del samurái escrito por Yamamoto Tsumemoto en el siglo XVII decía:“El camino del samurái es la muerte”. Con ello no se refería tan sólo a la muerte del guerrero en combate, sino también asu deber de suicidarse antes que aceptar la rendición.Desde los períodos más antiguos de la historia japonesa se pusieron en práctica diversos métodos de suicidio de honor, como el de arrojarse a las aguas con la armadura puesta o tirarse del caballo con la espada en la boca. Pero el más conocido y emblemático fue el de rajarse el vientre con un puñal.

Coordinación editorial:Nemo Edición y Comunicación, SLCorrección y maquetación de interiores:Nemo Edición y Comunicación, SL

Cualquier forma de reproducción, distribución, comunicación pública o transformación de esta obra solo puede ser realizada con la autorización de sus titulares, salvo excepción prevista por la ley. Diríjase a CEDRO (Centro Español de Derechos Reprográficos) si necesita fotocopiar o escanear algún fragmento de esta obra (www.conlicencia.com; 91 702 19 70 / 93 272 04 47).

ISBN ebook:978-84-1305-385-1Fecha de edición:noviembre 2023Depósito legal:M-28948-2023

ÍNDICE

Prólogo. Samuráis, los guardianes del sol naciente, de Juan Antonio Cebrián

I. El primer samurái

El camino del arco y del caballo

El mayor tesoro del samurái: la espada

II. El enfrentamiento entre los señores de la guerra

El primer sogún

Enfrentamiento entre los señores de la guerra

Las hazañas de yoshitsune

Las guerras genpei

Dan-no-ura

III. El cenit de los samuráis

Las invasiones mongolas

La Edad de la Guerra

Un castillo japonés

El sitio del castillo de osaka, 1614

IV. Historias delrōnin

Elrōnin

Miyamoto Musashi

La historia de los 47rōnin

Musashi y las moscas

V. La vida diaria de un samurái

La casa del samurái y su jardín

La religión del samurái

La educación del samurái

Comida y vestimenta del samurái

Los pasatiempos de los samuráis

VI. Las costumbres del guerrero

La armadura del samurái

Las armas del samurái

El entrenamiento de los samuráis

VII. El arma secreta de los samuráis: losninjas

VIII. El estudio de las artes marciales

Kendo

Yudo

Aikido

Kung-fu

Kárate y Taekwondo

IX. El legado samurái

Apéndice I. La cuarta batalla de Kawanakajima

Takeda shingen

Apéndice II. La batalla de Nagashino

Oda Nobunaga

Apéndice III. Una vuelta a los usos de antaño

Apéndice IV. Emperadores, regentes y sogunes de Japón

Prólogo

Samuráis, los guardianes del sol naciente

Prólogo

Samuráis, los guardianes del sol naciente

Siempre admiré la condición y el alma de los antiguos guerreros medievales, hombres dispuestos a sacrificar sus vidas en la defensa de lo que ellos entendían como nobles ideales. Los caballeros europeos son sobradamente conocidos gracias a nuestra literatura más cercana; empero, los paladines de Oriente, acaso por la distancia o por una ignorancia aceptada, han sido cubiertos por la bruma o por los fantasmas del recelo. Curiosamente, si nos ponemos a la tarea de comparar vida y obra de estos luchadores, comprobaremos que tanto los de aquí como los de allí no se diferencian en exceso en cuanto a determinadas pautas de comportamiento y pronto observaremos que hay pocas cosas que se paren al Cid de un samurái Minamoto.

Según reza en las antiguas leyendas de la mitología japonesa, en el albor de los tiempos una bella diosa nipona contrajo tristeza de amor, de sus lágrimas brotaron islas que conformaron el archipiélago del sol naciente. Siglos más tarde, surgirían guardianes para proteger las costas y territorios de una de las culturas más apasionantes de las que pueblan nuestro planeta.

Samuráisignifica en japonés ‘servidor’ y eso es precisamente lo que esta casta guerrera e intelectual hizo durante su tiempo de hegemonía —servir a sus señores feudales—, esos mismosdaimiosque pugnaban por el control de un imperio cuya representación figurativamáximaes el crisantemo. Dicen que la vida de un samurái era bellay breve como la flor del ciruelo; por eso no es extraño que uno de sus lemas vitales fuera: «Morir es solo la puerta para una vida digna».

Estos magníficos caballeros mantuvieron una intensa vida militar entre los siglos XII y XVII. En ese período de luchas entre clanes, se los podía ver orgullosos a lomos de sus pequeños aunque resistentes caballos y fieles al ritual guerrero impuesto por elbushidõ,auténtico código de conducta para aquel que se formara en esta indomable casta. La liturgia del samurái antes de cada batalla sigue estremeciendo a todo aquel que se acerque a su historia. El poder contemplar a cualquiera de estos hombres en la preparación de un combate constituía un enorme espectáculo donde la intensidad y el honor lo invadían todo. Con sumo cuidado ceñían a su cuerpo majestuosas armaduras lacadas en negro en las que un sinfín de piezas ajustadas milimétricamente protegían a su dueño. La ceremonia se completaba cuando el samurái cogía sus armas personales en las que destacaba la catana, una infalible espada de 60 centímetros de largo elaborada con técnicas ancestrales solo conocidas por escogidos maestros herreros, los cuales necesitaban tres meses para forjarlas. La tradición exigía que fuera la espada la que eligiera a su compañero; para ello, el guerrero se situaba ante un grupo expuesto por el forjador. La elección solo dependía de las vibraciones comunes emitidas por la espada y el samurái. Una vez juntos no volverían a separarse jamás, entroncándose sus almas hasta el combate final.

Los samuráis ocupaban sus períodos de ocio en el perfeccionamiento del espíritu. Gustaban de la poesía y el teatro y se refugiaban con frecuencia en la creación de maravillosos jardines flotantes. Eran auténticos pensadores que engrandecieron Japón en diferentes ámbitos.

Su declive llegó cuando la paz y los tiempos modernos se instalaron en el país. En 1868 el 7 % de la población japonesa se podía considerar samurái; es decir, dos millones de personas regentaban sus vidas basándose en el códigobushidõ.Muchos, ante el temor popular que seguían infundiendo, se refugiaron en las ciudades convirtiéndose en artistas, comerciantes o profesores; otros no tuvieron esa suerte, quedando abandonados a la marginación o al alcoholismo.

En 1876 los samuráis se rebelaron ante el poder. Durante más de un año mantuvieron en jaque al Gobierno con sus armas tradicionales. Sin embargo, el peso de la nueva tecnología bélica aplastó sus tradiciones y orgullo y más de veinte mil murieron acribillados por fusiles repetidores o ametralladoras de posición mientras realizaban sus últimas y gloriosas cargas de caballería. Fue la única manera que concibieron para morir de forma noble y justa con las enseñanzas recibidas; otros optaron por elseppukuo suicidio ritual, acabando sus días por su propia mano y no por la del enemigo.

En 1944 el espíritu samurái resurgió en forma de kamikazes que intentaban frenar el avance norteamericano sobre sus islas. Como sabemos, todo fue inútil y aquel viento divino terminó por estrellarse contra el acero blindado de los buques aliados. No obstante, algo queda en la idiosincrasia nipona de aquellos bravos guerreros; lo vemos en su talante nacional, el mismo que ha impulsado a un imperio abatido por la guerra hacia los primeros puestos ocupados por las potencias que los vencieron.

En esta magnífica obra escrita por Carol Gaskin y Vince Hawkins, el lector viajará por los paisajes que acogieron aestos rotundos guerreros. Conocerá sus técnicas de combate, sus códigos de conducta y, sobre todo, el honor que impulsó sus vidas hasta las últimas consecuencias. Una historia apasionante que les invito a conocer dejándose llevar por la narración expuesta en estas vibrantes páginas. Estoy convencido de que, tras la lectura de este libro imprescindible, nadie se verá empujado a realizarse el harakiri.

Juan Antonio Cebrián

I

El primer samurái

El campo estaba iluminado por antorchas que producían una luz fantasmal. Calmados, aunque alertas, los hombres esperaban que llegase el amanecer. Estaban preparados para la guerra, vestidos con los colores de la familia, envueltos por su armadura de metal atada con cordones de tonos brillantes y portando las armas al cinto. Sus estandartes ondeaban al viento, adornados con elemblema de suseñor y líder. Los caballos permanecían quietos.

De repente, al despuntar el día, estos cobraron vida. Los hombres se pusieron enseguida en movimiento. Y su líder, que lucía una magnífica armadura y sedas estampadas, se puso en pie. Surostro quedaba escondido por una máscara de hierro que infundía terror y su casco llevaba los cuernos dorados de una luna creciente. Por un instante estuvo tan quieto como una estatua, escuchando y escudriñando el horizonte. Husmeó el aire y dirigió su mirada a los caballos. Entonces el gran señor de la guerra dejó salir un fiero grito de batalla. Los hombres se apresuraron para colocarse en sus posiciones.

A medida que el sol naciente bañaba el campo con un brillo levemente anaranjado, el enemigo se hizo visible de manera repentina: cientos de arqueros a caballo gritando temibles gritos de guerra.

Los jinetes se encontraron cara a cara dispuestos en dos líneas de batalla que prorrumpían en un ruido atronador. Enseguida el aire sobre el campo de batalla estuvo cubierto de haces de flechas sibilantes. Heridos, los caballos caían al suelo, relinchando de dolor. Algunosguerreros intentaban extraer las flechas de sus miembros para continuar luchando hasta donde las fuerzas les permitiesen.

De repente, el campo de batalla enmudeció mientras una figura solitaria se adelantaba galopando. Su armadura llevaba la insignia del enemigo y su casco estaba decorado con grandes cuernos. Cabalgaba mientras gritaba su nombre y los nombres de su familia: «Ni mil hombres podrían conmigo. ¿Hay alguien que ose luchar contra mí?».

Respondiendo al desafío, el señor de la guerra adelantó su caballo. Los cuernos de su casco brillaban como el fuego en la mañana recién estrenada.«Mis antepasados valen cada uno diez mil hombres. ¡Nuestro honor es célebre a lo largo y ancho de toda esta tierra!».

Los dos guerreros cargaron el uno contra el otro a galope tendido, intentando que el adversario fuera el primero en retroceder. Ninguno de ellos podía permitir que lo llamaran «cobarde». Llevados por el frenesí del momento, sus caballos colisionaron violentamente y los combatientes cayeron al suelo.

En un instante, sacaron las espadas. El bruñido metal cortó el aire mientras los hombres se acechaban el uno al otro en una danza mortal. El roce de las afiladas hojas se convertía en chispas. Al ver una posible entrada, el retador lanzó su espada al cuello de su contrincante. Este se hizo rápidamente a un lado. «¡Eeeeiiiii!», gritó, blandiendo su espada delante de él. Lentamente, el guerrero del casco con cuernos se derrumbó cayendo al suelo herido de muerte. Agachándose sobre su enemigo, el guerrero de la luna creciente asestó un golpe final con su espada y con un grito de triunfo mostró a todos la cabeza de su enemigo.

Animados por la victoria, los hombres del jefe guerrero se lanzaron al ataque y sus enemigos se batieron rápidamente en retirada. La batalla había terminado. Los soldados estaban satisfechos. El general enemigo había sido un digno contrincante y había tenido una muerte honorable. Pero ¿quiénes eran estos fieros espadachines? ¿Según qué extrañas reglas luchaban?

Los guerreros eran samuráis, soldados profesionales que servían a los señores de la guerra rivales de Japón. Las historias de los samuráis y de su famoso código de honor han fascinado a generaciones.

Pero los primeros samuráis no eran conocidos por su destreza con la espada. Su camino era conocido comoEl camino del arco y del caballo.

ELCAMINODELARCOYDELCABALLO

Japón es un grupo de hermosas islas llenas de montañas en el océano Pacífico, en la costa este de Asia. Está separada de Rusia, China y Corea por el mar del Japón.

En tiempos remotos, Japón era gobernado por un emperador y su corte. El emperador era tratado como un dios y se creía que descendía de la diosa sol: Amaterasu. Por debajo del emperador estaban los nobles y por debajo de los nobles había muchas categorías de samuráis. Más abajo estaban los campesinos que trabajaban las tierras de los nobles. En aquellos tiempos, cualquiera podía ascender para convertirse en un samurái. Pero en el Japón posterior solo aquellos que hubieran nacido de padres samuráis podían ostentar el rango de samurái.

La palabrasamuráisignifica ‘servir’. Originalmente, los samuráis eran soldados que servían a la corte imperial y eran absolutamente leales al emperador. Pero también protegían a las familias de los nobles.

Desde los tiempos más remotos, el arroz ha sido el producto más importante de la isla.Aquel que poseyera los campos de arroz controlaba la riqueza del país. Hacia el siglo XII, muchos hombres poderosos poseían tierras y castillos lejos del palacio del emperador en Kioto. Para protegerse de las bandas de ladrones, y de ellos mismos, los nobles empezaron a tener sus propios ejércitos de samuráis. Las armas preferidas eran el arco, la flecha y la lanza.

El guerrero samurái seguía un código de honor llamadobushidõ,el ‘camino del guerrero’ y prometía lealtad completa a su señor. Un samurái que se distinguiese en la batalla podía recibir un lote de tierras como recompensa.

Con el apoyo de sus ejércitos samuráis, los nobles ganaban el control de vastos territorios. Estas nobles familias comenzaron a aliarse para formar clanes que acabarían siendo más poderosos que el mismo emperador. Los clanes, con frecuencia, mantenían disputas entre ellos.

Finalmente, estalló la guerra civil entre los dos clanes más poderosos: el Minamoto o Genji y el Taira o Heike. Y Japón entró en la Edad de la Espada.

ELMAYORTESORODELSAMURÁI:LAESPADA

En las antiguas historias sobre el nacimiento de nuestro mundo, la primera espada siempre mencionada es un acero japonés llamado laespada sagrada.Esta poderosa arma fue forjada en la cola de una gigantesca serpiente de ocho cabezas, cuya parte inferior estaba escondida por nubes de humo negro.

Guerreros del clan Taira por Utagawa Yoshitora.

La serpiente, que era tan alta como ocho montañas, gustaba de comer jóvenes doncellas; de maneraque el héroe Susanoo, hijo del dios del fuego, se decidió amatar al monstruo. Engañó a la serpiente para emborracharla con sake, un vino de arroz muy fuerte. Una vez ebria, la serpiente se quedó dormida y Susanoo la cortó en pedazos. Pero, cuando llegó a la cola, la espada de Susanoo golpeó algo muy duro y se rompió en dos. Tanteando con sus manos en el interior de las oscuras nubes, descubrió la espada sagrada. Según la leyenda, la espada era uno de los tres tesoros que fueron entregados por los dioses al primer emperador de Japón para constituir las insignias reales o las joyas de la Corona (un espejo de hierro y un collar fueron los otros dos); así que la espada, un símbolo del poder divino del emperador, ha sido venerada por los japoneses desde los tiempos antiguos.

Tokugawa Ieyasu (1542-1616), uno de los jefes samuráis más importantes, llamó a la espada el «alma del samurái». En la época de Ieyasu solo al samurái le estaba permitido llevar dos espadas. La más larga, la catana, era el arma principal en la batalla. La espada corta, lawakizashi,se usaba también en combate y, de ser preciso, en el suicidio ritual.